Ramón Avilés. “El boxeador que canta”
Destacado intérprete de las composiciones de
Faustino.
Yo
empecé cantando boleros, pero la obra de grandes soneros como él me inclinaron
por el son montuno. Lo conocí por 1968, cuando aún no tenía el grupo y con su
tres bajo el brazo recorría Cuba. Entablamos una gran amistad y cuando iba a La Habana, junto a Acanda, lo
buscaba en el hotel Lincoln donde siempre se hospedaba e intercambiaba mucho
con él. Llegué a tener trece o catorce piezas suyas en mi repertorio y admiré
al creador pero también al hombre simpático, humilde y generoso.
Creo
que lo conocí profundamente y sin verlo o escucharlo cantar, podía reconocerlo
con solo oírlo tocar su tres, ya que poseía una cuerda quinto en el centro que
le daba una sonoridad personal e inconfundible.
Con
sus sones obtuve importantes éxitos, uno de ellos fue durante mi primer viaje
al extranjero en 1974, año en que junto a Ramón Veloz y otros artistas cubanos
actué en Panamá y Costa Rica. En todas las presentaciones, Mañana me voy a
Sibanicú, o Me vuelve a morder la perra, como algunos le decían, fue la pieza
más aplaudida. Incluso un empresario insistió para que se incluyera en un disco
que se realizó por una disquera de allá.
Posteriormente
estuve cerca de diez años trabajando con el grupo Vieja Trova Santiaguera en
España y otros países. Al regresar me casé y establecí en Matanzas, y él,
deseoso de verme, se afanó en localizarme y un día se apareció en mi casa e
insistió en obsequiarme 350 dólares para que me comprara un nuevo televisor.
Siempre me demostró muchísimo afecto y en más de una oportunidad me envió su
automóvil para que no faltara a los homenajes que le realizaban en Holguín.
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