Por: Jorge Oller Oller
Calixto García Iñiguez, el
valeroso General cubano de las tres guerras patrias, murió el 11 de diciembre
de 1898 en Washington, adonde había viajado al frente de una delegación mambíisa
que sostenía conversaciones con el Gobierno norteamericano para procurar el
reconocimiento de la Asamblea
de Representantes de la
Revolución Cubana como órgano de gobierno y establecer las
bases para el licenciamiento del Ejército Libertador.
Fue enterrado con honores
militares en el Cementerio Nacional de Arlington en la capital norteamericana y
posteriormente trasladado a La
Habana a bordo del buque de guerra US Nashville. El 9 de
febrero de 1899 llegó el cadáver a la capital donde fue velado en el Palacio de
los Capitanes Generales.
Durante dos días
desfilaron patriotas, compañeros de armas y el pueblo capitalino rindiéndole un
sentido tributo a su gloriosa memoria. El día 11, según el programa oficial
acordado, se organizó el desfile que lo
acompañaría hasta el Cementerio de Colón. El ataúd fue llevado en hombros por
miembros de la Asamblea
de Representantes hasta la puerta de la calle Obispo y colocado en una carroza.
El cortejo estaba encabezado por el Alcalde de La Habana Perfecto
Lacaste, los familiares y los asambleístas seguido de las tropas cubanas y el
pueblo...
Pero ocurrió algo
imprevisto y ofensivo. Cuando el cortejo fúnebre inició la marcha el gobernador
militar yanqui general John R. Brooke, su Estado Mayor y su numerosa escolta se
situó detrás del féretro separando a los perplejos y confusos cubanos de su
querido General. Hubo una gran irritación entre los miembros de la Asamblea, alguno de los
cuales agarraron la empuñadura de sus machetes en desafío a la afrenta
norteamericana. El general Freyre de
Andrade, indignado, se encaró al
Gobernador militar y exigió enérgicamente el respeto del protocolo, pero fue
inútil. Después de exponerle su disgusto y el de sus acompañantes, solo recibió esta seca, soberbia y tajante respuesta: ¡That’s
my order! (Estas son mis ordenes) y sin mas explicaciones inició la marcha. Los
cubanos tuvieron que subir a las aceras de la calle Obispo para evitar que la
caballería yanqui los atropellara. Ante la grave ofensa Freyre de Andrade y los
miembros de la Asamblea
decidieron retirarse de la comitiva junto con las tropas mambisas. Su hijo, el
brigadier Carlos García, al terminar el entierro, escribió a la Asamblea de
Representantes del Ejercito Libertador: "… como hijo solo me cabe
protestar ante el pueblo de Cuba y lamentar que tanta gloria y prestigio de mi
padre hiciera que hasta después de muerto le persiguiera la perfidia de los
hombres".
El féretro, con
los restos del Lugarteniente General Calixto
García, es colocado por sus compañeros de armas
en el armón que lo conducirá al Cementerio de
Colon. Detrás se van situando los familiares,
asambleístas, y amigos. Foto José Gómez de la Carrera. |
Han llegado las tropas yanquis formando un cordón que separa a los asambleístas y al pueblo del féretro, Abajo, a la derecha se acerca la caballería yanqui para rodear el armón y presidir el cortejo. Foto José Gómez de la Carrera. |
..........
Sin embargo, el General
Calixto García recibió una gran decepción. A sus espaldas el general Shaffter,
pactaba con las autoridades españolas la rendición de Santiago de Cuba, y
además, en suprema y soberbia actitud no permitió que el heroico General cubano
ni sus tropas entraran a la ciudad, ni participaran en la ceremonia de
capitulación.
Estos vergonzosos hechos motivaron la
censura más enérgica del Lugarteniente General Calixto García Íñiguez quien
renunció como General en Jefe de la
sección oriental del Ejército libertador, retirándose con todas sus fuerzas a
Jiguaní y Gibara. Desde este último lugar, el 12 de agosto de 1898, le escribió
a su amigo el General Periquito Pérez su decisión inquebrantable de no aceptar
jamás “que se considere nuestro país y se le trate como país conquistado y a
eso van sin dudas los americanos, o mejor dicho, los americanos que están en
Cuba”. Y añadía que mantendría “siempre nuestra bandera, hasta que el pueblo,
que es el verdadero soberano, diga si debemos plegarla. Mientras ese caso no
llegue, y no llegará, debemos estar unidos para defender la patria en todos los
terrenos”.
Fuentes:
Pedro Luís Padrón: La
vejación a los libertadores en el sepelio a Calixto García. Periódico Granma,
11 diciembre de 1970
Aníbal Escalante Beatón:
Calixto García, su campaña en el 95, La Habana, 1946
(Tomado de Cubaperiodistas)
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