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La aldea a la mano (Holguín, Cuba)

30 de mayo de 2016

Gibara (DESTINO DE INMIGRANTES CANARIOS)


Gibara[1]solamente fue un lejano paraje perteneciente a la costa norte de Bayamo hasta que a mediados del XVIII los vecinos de aquella, segunda Villa fundada en Cuba, montaron en carretas tiradas por bueyes y fueron a poblar este litoral, creando haciendas, sitios de labranzas e insignificantes caseríos.  Alrededor de 1720 fundaron la población de San Isidoro de Holguín, a unos 32 kilómetros de la costa. 

En 1752 autorizan a Holguín a tener Ayuntamiento. Este tuvo jurisdicción sobre la bahía de Gibara y sus alrededores. Lenta pero constantemente fue creciendo la población, lo que puede verse en la tabla siguiente.


       Año
Cantidad de hab
1774
2,440
1792
5,837
1817
15,393
1823
16,351
1827
17,729


Como puede leerse en 53 años la población se septuplicó, por lo que surgen nuevas necesidades y una acumulación de productos que reclaman las bodegas de los mercantes. Inicialmente los vecinos comerciaron con corsarios y piratas que arrimaban a las costas: Las carretas llevaban hasta una playa sin nombre cueros y tabacos que se trocaban por herramientas, telas, lozas y diversos productos europeos. Pero un comercio tan irregular y peligroso obligó a los vecinos a pensar en un puerto.

 


Al parecer fue en 1783 cuando se realiza la primera gestión, pero no lo consiguieron. En 1805 la reiteran y otra vez en 1813[2].


La valoración de una de estas solicitudes, realizada en 1806 por un funcionario  eclesiástico es reveladora de la necesidad del puerto:


“(...) que la gracia de habilitación es muy conveniente pues en 1710 era Holguín un hato donde se estableció parroquia y siendo así que en los últimos 30 años corridos, sin más tráfico que el doméstico, y sin más favores ni auxilios que los de su clima, ha crecido la población hasta más de 16 000 almas, por lo que es  de creer que con el tráfico exterior a que dicha población aspira se fomentará en acelerada proporción (...)[3]


No fue hasta la tercera década del siglo XIX que la idea de habilitar un puerto en la costa norte se pudo materializar.


Cuando en 1816 se hizo cargo del mando de la Jurisdicción de Holguín, el Gobernador don Francisco de Zayas y Armijo comprendió la situación desventajosa del territorio que gobernaba.  Era su cabecera una ciudad mediterránea y si bien se había desarrollado el comercio de contrabando este ya no satisfacía el desarrollo de la economía local; por lo que emprendió la construcción de un puerto.


Con el pretexto de enfrentar la amenaza de los corsarios insurgentes[4] que llegaban desde las nuevas Repúblicas americanas, el 16 de enero de 1817, Zayas comenzó la construcción de una batería que nombró Fernando VII. La concluyó el 2 de junio de 1818. El camino para que Gibara tuviera puerto estaba desbrozado.


Pero como casi todo durante la colonia, el proceso de habilitación fue lento. El 23 de diciembre de 1821 las Cortes españolas aprobaron la tan esperada autorización, el 31 de ese mes el Rey rubricó el documento, que  no llego a  Holguín hasta el  7 de julio de 1822. El 11 de julio, con repique de campanas y redobles de tambor en la ciudad de Holguín, se hizo efectiva la apertura del puerto de Gibara al comercio con barcos de todas las banderas y naciones[5].


Lógicamente, el comercio se incrementó incesantemente como se ve a continuación:




       Año

$
1827
72,340
1837
260,290
1847
638,687
1858
666,040


Las estadísticas informan que durante el cuatrienio 1861-1864 se importaron mercancías por un valor de 593,564 pesos y  se exportaron 3,913,158 pesos. 


Por otro lado en los 32 años que van desde 1827 a 1858, visitaron  la bahía de Gibara un total de 1,526 barcos lo que significa un promedio de 47.6 por año o lo que es igual, casi cuatro por mes. De ellos estaban clasificados como nacionales 998, que significan un promedio de 31.1 por año y como  extranjeros 528; 16.5 por año.  




[1] Según el historiador de esa localidad, Herminio Leyva, el nombre de Gibara procede de la palabra Jibá que era el que se le daba popularmente a un arbusto que crece en las márgenes de los ríos Cacoyugüín y Gibara, (ambos desaguan en la bahía). Pero según el escritor  y periodista, también de ese poblado,  Armando Leyva el nombre proviene de la palabra “Guibara” que era empleada por los aborígenes para denominar al uvero o uva caleta, arbusto muy abundante en sus costas.

En documentos y mapas a la bahía se le llamó desde muy antiguo  “Xivara”, “Jivara” y “Givara” y hasta el año 1856 se llamó al poblado que creció a su vera: “Punta de Yarey” unas veces y otras “Yarey de Gibara”. Es en ese año antes referido cuando, oficialmente, bahía y pueblo se nombraron GIBARA. No obstante, en numerosos documentos oficiales posteriores a 1820 y anteriores a 1856 ya aparecía el nombre del poblado como Gibara.  


[2] Desde antes de la habilitación del puerto la bahía era visitada por buques mercantes.  Entre 1757 y 1792 se recoge en datos oficiales la visita de diecinueve embarcaciones mercantes a la bahía de Gibara  en trajines mercantiles.  Mientras entre  1795  y  1807 los mismos datos refieren el arribo a   la bahía unas 40 embarcaciones.
Fuentes:
Protocolos Notariales de Holguín Archivo Provincial de Holguín
Novoa Betancourt. José: “Contribución a la historia colonial de Holguín”, Inédito, p 78.
Novoa Betancourt, José: “Gibara: Embarcaciones y economía en el siglo XVIII en Holguín”.  Inédito.

[3] Archivo Nacional de Cuba. Legajo 74, Número 2828. Fondo Real Consulado.

[4] La autorización para construir la batería de Gibara se vio facilitada por el acontecimiento fortuito de que el buque en el que el nuevo Capitán General de Cuba de dirigía a hacerse cargo de su puesto fue perseguido por estos corsarios. 


[5] Archivo Nacional de Cuba. Fondo Reales Órdenes y Cédulas. Legajo 66, No. 50

Puerto de Gibara (COLONIA)



Recién abierto, en el puerto de Gibara se construyeron cuatro muelles, uno estatal y cuatro particulares, de estos últimos, uno propiedad del canario José Romero y Medina[1]. Ellos aportan la riqueza que fomentó a la Villa y por la que se incrementó la población. En 1858 residían en la capitanía pedánea de Gibara 6,707 habitantes, en 1862 ya eran  8,469.[2]

Este rápido desarrollo demográfico trajo consecuencia para la división política administrativa. En los primeros años del siglo XIX Gibara estaba bajo la jurisdicción  de la capitanía pedánea de Auras, que a su vez formaba parte de la jurisdicción de Holguín[3].  Pero el desarrollo del puerto cambió aquella estructura y en 1823 se creó la capitanía de Gibara. La de Auras se mantuvo hasta 1856, en que fue anexada a Gibara.

Así como quedó narrado fue como se formó aquella villa que desde las playas de la bahía trepa por una colina cercana, imprimiéndole un rojo oscuro al paisaje mediterráneo con sus casas de techos de tejas. Todavía hoy, al caminar por sus calles, se siente la brusca transportación a un  pasado que por las puertas abiertas de las casas deja escapar los recuerdos del predominio de una muy rica vida material.





[1] José Romero y Medina era natural de Teide, en Canarias. Pero no es él, el típico canario que llegó a Gibara en el siglo XIX y que se estableció en Candelaria. Todo parece indicar que este hombre ya poseía una sólida fortuna cuando se asienta en Gibara pues, además del muelle, era dueño de varias fincas, casas en las ciudades de Holguín y Gibara, comercios y almacenes. Se casó con Victoriana de Ávila, joven que pertenecía a una antigua familia de terratenientes holguineros. Ambos hicieron numerosas obras de caridad, pero estas fueron más cuando, viuda, doña Victoriana dedicó casi toda la fortuna a ellas. Desde entonces se le conoce como la Benefactora de Holguín y Gibara.


[2] Vega Aguilera, Kethy. “Análisis de los Censos de Población realizados en Gibara”. Inédito.


[3] La isla de Cuba formaba una capitanía general constituida por departamentos y estos por jurisdicciones. Las últimas se subdividían capitanías pedáneas y estas en cuartones.

PUERTO DE GIBARA DURANTE LA COLONIA (INMIGRACIÓN)



Como todo puerto, el de Gibara tenía un carácter cosmopolita.



Tanto en la ciudad como en sus alrededores se establecieron una gran cantidad de individuos de diferente procedencia. En 1858 del total de 5 273 vecinos blancos de la capitanía pedánea de Gibara, unos 887 habían  nacido en España, lo que representa el 16.8 por ciento. Mientras que otros 56 vecinos habían llegado desde países como Portugal, Inglaterra,  Francia, Alemania, Italia, Uruguay,  Venezuela,  Curazao, Puerto Rico, Santo Domingo, Providencia, Estados Unidos y otros.

26 de mayo de 2016

LAS RAZONES DE LA CANDELARIA EN CANDELARIA, GIBARA, HOLGUIN, CUBA.



Agotado de subir cerros y andar sobre caminos rocosos llega don Manuel a la casa de algunos de los vecinos que habitan un humilde bohío, a la vera del camino que desde Gibara lleva a Holguín atravesando la sierra de Gibara.  Es la hora del almuerzo y lo invitan a que espere que la mujer de la casa termine los cosidos. Mientras fuma uno de los tabacos por él mismo torcido, el propietario del sitio le va contando la singular historia de aquel contorno. El nombre del barrio le es muy cercano al canario, le rememora su virgen de Candelaria patrona de las islas de donde viene.


11 de mayo de 2016

LOS CANARIOS EN GIBARA Y SUS ALREDEDORES. APROPIACIÓN DE LA TIERRA



Aunque no es común que los censos y padrones hechos durante la colonia expresen el origen de los vecinos, es una excepción el de 1864 en el que dice que entonces en Candelaria vivían 126 canarios, de ellos 70 varones y 56 hembras de una población de  944 habitantes[1].



LOS CANARIOS QUE LLEGARON A CANDELARIA, GIBARA, SE ENCONTRARON CON UNA ZONA DE OCUPACION ANGLOSAJONA



A principios del siglo XIX en la zona llana próxima a Candelaria se produjo un importante poblamiento de origen anglosajón llegados, sobre todo, procedentes de las Bahamas y de los Estados Unidos.
Su importancia no radicó en el número, solamente eran cuatro familias inglesas: los Chapman, los Weathom y los estadounidenses Clark, Noris y los Driggs a quienes acompañaron la familia austriaca de los Eyssing de Seasure y las familias de italianos Calvi y Moro.

9 de mayo de 2016

LOS CANARIOS DE CANDELARIA, GIBARA, SE CASABAN ENTRE ELLOS



A diferencia de los demás españoles que llegaban a Cuba, los canarios casi nunca tenían parientes ricos ni a un funcionario colonial que los ayudaran. Para obtener alguna propiedad tan solo contaban con sus brazos para trabajar. Ahorrar a veces hasta la exageración era, generalmente, la única forma de hacerse de dinero. A lo que debe sumarse que ellos provenían de una región árida, pobre y olvidada por el imperio español. O eran frugales o nunca levantarían cabeza.

Igual, al llegar a Cuba, en lo espiritual se emparentaba con los peninsulares que era el grupo de control, pero la verdad es que ellos eran tan hijos del coloniaje como los mismos cubanos. Los españoles de Cuba colonial no los veían como sus iguales. En los libros de bautizos, matrimonios y defunciones, se les señala por su lugar de procedencia. Y  durante los primeros años del siglo XX en el Registro de Comerciantes e Industria de la ciudad de Holguín, por ejemplo, se aclaraba que eran canarios, mientras a los demás españoles se les señala, simplemente, como de España, sin especificar la región. (Desde 1910 está practica va desapareciendo).

6 de mayo de 2016

PLATANO Y MAIZ EN LA SIERRA DE CANDELARIA, GIBARA, HOLGUIN, CUBA



Los canarios que llegaban por el puerto de Gibara generalmente arrendaban o compraban tierras en la Sierrita cercana, sin embargo aquellas no son apropiadas para obtener productos en abundancia para el comercio; lo más que podían conseguir era la subsistencia diaria: quizás unos plátanos y otras viandas, maíz probablemente y a la crianza de unos pocos animales. Cuando la suerte los acompañaba vendían algo en el puerto cercano[1].

La villa de Gibara también les ofrecía trabajo en los muelles, los almacenes, las construcciones y en el mantenimiento del camino que unía a Gibara con Holguín. Pero estos últimos no eran como para dedicarse a ellos toda la vida, sobre todo porque generalmente eran ocupaciones circunstanciales. De ahí que la Sierrita de Gibara fuera un refugio más seguro y por eso se fue poblando de canarios.

EL MAIZ



El maíz, específicamente, era un producto esencial en la dieta canaria. Allá lo llevaron luego de la conquista de América y por influencia de la lengua portuguesa lo llamaron “millo”. Tan común era el maíz en canarias que sabemos de una familia que al venir trajo un molino para hacerlo harina.Este grano fue básico en la dieta de Candelaria y todavía hoy tiene gran importancia, tanto que es parte de mitología de la gente común: Las personas de edad avanzada para medir la experiencia en cualquier asunto, dicen que han comido mucha harina (de maíz), para que vengan a enseñarle tal cosa. Eso significa que haber comido mucha harina es sinónimo de haber vivido muchos años.

EL MOLINO O "MAQUINILLA"



El molino (o maquinilla) para granos no fue introducido en la región por los canarios, pero para ellos tenía una gran importancia, al punto que algunas al venir los traían de su lugar de procedencia. Y otros que no tuvieron dineros suficientes para comprarlos, los construyeron: eran esos, dos piedras redondeadas que se movían una sobre la otra.



Tan frecuente fue el uso que todas las ferreterías cubanas terminaron vendiéndolos, de ellos, fueron los de fabricación alemana los que alcanzaron mayor prestigio. Era ese un molino de  tamaño mediano que tenía una manivela, o manigueta, como también se le dice también en Cuba. Era de acero pero se podía graduar. En el siglo XIX  nada más lo tenían las familias mas  acomodadas. Se utilizaba tanto para moler la comida de los animales como la de las personas.


LOS POBRES USUREROS CANARIOS (EN GIBARA)



Aunque existen evidencias de que algunos canarios que vivían en las inmediaciones de Gibara (siglo XIX), poseían algunos recurso, esos eran los menos. Los otros, que eran más, eran los pobres. Ellos se establecieron en los cerros, y cuando lograban reunir recursos, aunque solamente fueran unas pocas monedas, lo utilizaban para adquirir tierras en la zona llana. Otros muchos, para conseguir el mismo fin,  pedían dinero prestado e hipotecaban la finca recién adquirida. Así el curioso encuentra en los protocolos notariales un canario compraba una finca y ese mismo día la hipotecaba. 

Veamos un caso específico: el canario Juan Ortega Hernández compró en 50 pesos oro a Juan Gualberto Martínez, tres cuartos de caballería en Los Altos, que era un barrio situado en la Sierra de Candelaria. (Lástima que las escrituras no especifican las dimensiones de la finca)[1]

Generalmente los linderos o límites de estas fincas que se vendían e hipotecaban eran bastantes peculiares, así, por ejemplo, en una transacción que hace el canario Rafael Hidalgo y Mariño con Felipe Munilla en el acta de venta para fijar los límites de la finca se especifica que aquel era:

“(…) el punto nombrado La Casimba, donde existe una mata de caña bambú y donde, además, está clavado un horcón de lechero cuyas señales son conocidas por José Rafael Hidalgo. Más adelante hay otro horcón, éste de madera de Cuyá que se halla en la cerca que existe a orilla del caserío de Las Bocas. Estas señales permanecerán fijas sin que  puedan ser removidas”[2].

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