Por Arquímedes de Paz y José Novoa
De su rico
bolsillo[1]
sacó Diego Velázquez el dinero que se necesitaba para explorar al occidente[2],
partiendo desde Cuba, y para que lo hiciese mandó a Juan de Grijalva.
A su regreso el enviado dijo que en Yucatán, adonde había llegado, había más riquezas que en todas las islas del Caribe juntas. Entonces Velázquez preparó la armada y se detuvo a pensar en quién de sus hombres la debía comandar.
Cervantes de Salazar[3] dice que el Gobernador de Cuba (Diego Velázquez) “al principio puso los ojos sobre dos o tres caballeros. El uno se llamaba Vasco Porcallo, el otro Diego Bermúdez y el otro García Holguín”. Finalmente se decidió Velázquez por Hernán Cortés, quien para la fecha era uno de los hombres más acaudalados de la isla de Cuba.
A su regreso el enviado dijo que en Yucatán, adonde había llegado, había más riquezas que en todas las islas del Caribe juntas. Entonces Velázquez preparó la armada y se detuvo a pensar en quién de sus hombres la debía comandar.
Cervantes de Salazar[3] dice que el Gobernador de Cuba (Diego Velázquez) “al principio puso los ojos sobre dos o tres caballeros. El uno se llamaba Vasco Porcallo, el otro Diego Bermúdez y el otro García Holguín”. Finalmente se decidió Velázquez por Hernán Cortés, quien para la fecha era uno de los hombres más acaudalados de la isla de Cuba.
[1] Después de las noticias traídas por el
explorador enviado por Diego Velázquez, la conquista de México se convirtió en
una empresa cubana que sería realizada sin participación de la metrópoli.
[2] Para entonces las islas del Caribe (La Española, Jamaica, Puerto Rico y Cuba) habían logrado la soberanía alimentaria: la agricultura y la ganadería se desarrollaban rápidamente por lo que no era preciso traer caballos y reses desde España, y para mejor, los cerdos proliferaban sin dificultad.
[3] Cervantes de Salazar, Francisco. “Crónica de la Nueva España”. Editado por Manuel Magallón y Cabrera. 5 vols. Madrid: Atlas, 1971
[2] Para entonces las islas del Caribe (La Española, Jamaica, Puerto Rico y Cuba) habían logrado la soberanía alimentaria: la agricultura y la ganadería se desarrollaban rápidamente por lo que no era preciso traer caballos y reses desde España, y para mejor, los cerdos proliferaban sin dificultad.
[3] Cervantes de Salazar, Francisco. “Crónica de la Nueva España”. Editado por Manuel Magallón y Cabrera. 5 vols. Madrid: Atlas, 1971
No hay comentarios:
Publicar un comentario