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La aldea a la mano (Holguín, Cuba)

14 de febrero de 2022

LA MUNICIPALIDAD HOLGUINERA 1800-1850 (10)

 10.- La actividad de los Cabildos, la presencia en Holguín de destacados Tenientes a Gobernadores y la cooperación que les prestó el vecindario, hizo que se le considerara a este periodo histórico que hoy comentamos como el más constructivo, dotando a la Ciudad de Holguín de un Hospital de Caridad, de una Real Cárcel con espacio para la Casa Cabildo, Cuarteles para las tropas, Corral del Concejo, Matadero, Mercado de Abasto y de un espacioso y decente Campo Santo, repararon la Iglesia de San Isidoro y construyeron la auxiliar de San José, hermosearon la Plaza Real a la que nombraron de Isabel II…

Hemos visto que en Cabildo de 18 de julio de 1752 habían solicitado de Su Majestad un Hospicio para la Ciudad de Holguín, necesario para el cuidado de los enfermos, y al objeto de sostenerlo, la concesión del noveno de los diezmos de la jurisdicción, y que la Corona, en 21 de mayo de 1757 se los concedió. La obligación de tener un Hospicio la tenían todos los pueblos del Reino, a costa de su vecindario.  

Finalmente, el Hospicio se construyó en 1760, pero ese ya no existía en 1825 y lo peor es que el Cabildo no contaba con fondos para reconstruirlo.

Gracias a la benefactora de Holguín doña Victoriana de Ávila, las nuevas obras dieron comienzo en 1833 y en 19 de marzo de 1849 lograron inaugurarlo con el nombre de “Hospital de la Caridad de San Juan de Dios”. El edificio contaba de dos alas, una destinada a los hombres y la otra a las mujeres, y entre ellas dos estaba la capilla. También tenía el edificio los almacenes, la enfermería, el depósito de los cadáveres, la dirección y la cocina. Su sostenimiento lo dejaron a cargo de una Junta de Caridad que conseguía el dinero y lo que se necesitaba para el hospital con las limosnas recaudadas en el vecindario y asimismo con las rentas de los bienes donados por benefactores, entre ellos los sacerdotes Calderín y Bofill, que les dejaron dos casas en la Calle de Barcelona, un Colgadizo en la calle de Numancia, otra en la esquina de Pelayo y Numancia, otra de mampostería en la calle de España, un solar en la misma calle de España y la mitad de una casa en la Calle de Comercio, a más de la mitad de la finca rústica “La Breñosa”.

Por su parte y como lo exigía la Ley 5, título 7, del libro Cuarto de la Recopilación de Leyes de Indias, se construyó en Holguín el Corral del Concejo y el Matadero a la otra orilla del río Jigüe, (donde no había urbanización), al objeto de que el mal olor que producían las inmundicias no llegasen a la Ciudad, dando por terminadas las protestas llegadas al Cabildo por el sacrificio de animales dentro del perímetro de la Ciudad. Ambas edificaciones de mampostería, de cien varas en cuadro y el solar amurallado de ladrillos, con aceras, portal y corrales.  La construcción fue comenzada en 1819 y la terminaron en 1823, siendo supervisada por el Licenciado Juan Buch, que tanto se destacó en Holguín en este periodo histórico. 

La inauguración del Corral y el Matadero dio origen a nuevos bandos, uno de ellos informando que, por Ley, el ganado vacuno destinado al consumo público tenía que ser sacrificado en el Matadero y que quien no lo hiciera así incurría en delito por el que podía ser sancionado a multa y decomiso de las carnes; igual se prohibía el sacrificio de cerdos en los patios de las casas, quedando todos obligados a hacerlo en el Matadero, y finalmente quedó acordado que solamente las carnes de animales sacrificados en el Matadero eran las que podían venderse al público. Otras disposiciones determinaron la prohibición de introducir carnes en la ciudad; que solo podrían mantenerse dos o tres cerdos en los patios de las casas; que el ganado destinado al consumo público no podía entrar a la Ciudad, así como se fijaron impuestos a los animales sacrificados en el Matadero y a los mantenidos en el Corral del Concejo.

Más adelante, (septiembre de 1843), el Gobierno Superior, deseando proteger a los ganaderos cuyo ganado se destinase al consumo público, y al objeto de terminar “con los vicios que se observaban en los Rastros y en el Corral del Concejo”, modificó el Ramo de Consumo Público, permitiendo el sacrificio en los Mataderos de una o más eses, siempre que estas reuniesen las circunstancias y cualidades fijadas por Salubridad y que los Mataderos tenían que mantenerse abiertos mientras hubiese en los mismos reses que sacrificar, pudiendo estos fijar el precio de sus carnes, pero esas carnes siempre deberían ser vendidas en sitios públicos y a la vista del consumidor. Y llegándose al extremo de permitir la venta de las carnes por las calles bajo licencia y cumpliendo con las reglas fijadas sobre aseo e higiene. (Lo anterior por Bando de 15 de noviembre de 1848).

Otra construcción fue un moderno Campo Santo. En mi comentario anterior sobre la Municipalidad holguinera (1752-1799), ya hemos visto que en Holguín se siguió la costumbre de enterrar los cadáveres dentro y fuera de la Iglesia de San Isidoro, y que a partir de 1790 esa costumbre fue prohibida, destinándose para ello lo que un día pasó a ser Parque de Victoriana de Ávila, con carácter provisional; que también como provisional lo trasladaron al actual campo santo, que inauguraron en 29 de junio de 1814, y que hemos mantenido en el mismo lugar hasta el presente, a pesar de los acuerdos tomados en el sentido de tener uno más moderno fuera de la ciudad, “cómodo, útil y proporcionado a ambas Parroquias”. 

Ese cementerio provisional comenzó siéndolo de doscientas varas en cuadro, amurallado con madera de corazón con su correspondiente puerta de entrada. La obra fue supervisada por los vecinos Pedro Nolasco Aguilera y José Rosalía de Ávila. 

Más adelante sustituyeron las cercas de madera del cementerio provisional por una hecha de piedras, con dos puertas de entrada y dos osarios, una puerta y un osario para los vecinos del Norte de la Ciudad y otra para los del Sur. La línea divisoria de la ciudad en Norte y Sur era la actual calle de Frexes.

En el año de 1845 el Licenciado Juan Buch Rodríguez y José María Cubero propusieron al Cabildo edificar un nuevo Campo Santo en el mismo lugar en que estaba el provisional, sufragado a la mitad entre ambos. Finalmente, la obra quedó terminada en 1847. Lo amurallaron de ladrillos con una altura de tres varas y al fondo levantaron una Ermita, la del Santo Cristo de la Misericordia. En la pared del frente hicieron tres hileras de nichos.

El Mercado de Abasto lo construyeron donde antes habían construido La Marqueta, en terrenos de la Laguna de Lugones. Ello dio fin a la Tienda de Ordenanza que tenían en una de las esquinas de la Plaza Real, y dio fin al uso de la Plaza de San José como mercado. Fue inaugurado el Mercado de Abasto el 19 de marzo de 1848 con el nombre de “O´Donell”, en honor del Capitán General de la isla don Leopoldo O´Donell. De acuerdo con el historiador don Diego de Ávila, este Mercado contaba de 16 casillas, de ellas catorce destinadas a la venta de carnes y las dos restantes a la venta de café. En la Placita que dejaron a su frente se vendía verduras por la libre. Para no interrumpir el tránsito lo caballos tenían que llegar y retirarse por la calle de San Pedro. 

La inauguración del Mercado dio origen a nuevos Bandos, entre ellos el del mismo 19 de marzo de 1848, (día de la inauguración), prohibiendo la venta de carne fuera del Mercado de Abasto; el del 28 de junio de 1848, aclarando que los arrendatarios de las Casillas podían llevar a los hogares las carnes sobrantes al objeto de salarlas y tasajearlas, pero sin poder venderlas en sus moradas, sino en el Mercado; que la venta de carne fresca o salada, viandas y verduras se realizarían en el Mercado por la mañana y que los productos dichos como también los huevos y aves no podrían venderla a los revendedores antes de las nueve de la mañana; que la maloja, yerbas y cogollos podrían ser vendidas a cualquier hora del día o de la noche y que el Gobierno, el Comisionado de Abasto y un Regidor vigilarían sin disimulo la venta de bebidas, carnes y alimentos y el aseo del local. Los productos en mal estado serían recogidos y arrojados a los basureros.

El edificio de la Real Cárcel fue la “niña bonita” del Cabildo. Fue inaugurado el 24 de marzo de 1818. En ese día se dio entrada a los primeros seis presos, de acuerdo con el historiador local Juanito Albanés. Nunca antes habían podido construirla por la falta de fondos no obstante los continuos requerimientos de las Autoridades superiores, toda vez que su construcción estaba a cargo de Cabildos. 

En diciembre de 1807 la Real Audiencia había considerado una falta grave la no existencia en la Ciudad de Holguín de una Cárcel segura, teniendo necesidad de enviar los presos al Bayamo. Su construcción fue obra de don Francisco de Zayas con la cooperación del vecindario al objeto, según él, de asegurar a los ladrones, “vicio dominante que notaba en la jurisdicción de su mando”. Crearon una Junta inspectora de la Cárcel, y crearon el cargo de Alcaide de la Cárcel.   

Las reparaciones del edificio fueron continuas y el alimento de los presos escaso y pésimo, de acuerdo con las continuas quejas.

En 1860, fuera de este periodo histórico que comentamos, en vista del pésimo estado de la Cárcel, se designó una Comisión al objeto de que informara si merecía una restauración o ser construida una nueva. El ingeniero Alejo Beucher dictaminó que era necesario construir una nueva cárcel, escogiéndose para ello parte de los terrenos de “El Llano”, (pero esa no se construyó jamás).

Igual mantuvieron en constantes reparaciones la Iglesia de San Isidoro. El templo había sido bendecido el día 3 de abril de 1720 y en ella se veneraban las imágenes de los dos Patronos de la Ciudad, San Isidoro y la Virgen del Rosario.  En el año de 1818 toman el acuerdo de construirla de mampostería.

La iglesia de San José, como parroquia auxiliar de la de San Isidoro fue autorizada su construcción a petición del vecino de Holguín, Pablo María Alberteris en 1ro de septiembre de 1803, siempre y cuando lo realizara a sus expensas y estuviese la misma cubierta y cerrada, puerta y llave, con la decencia y aseo que corresponde y se colocare en su altar la imagen de San José. En el año de 1844 se reconstruyó, con su torre franciscana, colocándose en su frente, para constancia, una placa de mármol con la siguiente inscripción: “Reynando la señora doña Isabel II de Borbón, Q.D.G., y siendo Teniente Gobernador de esta Ciudad el Sr. Brigadier don José Garcerán del Vall. Año de 1842”.  

Construyeron la Iglesia o Curato de Auras en la Punta de Yarey, Bahía de Gibara, de madera, tejas y tablas, los vecinos José Romero y Agustín Rodríguez. La bendijeron en 1820. Le ornamentaron el Altar mayor y Púlpito a costa de la Iglesia de San Isidoro, según dejó dicho el historiador don Diego de Ávila. La dedicaron a San Fulgencio por ser hermano de San Isidoro, este último, patrono de Holguín. En 24 de septiembre de 1847 se comenzó la construcción de una nueva iglesia en Gibara, costeada por la benefactora holguinera doña Victoriana de Ávila; esa iglesia fue bendecida en 1853.

Fue comenzada la construcción de la iglesia del Retrete en 1820, y la ubicaron en el Partido de Bariay bajo la advocación de Santa Florentina, por ser hermana de San Fulgencio y de San Isidoro. Esta fue trasladada a Fray Benito en 1856.

Las restantes parroquias de Holguín, como la de San Andrés de Guabasiabo, Santa Margarita de Cacocum y San Marcos de Auras, fueron construidas fuera de este periodo histórico. 

A partir de todas ellas pudo contar la Ciudad de Holguín con un Juzgado Eclesiástico, integrado por un Vicario Juez Eclesiástico, desempeñado por muchos años por el Padre Calderín, de un Auxiliar, cargo que desempeñó por varios años el holguinero José Ángel de Fuentes, y de un Notario Archivero. 

Eran los responsables de la Iglesia de San Isidoro: el Cura Párroco, el Sacristán Mayor y el Colector. En las restantes solamente se mantenía un capellán.

Las Iglesias que había en la Jurisdicción dieron origen a varios Bandos, uno de ellos dando a conocer y recomendando que la Iglesia Católica, Apostólica y Romana era la única cierta y verdadera, estando protegida por el Estado; otro sobre la prohibición de otra religión que no fuese la católica, otro sobre la adoración a Dios y a las imágenes de María Santísima y restantes Santos de dicha religión; otro sobre los Oficios vedados en los días de precepto; otro sobre las diversiones profanas en presencia de la imagen de Dios; otro sobre la prohibición de traducir la Biblia al castellano y asegurando que las biblias en castellano serían recogidas y se les formaría causa criminal a sus poseedores; otro sobre la persecución y castigo a los predicadores clandestinos; otro sobre los repiques de las campanas y otro que prohibía pedir limosnas en la puerta de los templos.

Otro edificio que se construyó en Holguín durante el periodo histórico de este comentario fue un Cuartel Militar. Los militares que hubo antes de la construcción se alojaban en las casas particulares o en casas alquiladas. La construcción se hizo por etapas, y así lo hemos reseñado en nuestro anterior comentario. Como es natural, su construcción estuvo a cargo del vecindario y del Cabildo.

Los holguineros de entonces consiguieron para la Ciudad un Escudo de Armas que se le concedió en 11 de octubre de 1831, en el que se representa la Real Corona de España, sostenida en alto por las imágenes de San Isidoro y de la Virgen del Rosario, Patronos de Holguín. E igual consiguieron el tratamiento de Ilustre, por lo cual sus Actas Capitulares comienzan “en la muy ilustre ciudad de Holguín”, así como el uso de uniforme a sus Capitulares “como los tenía ya concedido el Bayamo”.

Consiguieron en 23 de enero de 1830 una Delegación de la Sociedad Patriótica Amigos del País. Su primer Presidente don Francisco de Zayas y su Director el Presbítero don Manuel Calderín.

Hermosearon los paseos públicos. A la Plaza Real o de Armas, que se mantenía como un lote yermo para la finalidad con que se había creado, maniobras militares los días de fiestas, y el público y los mercaderes en los portales que le rodeaban, y que nombraron algunas veces Plaza de la Constitución, al ser proclamada esta en España y hasta colocaron en su centro una Pirámide Constitucional (de noche profanada), fue transformada en 1839 en un hermoso paseo público, y ello se debió al Comandante del Regimiento de “la Unión”, don Ángel de Loño Martínez, con la cooperación de sus soldados y del vecindario. Le dieron forma de paralelogramo, de acuerdo con el primer historiador de Holguín don Diego de Ávila, de ciento once varas y dos tercios de longitud por ochenta y ocho varas de latitud, con sus pisos de ladrillo y “treinta y tres sofaceras de calicanto a la inglesa”, ocho columnas del mismo material y sembraron veinte y ocho árboles de morera, terminándose la obra en 1849. Más tarde se le hicieron cuatro jardines, una reja de hierro y se colocaron dieciséis farolas y por medio de Bando se multó con dos pesos a los dueños de vacas capturadas dentro de la Plaza.

Por otro lado la Plaza de San José, nombrada antes de San Francisco, se mantuvo en este periodo como un solar yermo, así como la de San Isidoro, salvo las cinco farolas que en la dicha de segunda, se encendían durante las noches oscuras o en los días de fiestas.

El alumbrado público lo constituían las farolas a cargo de un farolero que pagaba el Cabildo, pero las farolas solamente se encendían los días de fiesta o en las noches oscuras. Por su parte cada morador debía tener un farol en su puerta, salvo los de notoria pobreza como hemos consignado antes.

LA MUNICIPALIDAD HOLGUINERA 1800-1850 (9)

 9.- En mi comentario anterior sobre la Municipalidad holguinera (1752-1799), vimos que la Ciudad de Holguín no era más que una aldea con categoría de Ciudad, tanto por el número de sus habitantes como por sus construcciones, no obstante, ello, en el plano tenían trazada una bonita Ciudad, la que contaba, de acuerdo con ese plano, con trece calles de Norte a Sur, cada una con una extensión de 2 023 metros largo, y nueve que lo hacían de Este a Oeste con una extensión de 1 086 metros cada una, las que dividían a la Ciudad de Holguín en 140 manzanas de suficiente amplitud, y tanto que los moradores, a más de su casa vivienda, tenían que dejar para el patio y el traspatio, dependiendo de esos espacios parte de su sustento y la crianza de animales, a más de las comodidades necesarias a la vida hogareña a que estaban condenados, que en la actualidad se hace en la calle, en los paseos o en los teatros… 

En ese periodo histórico que comentamos, procuró el Cabildo que los habitantes de la Ciudad fabricaran cómodas y vistosas casas de mampostería y la eliminación de los solares yermos que tanto la afeaban. Así también la sustitución de los bohíos de guano que tanto abundaban; para ello obviamente que necesitaban la cooperación del vecindario. Para auxiliarlos en su labor contaban con los Alarifes que eran el Tasador Público, Albañilería, Carpintería, Platería, Zapatería, Barbería, Herrería, Sastrería y asimismo con el Mayordomo de la Ciudad, con los celadores de los ríos “Jigüe” y “Marañón”, y con el Comisionado de Abasto. 

Para mejor darle aires de Ciudad a esta de Holguín, la dividieron en Barrios que nombraron “Marañón”, “Jigüe”, “El Llano”, “Punta Brava”, de “La Cárcel”, de “San José” y de “San Isidoro”. Más adelante en el tiempo vamos a encontrar el barrio del “Cuartel” y del “Tejar”.  

Los Acuerdos tomados se daban a conocer al vecindario por medio de Bandos que se leían a viva voz en los parajes públicos de la Ciudad. Así, por medio de Bando prohibieron la construcción de casas de guano en el perímetro de la Ciudad, (lo que era cosa imposible de lograr ante la pobreza del vecindario). En esto de no construir casas de guano el gobierno fue más efectivo dentro del cuadro comprendido entre las Calles Nueva, de Santa Ana, Santiago y San Francisco, y también cuidaron de que no se construyera con ese material en los alrededores de la Plaza de San José. Es por eso que se fiscalizaban las nuevas construcciones, debiendo intervenir en ellas el Síndico y el Alarife de Albañilería. Para hacer más efectiva la disposición de no construir con guano se prohibió por medio de Bando la entrada en la ciudad de pencas de guano, penalizando a los conductores, a los cobijadores y al propietario de la casa.

Acordaron también y así lo dieron a conocer, la inspección periódica a las casas, realizando para ello el Registro de Casas, en el que se anotaba el nombre de la calle en que estaba situada, el nombre del dueño o del inquilino, el material con que estaba construida y la renta o alquiler que se pagaba al dueño. Y acordaron que los solares situados frente a las Plazas de la Ciudad y a la Iglesia de San Isidoro, debían estar fabricados en un plazo no mayor de seis meses, así como que los solares existentes entre las calles de Santiago, San Diego, San Isidoro, San Miguel y Real Cárcel, así como las situadas frente a La Marqueta, tenían que ser amurallados de mampostería de tres varas de alto, y los no comprendidos dentro de las indicadas calles, cercarse de madera dura. 

Por Bando de 28 de agosto de 1850, en el mando de don Juan Antonio de los Reyes, dieron a conocer por Bando sobre el rótulo y numeración de las casas. Para ello, informó el Cabildo, tenía contrato celebrado con el pintor Tomás Ceruti para los indicados fines, y, como es natural, a cargo del propietario de la casa, quien quedaba obligado a conservarlo visible bajo la penalidad de cuatro ducados si lo retiraban. Además se informó que la limpieza de las calles estaba a cargo del vecindario, los que debían de barrerlas todos los días, cada vecino el frente de su morada, y regarlas con agua limpia una hora antes del amanecer en el verano y en los inviernos de mucho calor, así como limpiarlas de yerbas, prohibiendo, además, el arrojar basuras a la calle ni dejar salir agua inmunda por el caño. En un principio la basura se arrojaba en la Laguna de Lugones y más tarde a la entrada de los caminos.

Se creó el alumbrado público de la Ciudad. Las farolas se colocaron a cargo del Fondo de Propios y fueron 16 en el Parque de Isabel II, antes de Armas; cinco en la de San Isidoro; cinco en la de San José. Esas las encendía el farolero los días festivos y en las noches oscuras desde la oración hasta las diez de la noche. Otras fueron seis en La Marqueta, de ellas, cuatro en el interior del edificio y dos en las afueras; las del interior del edificio se mantenían encendidas toda la noche. Igualmente colocaron cinco en el edificio de la Real Cárcel.

En el mismo sentido, los vecinos estaban obligados a mantener un farol encendido en el frente de su casa en las noches oscuras, hasta las diez de la noche, aunque de esa obligación quedaron exentos los de notoria pobreza.

LA MUNICIPALIDAD HOLGUINERA 1800-1850 (8)

 8.- Cumplida su misión histórica, que era la protección de las embarcaciones, asegurar el tráfico mercantil por el Puerto de Gibara y base para limpiar de piratas la costa Norte de Holguín, la Batería de Fernando VII sufre del abandono, no en las nóminas, en las que siguió figurando un Comandante de la Batería, un Teniente y un Subteniente, Sargentos, Cabos, Soldados, Artilleros, Guarda Almacén… Por ello nos encontramos que en 27 de noviembre de 1830, al hacer su entra al Puerto de Gibara de varios navíos de guerra de bandera inglesa, no pudo la Batería arriar la Bandera de España ni el Pabellón Real, al encontrarlas hechas girones. Y que, en 5 de diciembre de 1839, al entrar en Puerto el bergantín inglés “Racen” y saludarla su comandante Bing con veintiún cañonazos, la Batería no pudo corresponderle pues de sus tres artilleros, uno se encontraba completamente alcoholizado, el segundo arrastraba su pierna enferma y el tercero sufría de fuertes dolores musculares, teniendo que recurrirse a soldados de la Compañía, los que faltos de experiencia, no produjeron con sus disparos el estruendo requerido. Por lo antes dicho, vino una investigación y los investigadores encontraron que los cartuchos no tenían pólvora, y el depósito de la pólvora estaba abandonado, los fusiles inservibles ante la falta de aseo y el Guarda Almacén residía en Holguín disfrutando lo que siempre gustó a los cubanos, una “Botella”.

A pesar de todo, por el Puerto de Gibara, gracias a la Batería de Fernando VII, salían al exterior en barcos nacionales y de bandera extranjera, los productos del término de Holguín, consistentes en maderas preciosas, minerales, cueros, carne salda, tabaco, cera, miel de abeja, café, azúcar, aguardiente, miel de purga, etc., y se recibían del exterior el arroz, la harina, el trigo, los aceites, las losas y los tejidos. Y a la sombra de la Batería nació un pueblo, el de “Punta de Yarey”, nombre este que siguió recibiendo hasta el año de 1856 en que pasó a ser el de Gibara. Sus primeros vecinos fueron holguineros y bayameses radicados en Holguín, los de Auras y un pescador, Juan Ramón Guzmán, alias “San Germán” (que es el primer apodo o sobrenombre que encontramos en los anales de la Villa). Este individuo, por Acta de 25 de noviembre de 1816, cedió su propiedad para construirse en ellas la Batería. 

Para don Diego de Ávila en su “Historia del Hato de Holguín”, “…fueron de los primeros pobladores del pueblo de Punta de Yarey, Romero, Horta, Zaldívar, Puerto Rico y Drigg. Y una vez habilitado el pueblo, engrosó su población con familias enteras, siendo entre otras las del Sr, don Antonio Casacó y Medrano y su esposa doña Teresa de Lima, don Juan José Fornaris Barrizabal y su esposa doña Isabel González de Rivera, don Miguel López Corella y su esposa doña Isabel González, don Juan Bautista Acosta y su esposa doña Rufina Ricardo, los que a su estimulación y desvelo fueron atrayendo familias con las que se ha formado una muy regular población”.

En 1827 el pueblo de Gibara ya tenía 337 habitantes y en 1846 ya lo habitaban 674 almas y en 1827 por su Puerto había exportado mercancías por valor de $ 49 678.00; y en 1850, fecha final de nuestro comentario, por valor de $ 263 840.00.

LA MUNICIPALIDAD HOLGUINERA 1800-1850 (7)

 7.- La Batería de Fernando VII, en la Bahía de Gibara, fue construida, costeada y defendida por holguineros. Los holguineros contribuyeron con los $ 5 070.00 y cinco y medio reales gastados en la obra, la cual, una vez terminada, fue valorada por los albañiles Juan paulino Infante y José Antonio Zamora en $ 10 078.00 y ocho reales. El Teniente Gobernador de Holguín, don Francisco de Zayas contribuyó con la cantidad de $ 2 245.00 real y medio y asimismo la distinguida personalidad en persona fue quien actuó como ingeniero voluntario, ya que el titular lo era el Teniente Coronel Juan Río de la Cruz, Comandante de Ingenieros de la Plaza de Cuba.

El día 12 de enero de 1817 fue el fijado para delinear sobre el terreno la citada Batería. Ese día “todo el pueblo de Holguín” se dio cita en la Bahía de Gibara, estando a cargo del Cura Párroco de Holguín, don Manuel Calderín, la bendición del lugar. Concluido el almuerzo, obsequio del Gobernador de Holguín, don Francisco de Zayas, los vecinos regresaron a Holguín a los acordes de una “famosa orquesta de música”.

La Batería se dio por terminada el día 2 de junio de 1818, y en ella se colocaron tres cañones de hierro montados, calibre 24; dos cañones calibre de a ocho y un cañón calibre de a cuatro, todos mirando hacia el mar y uno de a doce mirando hacia tierra.

Para custodia y defensa de la Batería se creó una Compañía Urbana de Infantería. Su formación estuvo a cargo de Zayas y Armijo, facultado para ello en 14 de diciembre de 1816. El personal se escogió entre vecinos de Auras (Holguín), escogiéndose para Comandante de la Batería a don Miguel López de Corella, como su Teniente a don Agustín Ochoa y como subteniente a don Gabriel Ignacio de Fuentes. 

También fue obra de Zayas la apertura de un camino de Holguín a la Bahía de Gibara, transitable solamente en la época de seca. A partir del Gobierno del célebre Zayas, todos los demás gobiernos holguineros trataron de terminar el citado camino, pero ello no se logró hasta el año 1956. 

La carretera era esencial, de acuerdo con las Actas para la agricultura y para el comercio, al tener que transportarse, por ejemplo, los vinos trasegados en garrafones, los que sufrían a su llegada a Holguín en gran desmérito. Igualmente se trasladaban las losas repartidas en serones y lo mismo se hacía con la harina, la que en gran parte se les corrompía.

En 1846 fueron creadas Comisiones para recaudar fondos para el arreglo del Camino de Holguín a Gibara, designándose a José Morua Cubero y a Francisco Maristany para recaudarlo entre las Pulquerías, y a Francisco Torralbas y Manuel (ilegible) entre el Comercio; a José Gordillo y Manuel Cardet entre los Hacendados; a José Grave de Peralta y al Licenciado don Juan Buch entre los vecinos de Holguín, y a José Leal y José Sampera entre los vecinos de Gibara, dando comienzo la obra con el dinero recaudado, el día 5 de noviembre de 1846. En 1849 la Junta de Fomento contribuyó con la cantidad de $ 4 057.00. Pero solo terminaron el segmento de Holguín al poblado de Auras. Tomaron el acuerdo de que el tramo de Auras a Arroyo Blanco estuviese a cargo de los vecinos de Auras, y el de Arroyo Blanco a Gibara a cargo de los de Gibara. Más, poco pudieron hacer. Las lluvias y las carretas destruían lo realizado, tanto como por la falta de un Puente sobre el Río Cacoyuguín. (El proyecto del puente fue obra del Comandante de Ingenieros don Manuel Heredia).

LA MUNICIPALIDAD HOLGUINERA 1800-1850 (6)

 6.- Aseguradas las comunicaciones y controlada la demarcación, les era necesario el tener un Puerto habilitado, cercano a la Ciudad de Holguín, para dar salida al exterior de los productos de la jurisdicción y hacer llegar a ella los del exterior. Ese Puerto tenía que ser el de Gibara, que siempre fue el puerto natural de Holguín de acuerdo a los informes rendidos; pero antes se hacía necesario el asegurar el tráfico marítimo de los ataques de los Corsarios y Piratas. Para ello había que construir una Batería a la entrada de dicho Puerto de Gibara, y la citada Batería fue ideada, costeada y construida por los holguineros, y dio origen a la prosperidad económica de Holguín y al nacimiento a su sombra y protección, de un pueblo (Gibara), al que en un principio se nombró Pueblo de Punta de Yarey. Fueron sus primeros vecinos holguineros y bayameses radicados en Holguín. Para construirla (la Batería) era necesario obtener la autorización correspondiente del Capitán General de la Isla, que accedió al ser informado por el Cabildo holguinero que la obra sería costeada por el pueblo holguinero y nunca a cargo del Erario Real. Para la necesidad de esta Batería en el Puerto de Gibara informaron al Capitán General de la Isla del daño que los barcos piratas realizaban por las costas de Holguín, apresando las embarcaciones y amenazando a los hacendados, los que se veían obligados a suministrarles alimentos, y desarrollándose el contacto entre los lobos del mar y los vecinos, que en esa época era sumamente peligroso y por ende había que evitar a toda costa. Eso se conseguiría en parte con la construcción de la Batería en el Puerto de Gibara y con las medidas que se tomarían, mencionando en el informe al Capitán General de la isla de lo ocurrido en 1810, año este en que un Corsario permaneció y desembarcó gentes en el Puerto de Naranjo. El acto se repitió en 1816. Antes en el Puerto de Gibara los corsarios capturaron la goleta “Águila” de la propiedad de don Antonio Suárez, y en el de Naranjo apresaron el pailebot de don Juan Hernández. Igual en el Puerto de Naranjo se produjo la permanencia de barcos piratas con su nave capitana “La Belona”, acompañada de “La Republicana”, “El Gran Sultán” y “La Criolla”, al objeto de destruir el tráfico marítimo. Y que el hacendado de “Cayaguaní”, don Antonio Zaldívar había sido hecho prisionero y llevado a “La Belona”, al objeto de que este informara a los restantes hacendados de la zona de que nada tenían que temer a menos que atacaran a los piratas o que no se les suministrase los alimentos. Decía el informe que había que evitar ese trato perjudicial entre los buenos y fieles españoles y los malvados piratas, enemigos de España y violadores de todos los derechos. Y que se habían tomado medidas de vigilancia por las costas de la jurisdicción de Holguín, desde Puerto Padre hasta Banes, especialmente en el lugar dicho de primero por ser la zona más poblada, colocando vigías, unos en “las Salinas” con el encargo de avisar al hacendado de “El yarey” de la presencia de barcos piratas en la Bahía de Puerto Padre, el cual avisaría al Capitán de San Cristóbal, el cual, con su personal, con el de Santa Gertrudis, Los Alfonsos, Chaparra y hasta los de San Andrés, en caso de ser necesario, los atacaría al tratar de desembarcar. Otro vigía había sido colocado en “Cayaguaní”, loma de la izquierda, en la Hacienda de Catarina Calderón, el cual avisaría de la presencia de barcos piratas en la Bahía de Naranjo, al hacendado don Miguel González, el cual, con el personal de Samá y del Retrete los atacaría de aquellos bajar a tierra. Otro vigía fue colocado en Bariay, con encargo de dar cuenta de la presencia de barcos piratas en las bahías de Bariay, Vita y Jururú. Todo lo anterior unido a componentes militares fijos en Chaparra, Fray Benito, Gibara, Bariay y Naranjo, con el encargo de enseñar a los vecinos el manejo de las armas.  

Las medidas antes dichas hizo que los piratas abandonaran estas costas, comenzando en ellas el tráfico mercantil, no obstante, consta que el 8 de enero de 1824 los piratas lograron desembarcar asaltando y robando la hacienda de “Chaparra” de la propiedad de don Tomás Ramón Ochoa; como también consta que los holguineros deseaban normalizar su tráfico mercantil por el Puerto de Gibara a toda costa y por ello, en enero de 1818, teniendo noticias de que un barco pirata se encontraba frente a Gibara, amenazando, robando y destruyendo las embarcaciones, un vecino de Holguín, don José Luciano Borrego y león, dedicado al comercio y nacido en Maracaibo, adquirió de don José María Delgado, “El Curro”, una embarcación en dos pesos, la que armó convenientemente y con tripulación de holguineros salió en persecución del citado barco pirata, atacándolo y venciéndolo, trayendo a Gibara a su Capitán.

LA MUNICIPALIDAD HOLGUINERA 1800-1850 (5)

 5.- Conocidos por el Cabildo holguinero los pormenores de las tierras jurisdiccionales y controladas esas por medio de los Capitanes de Partido y por los Cabos de Ronda, procuraron conocer también los medios de comunicaciones, reparándolos y abriendo otros, como el de Holguín al Puerto de Gibara, que era esencial para su prosperidad económica, y más cuando habían recibido órdenes del Gobernador de la Ciudad de (Santiago) de Cuba, don Eusebio Escudero, de que las consideraran como obras de preferencia por su utilidad. Por él se darían salida a los productos y se conseguiría una mayor defensa en caso de un ataque de los enemigos de la Real Hispania. Igualmente mejoraron los caminos existentes a costa de los vecinos.

En el Archivo Municipal de Holguín consta un expediente sobre los caminos vecinales de la jurisdicción de Holguín, apareciendo en ese expediente clasificados los dichos caminos en Tres Categorías, de Primera, Segunda y Tercera clase. Consideraron de Primera el Camino de Cuba, por conducir de la Ciudad de Holguín a la capital de la provincia, e igual el camino de Tunas por San Andrés, nombrado también en los documentos como la Carretera Central, y era así por seguir hasta la Capital de la Isla, y de Primera era el camino de Gibara. El camino de Cuba tenía 13 leguas por terrenos de la jurisdicción de Holguín y una anchura de cuarenta pies castellanos; el de Las Tunas, 16 ½ leguas por la jurisdicción y una anchura de treinta y seis pies castellanos. (En el informe se menciona los lugares por los cuales cruzaba ese camino y el nombre de los arroyos con los que se encontraba).

Consideraron de Segunda Categoría el camino del Bayamo, por conducir de Holguín a esa Villa, y el camino de Las Tunas por las Calabazas, el camino de Guabasiabo al Puerto de Gibara y el camino que conducía al Embarcadero de Puerto Padre. (También aparecen en el citado informe el nombre de los lugares y arroyos por que cruzaba el dicho camino).

Y consideraron como caminos de Tercera Categoría el camino de Mayarí, el de Jiguaní, el camino de los ingenios de Gibara, el de Yabazón Abajo, el de Candelaria, el de Pedregoso, el de Fray Benito, el de Santa Rosalía, el de Mulas, el de Retrete y samá, el del Embarcadero de Río Seco, el de Cauto Arriba, el de Las Vueltas, el de Guabasiabo a Puerto Padre, el de San Agustín, el de Los Caletones, el de Las Nuevas, el de Uñas a Velasco, el de Uñas a Maniabón, el de Uñas al Embarcadero de La Zanja… y como los dos anteriores en Categoría, reseñaron los lugares y arroyos que cruzaban en su recorrido.

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LA MUNICIPALIDAD HOLGUINERA 1800-1850 (4)

 4.- Siendo inmenso el territorio holguinero fue de las primerísimas medidas tomadas por su Cabildo en este periodo histórico que hoy comentamos, al objeto de controlarlo y evitar los contrabandos, el dividirlo en Capitanías, y más cuando sus costas abarcaban 152 kilómetros, con puertos como los de Manatíes, Puerto del Padre, Gibara, Vita, Naranjo, Bariay, Samá y Nipe, y solo contaba con dos Alcaldes de la Santa Hermandad para recorrerlo dos veces al año. Por ello las primeras Capitanías en crearse lo fueron las de Auras, San Cristóbal, Bariay, y Majibacoa, que cubrían las costas y que fueron creadas en el año de 1804, año este en que desempeñaba el cargo de Teniente a Gobernador de Holguín el Capitán del Regimiento de Nápoles, don Félix del Corral.

En el año de 1823, en que era teniente a Gobernador don Francisco de Zayas, fue dividido el territorio holguinero en 14 Capitanías, que lo fueron: las de San Cristóbal, Bariay, Majibacoa, Tacajó, Sao Arriba, Tacámara, Fray Benito, San Andrés. Güirabo, Cacocum, Yareyal, Pedernales y Guairajal, notándose en la relación la falta de la de Auras, cuyo territorio había perdido Holguín al crearse el Ayuntamiento Constitucional de Gibara al amparo de la Constitución del año 1812, de corta duración. 

En el año de 1833 aparece dividido el territorio holguinero en 18 Capitanías, añadiéndose a la anterior relación las de Gibara, Auras, Banes y dehesa, a las que luego se añade la de Cauto Santo Cristo, recibiendo el nombre de Maniabón la de San Andrés, para quedar reducidas en el año de 1852, fuera del periodo histórico que hoy comentamos, y por resolución esta vez del Capitán General de la Isla, en solo nueve Capitanías, que lo fueron las de Maniabón, Guabasiabo, Cacocum, Yareyal, Gibara, Fray Benito, Tacajó y Tacámara, siendo la de Maniabón la antigua de su nombre, como también lo eran las de Guabasiabo, Majibacoa, Tacajó y Tacámara; a la de Cacocum se le habían refundido las de cauto Santo Cristo y Guairajal; a la de Yareyal las de Pedernales, Yayal y Dehesa; a la de Gibara la de Auras y a la de Fray Benito las de Sao Arriba, Bariay y Banes. 

Dividir el territorio en esta forma servía para vigilarlo más fácil, conocerlo y administrarlo. 

Al frente de cada una de ellas se colocó un Capitán de Partido, cuyo nombramiento dependía del Capitán General de la Isla a propuesta del Gobernador de la Provincia. (El Capitán de Partido) vestía uniforme compuesto de casaca azul con vueltas, collarín y chupa encarnada, botones dorados y bastón con puño de plata, como signo de su autoridad. Su cargo era considerado como noble y honrado, dependiendo de su persona la seguridad personal de los vecinos del Partido y sus pertenencias, además del orden público. Su persona tenía que ser respetada por todos los vecinos del Partido y sus órdenes cumplidas, al ser subalterno en Justicia y en los Militar del teniente a Gobernador de Holguín, del Gobernador de (Santiago) de Cuba y del Capitán General de la Isla, cuyas resoluciones tenía que hacer cumplir, y procurar que los vecinos del Partido viviesen en paz y subordinados, se protegiesen y ayudasen mutuamente, trabajasen en los campos los campos no permitiendo en el territorio de s mando la presencia de vagos, picapleitos ni de personas escandalosas, y sobre todo, cobras las rentas, con preferencia las correspondientes al Tesoro Real. Cada Capitán tenía como auxiliar a uno o más Tenientes, uno de los cuales era su sustituto en caso de ausencias temporales, y cuyo nombramiento también dependía del Capitán General de la Isla a propuesta, esta vez, del capitán de Partido. Y como el territorio de su mando estaba dividido en Cuartones, al frente de cada uno de ellos había un Cabo de Ronda, cuyo nombramiento lo hacía el Gobernador de la Provincia y el dicho nombramiento duraba un año, al ser tenido como una carga a la que estaban obligados todos los vecinos en beneficio de la comunidad. Su persona tenía que ser respetada por todos los vecinos del Cuartón, haciendo llegar a ellos en reuniones colectivas a las que todo vecino estaba obligado a concurrir al escuchar sus toques de guamo, bajo pena de ser multados, todas las resoluciones superiores recibidas por el Capitán del Partido. Tanto a los Capitanes del Partido, a sus tenientes como a los Cabos de Ronda, durante el desempeño de sus respectivos cargos, les quedaba prohibido el familiarizarse con los vecinos “porque de otro modo necesariamente habrían de relajarse los vínculos que debían de existir entre la Autoridad y el subalterno”, estimándose que esos vínculos familiares limitarían su libertad de acción; como tampoco, durante el desempeño de su cargo, podían comerciar ni negociar, solamente permitiéndosele hacerlo con los frutos de sus propias tierras. Y si pensamos que el extenso territorio holguinero se encontraba dividido en Capitanías y estás en Cuartones, los que a su vez estaban divididos en Sitios, Estancias, Vegas y Haciendas de Crianza, (ejemplo de ello es la Maniabón, antes de San Cristóbal, a la que correspondían los Cuartones de Velasco, Las Bocas, Maniabón, Uñas, Vega de Manos, Chaparra, La Mula y Calderón); y que los Capitanes de Partido tenían obligatoriamente que dar parte periódicamente, amparados en los conocimientos que tenían los Cabos de Ronda sobre los ocupantes de sus Cuartones, sobre el nombre, edad, sexo, estado, lugar de residencia, color de su piel, esclavos y negros pardos o libres, su ocupación, nombre del dueño en caso de ser esclavo, nombre de las esposas, relación de los hijos, el número de casas, las siembras y su estado, clase y número de animales, las entradas y salidas del Cuartón, los pases de tránsito expedidos, los nacimientos, matrimonios, enfermedades y defunciones, de las fugas de los esclavos, de los delitos y faltas cometidos, cantidades recaudadas, de las lluvias caídas… que cada vecino libre o esclavo tenía que estar provisto de una Célula de Vecindad y e que no se podía salir del Cuartón sin el correspondiente Pase de Tránsito, así como debía mostrar el Pase al Cabo de Ronda los que llegasen, nos daremos perfecta cuenta del conocimiento y control que en todo momento tenían que informar al Gobernador de Holguín, al de la Provincia y al Capitán General, por apartado que se encontrara el Cuartón.

En el Archivo Municipal de Holguín se pueden leer cientos de estos informes, así como los referentes al Historial de cada Partido o de cada Cuartón. Tomemos como ejemplo de ello el del Partido del Yayal, año de 1850. Dice el informe que el Partido del Yayal se encontraba en la Jurisdicción de Holguín y que había sido creada su Capitanía en el año de 1815, siendo su primer Capitán de Partido don Jesús González; que lindaba por el Sur con las Capitanías de Guaijaral, por el Norte con la Dehesa, por el Oeste con la de Pedernales y por el Este con de Tacámara. Se calculaba su superficie en cuatro leguas cuadradas y unas 133 caballerías de tierra, de las cuales 33 lo eran de terreno árido. Por lo general su territorio era llano y sin montes, siendo su parte Norte pedregoso y de tierra colorada, mientras las restantes tenían color negro barroso. Sus Caminos bastantes transitables, debiéndose ello no al arte sino a la naturaleza, careciendo de puentes en los pasos de los ríos. No tenía verdaderos ríos ni arroyos caudalosos, entre ellos el arroyo “Miradero”, que nacía en las sabanas del Ingenio “Piedra Blanca”, en la Capitanía de Sao Arriba y hacía su desagüe en el arroyo “Holguín”; el arroyo “Mayabe”, que nacía en las sabanas de San Rafael, Capitanía de Sao Arriba, y que hacía su desagüe en el arroyo “Holguín”; y el arroyo “Marañón”, que nacía en las faldas del Cerro de Holguín, lugar conocido por La Chomba; y también el arroyo “Palai”, que se llamaba así por nacer en las estancias de Miguel Palai. Su Capitán Pedáneo en ese año de 1860 se nombraba don Gerónimo González y tenía un Teniente y cuatro Cabos de Ronda, al estar dividido el Partido en cuatro cuartones, que lo eran el de “San Miguel”, el de “San Francisco”, el de “Santa María” y el de “Santa Rosalía”. Sus primeras estancias habían sido en el año de 1870. Y existían el partido el Trapiche de don Francisco González Vallejo, que se fundó en 6 de mayo de 1801 y el de don Gabriel González, el día 7 de septiembre de 1808. Valorados los dos en $ 7 944.00, contando en el informe el valor de sus siete esclavos de dotación, de los campos de caña, de los potreros, las fábricas, instrumentos, útiles y aperos y de sus 17 yuntas de bueyes.

Contaba con 69 casas, una sola de ella era de mampostería, 10 lo eran de tablas y tejas, 6 de embarrado y 52 de guano y yaguas, sin formar caserío. Aparecían inscriptos en la Capitanía 448 vecinos, de los cuales 370 eran blancos, 39 eran pardos libres, 7 pardos esclavos, 3 morenos libres y 29 morenos esclavos; 247 vecinos eran del sexo masculino y 201 del femenino; solo 47 eran casados y 322 personas eran solteras, mientras que 14 eran de estado de viudez; solamente una de esas personas era ciega y ninguna pasaba de los 90 años de edad. De los blancos 347 eran nativos de Holguín, once eran del Bayamo, cinco del Jiguaní, dos de Santiago de Cuba, cuatro del Caney y uno de las Islas Canarias. Dice el informe, también, que el cuartón de “San Miguel” era de terreno quebrado, pero productivo y tenía 17 estancias, mencionando el nombre de sus dueños. El cuartón de “San Francisco” de terreno llano, pero solamente tenía cinco estancias, cinco potreros y un trapiche que era de la propiedad de don Francisco González. El cuartón de “Santa María”, también de terreno llano, tenía nueve estancias, cuatro potreros y un trapiche de la propiedad de don Gabriel González. Y el cuartón de “Santa Rosalía”, de terreno quebrado, tenía 27 estancias. 

Informa el documento que en la Capitanía del Yayal no se fabricaba carbón al carecer de montes, tampoco explotaban metales, no tenía escuelas, ni iglesias, cementerio u hospitales. Se usaba por los vecinos como medida, la vara cubana, también “la tarea”, que consistía en cuatro varas cubanas; tenían como instrumento de trabajo las hachas, machetes, las azadas y los arados. Y que las relaciones entre propietarios y trabajadores eran cordiales. Los jornales eran escasos, y cuando los había se abonaban al día, por meses o al año, a razón de tres reales por día, o siete pesos al mes. Las cargas de ocho arrobas y su conducción a lomo de caballo se pagaban a razón de un real por legua caminada. Contaba con siete pozos artificiales y sus pastos lo eran de yerba de guinea, de Juan de Castilla, de tendedera y de malva común, como también tenían la pata de gallina, todas de uso en el ganado, ya que los cerdos comían el palmiche. Su producción anual se estimaba en 2 700 arrobas de azúcar de cucurucho y de raspadura, una arroba de almidón, cuarenta arrobas de sagú, 160 arrobas de frijoles, 1 959 arrobas de patatas, 80 de millo, ocho de añil, 140 de cera, 40 de queso, 4 876 de maíz, 160 barriles de miel de abeja que se obtenían de 161 colmenares, 9 cargas de tabaco, 1 950 de plátanos, 1 306 de viandas, 2 612 de hortalizas, 4 050 de maloja, 3 091 de cogollos y yerba de guinea. La arroba de azúcar de cucurucho y raspaduras se vendía a siete reales, los plátanos en general a tres reales el ciento, el sagú a dos reales la libra, el almidón a doce reales la arroba, el añil criollo a cuatro reales la libra, la cera a cinco pesos la arroba, la carga de tabaco de doscientas libras, a dieciséis pesos. También contaban con 105 bueyes, 242 caballos y yeguas, 61 mulos, 249 toros y vacas, 86 añojos, 184 cerdos, 198 pavos comunes, 2 pavos reales, 764 gallinas, 62 gallinas de guinea, 132 patos, 348 palomas, y 991 pollos. Vendían los cerdos “corraleros” antes de ser cebados, a 6 pesos y los cebados a 8 y hasta 10 pesos, las vacas y toros a 12 pesos, los pollos bien plumados a un real sevillano, los huevos a 3 por un medio, las viandas a un peso el cerón. Y la maloja, el cogollo y las restantes yerbas, de acuerdo con la estación, a 4 reales la carga en la época de abundancia y a 8 reales en época de seca.  

De acuerdo con el informe el ganado gozaba de buen tamaño y calidad, no necesitando de mejoras. 

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LA MUNICIPALIDAD HOLGUINERA 1800-1850 (3)

 3.- Veremos cómo en este periodo histórico que hoy comentamos, que abarcará de 1800 a 1860, como el Cabildo holguinero trata de salir de su estancamiento económico y de hacer progresar su Municipalidad, lo que en parte logra gracias a la actividad y celo de alguno que otro de sus Tenientes Gobernadores, ayudados por algunos de sus vecinos, como es el caso de don Francisco de Zayas en su época de Teniente a Gobernador de la Ciudad, del Licenciado don Juan Buch y de la Benefactora doña Victoriana de Ávila.

Vino a la Ciudad de Holguín el Teniente don Francisco de Zayas, procedente de la Ciudad de (Santiago) de Cuba, al objeto de hacerse cargo del celo, cuidado y disciplina de las Milicias Blancas, avecindándose en la Ciudad, en la que ocupa los cargos de Alcalde Ordinario, primer Alcalde Constitucional, Comandante de Milicias y de Teniente Gobernador de Holguín en lo político y en lo militar, destino este que ocupa desde el año de 1816 al de 1833, como también los cargos de Sub delegado de la Real hacienda, de Miembro de la Diputación provincial, el de Ingeniero Voluntario en la construcción de la Batería de Fernando VII en Punta de Yarey, Bahía de Gibara, etc., todo lo cual le hizo vivir en la Ciudad de Holguín por muchos años, logrando en parte por su actividad, el progreso de la Ciudad de Holguín, enumerándose entre sus obras el edificio de la Real Cárcel y en sus altos la Casa Cabildo; la construcción de la Batería de Fernando VII en la Bahía de Gibara; la formación de una Compañía urbana de Infantería destinada a la custodia y defensa de esa Batería; la habilitación del Puerto de Gibara y el fomento de un pueblo en la Punta del Yarey, que más tarde llevó el nombre de Gibara; el camino de Holguín a la Bahía de Gibara; el estudio, construcción y apertura de caminos que (ilegible) comunicaciones dentro del término de Holguín, (ilegible)  Concejo “cuya falta era demasiado notable para (ilegible) el aseo de las carnes y el destierro de la pestilencia que exhalaban las matanzas dentro de la Ciudad; la eliminación de vagos, a muchos de los cuales envió a presidio; se ocupó del desarrollo de la agricultura y del comercio, promoviendo la siembra del café y de la caña de azúcar, dando salida a los productos de la región de Holguín por el Puerto de Gibara; se ocupó de la construcción de un nuevo edificio para la Iglesia de San Isidoro y de la construcción de la de San José; limpió de piratas la costa Norte de la municipalidad, facilitando las comunicaciones marítimas; mandó a hacer un plano detallado de la Jurisdicción de Holguín; hizo publicar en las Memorias de la Sociedad Económica de La Habana los documentos sobre la fundación de Holguín; mejoró su Hospital de Caridad y su Campo Santo; consiguió el Escudo de Armas para la Ciudad y el tratamiento de Ilustre a su Cabildo; dio a la Ciudad un Reglamento de propios y Arbitrios; consiguió para Holguín una Delegación de la Sociedad Económica de La Habana y de la Junta de Sanidad; se ocupó de la limpieza y del aseo de las calles de la Ciudad, la eliminación en el centro de la Ciudad de los bohíos de guano; mandó rotular sus calles, etc., todo lo cual aparece enumerado en las Actas de su Cabildo, ocurriendo su fallecimiento en la Ciudad de Holguín, el día once de mayo de 1837, dejando en la Ciudad una numerosa prole, encontrándose entre sus descendientes los Mayores Generales Julio y Belisario Grave de Peralta y Zayas.

El Licenciado don Juan Buch también vino a la Ciudad de Holguín procedente de la Ciudad de (Santiago) de Cuba, destacándose en la Ciudad de Holguín como médico humanitario, más con los pobres que con los ricos, interviniendo como el que más en muchas de sus obras públicas, entre ellas el Campo Santo.

Y doña Victoriana de Ávila y González de Rivera, nativa de Holguín (ilegible) casó con el canario José Romero, no dejando sucesión (ilegible) fortuna en obras benéficas en Holguín y Gibara, y (ilegible) el Cabildo holguinero la declaró “Benefactora” e impuso su nombre a uno de los Parques de la Ciudad.

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LA MUNICIPALIDAD HOLGUINERA 1800-1850 (2)

 2.- La Municipalidad holguinera nació pobre y sus pobladores fueron agricultores; las tierras comprendidas en su Jurisdicción las encontraron mercedadas a particulares por el Cabildo de Bayamo, al ser estas sus tierras de la Costa Norte, o por el Cabildo de la Ciudad de (Santiago) Cuba o por el propio Rey de España, negándose estos o dificultando el cobro de las rentas que la nueva ciudad necesitaba para poder edificar su Casa Cabildo, la Real Cárcel, el Mercado de Abasto, el Corral del Concejo, el Campo Santo y el Matadero y adecentar su Templo Católico, edificaciones esas que de acuerdo con la Ley de Indias debía de tener toda Ciudad del Reyno de Castilla para el pago de sus empleados y para sus más perentorias necesidades, por lo cual hemos consignado ya en mi anterior comentario sobre la Municipalidad Holguinera, solicitaron de Su Majestad el Rey de España la concesión de las Tierras Realengas de la Jurisdicción, al objeto de darlas a Censo y con tales rentas poder comenzar las edificaciones y cuidar de sus más perentorias necesidades, y que el Rey de España, por su Real Cédula de 21 de mayo de 1757 las concedió, otorgando a la Ciudad de Holguín la propiedad de las tierras del Socarreño, La Ciguapa, Santo Domingo, Saybado, Las Jamaicas, del Vedado, Los Alfonsos, Las Salinas, Las Nuevas, de Chaparra y las de Punta del Yarey, que en nada le favoreció al encontrarse que tales tierras estaban también ocupadas por particulares, negándose estos al pago de rentas, cosa corriente en toda la Historia de Holguín, viendo perdida a través de su Historia los terrenos Egidos y hasta los de su dehesa, todo lo cual hizo que el desarrollo y prosperidad de la Municipalidad Holguinera fuese solo en el periódo de 1752 a 1799.

LA MUNICIPALIDAD HOLGUINERA 1800-1850 (I)


1.- En el anterior comentario sobre la Municipalidad Holguinera (La Municipalidad Holguinera. 1752-1799), decíamos que ésta había sido reconocida oficialmente el día 18 de enero de 1752, día éste en que el Gobernador de la Ciudad de Cuba, a cuya Jurisdicción pertenecíamos, don Alonso de Arcos y Moreno, cumplimentando la Real Cédula de Creación de Fernando VII, Rey de España, de 1ro de febrero de 1751, dio al pueblo de Holguín la categoría de Ciudad, con todos los honores. privilegios y franquicias a que tenían derecho todas las demás Ciudades del Reino de Castilla; y que éste Gobernador había concedido a Holguín, por terreno jurisdiccional, una enorme cantidad de terreno a costa del territorio del Bayamo, y que se extendía del paraje de Majibacoa, camino de Puerto Príncipe a Sabanilla del Cauto, camino de Holguín al Bayamo; de allí a Aguas Verdes, camino de Holguín a la Ciudad de Cuba, de allí a la Bahía de Nipe, y siguiéndose por toda la costa del mar a la Bahía de Manatíes, y de allí al punto de partida en Majibacoa, la que abarcaba 237 leguas cuadradas, que más tarde vio aumentada al cedérsele a Holguín las Capitanías de Yariguá y de Mayarí, que lo aumentaron a 255 leguas cuadradas; le fijó un Ejido o sementera de terreno útil para la agricultura, de disfrute común a los habitantes de la Ciudad de Holguín, de 375 caballerías de tierra y se le fijó una Dehesa, de media legua de extensión por todos los vientos, al tener forma circular, destinada a la extensión futura de la Ciudad de Holguín; seleccionó y designó a sus Gobernantes entre sus principales vecinos y pobladores, seleccionando las personas que debían de ocupar los cargos de Alcaldes Ordinario, Alcalde de la Santa Hermandad, Alcalde Mayor Provincial de la Santa Hermandad, Alférez Mayor, Fiel Ejecutor, Alguacil Mayor, Depositario General, Síndico Procurador General, sus Regidores y un Escribano Público y de Cabildo, y a un Teniente a Gobernador que ante ella (el cabildo) representase al Capitán General de la Isla a la Corona de España, unos en propiedad y otros debían de ser escogidos anualmente por el Cabildo en elecciones.

Que a la Ciudad Capital se le dio el nombre de Holguín en recordación del Capitán García Holguín, dueño y fundador del Hato, y que sus vecinos habían colocado bajo la protección de la Santísima Virgen del Rosario y de San Isidoro, por lo cual sus primeras Actas de Cabildo siempre comenzaban: “En la Ciudad de la Santísima Virgen del Rosario y de San Isidoro de Holguín”, y que a ello se debe que su escudo de armas ostente la Real Corona de España sostenida en alto por la Santísima Virgen del Rosario y por San Isidoro

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Choferes, automóviles, storages, venta de gasolina y accesorios, talleres de reparaciones y representantes en Holguín de las diversas marcas de automóviles en la historia de Holguin

 Por: Pepito García Castañeda

Durante siglos el servicio de transporte urbano en la ciudad de Holguín se hizo por medio de coches tirados por caballos. 

Luego llegaron los automóviles, que fueron desplazando a los coches. Desde entonces en la ciudad se vieron “las máquinas” y camiones de todas las marcas. Representaba en Holguín los Chevrolet y Oldmovile la firma de Autos Camayd S. A. Mientras que los Ford y el Mercury los representaba la firma Díaz y Pérez Beola. Antes representaba a la Ford José Crespi Sirer, y todavía antes lo hacía Antonio Diego.

……

“La Casa Diego”, de Antonio Diego Gómez

Restaurante – Barra – Garaje y Venta de Accesorios.

Se encontraba situado en el lugar donde se interceptan la calle Martí y la Carretera Central. Su propietario, el Sr. Diego, era natural de Santander, España, aunque residió en Cuba por más de 40 años.

En su moderno edificio, Antonio Diego Gómez, tenía instalados una amplia nave para storage, una barra para el expendio de bebidas de toda clase, un restaurante y un espléndido salón de baile donde cabían más de cien parejas. 

….

Los Dodge los representaba en la comarca la forma de Sintes y hermano. 

La Plymouth la representaba Norberto Rodríguez.

Los carros Willy los representaba José Crespi Sirer.

Y los camiones de la marca International los representaba Ernesto Luaces.

Y tuvimos a los Autos Nery, que se dedicaba a la venta de carros de uso. 

Por su parte, estas que pasamos a relacionar fueron las compañías de transporte que tuvieron sede en Holguín o que tenían filiales:

La Compañía de Transporte Moreno S.A.

También la Compañía Cooperativa de cargas S.A.

La Compañía Express de Oriente.

La Compañía Nacional de Transporte.

La Compañía Expresos Unidos.

La Compañía Expresos Villar.

La Compañía de Transporte República.

En lo relacionado con los depósitos de gasolina, en Holguín tuvimos de la:

Esso

Texaco

Shell mex

Sinclair, y

Estándar Oill

Los más famosos storages de la ciudad fueron:

El Moderno, de Ramón Camayd,

Dalama, de José Dalama,

Crespi, de José Crespi Sirer,

Cano, de Monoli Cano,

Aguilera, de Guarino Aguilera,

La Perla, de Dorindo Vázquez,

Holguín, de Albin S. Jewett

Estévez, de Jorge Estévez, 

Sintes, de Sintes y hermano,

Palomo, de Manuel Palomo.


De los antes mencionados, fueron pioneros en ese servicio:

El Central de José Crespi Sirer,

La Perla, de Dorindo Vázquez,

Holguín, de Albin S. Jewett.


De igual forma en Holguín tuvimos célebres talleres de reparaciones de automóviles, entre ellos:

Vulcano, de Amauri Castañeda. (Actual La Bolera),

Grey, de Eduardo Grey,

El Águila, de Ángel Ayón,

Y asimismo los muy populares de la propiedad de Camayd, Crespi, Dalama, Quesada y Sintes.


Por su parte tuvimos Servicentros de muchos clientes, que a más de gasolina, vendían accesorios. Entre esos los de:

José Dalama,

José Crespi,

Manuel Cintes,

Chapman y Hermanos,

Norman Valcarcel,

Domingo Salermo,

Armando Abraham,

Ramón Camayd,

González Tijera,

Cuenca,

Estévez,

Jorge Campos. 


Tuvo Holguín Colegio Municipal de Choferes profesionales y Gremio que agrupaba a estos obreros. 

El sábado 24 de febrero de 1923 el periódico local “Eco de Holguín” dio a conocer el listado de los integrantes de la directiva del primer Gremio de Choferes (Chauffeurs) de Holguín, formado el 5 de enero de ese año. 

Presidente: Normando Vélez.

Vicepresidentes: Juan Laplace y José Aruso

Secretarios: Pedro Rueda y Ramón Fernández.

Tesoreros: Ildefonso Hidalgo y Antonio Fernández.

Vocales: 

Longino Moreno, Gabriel Manfugás, Fidel Silvariño, Hilario Jiménez, José Leaso, José Chapman, Cesar Serrano, Eduardo Laurence y Manuel Leyva.


Carreteras, caminos y otras vías.

Nuestras carreteras, que al comenzar la República eran pésimos caminos vecinales desprovistos de puentes y alcantarillas, comienzan a transformarse para bien.

La Carretera Central nos une con La Habana y Santiago de Cuba, sirviendo en ella varios servicios de Ómnibus de pasajeros y Expresos de carga, siendo los pioneros de hacer el recorrido desde Santiago hasta La Habana, y viceversa:

Ómnibus Santiago-Habana

La Cubana

Ómnibus Aliados

Ruta 80

Hood

Camagüey 

La Oriental,

Isla de Cuba

A la Carretera Central le siguen las carreteras:

Holguín-Gibara,

Holguín-Mayarí,

Holguín-Banes,

Holguín-Antilla,

A estas, que son vías principales, se unen:

Holguín-San Germán,

Holguín-Mir,

Holguín-San Agustín,

Holguín-San Andrés,

Holguín-Velasco,

Holguín-Corralito,

Holguín-Sao Arriba,

Holguín-Melones,

Holguín-La Macagua,

Holguín-Central Cacocúm (actualmente Cristino Naranjo),

Holguín-Santa Lucía,

Holguín-Báguanos,

Holguín-Las Parras.

Por todas estas carreteras se mueven varias rutas de Ómnibus de pasajeros:

La línea Holguín-San Germán es servida por los Ómnibus Vázquez y más tarde por Ómnibus Crespi.

Por su parte, Holguín-Mir por los Ómnibus Rodríguez.

Holguín-San Agustín por los Ómnibus Toranzo.

Holguín-Banes y Holguín-Antilla por los Ómnibus González primero, y hoy por los de José Crespi Sirer.

Holguín-San Andrés por los Ómnibus Núñez.

Y las rutas: Holguín-Velasco (luego extendida hasta el central Chaparra), Holguín-Corralito, Holguín-Sao Arriba y Holguín-Melones por los Ómnibus Especiales de Holguín, propiedad de Jesús González  ¿Cartañaga?.

La ruta Holguín-Macagua por los Ómnibus Mayabe.

La ruta Holguín-Central Cacocúm por los Ómnibus propiedad de Manolo García Peralta.

La ruta Holguín-Guaramanao por los Ómnibus Guaramanao.

Y, finalmente, las rutas: Holguín-Gibara; Holguín-Báguanos; Holguín-Las Parras (entendida hasta Omaja); Holguín-Mayarí; Holguín-Banes y Holguín-Antilla son servidas por la línea Ómnibus bar Crespi, de José Crespi Sirer.

En el sector Inter-Urbano tenemos los Ómnibus La Holguinera S.A., que nos lleva a Pueblo Nuevo, a la Chomba, a la Salida hacia San Andrés, al Frigorífico,  a Vista Alegre y a Ciudad Jardín, que antes lo hacían los Óminus Moreno, los de Francisco Campos y los de los Hermanos Rodríguez. Y todavía mucho antes de estas rutas mencionadas, había una de Holguín hasta Cacocúm, que era servida por un Ómnibus tirado por un caballo, de la propiedad de Andrés Roselló.

Y todavía mucho antes, la misma ruta la servía la línea de Volantas de la propiedad de Emilio Argudín y Manuel Antonio de Feria.

Igual contamos con el Ferrocarril central que llega a la ciudad a través del ramal Holguín-Cacocúm, y al puerto de Antilla a través del ramal Alto Cedro-Antilla.

Por su parte sigue en funcionamiento el ferrocarril colonial de Gibara y Holguín, extendido durante la República a Chaparra y Puerto Padre. 

Tenemos, asimismo, el ramal de Chaparra a Sabanaso, donde entronca con el Ferrocarril Central.

Sastrería en la historia de Holguin

 Por: Pepito García Castañeda


El Juicio Oral, de Manuel Avilés Lozano

El Taller, de Francisco Cruz Magaña

La Nueva Era, de Puig García y Compañía, abierta en 1874

La Nueva Montañesa, de ¿Septien? Y Rodríguez, abierta en abril de 1877

Panaderías en la historia de Holguin

 Por: Pepito García Castañeda


La Americana, de José Castañeda Serrano

La Complaciente, de Ramón Carril

El Gallito, de Luis Benítez

La Estrella Solitaria, de Turiano Guerra

La Barcelona, de Miguel Rimblas

El Iris, de José García Leyva

Talabarterías en la historia de Holguin

 Por: Pepito García Castañeda


La Moda, de Manuel B. Torres

La Perla, de Leoncio de Mesa Torres

El Estribo de Oro, de González Toro

Santos Hechavarría, de Pablo Hechavarría

La Estrella Cubana, de Juan González de la Rosa

La Oriental, de Manuel Gutiérrez

El Cielo Cubano, de Juan González, venta de talabarterías y ropa.

Confiterías en la historia de Holguin

Por Pepito García Castañeda

La Amistad Campechana, de Brunett y Compañía.
La Esmeralda, de Carbonell Castro.
La Industria Cubana, de José Castañeda Serrano.
La Americana, de Eduardo Quesada Null

Los bares en la historia de Holguin

 Por: Pepito García Castañeda

Los bares se hicieron para la venta de licores y cervezas.

En la ciudad de Holguín había cientos de ellos, servidos por agradecidas jovencitas.

Nuestro Bar,

Acapulco,

Copa Club,

Alemán,

Copacabana,

Morales,

Castillito,

Solito,

Las Muchachas,

Martha,

Santa Bárbara,

Tony Bar,

Etc.

Con sus variantes, el Bar Leyva vendía croquetas calenticas.

Los Lunch en la historia de Holguin

 Por: Pepito García Castañeda

Para mí los únicos de Holguín lo fueron la Casa Maine, por la variedad de meriendas que ofrecía, y la Casa Viú, con sus acreditadas “alpargatas” (Viú tuvo tanto éxito en su negocio que era el único de Holguín que se podía dar el lujo de traer los pavos desde el Canadá y los quesos desde Holanda. En ambas no faltaba el Jamón Planchado.


Fuera de ellas, existían en la ciudad gran cantidad de lugares en que se podía desayunar y merendar, ofreciendo cada una de ellas su especialidad.

En unas conseguías Café con leche con empanadillas de harina de Castilla (ofrecido por Luis Felipe Ham), en otras empanadillas de maíz, y en otras bacalao frito; pero lo más corriente y consumido era el café con leche y un bollo de pan con mucha mantequilla. En otros se ofrecía un pescado frito con pan, o tamal con la macha roja de puré de tomate, y en otras un bistec grasiento con cebollas; en otras, croqueta con pan o un plato de ajiaco (Casa del Ajiaco). Igual estaba la Casa de la Tortilla donde obviamente se vendía tortilla con pan. Igual podías ir a otras y pedir una pizza (Pizzería) o en otras pedir tasajito enrollado en un casabe mojado. En aquella otra había sardinas fritas traídas directamente desde Gibara y en la otra las sardinas españolas, o pastel de guayaba con un vaso de jugo de caña (guarapo), col rellena o coctel de ostiones o de camarones, o un enchilado de jaibas en su carapacho con gotas de limón, o un enchilado de sierra, etc… 

Y si nada de las delicias anteriores le apetecía al hambriento, entonces podía llegarse a los carros de fritas, con sus bocaditos de lechón, con croquetas, con albóndigas, papas rellenas, picadillo, masa de cangrejos de pescado, morcillas, longanizas,  etc., y todo dentro de un pan al que se le ponía una hoja de lechuga  y una rueda de pepino o de tomate y unas gotas de picante.

Se podía conseguir un bistec de Tiburón rebosado con mucho limón, o masa frita de puerco, carne de tortuga o de carey; bocaditos de jamón o de jamonada, o pollo frito, pan con queso amarillo. 

Igual había carros de fritas más modestos a los que se les decía “policlínico de los pobres”, con sus productos que no sobrepasaban los diez o veinte centavos.

Las Pulquerías, las Tabernas y las Cantinas en la historia de Holguin

 Por: Pepito García Castañeda

Nombres que se le daban de acuerdo con la época. En ellas se podía tomar algo y merendar.

Las Pulquerías eran propias de América, y en Holguín no abundaban.

Las Tabernas eran los oasis de los viajeros; estas abundaban en los campos.

Las Cantinas sustituyeron a las Tabernas. En las Cantinas se podía tomar y comer algo, pero su salón carecía de mesas. (Estas originaron a las fondas y estas a los restaurantes y Hoteles).

PULQUERIAS

La Esperanza, de Manuel Trinidad de la Peña y Juan Bautista González, fundado en 1862.

Otra era la de Avelino Betancourt, frente al Mercado.

El de Roque Jacinto Guerra, también frente al Mercado.

TABERNAS

Velasco:

La Caridad, de Don Nicolás Mariño, que estaba construido de tablas y tejas.

El Recreo, de Don Juan Camps, que era una casa construida con la técnica del embarrado.

La Esperanza, de Don Miguel Ramírez, que también era una casa de embarrado

Cafeterías (para venta de café colado y las otras) en la historia de Holguin

 Por: Pepito García Castañeda

Dedicadas en exclusiva a la venta de café colado y a veces de Tabaco, Cigarros y Fósforos.

(Todas las marcas de café tenían su cafetería en la ciudad de Holguín, y todas a cargo de mujeres)

Oquendo,

Pilón,

El Cafetal,

Existían en la ciudad de Holguín otras cafeterías sin serlo, o sea, que no vendían café colado solamente, pero también café colado y por tanto eran cafeterías.

El Nickel.

El Rombo

Casana

Bretones.

Estas carecían de mesas en el salón, y los clientes se sentaban en banquetas ubicadas a lo largo del mostrador. Los clientes las visitaban para beber café, merendar y comer: 

Espaguetis,

Revoltillo de huevos,

Tortillas,

Arroz con jamón,

Arroz con carne de cerdo (o puerco, como se dice en Holguín),

Croquetas,

Dulces,

Helados,

Refrescos.

Cafés en la historia de Holguin

 Por: Pepito García Castañeda

Para el diccionario un Café se dedica a la venta exclusiva de café colado. Pero en el Holguín (y en otras muchas partes, también) durante la República (neocolonial, 1902-1958), no era así. En un Café con mesas y sillas, se vendía además de café colado, licores y fiambres, especialmente para el desayuno. 

Entonces una cosa era un café y otra una cafetería. La cafetería exclusivamente para la venta de café colado y a veces, casi siempre, también vendía tabacos, cigarros y fósforos. Los Café también vendían los productos antes mencionados y también desayunos, o meriendas.

En el Holguín de la Colonia existieron Cafés en el campo y en la ciudad existían las Pulquerías, las Tabernas y las Cantinas.

El Fénix, de Madam e Hijos.

Ambos Mundos, de Arturo Nates Perodín.

El Manzanillero, de Tomás Rojas Díaz.

El Chémbalo, de Alberto Rodríguez.

Los Americanos, (que también era Restaurante y cremería o lugar para la venta de helados),  de José Castañeda Serrano.

El Demócrata, (que se anunciaba como Café Cantante), de Paz Rodríguez.

Las Delicias, de Gustavo Albuerne.

El Néctar, de los Messeguer.

Europa, de Luciano Alonso.

Colón, de Pedro Pujols.

El Edén, de Oscar Díaz.

Martí, de Isidoro Benítez.

Holguín, de Pepe Urbino.

El Colón, de Francisco Monné.

La Aurora, de Baldomero Vigo.

El 20 de Mayo, de José Gallegos.

El gallo, de Mariano Fong.

La Joven Cuba, de Teresa Campos de la Peña.

La Campana, de Enrique Arias.

La Cubanita, de Marcelino Chelala.

La Unidad, de Vicente Delgado.

La Cubanita, de José Pallás Miret.

El Maine, de José  Fernández Escobar.

La Castellana, de Vicente González Paniagua.

La Flor de Hong Kong, de King Woo.

El Pavo Real, de Mariano Luis y Compañía.

El Baturro, de Francisco Maderas.

Victoria, de Sánchez y Compañía.

El Parque, de Antonio Luis Caifú

Martí, de Rodrigo Angulo,

Victoria, de la Viuda de Aja y luego de Manuel y Antonio Amed.

Venus, de Portilla y Cueto.

El Cauto, de Juan González Matos, que luego transformó en cremería y dulcería. 

La Cubanita, de Antonio Viamonte, y al final fue de Sebastián Cortina.

Restaurantes de la historia de Holguin

 Por: Pepito García Castañeda

Restaurantes es lo mismo que una fonda o comedor, pero estos de lujo por su lugar, variada comida y tamaño.

La Gran Vía, de Úrsula Ferrero, en calle Libertad entre Martí y Luz y Caballero.

Las Criollas,  de Augusto Baldoquín, en la calle de Luz y Caballero, entre Mártires y Máximo Gómez.

La Cubana, de Manuel Queipó, ubicado al fondo del café La Cubana, en calle Libertad.

Comercio, de Elias Pérez en la calle de Martí, frente al Parque Calixto García.

El Potro, de Pepe Trasobares Mayasén, en calle Arias esquina Máximo Gómez.

La Granjita, en la calle de Máximo Gómez, entre Aguilera y Frexes.

Los Americanos, de José Castañeda Serrano, café y nevería.

Los Consolidados, de Arturo Dorta Guardiola, en calle Frexes No. 96.

Florida, de Manuel Lagraña, en calle Maceo esquina Martí.

Así hasta llegar a los Sírvase Ud.

Hoteles de Holguin a lo largo de su historia

 Por: Pepito García Castañeda

De acuerdo con el “diccionario”, eran Fondas de lujo, y así lo eran por su restaurante bien dotado y adornado y por su comida variada. Unos Hoteles de la ciudad daban cuarto y comida, otros carecían de restaurante.

Hotel Camagüey, de José Castañeda Serrano y luego de José Fernández Díaz, de Ricardo Varela y en su época final de Enrique Vivar Loreto. Ofrecía comida y cuartos.

Hotel Holguín, de José Expósito, en calle Libertad, entre Arias y Aguilera. Fue un magnifico Hotel hasta caer en manos de asiáticos, que suprimieron el restaurante y lo dedicaron a la prostitución, aprovechando sus cuartos con salida a la calle Miró.  

Hotel Isla de Cuba, casa colonial ubicada en la calle Libertad, entre Frexes y Aguilera, propiedad de Miguel Trasorras, Mariano Falcón, José Trueba Diego, y al final de Antonio Huerta. Tenía el mejor restaurante de Holguín.

Hotel Sevilla, de Armando de Feria Guerrero, en calle Maceo No. 186. Fue un magnifico Hotel con restaurante. Al caer en otras manos le suprimieron la comida para dedicarlo al alquiler de los cuartos.

Hotel Telégrafo, de Manuel González Vicente, en calle Maceo, esquina Luz y Caballero. Al caer en manos del asiático Antonio Luna, le suprimieron la comida y solamente se dedicaron al alquiler de los cuartos.

Hotel Magestic, construido por Trasobares y administrado por Pepe Trasobares, fue un gran Hotel con restaurante. Lo vendieron a Palomo Beceña, Martín y su yerno Francisco Roca Augier, lo achicaron con el nombre de Hotel El Rojo, sin restaurante.  

Hotel Patallo, de José Patallo, hoy le nombran Hotel Praga. Siempre se caracterizó por la buena comida y las excelentes habitaciones.

Hotel Tauler, de Narciso Tauler, hoy le nombran Hotel Turquino. Es gran Hotel con comida. (Leer la historia del hotel Trailer)

Hotel  La Perla de Cuba, de Antonio Cruz Sánchez, en calle Aricochea y Libertad.

Hotel Continental, de Antonio Geada García, ubicado en la calle Libertad, entre Luz y Caballero y Martí. Tenía comida.

Hotel Coruña, de Ricardo Varela, con comida a la española y criolla.

Hotel Asturias, de José Ceñal Cueto, sin restaurante, en la calle Luz y Caballero, entre Mártires y Máximo Gómez.

Hotel Residencial, de Rufino Chiang y Compañía, en la calle Luz y Caballero, esquina a Máximo Gómez. No tenía restaurante.

Hotel Los Ángeles, de José Abraham y luego de Planas y Compañía, en los altos de la calle Frexes, entre Mártires y Maceo. No tenía comedor.

Hotel Saratoga, de Agustín Sosa, en calle Libertad esquina Martí, sobre la ferretería La Llave. No tenía restaurante.

Hotel Ritz, de Américo Aguilera Torres, en calle Maceo, frente al Parque Calixto García. Tenía restaurante, que suprimió para dedicarse a la prostitución aprovechando que tenía salida a la calle Mártires.

Hotel ¿Carelia?, de Hermenegildo Castro en calle Mártires No. 95. No tenía restaurante.

Hotel Escofet, de Silvio Escofet, al arrendarlo el asiático Luis Chiang le nombró Hotel Libertad.   

Hotel Royal, de Salustiano ¿Caupa o Campano?, hoy Hotel Santiago, en calle Maceo, entre Aguilera y Arias.

Hotel Cuba y España, de Ricardo Varela, con su comida a la española y a la criolla.

Fondas y Posadas en Holguin

 Por: Pepito García Castañeda

Según el diccionario, las Fondas y Posadas eran establecimientos públicos donde se ofrecía comida y alojamiento. Y así lo fueron durante la colonia, pero NO en la República. En la República fueron separados los conceptos y enyenton las Fondas solo dieron comida, y las Posadas fueron las que solamente alquilaban cuartos para dormir. 

Fondas y posadas de Holguín durante la Colonia:

Fonda La Montañesa, en Calle Concordia, frente a la Plaza de Armas, abierta al público el 23 de febrero de 1878 de la propiedad de D. Francisco Martínez. Ofrecía comida a la española, a la francesa y a la criolla y como plato especial “bacalao a la vizcaína”. Su primer dueño la vendió a D. José María de la Peña el día 23 de febrero de 1896.

Fonda La Flor Holguinera, del año 1866; en la calla Calvario número 22, de la propiedad de D. Francisco Macurijes.

Fonda La Deseada. Abierta al público en la calle de la Real Cárcel en 1866, de la propiedad de D. Quintín Garcell.

Fonda La Holguinera, del año 1864 y de la propiedad de D. Julián Pérez Montero.

Fonda La Flor de Holguín. Del año 1886, en la calle España número 67, exactamente en el mismo lugar donde más tarde estuvo el Hotel Isla de Cuba y de la propiedad de D. Pedro Hermosa.

Fonda La Marina Española. Abierta en el año 1896 en la calle Industria, esquina a la de Concordia. Esta ofrecía como especialidad de la casa, “Arroz con pollo” y “Bacalao a la vizcaína”.

Fonda El Louvre holguinero, abierta en el año 1896 en la calle San Diego, esquina a la de San Francisco. Esta ofrecía al público Mesa Redonda a las diez de la mañana y a las cuatro de la tarde.

Fonda Pasaje, abierta por Maldonado y Molina en el año 1895 en la calle Numancia, esquina a Mercaderes. Ofrecía comida a la española, a la francesa y a la criolla.

Fonda de Puig, abierta por Pablo Puig en el año de 1847 en la calle de San Miguel, esquina a la de San Francisco, dando su frente al Parque de San José. Además de servir comida, tenía un villar y una bodega.

FONDAS EN LA REPUBLICA

En la Plaza del Mercado había una docena de pequeñas fondas en las que solo se ofrecía comida.

Fonda Palai, de José Antonio Sánchez Guzmán, en la Plaza del Mercado y que exhibía su comida a través de vidrieras.

Fonda la Casa Rebellón, de José Rebellón Fernández, con su famosa comida a la española.

Fonda la Casa Chang, de Mariano Chang, en la calle Máximo Gómez, detrás del Mercado.

Fonda El Comercio, de Eloy Pérez, en calle Maceo, frente al Parque Victoriana de Ávila (luego Parque Martí)

Fonda Los Dos Corazones, de Luis Mezerene, poseía un bar un ofrecía comida árabe.

Fonda La Bodeguita del Medio, de Rafael Guzmán, que la tenía al fondo de su comercio de víveres, en la calle Aguilera, entre Maceo y Mártires. Ofrecía platos especiales.

Fonda Victoria, de Lorenzo Mok, al fondo del café Victoria, en calle Maceo, esquina Martí. Ofrecía comida china.

Fonda Pasaje, de Pedro Luis León, en calle Libertad esquina Aricochea. Esta fonda fue suprimida por el dueño después de dedicarse a la prostitución callejera en sus cuartos.

Fonda La Casa Ana,  de Aracelis Gómez Calzadilla, ubicada en la calle Maceo No. 33. Más tarde su dueña la suprimió para dedicar sus cuartos a la prostitución callejera.

POSADAS

Solo se dedicaban a alquilar sus cuartos. En la década de 1950 abundaban en la ciudad de Holguín, administradas, en su mayoría, por asiáticos y se dedicaban, mayormente, a la prostitución callejera. Eran las preferidas del público porque en ellas nadie reparaba en las mujeres que en sus cuartos se introducían, no sucediendo igual en las administradas por cubanos, que trataban siempre de verle la cara a las mujeres para, en lo posible, chantajearlas.

Posada Vía Libre, de Vicente Chuig.

Posada La Plaza, de  Julián Chuig.

Posada Pasaje, de Pedro Luis León.

Posada El Nuevo Cantón, de Felipe Chuig.

Posada La Casa Lao, de José Lao.

Posada El Gallo, de Manuel Acheng.

Posada El Ferroviario, de Marcelino Chiong y Compañía, ubicada en la calle Maceo No. 248.

Posada El Pavo Real, de Mariano Luis.

Posada La Unión, de Venancio Chuig, ubicada en la calle Luz y Caballero No. 105.

Posada La Estrella, de Manuel Chang.

Posada La Flor de Hong Kong, de King Woo y Compañía.

Posada Aguilera, de Gloria Aguilera González.

Posada La Paloma, de Manuel Balboa.

Posada La Esmeralda, de Ana Milanés.

Posada La Verdad, de Bartolomé Tamayo.

Posada La Unión Obrera, de Ezequiel García.

Posada La Casa Janie, de Alejandro Janie.

Posada Ana, de Aracelis Gómez.

Posada La Joven China, de Julio Lao, en calle Mártires No. 95.

FONDAS Y POSADA, estas ofrecían comida y cuartos.

La Central de Lucas Viú Biendicho, en calle Libertad, esquina a Aguilera.

La Sirena, de Gelabert y Fernández, ubicada frente a Remigio Truebas.

La Familia, de Eduardo Cordero García, en calle Maceo, esquina a Cuba.

(Debiendo aclarar que muchas de las posadas asiáticas y hasta algunas de las cubanas, comenzaron como Fonda y Posada, suprimiendo más adelante la Fonda para explotar los cuartos)

9 de septiembre de 2021

Irving Rouse (segunda carta)

 Benjamin Irving Rouse (29 de agosto de 1913 - 24 de febrero de 2006) fue un arqueologo estaounidense de la Universidad de Yale. Conocido por sus trabajos en las Antillas Mayores y Menores. Hizo excavaciones en Holguin, Cuba.  (Leer más)

 (La carta está redactada en papel timbrado que dice:


YALE UNIVERSITY

PEABODY MUSEUM OF NATURAL HISTORY

NEW HAVEN, CONNECTICUT


DEPARTAMENT OF ANTHROPOLOGY

CORNELIUS OSGOOD, curator

IRVING ROUSE, Assistant Curator


November 19, 1941


Dr. José A. García Castañeda

Museo García Feria

Holguín, Ote., Cuba


Dear Dr. García Castañeda:

                                      I have just received the notice of the death of your father, wich grieved both Mary and myself very much. We enjoyed meeting Sr. García feria this summer and it saddens us that so charming a man should have passed away. May we offer you our sincere condolensces, both for your personal loss and for that to archeology. A great pioner in Cuba archeological research is gone.

I have been intending to write you ever since we returned, but have been delaying because. I wanted to send you some of the photographs we took this summer. There are nearly a thousand of them, all of wich had to be catalogued and then the bes tones had to be solected for enlargement. This has taken some time, and I still have not received the enlargements. As son as I do, I will send some to you.

Under separate cover, I am sending some simple specimens from our Haitian excavations, wich I hope will be of some use in the Museo García Feria.

Both Mary and I wish to thank you very much for your assiatntece this summer. It would have been imposible for me to accomplish as much as I did witout your help. 

Apreciate it very much.


                                             Sincerely yours,

                                             Irving Rouse


Traducción:

UNIVERSIDAD DE YALE

MUSEO PEABODY DE HISTORIA NATURAL

NEW HAVEN, CONNECTICUT


DEPARTAMENTO DE ANTROPOLOGÍA

CORNELIUS OSGOOD, Curador

IRVING ROUSE, Curador Asistente


Noviembre 19, 1941

Dr. José A. García Castañeda

Museo García Feria

Holguín, Ote., Cuba


Querido Dr. García Castañeda:


Acabo de recibir la noticia de la muerte de su padre, lo cual lamentamos muchísimo Mary y yo. Ambos conocimos a su padre el pasado verano y nos entristece que un hombre tan encantador haya fallecido. Deseamos ofrecerle nuestras más sentidas condolencias, tanto por la pérdida personal como para la Arqueología. Uno de los pioneros de la investigación arqueológica cubana se ha marchado.

Tuve la intención de escribirle desde que regresamos, pero lo he retrasado porque quería enviarle algunas de las fotografías que tomamos durante el verano. Tengo casi 100, que deben ser catalogadas y las mejores seleccionadas para su ampliación. Esto ha demorado un poco, y todavía no he recibido  las ampliaciones. En cuanto las reciba le enviaré algunas.

En sobre separado le envio algunas muestras de nuestras excavaciones haitianas, que espero le sean de utilidad en el Museo García Feria.

Mary y yo deseamos agradecerle por su ayuda durante nuestro viaje. Habría sido imposible para mí hacer todo lo que hice sin su ayuda. Realmente se lo agradezco.


Suyo,


Irwing Rouse

 


7 de septiembre de 2021

Irving Rouse (primera carta)

Benjamin Irving Rouse (29 de agosto de 1913 - 24 de febrero de 2006) fue un arqueologo estaounidense de la Universidad de Yale. Conocido por sus trabajos en las Antillas Mayores y Menores. Hizo excavaciones en Holguin, Cuba.  (Leer más)

La carta está redactada en papel timbrado que dice:

YALE UNIVERSITY

PEABODY MUSEUM OF NATURAL HISTORY

NEW HAVEN, CONNECTICUT


DEPARTAMENT OF ANTHROPOLOGY

CORNELIUS OSGOOD, curator

IRVING ROUSE, Assistant Curator


Julio 15, 1941


Dr. José A. García Castañeda

Holguín, Ote.

Cuba.


Muy estimado amigo:

Le envío estas líneas para darle las gracias por su auxilio en indicarme los sitios indígenas en Holguín, así como darme información acerca de los otros lugares en Banes y Gibara. Su generosa cooperación ha servido para que mi trabajo en Holguín, Banes y Gibara haya sido mucho más fácil que si yo hubiera tenido que localizar esos lugares por mí mismo. Además, he tenido el gusto de conocer el espléndido trabajo que su padre y usted han hecho al formar la Colección García feria. Sin duda alguna ustedes merecen un buen crédito por haber mantenido un catálogo exacto de sus ejemplares de una manera verdaderamente científica, publicando informes de sus trabajos.

Dr. García Robiou llegó a Banes el miércoles pasado y sintió mucho no haber tenido la oportunidad de haberlo visto en Cacocúm. Al día siguiente empezamos las excavaciones en Aguas Gordas (Río Seco  14, de la Compañía), donde estaremos hasta mañana por la noche. Hubiéramos querido que usted hubiera venido a visitarnos.

Después empezaremos a trabajar en el Potrero del Mango. Nos pondríamos muy contentos si usted pudiera venir y paricipar en las excavaciones durante las tres o cuatro semanas de trabajo en este lugar.

Dándole las gracias nuevamente por el auxilio que usted me prestó en Holguín, quedo,

           Atentamente de usted,

           

          Irving Rouse


Lista de Correos

Banes, Ote.

Cuba  



José Antonio Riveron (tercera carta)

 (La carta está redactada en papel timbrado que dice:

RIVERON Y CIA

COMERCIANTES

SAMA, OTE

MATERIALES DE CONSTRUCCION


                                  16 de noviembre de 1937


Dr. José A. García Castañeda, 

Holguín.

Mi estimado amigo:

                            Oportunamente recibí tu atenta carta de fecha 2 de los corrientes junto con el “informe” que me habías anunciado, el cual he leído detenidamente, encontrándolo muy interesante y oportuno.

                           Últimamente he adquirido unos 20 idolillos colgantes que son maravillosos. Tengo gran interés por tu visita a ésta no tan solo para que veas dichos idolillos, que no me canso de admirar, sino para que hablemos de distintos asuntos.

                          Yo pienso ir a La Habana pronto, y caso de que yo efectúe mi viaje antes de que tú vengas por ésta, y como precisamente tengo que pasar por esa localidad, te lo comunicaré anticipadamente por telégrafo, pues pienso llevar, entre otras cosas, los referidos idolillos.

                         Hoy han quedado de traerme un ídolo que el Sr. que lo tiene dice fue encontrado en Mulas. Me han informado que tiene la semejanza de un sapo.

                         A fines de la semana actual tengo pensado ir a explorar unas cuevas de que me han hablado recientemente.

                         Las chiquitas Villa me dicen que recibieron las fotografías, y el hermano de ellas se encuentra actualmente en ésta.

                  Recibe el afecto de tu affmo. amigo


                                          (f) José A. Riverón



6 de septiembre de 2021

José A. Riveron (segunda carta)

 Arqueólogo, Banes, Oriente, Cuba

(La carta está redactada en papel timbrado que dice:

RIVERON Y CIA

COMERCIANTES

SAMA, OTE

MATERIALES DE CONSTRUCCION


                                               27 oct. 1937


Dr. José A. García Castañeda

Holguín.

Mi estimado amigo:

                            Tu atenta carta de fecha 18 de los corrientes, la recibí en su oportunidad, y no te había contestado antes esperando si me llegaba el folleto a que te refieres, el cual aún no he recibido, quizás por olvido tuyo de ponerlo en correos.

                           Espero tu visita por ésta para que hablemos del asunto que mencionas, y a la vez para enseñarte varios idolillos que he adquirido recientemente y a los cuales considero como verdaderas joyas.

                          Junto con tu carta recibí la fotografía que me enviaste. Muchas gracias.

                          No te olvides de mandarme el folleto, y sabes te aprecia tu affmo. amigo.


                                             (f) José A. Riverón.

                                         


                            

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