LO ÚLTIMO

La aldea a la mano (Holguín, Cuba)

15 de septiembre de 2014

El cementerio municipal de Holguín, otra vez


No es una sola persona sino muchas son las que dicen que en el hoy parque Julio Grave de Peralta o Parque de Las Flores hubo un cementerio, pero eso es incierto, aunque es verdad que se han encontrado restos de seres humanos en él.

En tiempos que hace mucho ha la antigua iglesia San Isidoro ocupaba el espacio que ahora es parte del parque. Y cuando se hizo la remodelación de la iglesia esta fue retirada un poco más atrás (al espacio que ahora tiene). Es por eso que en el parque se han encontrado restos humanos, porque los difuntos eran enterrados en la iglesia. En fin, que el parque de Las Flores nunca fue un cementerio.

El primer cementerio holguinero fuera de la iglesia San Isidoro estuvo en el hoy parque Martí, cerca del ferrocarril, pero a los muy pocos años se decidió cambiar su lugar al que todavía hoy ocupa. Todos los cadáveres que estaban enterrados en el hoy parque Martí fueron trasladados al cementerio nuevo.

Entonces los enterramientos se hacían en la tierra, pero en 1847 se comenzaron a fabricar los nichos abovedados que como un collar de difuntos rodea al cementerio.

Y los hicieron. Antes de esa fecha el pórtico y la cerca del frente del  cementerio era de madera, luego de la construcción de los niños abovedados el pórtico y la cerca comenzaron a ser de mampostería.

Por cierto, más de una vez los ciclones que entraron a Holguín o las grandes lluvias que desbordaban el río Jigüe entraban al cementerio dejando fuera de la tierra a los cadáveres. De ahí la necesidad de la cerca de mampostería y de los nichos que, dicho sea de paso, solo eran utilizados por las gentes pudientes o de ringo rango.

Incluso, gente que en vida fueron adineradas y que habían muerto antes de la fabricación de los nichos, fueron trasladados desde las sepulturas en tierra a los nichos, entre ellos: el teniente gobernador don Francisco Uribarri y Pérez del Camino, que había fallecido en 1835.

Otro cadáver que fue trasladado desde su tumba de tierra a uno los nicho abovedado de la pared fue el Presbítero don Salvador Lozada, que había sido el primer cura párroco de la iglesia San José. Por cierto, solamente hacía unos pocos meses de su enterramiento en tierra cuando el cadáver fue exhumado y trasladado al nicho. Dicen las crónicas que fue espeluznante el momento en que se abrió la tumba de tierra.

Al principio los nichos abovedados fueron construidos solo en la cerca del frente del cementerio, pero luego los construyeron en la pared del fondo, solo que entonces el cementerio municipal holguinero no era del tamaño que luego tuvo (y tiene). Ese tamaño se lo dio una ampliación que se hizo mucho después. Antes de la ampliación el fondo estaba donde está la Capilla de la Misericordia o del Cristo Misericordioso, (después de la ampliación dicha hermosa capillita quedó a mitad del cementerio). Si usted es curioso, cuando vaya al cementerio compruebe que allí al lado de la capilla aún quedan fragmentos de la antigua pared de fondo y en ella algunos nichos abovedados.

Entre ellos hay uno que hizo época en Holguín.

Se trata del nicho donde fue sepultado el presbítero don José Rafael Fajardo, cura párroco de Las Tunas.

A este cura lo sepultaron allí en 1866, esto es, dos años antes del inicio de la guerra del 68. Y poco después del enterramiento el nicho fue rayado (todavía hoy se pueden ver las marcas en el mármol), entonces se creyó que el hecho había sido intencional, por lo que las autoridades españolas abrieron una amplia investigación que resultó negativa. O sea, que casi sucede en Holguín un caso parecido al que le costó la vida a los ocho estudiantes de medicina. 

Para ver las fotos de ese nicho haga clic aquí
 

Cerca del nicho rayado está otroque protege los restos de doña Dolores Reyes de Barceló, fallecida en 1876 y madre del que en los años de 1920 fuera gobernador civil de la provincia de Oriente, don José Ramón Barceló Reyes. Por cierto, la rotonda de la cima de la loma de la cruz holguinera lleva el nombre de Gobernador Barceló.

Fue en uno de los nichos, al fondo del cementerio, donde  hubo una lápida colocada en el año 1867 con este epitafio dedicado a un niño:
Ángel, bajaste del cielo

Y muy breve fue tu existir,

Y a tus padres en el suelo

Tristes dejaste al partir...

No tenemos más información sobre aquel niño muerto. E igual, les informo que este nicho ya no existe, porque cuando el cementerio fue ampliado se destruyeron muchos de los nichos que estaban en la pared del fondo.


Después de 1905 la Sanidad cubana prohibió los enterramientos en los nichos abovedados, el último enterramiento hecho en uno de ellos fueron los restos inmortales del coronel Francisco Frexes Mercadé, el héroe de Soroa.

Francisco Frexes Mercadé o Panchito Frexes como le decían sus amigos, cayó en Soroa, Pinar del Río. Frexes era abogado y soldado de la Columna Invasora que mandaba Maceo. Apenas concluyó la guerra, sus compañeros de armas hicieron las gestiones para trasladar los restos de Frexes a Holguín. El Gobernador de Oriente, que entonces era el holguinero don Rafael Manduley apoyó en todo. Sin embargo los restos del coronel Frexes no estuvieron mucho tiempo en el nicho donde lo pusieron sus coterráneos para que descansara. Es que no creyendo que un simple nicho era digno del héroe de Soroa, le construyeron un panteón donde pusieron una efigie del soldado.

Arcadio Leyte Vidal



Por: Joel Mourlot Mercaderes.
 
Descendiente, por la línea paterna, de una familia de mucho y largo arraigo en Santiago de Cuba, y por el perfil materno, de un teniente coronel malagueño, radicado en La Habana y luego, para el resto de sus días, en la ya mencionada segunda ciudad de la Isla, Arcadio Leyte-Vidal es uno de los no pocos héroes a quienes la posteridad discute su verdadera naturaleza, y les ponen por patria chica las más diversas preferencias.

Nació Arcadio, para unos en las enormes propiedades que su abuelo y su padre poseían en Mayarí Abajo y Cabonico, al norte de la otrora provincia de Oriente; otros sostienen que nació en la caribeña Santiago de Cuba, el 12 de enero de 1846.

Hijo legítimo, del legítimo matrimonio de Elías Leyte-Vidal Soria y Juana Antonia Delgado, lo que sí es claro e indiscutible, que en la ciudad de Santiago de Cuba transcurrió la mayor parte de su infancia y juventud, puesto que era allí, por entonces, la única población de la región donde podía recibir una enseñanza amplia y esmerada, como la que tuvo, aunque, sin dudas, en Mayarí estuvo muchas veces, en solaces o aleccionadoras temporadas.

Contrario a los intereses de una estirpe que siempre juró fidelidad y tanto sirvió a la Corona y que tenía muy vastas y ricas propiedades, los hijos y nietos del viejo capitán de infantería José Leyte-Vidal y Toledo se tornaron más y más grandes opositores al régimen colonial imperante en Cuba, y, entre ellos, el joven Arcadio, quien en 1869 puja ante los representantes de la Revolución Cubana en los Estados Unidos para que se le enviase a pelear a Cuba, anhelo que en breve logró.

Pronto fue de los más destacados cabecillas rebeldes en la zona de Holguín, de lo que dan fe partes de guerra, cartas y otros documentos –de amigos y enemigos- sobre la Guerra de los Diez Años, ya bajo las órdenes de Julio Grave de Peralta, ya de José María Aurrecochea, de Máximo Gómez y Calixto García; así como también, finalmente, de Antonio Maceo Grajales.

Entre muchas acciones, imposible de relacionar en tan breve espacio: estuvo en Potrero de Bejerano (junio de 1872), en el ataque a Baire, de agosto de 1872, y días después se le destaca en Vereda de la Torcaza , donde resultó herido gravemente; en Samá, Veguita de Banes y la gran excursión a Auras y el ataque a Guisa; Cuatro Caminos, Santa María de Ocujal, combate en el cual su llegada con el refuerzo fue crucial en el desenlace de la porfía.
 
Después de cesado Antonio Maceo Grajales como jefe interino del Primer Cuerpo del Ejército Libertador, fue boicoteado el mandato de Arcadio sobre la Segunda Brigada de la división holguinera, a causa del movimiento sedicioso que, desde abril de 1877, consiguió dejar al valiente mambí sin grado efectivo. Restablecido Maceo como Jefe de Oriente, éste hizo a Arcadio jefe de su Estado Mayor, y desde ese puesto el valiente criollo peleó en todos los grandes combates de del líder rebelde, entre ellos los que acaecieron en Vega Sucia, Juan Mulato y San Ulpiano.

Posteriormente Arcadio fue protestante en Baraguá, y acto seguido a esa "actitud" fue ascendido a brigadier del Ejército Libertador, grado con el que combatió en Arroyo Municiones, Caobal y otros encuentros de la prolongación de la contienda.

Con Antonio Maceo salió Arcadio formando parte de la comisión encabezada por el Titán para recabar ayuda en el exterior, yendo a Jamaica y a los Estados Unidos.Y tras el fracaso de esa gestión regresó a Cubay se instaló en Mayarí Abajo, donde residía cuando el estallido de la Guerra Chiquita. Maceo le pidió integrarse a la nueva insurrección, y Guillermón le ofreció la jefatura del movimiento; pero Arcadio –estrechamente vigilado por orden del jefe militar español del Departamento, Camilo Polavieja- desistió, y sin siquiera poder relacionarse con los rebelados en ese poblado nororiental, optó por irse al extranjero con su primo, el teniente coronel del Ejército Libertador Francisco Leyte-Vidal Inarra, en viaje ofrecido por un jefe de la marina de guerra española –presunto amigo familiar-, cuya nave estaba fondeada en la bahía de Nipe. Con él llevaba Arcadio un cofre lleno de prendas valiosas. Ya a bordo del buque, los marinos que respondían a la celada, los amarraron. A Arcadio le quitaron su tesoro, y lo lanzaron a la profundidad, atado. Francisco salvó la vida milagrosamente, pero el brigadier Arcadio Leyte-Vidal Delgado murió ahogado. Fué el 16 de septiembre de 1879. Con la sola excepción de los mayariceros que mencionan su nombre cada día, el resto de Cuba olvidó al héroe.

Arcadio Leyte Vidal: Un mambí del 68



Por: José Abreu Cardet


Mayarí era  un singular lazo entre Holguín y Santiago de Cuba. Esta capitanía pedánea perteneció a Santiago de Cuba hasta 1856 en que fue agregada a la jurisdicción de Holguín.  Muy pronto comenzaron a formarse nuevos vínculos entre este territorio y la jurisdicción en la que había sido incluida por una decisión administrativa.  Sin embargo, las relaciones con el sur de oriente no se perdieron. Arcadio es producto de esta compleja relación. Nació en Santiago de Cuba el 12 de enero de 1846. Su familia radicaba en Mayarí desde hacia muchos años. El vivió en esa localidad desde muy pequeño.   Era oficial del cuerpo de voluntarios local y propietario de tierras. Miembro de una antigua familia criolla. En cierta forma era el típico líder de la futura insurrección.   Al llamado de los conspiradores respondió presente y se sublevó en Mayarí.  Muy pronto tomaría notoriedad sus acciones e influencia en la zona.

Mayarí quedó enmarcada en la división insurrecta de Holguín. En marzo de 1869 formó parte de la brigada oriental de esa división. Arcadio como miembro primero y luego  como jefe de esa brigada en varias ocasiones participó en numerosos combates. Se enfrentó a la descomunal ofensiva de Valmaseda que desde principios de 1869 se extendió por Oriente. Su hoja de servicio es larga, con una breve muestra podemos decir que en 1869 fue herido durante el ataque al poblado de Sama.  De nuevo es herido en septiembre de 1872 cuando bajo las órdenes de Calixto García participó en una operación sobre Baire. (1)

Acompañó a Calixto García en numerosos combates como Las Calabazas, El Martillo, Santa María de Ocujal y Cuatro Caminos de Chaparra. Según el mambí e historiador Enrique Collazo, en su libro Desde Yara hasta el Zanjón (2), Leyte Vidal contribuyó al triunfo cubano en el Combate de Santa María de Ocujal, al hostigar por ambos flancos  a las tropas españolas,  para completar la derrota. El historiador Juan J. E. Casasús lo afirma en su estudio  Calixto García, el estratega. (3)

En septiembre de 1875 tomó parte en una incursión por la zona de cultivo de Holguín. Entre otras acciones se le recuerda por el asalto a un fuerte en Yabazón. Al mes siguiente se encuentra entre la oficialidad que dirigió una incursión por el territorio de Jiguaní. En enero de 1876 estaría en una operación por el territorio de Gibara zona con una importante población integrista. En esta ocasión se destaca en los ataques a Potrerillo y a Yabazón. Luego estaría en el ataque al caserío de Guayabales.  En mayo de 1875 participaría en las acciones realizadas en el camino de Ojo de Agua a Cortaderas. En los primeros días de septiembre de ese año combatiría en los alrededores de la ciudad de Holguín. Los combates se repiten. Militar disciplinado se opuso a los diferentes motines regionalistas y caudillistas que se dieron en las filas del ejército libertador. Era uno de los oficiales que gozaba de la absoluta confianza de Antonio Maceo.  Sus ascensos durante la campaña del 68 son una prueba evidente de su capacidad y la confianza que tenía la revolución en Arcadio. El 12 de junio de 1870 fue ascendido a comandante, el primero de junio de 1872 a teniente coronel y el ocho de mayo de 1873 a coronel. Algunos historiadores afirman que antes de concluir  la guerra de 1868 fue ascendido a general de brigada. Estaría en la Protesta de Baraguá. Al terminar la guerra se radicó en la zona de Mayarí.

En septiembre de 1879 decidió trasladarse a Panamá. La Guerra Chiquita había estallado a finales de agosto de 1897. El mando español comenzó a sospechar que las intenciones de Arcadio no eran eludir la guerra sino incorporarse a una de las expediciones que se fraguaban en el exterior. Deciden asesinarlo. Arcadio acompañado por un primo debía de tomar un buque en la bahía de Nipe. Allí los hispanos  sitúan a dos cañoneras. Al llegar Arcadio lo detienen  y trasladan a una de las cañoneras donde lo asesinan junto con su primo el trece de septiembre de 1879. Los cadáveres de los patriotas son arrojados a las aguas de la bahía de Nipe.

Para leer más haga clic aquí 

NOTAS

1- ANC, Academia Historia, Legajo 358 núm. 50 – A
2-- Enrique Collazo. Desde Yara hasta el Zanjón. Instituto Cubano del libro. La Habana 1967, página 140.
3- Juan J. E. Casasús.  Calixto García (el estratega). Colección historia cubana y americana. La Habana 1962. Segunda edición, página 82.

Villasana: Las contradicciones de un héroe.

Por: José Abreu Cardet


La guerra de 1868 se desarrollo en medio de una implacable persecución de los colonialistas contra los independentistas.  Al hacer un prisionero los hispanos le exigían que escogiera una de dos alternativas,  traicionar a sus compañeros y servir de guía o era ejecutado en el acto. 

El general Calixto García nos narra la singular historia de un mambí que debió de escoger entre la traición o la muerte. Los acontecimientos ocurrieron en 1871 cuando Calixto García se encontraba  al frente de la brigada de Jiguaní, en un tiempo que al decirlo con palabras del General, era una época “desgraciada en las cuales la Revolución agonizaba y en la que sólo la fe inquebrantable del patriota podía vislumbrar alguna esperanza de triunfo.”                                                       

Pero dejemos que sea el veterano mambí el que nos narre aquella historia de heroísmo y miseria

Una columna española llegó al Júcaro y lanzando guerrillas[1]  por los montes apresó algunas familias, y a un joven cubano llamado Rafael Villasana. Le dieron cuenta de encontrarme yo por allí  y el jefe español ofreció a Villasana una gruesa suma de dinero con tal de que le ayudara a mi  prisión. Consintió este joven con la esperanza, según luego me aseguró, de escaparse en el camino  y al efecto se puso en marcha sirviendo de práctico a la columna enemiga. Serian como las tres de la tarde cuando un niño me dio aviso que venia el enemigo[2].  Me preparé con algunos números para hacerle algunos tiros para lo cual repartí 24 cartuchos que me prestó condicionalmente el Sargento Pargas que venia en comisión de Holguín[3]  y  a  pocos momentos avanzó el enemigo con  un nutrido fuego. Poca podía ser la resistencia pues  se redujo a 20 ó 30 disparos, retirándonos luego, para el bosque. Ocupó el enemigo mi campamento y lo que sentí más fue que ocupó también mi capote, que mi asistente[4] dejó olvidado, pérdida irreparable pues este capote  constituía mi cama y mi cobija. Creo qué no hubiera sentido ­tanto recibir un balazo. 
             
Luego llegó la noche, el enemigo se retiró y nosotros volvimos a nuestros  ranchos  que  encontramos  quemados, pero los  reconstruimos   al  siguiente  día[5].  Volvamos   al  práctico Villasana. No había podido fugarse en su marcha y tenía  como cosa segura que habiendo fallado el golpe al llegar al campamento seria fusilado.    Así lo pensaba él y el instinto de conservación le hizo llevar a cabo un plan cuya realización parecía imposible. Contramarcharon los godos por la vereda que dejo descrita. Iba Villasana atado los codos y además una cuerda que llevara en la mano un soldado. Costeaban el río de  Vio y al llegar a  un recodo del camino, se tiró Villasana al río que por aquel lugar hace barranco de más de ocho varas de altura. En su caída arrastró al soldado que lo conducía, el que atolondrado  con la caída, soltó la cuerda que llevaba en la mano.   Hízole el  enemigo  unos cuantos disparos pero afortunadamente sin recibir Villasana ningún daño, gracias a la oscuridad de la noche y emprendió la fuga dejando a los soldados dando voces, perdidos en el bosque. Al día siguiente se me presentó Villasana y por él tuve estos pormenores. Para concluir con Villasana diré que un año después y cuando ya empezaba la época favorable para nuestras armas se presentó al enemigo[6].


[1] Las llamadas “guerrillas” estaban integradas por campesinos y algunos militares españoles acostumbrados a la guerra irregular. Recibían una paga superior a la de las fuerzas regulares y además podían robar y vejar a las familias cubanas que sorprendían en los bosques.  Generalmente actuaban junto a una columna pero también operaban desde los poblados. Podían desplazarse  rápidamente por el terreno, incluso algunos “guerrilleros” habían militado en la insurrección por lo que conocían las tácticas de sus enemigos.  La mayoría de las veces no llevaban uniforme para engañar a los libertadores. Para los “guerrilleros” no había perdón al ser hechos prisioneros. 

[2] Esta es la primera referencia que hace Calixto a un niño en su diario. Sin embargo los niños eran una constante en el escenario insurrecto. Acompañaron a sus padres a la manigua mambisa y dejaron una larga aritmética de tumbas en los campos. Son junto con los ancianos los grandes olvidados del 68. 

[3] A un miembro del ejército libertador se le consideraba en comisión cuando recibía una misión específica de su jefe inmediato muchas veces fuera del área donde operaba su unidad. Para esto recibía una papeleta o carta autorizándolo a desplazarse  por el territorio. En algunos lugares funcionaban postas encargadas de controlar el paso de todo extraño. El individuo que no tenia documentación que aclarara el motivo de por el que se encontraba de viaje era detenido y considerado desertor e incluso, lo que era peor: espía enemigo

[4] El asistente es uno de los grandes héroes desconocidos del ejército libertador. Estos individuos eran los encargados de crear todas las condiciones materiales para la subsistencia del oficial al que eran asignados.

[5] Existía un verdadero contrapunteo entre la construcción de ranchos rústicos  por los mambises y su destrucción por las fuerzas hispanas. Los diarios de operaciones de las secciones, compañías y los batallones hispanos están llenos de información sobre la quema de estas casas. En la mentalidad de un ejercito regular la ocupación del recinto donde radicaba el estado mayor del ejercito contrario o la casa que servía de albergue al jefe de las fuerzas contrarias tiene una gran significación pero en este caso los mambises abandonaban con absoluto desenfado sus instalaciones que no tardaban en reconstruir no muy lejos. 

[6] El fragmento del diario personal de Calixto fue tomada de: José Abreu Cardet, Olga Portuondo Zúñiga y Volver Mollin.  “Calixto García escribe de la Guerra Grande: Tres documentos personales”,  Editorial Oriente Santiago de Cuba 2009 pp. 77--78

Comandante rebelde Dermidio Escalona, hoy un desconocido en la tiera donde nació

Por: José Abreu Cardet


Cuando el jueves 5 de febrero de 2009 falleció en La Habana Dermidio Escalona el semanario local tuvo que esperar dos días para publicar la noticia. Y en honor a la verdad, saber de la muerte del guerrillero no impactó masivamente a la población, no por desagradecimiento sino porque no eran mucho quienes sabían que el difunto había bajado de la Sierra Maestra en 1959 con el alto grado militar de Comandante.

Nacido en Pedernales, Holguín, el primer trabajo de Dermidio fue en la construcción. En una entrevista realizada por el autor, dijo el veterano Comandante que participó  en la construcción de la  presa del río Cacoyugüín en la década de los cincuenta, y cuando se produjo el golpe de estado de Fulgencio Batista se incorporó de inmediato a la resistencia contra el tirano, pero no hasta el asalto al Moncada cuando supo que el camino era la lucha armada.  Bajo la dirección de Delio Gómez Ochoa participó en lo que posiblemente fue una de las primeras acciones armadas en el territorio del antiguo municipio Holguín: El asalto a un polvorín en una cantera para obtener explosivos. La acción fracasó.

En mayo de 1957 Delio Gómez Ochoa reúne a un grupo de combatientes para incorporarse  a la guerrilla serrana. Entre ellos se encontraba Dermidio. El grupo logró burlar la vigilancia enemiga y llegó hasta la montaña donde actuaba la guerrilla que comandada  Fidel Castro.

Dermidio se destaco muy pronto en numerosos combates, por ello fue ascendido a oficial. En mayo de 1958 Delio Gómez Ochoa es designado jefe de acción del movimiento 26 de Julio en La Habana y parte hacia la capital acompañado solamente de dos experimentados combatientes: Dermidio Escalona y José Argibay.

En La Habana y bajo la dirección de Delio, Dermidio participa activamente en la reorganización del movimiento 26 de julio habanero que había sido fuertemente golpeado por los órganos de la dictadura durante la huelga de abril de 1958, hasta el punto que muchos de sus integrantes habían sido asesinados o detenidos.

Luego Dermidio cumple otra importante misión que le había sido asignada por la dirección de la revolución: la fundación de un frente guerrillero en la provincia de Pinar del Río. En Pinar el holguinero participa en varias acciones. En una de ellas ocurrida  el  17 agosto 1958 en el lugar nombrado Seboruco es herido[1]. Pero aún así Dermidio Escalona comandó la guerrilla de Vuelta Abajo hasta el primero de enero de 1959. 
 
Para leer más sobre Dermidio Escalona haga clic aqui

Toda la familia de Dermidio participará en la lucha contra Batista, sus hermanos, por ejemplo, fueron activos combatientes. Uno de ellos,  Mario Escalona fue asesinado por los órganos represivos de la dictadura en momentos en que era jefe de acción en Holguín, y su padre terminó la guerra integrado a las fuerzas del Cuarto Frente Simón Bolívar.  Después del triunfo de la revolución Dermidio Escalona desarrolló importantes tareas civiles y militares.



[1] Periódico Granma Ciudad de La Habana, 4 agosto de  1983

Juan Andrés Cue: Una generosidad pocas veces vista.


Por: José Abreu Cardet.

Andrés Cue Bada en la década de los sesenta y  setenta del siglo pasado se convirtió en toda una institución de la historiografía cubana.

Nació en Chaparra el treinta de noviembre de 1908. Maestro en ese poblado se interesó por la historia. Por su cuenta realizo numerosas indagaciones sobre el pasado en especial de las guerras de independencia. Entrevisto a numerosos testigos y participantes en aquellos acontecimientos, incluyendo en sus entrevistas desde mambises hasta antiguos bandidos que asolaron los campos de guerra. Y a la vez que  iba preguntando a todos, el historiador se encargó de reunir y coleccionar una gran cantidad de libros y fotos relacionados con el proceso independentista.


Pero Juan Andrés no solo escribió sino que también hizo la historia. El tomó parte en las luchas cubanas de su tiempo contras las dictaduras de Machado y de Batista. Y al triunfo de la revolución comenzó a laborar como profesor de la Universidad de Oriente, donde, sobre todo, realizó un estudio sistemático sobre  el general insurrecto tunero Vicente García, y a la vez, otros estudios sobre grandes y pequeñas figuras de la contienda independentista cubana.

Respecto a la historia de Holguín Cué Bada llevó a cabo dos investigaciones sobre asaltos a poblados en esta localidad realizados por las fuerzas de Belisario Grave de Peralta y publicó en la revista  que editaba la comisión de Historia del PCC un documento inédito de Calixto sobre los primeros días del alzamiento.  Hiram Pérez quien dirigió aquella comisión nos recuerda un aporte importante realizado por Cue Bada a la salvación del patrimonio documental: 
Cue nos señaló que los protocolos notariales de los notarios públicos estaban abandonados y en muy mal estado, te estoy hablando de la década de los sesenta del siglo XX. Para entonces  se habían intervenido las notarias publicas y parece que el que realizo esa tarea no comprendió la importancia que para la historia tienen estos documentos y los dejaron abandonados. Cue nos señalo los lugares donde estaban. Lo que nos hace pensar que realizó una verdadera investigación por diferentes lugares de la ciudad de Holguín para localizarlos. Esto nos permitió rescatar del abandono esa valiosa documentación. En esa época nosotros no teníamos experiencia ni sabíamos el valor de todos aquellos documentos”(1).

Cue no llevo a la letra imprenta sus investigaciones esenciales, de ahí que sus valiosos análisis, absolutamente objetivos, sobre el polémico Vicente García, aún continúan inéditos, pero quienes lo conocimos y le oímos hablar de la historia podemos afirmar que fue  Cue Bada el iniciador del rescate de la memoria de ese patriota tunero.

Felizmente del historiador algo apareció en revistas y periódicos, legándonos una obra dispersa y dormida en las hemerotecas del país. Cue falleció el 19  de agosto de  1979. En su honor, el museo municipal de Chaparra lleva su nombre.  Pero no es suficiente, la historia local del norte oriental de Cuba tiene una grande deuda con aquel anciano generoso, y se sabe que en este oficio de la historia, que tiene aristas tan individuales, la generosidad no es abundante.
Notas 
1- Entrevista realizada a Hiram Pérez Concepción por José Abreu Cardet el 4 de septiembre del 2009

1 de junio de 2014

LA VIRGEN CUBANA EN NIPE Y BARAJAGUA


 
(Para oir mientras lee: Plegaria a la Virgen de la Caridad, de José María Vitier)

La historia documentada, la tradición oral y otras fuentes de datos se complementan en el texto LA VIRGEN CUBANA EN NIPE Y BARAJAGUA, de los autores holguineros Ángela C. Peña Obregón, Roberto Valcárcel Rojas y Miguel Ángel Urbina Herrán, con el propósito (y lo consiguen), de acercarnos al hallazgo y la estancia de la Virgen de la Caridad en el espacio Nipe-Barajagua. 

Los hechos históricos peculiares que en ese espacio acontecieron antes del hallazgo de la imagen, la abundante población aborigen que por allí vivía y su rápido proceso de cristianización fue esencial para la historia posterior. 

En el año 400 del hallazgo de la imagen, retornar al espacio primero de la Virgen permite sentir que la historia de la Patrona de Cuba se completa, a la vez que se hace justicia con un universo apenas mencionado en la historiografía cubana. (La identificación de los sitios donde se dieron los acontecimientos iniciales de la historia de la Virgen de la Caridad aún sigue inconclusa). Buscar esa historia en la memoria de la gente es el mérito principal de este estudio que, en síntesis, presenta la Aldea.


La unión Nacional de Historiadores de Cuba en reunión efectuada en la provincia de Ciego de Ávila,dio a conocer el premio José Luciano Franco, 2013, este galardón se entrega a libros de historia publicados por editoriales provinciales cubanas en el año anterior al que se otorga. El libro que recibió el galardón fue "La Virgen cubana en Nipe y Barajagua" de Ángela Peña Obregón, Roberto Valcárcel Rojas y Miguel Ángel Urbina, con  edición de Fidel Fidalgo Moncada y el diseño y la composiciónde Rebeca Pantoja Álvarez, todos bajo la firma de la editorial "La Mezquita", de la Unión de Historiadores en Holguín. Año 2012.






 
Aceptando que fue a la actual Barajagua adonde llevaron la imagen de la Virgen inmediatamente después que la encontraron sobre las aguas de Nipe, ¿qué tiempo la tuvieronallí antes de llevarla al Real de Minas, (El Cobre)?, ¿cuál fue la ruta que siguieron los que transportaron la imagen?.
 


Además,













14 de mayo de 2014

Reguero de Caridades en Holguín

Por Luis Betancourt.

Así debió ser la primera ermita católica erigida en el Hato de Managuaco en el año 1689 bajo la advocación de Nuestra Señora del Rosario. Esa fue la iglesia que posteriormente se trasladó a donde se construyó el pueblo de Holguín y que hoy es la Catedral de San Isidoro

Recién inaugurado el Primer Libro bautismal de San Isidoro, en 1730, ya se descubre que los niños Francisco y María uniesen a sus primeros nombres el de ‘Caridad’. Y asimismo ocurre con otros 102 nacidos entre 1740 y 1789. Y pasa exactamente igual con otros 94 niñas y niños holguineros, nacidos en la última década del siglo XVIII, a los que también les pusieron el nombre ‘Caridad’.
 
Entre 1730 y 1799, sumaron 198 los bautizados en la parroquia holguinera que lucieron el nombre ‘Caridad’. Asociado María, el nombre ‘Caridad’ fue llevado por 67 niñas bautizadas. Otras 80 lucieron igual nombre, principalmente unido a los de Juana, Josefa, Antonia, Rosa, Manuela y Francisca. ‘Caridad’ también acompañó los nombres de José, Francisco, Juan, Rafael, Antonio y otros, llevado por 51 varones. ¿Son muchos, o son pocos esos 198 bautizados? Son suficientes para no ignorar un hecho ocurrido en circunstancias especiales.

El asunto venía de más lejos. El año 1739  -nueve años después de iniciarse los Libros Parroquiales-  María Caridad Serrano Hechavarría  -nacida en Holguín- contrajo matrimonio en San Isidoro. Debemos presumir que la muchacha, al momento de casarse, tuviese más de nueve años. Quiere decir que alrededor de 1720 hay  -por lo menos- una ‘Caridad’ holguinera. ¿Aquella María Caridad fue una excepción? ¿Hubo más ‘Caridades’ sin que tengamos noticia por ahora?

Nada de eso sorprendería si la ciudad de Holguín hubiese estado más a mano en aquellos años del siglo XVIII. Pero Holguín distaba de todo. Más de 20 leguas apartaban la ciudad del Camino Real que, vertebrando la Isla, pasaba por Bayamo. ¡Y veinte leguas de entonces incomunicaban la vida!. Suponía crecer manteniéndose aislados. Aislamiento al que atribuyó el obispo Morell  -allá por el verano de 1756, cuando visitó la ciudad- el mínimo comercio y pobreza de Holguín.

La sorpresa de los nombres ‘Caridad’ se traduce en tonga de preguntas: ¿Cómo llegó a la aislada ciudad la costumbre de poner nombre que implica reconocer la presencia de la Virgen en Cuba con la advocación de ‘Caridad’? ¿De dónde la devoción que eso supone, si San Isidoro estuvo siempre dedicada a otro nombre de María? ¿Cómo mantener la costumbre, si en esa iglesia no hubo imagen alguna de la Virgen del Cobre hasta años después? ¿Todo se debe interpretar como asunto privado y estrictamente familiar?

Para explicar los inicios, podemos suponer que la costumbre fue llevada por pobladores procedentes de Bayamo, donde la devoción a la Virgen del Cobre había calado profundo en 1687. ¿Y después del momento inicial?

Poner a los niños el nombre ‘Caridad’ no fue en Holguín un ‘asunto de esclavos’: su proporción era muy baja entonces y así se mantuvo después.

Tampoco se explica por la presunta costumbre de añadir ‘Caridad’ al nombre de los hijos nacidos fuera del matrimonio. Al menos en Holguín y en el caso que estamos, no puede atribuirse a esa costumbre. Hay varios de los llamados hijos naturales asentados en los Libros Bautismales, pero la mayoría no lleva asociado el nombre ‘Caridad’.

Lo de Holguín tampoco fue un ‘asunto de mulatos y negros’. Hay dos razones. La primera es que los pardos y mulatos no eran mayoría, ni lo fueron nunca. La segunda: entre los bautizados con nombre ‘Caridad’  abundan más los blancos. Para Holguín hay que encontrar otras explicaciones, o proponer hipótesis distintas a los tópicos de siempre.

El reguero de Caridades no se acabó con el siglo XVIII. Hay un ejemplo llamativo: durante los años de la guerra (1868-1878) se bautizaron en San Isidoro 522 niños y niñas con nombres asociados a ‘Caridad: 131 varones y 391 hembras.

A diferencia de lo ocurrido el siglo anterior, en la década 1868-78 abundaron los abuelos, padres y padrinos llamados ‘Caridad’. Y hermanos nacidos en años sucesivos, que unían ‘Caridad’ a sus primeros nombres: Ramón y Pedro; María, Nicolasa y Rafael; Juana y Rafaela. Y hasta gemelas, o mellizas, lucieron el  nombre ‘Caridad’  asociado a los de María Dorotea y Florentina.

¿Qué significó la creciente presencia del nombre ‘Caridad’ en las tierras de Holguín? Seguro que no existe una sola respuesta. Habrá tantas cuantas quieran buscarse. Pero una  -al menos- hablará de devoción; de reconocimiento; o de agradecimiento por algo sucedido. Y puede que otra esté relacionada con eso a lo que llaman señal de identidad, o también cubanía.

Tomado de www.virgendelacaridaddelcobre.org



LO MAS POPULAR DE LA ALDEA