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La aldea a la mano (Holguín, Cuba)

10 de mayo de 2020

Conflicto entre García Holguín y Melchor Verdugo (II)

Por Arquimedes Paz Pérez y José Novoa Beatncourt


Para continuar la historia del enfrentamiento entre Melchor Verdugo y García Holguín hay que regresar en el tiempo al instante en que inician las Guerras Civiles en el Perú.
En el enfrentamiento entre Pizarro y Almagro, Melchor Verdugo fue pizarrista. Y después llegó Vaca de Castro nombrado por la Corona juez comisionado y gobernador del Perú y concluyó el enfrentamiento entre seguidores de uno u otro bando.
Le sigue cronológicamente la llegada del primer Virrey Blasco Núñez Vela quien amparado por las Leyes Nuevas quitó posesiones a los encomenderos; estos se sublevaron y capitaneados por el hermano menor de Pizarro, Gonzalo Pizarro presentaron un proyecto de separación de la corona.
Los seguidores de Gonzalo Pizarro causaron desmanes y saqueos de todo tipo en Perú y también en Panamá y Nicaragua. Sin embargo, Melchor Verdugo y García Holguín, que eran encomenderos perjudicados, apoyaron a Gonzalo Pizarro. Pero posteriormente Verdugo se alió con el Virrey y los encomenderos rebeldes fueron por él, lo apresaron y le exigieron explicaciones convincentes para no ser ejecutado.
Al final los seguidores de Gonzalo Pizarro le perdonaron la vida a Verdugo pero este, para no tener que tomar partido en las acciones rebeldes, se refugió en Trujillo y se fingió enfermo.
Precisamente en ese momento es cuando Verdugo ideó una estratagema para salir de Trujillo con armas y dinero y proclamar nuevamente su lealtad al rey[1]. Esto fue lo que hizo: con el supuesto de su supuesta enfermedad logró atraer hasta su casa a varios de los vecinos principales de Trujillo, entre ellos a García Holguín, y una vez dentro, los encerró, los tomó como rehenes, los acusó de deslealtad al Rey y les exigió dinero como rescate que él, aseguró, entregaría como contribución a la causa real.
A la vez y con los rehenes a buen resguardo, Verdugo arengó a la población y logró captar adeptos que se sumaron a la revuelta e, incluso, saquearon algunas casas.
Cuando los prisioneros hubieron pagado por su libertad, Verdugo y sus secuaces los llevaron hasta la playa y confiscaron el barco nombrado Santiago, que se hallaba fondeado. “Seguidamente ordenó que los soltaran a todos menos a García Holguín y a Cristóbal Angulo, a los que hizo subir al barco y se los llevó consigo”[2]. Según Duthurburu “parece la causa de que Verdugo no liberara a estos dos personajes es que García Holguín no quiso pagar su rescate y Angulo no tuvo con qué”. Siguiendo al mismo autor los sucesos ocurrieron el 31 de octubre de 1544*, día de San Quintín[3].
Verdugo navegó hacia Nicaragua donde sus hombres causaron todo tipo de desórdenes[4]; después, atravesando el Lago de Nicaragua salieron por su desaguadero al Mar Caribe, en arriesgada travesía.
La documentación hasta ahora revisada no aporta información sobre cuál fue el destino de García Holguín durante o después de la travesía con Verdugo hasta el Mar del Norte, como se le llamada entonces al Océano Atlántico. La próxima referencia sobre el personaje es de 1547 cuando algunos documentos señalan su presencia en Trujillo nuevamente[5]. 

*Se subraya esta fecha porque resulta relevante en cuanto al cotejo de fechas y hechos registrados por la historiografía tradicional de la región de Holguín, Cuba. Esa dice que García Holguín estaba en este lugar en abril de 1545 y que en esa fecha reabrió su hacienda, dedicándola ahora a la cría de hatos de reses y caballos.


[1] Busto Duthurburu, José Antonio del. “Dos personajes de a conquista del Perú”. Lima: Editorial Universitaria, 1969 y “García Holguín”. “Diccionario histórico-biográfico de los conquistadores del Perú”, Arica, Lima, 1973
[2] Ibíd.
[3] Ibíd.
[4] Lockhart, James. “El mundo hispanoperuano 1532-1560”. México: Fondo de Cultura Económica, 1982.
[5] Pérez de Tudela Bueso, Juan. Editor. “Documentos relativos a don Pedro de la Gasca y a Gonzalo Pizarro”. Vol, I. Archivo Documental Español. Madrid: Real Academia de la Historia, 1964.

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