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La aldea a la mano (Holguín, Cuba)

23 de octubre de 2014

Los mil y un lugares por donde desembarcó Cristóbal Colón en Cuba.

Por Cosme Casals Corella.

El debate sobre el lugar de desembarco de Colón en Cuba comenzó en 1825 con la aparición del Diario del Almirante en la edición preparada por Martín Fernández de Navarrete, “Colección de los viajes y descubrimientos que hicieron por mar los españoles desde fines del siglo XV”. Es este autor  identifica el San Salvador del que habla Colón como lugar de su llegada a Cuba con la Bahía de Nipe. Posteriormente la opinión de Fernández de Navarrete es compartida por otros autores como Jerónimo Becker Muñoz en 1856, Glenn Steward en 1930 y A. B. Becher y Guiteras.

Por su parte Fray Bartolomé de Las Casas, a quien se le debe haber transcripto el Diario de Navegación del Gran Almirante, al referirse al lugar de llegada de Colón a Cuba en su obra “Historia de Las Indias” publicada entre 1552 y 1564,  escribió: “Este puerto creo yo que fue el de Baracoa, al que puso nombre Diego Velázquez, el primero que fue con gente española a poblar la dicha isla de Cuba al puerto de la Asunción.”[Las Casas, 1827.vol.1].[1]

Posteriormente el historiador local de Baracoa, Sr. Ernesto de las Cuevas Morillo, en su obra titulada “Baracoa fue el primer lugar de Cuba descubierto por Colón”, publicada en 1936, afirma que fue aquel (Baracoa), el primer puerto visitado por el Almirante en la Isla, y que a su llegada Colón bautizó a Baracoa como como Porto Santo. [García, 2008.Pág.36].[2]

La investigadora norteamericana Irene A. Wright en 1921 encontró un documento en el Archivo general de Indias fechado de 1607, donde hay una faja que dice: “Indias General. Borrador con notas para la historia general, descubrimiento y conquista de las Indias por los españoles. Del Cosmógrafo García Céspedes: descubrieron la isla que llaman los indios guanahaní de la parte del Norte, esta es una de las que se disón de los lucayos y allí el Almirante y los que con él yvan tunierón noticia de la isla de Cuba, e como aparecieron luego muchas isletas que están en tornó de Guanahaní las llamaron las princesas y de allí fue a la isla de Cuba, al puerto de Baracoa que es de la vanda del Norte”.[Castro,1977.Pág.63].[3]

La tesis de Baracoa como lugar del desembarco de Colón en Cuba también fue aprobada por Herrera y por el pedagogo e historiador Miguel Jaume, pero con el paso tiempo esta se olvidó, sobre todo porque entonces existían argumentos geográficos que demostraban su invalidez.
En 1995 el historiador baracoense Alejandro Hartmann Matos en una obra suya que titula “Los días de Colón en Baracoa”, recuerda la tesis pero la desecha y recuerda que los días de Colón en Baracoa comenzaron el 27 de noviembre de 1492 cuando arriban a la muy pronto Ciudad primada de Cuba dos de sus navíos, La Niña y la Santa María. [Hartmann, 1995.Pág.3].[4]

José García de Arboleya, en su “Manual de la Isla de Cuba. Compendio de su historia, geografía, estadística y administración” de 1825, analiza el recorrido de Colón a lo largo de las costas de Cuba y asegura que fue el lugar de arribo la Bahía de Samá, mientras que el escritor Canario José Ignacio de Armas en 1889 se inclina por la Bahía de Naranjo como lugar de la primera recalada de Colón en Cuba.

G.V. Fox presentó su tesis en 1851. Fue precisamente este autor el primero en decir que Colón pisó tierra cubana por Puerto Padre. Esta tesis es seguida posteriormente por R. Cronau, José Silverio Jorrin y Francisco R. Pueyo.
La Tesis de Puerto Padre increíblemente fue mantenido por algunos autores contemporáneos como Arnaldo A, Rueda Quintana, Armando Martínez Rueda, Orlando Martínez Rueda, Tomás N Martínez Rueda todos de la provincia Las Tunas. Ellos en 1992 publicaron a través de la Editorial tunera San Lope el folleto: “Portus Patris: La llegada de Colón en Cuba”. Y en ese mismo año la revista cultural del periódico Ahora de Holguín publica una sonada respuesta al folleto de los tuneros que firmaron los historiadores holguineros Víctor Orlando Bellido Aguilera y Alfredo Álvarez Almaguer titulada: “Acerca de San Salvador Patris”.

En el anteriormente citado trabajo se exponen sólidos argumento e información geográfica que dejaron invalidada la  tesis de Portus Patris como lugar del desembarco, quedando Bariay como el lugar de la primera recalada de Colón en Cuba.

No obstante en 1994 y esta vez de forma solitaria Arnaldo A  Rueda Quintana publica otro folleto con ediciones Publicigraf-Editorial San Lope, Colección Cucalambé de Las Tunas, titulado este: “Portus Patris, el desembarco de Colón”. En él insiste que fue Puerto Padre el lugar de desembarco, pero sin  analizar la enorme cantidad de trabajos que han refutado esta teoría. Como se expondrá más adelante en el presente bosquejo historiográfico, la tesis de Puerto Padre quedó invalidada en el evento EL V CENTENARIO VISTO DESDE CUBA, realizado en octubre de 1992 en la ciudad de Holguín.

Washington Irving, en su obra Life and voyages of Christopher Columbus” editada en 1858, considera que el verdadero lugar del desembarco de Colón en Cuba fue en un hermoso río ubicado al Oeste de Nuevitas del Príncipe, nombrado Boca de Carabelas en la bahía de Sabinal. Esa tesis la sigue posteriormente Alejandro de Humboldt y con él numerosos geógrafos e historiadores cubanos, entre los que figuran Carlos de la Torre, José María de la Torre y Vidal Morales.

Por su parte fue el investigador chileno F.A.Vernhagen el que en su trabajo “Descripción de las rutas del descubridor Cristóbal Colón” publicada en 1864, el que primero dijo primero que el lugar al que Colón nombró San Salvador, y que fue el lugar por donde arribó a Cuba, fue Gibara. (Posterior a él otros muchos historiadores repitieron esa tesis). En 1889 el chileno reiteró su tesis en el texto,  “Investigaciones históricas y geográficas. Rutas del Almirante Cristóbal Colón en costa de Cuba”.

Tres años después de las publicaciones del chileno Vernhagen vieron la luz trabajos del investigador gibareño Herminio C. Leyva y Aguilera nombrados: “Derrotero de Cristóbal Colón por las Bahamas y costas de Cuba” y “Primer viaje de Colón. Estudio acercas del primer puerto visitado en la isla”. En ellos se incluye la obra del almirante español don Patricio Montojo, “Las primeras tierras descubiertas por Colón” escritas con motivo del IV Centenario del Descubrimiento en 1892. Tanto Herminio C. Leyva como Patricio Montojo reafirmaron la tesis de que fue por Gibara por donde Colón llegó a Cuba por primera vez. (Tesis que Herminio Leyva volvió a argumentar en 1888 y que fue apoyada por la Sociedad Geográfica de Cuba y por Luis Morales Pedroso).

En 1922 la Sociedad Geográfica de Cuba designó una Comisión especial para validar la tesis de Gibara como lugar del desembarco. Los notables pensadores que la integraron, que fueron Alberto de Carricarte, José Carlos Millás, Juan M. Lagomasino, José I. del Corral, Enrique J. Montoulieu, Francisco J. Dumois y Miguel Villa. Todos ellos se pronunciaron a favor de Gibara. A ellos se sumó el historiador Gerardo Castellanos, por lo que la opinión nacida en la década del 60 del siglo XIX de que fue Gibara el lugar del desembarco, ahora recibía un fuerte espaldarazo.
A la anteriormente dicha tesis debe sumársele otra obra, la del canario Antonio Maria Manrique Santiago de 1890 que se titula: “Guahananí. Investigaciones histórico - geográficas sobre el derrotero de Cristóbal Colón por las Bahamas y costa de Cuba que comprenden la situación exacta de la primera tierra descubierta del Nuevo Mundo”.

A pesar de que la teoría de Gibara había sido ampliamente aceptada a partir de 1922, en 1936 la Sociedad Colombista y el Lyceum de la Habana convocaron a un concursos para determinar la ruta exacta seguida por el Almirante a lo largo de la costa de Cuba durante su primer viaje.

En 1937 el Concurso declaró que no había “certidumbre histórica” para determinar con precisión el lugar exacto del desembarco, pero que existía una zona probable en la que se encontraban los puertos de Gibara, Jururú, Bariay, Vita, Naranjo y Samá, teniendo Bariay las mayores posibilidades y premió al ex Capitán de la Marina Mercante José M. Van del Gucht y al Ingeniero Saturnino M. Parajón, por el trabajo titulado Bariay fue el primer puerto por donde Colón desembarcó en Cuba”, dicho trabajo apareció publicado ese mismo año en la Revista Selecta en la Habana, y en 1943 salió como libro bajo el título Ruta de Cristóbal Colón por la costa Norte de Cuba, en el viaje del descubrimiento de América, 28 de Octubre al 5 de diciembre de 1492” (Van de Gucht y Parajón, 1943). 

Otro concursante, el Dr. Carlos Iñiguez, llegó a la misma conclusión de Van del Gucht y Parajón, mediante la filmación de una película cinematográfica de los lugares del litoral cubano descritos por Colón en el Diario.


Entrada a la Bahía de Bariay

“El puerto de Bariay. Desde la tercera década de este siglo ha sido visitado este puerto por varios geógrafos y todos están de acuerdo en cuanto a que la descripción que el Almirante da con respecto a la anchura, fondo, aspecto, situación geográfica y exactitud de las medidas en relación con los otros lugares inmediatos mencionados por el descubridor, corresponden exactamente al puerto de Bariay. Las aguas allí son tranquilas tal como describe el Almirante las de San Salvador: La mar parecía que nunca se había de alzar porque la yerba de la playa llegaba hasta cuasi al agua, la cual no suele llegar donde la mar es brava. En Bariay las aguas son tranquilas debido a que el puerto tiene un saliente, punta de Mulas, con algunas elevaciones que se oponen al libre paso de los vientos, dando por resultados una tranquilidad en las aguas de la bahía que se ajusta o coincide con la descripción del Almirante.” [Iñiguez]. [Pichardo, 1978:69].[5]

Punta de Gato, en la Bahía de Bariay

Durante el verano de 1940, el profesor de Historia de la Universidad de Harvard Dr. Samuel Elliot Morison, en compañía de William O. Stevens, ambos a bordo de la nave Mary Otis, hicieron el recorrido desde San Salvador en las Bahamas hasta Cuba, y luego recorrieron toda la ruta colombina al norte de la antigua provincia de Oriente hasta Cabo Maisí, ello gracias a un proyecto auspiciado por la Universidad de Harvard.

Terminado el viaje de estudio y comprobación de la ruta de Colón, el 10 de julio de 1940 el Dr Morrison pronunció una conferencia por invitación de la Sociedad Geográfica de Cuba. En ella el estudioso corroboró las observaciones y deducciones de los señores Van der Gucht y Parajón, llegando también a la conclusión de que Bariay había sido el primer puerto de desembarco de Colón en Cuba. Dos años después, (1942) publica los resultados del recorrido en su obra “Admiral of the Ocean Sea”, en la cual confirman la identificación de Bariay como el San Salvador de Colón.

En su libro el profesor norteamericano expone minuciosamente su recorrido a la vez que discute y aclara muchos de los puntos de controversia acerca de los viajes colombinos de los que dice que en el número de la Revista CARTELES de octubre 27 de 1940, Van der Gucht y  Parajón publicaron un admirable texto que es resumen de sus estudios y observaciones a la vez que acompañaron el texto de varios gráficos y de una foto del "mogote en forma de mezquita que Colón describe en su Diario”.

En 1941 el Grupo Humboldt, de la Sociedad de Geografía e Historia de Oriente, organizó una expedición para recorrer la zona de la posible recalada de Colón. Por el análisis de las distancias recorridas, rumbos, sondeos de los puertos y señas del litoral se confirmó que se trataba sin dudas de Bariay.


En 1944 aparece uno de los trabajos analíticos más completos sobre este tema, realizado por Armando Álvarez Pedroso, que lleva por título: Cristóbal Colón. Biografía del Descubridor”. Allí el autor expone el origen y fundamentos del plan que elaboró el Almirante para llegar a las Indias por la vía del Oeste, ofreciendo el esquema completo del sistema científico en que se basó su viaje trasatlántico y asimismo hace un análisis exhaustivo de las distancias relativas entre los puertos de la costa norte oriental y los rumbos seguidos por el Almirante, para concluir que el San Salvador del que habla Colón tiene que corresponderse necesariamente con Bariay.

Según ha comentado Antonio Núñez Jiménez, durante el Primer Congreso de Geografía, celebrado en La Habana en 1942, con la aprobación de Morales Coello, que era el Presidente de la Sociedad de Geografía de Cuba,  Carlos García Robiou levantó un acta donde hacía constar que Luis C. Guillén exponía que un maestro de Banes de apellido Campañat, hacía muchos años señalaba a Bariay como el lugar del desembarco de Colón. En el acto dice que Pedro Cañas Abril aseguró que esta primera identificación de San Salvador con Bariay, la había hecho pública el maestro de escuela Campañat en el discurso de apertura de un curso escolar en Gibara, durante los primeros años del siglo XIX.





[1] Casas, Fray Bartolomé de Las: Historia de la Indias. Madrid, 1827. 3 volúmenes.

[2] García Álvarez. Alejandro, (2008): La costa cubana del guineo. Una historia bananera. Editorial Ciencias Sociales, La Habana.

[3] Castro Lores. José Ignacio, (1977): Baracoa, apuntes para su Historia. Editorial Arte y Literatura. La Habana.

[4] Hartmann Matos. Alejandro, (1995): Los días de Colón en Baracoa. Publicado por la Diputación Provincial Costa del Azahar. España.
 
[5] Pichardo. Hortensia. (1978): Capitulaciones de Santa Fe y Relación del Primer Viaje de Cristóbal Colón. Editorial de Ciencias Sociales. Colección Nuestra Historia. Ciudad de La Habana. Pág.87.


20 de octubre de 2014

La historia del soldado holguinero desconocido. (De uno de ellos, como es obvio entender).



En la ciudad de Holguín, durante la ocupación militar norteamericana y cuando la comarca tenía título de Distrito, a 16 de julio de 1901, comparece ante el notario Emiliano Espinosa la señora Francisca Castellanos y Fuentes, viuda muchos años ha y con 68 de edad, acompañada de sus legítimos hijos Francisco y Esteban González Castellanos, el segundo de 39 años casado y ocupado en las labores del campo, el otro de 34 años, casado y Guardia Rural, vecino éste de San Manuel en Puerto Padre y todos los restantes en la ciudad de Holguín. El fin es vender una finca rústica sin casas, cercas ni labranzas, establecida en dos caballerías que están ubicadas en los terrenos Ejidos (por la zona donde luego se fundó el reparto Pueblo Nuevo),  donde tienen un tejar nombrado El Fortín. Linderos: Norte: tejar de los herederos del Sr. Francisco Rondán, Sur, propiedad del Sr Pedro Sondón que antes fue del Sr. Agustín Pujol y donde estaba la tenería de la Sra. Rita González, Este, el tejar del Sr. Agustín Ochoa y Ochoa, que antes fue del Sr. Wadislao Curbelo, y, Oeste, el río Charco del Tejar.

Declaran, Primero, que la propiedad le pertenecía mitad y mitad a la Sra. Doña Francisca Castellanos y Fuentes y a su esposo Francisco González y Pupo, pero que difunto aquel su mitad pasaba por herencia a sus seis hijos a razón de una sexta parte a cada uno, pero, declaran, Segundo, que en virtud de que dos de los hijos también habían muerto sin dejar descendencia la madre los heredaba y que asimismo ella representaba en concepto de su apoderada a su hija Cándida, residente en España y, declaran, Tercero, que seguidamente presentaría los documentos necesarios de los cuáles la Aldea sacará información de dos mártires independentistas absolutamente olvidados, pero antes los datos del comprador.

Era el comprador José Grave de Peralta y Cardet, de 39 años, Capitán de la Guardia Rural en Holguín, casado en segundas nupcias con María Santiésteban y Aguilera y en primera con la difunta Natalia Angecira y Toledo, no precisando el comprador las fechas y periodos de duración de sus matrimonios por no recordarlo en el momento en que hace la declaración.

Entre los documentos presentados por la Sra doña Francisca Castellanos está la protocolización del expediente sobre declaratoria de heredero abintestato (o sea, sin testar), del Sr. Rafael González y Castellanos a favor de su legítima madre, hechos a petición de ella el 13 de junio de 1901, escritura No. 146, Tomo 2 de la escribanía de Emiliano Espinosa. (Y entonces fue que tuvimos información del desconocido héroe).

Dice el documento, que la Sra. Doña Francisca, entonces de 67 años, viuda y natural de esta ciudad de Holguín, presentó ante la vista del notario una certificación expedida por el párroco de San Isidoro que da cuentas de que en el Libro 6to de matrimonio de blancos, folio 26 dice que en 29 de abril de 1861 se produjo el casamiento con don Francisco González, (hijo legítimo de Don Francisco González y Vallejo y Doña Belén Pupo) con Doña Francisca Salomé Castellanos, (hija legítima de Don Esteban Castellanos y Doña Cándida de Fuentes).

Otro documento presentado por la Sra. Doña Francisca dice textualmente que “en la Prefectura de Cascorro, subprefectura de Monte Oscuro, en julio 5 de 1871, certifico que yo, el Ciudadano Presbítero Braulio Oro, cura párroco de San Miguel de Manatí, bauticé solemnemente, puse óleo y crisma y por nombre Rafael de la Caridad a un niño que nació el día 4 de diciembre de 1869 (en plena guerra de independencia), que es hijo legítimo de los Ciudadanos Francisco González y Francisca Castellanos (…)”.

Acto seguido la Sra. Doña Francisca presenta un tercer documento que es copia y que dice: “En Colón, a 28 de julio de 1896 (durante otra guerra independentista, esta la que inició en 1895), el Sr. Don Donato Blanco y Fernández, Juez Municipal, ante Don Juan García Rey, secretario, dijo que recibió un oficio que dice: Habiendo recaído sentencia firme en el juicio sumarísimo que se instruyó al prisionero de guerra Don Rafael González Castellanos de ser pasado por las armas y habiendo tenido cumplimiento ésta a las siete de la mañana de hoy, he de merecer de V.I (Vuestra Ilustrísima) se sirva remitirme la oportuna orden para el enterramiento del cadáver así como la oportuna copia o certificado de su inscripción en el Registro Civil para unir a los Autos. Debiendo significar a V.I que dicho reo dice ser natural de Holguín, provincia de Santiago de Cuba, de 26 años de edad, con instrucción y de oficio labrador”.

Vistos y protocolizados los anteriores documentos el notario también copia  la siguiente acta para la declaratoria de herederos del abintestato Sr. Rafael González Castellanos hecha ante el Sr. Juez.
“En la Ciudad de Holguín a los cuatro días del mes de marzo de 1901.

“(…)

“Dice la madre que ella y su consorte tuvieron entre otros legítimos hijos al Sr. Rafael González Castellanos y que éste falleció en la villa de Colón, provincia de Matanzas en (…)

“Que el expresado, su hijo Sr Rafael González Castellanos falleció sin disposición testamentaria y sin sucesión, dejando a la exponente por única y universal heredera de bienes que su valor no excede de 2 500.00 pesos.

“Y dice que su esposo murió en Victoria de Las Tunas a consecuencias del movimiento insurreccional de esta Isla de 1868 a 1878, que la muerte se produjo a fines de 1872 o principios de 1873, sin que a su cadáver se le diera sepultura por los desordenes consiguientes de la guerra y por eso no puede mostrar el documento del fallecimiento pero ella presenta testigos del hecho.

“El Sr. Juez considerando que según el Articulo 935 del Código Civil los ascendientes del difunto lo heredan con exclusión de los colaterales a falta de hijos y descendientes legítimos, y que según el párrafo 2do del Artículo 936 del citado Código Civil, existiendo uno solo de los padres éste heredará al hijo en todas sus herencias, declara a la madre heredera universal”.

Asimismo el notario lee y copia la escritura mediante la que la Sra. Doña Cándida González Castellanos da poder a su madre para que la representey que dice en uno de sus párrafos que dicho poder fue otorgado ante notario en San Clemente, España, en 28 de marzo de 1884 para que la madre represente a la hija en acciones y deudas, para que administre los bienes que posee, para que adquiera otras en lo sucesivo, para que mande en sus cuentas y productos y practique las demás gestiones de un celoso administrador. Y, dice el notario Espinosa que doña Cándida González Castellanos tenía 36 años, casada con el Sr. Don Santiago Escribano y Ruiz, natural de la Villa de San Clemente en España y que era Capitán retirado del Ejército español pero que por esos días ambos esposos estaban accidentalmente en Holguín.

Finalmente se produce la venta por la que el comprador pagó cincuenta pesos moneda americana.


El Hato de García Holguín



En 1545 comienza la experiencia hatera en la comarca con el que fue propiedad de García Holguín, desde antes encomendero. Míticamente los holguineros repiten y hasta celebran el 4 de abril como fecha de la fundación, porque, dicen, García Holguín era devoto de San Isidoro, lo que es imposible, porque Isidoro de  Sevilla fue canonizado en 1598. Lo muy cierto es que la fundación del hato estabilizó la colonización del territorio y que por muchos años actuó como centro del camino histórico local.

No se conserva la documentación original de la merced y tampoco sobre la composición del hato, excepto las referencias  que hizo el agrimensor José Joaquín Vidaburú el 18 de diciembre de 1769 sobre la documentación del año 1600, cuando las nietas de Holguín solicitaron al Cabildo de Bayamo el amojonamiento o delimitación de la posesión.



Trabajando críticamente sobre la exposición hecha por Diego de Ávila y Delmonte en el siglo XIX, el Dr. García Castañeda organizó una visión sobre la génesis del acontecer local entre 1545 y el año 1700, (en 1949) que posteriormente ha sido repetida por la mayoría de los historiadores, sin embargo, aunque duele saberlo, todavía no es posible decir con certeza la extensión y sus linderos originales, aunque es de suponer que se extendiera inicialmente , de acuerdo a la costumbre, por una superficie máxima de hasta seis leguas.

En el deslinde de 1769, siguiendo los documentos de los años 1600 y 1710, al Hato de Holguín se le reconocieron 581 812 ½ cordeles planos, excediéndose en 68 955 ½ cordeles de las medidas estipuladas. Esa área sobrante fue considerada estéril y sin aguadas.

A falta de documentos sobre la célula primaria a partir de la que comenzó la conquista de la región, la arqueología ha hecho varios descubrimientos, entre ellos el lugar exacto donde estuvo El Yayal, lugar de habitación de los indios encomendados a García Holguín y a Diego de Lorenzana. Igual, esta fuente certificó que la comunidad de El Yayal se mantuvo viva hasta después de 1580 y recientemente concluyeron excavaciones bajo la guía de Juan Jardines y Ángela Peña en la Casa del Teniente Gobernador, que es la más antigua casa de Holguín, ubicada en el bramadero o lugar donde se daba de beber a la reses del Hato, que han arrojado nueva información.

La Encomienda.



Se ha debatido sobre la semejanza o no entre la Encomienda y el repartimiento de tierras, aunque a esta altura ya es claro que fueron líneas diferentes, solo que la Encomienda, al referirse a pueblos de indios, llevaba implícita en sí la utilización de la tierra de aquellos.

Los repartos de tierra[1] a los vecinos se realizaron mediante las estancias[2], que se medían en peonías o caballerías[3], y los solares[4].

El agotamiento de las vetas superficiales del oro, el paso de la colonización al territorio continental, la despoblación aborigen por la vía del etnocidio y las repercusiones de la gran insurrección aborigen entre 1520 y 1540, echaron por tierra la primera colonización hispana, poniendo en ruda crisis las villas y estancias. Reflejando el caos de aquellos años el Obispo Diego Sarmiento informaba al Rey desde Bayamo, el 20 de abril de 1556: “y aún lo que la tierra produce es muy caro. (…) Los indios se van acabando y no se multiplican”[5].

La falta de mano de obra aborigen y el fin de la minería la suplieron la tierra dada en usufructo[6] y la importación de esclavos. Ahora que los conquistadores comenzaron a tener la tierra estos echaron mano a la experiencia  agropecuaria que se había acumulado durante las estancias, lo que contribuyó a la solución del problema, pero, asimismo fue decisiva en momento tan crucial la rápida aclimatación del ganado vacuno y de cerda.

Las primeras mercedes de tierra fueron las sabanas donde pastaban los hatos, cuadrillas o manadas de reses[7]. Con la práctica  y el paso del tiempo el vocablo “hato” se convirtió en la denominación de la posesión ganadera y el usufructo en propiedad de facto. Desde entonces las haciendas se llamaron hatos o corrales, (y se dedicaron a la explotación del ganado mayor o menor), mientras que las estancias eran los conucos o sitios de labor (estas eran de mediana o pequeña extensión).

Al estabilizar sus medidas a fines del siglo XVI, un hato contenía 16 leguas cuadradas, equivalentes a 22 606 hectáreas y el corral, 5 650 hectáreas. Técnicamente Pichardo lo definió como un polígono regular inscripto en un círculo de 72 ó 74 lados, aunque aclaró que en Sancti Spíritus y Puerto Príncipe (Camagüey), sabía de casos donde se han medido de 120 lados[8]. Pero en la práctica los hatos y corrales con forma poligonal fueron los del oriente de Cuba, mientras que en el occidente eran circulares[9].

La base jurídica para el tema de la propiedad agraria en Cuba lo fueron, por muchos años, las Ordenanzas de Alonso de Cáceres, firmadas en 1573, o sea, posteriores al inicio de las mercedaciones. Las de Cáceres se complementaron por la Real Orden de 1 de noviembre de 1591, definidora de las vías de la confirmación y la composición, caminos estos para acceder al disfrute posesionario de la tierra[10].






[1] El repartimiento de la tierra implicaba la obligación de hacerla cultivar según plazo establecido de antemano por la ley.

[2] El desarrollo de las estancias se realizó estrechamente unido a la práctica agrícola aborigen, utilizando sus cultivos, técnicas y suelo.

[3] La caballería partió de una condición honorífica que ya para la fecha equivalía a una extensión física de terrenos. En el ambiente colonizador cubano aquella se aplatanó asumiendo la equivalencia a un cuadro de 200 000 montones de yuca. Aproximadamente su medida actual es de 13,4 hectáreas.

[4] En general el repartimiento de la tierra entre los conquistadores partía de las categorías: solares, tierras comunales (dehesa y ejido), tierras de propios y las mercedes. Julio le Riverend señala la existencia de haciendas en Cuba antes de 1520.

[5] Colección de documentos inéditos relativos al descubrimiento, conquista y colonización de las posesiones españolas en América y Oceanía, sacados en su mayor parte del Real Archivo de Indias, bajo la dirección de los Sres. S.J.F. Pacheco, F. de Cárdenas y L. de Mendoza, tomo V, pp. 553-554.

[6] Fue hacia la década de 1530 cuando los cabildos cubanos iniciaron la mercedación de tierras a los colonizadores tomando en cuenta su rango social y aprestos.

[7] Un informe de 1611, referido al oriente cubano, cuenta sobre “hatos de ganado vacuno” conteniendo desde 2 000 y hasta 6 000 cabezas en sabanas de dos a seis leguas. (Archivo Nacional de Cuba. Fondo Academia de la Historia, Caja 604, Número 13).

[8] Pichardo, Esteban: Diccionario provincial casi razonado de vozes y frases cubanas, p. 324.

[9] De una u otra forma, predominó la costumbre de adjudicar posesiones de tierra a la redonda, midiendo a partir de un punto central.


[10] El reparto de las tierras y la definición legal de las mismas (S. XVI), estructuró la clase terrateniente; oligarquía esta que expresaba sus aspiraciones y políticas a través de los cabildos.

Conquista de Holguín: el misterio.




Mapa antiguo de Holguín
El actual territorio holguinero fue el primero conocido por Cristóbal Colón en Cuba, quien llegó el 27 de octubre y no se marchó hasta el 24 de noviembre de 1492. Durante esos días el Gran Almirante proyectó las posibilidades comerciales del territorio: ubicación de factorías, plantas, productos comerciales y la presencia de oro, “...y porque atrás tengo hablado del sitio de villa o fortaleza en el Río de Mares por el buen puerto y la comarca...”[1] Y el 4 de noviembre, luego de andar dos leguas río arriba, por el ahora río Gibara, declaró que las tierras que apreciaba eran “muy fértiles”[2].

Sin embargo la conquista y colonización de esta porción del territorio cubano tuvo que esperar. En 1510 Diego Velázquez desembarcó por el Puerto de Palmas, Bahía de Guantánamo y a finales de 1514 ó 1515, luego de la fundación de la Villa de Bayamo, se inicia el dominio colonial sobre este espacio.

El desarrollo sobre el que se desarrolló la comarca holguinera es una superficie propicia para la agricultura y la ganadería, tal como Colón lo intuyó: en los suelos de la zona se encuentran cinco tipos principales: ferralíticos, fersiáliticos, pardos, vertisol y aluviales, son propensos a la agricultura y en especial a los pastos. (Fue lo anteriormente dicho la causa de que entre la época colombina y los años finales del siglo XIX creciera un copioso bosque sobre gran parte del fértil territorio holguinero).

A la variedad y calidad de los suelos se le unía y complementaba una red fluvial, entonces relativamente alta; distinguiéndose los ríos gibara y sus afluentes. (Precisamente sirvieron los ríos de columna vertebral de muchas de las haciendas que se fundaron y en varias ocasiones esas asumieron los nombres de ellos). 

Lamentablemente no existe en la actualidad una sólida documentación sobre la presencia española en estos lugares entre 1514 y 1545, fecha en que se estructuraron las bases del reparto de las tierras. Lo muy poco que se sabe es gracias a elucubraciones de los historiadores, a los mitos que se guardan en la memoria popular y, sobre todo, a los saberes que los arqueólogos han escarbado en los suelos. Por estos últimos conocemos con seguridad de la existencia de catorce sitios en la geografía holguinera u holguinense con presencia hispana y que son, Loma de Baní, Cuadro de los Indios, Varela 3, El Catuco, El Mate I, Loma de los Mates y Barajagua II, lugares estos donde ocurrió un simple contacto entre aborígenes y colonizadores. Por otra parte están Alcalá, El Yayal, El Pesquero, El Porvenir, Chorro de Maíta, Potrero del Mango y la Güira de Barajagua, donde se muestra una importante presencia colonial europea[3].

Sobre los nombres de los encomenderos sólo tenemos la información de que en 1527 en Banes, Diego de Ávila era dueño de una naboría y que otra, primeramente de Alonso de Mendoza y Juan Mosquera, era poseída para esa fecha en un 50 % por Manuel de Rojas, desconociéndose el otro propietario[4], y la hipótesis del Dr. José A. García Castañeda de que primero Bartolomé de Bastida y luego García Holguín junto a Diego Lorenzana, fueron los poseedores de la Encomienda El Yayal[5], entre 1515 y 1520.


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[1] Hortensia Pichardo. Capitulaciones de Santa Fe.  Relación  del primer viaje de Colón. Compilación, p. 57.

[2] Diario de Cristóbal Colón, en: Antología crítica de la historiografía colonial, p. 10.

[3] Valcárcel, Roberto: Introducción a la arqueología del contacto indohispánico en la provincia de Holguín, Cuba, en El caribe Arqueológico, pp. 72-75.

[4] Ídem, p. 74, Apud. Mira C., Esteban: El indio antillano; repartimiento, encomienda y esclavitud (1492-1542). Muñoz Moya editor, Sevilla, 1992, pp. 418 y 425.


[5] García Castañeda, José A.: La Municipalidad holguinera. Su creación y desenvolvimiento hasta 1799, pp. 30-33.

19 de octubre de 2014

La clinica Beltrán en Holguín



No creo que en el presente se consigan en la ciudad de Holguín más de cinco personas que tengan en su memoria a la clínica Beltrán. Tampoco sabía de ella este redactor de la nota que lee el amable visitante a la Aldea. Y sin embargo, diariamente paso frente a la casona que se levantó sobre los cimientos de la clínica.



Fue en el buen blog, aunque lamentablemente un poco parco, que se titula: Holguín, ciudad de los parques, donde escribe una persona que no conozco personalmente, pero que tanto leo que ya es como si fuéramos amigos “de antes” donde encontré un recorte del periódico Norte:

Nada se ha hecho de tanto provecho por el progreso de Holguin, como el sacrificio de los señores Beltrán, Frexes y Zorrilla por dotar a la ciudad con una Clínica que reúna el confort, las comodidades y condiciones higiénicas de la que en el precioso Llano han establecido.

Cuenta esta Clínica con un modernísimo salón de operaciones tan perfecto en sus condiciones de asepsia que con razón puede Holguín estar orgulloso de que ni en la Capital haya alguno que lo mejore.

La Clínica, bajo la dirección del reputado y popular doctor Francisco Pérez Zorrilla y contando con cirujanos especialistas, como los doctores Sebastián Beltrán y Antonio Frexes, esta tan bien atendida que no necesitan anunciar la pequeña pensión de $5.00 que cobran a los operados para que en el poco tiempo que llevan de establecidos vean con agrado que de todo el Término [municipal], la clientela prefiere venir a esta gran Clínica antes de ir a la Habana a operarse.

En nuestra visita, nos quedamos admirados del buen orden que reina en todo y las atenciones que dispensan a los pensionados.


Más no es mejor el escrito de Norte que el comentario que le hace a  "Holguín, la ciudad de los parques" una persona, Adrián Carralero y que seguidamente copio para bien de la memoria de los holguineros.

Viajemos en el tiempo, recuerda la calle Capitán Federico Capdevila y Maceo. En la esquina opuesta estaba el antiguo Casana Club... ¿recuerdas?? ¡Como baile ahí!!!!!!. Bueno al grano: en la esquina opuesta había una casita muy bonita estilo Virginiano, era de madera y de dos pisos, con ventanales franceses, o sea, vitrales y madera y las persianas pequeñas. La dicha casa perteneció ya en los entrados años cincuenta y hasta 1966, creo, a Mister Tobin, quien era retirado del Banco The Royal Bank of Canada, donde trabajo mi inolvidable primo Orlando Zayas. Bien, entre 1939 y mediados de los 40 o sea, hasta 1944 o 1945 funcionó allí mismo la clínica de la cual haces referencia. En ella había un pequeño quirófano para operaciones ambulatorias y un salón de parto con algunas camas.

Era la clínica de la propiedad de las personas que se dijeron antes. Ellos mismo la trasladaron luego a la clínica vieja que estaba en calle Frexes y Morales Lemus y en los 1959-60 construyeron el edificio moderno de la también moderna clínica Frexes, que luego devino en la Dirección Regional de Salud Publica, y que funcionó como Policlínico hasta el 1966, [y como maternidad, agrego yo, que nací en ese lugar. La Clínica Frexes fue y sigue siendo Dirección de Salud Pública en Holguín desde que en noviembre de 1965 se inauguró el Hospital Lenin].

Volviendo al inmueble donde estuvo la clínica Beltrán, este fue demolido en 1972, construyéndose entonces uno de los  denominados “chalet” de bloques y losa monolitica (placa) que existe actualmente, (al costado del Instito de Segunda Enseñanza ”Enrique Jose Varona”, construido entre 1948-5). Es exactamente allí donde está la cuchilla que divide la calle Capdevila y la Avenida Capitán Urbino. En dicha cuchilla se levanta el monolito que honra al Capitán Urbino, insigne mambí holguinero.

Recuerdo que los jardines de la Clínica tenia unos hermosos laureles o “Ficus Benjamina”, que es su nombre botánico, con una fronda que casi ocupaba un 65% del área verde de la clinica.

Hasta ahí mi humilde colaboración...un abrazo, Adrián.

Sin embargo, para bien de los curiosos, no es hasta ahí la valiosa colaboración de Adrián. Poco después recordó otras informaciones:
Bueno para intercalar algo que faltó, sobre la Clínica Frexes, en calle Frexes y Morales Lemus, sucesora del “castillito verde”, que fue la Clínica Quirúrgica Doctor Francisco Beltrán de calle Maceo y Capdevila.

La Clínica Frexes se intervino en el 1961 y como aun no se había construido el Hospital General Vladimir Ilich Lenin, y porque el viejo Hospital Civil, (calle Hospital entre Maceo y Manduley), no tenia capacidad para atender a la población de Holguín (ciudad) y sus alrededores, se decidió por el Capitán Dr. Figueredo, Dr. Pérez Maza y el ministro de Salud Publica, así como el gobierno local, (de la Regional Holguin-Gibara), crear un Hospital Materno, y como las instalaciones del edificio (Clínica Frexes) eran muy buenas, se adaptó para hospital: Recuerdo el lobby de cristalería Miami, la escalera de acordeón, los pisos de granito blanco pulido. Ya en noviembre del 1965 se inaugura el nuevo hospital con 750 camas originalmente y la antes Clínica Frexes deja de funcionar el Materno.

El Hospital Materno fue dirigido por el Dr. Lasa y por otros destacados ginecólogos, entre los que estaba el Dr. Rossique que radica en Miami, y quien estudió medicina en Cuba y Francia (Paris).

Después que dejó de ser materno fue que la Clínica Frexes pasó a ser policlínica y a finales de la década del 60, la Dirección de Salud Publica, entidad que originalmente estaba situada en el antiguo edificio ONDI, al costado del Palacio de Justicia, localizado en la carretera a Mayarí, que después se transformó en el Hospital Infantil (Pediátrico).
No debemos olvidar los holguineros a esos tres nombres notables de la medicina local: el Dr. Zorilla, médico general, que era un gran filántropo por lo que muchas veces no cobraba la consulta si era pobre el estado económico del paciente, y el Dr Frexes, cirujano.

15 de octubre de 2014

La espectacular fuga de Justo García Vélez, hijo del Mayor General Calixto García, desde una cárcel española en Africa y su travesía hasta Cuba en armas



Por: José Abreu Cardet
Justo García Vélez, hijo de Isabel y el Mayor General Calixto García, nació en medio de la manigua insurrecta, exactamente en algún punto rural de Cacocum. Dice la tradición que a petición de su abuela Lucía Iñiguez, un soldado mambí cortó el cordón que lo unía a su madre usando el machete con que peleaba.

Poco después cayeron prisioneros Isabel, Lucía, los hijos pequeños y otros integrantes de la heroica familia. Luego de una odisea en la isla, los García Vélez fueron deportados a Estados Unidos. Justo se marcha de Cuba siendo un niño de poco más de un año de nacido, por lo que creció en el extranjero. Y cuando estalla la guerra de 1895 Justo trabajaba en la administración pública en Filipinas[1], que en esa época  formaba parte del imperio español.

Calixto logró escapar de la vigilancia española y de Madrid viene a Cuba y se integra al movimiento independentista. Lo designan jefe del Departamento Oriental. Otra vez el General toma ciudades y liquidaba columnas españolas, y, mientras, a miles de millas de Cuba, su hijo Justo García Vélez escribió una desconocida página en la historia de la emigración revolucionaria cubana.

Después de la fuga del padre de España, las autoridades colonialistas tomaron medidas contra Justo, prohibiéndole que visitara el puerto de Manila, por donde podía escapar al exterior. Sin embargo, clandestinamente, el joven visitó esa ciudad y gestionó su ida a Cuba, pero le resultó imposible por la vigilancia de la inteligencia española.

Entonces el hijo del General García, Justo, decidió trasladarse a España; pensaba que desde allí sería más fácil dirigirse a otro país. Cuando el barco en que viajaba hizo escala en un puerto en Egipto, trató de quedarse pero el cónsul español lo obligó a continuar viaje[2].  Y al llegar a España lo detuvieron y lo encerraron en una cárcel en Bilbao, desde donde escribió a su madre el 14 de noviembre de 1896. A finales de diciembre de ese año ya lo habían trasladado a una prisión en Cádiz y en febrero de 1897 se encontraba en Chafarinas presidio español de las costas africanas[3]

Islas Chafarinas en la actualidad

Desde África, Justo, junto a Emilio Barcardí[4] y Manuel Planas[5], que también se encontraban detenidos, planificaron una espectacular fuga, de la que Carlos García Vélez[6] nos dejó una interesante descripción, en su diario;

“(...) determinado a intentar la fuga atravesando en un bote velero el Estrecho de Gibraltar por la parte mas ancha, a fin de arribar a la colonia francesa de Argelia, evitando la costa marroquí donde las tribus (ilegible) en connivencia con las autoridades españolas, estaban siempre alertas para apresar a los fugitivos de los presidios españoles de África.

“Las negociaciones hechas por Planas y Justo con unos marineros españoles traficantes de frutos, verduras y otros efectos por mar, dieron por resultado que los prisioneros fueron conducidos en su embarcación, cierta noche, comprometiéndose por dos mil pesos cada uno debiendo Emilio Bacardí, compañero preso político, sumarse a Planas y Justo. Al poner estos los pies en el bote a Bacardí le entró sospechas por la mala catadura de los boteros de que después de coger el dinero ya alta mar serian los tres asesinados.  Inútil fue la argumentación de que ellos iban armados y que venderían caras sus vidas en tal caso, pero que tenían plena confianza en los hombres porque al llegar hasta la costa de Argelia recibiría la otra mitad de la cantidad convenida, Bacardí se quedó y Planas y Justo, animosos de correr la, por muchos conceptos peligrosa travesía, salieron en la embarcación del muelle y en la oscuridad silenciosamente se alejaron de Chafarinas y entraron en el Estrecho.  El tiempo les favoreció y pudieron izar la vela latina y ayudando con los remos, al amanecer, ya estaban lejos de Chafarinas.

“Los boteros intentaron amedrentar a los fugitivos y exigir el doble de lo pactado. Tanto que los dos cubanos hubieron de transigir, pero los boteros les jugaron la mala partida de arribar a la costa del Riff, lejos de la de Argelia.

“Los dos fugitivos anduvieron por los arrecifes y entre las rocas, escondiéndose de las tribus ribereñas, quienes recibirían dinero y si entregaban a los españoles los presos evadidos.

“Días y noches de penoso andar, sin comer, bebiendo la poca agua de lluvia de las pocetas y ya estaban exhaustos cuando cerca de la costa cruzó una lancha francesa que los recogió y los condujo a Nemurs, donde fueron aliviados de su terrible situación y desde donde telegrafiaron al Dr Betances[7] y embarcaron para Marsella y de este puerto, en tren, siguieron para Paris. En aquella ciudad la policía detuvo a Justo, obedeciendo instrucciones del gobierno francés, quien quiso acceder a la demanda de extradición solicitada por Cánovas contra Justo, acusándole de anarquista.

“Las diligencias en París de Betances que junto a Henri Rochefort[8], amigo de Betances y a quien mi padre había visitado a su paso por Paris para expresarle su gratitud por el apoyo que el diario de Rochefort, L´Infransigent, daba a la causa de la independencia, lograron que Justo fueran puesto en libertad y expulsado de territorio francés. El hijo de Calixto García embarcó para Nueva York y allí el Delegado del Partido Revolucionario Cubano, Tomás Estrada Palma lo embarcó en una pequeña expedición con el General Joaquín Castillo Duany[9].

“Tuve yo la suerte y el gran placer de ser quien recibiera la expedición en la que venía mi hermano. La marcha, que tuve que hacer desde el centro hasta la costa (para esperar la expedición), me llevo dos noches y un día sin detenerse en los campos inundados y de “diente de perro” la costa. La gente sufrió mucho y los caballos sin herradura quedaron lisiados de los cascos.

Repito y vuelvo a repetir que las hazañas de los expedicionarios no hay plumas que la puedan describir..."



Diciembre 2 de 1918
Fallece en La Habana el coronel Justo García Vélez, hijo del glorioso general Calixto García. Ocupó importantes cargos diplomáticos y fue secretario de Estado en el primer gabinete de José Miguel Gómez. Justo fue embajador de Cuba en España)





[1] Centro de Información de las Guerras de Independencia, Museo Casa Natal de Calixto García, Diario de Carlos García Vélez, Documento No. 1.

[2] Ibídem.

[3] Ibídem.

[4] Emilio Bacardi destacado intelectual y patriota natural de Santiago de Cuba. Fue escritor e historiador y formo el museo que hoy lleva su nombre en la ciudad de Santiago de Cuba. 

[5] Manuel  Planas Rodríguez del Rey,  Nació en Bayamo, Oriente. Durante la guerra de 1895 fue detenido por sus actividades  revolucionarais y enviado a Chafarinas Logro escapar el 4 de agosto de 1897. Logro trasladarse a los Estados Unidos y desde allí en una expedición a Cuba Alcanzó el grado de coronel. Murió en  Bayamo el 1 de diciembre de 1949.

[6] Carlos García Vélez  Hijo de Calixto e Isabel. Se graduó de estomatólogo en España. Se incorporó al Ejercito Libertador en la guerra de 1895 donde alcanzo el grado de general de brigada. Durante la Republica fue embajador. Falleció en La Habana a principios de la década del sesenta del siglo XX. 

[7] Emeterio Betances patriota puertorriqueño que participó activamente en el movimiento independentista cubano.

[8] Periodista  francés que apoyo el movimiento independentista cubano.


[9] Joaquín Castillo Duany.  Nació en Santiago de Cuba, el 1 de mayo de 1858. Médico en la Marina de Guerra de los Estados Unidos. Luego se estableció en Cuba En 1895 se incorporó a la guerra. Fue  jefe de Sanidad del  Primer Cuerpo  del Departamento Oriental. Delegado a  la Asamblea Constituyente de Jimaguayú (13.9.1895) y  subsecretario de Hacienda del Consejo de Gobierno, Jefe de sanidad de la columna invasora. Fue enviado al exterior en una misión. Condujo a Cuba varias expediciones. Al terminar la guerra se traslado a París para restablecerse la salud y allí murió el 21 de noviembre de 1902.


6 de octubre de 2014

Los indios de Holguín.



Grabado antiguo de Holguín
Insistentemente los historiadores y los divulgadores de la más temprana historia documental de Holguín rastrean sobre los vecinos que preferentemente desde Bayamo y Camaguey, vinieron a vivir en esta comarca, conformando la primera población local, y poco o casi nunca se habla del componente indio ya sea puro o mestizo, que habitó esta comarca. Dada a autodesignarse gente blanca, la memoria holguinera olvidó a los aborígenes, y eso que ellos debieron ser muy abundantes, tanto que como mismo Jiguaní y Mayarí, Holguín fue considerado pueblo de indios o pueblo fundado con fortísimo componente indio.

Y cuando ya se andaba por la cuarta década del XIX, todavía los indios eran visibles en Holguín, tal como lo atestiguan los libros de Bautizos y Defunciones de las iglesias locales. Sirvan los siguientes datos de ejemplo a las afirmaciones anteriores:

En el padrón o censo de 1775 están registrados como residentes en Holguín, 139 indios, 86 hombres y 53 mujeres, de ellos 96 indios puros. Y lo más singular de estas cifras, que el 55,4 % de ellos eran niños entre 0 y 15 años con la posibilidad o esperanza de vivir de 40 a 45 años.

Entre 1799 y 1861 hay 180 referencias a indios en los libros de bautizos, de ellos, 170 naturales o nacidos en Holguín y el resto procedentes de Jiguaní, El Caney y Baracoa[1]. En la última década de ese periodo, es decir, de 1850 a 1860 es cuando mayor cantidad de indios recién nacidos son asentados en los libros parroquiales holguineros, esto supone que la presencia aborigen en la comarca llegó hasta principios del XX, que fue cuando la entrada del capital norteamericano cambió radicalmente la economía de local que durante los cuatro siglos anteriores no había tenido cambios significativos. Entonces se consumó la “total transculturación de los remantes aborígenes”[2].




[1] Vega Suñol, José, René Navarro Fernández y Joaquín Ferreiro Fernández: “Presencia aborigen en los Archivos Parroquiales de Holguín”, en Revista de Historia, año 2, no. 4, octubre-diciembre, Holguín, 198, p. 62-63. 
[2] Ibídem.

Irienú



Para los holguineros u holguinenses actuales, el nombre de Maniabón provoca un temblor leve como el de un sueño que hace mucho ya nadie tiene. Nada nos liga ni nos obliga a lugar con tal nombre y si el fisgoneador pregunta es posible que algún vecino asegure que no hay lugar alguno que se llame así. Sin embargo, dicen, pertenecía la comarca a la provincia de ese nombre, si es que finalmente aceptamos que los aborígenes tenían el territorio dividido de esa forma o de una semejante, que a los españoles les parecieron provincias. Sí, dice alguien con un poco más de información y sonríe, Lomas de Maniabón se llama un extenso grupo de elevaciones que atraviesan la jurisdicción como columna vertebral que tiene sus vertebras dislocadas.

De quien todos callaron para evitar alguna minuciosa genealogía que lo acuse de descendiente fue de Francisco Morales, que avergüenza todavía por la violencia con que mató indios y fornicó mujeres en una campaña que llevó a cabo después de la llegada de Diego Velázquez, sobre los indios maniobenses.

Y de Irienú tampoco sabe nadie, con la sola excepción de Juan Albanés que en una crónica de la vieja y olvidada historia de Holguín lo menciona y dice que era un jefe indio de la comarca que ayudó a García Holguín en la colonización. Al parecer era mezcla de blanco y aborigen, descendiente quizás de un soldado de la expedición del cruelísimo Francisco de Morales (en 1512). No hay datos que confirmen lo anterior.


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