Pedro de la Hoz
Periódico Vanguardia, Santa Clara
18 de mayo de 1987
Siempre
lo he tenido por un príncipe recio y espigado, y en lo alto unos ojos serenos,
como eran los príncipes del viejo Calabar antes de la llegada del arcabuz.
Pero
cuando desenvaina el tres se convierte en otro hombre.
Desde
el fondo transparente de sus gafas, salta una mirada socarrona y en el
semblante asoma la ironía.
Sus
dedos ágiles se deslizan por las cuerdas con una síncopa incomparable, todo y
nada de ancestros tam-tam y picaresca: montuno oriental, cubano…
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