La porción septentrional de la región Banes - Nipe, fue una de las primeras zonas de América, por la que transitó Cristóbal Colón cuando en 1492, realizó su primer viaje al llamado Nuevo Mundo.
El Almirante quedó impresionado por la belleza del paisaje, tanto que anotó en su diario que “ni él, ni mil hombres conjuntamente podrían describir estos bellos puertos y riberas”. (No obstante Colón no “descubrió” la Bahía de Nipe.
Al estallar la primera de las guerras independentistas cubanas, que la historia conoce como Guerra de los Diez Años, por ser de diez años su duración, la región Banes – Nipe fue uno de los escenarios más activo de la lucha. Por la enorme Bahía de Nipe se produjeron varios desembarcos de expediciones militares destinados a apoyar a los independentistas que los españoles llamaron mambises.
Se recuerda con ahínco la espera por la zona del arribo del Mary Lowell, una embarcación que debió llegar a principios de 1869. Es verdad que la expedición jamás llegó pero los jefes militares cubanos concentraron las tropas mambisas de Tacajó, Bijarú y la península de Ramón.
Quien sí llegó por el estero de Canalito, en la propia península de Ramón, el 11 de mayo de 1869 fue la importante expedición del Perrit.
Para referirse a la llegada de una expedición que les traía armas, municiones, medicamentos y hombres los independentistas cubanos decían: "Parió Catana". Leer: Visión mambisa de las expediciones.
Para referirse a que había desembarcado una expedición los mambises cubanos decían: "Parió Catana". Leer más sobre expediciones a Cuba durante la guerra de independencia.
Cuando culmina la Guerra Grande de los Diez Años (en 1878) se realizaron esfuerzos para colonizar las deshabitadas tierras de la región Banes – Nipe. (Era esta el segundo intento, el primero fue un fracaso).
Se circunscribió el plan de colonización a los terrenos meridionales de la Bahía de Nipe, que desde años antes de la guerra habían sido consolidados en un gran latifundio que era propiedad del marqués de Esteva de las Delicias. El marqués traspasó los dichos terrenos a su cuñado Antonio González Estéfani (quien llegó a ser el III Marqués de Esteva de las Delicias). El nuevo dueño en combinación con otro individuo llamado León Crespo, se propuso fomentar la explotación de sus propiedades, para lo cual preparó un vasto plan de colonización.
La elaboración del proyecto fue encomendado a Esteva de las Delicias. Una vez terminado fueron impresas las bases del proyecto y se difundieron ampliamente en la prensa cubana de la época, es ese el documento que se conoce como INDICACIONES SOBRE EL PLAN DE EXPLOTACION QUE LLEVARÁ A CABO LA SOCIEDAD AGRICOLA INDUSTRIAL DE LOS TERRENOS DE NIPE EN SUS PROPIEDADES.
La primera recomendación del marqués a la Sociedad Agrícola Anónima para el trabajo en los terrenos de Nipe fue la colonización de la región con familias blancas, como fórmula para conseguir la fuerza de trabajo indispensable para poner en explotación los terrenos. A quienes aceptaran los colonizadores entregarían gratuitamente tierras para que se trasladaran con sus familias a la región, corriendo a cuenta de la Sociedad Anónima los gastos de transporte. Posteriormente, cuando el campesino llegara a Nipe, según dice la letra del proyecto, se le entregaría una escritura que lo acreditaría como poseedor de media caballería de tierra. Asimismo la Sociedad se comprometía a entregar a los colonizadores los materiales para la construcción de viviendas, así como una yunta de bueyes con los aperos y herramientas que necesitara. Los colonos adquirían la obligación de entregar a la Sociedad Anónima, un pago anual de $ 10.00 por el terreno, y por el dinero anticipado un 6 % anual.
La Sociedad, era el plan, crearía un gran centro fabril, almacenes, escuelas e instalaría un ferrocarril que iría de Juan Vicente a Mayarí con ramal a Platanillo. Pero además de lo anterior o mejor, por encima de lo anteriormente narrado, el centro del proyecto de construcciones lo era un gran ingenio azucarero que, según el plan, tendría características desconocidas en Cuba, ya que trabajaría sin esclavos.
Finalmente el proyecto concluía asegurando que los terrenos se valorizarían enormemente debido a la apertura del Canal de Panamá y que gracias a todas las ventajas ofrecidas. Por lo tanto la Sociedad estaba segura de que lograría llevar a la región un mínimo de 7000 personas.
La Sociedad Anónima -que llegó a estar presidida por el general Serrano, Marqués de la Torre– fracasó en sus quiméricos proyectos, al parecer por falta de dineros. Entonces, porque no se rendían, los autores entraron en relaciones con el Banco Romano de París, para un nuevo financiamiento.
Esta situación permitió que en Francia estructuraran una nueva compañía colonizadora para los terrenos de Nipe, la cual llegó a emitir acciones para levantar un central azucarero que se denominaría París y que se enclavaría cerca del actual poblado de Santa Isabel de Nipe. Todo parece indicar que la nueva empresa llegó a realizar algunas construcciones, pero el reinicio, en 1895, de la Guerra de Independencia, dio también al traste con estos nuevos proyectos.
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