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La aldea a la mano (Holguín, Cuba)

25 de marzo de 2011

Lo que queda de los muertos (Historia del cementerio municipal de Holguín)

Creyéndole, como le creo, al historiador Juan Albanés, la primera escultura pública que hubo en Holguín fue colocada en los terrenos adyacentes a la iglesia de San Isidoro. Esta, que fue también la primera escultura funeraria de la ciudad, data de 1794 y consistía en una pequeña estatua de un marino español difunto llamado Carlos Ibarra.

Allí la pusieron porque allí estaba enterrado el muerto. Fue la iglesia parroquial de Holguín el primer cementerio de la ciudad. Entonces se enterraba dentro y también fuera del templo, el lugar para el difunto este lo ganaba en vida, o sea, dependía de la categoría social que tuviera.

La anteriormente dicha costumbre regulada por las Leyes de Indias, exactamente en su Libro 1, título 18. Pero en abril de 1783 por Real Cédula Carlos III prohíbe la costumbre. Más, no importó a los holguineros la disposición del Rey: ellos continuaron enterrando dentro y fuera de la San Isidoro.

Y así fue hasta que no pudieron soportar más el hedor de los cadáveres en descomposición y de las moscas hambrientas. En 1790 se construye el primer cementerio en Holguín en os terrenos que hoy ocupa el parque Martí.

Fue el primer cementerio de Holguín algo provisional, urgente quizás, o de lo contrario nadie podría oír misa: un cercado de madera para que no entraran las reses y otros animales y la tierra viva para enterrar a los difuntos, eso era el cementerio.(Por cierto, Holguín tuvo cementerio 14 años antes que La Habana)

El gran inconveniente que tenía el cementerio de Holguín es que estaba dentro del perímetro de la ciudad y eso podría desencadenar epidemias. Para tener un cementerio en “las afueras” de Holguín, aquel tenía que estar más allá de los ríos que marcaban los límites de la ciudad.

Ese espacio se consiguió en el extremo oeste de la que fue calle Santa María Magdalena, hoy Luz y Caballero, 25 metros después del río Jigüe. (Y, paradoja: el cementerio debía estar después del río, pero eso traería consigo que en los días de lluvia cuando el río se desbordara de su cauce, no se podrían hacer enterramientos).



EI Cementerio Municipal de Holguín se inauguró el martes 29 de Junio de 1814: muy pronto cumplirá sus primeros 200 años. Es éste el más viejo cementerio de Cuba que todavía recibe difuntos. Por lo anterior y porque en él descansan los restos de varias generaciones de Holguineros, (además de otras también muy poderosas razones), está considerado MONUMENTO NACIONAL de Cuba.

En sus comienzos, dice el primer historiador holguinero, Diego de Ávila, “tenia el cementerio 200 varas en cuadro cercado con madera acantilada de cedros montadas en horcones labrados de corazón”.

En 1841 el ayuntamiento había nombrado al Sargento Mayor, pardo, José Simón Guillén, como Maestro Mayor de Albañilería para que este ampliara el cementerio que en menos de 40 años se había vuelto pequeño. Es este Maestro albañil quien se encarga de revisar la construcción de las bóvedas.

Y en 1851 se le adiciona la pequeña portada, los gruesos muros con sus nichos abovedados y la capilla del Cristo Misericordioso.

Conforme a las leyes de la época el cementerio municipal de Holguín tuvo forma rectangular con calles cortadas y en ángulo recto como el pueblo. Asimismo un pasillo o calzada central dividió el camposanto en dos barriada: El lateral izquierdo correspondía a San Isidoro y el derecho a San José este barrio fue ampliado hacia el lateral derecho.

Según la historiadora Angela Peña “las lápidas de mármol del siglo XIX eran adquiridas en La Habana, Santiago de Cuba y Puerto Príncipe. Aunque la mayoría de ellas no tienen firma se sabe de varias casas comerciales especializadas de entonces: Tricornia, El Arte, La Italia, O´Reilly 59 en La Habana; Valls, Guzmán y Fornés en Santiago de Cuba y A. Rocas y Tomás en Camagüey".

Y en el periódico “El Periquero”, año 1883, se anuncia la marmolera “La Valenciana “ de Puerto Príncipe (Camagüey) que ofertaba traer gratis hasta Gibara las obras que le encargasen.

Pero a pesar de tantos ofrecimientos las familias acaudaladas de la ciudad importaban desde Italia, a través de casas marmoleras establecidas en la Habana y otros lugares, los lujosos monumentos funerarios para la ornamentación de sus panteones. En el cementerio municipal aún se conservan esos dichos mármoles.
Después llegó el siglo XX y con él nuevos mausoleos al cementerio municipal en forma de capillas Art Decó, Neoclásico, Ecléctico y Racionalista. Y mientras tanto Holguín continuó creciendo. El viejo cementerio “de las afueras” fue apresado por la urdimbre urbana y hoy lo ahoga. Pero el viejo cementerio está vivo y la obra original se conserva se conserva en su casi totalidad, dando resuellos a veces, aguantando la respiración otras. El deterioro del camposanto holguineros es significativo, lamentablemente.


Silencioso, recogido, modesto, austero y casi tímido, el cementerio de la ciudad es el más completo testimonio de la vida hecha en Holguín. Desde sus lápidas, esculturas y epitafios habla lo que han quedado de nuestros muertos, sin distingo de si aquellos en vida fueron hijos de las principales y más rancias familias holguineras, o gobernadores, intelectuales, personalidades de cuerpos militares, mambises, mártires de la revolución, hijos pródigos, gente sin nombre.

Sobresalientes en el camposanto holguinero son las más de un centenar de piezas escultóricas que lo adornan, de mármol la mayoría, de piedras y bronce otras. Ninguna de ellas tiene la firma del maestro escultor que las confeccionó, pero por tradición se sabe que fueron realizadas por artífices de talleres italianos e importadas por la burguesía local. Los temas fueron tomados, preferentemente, de la iconografía cristiana: Piedades, Ángeles orantes, Santas Teresitas, Cristos Crucificados con coronas de espinas, palomas con ramas de olivo, Cristos pidiendo misericordia y excepcionales bustos-retratos. En algunos casos estos temas fueron confeccionados en forma seriada, otras son obras únicas. En ellas predominan el mediano y el gran formato.


ALDEA COTIDIANA invita a sus lectores a visitar el camposanto holguinero.


























2 comentarios:

  1. Hola, es muy interesante la historia del cementerio, pero cuando se habla de historia es vergonzoso pecar de mal agradecido, pues los holguineros le debemos la ciudad al Teniente Gobernador Francisco de Zayas Bazan y Armijo, y uno de los primeros nichos en la entrada principal es el de el, en cambio habla de otros nichos de personas que no hicieron tanto por la ciudad de Holguin como este gobernador. Reconozcamos su herencia y no ignoremos su labor por nuestra tierra.
    Creo que es digno de mencionarse su nicho en la entrada.

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  2. Más que mencionar lo del nicho, lo que Zayas merece es una estatua. En este blog se habla de él constantemente y todavía falta que hablemos más. El es el PADRe de Holguín

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