Dr. Laureano Calzadilla Anido,
Centro de Estudios sobre Cultura e Identidad, Universidad de Holguín.
Quienes iban o venían, si es que deseaban seguir viaje, estaban obligados a esperar días, tantos que eran semanas, hasta que el Cauto volviera a su nivel. Por ello crearon una especie de paradero o lugar de espera, donde, por la peligrosidad del entorno, se situó la imagen del Cristo de la Misericordia. De ahí que el hato o hacienda ganadera que se fundó en esa porción se bautizara como Cauto del Santísimo Cristo de la Misericordia.
Lo inhóspito de la porción norte de la llanura del Cauto, entonces inundable, pantanosa, afectada por plagas de mosquito y carente de agua potable, obstaculizó la natural continuidad de la expansión bayamesa hacia el norte.
Esta barrera dificultó el poblamiento temprano de la costa norte, donde se encontraban las Tierras Altas de Maniabón y donde existía una numerosa población aborigen. Posteriormente la dicha población fue diezmada, trayendo consigo que en los dos primeros siglos coloniales la zona donde nació Holguín estaba casi deshabitada.
Finalmente, (y otra vez por la barrera que era el río Cauto), cuando se consolida la colonización holguinera, esta zona se forjó sin influencias profundas del viejo Bayamo. Por lo que está bien decir que a ambos lados de las orillas del Cauto crecieron dos grupos humanos con características semejantes y a la vez diferentes.
El relativo aislamiento en que vivía la población en la región histórica de Holguín propició que la población se adaptara a un medio diferente al bayamés; ello determinó la sociedad, la economía y los grupos étnicos fundadores, desembocando finalmente en una lenta pero irreversiblemente formación de una identidad holguinera propia.
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