LO ÚLTIMO

La aldea a la mano (Holguín, Cuba)

19 de octubre de 2014

La clinica Beltrán en Holguín



No creo que en el presente se consigan en la ciudad de Holguín más de cinco personas que tengan en su memoria a la clínica Beltrán. Tampoco sabía de ella este redactor de la nota que lee el amable visitante a la Aldea. Y sin embargo, diariamente paso frente a la casona que se levantó sobre los cimientos de la clínica.



Fue en el buen blog, aunque lamentablemente un poco parco, que se titula: Holguín, ciudad de los parques, donde escribe una persona que no conozco personalmente, pero que tanto leo que ya es como si fuéramos amigos “de antes” donde encontré un recorte del periódico Norte:

Nada se ha hecho de tanto provecho por el progreso de Holguin, como el sacrificio de los señores Beltrán, Frexes y Zorrilla por dotar a la ciudad con una Clínica que reúna el confort, las comodidades y condiciones higiénicas de la que en el precioso Llano han establecido.

Cuenta esta Clínica con un modernísimo salón de operaciones tan perfecto en sus condiciones de asepsia que con razón puede Holguín estar orgulloso de que ni en la Capital haya alguno que lo mejore.

La Clínica, bajo la dirección del reputado y popular doctor Francisco Pérez Zorrilla y contando con cirujanos especialistas, como los doctores Sebastián Beltrán y Antonio Frexes, esta tan bien atendida que no necesitan anunciar la pequeña pensión de $5.00 que cobran a los operados para que en el poco tiempo que llevan de establecidos vean con agrado que de todo el Término [municipal], la clientela prefiere venir a esta gran Clínica antes de ir a la Habana a operarse.

En nuestra visita, nos quedamos admirados del buen orden que reina en todo y las atenciones que dispensan a los pensionados.


Más no es mejor el escrito de Norte que el comentario que le hace a  "Holguín, la ciudad de los parques" una persona, Adrián Carralero y que seguidamente copio para bien de la memoria de los holguineros.

Viajemos en el tiempo, recuerda la calle Capitán Federico Capdevila y Maceo. En la esquina opuesta estaba el antiguo Casana Club... ¿recuerdas?? ¡Como baile ahí!!!!!!. Bueno al grano: en la esquina opuesta había una casita muy bonita estilo Virginiano, era de madera y de dos pisos, con ventanales franceses, o sea, vitrales y madera y las persianas pequeñas. La dicha casa perteneció ya en los entrados años cincuenta y hasta 1966, creo, a Mister Tobin, quien era retirado del Banco The Royal Bank of Canada, donde trabajo mi inolvidable primo Orlando Zayas. Bien, entre 1939 y mediados de los 40 o sea, hasta 1944 o 1945 funcionó allí mismo la clínica de la cual haces referencia. En ella había un pequeño quirófano para operaciones ambulatorias y un salón de parto con algunas camas.

Era la clínica de la propiedad de las personas que se dijeron antes. Ellos mismo la trasladaron luego a la clínica vieja que estaba en calle Frexes y Morales Lemus y en los 1959-60 construyeron el edificio moderno de la también moderna clínica Frexes, que luego devino en la Dirección Regional de Salud Publica, y que funcionó como Policlínico hasta el 1966, [y como maternidad, agrego yo, que nací en ese lugar. La Clínica Frexes fue y sigue siendo Dirección de Salud Pública en Holguín desde que en noviembre de 1965 se inauguró el Hospital Lenin].

Volviendo al inmueble donde estuvo la clínica Beltrán, este fue demolido en 1972, construyéndose entonces uno de los  denominados “chalet” de bloques y losa monolitica (placa) que existe actualmente, (al costado del Instito de Segunda Enseñanza ”Enrique Jose Varona”, construido entre 1948-5). Es exactamente allí donde está la cuchilla que divide la calle Capdevila y la Avenida Capitán Urbino. En dicha cuchilla se levanta el monolito que honra al Capitán Urbino, insigne mambí holguinero.

Recuerdo que los jardines de la Clínica tenia unos hermosos laureles o “Ficus Benjamina”, que es su nombre botánico, con una fronda que casi ocupaba un 65% del área verde de la clinica.

Hasta ahí mi humilde colaboración...un abrazo, Adrián.

Sin embargo, para bien de los curiosos, no es hasta ahí la valiosa colaboración de Adrián. Poco después recordó otras informaciones:
Bueno para intercalar algo que faltó, sobre la Clínica Frexes, en calle Frexes y Morales Lemus, sucesora del “castillito verde”, que fue la Clínica Quirúrgica Doctor Francisco Beltrán de calle Maceo y Capdevila.

La Clínica Frexes se intervino en el 1961 y como aun no se había construido el Hospital General Vladimir Ilich Lenin, y porque el viejo Hospital Civil, (calle Hospital entre Maceo y Manduley), no tenia capacidad para atender a la población de Holguín (ciudad) y sus alrededores, se decidió por el Capitán Dr. Figueredo, Dr. Pérez Maza y el ministro de Salud Publica, así como el gobierno local, (de la Regional Holguin-Gibara), crear un Hospital Materno, y como las instalaciones del edificio (Clínica Frexes) eran muy buenas, se adaptó para hospital: Recuerdo el lobby de cristalería Miami, la escalera de acordeón, los pisos de granito blanco pulido. Ya en noviembre del 1965 se inaugura el nuevo hospital con 750 camas originalmente y la antes Clínica Frexes deja de funcionar el Materno.

El Hospital Materno fue dirigido por el Dr. Lasa y por otros destacados ginecólogos, entre los que estaba el Dr. Rossique que radica en Miami, y quien estudió medicina en Cuba y Francia (Paris).

Después que dejó de ser materno fue que la Clínica Frexes pasó a ser policlínica y a finales de la década del 60, la Dirección de Salud Publica, entidad que originalmente estaba situada en el antiguo edificio ONDI, al costado del Palacio de Justicia, localizado en la carretera a Mayarí, que después se transformó en el Hospital Infantil (Pediátrico).
No debemos olvidar los holguineros a esos tres nombres notables de la medicina local: el Dr. Zorilla, médico general, que era un gran filántropo por lo que muchas veces no cobraba la consulta si era pobre el estado económico del paciente, y el Dr Frexes, cirujano.

15 de octubre de 2014

La espectacular fuga de Justo García Vélez, hijo del Mayor General Calixto García, desde una cárcel española en Africa y su travesía hasta Cuba en armas



Por: José Abreu Cardet
Justo García Vélez, hijo de Isabel y el Mayor General Calixto García, nació en medio de la manigua insurrecta, exactamente en algún punto rural de Cacocum. Dice la tradición que a petición de su abuela Lucía Iñiguez, un soldado mambí cortó el cordón que lo unía a su madre usando el machete con que peleaba.

Poco después cayeron prisioneros Isabel, Lucía, los hijos pequeños y otros integrantes de la heroica familia. Luego de una odisea en la isla, los García Vélez fueron deportados a Estados Unidos. Justo se marcha de Cuba siendo un niño de poco más de un año de nacido, por lo que creció en el extranjero. Y cuando estalla la guerra de 1895 Justo trabajaba en la administración pública en Filipinas[1], que en esa época  formaba parte del imperio español.

Calixto logró escapar de la vigilancia española y de Madrid viene a Cuba y se integra al movimiento independentista. Lo designan jefe del Departamento Oriental. Otra vez el General toma ciudades y liquidaba columnas españolas, y, mientras, a miles de millas de Cuba, su hijo Justo García Vélez escribió una desconocida página en la historia de la emigración revolucionaria cubana.

Después de la fuga del padre de España, las autoridades colonialistas tomaron medidas contra Justo, prohibiéndole que visitara el puerto de Manila, por donde podía escapar al exterior. Sin embargo, clandestinamente, el joven visitó esa ciudad y gestionó su ida a Cuba, pero le resultó imposible por la vigilancia de la inteligencia española.

Entonces el hijo del General García, Justo, decidió trasladarse a España; pensaba que desde allí sería más fácil dirigirse a otro país. Cuando el barco en que viajaba hizo escala en un puerto en Egipto, trató de quedarse pero el cónsul español lo obligó a continuar viaje[2].  Y al llegar a España lo detuvieron y lo encerraron en una cárcel en Bilbao, desde donde escribió a su madre el 14 de noviembre de 1896. A finales de diciembre de ese año ya lo habían trasladado a una prisión en Cádiz y en febrero de 1897 se encontraba en Chafarinas presidio español de las costas africanas[3]

Islas Chafarinas en la actualidad

Desde África, Justo, junto a Emilio Barcardí[4] y Manuel Planas[5], que también se encontraban detenidos, planificaron una espectacular fuga, de la que Carlos García Vélez[6] nos dejó una interesante descripción, en su diario;

“(...) determinado a intentar la fuga atravesando en un bote velero el Estrecho de Gibraltar por la parte mas ancha, a fin de arribar a la colonia francesa de Argelia, evitando la costa marroquí donde las tribus (ilegible) en connivencia con las autoridades españolas, estaban siempre alertas para apresar a los fugitivos de los presidios españoles de África.

“Las negociaciones hechas por Planas y Justo con unos marineros españoles traficantes de frutos, verduras y otros efectos por mar, dieron por resultado que los prisioneros fueron conducidos en su embarcación, cierta noche, comprometiéndose por dos mil pesos cada uno debiendo Emilio Bacardí, compañero preso político, sumarse a Planas y Justo. Al poner estos los pies en el bote a Bacardí le entró sospechas por la mala catadura de los boteros de que después de coger el dinero ya alta mar serian los tres asesinados.  Inútil fue la argumentación de que ellos iban armados y que venderían caras sus vidas en tal caso, pero que tenían plena confianza en los hombres porque al llegar hasta la costa de Argelia recibiría la otra mitad de la cantidad convenida, Bacardí se quedó y Planas y Justo, animosos de correr la, por muchos conceptos peligrosa travesía, salieron en la embarcación del muelle y en la oscuridad silenciosamente se alejaron de Chafarinas y entraron en el Estrecho.  El tiempo les favoreció y pudieron izar la vela latina y ayudando con los remos, al amanecer, ya estaban lejos de Chafarinas.

“Los boteros intentaron amedrentar a los fugitivos y exigir el doble de lo pactado. Tanto que los dos cubanos hubieron de transigir, pero los boteros les jugaron la mala partida de arribar a la costa del Riff, lejos de la de Argelia.

“Los dos fugitivos anduvieron por los arrecifes y entre las rocas, escondiéndose de las tribus ribereñas, quienes recibirían dinero y si entregaban a los españoles los presos evadidos.

“Días y noches de penoso andar, sin comer, bebiendo la poca agua de lluvia de las pocetas y ya estaban exhaustos cuando cerca de la costa cruzó una lancha francesa que los recogió y los condujo a Nemurs, donde fueron aliviados de su terrible situación y desde donde telegrafiaron al Dr Betances[7] y embarcaron para Marsella y de este puerto, en tren, siguieron para Paris. En aquella ciudad la policía detuvo a Justo, obedeciendo instrucciones del gobierno francés, quien quiso acceder a la demanda de extradición solicitada por Cánovas contra Justo, acusándole de anarquista.

“Las diligencias en París de Betances que junto a Henri Rochefort[8], amigo de Betances y a quien mi padre había visitado a su paso por Paris para expresarle su gratitud por el apoyo que el diario de Rochefort, L´Infransigent, daba a la causa de la independencia, lograron que Justo fueran puesto en libertad y expulsado de territorio francés. El hijo de Calixto García embarcó para Nueva York y allí el Delegado del Partido Revolucionario Cubano, Tomás Estrada Palma lo embarcó en una pequeña expedición con el General Joaquín Castillo Duany[9].

“Tuve yo la suerte y el gran placer de ser quien recibiera la expedición en la que venía mi hermano. La marcha, que tuve que hacer desde el centro hasta la costa (para esperar la expedición), me llevo dos noches y un día sin detenerse en los campos inundados y de “diente de perro” la costa. La gente sufrió mucho y los caballos sin herradura quedaron lisiados de los cascos.

Repito y vuelvo a repetir que las hazañas de los expedicionarios no hay plumas que la puedan describir..."



Diciembre 2 de 1918
Fallece en La Habana el coronel Justo García Vélez, hijo del glorioso general Calixto García. Ocupó importantes cargos diplomáticos y fue secretario de Estado en el primer gabinete de José Miguel Gómez. Justo fue embajador de Cuba en España)





[1] Centro de Información de las Guerras de Independencia, Museo Casa Natal de Calixto García, Diario de Carlos García Vélez, Documento No. 1.

[2] Ibídem.

[3] Ibídem.

[4] Emilio Bacardi destacado intelectual y patriota natural de Santiago de Cuba. Fue escritor e historiador y formo el museo que hoy lleva su nombre en la ciudad de Santiago de Cuba. 

[5] Manuel  Planas Rodríguez del Rey,  Nació en Bayamo, Oriente. Durante la guerra de 1895 fue detenido por sus actividades  revolucionarais y enviado a Chafarinas Logro escapar el 4 de agosto de 1897. Logro trasladarse a los Estados Unidos y desde allí en una expedición a Cuba Alcanzó el grado de coronel. Murió en  Bayamo el 1 de diciembre de 1949.

[6] Carlos García Vélez  Hijo de Calixto e Isabel. Se graduó de estomatólogo en España. Se incorporó al Ejercito Libertador en la guerra de 1895 donde alcanzo el grado de general de brigada. Durante la Republica fue embajador. Falleció en La Habana a principios de la década del sesenta del siglo XX. 

[7] Emeterio Betances patriota puertorriqueño que participó activamente en el movimiento independentista cubano.

[8] Periodista  francés que apoyo el movimiento independentista cubano.


[9] Joaquín Castillo Duany.  Nació en Santiago de Cuba, el 1 de mayo de 1858. Médico en la Marina de Guerra de los Estados Unidos. Luego se estableció en Cuba En 1895 se incorporó a la guerra. Fue  jefe de Sanidad del  Primer Cuerpo  del Departamento Oriental. Delegado a  la Asamblea Constituyente de Jimaguayú (13.9.1895) y  subsecretario de Hacienda del Consejo de Gobierno, Jefe de sanidad de la columna invasora. Fue enviado al exterior en una misión. Condujo a Cuba varias expediciones. Al terminar la guerra se traslado a París para restablecerse la salud y allí murió el 21 de noviembre de 1902.


6 de octubre de 2014

Los indios de Holguín.



Grabado antiguo de Holguín
Insistentemente los historiadores y los divulgadores de la más temprana historia documental de Holguín rastrean sobre los vecinos que preferentemente desde Bayamo y Camaguey, vinieron a vivir en esta comarca, conformando la primera población local, y poco o casi nunca se habla del componente indio ya sea puro o mestizo, que habitó esta comarca. Dada a autodesignarse gente blanca, la memoria holguinera olvidó a los aborígenes, y eso que ellos debieron ser muy abundantes, tanto que como mismo Jiguaní y Mayarí, Holguín fue considerado pueblo de indios o pueblo fundado con fortísimo componente indio.

Y cuando ya se andaba por la cuarta década del XIX, todavía los indios eran visibles en Holguín, tal como lo atestiguan los libros de Bautizos y Defunciones de las iglesias locales. Sirvan los siguientes datos de ejemplo a las afirmaciones anteriores:

En el padrón o censo de 1775 están registrados como residentes en Holguín, 139 indios, 86 hombres y 53 mujeres, de ellos 96 indios puros. Y lo más singular de estas cifras, que el 55,4 % de ellos eran niños entre 0 y 15 años con la posibilidad o esperanza de vivir de 40 a 45 años.

Entre 1799 y 1861 hay 180 referencias a indios en los libros de bautizos, de ellos, 170 naturales o nacidos en Holguín y el resto procedentes de Jiguaní, El Caney y Baracoa[1]. En la última década de ese periodo, es decir, de 1850 a 1860 es cuando mayor cantidad de indios recién nacidos son asentados en los libros parroquiales holguineros, esto supone que la presencia aborigen en la comarca llegó hasta principios del XX, que fue cuando la entrada del capital norteamericano cambió radicalmente la economía de local que durante los cuatro siglos anteriores no había tenido cambios significativos. Entonces se consumó la “total transculturación de los remantes aborígenes”[2].




[1] Vega Suñol, José, René Navarro Fernández y Joaquín Ferreiro Fernández: “Presencia aborigen en los Archivos Parroquiales de Holguín”, en Revista de Historia, año 2, no. 4, octubre-diciembre, Holguín, 198, p. 62-63. 
[2] Ibídem.

Irienú



Para los holguineros u holguinenses actuales, el nombre de Maniabón provoca un temblor leve como el de un sueño que hace mucho ya nadie tiene. Nada nos liga ni nos obliga a lugar con tal nombre y si el fisgoneador pregunta es posible que algún vecino asegure que no hay lugar alguno que se llame así. Sin embargo, dicen, pertenecía la comarca a la provincia de ese nombre, si es que finalmente aceptamos que los aborígenes tenían el territorio dividido de esa forma o de una semejante, que a los españoles les parecieron provincias. Sí, dice alguien con un poco más de información y sonríe, Lomas de Maniabón se llama un extenso grupo de elevaciones que atraviesan la jurisdicción como columna vertebral que tiene sus vertebras dislocadas.

De quien todos callaron para evitar alguna minuciosa genealogía que lo acuse de descendiente fue de Francisco Morales, que avergüenza todavía por la violencia con que mató indios y fornicó mujeres en una campaña que llevó a cabo después de la llegada de Diego Velázquez, sobre los indios maniobenses.

Y de Irienú tampoco sabe nadie, con la sola excepción de Juan Albanés que en una crónica de la vieja y olvidada historia de Holguín lo menciona y dice que era un jefe indio de la comarca que ayudó a García Holguín en la colonización. Al parecer era mezcla de blanco y aborigen, descendiente quizás de un soldado de la expedición del cruelísimo Francisco de Morales (en 1512). No hay datos que confirmen lo anterior.


¿Dónde queda Yaguajay o cuál fue el destino de los indios de Banes?

Toda la información fue tomada de la Tesis Doctoral de Roberto Valcárcel Rojas




En el testimonio dado por el escribano Juan de la Torre, de los indios repartidos por Gonzalo de Guzmán desde el 25 de abril de 1526 a agosto de 1530 se recoge el siguiente dato:

“Yten se encomendaron a Francisco Osorio e Antonio Velazquez, vecinos desta dicha cibdad, el cacique de Yaguayhay de Cubanacan, que estaba encomendado al dicho Andres del Duero, e de consentimiento del dicho Antonio Velazquez se le quedó todo el cacique e yndios al dicho Osorio, por quanto de otros yndios suyos dio veynte e cinco personas..”

Aunque la historiografía holguinera no ha mostrado interés por ese documento, este trata de la formación en 1530 de una Encomienda de la que se tienen más datos que de la de García Holguín.

Igual en el juicio de residencia tomado a Gonzalo de Guzmán aparece otra versión de ese mismo reparto; dice allí que “(…) el Obispo y Guzmán encomendaron a Antonio Velazquez y a Francisco Osorio el cacique Yaguahán que (antes había sido) encomendado a Duero”.

Verdad que en el documento no queda claro si Yaguayhay y Yaguahán se refieren al mismo lugar o persona, o si realmente Yaguayhay era un pueblo y Yaguahán un cacique, pero es obvio que se trata de la misma encomienda, antes poseída por Andres de Duero, y la referencia a Cubanacán es indicio de ubicación espacial.

Ruta de Diego velázquez según el arqueólogo Irving Rouse

Por costumbre los cubanos consideramos a Cubanacán como una provincia india situada en la parte central de Cuba, incluso, así se le encuentra en los mapas elaborados para ubicar tales regiones, como el de De la Torre (1841) reproducido por De la Sagra (1842). Y a dichos mapas siempre se le adosa un comentario de Bartolomé de las Casas  quien se refirió a  
“(…) una provincia que se llamaba Cubanacan cuasi en medio de Cuba, porque nacan quiere decir, en la lengua destas islas, medio ó en medio, y así componían este nombre Cubanacan, de Cuba y nacan, (significando) tierra e provincia que esta en medio ó cuasi en medio de toda la isla de Cuba. Esta provincia, Cubanacan, era muy rica de minas de oro”.

Sin embargo en el documento mencionado al inicio de esta nota se dice que los indios de Gonzalo de Guzmán estaban “en Cubanacán junto a las Bocas de Bani”. Ello permitió considerar al investigador Alfredo Zayas y Alfonso (1931) que Cubanacán estaría asociado a la provincia de Bani, en el extremo nororiental cubano, próxima a la Bahía de Banes. Y asimismo este investigador sostuvo, a tono con este criterio, que el Yaguayhay de Cubanacán, cuyos indios tenia encomendados Duero, estaría por tanto no lejos de allí coincidiendo con la zona de Yaguajay, en el actual municipio Banes, y no con un espacio de igual nombre localizado en la hoy provincia de Sancti Spíritus, parte central de Cuba, próxima a la supuesta provincia de Cubanacán.

Pedro P. Godo (en 2003) cuestionó la identificación de Zayas y Alfonso porque Gonzalo de Guzmán también repartió los indios de un pueblo llamado Aguahay, situado en la provincia de Maniabón y se sabe que Banes está próximo pero no en el viejo territorio de dicha provincia india, por lo tanto, dice el investigador que entiende él que es a Aguajay el lugar donde estaban los indios de Guzmán y que el Yaguayhay del que se habla es el que se encuentra hacia el centro de Cuba, en el Cubanacán de Las Casas.

Por su parte el Dr. Roberto Valcárcel echó mano a los datos casi nunca tomados en cuenta que aporta el “Espejo de Navegantes”, redactado por Alonso de Chaves para que sirviera de guía a los marinos que hacían travesías por las costas de Cuba a partir de información obtenida entre 1520 y 1530. Los datos del derrotero marítimo de Chaves corroboran la existencia de un lugar llamado Cubanacán en el nororiente de la Isla, o mejor, dos lugares, pues se menciona con el nombre de Cubanacán una Punta y un Puerto.

La ubicación de Punta de Cubanacán coincide con la actual Punta de Mulas, un accidente costero que es recogido con el antiguo nombre de Punta de Cubanacán en diversos mapas del siglo XVI y XVII. El puerto de Cubanacán es más difícil de identificar aunque pudiera ser algún punto protegido en la línea de costa al sur de Punta de Mulas y las Bocas de Bani. Por su parte las Bocas de Baní es la Bahía de Nipe, lo que parece confirmado por el mapa de Pecciolem de 1604, publicado por De la Sagra (1842).

Por último, como otro elemento a favor de la existencia de Cubanacán en la zona de Banes, es el caso de un indio encomendado por Gonzalo de Guzmán en 1526 llamado Alonsillo de Banico de Cubanacán. En este caso  Banico y Cubanacán son los lugares de proveniencia. Banico puede ser un modo de referirse a Bani.

No obstante lo dicho hasta aquí, en ningún momento se duda de la  temprana presencia del topónimo Yaguajay cerca de su actual localización en la provincia de Sancti Spíritus. Un mapa de 1681reproducido por Levi Marrero muestra en esa zona la ensenada de Yaguajay. De quien no hemos encontrado evidencia cartográfica temprana en esta parte de Cuba es de Cubanacán, si bien se encuentra en la toponimia actual.

En el Yaguajay de Sancti Spíritus hay sitios agricultores ceramistas pero hasta el momento se han localizado muy pocos indicios arqueológicos de interacción con los españoles, lo que no significa que haya que creer que no se produjo; es que son muy limitados los estudios al respecto en la zona.

En la lista de indios y pueblos encomendados por Guzmán se incluye el pueblo de Yaguayguano, en la provincia de Camagüey. Es otro caso de topónimo con la partícula aguay o aguahay, lo que sugiere que quizás hubo varios Yaguahay o Yaguajay, pero solo tenemos la mención de uno solo de ello por el Padre de Las Casas, el que está en la parte central de Cuba.

Es significativo además, que entre los nombres de puertos cercanos a Yaguajay y Banes registrados en el derrotero de Chaves, esté Puerto de Duero. Ello indudablemente que remite a Andrés de Duero, uno de los hombres más ricos de su época, habitando en la actual costa de Banes. Cuando Duero murió Guzmán redistribuyó a los indios que le habían pertenecido, entre ellos el cacique de Yaguayhay de Cubanacan y asi, igual, Guzmán redistribuyó las siete encomiendas que Duero tenía en siete lugares diferentes, una de ellas es la que está en Cubanacán. De esos siete lugares, al menos cuatro son localizables en espacios del oriente de Cuba. Esto sugiere que quizás los indios del rico encomendero se hallaban hacia esta parte de la Isla, lo cual situaría a Yaguajay próximo a Banes. No obstante, los grandes encomenderos tenían indios a largo de todo el archipiélago, por tanto es difícil asegurar tal ubicación.

En fin, que por el momento la información existente no permite una identificación exacta del Yaguajay del que se hablaba entonces aunque es alta es alta la posibilidad de que este Yaguayhay de Cubanacan sea el pueblo indio cuyos restos materiales y humanos hoy descansan en el barrio de El Chorro de Maíta. 


Si es así, varios de los indios de Duero son los que están enterrados en el cementerio ubicado en el cerro que sigue llamándose Yaguajay, y que cuando ya Duero no existía siguieron viviendo y muriendo por allí hasta el inicio de la segunda mitad del siglo XVI. Después de esa fecha no parece que continuaron en el lugar tal como lo indican los datos conseguidos.

De cualquier modo no podemos descartar que los remanentes de aquella población pudieran haber llegado a vivir el fin de las encomiendas. Si así fue, según la información histórica existente sobre el área, la comunidad indígena no parece haber permanecido mucho tiempo en el lugar ni haberse prolongado en un asentamiento campesino. El carácter realengo de estos territorios a inicios del siglo XVIII sugiere que la zona no estaba habitada, al menos a nivel de unidades poblacionales reconocibles.

Pero habrá que estudiar el caso. Si en lugares cercanos al Cerro de Yaguajay hubo población indígena durante los siglos XVII y XVIII, por qué no pudo ocurrir igual allí?.

Para ejemplificar lo anterior: En un lugar a quince leguas de la Bahía de Nipe, se hallaba en 1612 el asiento de uno de los hatos de Barajagua. En este vivía la población indígena que se vio involucrada en la primera veneración de una imagen de la Virgen, más tarde reconocida como la Virgen de la Caridad, patrona de Cuba. Y a mediados del siglo XVIII se sabe que había remanentes de población indígena habitando próximos a la Bahía de Nipe. E Indios serán muchos de los primeros habitantes de Mayarí, a mediados del XVIII, a muy corta distancia de la bahía. Para esa fecha también se estaba fomentando, con presencia indígena, una  población en Holguín, unos 50 km al suroeste de El Chorro de Maíta.

Hacia los lugares dichos pudieron moverse los pobladores de El Chorro de Maíta y también la que había sido una abundante población aborigen que residió en otros asentamientos cercanos de la región de Banes, aunque también pudieron quedarse aislados y su baja demografía ayudó a su desaparición definitiva.

El 57-A o La Gran dama enjoyada en el cementerio Chorro de Maíta.

Toda la información ha sido tomada de la Tesis Doctoral de Roberto Valcárcel Rojas.



Es el entierro 57A, una mujer que debió tener entre 26 y 35 años de origen local, fue rebautizado por la prensa como la Gran Dama Enjoyada. Ella es quien más ha dado de qué hablar a los curiosos y a los arqueólogos, aunque estos últimos tratan de no dejarse llevar por los misterios novelescos de tal individuo para concentrarse en otros resultados que quizás son más importantes.

Enterrada de forma vertical, lo que prueba que murió después de la llegada cristiana a la zona, tiene a su lado otro esqueleto, un hombre igualmente adornado con joyas, aunque menos que ella. Y a los pies de la mujer están los restos de un niño también enjoyado y el único niño del cementerio que está enterrado de forma extendida. Estos detalles han sido tomados como indicio de una posición social destacada y de un enterramiento conjunto, quizás, relacionado con  prácticas de suteísmo o entierro familiar.

De las joyas hablaremos más en esta misma nota, pero ahora es urgente decir que entre otras varias, portan cuentas de coral que es un tipo de ornamento sólo hallado en ellos y en el esqueleto No. 84. Igual el 57A tenía a su alrededor piezas de oro, cobre y cuentas diversas. Para el Dr Guarch del Monte, el arqueólogo que hizo el descubrimiento, este impresionante conjunto constituía parte de un mismo collar. 

Cuentas de collar y otras joyas del 57A

Al respecto escribió: “(…) se localizaron tres perlas, con sus perforaciones para servir de cuentas, sus formas irregulares son comunes en Las Antillas, y además, dieciocho cuentas de coral rosado, de forma cilíndrica, algunas husiformes parecidas a un pequeño barril, no mayores de 5 mm de longitud, objetos que se hallan por primera vez en Cuba. Además se rescataron veintitrés microcuentas de concha de forma discoidal, muy finas y pequeñas, llegando hasta 1.6 mm de diámetro, cuatro cuentas de calcita de las llamadas de “carretel” y una microcuenta de piedra negra, así como cuatro del mismo material, pero blancas, siendo por tanto el collar más complejo de los encontrados en Cuba hasta el presente.” 

Fragmento de la tela encontrada en el esqueleto 57A

Y como si todavía no fuera suficiente, la Gran Dama tenía en la mandíbula y en el interior de la boca dos fragmentos de tela. Guarch dijo que posiblemente ambos fragmentos fueran de una misma pieza situada en la parte superior del cuello a modo de pañuelo y la describe como “tela de algodón de color blanco amarillento, un tejido sencillo; uno de los fragmentos muestra una costura hecha con hilo mucho más grueso y burdo, logrado con dos cabos torcidos con poca tensión, lo que puede indicar su confección manual rústica”. (Solamente en otros dos entierros se encontró tela).

Estudios posteriores a los fragmentos de tela encontrados en la Dama Enjoyada, se descubrió que unido al textil había elementos metálicos de plata que aún no han sido identificados completamente, pero, dicen los arqueólogos, pudieran ser hilos que, quizás, originalmente eran un bordado. Esto indica que era esa una tela de alta calidad, incluso, dentro de los criterios europeos de entonces. Considerando la pobreza común de los tejidos empleados para la ropa entregada a los indios, y los otros objetos con que la dama se adornaba, es de creer que la tela fue un presente que a ella le hicieron los conquistadores o, posiblemente, ella la compró a los españoles. Sea como haya sido los conquistadores tenían una relación muy especial con la dama. ¿Quién era ella?.

Joyas de metal precioso del 57A, incluye los pendientes de los que se habla más adelante

Es difícil establecer su posición social exacta pero sin dudas fue importante, quizás con el rango de cacica. ¿Una cacica que se casó con un español, quizás?. Las joyas y la tela que tenía sin dudas que se las dieron los españoles, que no hacían regalos tan valiosos a una india cualquiera. Dos motivos para hacer aquellos regalos son los que vienen a nuestro entendimiento, uno, atendiendo a un servicio especial y dos, debido a una relación muy cercana, como el matrimonio o el amancebamiento. ¿Un regalo o pago?.

Pagó Gonzalo de Guzmán a sus indios de Bocas de Bani en 1528 50 camisas y herramientas por la ayuda que le brindaron en el rescate de mercancías de un barco naufragado. Y en el mismo sentido, estaba regulado el pago de los conquistadores a los indios por servicios, la llamada cacona.  

Igual está probado que se casaban los españoles o se amancebaban con indias que tuvieran altos status. Hechos así se hallan bien

documentados en La Española y Puerto Rico y ocurrieron también en Cuba donde, incluso, se casaron mujeres europeas con indios importantes. Un caso así lo recogió el arqueólogo e historiador Oswaldo Morales Patiño: Se trata del indio Juan de Argote a quien  Vasco Porcallo de Figueroa casó con una hija suya, la mestiza María de Figueroa. Se cree que Juan de Argote debió ser hijo de un cacique, cacique él mismo y que Porcallo lo casó con su hija para adquirir derecho legítimo a sus tierras y mayor autoridad entre los indios. En 1562 Juan de Argote declaró tener más de 90 años, y entonces seguía siendo respetado y considerado “hombre principal” por los miembros del Cabildo de Puerto Príncipe. Por la edad declarada el indio debió haber nacido hacia 1472, por lo que ya era un hombre maduro al momento de la conquista.

Otra pregunta más. Suponiendo que era una cacica, ¿cómo es que la enterraron con las joyas si la costumbre aborigen era que objetos así de valiosos pasaran a mano de los herederos o que se compartieran con los caciques vecinos como símbolos de mando y poder?. Quizá porque la llegada española había cambiado el contexto. Para entonces ya no había caciques vecinos o aliados, entonces la solución fue que los valiosos objetos fueran llevados por la reina a Coaybay, el espacio de los muertos, o tal vez, en el lugar prometido a los cristianos pero al viejo modo indígena.

Otras joyas de la misteriosa dama son cuatro pendientes en forma de lámina trapezoidal y perforados en un extremo, un cascabel, una cuenta esférica hueca, dos cuentas cilíndricas de metal y una figura en forma de cabeza de pájaro. La cabeza de ave mide 22.2 mm de largo, y el grueso de la lámina es de unos 0.1 mm. Ella fue descrita por Guarch Delmonte de la siguiente forma: “(…) la pieza es muy elaborada; en el tope de la cabeza se advierte un tocado consistente en arcos, situados en tres filas paralelas de delante atrás con tres anillos cada una. Los ojos están logrados mediante dos hilos de oro yuxtapuestos que en cada uno forman un semicírculo, continuándose sobre la frente como diadema; el iris de cada ojo se resuelve mediante una pequeña semiesfera. El pico es trapezoidal en el plano horizontal, muy deprimido, de punta truncada, con dos perforaciones en el extremo y dos líneas incisas en ambos lados que independizan el pico superior del inferior. En la parte superior e inferior del cuello se aprecian sendas gargantillas constituidas por dos hilos de oro paralelos entre los cuales se advierten un apretado entorchado también de dos hilos; ambos resaltos cruzan de lado a lado del cuello por la parte delantera y laterales, por detrás la cara es plana, mostrando una perforación rectangular que ocupa casi todo el espacio, dejando solamente un marco en rededor. La base de la pieza es semicircular y, como ya se ha expresado, hueca”.

Al momento de su hallazgo la cuenta esférica, según Guarch Delmonte, “tenía soldado en uno de sus extremos, un delgado tubito de 5 mm de longitud, muy fino, el que se deshizo al ser extraída; por el lado contrario se advierte el inicio de lo que debió ser un apéndice similar, destruido con anterioridad. La esfera tiene un diámetro de 3 mm y en sus interior se observa con el microscopio un fragmento de hilo”. En su opinión fue elaborada en oro bajo. Existe sólo un dibujo de la pieza, ahora fragmentada en varias partes.

A solicitud de Guarch algunas de estas piezas fueron analizadas en el Centro Nacional de Conservación y Restauración de Monumentos (CENCREM), en La Habana, usando un microscopio electrónico de barrido. Las láminas y el cascabel muestran presencia dominante de oro y cobre, con cierta cantidad de plata y niveles muy bajos de silicio. La cabeza de pájaro está hecha de una aleación de oro, cobre y plata. Asimismo este enterramiento tenía a su alrededor fragmentos de latón.

La misteriosa dama 57A del cementerio Chorro de Maíta

¿Cómo es posible que este individuo fuera enterrado con joyas de oro tan valiosas y que los españoles lo hayan permitido?. El arqueólogo Dr. Roberto Valcárcel considera que el entierro se produjo en un momento en que los españoles no estaban en el Chorro.

Mirandole la cara a los difuntos más antiguos de la comarca.

Con información tomada de la Tesis Doctoral de Roberto Valcárcel Rojas


Una región de tanta actividad colonial como la zona donde se encontró el cementerio de Chorro de Maíta, lógicamente dispondría de población diversa que residió en lugares cercanos al cementerio, desempeñándose en las más diferentes ocupaciones. Al principio los colonizadores buscaron a los aborígenes locales y cuando estos escasearon fueron a “pescar” esclavos en las tierras vecinas, incluyendo lugares más allá de las islas inmediatas a la nuestra, de ahí que no sea sorprendente el hallazgo en el lugar de objetos indígenas no antillanos.

Uno de los restos encontrados en el Chorro deja ver a las claras que ese, en vida, debió ser un yucateco. Y posiblemente este no fue el único de ese origen que vivió en la zona, en el Chorro apareció cerámica de la que los arqueólogos llaman México Pintado de Rojo en zonas no funerarias. También apareció Azteca IV y un cascabel de guanín de posible origen  mesoamericano, que adornó al muy famoso esqueleto 57A, que es el que la prensa y los curiosos llama, la dama enjoyada.

La evidencia de un fuerte tráfico naval en áreas próximas al cementerio y la intensa actividad económica colonial que se efectuó en la zona, más los anteriores datos, pudiera ser suficiente para asegurar que el trasiego marítimo de aquella época tan temprana en la historia de la conquista y colonización de Cuba era de un alcance mucho más largo que el que creíamos, quizás como parte del tráfico de esclavos indígenas desde Mesoamérica y otros espacios.

Incluso en el sitio El Porvenir se localizó una pata de metate, artefacto no reportado en contextos indígenas cubanos, pero fabricado con materias primas locales, interpretándose como resultado de la existencia aquí de indios mesoamericanos asociados al accionar colonial. No hay datos precisos sobre este hallazgo pero indudablemente que la pieza conecta a El Porvenir con El Chorro de Maíta en torno al tema de la presencia de individuos de origen mesoamericano en la zona.

Entre la abundante muestra de restos humanos encontrados en el cementerio de Chorro de Maíta apareció uno que, evidentemente, fue enterrado en el lugar varios siglos después, ese es el identificado como No, 36. Los otros, en un primer momento, fueron considerados “indios” con características comunes al resto de los antillanos. Pero análisis posteriores se detuvieron en el No. 22, del que nunca se encontró el cuerpo sino, solamente el cráneo que, en contra de las costumbres locales, no estaba deformado. Otros estudios sobre ese cráneo estableció otras diferencias respecto a los demás, llegando a la conclusión de que, posiblemente, se trataba de un europeo.

Por su parte el entierro No. 45 es el de un individuo adulto indígena con la peculiaridad de que no tiene deformación craneana. Estudios específicos concluyeron que pudiera tratarse de un mestizo de origen indígena.

Los estudios de la estatura también aportó sorpresas, entre ellas la existencia de varios individuos femeninos muy por debajo de la media, que promedió en 147.6 cm, incluso, se midió un esqueleto femenino que nada más alcanzó 134.7 cm, lo que lo ubica muy próximo a los límites de la calificación de enano y, por el contrario, se encontró un ejemplar masculino (entierro No. 25) con una estatura extraordinariamente alta comparado con la media que en los varones fluctúa entre 150.8 a 158.6 cm. Este esqueleto midió 172.3 cm.

Por su parte el entierro No. 47 mostraba huellas de que en algún momento de su vida había sufrido la fractura de dos costillas y el gigante No. 25 padeció un absceso dental crónico que dejó una abertura al exterior redondeada, en el lado izquierdo del maxilar. Por análisis de datación carbónica que se le realizó este individuo debió de vivir antes del arribo europeo mientras que el No. 39 vivió en un momento impreciso entre los siglos XV y XVII.

Las mediciones del cráneo del No. 45, un adulto masculino de entre 26-35 años, lo identifican como un africano, mientras que el cráneo del No. 81, un adulto posiblemente femenino de entre 18 y 25 años, se sitúa, con igual similitud, próximo a un femenino africano y a un femenino blanco, lo cual sugiere una ascendencia mixta (mestizo). El cráneo del No. 22, un joven masculino de entre 16 y 18 años, lo ubicaron inicialmente cerca de los rasgos de un individuo masculino blanco, pero un nuevo análisis de sus datos sugiere un origen mestizo, con ancestros blancos e indígenas.

El 72B con las modificaciones en los incisivos y caninos superiores

Es igualmente uno de los descubrimientos más sorprendentes el que se verificó en la dentadura del individuo 72B. Este tiene modificaciones intencionales en los incisivos y caninos superiores, particularmente intensa en los incisivos centrales que los tiene ranurados, y lo todavía más sorprendente, que este tipo de modificaciones es semejante a las que se hacían los aborígenes de Mesoamérica, específicamente en Belice, Guatemala y Honduras, especialmente en sitios mayas en Belice. 

Entierro bocabajo

La mayoría de los entierros son boca arriba, aunque diez de los esqueletos están sobre el lado derecho, once sobre el izquierdo, uno está sentado y dos están boca abajo. A estos últimos, en broma, las guías del museo los  llaman “la suegra”.

Uno de los aspectos más relevantes del cementerio es la presencia de objetos cuya posición respecto a los huesos permite asumir su ubicación en los cuerpos al momento del entierro. Estos son, en su mayoría, adornos corporales fabricados de piedra, metal, y de diversos materiales orgánicos. Destaca entre todos el entierro No. 57A, que es la famosa dama enjoyada, de la que ahora no diremos nada porque a ella se le dedicará una nota en la Aldea. El No. 94 tenía orejeras de resina vegetal (ámbar) y orejeras de cuarcita en el No. 99. El esqueleto No. 64 tenía a su lado veinticuatro cuentas de cuarcita y dos el No. 100. En el entierro No. 84 se encontraron cuentas de coral y una cuenta esférica negra, ubicadas en la zona del cuello, lo que denota que fueron enterrados usando collares.

Fragmento de tela de lino encontrada en el Chorro de Maíta visto en el microscópio

En tres de los esqueletos se encontraron restos de tela, conservándose solamente la de la siempre enigmática dama enjoyada. Igualmente en unos quince esqueletos se encontraron tubos de metal enrollado, muchas veces con un hilo de algodón adentro. Dicen los arqueólogos que esos tubos eran amarrados a las piernas de los individuos para provocar sonidos musicales al bailar.

Las perennes dudas sobre el Chorro de Maíta


Con información tomada de la Tesis Doctoral de Roberto Valcárcel Rojas.


Para más información haga CLIC AQUI

Porque se encontraron muy pocos artefactos de hierro, no parece que Chorro de Maíta fuera un campamento minero, aunque la presencia de bohíos pudo servir para albergar individuos. Por lo tanto, si el Chorro no era un campamento minero, debió ser una estancia o un pueblo de indios encomendados, pero en los restos de cerdos que aparecieron allí y que se analizaron, no se identifican animales locales, o sea, animales que se hayan criado allí, por lo que, al parecer, los cerdos que se sacrificaron y se consumieron en El Chorro fueron traídos de otras partes. Eso sugiere importación de comida para sostener a los trabajadores, una práctica común en la época. Sin embargo es incongruente que en una estancia o pueblo de indios encomendados no se hubiera fomentado la cría porcina. 

¿El Chorro de Maíta era campamento o estancia?; posiblemente no era ni una ni la otra cosa. A lo mejor el lugar cumplía tareas de apoyo a actividades desarrolladas en enclaves cercanos, mineros o agrícolas. Así se cree por la abundancia de Jarras de Aceite encontradas. Era este un  recipiente típico para almacenamiento tanto de líquidos como de sólidos. Quizás en el asentamiento se depositaron alimentos o contenedores para guardarlos o transportarlos, dentro de un esquema de manejo de varios sitios con diferentes funciones.

¿Vivían españoles junto a los otros pobladores del Chorro?, sí posiblemente, aunque debieron ser muy pocos, o a lo mejor los españoles no vivían allí sino que iban de visita y permanecían por breve tiempo[1]


Cerámica europea encontrada en Chorro de Maíta

La razón por la que se afirma que vivieron españoles en el Chorro es que en el sitio fueron encontradas otras cerámicas europeas, algunas de cierto valor monetario, e incluso de cerámicas indígenas no locales y monedas que debieron ser llevadas al lugar por españoles o por indígenas extranjeros trasladados hasta el Chorro por los españoles. Otra posibilidad es que los habitantes del Chorro de Maíta hayan mantenido relaciones con estancias o sitios hispanos inmediatos.

O, a lo mejor, el sitio fue todas las cosas en periodos de tiempos sucesivos, o sea, que fue pueblo de indios encomendados, estancia y campamento minero según fueron cambiando sus objetivos y tareas al paso del tiempo, con diferentes niveles de presencia hispana en cada momento.

Los pocos objetos hispanos encontrados en el Chorro es lo que hace suponer que los españoles fueron pocos siempre, pero eso no supone que ellos no tuvieran un control efectivo sobre la población indígena. Según el documento que se conserva en el Archivo General de Indias que se titula “Testimonio de la visita hecha en la ciudad de Santiago para investigar los indios y esclavos negros que había en sus términos” (1537, marzo 7), las estancias de Santiago de Cuba tenían como promedio un sólo individuo al mando de grupos de entre nueve y treinta y dos personas de diverso origen étnico y en su mayoría hombres.

Unos pocos españoles y muchos indios, locales o no locales, encomendados o esclavos, además de algunos africanos y mestizos,  eso parece que era el Chorro de Maíta, o por lo menos, es eso lo que se ve al revisar los enterramientos encontrados. ¿A qué se dedicaba la población no española que residía en el Chorro?. Es significativo que en El Porvenir, a diferencia de El Chorro de Maíta, se encontraran diversas armas y herramientas. 

Quizás la mayor proximidad a la costa de El Porvenir y su ubicación en una pequeña elevación de la llanura costera, determinaron funciones diferentes a las de El Chorro de Maíta, este último más retirado del litoral y en una altura relativamente grande, de acceso más difícil.

Los entierros en el cementerio de Chorro de Maíta

Lógicamente todos los enterrados en el cementerio del Chorro no residían allí, aunque sí en las inmediaciones, trabajando en las diversas ocupaciones que seguramente había en una región de tanta actividad colonial dispondría. Es esa abundante actividad colonial la que explica la necesidad que tenían los colonizadores de tener a mano una  población diversa compuesta por aborígenes locales o no locales, encomendados o esclavos. La presencia de indígenas no locales en El Chorro de Maíta, incluso, algunos no antillanos, se prueba por los objetos encontrados.






[1] Los enterramientos verticales que se observan en el cementerio de Chorro de Maíta es uno de los elementos que hace creer en la presencia hispana en el sitio y los varios enterramientos con practicas indígenas es lo que hace creer que los españoles no estaban allí siempre.

LO MAS POPULAR DE LA ALDEA