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La aldea a la mano (Holguín, Cuba)

1 de mayo de 2014

Sal en Cuba colonial. Las salinas de Nipe


Síntesis hecha por César Hidalgo Torres con datos tomados de La Virgen Cubana en Nipe y Barajagua
Autores: Angela C. Peña Obregón
             Roberto Valcárcel Rojas
             Miguel Angel Urbina Herrán


Los cueros de res, la carne salda y ahumada, las velas de sebo y jabón, eran mercancías primordiales para el comercio ilícito, que entonces se nombraba de rescate, pero no eran esas las únicas, sino, también, la sal.

La sal.

Aunque en el siglo XVI las salinas constituían una de las regalías de la corona, esto es, que pagando un por ciento a los reyes, los vecinos de esta parte del mundo podían comerciar con el producto, generalmente traído desde la lejana España, pero asimismo hay noticias de la exoneración de los vecinos de Cuba a pagar impuestos sobre el producto.

Después es que los conquistadores comienzan a explotar salinas naturales y a producir sal en forma elemental mediante la evaporación.

Esta siguiente es una de las noticias más antigua sobre la explotación de sal en Cuba, dice que en 10 de marzo de 1572 Lorenzo Martín pidió autorización al cabildo habanero para utilizar unas ciénagas litorales próximas, inútiles y sin provecho ninguno y en ellas hacer salinas, pues es cosa necesaria para esta República, lo que le fue concedido (Leví Marrero, t. 2, 1974, 338)

Pero en los primeros años del siglo XVII, buscando ingresos para la Corona, se sugirió a Felipe III estancar la sal en las Indias, lo que quiere decir que la Corona monopolizaba toda la producción y desde las salinas de Araya, en Venezuela, suministrar la sal que la América necesitaba. El rey aprobó la sugerencia y desde entonces el comercio de contrabando de la sal se incrementó aún más. (Leví Marrero, t 4, 1976:271)

A la misma vez que estaba ocurriendo lo anteriormente narrado, en Cuba se conocía de la existencia de salinas en Bayamo, Remedios, Trinidad, Cayo Romano, Santa Marcelina en Puerto Príncipe, Punta de Hicacos y Bacunayaguas en Matanzas, en Sancti Spíritus, Juraguá en Cienfuegos, en Sagua la Grande y en Puerto Padre, pero ninguna de dichas salinas se explotaba industrialmente a pesar de lo necesaria que era la sal para el curtido de los cueros y la salazón de carnes y otros alimentos como el pescado, única forma de conservar dichos productos de primerísima necesidad.

Aunque como quedó dicho las salinas no eran explotadas industrialmente, pero cuando cuajaban, los vecinos iban hasta ellas para obtener el producto de grano grueso y transparente que era el que se conseguía en ellas.

Y como las salinas de Cuba cuajaban unas de febrero a marzo y otras de julio a agosto, la Isla se abastecía casi todo el año.

En 1749 don Bernardo Joseph de Urrutia y matos propone un plan para el desarrollo industrial y comercial de la sal en Cuba, pues, dice: la escasez provoca que se alzara el precio (…) a veces con un alza de 30 pesos por no haber quien vaya a las islas de Barlovento, (y que solo provea) el comercio de Campeche con grano inferior. (Leví Marrero, t. 6: 133. 1976). Sobre el particular no tenemos otra información.

Sal en el oriente de Cuba. Las salinas de la Bahia de Nipe

En la región oriental había varios puntos costeros con salinas e, incluso, algunas lagunas saladas y ríos, como El Salado, sin embargo fue esta la zona cubana que más tardíamente explotó sus salinas

Una de las salinas más importante de la costa norte oriental de Cuba eran las de Manatí, en tierras de la hacienda Malagueta, jurisdicción de Las Tunas. (Pezuela, t IV, 1863:390).

Salinas de la Península de El Ramón. Foto actual

Otras salinas de la región eran las de Corojal, lugar que después se llamó península El Ramón, al norte de la bahía de Nipe, explotadas desde muy temprano como lo prueba la historia del hallazgo de la imagen de la Virgen. Fue a esas salinas adonde fueron los hermanos Hoyos y el negrito Juan Moreno a buscar sal que debían llevar a las propiedades de las minas de cobre en terrenos de la antigua provincia india de Barajagua para salar las carnes que los mineros iban a consumir o, posiblemente, la sal debía ser trasladada hasta las minas. Según la doctora Olga Portuondo, los hermanos Hoyos debían ser monteros de las minas con la tarea de todo montero, que era pastar, cazar y tasajear el ganado mayor. (Lo que hace creer aún más en la necesidad que estos tenían de buscar sal, siempre escasa entonces). Asimismo la doctora Portuondo dice que en la relación de los gastos de las minas de cobre de Santiago de Cuba aparecen los nombres de los indios Simón de Hoyos, Rodrigo de Hoyos, Diego de Hoyos y Domingo Hernández, el primero de ellos, jefe de la cuadrilla. Eran estos indios, dice el ermitaño Joseph Bravo, que fue uno de los primeros en cuidar la imagen de la Virgen en el Cobre, los que se ocupaban, entre otras muchas tareas, a buscar sal, de la que siempre padecían carestías.

Salinas de la península de El Ramón. Foto actual

Sobre las salinas en las costas de la bahía de Nipe dice un documento que se conserva en el Archivo Nacional de Cuba:
   (…) dos salinas, la una que nombran la chiza cuaja indefiniblemente todos los años. La grande es contingente y de ínfima condición la sal, por su poca consistencia. Podrán acarrearles hasta 8 mil arrobas en años apropósito, según informes de los inteligentes. (Sic) (ANC. Gobierno Superior Civil, legajo 630, No. 19886, Folio 37)
No obstante la información anterior, las salinas de Nipe apenas eran conocidas documentalmente por la causa tantas veces dicha: el poco conocimiento de la Corona sobre la zona Nipe-Barajagua. Fue en la segunda mitad del siglo XIX cuando las salinas de Nipe fueron mencionadas en el Diccionario del historiador y estadista Jacobo de la Pezuela quien describió el paisaje y resaltó la importancia de las salinas en la península El Ramón, dice: “La península que separa Banes de Nipe y que podría tener ½ legua, contornea el puerto de Nipe por el Norte, aprovechándose sus charcos salados para la explotación de salinas”. (Pezuela t. 1, 1863:380)

Salina de la península de El Ramón. Foto actual

La producción de las salinas de El Ramón la desconoce la Aldea, pero no debió ser suficiente para satisfacer a la Villa de Santiago de Cuba y los otros pueblos y asentamientos cercanos. Dice Juan Moreno que en el viaje durante el que hallaron la imagen de la Virgen, después de dos días en Cayo Obispo, esperando que amainara una tormenta, fueron y solo consiguieron tres tercios, porque no hubo para más.

A la vez que las salinas de Nipe, existía otro sitio, este más cercano a Santiago y al que se podía llegar por mar para obtener sal, las salinas de Guantánamo. Por lo que parece las de Guantánamo comenzaron a explotarse en el siglo XVII, pues en el año 1664 se aprobó un Bando prohibiendo que las salinas de Guantánamo vendan sal al menudeo y sí, solo, por partidas de fanegas y medias fanegas, (Bacardí, 1924:111). Pero a pesar de esas extracciones y bandos, las salinas de Guantánamo no se dan por descubiertas hasta el año 1773 (Ibídem, 135). Seis años más tarde se reportaba que las salinas están perdidas porque cuando crece el río les entra agua. (Ibídem, 135).

Siempre hubo escasez de sal en Santiago, incluso explotando las salinas de El Ramón y las de Guantánamo. Dejó dicho Emilio Bacardí que en el año 1742, en Santiago de Cuba la sal se vende por el Capitán Barreda, á razón de dos reales la arroba, (Sic). Y el primero de junio de 1795 a las 8 de la mañana esta cerrada aún la puerta del expendio de la sal, con aglomeración de gente del campo y menestrales, con grave prejuicio del público, y se corrige dicho abuso. (Ibídem).

En el año 1759 se hizo público un Auto en virtud de una Real Cédula para que se ponga en arrendamiento o administración la sal en esta Isla (Archivo Nacional de Cuba, Intendencia, Legajo 940, No. 62). La situación era debida entre otras razones por no cuajar las salinas de Guantánamo, ante lo cual desde el año 1741 la Superior Intendencia aprobó el aprovecho de las salinas situadas en las costas norte-sur de aquella jurisdicción (la del Departamento Oriental) (Archivo Nacional de Cuba, Intendencia, Legajo 394, No. 50) y para evitar el contrabando se ordenó que se traiga toda la (sal) que haya en los cayos vecinos y se venda por cuenta de la Real hacienda. (Ibídem)

Tan grave situación obligaba a los vecinos del Departamento Oriental a obtener la sal por comercio de contrabando traída, comúnmente,  desde Providencia, Bugged Island y los cayos cercanos, pero también se vendía de forma ilícita la poca sal que producían las salinas de la isla.

Para el comercio de rescate o contrabando de sal se usaban las playas y costas despobladas y las desembocaduras de los ríos, entre ellos los que desembocan en la bahía de Nipe y las costas extensas de dicha bahía.

En la dicha zona comerciaban ilícitamente la sal que llegaba en embarcaciones los vegueros de Mayarí y los propietarios y vecinos de los hatos y corrales de la zona. Todavía en la primera mitad del siglo XIX la sal era motivo de contrabando, e incluso, existen varios reportes de la época sobre el dicho contrabando.

Balandra Amalia cargada de sal. Salió para Cuba, (Santiago de Cuba) y de ahí la cogió un mal tiempo y una avería por lo que se detuvo en Cayo Sal y al no poder con lo demás que llevaba sus navegantes se vieron obligados a cambalachearlo por sal con el objeto de llevarla a Mayarí, pero en eso apareció el Comandante en una canoa y los apresó, año 1832 (Archivo Nacional de Cuba, Intendencia, Legajo 394, No. 22)

Se apresó un balandrito inglés procedente de dicha nación cargado de sal que se introdujo seis días en la bahía (de Nipe) sin dar aviso de su llegada a ninguna autoridad, encontrándolo muy internado en el río Tacajó. Traía 25 fanegas de sal. Mayarí 3 de noviembre de 1837. las autoridades ordenan que se traslade para su decomiso. (Archivo Nacional de Cuba, Intendencia, Legajo 394, No. 51)

Aprisionamiento de balandra en la costa de Mayarí con cargamento de sal. Balandra inglesa Margaret, procedente de Bugged island en las Bahamas con destino a Baracoa arribó a Mayarí para hacerse de víveres de los que estaba escasa. Allí obtuvo arroz por valor de un peso y otros artículos en una hacienda y luego dieron vela y ya estaban cerca del río mayarí cuando fueron apresados por las autoridades locales. La Margaret y el cargamento fueron vendidos (Archivo Nacional de Cuba, Intendencia, Legajo 394, No. 62)

No fue hasta el año 1835 que la Junta Superior Directiva en Santiago de Cuba acordó suspender el estanco de sal en esta provincia (Archivo Nacional de Cuba, Gobierno General, Legajo 329, No. 15791). En 1856 se aprobó la libre explotación de las sales marinas en la isla de Cuba. (Ibídem, legajo 185, No. 10396

30 de abril de 2014

Nipe, guarida de filibusteros y sitio de contrabando.



Síntesis hecha por César Hidalgo Torres con datos tomados de La Virgen Cubana en Nipe y Barajagua
Autores: Angela C. Peña Obregón
             Roberto Valcárcel Rojas
             Miguel Angel Urbina Herrán

Croquis de la Bahía de Nipe. Año: 1827

Viendo pasar a los que hacían el tránsito, una variopinta población vivía en los alrededores de Nipe-Barajagua, asentados en los muy  pequeñísimos y rurales sitios que servían de centro a los Hatos, Corrales y Haciendas. Población que tenía necesidades perentorias que la Corona española no satisfacía. De ahí que no les quedara otra opción que no fuera el comercio ilegal, que entonces se llamaba de rescate.

Casi despoblada como estaba la zona, abandonada por las autoridades coloniales y siendo, como era, (y es), una bahía profunda y con la entrada resguardada, rica en recursos naturales, las aguas y las costas de Nipe se convirtieron en guarida de filibusteros y sitio parta el comercio de rescate.

Entonces los alrededores de la Bahía de Nipe se convirtieron en lugar de asiento para extranjeros de distintas naciones como “(…)las colonias inglesas, americanas y aun el mismo Londres y Ámsterdam, etc. (Saco, 1938:221)

El comercio de rescate se realizaba por las costas con ingleses, franceses y holandeses, pero principalmente con Jamaica y las otras islas del Caribe y con las Canarias.

Se comerciaba en la desembocadura de los ríos, en las costas y en la misma bahía, aportando los residentes cueros de reses, carne salada y ahumada, velas de sebo y jabón, que eran las mercancías primordiales pero no las únicas que salían por dicha bahía. A cambio, todo lo otro imprescindible para el buen vivir en un lugar distante y olvidado.

Obviamente las autoridades se oponían al comercio de rescate, aunque es justo por cierto que se diga que estas prácticas prohibidas contribuyeron a enriquecer a determinados personajes de la oligarquía santiaguera y del resto de la región oriental de Cuba.

Tan prohibido era comerciar con los buques que se acercaban, (que no siempre eran conducidos por corsarios), que ya en la segunda mitad del siglo XVII el gobernador de Santiago, Francisco Guerra de la Vega (1678-1683) “condenó a Felipe del Prado, vecino de Baracoa, a diez años de destierro en el castillo de Changres, a ración y sin sueldo y sus bienes aplicados a la Cámara de S.M., por rescatar en la Bahía de Nipe. (Marrero, 1975, t. 4:148).

Y como el anterior, otros documentos refieren la participación de importantes personajes residentes en las proximidades vinculados a este tipo de comercio. Por ejemplo, uno de ellos es un Padrón de rescatadores el oidor Manso de Contreras relaciona a Diego de Ávila y Andrés de Estrada, dueños de los Hatos de Barajagua en distintas épocas. (Ibídem, 1975:134).

Lo anteriormente narrado ya sucedía en el mismo tiempo en que hallaron la imagen de la Virgen sobre las aguas de la Bahía. Y cuando ya habían transcurrido casi un siglo, la población del lugar no acababa de ser estable a pesar del interés de algunas personalidades influyentes de poblarla, sin embargo, pasaron siglos y nunca se hizo mientras España dominó en Cuba.


Según la Dra. Olga Portuondo, “el proyecto colonizador de la Bahía de Nipe se vincula a la búsqueda de un monopolio mercantil por la oligarquía criolla oriental para el control de las regiones septentrionales del Caribe. (La virgen de la Caridad del Cobre: símbolo de cubanía. Olga Portuondo Zúñiga. Editorial Oriente, 1995).
           
 que en toda la costa norte no hay un pueblo ni un fuerte ni un cañón desde Jibara a Baracoa.
(…) pero como el sistema de aquellos tiempos era no dar fomento ni hermosura a esta parte preciosa oriental de la isla y que siempre hayaban las autoridades señores de La Habana obstáculo que oponer cuanto negocio u establecimientos utiles se proyectaban (…) su famosa Bahía y demás cualidades que alaban aquel punto al mas alto grado de aprecio y coincidentemente estas mismas razones parece que influyeron para sepultarla en sus desgracias bajo el pretexto capcioso de mansión de enemigos y otras que han tenido. (Sic) (Archivo Nacional de Cuba, Gobierno Superior Civil, legajo 630, No. 19886, Folio 46)

En el siglo XVIII, como había ocurrido en los siglos anteriores distintas personalidades influyentes quisieron crear un pueblo a la vera de la bahía de Nipe y convertirla en el nodo comercial que pudo ser, pero para ello era necesario proteger esa inmensa república líquida y sus alrededores de los enemigos de España, esto es, fortificarla y luego poblarla de manera estable.

Uno de los primeros en tener tal intensión fue Carlos de Sucre, gobernador de Santiago de Cuba entre 1723 a 1728. Este personaje elevó una solicitud al Consejo de Indias desde La Habana en 1733. En dicho documento pide:

Se le concedan las tierras realengas de la Bahía de Nipe, todas despobladas, y que nadie ha querido avistarlas, esperando fundar en dicha bahía una ciudad para hacer una población grande que será muy importante, por los frutos que se sacan, en particular de Tabaco, que es el mejor por la calidad de las tierras. (Novoa, 2001:19)

En el año 1734 se presentó a la Corona un proyecto defensivo por el Capitán don José Ordoñez Carreño, vecino y regidor de Santiago de Cuba, quien proponía construir:

un fuerte o reducto con 6 cañones para su resguardo y hacer en ella una regular población con fábricas que podrán servir para el real servicio con diferentes calidades. (Fondos Cubanos de Archivo General de Indias, t. II, 1935, cita 652-14)

Pocos años después (en 1776), con el mismo interés, el bayamés, Marqués de Guisa, Dr. José Antonio de Silva y Ramírez Arellano, don Diego Noble y don Francisco López Gamarza y Compañía presentaron a la Corona de España un nuevo proyecto de que se les concedan terrenos realengos e incultos al norte de las cercanías de la Bahía de Nipe y Bayamito al sudeste, etc.

En el argumento que estos dan resalta la ventajosa posición geográfica del lugar:

estando el mismo de Nipe situado al extremo nordeste de la Isla, de los más cercanos a España, de los mejores y más importantes de la Isla y el más cómodo y breve que se puede establecer por la comunicación entre ella y España, pues además de evitar el riesgo que se tiene en la ida a la habana, ya sea dando la vuelta a la Isla de la banda del sur o bien yéndose por la canal vieja abajo, es constante que desde dicha Bahía de Nipe se tiene la comodidad de embocarse en derechura por entre los Caiques etc., y ahorrar de este modo centenares de leguas en el viaje a la Europa (…) Pero por ser la Bahía de Nipe uno de los puertos mejores del mundo y el más importante de la Isla de Cuba por su situación a barlovento de toda la Isla, que le hace la llave desde donde puede dominarse la importante canal Vieja y el nombrado pasaje de Barlovento. (Saco, 1938:220-227)

El Marqués de Guisa, fundador de pueblos en Cuba, entre ellos Guisa y por cuyo servicio a la Corona le otorgaron el título y también su padre, que fundó el pueblo de Holguín, por lo que José Antonio de Silva y Ramírez Arellano fue el primer Teniente Gobernador y Capitán a Guerra de Holguín, de 1752 a 1758, inició el pueblo que proyectó en las costas de la Bahía de Nipe, exactamente en el sitio conocido por Cajimaya, pero la construcción no fue aprobada y se abandonó.
 
Plano de la "Batería proyectada de orden del Sr. Comandante General del departamento, brigadier don Francisco Narváez | para la punta de la saetía en la bahía de Nipe."

El 8 de marzo de 1799 se aprobó un presupuesto para la construcción de un fuerte en La Setía y dos baterías para defender la boca de la Bahía de Nipe, todo lo anterior según proyecto del teniente de fragata de la Real Armada don Agustín Blando y Zavala y por orden del Rey. (Archivo Nacional de Cuba. Fondo Donativos y Remisiones, Legajo 457, No. 57).

A finales del siglo XVIII la Comisión Gubernamental dirigida por el Conde de Mopox (1777-1803) hacía de nuevo la propuesta de poblar la zona de Nipe. (Relativo al fomento de Cuba y su jurisdicción. Archivo Nacional de Cuba, Realengos, legajo 76, No. 13)

A esta anterior le continuaron otras propuestas, entre ellas la del año 1779, para fortificar la Bahía de Nipe con un fuerte en La Saetía y dos baterías en la boca.

A pesar de tantos y variados intentos, no fue hasta mediados del siglo XVIII que comenzó a fomentarse una población permanente en las inmediaciones de la Bahía, aunque tierra adentro. Ocurrió cuando acudieron al sitio El Cocal, indios y mestizos que promovieron un rústico poblado, hablamos de Mayarí Abajo. En 1777 se erigió allí una ermita bajo la advocación de San Gregorio Nacianceno. En 1786 la ermita fue elevada a la categoría de parroquia.

Y a principios del siglo XIX, exactamente en 1820, don José Leyte Vidal, vecino y propietario de San Gregorio de Mayarí, hizo una propuesta en la que argumentaba que (…) las naciones enemigas nos asechan y los disidentes de costa firme donde con frecuencia se abrigan en la zona (…) (expediente sobre erigir en Mayarí Abajo un curato y que se reuna en población formal aquellos habitantes, Archivo nacional de Cuba. Gobierno Superior Civil, legajo 630, No. 19886).
 
Plano del pueblo ideado por Leyte Vidal

La necesidad de poblar oficialmente la zona de Nipe resultaba una estrategia inminente. En el año 1826 la Junta Económica de Amigos del País eleva un documento sobre la urgencia de hacerlo, que se publicó el viernes 29 de abril en el Papel Periódico del Gobierno de Santiago de Cuba. Abogando a favor de dicho asunto en el periódico se expuso que en toda la costa norte no hay un pueblo ni un fuerte ni un cañón desde Jibara a Baracoa.  

Finalmente la población marina tantas veces propuesta no se conformó hasta 1905 cuando se fomenta en Punta de Corojal la ciudad portuaria de Antilla.

La bahía de Nipe, vía de tránsito.

Síntesis hecha por César Hidalgo Torres con datos tomados de La Virgen Cubana en Nipe y Barajagua
Autores: Angela C. Peña Obregón
             Roberto Valcárcel Rojas
             Miguel Angel Urbina Herrán


Para los años 1600 tres eran las rutas oficiales españolas para hacer tránsitos desde Santiago hasta La Habana y viceversa.  

1ro. De Santiago a La Habana o en dirección contraria, dando la vuelta por el Cabo de San Antonio y recorriendo 220 leguas de camino por mar a todo lo largo del Sur de Cuba. 
2do. Rodeando el oriente de la Isla por el Paso de los Vientos, a una distancia de 190 leguas. Pero, dicen las viejas cartas de navegación, entre ambas partes hay varias puntas y cabos que doblar donde, además que la navegación es larga y peligrosa y por tanto es menester diferentes vientos, suelen de ordinario aparecer navíos de corsarios.
3ro. Que se sugería por ser la más segura, salir desde La Habana hasta la Bahía de Nipe y allí desembarcar para seguir por tierra las 18 leguas que hay hasta Santiago y al contrario cuando el trayecto es desde Santiago hasta La Habana.     
                                                     

El resguardo que ofrecía la bahía, por lo oculto de su boca de entrada, junto al área boscosa que allí crecía, la hizo ser la vía más segura de los tres caminos oficiales trazados por el gobierno español.

En fechas muy tempranas del siglo XVII el administrador del Real de Minas le escribe al Rey y le explica esa, que era ya la Ruta del Cobre, buscando, como buscaban siempre, obviar el Paso de los Vientos, para proteger las mercancías de un posible naufragio o un ataque de ladrones del mar.

Para demostrar que era ese el camino que comúnmente se hacía, Leví Marrero cita el testimonio que da el maestro arquitecto sobre un viaje que hizo en 1608 desde La Habana hasta Santiago de Cuba en tránsito para Cartagena con un cargamento de esclavos, dice: "el capitán de artilleria que asiste en las minas de cobre, que están en Santiago de Cuba, me ha avisado que fue por este camino, porque era el mejor… De esta ciudad (se refiere a La Habana) al puerto de Nipe hay 180 leguas y de Nipe a las minas hay 18 por tierra. El navío para ir al puerto de Santiago de Cuba ha de rodear más de 73 leguas, e irá mejor vacío y no se arriesgará nada". (Marrero, 1976:267)

Que se hiciera el trayecto cotidianamente desde El Cobre hasta Nipe permite asegurar que había caminos y certifica que iban y venían muchos por allí. Entonces no es de extrañar que dos indios monteros y un negrito esclavo hayan seguido la ruta y hayan llegado a Nipe a buscar sal. 



Nipe y sus alrededores. Importancia socio económica en tiempos anteriores, durante y posteriores al hallazgo de la imagen de la Virgen

Síntesis hecha por César Hidalgo Torres con datos tomados de La Virgen Cubana en Nipe y Barajagua
Autores: Angela C. Peña Obregón
             Roberto Valcárcel Rojas 
             Miguel Angel Urbina Herrán

Al ocurrir el hallazgo de la imagen de la Virgen de la Caridad, el territorio Nipe-Barajagua pertenecía a la Villa de Santiago de Cuba, excepto la península El Ramón, que lo era de Bayamo. Luego, cuando se crea el Partido de Mayarí, perteneciente a la jurisdicción de Santiago, Nipe-Barajagua le fue integrado y en el siglo XVIII (1752), al crearse la jurisdicción de Holguín (segregada de la Villa de San salvador de Bayamo) parte del territorio de la antigua provincia india de Barajagua y toda la Pensinsula de El Ramón pasa a formar parte de la nueva jurisdicción.

La anterior organización territorial se mantuvo hasta la segunda década del siglo XX (1925) cuando parte del área de la Bahía de Nipe se convirtió en el municipio de Antilla.

Durante la primera mitad del siglo XX el poblado de Barajagua perteneció al Municipio de Mayarí con la categoría de barrio. Con la división político administrativa de 1976 el territorio Nipe-Barajagua quedó comprendido dentro de la provincia de Holguín, repartido en los municipios Báguano, Antilla, Mayarí y Cueto.

Para comprender el proceso colonizador y evangelizador ocurrido en ese espacio (Nipe-Barajagua), veamos su importancia socio económica en tiempos anteriores, durante y posteriores al hallazgo de la imagen. (Lo anterior ayudará a entender por qué fue allí donde se inicia la veneración a una imagen que sintetizaba y simbolizaba la identidad que allí se estaba gestando y asimismo las causas por la cuales los indios iban desde el Real de Minas de Santiago del Prado, El Cobre, o desde Barajagua hasta Nipe a buscar sal).

27 de abril de 2014

Barajagua. Los Hatos.

Síntesis hecha por César Hidalgo Torres con datos tomados de La Virgen Cubana en Nipe y Barajagua
Autores: Angela C. Peña Obregón
             Roberto Valcárcel Rojas
             Miguel Angel Urbina Herrán 

Es sumamente interesante conocer la importancia socioeconómica que tuvo la zona donde aconteció el hallazgo de la imagen de la Virgen de la Caridad, para comprender por qué ocurrió allí y cuáles eran las causas por las que los indios venían desde el Real de Minas de Santiago del Prado (El Cobre), hasta el Hato de Barajagua y de ahí a Nipe a buscar sal. 





A su llegada a Cuba el español usó jurídicamente conceptos geográficos y socio políticos de los nativos. Así las tierras mercedadas en el perímetro de una “provincia aborigen” pasaba a llamarse con el nombre dado por los indios, pero, ¿un hato era del tamaño de una provincia?, ¿cuándo se habla de las tierras que conformaron “los hatos” Barajagua ha de entenderse que estos ocuparon la geografía de la antigua provincia?.

Comencemos por determinar quiénes eran los dueños de los Hatos Barajagua para descubrir por qué era ese el lugar de “autoconsumo” de las minas de cobre cercanas a Santiago de Cuba.

En un primerísimo momento durante la conquista y en los primeros años de colonización, los españoles buscaron oro en las arenas de los ríos. Es ese el tiempo de las Encomiendas. Entonces los conquistadores convivieron con los aborígenes en los pueblos de estos, o mejor, en algunos pueblos aborígenes, generalmente los más importantes, adonde trasladaron a los aborígenes de otros lugares. (En la amplia zona que va desde Nipe hasta El Cobre solamente se han encontrado evidencias de pueblos aborígenes donde convivieron españoles en el sitio que ahora se conoce como Loma del Cementerio de Barajagua. ¿Acaso era ese el lugar más importante de la zona?, ¿estaba ahí el sitio principal de la antigua “provincia de Barajagua?).

Durante la segunda mitad del siglo XVI las encomiendas desaparecen porque ya había desaparecido la esperanza española de encontrar oro en Cuba, a las tierras se les dan otros usos. Unas sirvieron para Hatos ganaderos, otras para corrales donde se criaba animales menores o domésticos. Pero en esas vastedades territoriales que eran los Hatos se administraban desde un asiento o lugar-centro y para la subsistencia de los ganaderos que laboraban en el Hato se creaban corrales y estancias, que eran consideradas instalaciones complementarias. Incluso se afirma que en un Hato podían existir más de un corral y más de una estancia. Obviamente las poblaciones de los Hatos se asentaban alrededor de los centros y en las cercanías de las estancias y corrales.

En la zona que nos interesa, los dueños generalmente vivían en la villa de Santiago de Cuba mientras que eran los mayorales quienes  se dedicaban a la explotación del ganado que vivía en sus tierras; dichos mayorales podían ser de cualquier etnia, indios, africanos, criollos, europeos blancos. Y realizaban los trabajos la población de la zona, indios y también los mestizos y morenos nacidos en la tierra, esto es, criollos que eran el producto de los cruzamientos ocurridos en la Isla al mezclarse los distintos grupos. Los Hermanos Hoyos, que eran indios naturales, viajando con un niño negro para hacer monterías de sal a Nipe, ejemplifican el panorama. Todos los anteriormente mencionados eran utilizados como empleados a sueldo o se dedicaban a labores de monteros y rancheadores. Juntos a ellos, y para hacer un mosaico todavía más rico, en los Hatos se empleaban a unos pocos esclavos africanos, pocos porque no se necesitaba gran número de ellos para la actividad ganadera.

Los Hatos, lugares poco poblados durante más de dos siglos y a veces durante un tiempo mayor, también fueron sitio de refugio de contrabandistas y de indios y negros cimarrones. La Península de l Ramón, por ejemplo, un sitio boscoso, montañoso y distante, se convirtió en palenque de cimarrones y en el siglo XIX el lugar pasó a ser propiedad del corsario alemán William Hastie, poseedor de una dotación de esclavos traídos de Nassau.

En geografía con población tan variopinta podían suceder mil anécdotas diferentes; no siempre la vida eran tan armónica como parece que fue el viaje de los dos indios y el niño esclavo que encontraron la imagen de la Virgen. Compruébenlo leyendo el fragmento del siguiente viejísimo documento, dice: (…) que en 1547 cuatro negros huidos fueron a la provincia de Baraxagua y en una estancia propiedad de Juan Escribano, mataron al indio porquero porque no les quiso dar un puerco para comer (…) (Ceballos, 1997:190).
                                                                     
Vistos los que vivían en la zona, intentemos ver a los señores principales, o dueños del lugar, para, más adelante, mirar el trasiego de gentes que iban y venían por allí, sus creencias y transculturizaciones… en fin, la nueva cultura criolla que hizo que fuera este y no otro el escenario donde ocurrió el hallazgo de la Virgen, su reconocimiento y veneración.

Árbol de poseedores del hato nombrado Barajagua y sus adyacentes.
(Todo lo siguiente tratando de descubrir cuáles eran las tierras de Barajagua propiedad del Real de Minas de Santiago del Prado, minas de cobre, para saber exactamente cuál era el lugar sobre el que mandaba el mayoral Miguel Galán y si lo podemos entrever, finalmente, saber con exactitud a dónde llevaron los Hermanos Hoyos y Juan Moreno la imagen de la Virgen de la Caridad inmediatamente después que la encontraron sobre las aguas de la bahía de Nipe, lugar este que fue donde primero se veneró a la que luego fue y sigue siendo la Patrona de Cuba)


¿Quién o quiénes fueron los primeros dueños del territorio de Barajagua?. La información exacta se desconoce, pero, felizmente, existe un documento con fecha de 1598, que es la escritura de propiedad de los Hatos de Barajagua y que se hizo a petición de amojonamiento o trazado de límites de dichos Hatos por parte del que promueve dicho documento, que es el propietario de dicha comarca. Actualmente el documento está en custodia del Archivo Nacional de Cuba, (ANC) sobre Realengos, Legajo 14, No. 35, Folio 10 vuelta. En él dice que el vastísimo feudo que se extendía desde el río Guaninicum hasta la bahía de Nipe era propiedad del Capitán Juan Lizana Luyando.

Asimismo en el documento Lizana Luyando asegura haber obtenido las tierras de Barajagua del Capitán Luís Bazán y su consorte María Tovar, ambos residentes en (Santiago de) Cuba, y dice también que “(…) apenas había en América hatos y asientos de mas antigua posesión (…) (por lo que) se ha de deducir por necesaria consecuencia que provino de merced hecha a los originarios pobladores de Cuba” (Sic) (ANC, Ibídem, Folio 164 Vt).

Antes de proseguir, algunos datos de los personajes anteriormente mencionados.

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En el  catálogo titulado Pasajeros de Indias, Volumen 6. Archivo General de Indias, Fondo Pasajeros, aparece un Luís Bazan, (Hijo de Hernando de Castro y de Mayer de Bazán), quien, dice, vino desde España en la flota que partió el 5 de agosto de 1579

Juan Lizana Luyando fue escribano del Cabildo de Cuba (Santiago de Cuba), hasta 1599. En 1586 el escribano organizó la defensa de la villa contra los franceses, por lo que desde entonces gozaba de un significativo prestigio. Sus dos Hatos, que obtuvo de Luís Bazán, limitaban con los de Cayo Rey, Miranda y Bocuey.


Una hija de Lizana Luyando se casó con Andrés Duque de Estrada y Tovar, que era parte de una familia que pertenecía a los vecinos notables de la villa de Santiago de Cuba y que en 1632 era propietario del hato vecino a los de Lizana Luyando, el que tenía por nombre Miranda.

En Pasajeros de Indias aparece el que posiblemente es el primer Lizana que vino a América: Juan de Lizana, hijo de Jimeno de Burgos y Catalina de Lizana, vecinos de Toledo. Hizo el viaje a América en agosto de 1513.

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A partir de la propiedad del capitán Lizana Luyando se fue conformando el árbol de poseedores de los terrenos de la provincia de Barajagua.

En un primer momento dichos terrenos se mantuvieron en el seno de las familias Lizana Luyando y Estrada.

Andrés Duque de Estrada y Tovar, esposo de la hija de Lizana Luyando, es el segundo gran propietario conocido y asimismo quien inicia la fragmentación de la propiedad por la multiplicación de los herederos y por ventas.

Los datos anteriores se consiguieron en el documento dicho, conformado a petición de Luzana Luyando, en acto de amojonamiento o trazado de límites de sus propiedades. Y la información siguiente es tomada de un abultado expediente que conserva el Archivo Nacionald e Cuba, Fondo Realengos, Legajo 14 No. 35, titulado: Testimonio del Executorial librado por el Rel. y Supremo Consejo a fabor de los Dueños del Hato nombrado Barajagua y sus adyacentes (Sic). Dicho expediente fue conformado a partir de un litigio establecido en 1776 ante el escribano de la Tenencia de Gobierno de Holguín, Lorenzo Castellanos. (Barajagua pasó a formar parte del territorio de Holguín a partir de 1752, fecha esta cuando se crea la Tenencia holguinera).

Más datos sobre el litigio antes de nombrar a los propietarios de Barajagua. Dicho litigio fue establecido por los herederos del presbítero don Juan de León y Nápoles, de doña Antonia Nápoles y Arévalos y don Fernando Hierrezuelo, contra los herederos de Diego de la Torre, sobre el pago y satisfacción de los réditos redimidos del capital impuesto a favor de la Real Hacienda en las tierras realengas de Barajagua que pertenecían al Clero y que estos los reclamaban, o sea, que el Clero reclamaba la cantidad de dinero que a ellos les pertenecía por una capellanía que hacía 24 años no le pagaban. Y ahora eran los propietarios los que ya nombramos antes al decir quiénes fueron los que impusieron el litigio. Ellos habían comprado la porción de terreno (Hato del Medio) a los herederos de Diego de la Torre sin que este dijera nada del gravamen.

No le interesa a la Aldea saber el fin de aquel litigio, pero sí, y mucho, el árbol de poseedores de la provincia de Barajagua que el proceso jurídico conllevó a conformar.

El primer dueño que se menciona es el ya conocido Lizana Luyando. Del segundo no se dice nada, pero se infiere que lo serían los sucesores de Luyando a la muerte de aquel, ocurrida poco después del amojonamiento o delimitación de sus propiedades. Este último hecho aconteció en 1598.

Luego aparece un dato de mucha importancia para esta historia que estamos narrando. En el expediente de litigio se mencionan otro título de propiedad sobre el espacio de la provincia india de Barajagua que fue emitido junto al de Luyando en 1598. Se trata del titulo perteneciente al Real de Minas, o lo que es igual, se trata de lo que en verdad andamos buscando: las tierras que en Barajagua le pertenecían a las Minas de Cobre de Santiago. Dicho título está fechado en Cuba (Santiago de Cuba), a diez y ocho de mayo de 1598.

¿De dónde sale la información tan precisa de la fecha en que se dio título legal al Real de Minas sobre su propiedad en Barajagua?. Sale de un proceso legal de delimitación del hato de Miranda, que tenía límites con las tierras de Barajagua. Dicho proceso legal ocurrió en 1632, fecha en la que, dice el documento, el administrador de las Minas de Cobre, Miguel Bartute presentó el documento que legalmente hacía al Real del Prado dueño de esa porción de terreno en Barajagua. ¿Dice el documento la ubicación exacta de la propiedad del Real de Minas?. No, lamentablemente. Pero, por lo menos el documento demuestra que las propiedades del Real de Minas estaban ubicadas en un espacio diferente al que fue propiedad de Lizana Luyando. Entonces, ¿Lizana Luyando no era propietario de todo el territorio que había formado parte de la provincia india de Barajagua?, ¿un fragmento de la antigua provincia india de Barajagua era la propiedad del Real de Minas?, ¿cuál fragmento?. Si hoy se supiera se podría afirmar con propiedad cuál fue el primer lugar de Cuba donde se levantó un templo a la Virgen de la Caridad.

Al parecer la provincia india de Barajagua era de una extensión considerable, tanto que, posiblemente, su terreno fue suficiente para albergar cuatro Hatos, los nombrados Miranda, Bocuey y los dos que pertenecieron a Lizana Luyando, conocidos estos como Barajagua, el del norte, que limitaba con la Bahía de Nipe y Hato del Medio el segundo, que limitaba al sur con el Hato de Cayo del Rey, pero todos los que se encontraban dentro de los límites originales de la provincia de Barajagua, incluyendo al que fue propiedad del Real de Minas, fueron denominados indistintamente por su nombre y por el nombre genérico: Hatos de Barajagua. De los cuatro, dice, fue propietario Antonio de Estrada, al que en el documento llaman El Viejo.

Y para hacer aún más confusa la información, dice el documento que el segundo administrador de las minas de cobre compró parte de los terrenos que entonces eran propiedad de Andrés Estrada, esposo de la hija de Lizana Luyando y por lo tanto su propietario de entonces. Lo que no dice el documento es cuál porción fue la que compró.

Un dato que sería esencial comprender es el que se relaciona con el Hato Cayo del Rey, localizado al sur de la vieja provincia india. Lo singular de este lugar es el nombre que tiene y que su segundo propietario lo fue un yerno de Joan de Eguiluz, individuo este que fue administrador de las minas de cobre. El Obispo Agustín Morel de Santa Cruz, quien a mediados de siglo XVIII recorrió la mayoría de los espacios de la Isla en visita eclesiástica, escribió en su informe de la visita al Cobre:


(…) el ganado Bacuno se puso quince leguas en las tierras de Barajagua con título de Hato del Rey, que hasta oy se conserva.(Sic)


El primer administrador de las minas de cobre y fundador del Hato en tierras de la provincia de Barajagua de donde sacarían el autoconsumo de los cobreros, dijo que dichas tierras estaban a quince leguas del Real de Minas y el mismo dato lo repite Morel de Santa Cruz.

Los ermitaños que narraron la historia del hallazgo y primera veneración a la Virgen han dicho que esta fue llevada al asiento principal o centro del Hato propiedad del Real de Minas y la tradición popular ubica ese centro en el poblado con nombre Barajagua, pero del Cobre a Barajagua hay mucho más que 15 leguas.

El lugar que sí queda a quince leguas del Real de Minas es Hato del Rey, que, igual, está relativamente próximo a Barajagua La Nueva. ¿Inmediatamente después que la encuentran llevaron la Virgen a Barajagua La Vieja o a Barajagua La Nueva?. (Por la profusión en el cambio de dueños que tuvieron esas tierras Barajagua La Vieja también pudo ser propiedad del Real de Minas).

Sea donde halla sido que llevaron a la imagen de la Virgen hoy es casi imposible comprobarlo. Y por demás, la memoria popular dice que fue a Barajagua La Vieja.



25 de abril de 2014

Barajagua. El sitio arqueológico


Síntesis hecha por César Hidalgo Torres con datos tomados de La Virgen Cubana en Nipe y Barajagua
Autores: Angela C. Peña Obregón
             Roberto Valcárcel Rojas
             Miguel Angel Urbina Herrán 


Periódico de Banes da cuenta del hallazgo de García Castañeda en Barajagua

El sitio arqueológico Barajagua, también conocido como La Güira de Barajagua o Loma del Cementerio de Barajagua, fue descubierto y reportado por el historiador y arqueólogo holguinero José Agustín García Castañeda (Pepito) en la década del treinta del siglo XX, mientras intentaba ubicar la aldea visitada por Velázquez en 1513, al pasar por la provincia india de Barajagua.

Posteriormente el lugar ha sido trabajado por otros arqueólogos, entre ellos García Castañeda y García Valdés en 1942, por el Departamento de Antropología de la Academia de Ciencias de Cuba, bajo la dirección del arqueólogo Rodolfo Payarés, y por el grupo García Feria de Holguín, encabezado por Hiram Pérez Concepción, entre otros.

La última excavación en Barajagua data de 1982 y fue ejecutada por el Departamento Centro Oriental de Arqueología de la Academia de Ciencias de Cuba en Holguín. La dirección fue de el Dr. José Manuel Guarch del Monte, quien sugirió posteriormente que el lugar podía ser el punto del hato de Barajagua al que fue llevada la Virgen tras su hallazgo en la Bahía de Nipe (Guarch del Monte, 2006), opinión coincidente con una tradición largamente sostenida por los pobladores del cercano poblado de igual nombre.

Los contexto arqueológicos se ubican en la cima de la elevación localizada en el borde sureste del poblado de Barajagua, desde la que se observa la llanura costera inmediata a la Bahía de Nipe. Esta altura se conecta con otras que se extienden al este, formando un pequeño conjunto que destaca en medio de un paisaje predominantemente llano.

Alturas de Barajagua

Las pruebas de que en la cima de esa elevación estuvo ubicada una aldea aborigen están en más de 20 montículos conformados en su mayoría por la acumulación de restos de basura (huesos de animales, conchas, fragmentos de cerámica indígena, carbón, cenizas, etc), generados por el uso del lugar como un asentamiento humano (aldea).

Aparentemente, por la abundancia de dichos restos, el sitio funcionó como poblado durante un largo tiempo.

En algunos de los montículos se hallaron restos humanos, en un caso con el cráneo deformado, lo que indica que ese ser era de origen indígena, en opinión de García Castañeda (1942).

Durante las investigaciones de García Castañeda y García Valdés se encontró una herradura para caballo y piezas pequeñas de hierro (Irving Rouse, 1942).

En la década de 1940 Núñez Jiménez también localizó allí, mezclados con objetos indígenas, una azada, un clavo de gran tamaño y un objeto de hierro de función desconocida.


En las excavaciones del Departamento Centro Oriental de Arqueología se obtuvieron algunos fragmentos de botijuelas, mayólica tipo Columbia Simple y restos de cerdos en los estratos más cercanos a la superficie, donde, también, aparecieron evidencias indígenas. En los niveles más profundos se encontraron unos muy pocos objetos aborígenes y ninguna evidencia europea.

Según el Dr. José Manuel Guarch, a él le dijeron García Castañeda y Payarés que el sitio estaba dividido en dos zonas y que en cada una de ellas apareció gran cantidad de restos. En una, la ubicada al oeste solamente aparecieron objetos aborígenes, y la otra, al este, donde aparecían objetos aborígenes y españoles. Y dijo García Castañeda a Guarch que en la zona donde solamente aparecían objetos aborígenes hubo puntos que alcanzaron hasta dos metros de espesor, lo que indica que esa parte fue habitada por muchos años, siglos tal vez. Por cierto, en la parte con objetos aborígenes solamente, encontraron una muestra de carbón a una profundidad de 1.25 metros. El fechado de dicha muestra estableció una antigüedad de 590 años antes del presente, lo que lo sitúa entre los años 1258 y 1466 después de Cristo. Tal datación, obviamente, demuestra la presencia aborigen en Barajagua anterior a la llegada de los europeos, por lo que es lógico que en esa zona no aparezca material hispano.

Con tal prueba de antigüedad para el sitio, los arqueólogos necesitaban saber hasta qué fecha la aldea aborigen de Barajagua estuvo habitada. Para esos hicieron el fechado de una muestra de hueso recolectado en niveles casi superficiales, que es donde debió asentarse los restos más jóvenes. Dicho fechado dice que ese hueso estaba allí desde 1505 a 1545 después de Cristo, por lo tanto la aldea aborigen encontrada en la Loma del Cementerio de Barajagua existía en momentos de la conquista.

¿Vivieron españoles junto a los indios en la aldea de Barajagua?. Parece que sí y parece, además, que después de la llegada de los españoles a la zona, variaron las formas tradicionales de vida de los aborígenes. Se dice lo anterior porque en el área arqueológica donde aparecieron objetos hispanos también aparecieron un número excesivo de burenes, que era donde los aborígenes fabricaban en casabe. Tantos burenes indica que hubo un aumento en la producción; aumento, seguramente, generado por la presión de los conquistadores para alimentar a una población mayor que la habitual, integrada por indios encomendados, quizás indios esclavos, africanos, criollos nacidos de la mezcla de razas y españoles.

En los fondos del Instituto Cubano de Antropología, en La Habana, se encuentran los materiales excavados bajo la dirección de Payarés. Estos fueron revisados por Roberto Valcárcel Rojas, quien dijo haber visto fragmentos de metal ferroso, parte de un posible cuchillo, metal no ferroso (posiblemente latón), Mayólica Columbia Simple, que es una cerámica con influencia morisca, restos de botijuelas vidriadas de su tipo temprano y huesos de cerdo. Estos objetos apuntan a una ocupación de la primera mitad del siglo XVI (1500), lo que es muy común en los sitios del nororiente cubano.

También se valoraron piezas arqueológicas de la Colección García Feria, propiedad de la colección del Museo Provincial de Historia de Holguín. Esas piezas están registradas como provenientes de Barajagua, pero ciertamente se desconoce si son del área del sitio arqueológico, cómo fueron obtenidas y si se hallaron relacionadas con material indígena. Esas dichas piezas incluyen parte del borde de una orza (tinaja) vidriada, relativamente grande, quizás de más de 50 centímetros de diámetro, y también fragmentos de Mayólica Columbia Simple, de botijuelas con vidriado interior parecida a la que se fabricaba entre 1560 y 1800, cerámica ordinaria no vidriada y botellas de gres vidriado con barniz. Estas piezas cubren un rango temporal que va del siglo XVI al XIX.

La otra Barajagua o Barajagua II 

A kilómetro y medio del lugar donde apareció el primer sitio arqueológico de Barajagua, apareció otro en 1989. Barajagua II también está ubicada dentro del mismo conjunto de alturas que Barajagua I.

En el nuevo sitio sus descubridores, expertos del Departamento Centro Oriental de Arqueología encontraron fragmentos de mayólica  de los siglos XV y XVI en superficie y mezcla de abundante material colonial e indígena a diversas profundidades.

Asimismo la investigación localizó en la parte noroeste del residuario una zona sin material hispano que pudiera constituir el original asentamiento indígena.

Este residuario, según indican las características de los restos materiales indígenas, debió ser tardío, o sea, que es un asentamiento mucho más joven que Barajagua I. Dado la relativa delgadez  de las deposiciones, (poca profundidad), no se excluye que este sea una aldea creada a partir de un desprendimiento poblacional del poblado situado en la loma del cementerio.

¿Cómo fue la relación de los aborígenes de Barajagua con los españoles conquistadores y colonizadores?

Un pueblo antiguo. Ilustración tomada de: Manual de la Isla de Cuba, de José García Arboleya, 1850

La evidencia arqueológica disponible deja ver que el de Barajagua fue un espacio indígena de antes de la llegada española que subsistió a la conquista y colonización durante la primera mitad del siglo XVI (1500-1550).

Allí convivieron e interactuaron indígenas y europeos, quizás en pueblos ubicados en varios lugares del conjunto de alturas. Pero las evidencias arqueológicas disponibles aún no permiten caracterizar la relación que entre ellos pudo darse. Tampoco se puede determinar si esa relación se extendió más allá de mediados del siglo XVI, no obstante, eso es posible como indican otros sitios similares.

¿Qué fue del destino posterior de los indios?. No es posible decirlo. Pudo pasar que los hispanos reordenaran el espacio pero no hay pruebas para asegurarlo y tampoco hay elementos suficientes para saber si los europeos reorganizaron la vida de los indios en función de actividades nuevas para ellos pero necesarias al fin colonizador de los conquistadores. Tampoco es posible decir si los cambios se produjeron por el accionar religioso cristiano.

Lo cierto es que entre El Cobre y Nipe no ha aparecido ningún otro sitio donde se demuestre que hubo convivencia de aborígenes y españoles. Aunque es justo saber que las investigaciones arqueológicas en ese perímetro no han sido muy prolíficas. Posiblemente, en un tiempo posterior al primer período de tiempo, durante el que se produjo la conquista, los indios fueron trasladados al pueblo indio de El Caney. 

Barajagua



Síntesis hecha por César Hidalgo Torres con datos tomados de La Virgen Cubana en Nipe y Barajagua
Autores: Angela C. Peña Obregón
             Roberto Valcárcel Rojas
             Miguel Angel Urbina Herrán 

En el momento próximo a su llegada, conquista y colonización de la Isla, para su supervivencia, el español se valió de lo que materialmente le brindaba el aborigen y, asimismo y para igual fin, se apropió de su modo de vida y como los indios vivió (o sobrevivió).

Vivir como los indios incluye, también, utilizar jurídicamente los conceptos geográficos y sociopolíticos del nativo, entre ellos, la división del espacio geográfico, o sea, lo que los españoles consideraron “provincias indias”.

La provincia india de Barajagua fue nombrada por primera vez por Diego Velázquez en un una carta al rey que desde ese sitio escribió con fecha cuatro de octubre de 513.

Posteriormente la provincia, como el resto de la Isla, se insertó en un proceso histórico de ocupación y explotación territorial por parte de los hispanos, que incluyó a los primeros pobladores. Y mientras se produjo dicho proceso Barajagua solamente es mencionada en unos muy pocos y ahora casi inaccesibles documentos. Uno de ellos, conocidísimo, es la declaración de Juan Moreno de 1687, donde se lee que dijo que “llenos de gozo y alegría, cogiendo solo tres tercios de sal, se vinieron para el Hato de Barajagua donde estaba Miguel Galán, Mayoral de dicho Hato y le dijeron lo que pasaba, de haber hallado a Nuestra Señora de la Caridad”

Espacio geográfico vinculado con la Virgen de la Caridad antes de su llegada al Cobre: Bahía de Nipe y Barajagua

¿Quién o quiénes fueron los primeros dueños del territorio de Barajagua?. La información exacta se desconoce, pero, felizmente, existe otro documento, este con fecha de 1598, que es la escritura de propiedad de los Hatos de Barajagua y que se hizo a petición de amojonamiento o trazado de límites de dichos hatos por parte del que promueve dicho documento, que es el propietario de dicha comarca. Actualmente el documento está en custodia del Archivo Nacional de Cuba, (ANC) sobre Realengos, Legajo 14, No. 35, Folio 10 vuelta. En él dice que el vastísimo feudo que se extendía desde el río Guaninicum hasta la bahía de Nipe era propiedad del Capitán Juan Lizana Luyando.

En dicho documento Lizana Luyando asegura haber obtenido las tierras de Barajagua del Capitán Luís Bazán y su consorte María Tovar, ambos residentes en (Santiago de) Cuba, y dice también que “(…) apenas había en América hatos y asientos de mas antigua posesión (…) (por lo que) se ha de deducir por necesaria consecuencia que provino de merced hecha a los originarios pobladores de Cuba” (Sic) (ANC, Ibídem, Folio 164 Vt).

Por el documento se conoce que no era un Hato sino dos, los dos ubicados dentro del perímetro de la antigua provincia india de Barajagua. Hato de Barajagua se conoció al del norte, que limitaba con la Bahía de Nipe y Hato del Medio el segundo, que limitaba, al sur de la vieja provincia india, con el Hato de Cayo del Rey.

¿Los dos Hatos ocuparon todo el territorio que había pertenecido a la provincia de Barajagua o se desbordaban fuera de los viejos límites indios?, ¿en qué lugar exacto de los dos Hatos estaba ubicada la aldea taína que visitó Diego Velázquez en 1513?, ¿el asentamiento principal de uno de los Hatos propiedad de Lizana Luyando estaba ubicado en el mismo lugar de la antigua aldea?, ¿fue a la Barajagua que visitó Diego Velázquez adonde llevaron la imagen de la Virgen inmediatamente después que la hallaron sobre las aguas de Nipe?, ¿el asiento principal de cuál de los dos Hatos propiedad de Lizana Luyando?.

Autores anteriores a los del libro La Virgen Cubana en Nipe y Barajagua no prestan mucha importancia a la ubicación exacta de la cabecera del Hato a dónde dijo Juan Moreno que llevaron la imagen de la Virgen, pero en virtud de la verdad histórica es necesario que se aclare.

En la parte central del territorio oriental, que es donde debió estar ubicada la provincia india de Barajagua, existen tres lugares con ese nombre; dos de ellos cercanos y dentro del posible perímetro de la provincia india: Barajagua La Vieja y Barajagua La Nueva. El otro Barajagua se localiza próximo al poblado indio de El Caney, relativamente alejado de los restantes.



24 de abril de 2014

Premian nueva visión de la Virgen de la Caridad


Por José Abreu Cardet
La unión Nacional de Historiadores de Cuba en reunión efectuada en la provincia de Ciego de Ávila, dio a conocer el premio José Luciano Franco, 2013, este galardón se entrega a libros de historia publicados por editoriales provinciales cubanas en el año anterior al que se otorga.

El libro que recibió el galardón fue La Virgen cubana en Nipe y Barajagua de Ángela Peña Obregón, Roberto Valcárcel Rojas y Miguel Ángel Urbina, con  edición de Fidel Fidalgo Moncada y el diseño y la composición de Rebeca Pantoja Álvarez, todos bajo la firma de la editorial "La Mezquita" en el 2012.

La Mezquita es una editorial de la filial de la Unión Nacional de Historiadores de Cuba en Holguín. Hasta donde sabemos es la primera editorial especializada en historia que existe en una provincia cubana.

El texto premiado es una obra singular en los estudios regionales cubanos. Se refiere a un acontecimiento, que en su inicio, tuvo un carácter regional, la aparición de la Virgen de la Caridad. La imagen de la hoy patrona de Cuba apareció flotando en una tabla en la bahía de Nipe y fue encontrada por tres vecinos de la cuenca de esa bahía. Lo original de ese libro es que los autores han tratado de analizar el surgimiento de la devoción a esa figura del panteón católico cubano en el marco de la localidad donde se afirma que apareció. La investigación se centró en torno a la bahía de Nipe y al barrio de Barajagua.

La formación de un equipo de investigadores de diferentes perfiles académicos es un aspecto que es necesario a tener en cuenta para evaluar este texto. Este equipo estaba formado por la master Ángela Peña Obregón, historiadora y especialista en patrimonio cultural con más de quince libros y folletos publicados, el Doctor en Ciencias y arqueólogo Roberto Valcárcel autor de numerosos artículos y libros sobre la arqueología y el ingeniero civil Miguel Ángel Urbina. La unión de estos especialistas permitió en primer lugar hacer un trabajo de campo en el territorio donde se afirma que apareció la imagen de la virgen. Una búsqueda arqueológica para determinar la importancia de los asentamientos aborígenes en la zona permitió valorar el papel de este grupo en la conformación de ese hecho. Otro aspecto inédito es que los autores recorrieron la zona relacionado la información escrita con la realidad geográfica. También se recogió la tradición oral de los vecinos de la zona respecto a la Virgen.

El libro está estructurado en cinco capítulos. Un primer capítulo hace un análisis sobre el medio geográfico donde ocurrió aquel acontecimiento. En la confección de este utilizan diversas visiones sobre la región. Desde el diario del Almirante Cristóbal Colón hasta el testimonio de vecinos, documentos y otras valiosas fuentes. El segundo capítulo titulado "Indios en torno a Nipe" es producto de una investigación arqueológica realizada en la zona. En ella se demuestra la supervivencia de la cultura aborigen. Un epígrafe que se desarrolló en el referido capitulo tiene un sugerente título "Los indios y la virgen". Nos ofrece una visión sobre la relación de los aborígenes con la figura de la virgen remontándose al naufragio de Alonso de Ojeda.

El tercer capítulo se titula "Evolución histórica del espacio vital". Es un análisis sobre la bahía de Nipe y Barajagua, sus avatares hasta el siglo XIX. El capítulo cuatro se titula "El Hato de Barajagua" Es la historia de este hato. El siguiente capítulo "De Barajagua al Cobre la tradición". Es un andar en la formación de la mitología en torno a la virgen en la zona donde se encontró y lugares inmediatos El capítulo sexto: Historia y Memoria Una visión diferenciada, es una valoración sobre la presencia de la imagen en el hato de Barajagua. Estamos ante un aporte singular a la historia cubana. Una visión novedosa sobre una vieja tradición católica que forma parte hoy de las raíces de nuestra nacionalidad

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