Autores: Angela C. Peña Obregón
Roberto Valcárcel Rojas
Miguel Angel Urbina Herrán
En el sitio donde está la
ciudad de Antilla siempre hubo personas interesadas en construir allí un
pueblo, pero aquel no se concretó hasta 1905, que fue cuando el magnate
norteamericano de los ferrocarriles William Van Horne llevó “el camino de
hierro” hasta la península de El Ramón al construir el ramal Alto Cedro-Antilla.
La iglesia de Antilla se
edificó bajo la advocación de Nuestra Señora del Carmen, pero los vecinos del pueblo y en especial los obreros portuarios, influidos por el hecho de que
la imagen apareció flotando en las aguas de su bahía, sentían un amor muy
especial por la Virgen
de la Caridad,
y tanto fue así que en 1949 la reconocieron como Santa Patrona de la población
y el 8 de septiembre se convirtió en la fiesta mayor de la ciudad.
Alrededor del “día” de la Virgen los antillanos
celebraban sus fiestas de carnaval y en medio del festejo hacían oficios
religiosos en honor de la
Patrona de Cuba, entre ellos sacar una imagen y llevarla en
procesión por el Paseo Estrada Palma hasta las aguas de la bahía.
Otra forma de rendirle homenaje a la Virgen era la celebración marítima de su día (8
de septiembre). Poco después de amanecer todas las embarcaciones ancladas en el
puerto salían desde el espigón e iban hasta el lugar donde se dice que fue
hallada la imagen y de allí seguían a Cayo Francés donde también había un santuario y celebraban una misa solemne que oficiaba un reverendo. Cuando todo concluía regresaban a la ermita de la
Virgen en el pueblo.
En varias revistas
publicadas en el pueblo con fecha anterior a 1959 se da testimonio de la
significación que tenía la
Virgen para sus pobladores: el hecho de que la imagen fuera
hallada en las aguas de la bahía hizo que en muchos artículos se le llamara la Virgen
de Nipe.
En un artículo titulado
¿Por qué no la han traído a donde apareció? (La Defensa, 1941: 41) se pide
que la imagen sea llevada “aunque sea por unas horas hasta el anchuroso lecho
de la Bahía de
Nipe, donde sus olas la acariciaron. (…) Aquí albergamos la esperanza de poder
construirle una Rotonda en Loma Alta, que es el lugar más elevado de Antilla y
por ende desde donde se domina toda la
Bahía y la población”
Ciertamente desde muy
temprana época los antillanos quisieron edificarle un santuario a su
Patrona pero no fue hasta el año 1950 cuando pudieron obtener la imagen que
desde tanto proyectaban colocar en Loma Alta, una hermosa lomita a la entrada
de la ciudad que sirve como mirador del extenso paisaje y desde donde los
vecinos creían que la imagen de María protegería la ciudad. La citada imagen
fue posible gracias a gestiones hechas por la alcaldía con el Ministro de Obras
Públicas, ingeniero Manuel Fablas Valdés quien consiguió que en los talleres
del ministerio a su cargo se fundiera la escultura a partir de un modelo
confeccionado por Rita Longa.
El periódico El Sol, que
se editaba en Antilla, dio cuenta el 8 de septiembre de 1950 que la
imagen fue bendecida por Monseñor Muller Secrenia, y que luego la recogieron en La Habana los señores Arturo
Alonso Roselló, Enrique Cazada y el notable poeta nacido en Banes, Gastón
Vaquero, en representación de los vecinos que en el pueblo organizaron una
recepción fervorosa que según la crónica del
periódico resultó un desbordamiento popular. Sin embargo dice el periódico posteriormente que a pesar de que ya se había colocado la
primera piedra en Loma Alta, poco después se abandonó el proyecto y por
eso la imagen de la Caridad
se colocó en la Iglesia Católica.
Cuatro años después los
antillanos pudieron materializar el sueño de levantarle un santuario propio a la Virgen de la Caridad gracias al dinero
que se recaudó por cuestación popular, pero como fueron los trabajadores
portuarios y los de la compañía constructora Frederick Snare, que en esos momentos fabricaban un
espigón, los que realizaron la mayor donación, la ermita fue erigida en el
puerto. “En la base fue colocada una lápida de mármol con la siguiente
inscripción: Virgen de la
Caridad, Reina de Cuba y Madre Nuestra. Los Obreros Portuarios.
Ruega por Nosotros”. (Rivero Xiques)
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Ermita de la Virgen de la Caridad en Antilla |
La ermita, muy sencilla y
con la bahía de fondo, construida a la orilla del espigón del puerto de
Antilla, se concibió en forma de urna sobre una base ortogonal que terminaba en
una cúpula de media naranja sobre columnas y arcadas de medio punto, rematada
por una cruz y ornamentada con azulejos negros. En ella colocaron una imagen en
bronce de la Virgen
que no es la misma que se hizo en 1950, sino otra, donada por la entonces
primera dama de la República,
Marta Fernández de Batista. El periódico El Sol, edición del 20 de septiembre
de 1955 dice que el regalo de la esposa de Fulgencio Batista fue traído en
avión desde La Habana
hasta el central Preston, (luego Guatemala) y de allí en una embarcación que
tuvo que cruzar toda la bahía. La esperó en Antilla toda la población para
acompañar a la Virgen
hasta la ermita que le habían levantado. El suceso acaeció el 8 de septiembre
de 1955.
A partir de su
inauguración el sitio se convirtió en un lugar religioso y popular, deviniendo
“de obligada cita para los
antillanos que llegaban a la ermita con variados propósitos, unos para rogarle
a la Virgen
por sus enfermos, otros para hacer promesas, colocar ofrendas y otros, menos
creyentes, iban por curiosidad o para fotografiar a sus hijos junto a la
imagen. Igual llegaban muchos extranjeros y visitantes nacionales que aspiraban
a llevarse un recuerdo o una prueba de que habían visitado el lugar, pues
aquella pequeña construcción era famosa en todo Oriente, tanto que cuando un
año después de su inauguración se abrió la alcancía ubicada en la base, aquella
tenía aproximadamente dieciocho mil pesos". (Rivero Xiques)
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Imagenes de la Virgen de Nipe |
El 4 de febrero de 1963
los antillanos supieron la noticia de que el entonces comisionado Quinciano
Soler del Río había tomado la desacertada decisión de que se demoliera la ermita
y que fuera arrastrada hasta el mar con un buldózer.
“Este hecho lamentable
marcó a los ciudadanos comunes que vivían en el pueblo, incluso, tanto a los
creyentes como a los no creyentes que sentían respeto y veneración por la
imagen, y tanto fue así que los pobladores comenzaron a creer firmemente en que
hasta que no se reponga la imagen a su lugar original Antilla no va a recuperar
la prosperidad y brillantez del pasado, de ahí que no sea difícil enterarse de
los varios intentos que en varias épocas se han hecho de restaurar la Ermita". (Rivero Xiques)
Unos vecinos del pueblo
dicen que la imagen de la
Virgen estuvo por diez años sepultada en el mar y otros que
fue extraída muy poco después del bárbaro proceder del comisionado (cargo
semejante al de alcalde). Hasta ahora no se ha hecho una investigación seria
sobre el asunto. Lo que sí se sabe es que la Virgen fue rescatada del mar por “Levigildo Caballero y Manolo Rodríguez y
que en la casa de este último estuvo por varios años hasta que después de
fallecido su viuda, Violeta Mackencie la entregó a la iglesia en el año 1989” (Roig García,
Antilla, 8 de febrero de 2012)
En la actualidad la imagen
se conserva en la Casa Parroquial
de la Iglesia Nuestra
Señora del Carmen. En 1998 esa dicha imagen fue bendecida por el Papa Juan
Pablo II, (ahora San Juan Pablo II), durante su visita a Santiago de Cuba,
cuando un grupo de antillanos la llevaron adonde el Santo Padre ofició una
misa.
Taguabo y Maicabó, dioses
indios de Antilla.
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Taguabo y Maicabó |
Mucho antes de la
construcción de la ermita a la
Virgen en Antilla, tan antes que fue en el decenio de 1920,
el pueblo, levantado en una las zonas de Cuba donde menos llueve, padeció una de
sus más crudas sequías por lo que los poblanos se vieron obligados a usar el ferrocarril
para buscar el agua al río Bio. Fue ese suceso el que motivó un culto sincrético
en torno a la Virgen
y a dos ídolos aborígenes encontrados un 8 de septiembre de diferentes años.
El hallazgo de los ídolos,
que por cierto, son de los pocos originalmente construidos en madera que han
llegado hasta nuestros días, se le debe al Grupo de Exploradores (arqueólogos
aficionados), dirigidos por Alejandro Reyes (Nando).
La madre de este hombre,
conocida por Maruca (María Atencio), era espiritista. La noche del siete para el ocho de septiembre de 1928, vísperas del Día de la Caridad, ella soñó que en la cueva
de El Júcaro, ubicada cerca del sitio arqueológico de igual nombre, en la
península El Ramón, estaba el ídolo indio que le llevaría el agua a Antilla.
Su hijo fue al lugar y, efectivamente,
encontró a Taguabo bañado por los rayos del so. Lo tomó Nando Reyes y cuando llegó a Antilla con el dios indio tallado en madera, milagrosamente comenzaron las lluvias.
El hecho anteriormente
narrado impactó a gran parte de la población de Antilla que se acostumbró a
sacar a Taguabo en procesión que presidían Nando Reyes y su madre espiritista,
y rezaban fervorosamente muchos Padre Nuestros y otras oraciones y rogativas y
siempre llovía.
Exactamente un año después
de encontrar al “Dios de la lluvia”, Maruca soñó y su hijo encontró a Maicabó,
al que nombraron “Dios de la sequía”.
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Maruca, la madre espiritista de Nando Reyes |
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Nando Reyes y su Grupo de Exploradores |
Nando Reyes guardaba los
ídolos aborígenes en su carpintería, situada al fondo de su vivienda y hasta
allí iban muchas personas para verlos, incluyendo entre ellos a arqueólogos de
renombre, pero Nando lo permitía después que consultaba a los espíritus que
eran quienes daban el sí o el no. Asimismo Nando, con la ayuda del patriota
independentista y aficionado a la arqueología Fernando García Grave de Peralta,
creó y divulgó una leyenda usando referencias etnohistóricas en la que aparece
como uno de los personajes la india Bitirí, hija del cacique de Birán. Tal
leyenda explica la formación del puente natural sobre el río Bitirí, único de
su tipo en Cuba y por ello Monumento Natural de la Isla.
Después de 1959 Nando
Reyes escondió los ídolos debajo del piso de su carpintería pero, finalmente,
los donó para que fueran exhibidos en el museo de la localidad y,
efectivamente, allí están, expuestos en el Museo creado en la que fue casa natal de René Ramos Latour.