En
el siglo XIX existía en Cuba una eficiente marina de cabotaje que enlazaba los
diferentes puertos de la isla con la capital. Como es las de Cuba una Isla
larga y estrecha se abrieron dos itinerarios que favorecieron a los pasajeros.
Uno se iniciaba en Batabanó, adonde llegaban los pasajeros por tren procedente
de La Habana,
y seguía a lo largo del sur de la
Isla, llegando a los diversos puertos hasta su destino en Santiago
de Cuba para nuevamente hacer el trayecto en sentido contrario El otro
itinerario seguía la costa norte, saliendo del puerto habanero y haciendo
escalas en Nuevitas, Puerto Padre, Gibara, Baracoa, Caimanera y, bordeando el Paso de los Vientos, llegaba
a Santiago de Cuba. Algunos de estos barcos continuaban hasta la República Dominicana
y Puerto Rico.
En
el siglo XX fueron incluidos otros puertos vinculados al auge de la industria
azucarera, entre ellos el embarcadero
del central Chaparra en Cascarero y Antilla en la bahía de Nipe.
Eran
esos que hacían el tráfico, barcos muy modernos. Ya en 1819 comenzó a navegar
entre los puertos cubanos el “Neptuno” que fue el primero a vapor dedicado al cabotaje en Cuba[1]. Luego
surgieron varias compañías, entre ellas la “Compañía Herrera”, fundada en 1858 por el
santanderino Ramón Herrera Sancibrian. El primero de sus buques fue el “Pájaro
del Océano”. Este era a vapor y cuando entró por primera vez a Gibara causó
gran alboroto entre los vecinos que al ver el humo que salía de sus chimeneas
creyeron que se estaba quemando. A la muerte del fundador su empresa pasó a manos de sus sobrinos que la rebautizaron
como “Sobrinos de Herrera”. En 1902 la flota de esa compañía contaba con diez
buques.
Otras
compañías fueron la de Antígones Menéndez,
bautizada luego como “Odrizola y Cía” que poseía cuatro buques y que hacían el recorrido por
el sur. Igualmente se existía la “Julián Alonso” que tenía tres buques y
actuaba en la costa norte de Las Villas.
[1] Levi Marrero, “Cuba Economía y Sociedad”, Editorial
Playor SA, Santa Clara 4, Madrid, Tomo 15, p 410
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