Fortín español a la entrada de Gibara. La foto es de 1935 |
Es Gibara un lugar de singular esplendor y belleza,
con parajes cargados de historia. Entre ellos Bariay, por donde desembarcó
Cristóbal Colón y sus acompañantes durante su primer viaje a América el 28 de octubre 1492. Constituido en municipio
después de largas luchas, Gibara fue perdiendo parte de sus extensos
territorios y de su activo comercio con la fundación del municipio Banes.
Asimismo su puerto de poco calado, imposible para las embarcaciones del siglo
XX y otros factores de los que hablará La Aldea más adelante, le restaron el protagonismo y
la pujanza que el lugar tuvo en otros tiempos.
Camino de Holguín a Gibara. Foto de 1937 |
Cuando el 26 de octubre de 1936 un grupo escogido de profesionales locales fundaron el club de la localidad, la Carretera Central y otros puertos y subpuertos, entre ellos los de Antilla y Vita, habían contribuido a sumergir a la llamada Villa Blanca en un sombrío aislamiento y ostracismo. Por ello, desde su misma irrupción a la vida pública, este club, el número 4109 de Rotary Internacional, luchó incansablemente por conseguir el dragado de su puerto y por la construcción de carreteras que la enlazaran con Holguín.
Vista aérea de Gibara, 1947 |
La segunda mitad de la década de 1940 devino una de las etapas de mayor ímpetu y entusiasmo del club gibareño, sobre todo gracias a las iniciativas desarrolladas por el Reverendo Arsenio Catalá, pastor de la Iglesia Protestante “Los Amigos”, presidente y secretario de la institución durante años.
Reverendo Arsenio Catalá, fundador del Club de los 200. Gibara |
En abril de 1945, año en que ocupa la máxima responsabilidad rotaria de Gibara, el reverendo Catalá, en concibió el “Club de los 200”, una nueva institución nacida adentro de los Rotarios, a la que podía ingresar todo el interesado en fomentar iniciativas para el mejoramiento del pueblo.
En primer lugar al “Club de los 200” se sumaron reconocidos
rotarios gibareños y holguineros, entre ellos Paco Frexes, Mario Manduley,
Atanagildo Cajigal, Dr. Dagoberto Toll y de Hoyos, Faustino Parajón, Felipe
Ordoño, Dr. Washington Rosell, Néstor Gálvez
y Carlos Núñez. Asimismo colaboraron con el nuevo Club numerosas
sociedades e instituciones, desde el Club Maceo hasta la Lotería Nacional; estos hicieron
donativos y aportes a la pujante institución que despertó la admiración de
todos. Incluso hasta el incisivo periodista Faustino Pérez, que en etapas de inactividad
conminara al club a laborar con más energía, dijo que la que hacía era una
“obra incomparable” y le dedicó sentidos elogios como estos:
“Labor
gigante, noble y hacendosa es la que viene llevando a cabo la gibareñísima
Asociación Cívica y Popular “Club de los 200”, de la que es inspiradora y propulsora la
prestigiosa y acreditada institución Internacional Rotary Club.
“Es
innegable nuestra afirmación cuando la exaltamos desde estas queridas columnas
de Tribuna Libre, desde la misma fecha que, cual rayo luminoso y bienhechor de
la primera luz de la Aurora
de un nuevo día, surgió la idea de fundar y darle calor a esa ya acreditada
Asociación seminal, es decir, secundaria del Rotary Club (el “Club de los 200”), con un propósito tan
elocuente, inspirado de tan buena fe, de hechos tangibles, de fructíferas
realidades, y que entraña un sentimiento profundo, sustentado en cada uno de
sus asociados por humilde que sea su condición social y económica(…)”[1].
El
26 de agosto de 1945 el doctor Echemendía, en la visita oficial que cada año
realizaban los Gobernadores del Distrito, quedó gratamente impresionado, por lo
que da a conocer a todos los clubes de
Cuba, a través de su Carta Mensual , lo siguiente:
“Este club merece especial felicitación por su atención a los asuntos de
la comunidad, iniciando, sosteniendo e integrando indirectamente el Club de los
200, encargado éste de velar por el mejoramiento y progreso de la localidad.
Con ello Gibara da cumplimiento a una de las disposiciones de la Resolución 34 (poco
conocida), ya que todos los socios del club forman parte de ese otro de los 200
sin que sea precisamente el club el que asume toda la responsabilidad de
dirección y mantenimiento de esa agrupación cívica.
“La
mencionada Resolución en una de sus partes expresa: Conviene que todo
Rotary Club se ocupe en alguna actividad
de interés público que requiera la cooperación colectiva de todos sus socios,
además de su programa para estimular a los socios del club a prestar servicio
individualmente dentro de la comunidad” (Resolución 34-p4)”[2].
Así fue como los gibareños produjeron una
transformación de su imagen, pues, como mismo sucedió en Holguín con Mil
Amigos, los 200 pavimentaron importantes arterias de la ciudad, entre ellas la
centralísima Ronda de la Marina,
y dotaron de letrinas y pisos a muchos de los hogares de los barrios más
humildes del pueblo y realizaron campañas sanitarias, entre otros proyectos.
Ronda de La Marina, Gibara. 1959 |
No obstante, el enorme esfuerzo era insuficiente. Por lo que en mayo de 1947 cuando los estudiantes pidieron una Escuela Superior y la Carretera Gibara-Holguín, se produjo una de las acciones más trascendentes que las luchas cívicas en esa villa recuerdan: la declaración de ciudad muerta. El periodista Faustino Pérez Ricardo, en uno de sus intensos comentarios a raíz de los sucesos, dijo que “Gibara, cansada, vejada, maltratada y olvidada tiene el gesto porque sufre, porque está indignada, ante el desprecio del Poder Ejecutivo”[3]
Al iniciar su protesta los estudiantes encontraron un
gran respaldo entre sus coterráneos: Todo se paralizó y el pueblo se lanzó a
las calles. Meritorio fue el accionar del Primer Comité Responsable formado por
periodistas, obreros y maestros, entre los que se destacaron por su conducta
rotarios como Luis Lotti y Teodoro Catalá, dos que por esos años ocuparon la
máxima dirección del Club.
En esos memorables días Gibara también contó con el
respaldo del pueblo holguinero que también cerró los comercios y se fue a las
calles a exigir sus derechos. Pero poco después se iniciaron las habituales
demoras y latrocinios o robo a las principales obras demandadas.
Puente sobre el río Gibara. Foto de 1948 |
Rotary, tras concluir la Segunda Guerra Mundial, puso un gran empeño en fomentar el amor y la amistad entre todos los países, respondiendo a ese empeño la Convención Internacional efectuada en San Francisco, en 1947, tuvo como lema “Convivir a base de amistad y mutua comprensión”. El Club rotario de Gibara organizó en los años 1946 y 1947 dos de los primeros ciclos de conferencias que sobre Comprensión Internacional se realizaron en el país. El segundo de dichos ciclos tuvo más apoyo y fue de superior calidad.
Para el segundo ciclo de conferencia, Catalá fue
respaldado, en primer lugar, por el presidente del club en el período 1947-1948, el abogado Felipe Dumois Cárdenas,
y también por Paco Frexes y los presidentes de los clubes de Holguín, Tunas y
Puerto Padre, en los que se realizaron ciclos locales para aportar cada uno un
experto en las diversas materias que se abordarían en Gibara.
Exactamente fueron cuatro conferencias las que se
organizaron en Gibara en 1947, dictadas por separado con una semana entre
ellas. El doctor Dumois desarrolló un tema sobre la importancia de la escuela, el
ingeniero Betancourt, de Puerto Padre, abordó Relaciones de patronos y obreros,
el Dr. Tomás Padró Valiente, de Las Tunas, disertó sobre Hermandad de las
naciones de América y Paco Frexes cerró el ciclo el 29 de noviembre en la Colonia Española de la Villa Blanca, pronunciando
palabras en nombre del Gobernador del Distrito Enrique Leiguarda y abordando el
tema: El turismo como vehículo de Comprensión Internacional[4],
(tenía ese tema una suprema importancia para Gibara; tanto Paco como el club
gibareño venían realizando acciones en el empeño de convertir a la llamada
Villa Blanca en la meca del turismo oriental). Asistió un público numeroso y
atento.
Casa de Bombas del Acueducto de Gibara en ruinas. 1947 |
Construcción de la carretera Holguín-Gibara. Foto de 1948 |
Canteras en Aguas Claras, en las inmediaciones de Holguín, de donde se tomó el material que hizo falta para la construcción de la carretera de Holguín a Gibara |
Aunque sin el empuje de la década precedente, en la de 1950 el club gibareño se mantuvo desarrollando iniciativas en pro de su comunidad y apoyando otras distintas instituciones y a la vez ganando experiencias dentro del rotarismo. Muestra de lo anterior fue la sesión interclubes realizada el 2 de diciembre de 1951. Esa, dicen los cronistas, parecía una Asamblea Regional por la grande y entusiasta presencia de rotarios procedentes de Bayamo, Palma Soriano, Holguín, Jobabo, Las Tunas, Manzanillo, Puerto Padre y Contramaestre.
Luego del recibimiento, las inscripciones en el
Unión Club y la merienda, los participantes se trasladaron al hotel Gibara
Residencial para desarrollar una fructífera sesión de trabajo bajo la
presidencia del Gobernador Atanasio Fajardo y de los otros tres rotarios del
nororiente cubano que hasta entonces habían tenido esa máxima autoridad del
Distrito: José D. Echemendía, Mario Muro y Paco Frexes. Estaban presentes,
también, todos los presidentes de los clubes presentes.
Entre los trabajos leídos fueron los de mayor
acogida el de Modesto Berlanga, de Contramaestre, sobre Interés Público, el de
Oscar Lobaina, de Bayamo, quien intervino acerca de las Relaciones
Profesionales, el del ex Gobernador Echemendía, en representación del Club de
Puerto Padre, quien disertó sobre cómo debe funcionar el Comité de Régimen
Interior; el de Arsenio Catalá, en representación
del club local, que trató sobre las Relaciones Internacionales, y finalmente un
rotario en representación de Palma Soriano abordó el grave problema que estaba
representando el alto índice de los
accidentes de tránsito, (esa fue una de las intervenciones más aplaudidas).
El resumen de
la sesión interclubes corrió a cargo del Gobernador Fajardo quien intervino
para destacar la importancia de la labor de los distintos comités en los
resultados de cada club rotario. Al cerrar la sesión se entregó el premio al
club de mayor asistencia que fue el de Las Tunas.
Lamentablemente, por las condiciones
meteorológicas, fue suspendido el paseo en lanchas por la hermosa bahía
gibareña. En su lugar, después del almuerzo, los asistentes pudieron disfrutar
y bailar al compás de una excelente orquesta en la Colonia Española.
Todos los participantes retornaron a sus lugares de origen complacidos de las
Damas Rotarias de Gibara, del club anfitrión y de su presidente Teodoro Catalá,
por su hospitalidad y la excelente organización del intercambio[5].
LOS ROTARIOS DE SANTA LUCIA.
Camino
de Gibara a Santa Lucía. Puente sobre el río Cacoyuguín. Foto de 1950
A finales de 1952 y a iniciativa del club local, un
grupo de emprendedores hombres de negocios y funcionarios del central Santa
Lucía, en el término municipal de Gibara, se reunieron en ese batey para fundar
otra institución similar. Esa recibió su carta constitutiva el 2 de febrero del
año siguiente. Y de esa forma Gibara se convirtió en uno de los pocos
municipios cubanos que contó con dos clubes en su territorio.
La historia del poblado y batey del central
azucarero Santa Lucía (actualmente cabecera del municipio Rafael Freyre), se
remonta a mediados del siglo XIX cuando fue construido el ingenio Guabajaney.
En las primeras décadas del siglo XX en el batey se desarrollaron sociedades de
instrucción y recreo, cines y otras instituciones, destacando entre estas
últimas el Banco Núñez, abierto en 1921. Con los años ese se convirtió en uno
de los más importantes bancos del país. Allí también inició su labor creativa
el poeta y periodista Ángel Augier Proenza, el único escritor holguinero que en
la actualidad (2016) ha sido laureado con el Premio Nacional de Literatura.
Las
sesiones del novel club se celebraban cada martes a las 8 de la noche, teniendo
por sede el local de la
Sociedad Recreo Social. Allí Orlando Augier, su
presidente fundador, y otros de sus
compañeros, entre los que se encontraban varios miembros de su familia,
comenzaron a gestar hermosas iniciativas
por lo que muy pronto ganaron el reconocimiento de la comunidad, y tanto fue
así que al decir de la
Revista Rotaria de Santiago de Cuba en su edición de febrero
de 1954, el Club “se ha convertido, en sólo unos meses en el más importante
factor de la actividad local”[6].
Miguel Augier, presidente del club en el bienio
1953-1954, fue el autor de una de las ideas que con más entusiasmo se acogió en
el pueblo: la creación de un monumento a las madres.
Para
concretarla el club y especialmente el Comité de Damas Rotarias
organizaron colectas públicas y celebraron bailes y verbenas. Antes de un año, justo
el 9 de mayo de 1954, lograron instalar la representación de una amorosa madre
cubana que en su regazo acoge con ternura al hijo procreado con todo su amor[7].
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Mientras se erigía la estatua a las madres en el
batey del central azucarero Santa Lucía, en la cabecera municipal cobraba auge
la celebración del Gibareño Ausente, celebración que se organizó por primera
vez en julio de 1953 y que se convirtió en una de las actividades más representativas
de la villa. Sin embargo esa no siempre tuvo el brillo deseado que deseaban,
por las difíciles condiciones sociales y políticas que vivía el país. Durante
la primera edición, por ejemplo, la celebración coincidió con los asaltos a los cuarteles Moncada y Carlos
Manuel de Céspedes, en Santiago de Cuba y Bayamo, sucesos que reiniciaron las luchas por nuestra definitiva
independencia y en los que cayeron por la libertad hijos de este territorio como Rafael Freyre
Torres, nombre con el que luego fue rebautizado su natal Santa Lucía al convertirse, con la Revolución, en un nuevo
municipio.
En 1956 la lucha clandestina y las acciones de diversos partidos contra la
dictadura se hacen sentir en Gibara,
ciudad donde se confeccionaron los primeros brazaletes del movimiento 26 de
Julio bajo la guía de Frank País. Una de esas acciones la protagonizaron el 12
de junio de ese año seis jóvenes ortodoxos que penetraron en el Centro de
Veteranos y rompieron un retrato del dictador. Días después el Juez Municipal los
multó[8].
En respuesta al hecho, todas las instituciones fueron obligadas a realizar
desfiles y actos de desagravio; esos dichos desfiles fueron encabezados por la Banda Militar de Holguín y
tuvieron la supervisión personal del Coronel Fermín Cowley, Jefe de Regimiento
Militar. Días después, la prensa anunció en grandes titulares la noticia de que
se construiría un nuevo hospital. Decía la noticia que la decisión se tomó
cuando el Ministro de salubridad se reunió con el Presidente Batista y le hizo
saber del “clamor de los gibareños por esa obra y entonces el Presidente ordenó
la construcción, estimándose que la obra se ha de iniciar a mediados del
entrante mes”[9].
Propaganda
de Artes Gráficas Cajigal. Dice: Como puede verse en la base de la pirámide que
forma parte del escudo, “Artes Gráficas Cajigal” fue fundada en 1913, siendo su
fundador y único propietario Don Atanagildo Cajigal Illanes, fallecido el 27 de
diciembre de 1929. iniciada esta Empresa Tipográfica en Gibara, fue trasladada
para la ciudad de Holguín a fines del año 1944. ya instalada en este gran
Centro Comercial, sus propietarios se dieron a la tarea de dotar a Holguín de
UNA IMPRENTA para satisfacer las necesidades de las tantas instituciones
comerciales, industriales, culturales, etc…, contando hoy con maquinarias
modernísimas de capacidad necesaria para todos los trabajos tipográficos, sean
estos a colores varios o un solo color y en cualquier estilo. Prueba evidente
de ello son nuestros innumerables clientes de Oriente y Camaguey, y como testigo
de esta gran verdad; “esta amena Revista”
“Artes
Gráficas cajigal” pone sus cuarenta años de vida comercial a su entera
disposición, ofreciéndole calidad y precios módicos en: papelería,
Encuadernación, Rayados, Sellos de Goma, Bandera de llaves y tornillos y
efectos de oficina.
Muchas
gracias, amigo lector, por dispensarnos la lectura de este mensaje sincero y
cordial.
“ARTES
GRAFICAS CAJIGAL”
Cada día que pasaba cobraba mayor fuerza el
enfrentamiento al régimen, por lo que, tras la llegada de Fidel al frente de la
histórica expedición del yate Granma y el nacimiento del Ejército Rebelde, se
desató una feroz represión. Hijos
humildes de Gibara también resultaron víctimas, entre ellos el rotario
Atanagildo Cajigal Torres[10].
Finalmente los clubes gibareños, como los de la
región y de todo el país, fueron
languideciendo, hasta pasar a ser historia. Una historia que, no
obstante sus cuotas de generosidad y trabajo, fue triste, porque esa siempre
fue espejo de una Cuba dividida en clases sociales antagónicas.
[1] Periódico “Tribuna
Libre”. Gibara. El corazón como aplauso. 18 de diciembre de 1945. P.1
[2] Archivo Provincial de Historia de
Holguín. Fondo Movimiento Rotario. Legajo 1 Expediente 17 Folio 49.Carta
Mensual del Gobernador José. D. Echemendía, agosto de 1945.
[3] Periódico “Tribuna
Libre”. Gibara. ¡Gibara ciudad muerta! 20 de mayo de 1947. P.1
[4] Archivo Provincial de Historia de
Holguín. Fondo Movimiento Rotario. Legajo 1 Expediente 16 Folio 86.Carta de
Paco Frexes al Gobernador del Distrito 25 Enrique Leiguarda.
[5] Boletín Rotario de
Bayamo. La sesión interclubes de Gibara. Enero de 1952. P. 2.
[6]
Revista Rotaria de Santiago de Cuba. Meritorias realizaciones del Club de Santa
Lucía., febrero de 1954, P. 24
[7] Revista Rotaria de Santiago de Cuba.
Noticias de la provincia, marzo de 1954. La celebración del primer aniversario
del Club. P.22.
[8] Periódico “Norte”. Holguín.
Condenados por el Juez de Gibara. 28 de junio de 1956. P. 1.
[9] Periódico “Norte”. Holguín. Anuncian
que será constituido el hospital civil
de la Villa Blanca.
23 de junio de 1956. P.1.
[10] Atanagildo Cajigal Torres fue uno de
los seis mártires asesinados por la tiranía el 9 de diciembre de 1956 en el
antiguo camino a Güirabo, Holguín. En el lugar se levantó un monumento consistente
en seis columnas truncas, en permanente homenaje a sus heroicas vidas. Nació en
Gibara el 30 de octubre de 1909.Tras la muerte de su padre, en 1928, se hizo
cargo de su prestigioso taller
tipográfico. Al fundarse el Club Rotario
fue uno de sus entusiastas miembros, llegando a ocupar en
responsabilidades como la de Secretario. En 1944 trasladó su taller a Holguín,
aunque continuó colaborando con proyectos que se gestaban en su ciudad natal,
entre ellos el Club de los 200.
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