Por: Zenovio Hernández Pavón y Ana Luisa Tamayo
Desde
su misma eclosión la canción cubana ha tenido la rivalidad de otras modalidades
cancioneriles y bailables de distintos pueblos, sobretodo, de Europa y América,
pero sin dudas que uno de los periodos más complejos y polémicos ocurrió en los
años de 1960 y 70 cuando la avalancha de baladas, canciones del complejo beat,
pop y rock, así como de la bossa nova y del jazz.
Pero,
definitivamente la cultura musical criolla es el resultado de un incesante proceso
de transculturación, asimilación, mezclas, fusión y decantación, por lo que
aquellas música que aparentemente atacaron y pusieron en peligro la
cancionística cubana terminaron por ser sumadas al grande torrente creador de
los músicos cubanos, adquiriendo, definitivamente, un sabor nacional.
Pilar Moraguez
En
el mundo musical de Holguín de los años 1960 irrumpieron intérpretes como la
baladista Pilar Moráguez y grupos
como Los Céntury, Los Láser, Tocadis, Los
Fatomas y Los Pifer. Algunos
de ellos repetían de forma mimética las creaciones de Los Beatles, Elvis Presley,
Paul Anka, Aznavour o Doménico Modugno, y otros comenzaron un proceso de fusión
con los ritmos cubanos; entre los últimos fueron precursores Los Céntury,
un grupo que alcanzó una enorme popularidad en las provincias orientales. Y
entre los autores Manuel de Jesús Leyva, Juanito Márquez y Ramiro Gutiérrez, incursionaron
en estas modalidades foráneas cubanizándolas.
Durante
los años 70 y 80 la canción extranjera siguió teniendo una presencia
significativa en los medios masivos y en el repertorio de nuestras figuras y agrupaciones. Pero para entonces ya había
comenzado una modalidad que fue trascendental en la música de entonces y hasta
hoy: la nueva canción cubana, que con la constitución oficial del Movimiento de
la Nueva Trova
en Manzanillo en 1972, alcanzó una extraordinaria masividad e impacto nacional
e internacional.
Precisamente
en ese mismo período de tiempo la cancionística holguinera vivió una etapa de
insoslayable desarrollo cualitativo y cuantitativo, no solo por los jóvenes
trovadores que fueron surgiendo, sino también por la fundación de una amplia
red de instituciones culturales: Casas de la Cultura, de la Trova que enriquecieron la vida musical y
revitalizaron el movimiento de aficionados que en décadas anteriores había sido
tan fuerte y que para entonces estaba languideciendo.
Es
entonces cuando el Centro de Superación de la Cultura local acogió una
de las matrículas más grandes en el curso de orquestación impartido por el
maestro Armando Romeu González,
bajo el método de la
Berkley Music, uno de los más completos del mundo. Asimismo
se impartieron clases de canto y otras materias que elevaron el nivel
profesional de intérpretes, arreglistas, directores musicales y artísticos,
productores y guionistas; todo ello posibilitó la evolución y desarrollo de la
canción y los espectáculos.
Lamentablemente
en la década de 1970 la radio solamente emitía unos pocos programas musicales
con talento local dedicados, preferentemente, a la música guajira, la trova y
la canción lírica. Una mayor difusión la comenzó a ofrecer desde 1976 la
televisión que inauguró en Holguín un estudio del canal “Tele Rebelde”, desde el que se realizaban frecuentes
programas para todo el país, entre ellos se recuerda: “Todo el Mundo Canta”, que confirmó la excelente cantera de
voces de esta región con el triunfo de María
Dolores Rodríguez, Raquel
Zozaya, Orlando Silverio,
Estrella Merencio y el grupo Géneros.
Por
su parte la Casa
de la Trova de
Holguín (inaugurada en 1975 y luego bautizada con el nombre de Faustino
Orama, El Guayabero), solía reunir un grupo de más de veinte viejos trovadores
que organizaban peñas y descargas, Dagoberto
Betancourt, Pedro Guerra,
Mérido Gutiérrez, Los Hermanos Sánchez y Arsenio Aguilera Solares, son
los nombres de algunos de aquellos auténticos artistas del pueblo, que con sus
canciones, voces o guitarras, engrandecieron las noches de la trova y la
bohemia holguinera de los años 70 y 80.
Es
una lástima que hoy, en el afán de recaudar divisas y acercar al turismo
internacional, la Casa
de la Trova
brinda mayor espacio a la música tradicional bailable.
En
esos años en la ciudad hubo una sistemática programación de la Agrupación Nacional
de Conciertos que incluyó a figuras de prestigio mundial como Gema Dimitrova, María Bieshu, y a las principales
voces cubanas del género.
Por
su parte las Jornadas de la Cultura de los países
socialistas y el espectáculo anual Gala,
trajeron hasta la ciudad a Alla Pugachova, Biser Kirov, Klary
Katona, Chris Doer, Ewa Demarzick y Edita Pieja. Mientras
que de otros países de Europa y América actuaron también artistas populares
como: Joan Manuel Serrat, Alberto Cortez, Sonia Silvestre,
Lucecita Benítez, Estela Rabal y Los Cinco Latinos, Susana
Baca, Lilia Vera, María de Lourdes, Anibal Sampayo, Ángel
Cárdenas y Luis Gardel.
Y
por supuesto también actuaron en Holguín cantantes y grupos cubanos de amplia
convocatoria, desde Silvio Rodríguez a Elena Bourke, pasando por Carlos
Puebla, Alfredito Rodríguez, Omara Potuondo, Pacho Alonso,
Pablo Milanés, Amaury Pérez, Miriam Ramos, Virulo y su
Conjunto Nacional de Espectáculos, y los grupos Moncada y Monte
de Espuma.
A
principios de los años 90 se inició el que eufemísticamente se llama en Cuba:
Período Especial y que en verdad es la más grande crisis económica que ha
vivido el país. Entonces la vida musical se deprimió ostensiblemente y hubo que
suplir con talento local gran parte de la programación, pero eso elevó el nivel
profesional, fomentó nuevas expresiones y el reconocimiento público a muchos de
los valores del territorio. Aunque justo es señalar que desde mucho antes,
intérpretes holguineros como los reunidos por Raúl Camayd en su compañía lírica, disfrutaban del
reconocimiento popular en todo el país.
En
los años 70 y 80 la canción lírica sigue ejerciendo un atractivo de particular
fuerza para holguineros y visitantes. El teatro lírico, que en 1980 adopta el
nombre de Rodrigo Prats,
expande su labor mucho más allá de sus puestas escénicas; dos momentos de
particular resonancia se produjeron en 1988: la primera edición del concurso bienal
para jóvenes cantantes líricos y la fundación de la filial de canto del
Instituto Superior de Arte.
Sin
embargo los excelentes intérpretes de la canción lírica en Holguín no cuentan
con repertorio creado por autores holguineros, con las honrosas excepciones de
“Por los potreros de Yara” de Manuel de Jesús Leyva; “General de mi tierra” de
Raúl Camayd, “Tabaré” de José Fernández, y unas pocas y no muy
trascendentes incursiones de Conrado Quevedo u Orlando Silverio.
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