Aún no se habían apagado
los ecos de la pugna entre Millo y Chibás, previa a las elecciones y la familia
Ochoa volvía a ser noticia. Esta vez el hermano de Millo, el alcalde de Holguín
Guarro Ochoa, fue acusado de favorecer en las elecciones complementarias a un
candidato auténtico.
La Caja de Pandora se abrió por el manifiesto de 15 de
julio de 1948 suscrito por un grupo de ortodoxos locales que acusaban a Guarro
de apoyar en su aspiración al candidato a Representante y cuñado de Carlos Prío
(candidato a la presidencia por un partido contrario al de Guarro, que era el
mismo que el de su hermano Millo Ochoa, el Partido Ortodoxo), Dr. Enrique C.
Henríquez.
Los ortodoxos firmantes
del manifiesto acusatorio exigían que Guarro Ochoa fuera expulsado del Partido
y que también se expulsara a todos los miembros de los órganos de dirección a
nivel Municipal y Provincial que guardaron un silencio cómplice. Asimismo
llamaban a Chibás para que tomara cartas en el asunto.
Para los redactores del
documento el Partido había que purificarlo y reestructurarlo con el fin de
llevar a la Alcaldía
(de Holguín) a un ortodoxo verdadero y tan noble fin se lograría, dijeron, con
la creación en días posteriores, de un Directorio Municipal Ortodoxo. Los
acusadores proyectaban su trabajo para 1950 con vistas a la reorganización de
los partidos para las siguientes elecciones (1952), y sobre todo, para lograr
que los hermanos Ochoa salieran de la dirección ortodoxa[1].
Seis días después del
Manifiesto citado, en carta abierta a Guarro, Luís Conte Agüero también lo
acusaba de su colaboración con Enrique Henríquez y, decía, para él lo más grave
era el silencio de Guarro. Acto seguido Conte Agüero llamaba a Guarro a no
flaquear, que “todo Holguín y todo Oriente se enorgullece del apellido Ochoa”[2].
En la respuesta de Guarro
a Conte Agüero decía que no había dicho ninguna palabra sobre la acusación que
le imputaban para no estar a la altura de quienes le atacaban, pero que por ser
a él (a Conte Agüero), le respondería, considerándolo, como lo consideraba,
digno de ello. Y le dice que su colaboración con Enrique Henríquez estaba
condicionada a la ayuda que aquel prestó a Holguín para que la ciudad tuviera
acueducto y alcantarillado y, acto seguido, Guarro se preguntaba qué maldad
había en que un alcalde luche “porque mi pueblo tenga eso que tiene Santiago de
Cuba”.
Asimismo Guarro
consideraba que los que le atacaban desde afuera y desde adentro del Partido
tenían diferentes objetivos. “Desde afuera están los que quieren destruirme
para destruir en Holguín al Partido del Pueblo. Desde adentro, los que cegados
por la envidia anteponen esta a los sagrados intereses del Partido. Pues bien,
a esos equivocados compañeros les respondo: Si lo que decían es mi posición,
aquí la tienen, con ella o sin ella lucharé por el triunfo definitivo de la
vergüenza contra el dinero”[3].
(Poco después Guarro olvidó esas, sus palabras).
Después de la carta de
Guarro, Conte Agüero escribió otra, muy melosa, en la que afirmaba: “tu postura
desinteresada en lo que a la alcaldía se refiere, tu decisión inquebrantable de
continuar luchando en el Partido del Pueblo Cubano, me llena de ortodoxo
orgullo, pero no podía esperarse otra cosa de ti. Veo que en nuestros pechos
sigue flameando la bandera del decoro”[4].
No sabe la Aldea si el “debate” fue
planificado por Conte Agüero para fortalecer a los hermanos Ochoa en Holguín,
aunque lo parece. Pero lo cierto es que ellos siguieron ocupando altos cargos
en el partido que en las elecciones de 1952 tenían todas las de ganar.
Sin embargo, un nefasto
día de agosto de 1951 Chibás se suicidó ante los micrófonos de la CMQ y posteriormente Fulgencio
Batista dio un golpe de estado.
Inmediatamente Guarro se
afilió al batistato para mantener su puesto de alcalde y Millo mantuvo su
posición insurreccionalista por un tiempo más, pero nunca materializó las ideas
que propagaba en una acción armada.
Fue el joven Pedro Díaz
Coello quien aglutinó a la ortodoxia holguinera y la que llevó a militar en el
Movimiento 26 de Julio.
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