El
cangrejo colorado, que abunda en la Villa, se consume mucho en Gibara en cierta
época del año.
Sus
huevas, que en el pueblo llaman “CARO”, se venden en el pueblo midiéndolas por
cucharones y se utilizan para hacer tortillas.
En
cierto mes del año las hembras de esa especie, ya cargadas, se dirigen a la
costa del mar. Coincide el desove con el arribo a las orillas de grandes fajas
de una planta marina conocida vulgarmente como “piojillo”. En el colchón del piojillo las cangrejas sueltan millares de huevos que por el flujo y reflujo,
desaparecen por un tiempo, marineros navegando en las algas.
Cuando
los colchones vuelven a la costa traen millones de cangrejitos colorados que al
tratar de enrumbarse hacia el monte, invaden las paredes de las casas y las calles
de la población.
Para
muchos extraños a Gibara es difícil creer lo narrado, pero para todo gibareño
es un hecho cierto.
Por: Pepito García Castañeda
Juan B. Pérez, parado ante un cesto de cangrejos, pregonaba su mercancía así:
Dijo un cangrejo llorando
en su triste mortandad,
que pocos vamos quedando,
que pocos quedamos ya.
Y
“Chanito” ofrecía sus coquinas así:
Ahí
viene el “Cucarachón”
vendiendo
almejas y coquinas,
que
él mismo las ha sacado
de
Punta “La Pelegrina”.
______________
¡Coquinas!
¡Coquinas!
que
vende el “Cucarachón”
más
grandes que “Domingón”
ese
que vende la harina.
______________
Levántate
mi vecina
aunque
sea en camizón,
que
aquí está el Cucarachón
con la jaba de coquina.
Coquinas |
Debe
saber el comprador que para coger las coquinas hay que mojarse los fondillos y
para coger los cangrejos blancos, de cuyas masas hacen el “enchilao de
cangrejos”, también tienen los gibareños su método. Estos cangrejos solo salen
de sus cuevas, situadas en lugares fangosos, en época de las lluvias, por lo
que los “cazadores” tienen que ir por las noches y en la boca de cada una de
las cuevas hacen un ruido con un madero dando en el fondo de una lata de luz
brillante vacía, imitando con ello el trueno; luego hacen pasar la luz de una
linterna una o dos veces imitando los relámpagos; y finalmente arrojan adentro
de la cueva del cangrejo una jarra de agua, como si estuviera lloviendo, todo
lo cual hace creer al cangrejo que está tronando, relampagueando y hasta
lloviendo. Y salen afuera de las cuevas a disfrutar de las lluvias… y esa es su
perdición.
No hay comentarios:
Publicar un comentario