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La aldea a la mano (Holguín, Cuba)

14 de marzo de 2023

Noticias de un curioso proceso judicial contra un militar radicado en Holguin, Cuba en tiempos de la colonia

 Por Juan Albanés


El historiador del Municipio de Holguín, el excelente amigo Don Abelardo Ponce de León y Serrano, nos envía los siguientes datos históricos que con gusto publicamos.

Entre los numerosos procesos militares que tuvieron en la Ilustre y señorial Ciudad de Holguín, merece especial atención, por su originalidad, el que se le instruyó al Soldado de la Tercera Compañía del Batallón de Línea de León, Francisco Cabrera, de 24 años de edad, soltero, natural de Córdoba, Andalucía, (España), que había sentado plaza voluntariamente y por ocho años en el Ejército hispano en fecha 5 de enero de 1832.

Actuó de Fiscal en la causa, Don Fermín de Villiers, del propio Cuerpo de León y como Escribano, el Soldado distinguido Don Andrés Alcarraz y Reina.

El suceso ocurrió el 24 de junio de 1834. El soldado Francisco Cabrera, al parecer muy contento por la Festividad de San Bautista, entró en la bodega de un tal Nicolás en compañía del Cabo Segundo de su Compañía, Francisco Gil y allí consumió un medio de Ginebra, según declaraciones del dueño de la bodega.

Al parecer los militares hicieron un dispendio extraordinario de bebidas alcohólicas y al rato el Cabrera tuvo unas palabras fuertes con su cabo. El cabo enfurecido sacó el sable para darle unos planazos, pero Cabrera, más fuerte y más osado, le arrebató el arma blanca.

El cabo Gil reclamó enérgicamente el sable y en vista de la negativa, llamó a otro militar de más graduación. Pero antes de la llegada del militar de más alta graduación, el soldado Cabrera partió a la carrera, primero a las márgenes del río Marañón y de allí hasta una de las capillas de la Iglesia de San Isidoro, no sin antes atacar y tratar de agredir a dos negros esclavos que estaban en una gallería contigua al Santo Recinto.

Ya dentro de la Iglesia el soldado Cabrera llegó ante el Sagrario. Allí se encontró con el Vicario Eclesiástico, el Padre Manuel Calderín, el cual lo tomó para la Salvaguardia judicial” y le entregó un documento donde se hacía constar que su vida sería respetada por el Tribunal que lo juzgase, ya que un caso de desobediencia como el ocurrido era muy castigado en aquella época.

Cabrera salió del Templo, no sin haber sufrido heridas que le curó el Médico del Batallón, Sr. Benegas.

Más tarde fue juzgado, tomándosele declaración a los testigos y leyéndose la Salvaguardia firmada por el Padre Calderín.

El reo fue sancionado a 10 años en los presidios de Ceuta, y el cabo segundo Gil fue condenado a un mes de calabozo y separado de la Compañía, ya que el Tribunal entendió que nunca debió propiciar aquel escandalo ni mucho menos dejarse desarmar.

Así terminó un proceso que dio mucho que hablar en el Holguín de aquella época.  


(Publicado originalmente en el periodico Norte. 13 de abril de 1957)

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