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La aldea a la mano (Holguín, Cuba)

26 de junio de 2010

Jackeline Vel



Para descargar "Nada", de Bismarck Estopiñán interpretado por Jackeline Vel, haga clic aquí


Por Hirán R Ricardo

Jackeline Vel es una holguinera que viaja a su tierra natal dos o tres veces al año, (de ser por ella vendría todos los meses, pero, su trabajo en la capital de Cuba se lo impide). Es muy cuidadosa con su garganta, dice. Para mantener su fuerza vocal duerme entre ocho y 10 horas, no bebe cerveza y tampoco toma agua muy fría.

¿Como fueron tus inicios en la música?

Me inicie aquí en Holguín, en la escuela de arte, me gradué en el Conservatorio en la especialidad de Canto Coral. Luego continué mis estudios de Canto Lírico en el Instituto Superior de Arte (ISA) en La Habana. Una vez graduada formé parte de la compañía lírica Rodrigo Prats y del Orfeón, ambos de Holguín, desde 1998 hasta el 2001 aproximadamente.
Durante estos años fue fundadora de uno de los grupos corales más importantes del territorio, Harmony. Se presentaba en el polo turístico de Guardalavaca donde interpretaba temas de la música popular cubana. A la vez que la Vel exhibía su voz en diversos centros nocturnos de la ciudad: Casa de la Trova, Club Siboney y la casa Iberoamericana. En estos andares obtuvo premio a la mejor interpretación del concurso del Joven Creador.

El talento de sus interpretaciones hizo que Julio César Leal, realizador de videos clips y director del popular espacio de la Televisión Cubana 23 y M, le aconsejara presentarse en La Habana. Del mismo criterio fue Edith Masola, conductora del mencionado especio televisivo. Ambos habían llegado a la ciudad de los parques para trasmitir uno de sus programas.

Entonces Jackeline decidió probar suerte en la capital cubana. Allí llegó con el pie derecho, pues desde sus primeras presentaciones formando parte del coro del Instituto Cubano de Radio y Televisión (ICRT), se llevó el elogio de importantes maestros de la música, como Digna Guerra y Miguel Patterson.

Al poco tiempo obtuvo mención en el festival Jo Jazz, evento que presidió el destacado músico Chucho Valdés. Y mientras bajo la dirección de Alfonso Menéndez compartió el escenario con importantes figuras de la cultura cubana, entre ellas, Rosita Fornés, Luís Carbonel, Lourdes Torres y María de los Ángeles Santana, interpretando diversos géneros, entre ellos la Zarzuela.

Los éxitos de Jackeline Bell son varios, de ellos la ha marcado el Premio del festival de música cubana Adolfo Guzmán.

A pesar de ser una cantante muy joven, ya cuenta con cuatro videos clips. Esas obras audiovisuales corresponden a los temas, Se me olvida, Génesis, Nada y Gente Autentica. Este último clip ha sido promocionado además por su mensaje social a los aquejados por el VIH SIDA.

...tu primer disco.

Sí, ya tengo mi primer CD, que lleva por título el nombre de una de mis canciones, Mírame. Son 10 temas, en los que aparecen el pop y la balada. Ha sido grabado por la disquera Bis Music. El productor musical es Marcos Alonso. 

Jackeline Bell ha hecho giras por México y países de Europa, siempre formando parte de espectáculos  donde ha coincidido con populares intérpretes cubanas como Osdalgia y Vania. En esos recorridos ha fusionado diversos géneros como la guaracha cubana, boleros, pop, disco, entre otros.

Por moverse con soltura y talento entre la música lírica y popular, Jackeline Bell fue escogida para participar en la banda sonora de la película cubana Los Dioses Rotos. También ha puesto su voz a pequeñas realizaciones de estudiantes de la Escuela Internacional de Cine de San Antonio de los Baños y a espacios televisivos como la tele aventuras Los Tres Villalobos y el serial infantil La Isla de los Cocos.

¿Cuándo te animas a escribir tus propias canciones?

Lo he pensado y creo que sí, para el próximo año quiero componer algunas canciones. De hecho quisiera escribir todo lo que cante en mi segundo disco, porque busco un toque diferente, es decir que ese CD tenga mayor diversidad de géneros.
Me cuenta la cantante que le gusta hacer ejercicios, pues sube de peso con facilidad. Se considera una buena bailadora. Sus ratos libres los prefiere pasar con su familia. Y su gran pasión es el Jazz.

Para descargar: Hoy quiero hacer el amor pero no contigo, de Osmany Espinosa, interpretada por Jackeline Bell, haga clic aquí.

(Leer más sobre la vocalista)

18 de junio de 2010

Origen del linaje Grave de Peralta en Cuba hasta la quinta generación - Sinopsis genealógica

Por: Juan Bruno Zayas de la Portilla

La familia Grave de Peralta, procedente de Castilla La Vieja, se avecina en Santiago de Cuba en la primera mitad del siglo XVIII donde inmediatamente se vinculan con las familias más notables de esa ciudad.

De los vástagos de este linaje, algunos pasan a la ciudad de Holguín donde también contraen descollantes enlaces de los que emanarán una pléyade de patricios a la nación cubana, entre los que se destacan el abnegado general del Ejército Libertador, Julio Grave de Peralta y Zayas; sus hermanos: Belisario, que ostentó el grado de General de Brigada; Francisco, que llega al final de la guerra con el grado de Coronel; Manuel, que también ostentó el grado de Coronel; Liberato, que fue Capitán y Pedro, que por su participación en la contienda fue deportado a Honduras.
 El primero del linaje Grave de Peralta que aparece documentado en la isla de Cuba es Isidoro Jorge Grave de Peralta y López , natural de San Felipe, provincia de Valencia, hijo de Juan Grave de Peralta y de Teresa López.
El mencionado, Isidoro Jorge Grave de Peralta y López , contrajo matrimonio en la Catedral de Santiago de Cuba el 18 de agosto de 1737, con Paula García de Aguilar y López de Queralta, hija del Alférez José García de Aguilar y de Francisca López de Queralta. Esta pareja procreó a:
Pedro Alcántara Grave de Peralta y García , cuyo bautismo se encuentra asentado en la misma Catedral de Santiago de Cuba el 11 de octubre de 1738, se casó allí mismo el 24 de agosto de 1756 (libro 4, fo. 31), con Isabel Muñoz y González (nacida en Santiago de Cuba el 9 de marzo de 1733), hija de Manuel Muñoz y Rodríguez de Pliego y de Isabel González y Sinoes.
Esta pareja tuvo a:
Isidoro Grave de Peralta y Muñoz , cuyo bautismo se encuentra asentado en la anteriormente mencionada Catedral, el 15 de mayo de 1758, en Santiago se casó el 11 de agosto de 1785, con Rosalía Giró y Pliego.
De sus hijos:
María de la Concepción Grave de Peralta y Giró. Casó con Francisco Boix y González, natural de Cartagena de Indias.
Miguel Ignacio Grave de Peralta y Muñoz, nacido en Santiago de Cuba hacia 1760. Casa primero con María Gertrudis Pérez de Orellana y procrean 3 hijos. Contrae segundas nupcias con Teresa de Moya y Hechavarría, de cuya unión sólo nace 1 hijo. Contrae un tercer matrimonio en la parroquia de Santo Tomás de Santiago de Cuba el 3 de abril de 1798 (libro 2, fo. 20, nº 20), con María de la Paz Rafaela de Zayas-Zamudio y Armijo (nacida en Santiago de Cuba el 23 de octubre de 1773 y bautizada en la parroquia de Santo Tomás el 3 de noviembre - libro 2, fo. 101v., nº 52), hija de José Toribio Diego de Zayas y Pérez-Zamudio, natural de la ciudad de Sevilla, y de María Antonia Lorenza de los Reyes Armijo, natural de Santiago de Cuba. De este enlace nacen 3 hijos de los cuales 2 mueren antes de llegar a la pubertad. Adoptan 2 niños que son expuestos en su residencia.
Hijos del primer matrimonio de Miguel Ignacio Grave de Peralta y Muñoz:
José Antonio Grave de Peralta y Pérez de Orellana. Casó en la Catedral de Santiago de Cuba con una dama de apellido Corchigilia.
José Andrés Grave de Peralta y Pérez de Orellana. Nacido en Santiago de Cuba hacia 1790. Casó en la Catedral de Santiago de Cuba el 14 de diciembre de 1813 (libro 6, fo. 6v., nº 17), con Juana Bautista García y Carvajal, hija de Rafael y de Martina. Al enviudar pasa a la ciudad de Holguín; donde contrae matrimonio en la parroquia de San Isidoro el 27 de septiembre de 1819 (libro 4, fo. 43, pda. s/n), con María Rafaela Mercedes Zayas y Cardet (nacida en Holguín en 1803 y fallecida en Guanabacoa en 1894), hija del Teniente Juan José Francisco de Zayas y Armijo y de María Josefa de Jesús Cardet y de la Cruz, naturales de Santiago de Cuba y de Holguín, respectivamente.
Estatua con la que los holguineros recuerdan la memoria del Mayor General Julio Grave de Peralta
General de Brigada Belisario Grave de Peralta y Zayas
De la unión entre José Andrés Grave de Peralta y María Rafaela Mercedes Zayas y Cardet nacieron 13 hijos:
Josefa Grave de Peralta y Zayas.
Francisco Grave de Peralta y Zayas.
Rafaela Grave de Peralta y Zayas.
Manuel Grave de Peralta y Zayas.
Liberato del Rosario Grave de Peralta y Zayas.
Julio Crescencio del Rosario Grave de Peralta y Zayas.
Mercedes Grave de Peralta y Zayas.
José María Grave de Peralta y Zayas.
Prudencia María del Rosario Grave de Peralta y Zayas.
Pedro Urbano Grave de Peralta y Zayas.
María del Carmen Grave de Peralta y Zayas.
Belisario Isidoro Grave de Peralta y Zayas.
María Josefa Grave de Peralta y Zayas.

Razones y justificación de una y la otra, en el enfrentamiento entre la "egoista" Pepa Cardet y su "ingrata" hija Rafaela.


También Rafaela de Zayas y Cardet se enfrentó a su madre egoísta y protestó porque la Pepa prefería guardarse el dinero de la herencia, y si a alguien se lo daba, era a su esposo que era más joven que sus hijos.

Me contó el historiador José Abreu Cardet que en el Archivo Nacional de Cuba se conserva un expediente muy voluminoso seguido contra la doña ante la protesta de su hija. Y en el expediente hay muchas declaraciones de vecinos de Holguín, dice uno que la Pepa tan rica y tenía un hijo en la indigencia; y otro que ella prefirió entregarle sus hijos pequeños a familias pudientes de Holguín para estar libre de ocupaciones y nada más ocuparse en ser la “mujer” de don Paco. (¿Y no será que ahora los holguinenses se vengaban de la infeliz Pepa, la enamorada, indefensa como estaba sin el poder de don Paco?)

Por lo que haya sido, pero los vecinos fueron tejiendo historias en torno a aquella jovencita, Rafaela, que había heredado algo más importante que las tierras y el dinero de su familia: el carácter insumiso y fuerte de su madre.

Rafaela al igual que sus otros hermanos había sido criada por una familia holguinera. Apenas tenía quince años cuando conoció a un forastero que llegó a Holguín procedente de Santiago de Cuba, José Andrés Grave de Peralta. Los Grave de Peralta eran una familia entre los que se encontraban varios propietarios de tierra, aunque en general no tenían importancia económica descollante. Lo único verdaderamente valioso de los Grave de Peralta era su apellido viejo e importante.

Seguramente que a José Andrés Grave de Peralta le llegaron a su casa en Santiago de Cuba las noticias de las transformaciones económicas que ocurrían en Holguín bajo el gobierno de Francisco de Zayas. Pero más que el presente, era el futuro lo que parecía sonreírle a la región con el puerto de Gibara y el incremento de la producción. Un día, emprendedor, emprendió el camino de Holguín. Y si no se hizo rico como esperaba, no demoró en conseguir la riqueza espiritual que le brindaba Rafaela, a la que desposó en la iglesia mayor de la ciudad. José Ignacio acompañó a la esposa en sus doce partos y también durante todas sus protestas y quejas contra injusticias y abusos que se trataron de cometer contra ella o su familia.

José Andrés Grave de Peralta y Pérez de Orellana. Nacido en Santiago de Cuba hacia 1790. Casó en la Catedral de Santiago de Cuba el 14 de diciembre de 1813 (libro 6, fo. 6v., nº 17), con Juana Bautista García y Carvajal, hija de Rafael y de Martina. Al enviudar pasa a la ciudad de Holguín; donde contrae matrimonio en la parroquia de San Isidoro el 27 de septiembre de 1819 (libro 4, fo. 43, pda. s/n), con María Rafaela Mercedes Zayas y Cardet (nacida en Holguín en 1803 y fallecida en Guanabacoa en 1894), hija del Teniente Juan José Francisco de Zayas y Armijo y de María Josefa de Jesús Cardet y de la Cruz, naturales de Santiago de Cuba y de Holguín, respectivamente.


De su unión nacieron
Josefa Grave de Peralta y Zayas.
Francisco Grave de Peralta y Zayas.
Rafaela Grave de Peralta y Zayas.
Manuel Grave de Peralta y Zayas.
Liberato del Rosario Grave de Peralta y Zayas.
Julio Crescencio del Rosario Grave de Peralta y Zayas.
Mercedes Grave de Peralta y Zayas.
José María Grave de Peralta y Zayas.
Prudencia María del Rosario Grave de Peralta y Zayas.
Pedro Urbano Grave de Peralta y Zayas.
María del Carmen Grave de Peralta y Zayas.
Belisario Isidoro Grave de Peralta y Zayas.
María Josefa Grave de Peralta y Zayas.

Descarnado fue el camino de enfrentamientos entre Rafaela y su madre, que reaccionó enérgicamente desheredando a la hija insumisa. Desde ese día nunca más se encontraron los caminos de hija y madre.

Mayor General Julio Grave de Peralta y Zayas, hijo de don José Andrés y doña Rafaela


General de Brigada Belisario Grave de Peralta y Zayas, también hijo de don José Andrés y doña Rafaela

Por una ruta marchó Rafaela. La suya fue de paritorios, 13 hijos tuvo. La Pepa, viuda y rica, pagó todos los caprichos de su amante, Luciano Martínez. Él, en recompensa se estableció en la cama de su fogosa y ya madura mujer. Acostumbrada a vencer, la Pepa venció.

José Andrés Grave de Peralta y Rafaela Zayas llegaron a tener varias propiedades en la jurisdicción de Holguín. Las de mayor relieve eran dos fincas y tres sitios de labranza. Estas propiedades se encontraban en la capitanía pedánea de Cacocum.

16 de junio de 2010

Prueba de las artes de la boquirrubia y desalmada Pepa Cardet y al final el testimonio de las ocupaciones de un gato prieto callejero


Enterrado don Paco de Zayas y recién casada la Pepa con un quinto del Ejército recién llegado a la Isla y por el que la mujer pagó una millonada a sus superiores para que lo liberaran del servicio militar, luna de miel incluida, la Pepa hizo y dejó de hacer a su antojo con el dinero que heredó. Empero no siempre contó con la sumisión de sus hijos y tampoco de su hijastro, tal como quedará probado seguidamente.

En el Archivo Provincial de Historia de Holguín se conserva un documento del 13 de enero de 1845, esto es, 8 años después de la muerte de don Paco. “Comparece, dice, el subteniente retirado de la 6ta Compañía del Regimiento de Infantería de La Habana, don Luciano Martínez, natural de Murcia y vecino de esta villa de Holguín. Lo acompaña el Regidor don Ramón de Zayas, natural de Cuba (Santiago de Cuba), y vecino de Holguín… (Don Luciano era el nuevo marido de la doña y don Ramón el hijo mayor de don Paco de Zayas, tenido en su primer matrimonio)

En juicio conciliatorio el Martínez llevó a don Ramón ante el Teniente Gobernador en calidad este último de Juez de Paz. Exigía don Ramón que don Luciano Martínez y su esposa la Pepa, acabaran de pagarle 1916.00 pesos “que en la testamentaria de su padre le era en deber doña Josefa Cardet”, o sea, la desalmada Pepa Cardet, y aún, dice, cuando ya había vencido el plazo acordado, todavía no cumplía.

En este documento declara el hijo de Zayas que su padre donó (pagó) a Su Majestad fábricas (casas), por valor de 13 mil pesos para conseguir la legitimación de los hijos que tuvo fuera del matrimonio… (O lo que es igual, don Paco pagó ese dinero para conseguir la Real intervención para que Su Santidad “el Papa de Roma”, consintiera en su divorcio de la madre de su hijo mayor, que es quien exige la satisfacción de la deuda).

Consideraba don Ramón de Zayas que la suma pagada a su Majestad “sin prejuicio de tercero”, como la Pepa y su Padre habían declarado, no podía perjudicarlo a él, que nada tenía que ver con aquel asunto. Todavía más claro: En testamento don Paco de Zayas declaró que a cada uno de sus hijos le correspondía un quinto de su fortuna, empero al calcular el quinto que a él le correspondía no se podía descontar aquel dinero gastado. Y de ahí la deuda…
“Como de lo antedicho había de originarse un ruidoso pleito, que al paso que puede causar la ruina de sus intereses, también perturbaría su tranquilidad y reposo, y la armonía que debe reinar entre personas de una misma familia… los litigantes fueron invitados por el Juez de Paz a someterse a la deliberación de árbitros por ellos mismos nombrados”.
Fueron los árbitros el abogado, Regidor y Alférez Real don Quintín de Aguilera, natural y vecino de Holguín, y el abogado don Francisco Tamayo Fleytes, de la vecina villa del Bayamo.

Para no hacer juicio público y queriendo darle toda la fuerza que compromiso así requiere, es por lo que ambas partes concurren ante Escribano y dicen, asimismo, “que si se presentaren dificultades para que el Licenciado Tamayo Fleytes no pudiere venir a esta ciudad de Holguín, se otorga poder para que actúe en su lugar al de igual clase don José Joaquín de Quezada, natural del Puerto del Príncipe y vecino de esta. Y por si los dos abogados no pusieranse de acuerdo, nombran a un tercero en discordia, que es el Licenciado don José Manuel Betancourt, natural del mismo Puerto Príncipe y avecindado en Holguín”

Ante estos señores abogados, las partes en pleito se obligan a presentar todos los documentos que aquellos consideren necesarios… y, porque ahora lo recordó, don Ramón de Zayas reclama que se incluya en la sumatoria general del dinero que dejó su padre al morir, las ropas y prendas del uso actual de la Cardet.

Y se van todos a sus casas a esperar la decisión. Pero no transcurre una semana y regresan. No sé que hizo la Pepa, pero seguro que puso a funcionar sus poderes, porque lo cierto es que don Ramón de Zayas dice ante el escribano para que la escritura convierta en oficial esta, su decisión, que se da por satisfecho y que su madrastra no tiene que pagarle nada y que, además, le regala él a la mulata Felícita para que sirva como esclava a la Pepa y también le devuelve 200 pesos que aquella le había dado para satisfacer el costo de las ropas y prendas por la doña gastados del dinero dejado por don Paco como herencia.

Dice el documento de satisfacción de deuda, y cito in extenso:
“En razón de lo dicho, se desisten, quitan y apartan desde este momento y también a sus herederos, del derecho que mutuamente se consideraban tener y dan por concluídos los litigios.

“Desde ahora la parte que quebrantare este pacto y promoviera gestión contra la otra, tendente a hacer reclamaciones sobre los bienes del difunto don Francisco de Zayas, aún cuando sea considerada justa, por solo promoverla, se le impondrá multa de 4 mil pesos a favor de la otra parte.

“A la firmeza de esta escritura y a su cumplimiento se obligaron todos en la más bastante forma de derecho con sus bienes presentes y futuros.

“Doña Josefa, que se hallaba presente, estuvo de acuerdo y, como muger (sic) juró por Dios y hizo una señal de cruz y dijo que no se aprovecharía de leyes y derechos futuros”
Luego la mismísima Pepa Cardet firmó la escritura asentada en el Tomo 4, Folio 6v del año 1845.

Patio interior de La Periquera
Su firma en esa escritura es lo único que queda de la muerta y un fantasma tan pasionalmente hijo de puta como en vida puta fue ella, al decir del historiador Pepito García Castañeda. De noche, por los corredores del interior de La Periquera, (donde murió escondida de las fuerzas insurrectas que comandaba su nieto Julio Grave de Peralta), dicen que se ve vagar su fantasma, gimiendo de deseos. En mis pesadillas, allí mismo la he encontrado, Luciano Martínez yo, ella macrocefálica y sinvergüenza. Siempre termino masturbándome mientras la boquirrubia, mira y no se acerca. Después un gato prieto llega a mis pies y lame el semen.

15 de junio de 2010

Por favor, un asiento para una vieja


FRAGMENTOS DE LAS MEMORIAS DE LA POETA MARILOLA X

Soy (...) descendiente de un patriota que abonó este sueño con sangre y de una mambisa que fue madre, compañera, colaboradora de mi padre; formaron unos cimientos de acero a los cuales ha envejecido la lucha.
 
Nací en la guerra, aunque decían que ya había terminado, quedó en mi casa, grabada con sangre y fuego. Mi padre sufrió por diez años a consecuencia de las graves heridas (atendido por sus compañeros de batalla: Doctores Rodolfo Socarrás y Humberto Manduley).
 
Y cuando se reponía habiendo dejado en la senda patria cuatro costillas y su sangre irrumpo yo deshaciendo temores. Mi padre era joven y apuesto y a pesar de que mi hermano Rafael había llegado trece años antes que yo, mi presencia fue como un haz de esperanza en su corazón torturado por la lucha. Cuarenta días después de mi llegada dejé de escuchar su voz que se acercaba a mí con esperanza. Él dejaba la vida y me entregaba sus armas. ¡A seguir peleando!.

Un pájaro ansioso de lejanías al que habían atado las alas

Cuando yo nací, en lugar
de un juguete, pusieron una
pluma entre mis manos.
El destino dijo: esa te
servirá de arma.
He cantado
al amor en diversos matices
He cantado al dolor…
¡He cantado a la vida!.

Marilola X (noviembre de 1984)
 
A los cinco años (1910), la niña vivaz comienza sus estudios en una modesta escuela de barrio, contigua a su casa. La maestra es Tina González, alguien especial para Marilola porque aquella es hija de Juana González, una negra a la que la niña llama mamá y a quien quiere porque era quien elaboraba las mejores golosinas que alguien haya probado jamás. En sus memorias la escritora recuerda a Juana siempre ataviada con sencillez y pulcritud. La niña de la mano de la negra. Recorrían las calles de la ciudad para vender dulces. “De ella y de mi madre, dijo la poeta, aprendí a mirar la vida de frente”.
 
Tina dramatiza lecturas. Y a la pequeña se le trocan en pajaritos y mariposas las letras que con delectación dibuja. La escuela es una fiesta pero muy pronto la trasladaban para una escuela superior. La niña se opone pero Tina la convence y personalmente se encarga de ataviarla de manera especial. Frente al aula la espera Rosario García Iñiguez, hermana del General Calixto García y notable pedagoga de la comarca.
 
La nueva maestra siempre la llamó Loló y se percata que la niña inventa fabulosas historias para sus compañeros. Doña Rosario estimula las dotes que van saliendo a la luz de la alumna nueva; es ella quien primero le habla de escribir lo que llevaba en el alma. Ella averigua en la familia. Le dicen que su padre escribía emocionados versos, que el bisabuelo materno cultivaba formas de la poesía popular y cada acción de los de su casa, los hermanos sobre todo, por su sensibilidad, estaban muy cerca del acto patriótico.
 
Y mientras, como siempre ocurre, la niña hermosa crece bajo la tutela de sus generosos padrinos y con la protección de los antiguos compañeros de armas de su padre. Los demás se empeñan en paliar un tanto la difícil situación económica que por entonces sufría la familia. Y si a los otros no le pueden esconder la realidad cruda, a la niña sí que la alejan del lado duro de la vida y ella es feliz.
 
De uno va a otro colegio. Sus maestros son generosos y gente sabia. La Academia de Ezequiela Ochoa, el colegio Sagrado Corazón de Jesús, el Instituto Holguín, dirigido por don Manuel Silva. Hereda los libros del coronel difunto, los hermanos la alientan, Horacio, Homero, Ovidio, Virgilio. Ella se aficiona a Shakespeare y disfruta las emociones de los personajes. A los maestros y sobre todo a sus hermanos la poetiza agradece porque fueron ellos quienes le imprimieron el espíritu de la preparación autodidacta. Marilola jamás traspasó la enseñanza que se recibe en la niñez.
 
Y sufre, quizás ahora por primera vez conscientemente. Sus hermanos, hombres instruidos a los que recorre la poesía por las venas y sin embargo tienen que realizar trabajos rudos. La adolescente sufre y sueña. Se enamora de los galanes de cine y después de los amigos de sus hermanos, pero, por supuesto, dentro de los marcos que permitía la educación recibida en un ambiente de marcado asento provinciano. Sobre esos años la poeta escribió en sus memorias: “(...) mi corazón era un pájaro ansioso de lejanías al que habían atado las alas y no podía ir en pos de nada ni nadie”.
 
Y llega el amor carnal, el único que al parecer disfrutó a pesar de que para muchos ella era de enamoramientos fáciles. Fue en los días de mayor intensidad en su formación espiritual. Era un italiano joven y comerciante que por razones de trabajo visitó Holguín: Guido Carmenatti Pennino. Él solo estuvo en la ciudad algunos días. Pero desde La Habana le escribía una carta diariamente. Ella, con fiebres permanentes lo deseaba, lo acostaba encima de su cuerpo, los dos desnudos. Fueron aquellas imágenes solo soñadas las que permitieron a la poeta, posteriormente, escribir las prosas eróticas que la singularizaron. Entre sus manuscritos, como escondiéndose avergonzadamente, ella confesó que era en Guido en quien pensaba. Fue en Guido en quien siempre pensó hasta el final.
 
Guido le regala un libro que la impresiona: El Principito. Y en sus cartas la llama “vida”, “amor”, “flor”. Y ella sigue reelaborándolo: él es solo un hombre, ella una mujer que lo desea. Pero desde la primera ojeada lo supo, su familia no admitiría un matrimonio así. Ella sería para algún amigo de sus hermanos sin importar cuánto de deseo dejara satisfecho en ella. Ay, como se murió la niña y muerta tuvo que vivir. En sus memorias todavía llora: “No me dejaron encontrarme a mí misma. Quisieron hacerme de hierro, mientras que mi formación era de gasas suaves que al agitarlas al viento semejaban gaviotas liberadas”.
 
Por esa época, en un local cercano a la casa familiar, un joven de buena presencia y modales educados, instala un comercio. Se llamó Enrique García y vivía al cuidado de sus tutores, unos tíos españoles.
 
Enrique es amigo de los hermanos de María Dolores. Se conocen. Muy pronto él muestra interés por la muchacha hermosa. Ella lo rechaza y la familia lo acepta. Desde La Habana le llega una carta más de Guido, dice que se va a Italia y promete regresar para casarse. Pero en casos así el tiempo trascurre lento. No llegan noticias del que se marchó y el dolor va dejando paso a la decepción. Todo lo hubiera perdonado menos el olvido. Y sus mayores insistiendo para que acepte al que la pretende.
 
Enrique es inteligente y tiene encantos: en una ocasión se le presenta con un libro de Rubén Darío. Mañana confiesa que sueña con ser periodista y que adora a Martí. Son afinidades que comparten. Cuando cumple quince años María Dolores, quien todavía no es Marilola, aunque se acerca a serlo, se casa con Enrique García. Abandona los estudios el día antes y hoy la familia ilumina la casa para brindar por la felicidad de los novios. De esa unión nacen tres hijos: Enrique Segundo, Henry, (14 de mayo de 1923), Carlos Ariel (4 de noviembre de 1924) y Pedro Facundo (23 de febrero de 1928).
 
La casa de los recién casados acoge a amigos poetas. El clima es propicio para leer o para comentar lo leído. Homero y Horacio presiden las veladas hasta que llega el autor que todos prefieren y que ya no abandonan jamás, José Martí. Los concurrentes a las tertulias las llaman “Un himno al Parnaso”.
 
Una inteligencia natural como la de María Dolores aprovecha cuanto puede: aprende de unos y de otros rechaza sus modos. Ella prefiere a Manuel Martínez de las Casas. Pero a todos agradece que hayan encendido su necesidad de escribir poesía. Asistían, dicen, Miguel Ángel Ponce de León, Ibrahín Urbino, Antonio Luciano Torres, de quien la escritora recoraba como un ser taciturno, de voz lenta y cansada y extremadamente pobre. Asistían también mujeres interesadas por la literatura, entre ellas Mariblanca Sabas Alomá. Más tarde llegó Manuel Navarro Luna durante una de las visitas que hizo a Holguín.
 
Poco después del nacimiento de su primer hijo, con él en brazos, se dirige a la Iglesia a bautizarlo. En el camino se encuentra con Guido Carmenatti que acaba de regresar para cumplir su promesa. Ya era muy tarde pese a los sentimientos vividos. Era otro el rumbo que ella había escogido, ni siquiera quiso escuchar por qué el regreso se había dilatado tanto ni por qué no llegaban las cartas.

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11 de junio de 2010

Desde el cielo


Holguín desde el cielo o mejor, mi cielo, tu cielo.


Ir y regresar. (Algunas posibilidades de locomoción)



Ir y regresar ha sido, eternamente, una necesidad.Estas son imagenes que muestran algunas de las oportunidades de locomoción del holguinero.

















Paisajes de Holguín



Por ahí, por esas, nuestras inmensidades, se presentan hermosos espectáculos. Esta, dijo el Almirante don Cristoforo Colombo, y muchos lo sabeis por experiencia, "es la tierra...etc" Confieso que me da "una poca" de verguenza por lo tremendo y contundente de la frase, y más porque he ido a muy pocos lugares. Pero me encanta este lugar.


Amanecer en Guardalavaca, famoso y muy visitado balneario de Holguín. Guardalavaca porque la playa está guarecida por unabarrera coralina que impedía la llegada de los corsarios y piratas hasta la orilla, por tanto, ese el más seguro lugar donde guardar las vacas.


Bahía de Gibara




Las anteriores son imagenes de la Silla de Gibara. Fue Cristóbal Colón quien llamo a esa loma nuestra así por parecerle una silla de montar (montura dicen los campesinos de la comarca)

Carretera hacia Antilla. Si siguen la ruta podrán llegar a la bahía de Nipe, el lugar donde la tradición hizo aparecer la imagen de la Virgen de la Caridad, patrona de Cuba

Presa de Limoncito, en Camazán. La vista fue tomada desde la carretera hacia Mayarí, antes de llegar al Manguito, que es donde se bifurcala carretera, una sigue hacia Moa, Sagua de Tánamo, Mayarí y Cueto.

La hija del coronel



Marilola X fue bella desde que nació y hasta el día antes de su muerte. Tenía los cabellos rubios y la piel muy blanca. En los ojos azules le bailaba una sonrisilla pícara y sensual. Y, quizás lo más sublime, una digna grandeza de cuerpo y alma que sus descendientes aseguran que heredó del padre el coronel.

En Holguín, el 11 de febrero de 1905 vino al mundo y la bautizaron con el nombre de Lourdes Desirée María de los Dolores Fidelina Suárez Ricardo. Lourdes porque sacó ese nombre según un calendario católico. “Desirée, dijo la poeta en sus Memorias, por petición de mi madrina Flora, María por una tía de mi padre, Dolores por mi abuela materna y Fidelina por mi padre, quien a pesar de haber tenido tres varones antes, no le pusieron su nombre a ninguno”

El coronel del Ejército Libertador Fidel Suárez Góngora había sufrido profundas heridas en el campo de batalla y había perdido cuatro de sus costillas. Los dolores eran constantes. De ahí que el General José Miró y el doctor Socarrás insistieran para que el enfermo viajara a La Habana a buscar un corsé ortopédico. Cuarenta días de nacida tenía la niña que le había nacido. El coronel toma un tren que se descarrila. Murió al instante.
En sus memorias, que la poeta tituló: Por favor, un asiento para una vieja, dice, orgullosa: “De mi padre heredé su poesía y su pólvora. De mi madre su reciedumbre y esa apacible calma de mujer que cruzó guerras y tomó junto a mi padre el título de mambisa”.

Aurelia Ricardo Quevedo, la madre de Marilola X era natural de Sagua de Tánamo. En las andanzas libertadoras del coronel se conocieron. Se amaron de prisa e hicieron el amor en el poco tiempo libre que quedaba entre uno y otro combate. En la manigua le nacieron los tres varones mayores, y no tuvieron más porque la guerra solo duró tres años.

En el 98 (1898) se acaba la guerra. El coronel vuelve a Holguín donde tenía a su primera esposa, Rafaela de la Peña, y un hijo pequeño. Pero Rafaela estaba a punto de morir y no quisieron entristecerla más. Ana Góngora, la madre del coronel, era propietaria de abundantes tierras en las inmediaciones de la ciudad (al crecer las tierras de doña Ana quedaron dentro del centro histórico de Holguín). Se dedicó el coronel a llevar la contabilidad de los negocios de la madre. A cambio ella le ofreció una casa amplia y recién construida adonde vino a vivir Aurelia y los muchachos. Cuando murió doña Rafaela, Aurelia crió al hijo de aquella con el coronel, lo respetaron y quisieron como lo que era: el hermano mayor.



Tras la muerte del padre la familia fue perdiendo sus propiedades hasta quedar en una difícil situación económica. Marilola vivió bajo la protección de sus padrinos. Pero Aurelia jamás estuvo lejos. Parece que la buena señora vivió eternamente añorando las montañas donde nació, la naturaleza libre y virgen. La poeta dijo que su madre le hablaba incesantemente de las típicas plantaciones cafetaleras de Sagua de Tánamo, de los jardines que allí no hay que plantarlos porque nacen solos. Y la niña, ya mujer, correspondió a aquellos recuerdos de su progenitora amando la naturaleza con una intensidad pocas veces vista. Las flores eran su gran pasión, pero le gustaba verlas crecer y morir en el tallo. Jamás admitió que le regalaran ramos y cuando, niña, veía que alguien cortaba rosas para decorar la casa, Marilola quedaba cerca del rosal herido y le hablaba con dulzura para compensar su dolor.

Los árboles eran sus amigos. Era su preferido uno que estaba plantado en el camino a su escuela. A nadie le confesó su vida íntima de niña fabuladora mejor que aquel árbol. Por eso el día funesto que al llegar encontró que lo habían derribado y convertido en leños, la niña tuvo fiebre y otras malezas.

A los árboles, a las flores del jardín, e incluso a las infelices maniguas que crecían a la vera del camino, Marilola contaba lo que le contaban de su padre, el coronel Suárez. O quizás lo que hoy hacía era recitarle aquel poema del padre que ella aprendió de memoria antes de poder comprenderlo: “Los que lleváis el látigo en la diestra,/azotad con estrépito, mientras existan/cobardes que toleren/el ultraje en silencio./Bien merece el oprobio/quien lo admite,/quien va confuso y trémulo,/a rendir ante el amo que lo infama/el tributo del miedo…”

Habla la familia comúnmente de los compañeros del Coronel en la manigua. El nombre de Mario García Menocal es uno de los que se pronuncian con respeto. Y hoy la familia se entera que Menocal es el nuevo presidente de Cuba. En 1912 el Presidente envía un emisario a la casa del difunto coronel Suárez. Trae el desconocido una enorme muñeca para la niña y la solicitud de los documentos del Coronel que la familia guarda. Dice que el Presidente va a escribir un libro sobre la guerra. Todo se lo dieron: un diario de guerra, el epistolario del Coronel en el que se incluían cartas de los Maceo, de Calixto García y de Máximo Gómez.

Menocal nunca escribió el libro y la familia se sintió ofendida por haber perdido tan valiosos recuerdos. Marilola creció escuchando comentarios sobre la afrenta infringida por aquel que había traicionado los ideales por los que murió el coronel Suárez. Siendo adulta, en uno de sus comunes viaje a La Habana, Marilola vio el nombre de Menocal escrito en una calle. De inmediato compró un pomo de tinta para zapatos, consiguió la ayuda de algún vecino y con sus propias manos borró el símbolo que no merecía tal homenaje. Por supuesto que tuvo que justificar su actitud ante las autoridades.


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El hijo de Marilola X

Por: Sandra Guerra Rodriguez .

Henry García originalmente era un muchacho endeble, nadie sospechaba potencial en él, de hecho empezó a pelear para poder defenderse y sentirse menos expuesto ante su relación con el mundo. Luego comenzó a ganar y a ganar, a gozarse como púgil y llegó a representar a Cuba en un campeonato internacional.

En algún momento -pudo haber sido antes o después- comenzó a hacer poesía. Su muerte, un 25 de abril de 1958, se vincula con sus acciones como conspirador contra la tiranía de Fulgencio Batista. El cadáver se encontró, entre moscas, en las afueras de la base naval de Guantánamo.

Lo vi pelear contra Castellanos, Lilo Sera, y otros boxeadores de aquí. Era limpio, nunca daba golpes bajos o de remate, tenía un estilo bastante preciso, sin faltas, por eso quizá le decían el caballero del ring. A su madre la conocí en casa de unas amistades, hable con ella sin saber que era poeta, ni que era Marilola X. Cuando él ganó algún renombre fue que supe que los dos tenían un vínculo de sangre.

Los testimonios fragmentados del maestro Flor Silvestre, interesaron al poeta Luis Delfín, que no estaba de tan buen humor como en otros días, de un mutismo sombrío pasó a una iluminación: ¡Henry, de pronto, era un hombre de carne y hueso!


Todos los años en la casa de la Cultura Manuel Dositeo Aguilera se recuerda el 14 de Mayo, día del nacimiento de Henry García, el boxeador poeta hijo de la también poeta María Dolores Suárez, Marilola X.

La madre del púgil ideó una manera de recordarlo que ha llegado hasta estos días. Hasta su muerte con 85 años, no dejó de ir al hospital de maternidad cada 14 de mayo, donde donaba una canastilla a un bebé de padres insolventes.

Incluso cuando se mudó a la Ciudad de la Habana no dejó de viajar a Holguín. Los ropones, jabones, gorritos, eran comprados, reunidos o elaborados por ella durante doce meses, y el destino final era un chico que no conocía pero que debería llamarse Henry, esa era su única condición.

Marilola X publicaba poemas de amor y de diversos temas en los periódicos locales. Sostuvo correspondencia con Gabriela Mistral, Nicolás Guillén, y Alfonsina Storni. Con tres hijos decidió romper su matrimonio, dejarlo caer como un búcaro, y ponerse a escribir. El asesinato de su hijo, según dijo en algunos poemas la dejaron “muerta en vida”.

Aunque la muerte de la poeta fue en agosto de 1990, el último paquete elaborado por ella llegó hasta un chico al que nombraron Henry.

Según los instructores de literatura de la Casa de la cultura, en el 2006 lograron reunir a unos 15 niños beneficiados por la escritora. Pero hay más. Según la cuenta, desde 1958 al 1990, hay 34 mayos.
 
La última canastilla se entregó en el 2005 gracias a la voluntad de los miembros del taller literario Marilola X.

La leyenda de Marilola X (Mi canto)

Mi Canto

Cada etapa de mi vida ha sido un fruto jugoso
que yo he disfrutado con avidez.

No lamento nada. Todo lo que otros dicen "que podían haber hecho" lo hice yo, con todo el valor de mis convicciones.

No guardé nada en la despensa de la vida para
asegurar el mañana. Fui cigarra siempre. Canté
una ilusión un sueño o una realidad, pero canté siempre.

He pensado que en la vida abundan las hormigas previsoras y que todas ellas pasan la vida absorbidas por el afán de andar sin sueños.

La única solución es que estoy llegando al invierno con una frescura interior que me envuelve como una brisa perfumada…

No importa que mis cabellos dejaran su oro prendido en la garra egoísta del tiempo, que siempre cobra su interés, ni importa que el cuerpo pierda su armonía ni la piel su fragancia..

Seré cigarra siempre. Y cuando abra la despensa encontraré dentro de ella mí canto.. mí canto..

! mi canto!

Epitafio de Henry García escrito por su madre, Marilola X






Entre los más desgarradores epitafios de Holguín está el dedicado por la poetisa Marilola X a su hijo Henry García:

“A mi Henry

Desde su partida,
muerta estoy en vida
soledad, frío ¡y dolor!.
No sé cómo puede un ser humano
existir como existo
¡muerta estoy!

Mamá."

La leyenda de Marilola X





Marilola X es el nombre artístico con que se dio a conocer una singular poeta de esta ciudad. Hija de un coronel independentista, esposa de un célebre periodista holguinero del que ella se divorció, Marilola X fue amada y aplaudida por altos cerebros de la intelectualidad cubana… hoy pocos la recuerdan y si por casualidad la leen la confunden con Carilda Oliver. Sin embargo todos los holguineros alguna vez hemos oído el nombre de uno de sus hijos, Henry, a quien con la fuerza de la pasión que siempre tuvo, la madre lo convirtió en un héroe después que el muchacho murió en una escaramuza nunca esclarecida en la Base Naval Norteamericana en Guantánamo. (Haga clic aquí para leer el epitafio escrito por Marilola para la tumba de su hijo Henry García).


Esta es la historia de la más sensual y polémica firma de las letras escritas en Holguín.

La hija del coronel
Un pájaro ansioso de lejanías al que habían atado las alas
Sola por un anchuroso sendero de la vida.
Cubro mis silencios escribiendo un mundo que quisiera legítimo
 ...vida y amor, emoción y sugerencia.
 Como una catarata de fuego se vació mi vientre
 Solamente una mujer anciana
 Por favor, un asiento para una vieja (Fragmentos de las memorias de la poeta)
 SELECCION DE FRAGMENTOS DE CRITICAS SOBRE LA OBRA DE MARILOLA



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