Las
comadres de siempre, hablaron hasta por los codos. Ahora hablaban de Rafaela y
no de su injusta madre, la Pepa Cardet, que estaba robándole la herencia que el
padre dejó a los hijos para dársela a su nuevo novio, Luciano Martínez. Los
hijos deben obediencia, dijeron las comadres, y si son mujeres deben doble
obediencia. Una mujer debe dedicarse a las labores propias de su sexo y jamás
contradecir una decisión por más que la afecte. Eso de tribunales era para
hombres o para mujeres de dudosa moralidad, insistieron las comadres de
siempre. Pero a Rafaela no le importaron las habladurías y siguió adelante ante
su demanda. Las autoridades abrieron un expediente en el que se asientan detalles
de la vida de esa enredada familia, los de Zayas y Cardet. Leyéndolo se comprueba
que los vecinos de Holguín tejieron historias en torno a la jovencita que,
creyó la mayoría, había heredado algo más importante que las tierras y el
dinero de su familia: su verdadera herencia era el carácter insumiso y fuerte
de su madre.
RAFELA
La
Pepa no crió a ninguno de sus hijos. Para estar al lado de su esposo, ella los
entregó a familias de la ciudad que quisieron tenerlos… por eso ellos no se
enteraron cuando Rafaela, con solo 15 años, comenzó a noviar con un forastero
que desde Santiago de Cuba llegó a Holguín; se llamaba José Grave de Peralta.
Eran
los Grave de Peralta una familia santiaguera entre los que se encontraban
varios propietarios de tierra, pero verdaderamente no eran una familia con
importancia económica descollante, sino, más bien, unos pobretones.
A
su casa de Santiago le llegaron a José las noticias de las transformaciones
económicas que ocurrían en Holguín bajo el gobierno de don Francisco de Zayas,
y vino. Aquí, muy pronto, se percató que lo más importante no eran las
transformaciones económicas que habían cambiado el presente sino que lo
importante era el futuro que se avizoraba para la comarca: La siempre pobre
Holguín, ahora que tenía un puerto recién abierto en Gibara, y con el aumento
de la producción, era esta una comarca donde daría negocio invertir.
Poco
después de llegar el joven conoció a Rafaela de Zayas y Cardet, una de las
hijas menores del hombre que, desde su puesto de Teniente Gobernador, estaba provocado
el cambio económico de la jurisdicción y para mejor, la muchacha era linda,
como una vez lo había sido su madre… quien se casara con ella podría disfrutar
de sus encantos y asimismo, de la buena dote que heredaría de sus padres.
Se
casaron cuando todavía no había muerto el padre de ella, así que el nuevo
matrimonio tenía esperanzas de una buena herencia. Sin embargo no ocurrió. La
madre de Rafaela decidió dárselo todo al nuevo novio con que sustituyó a don
Paco después que él murió. No quedaba otra opción que no fuera protestar.
Don
José acompañó a la esposa durante las quejas que interpuso ante los tribunales
y también cada vez que ella parió los doce hijos que tuvieron. Al final lo
único que la Pepa dio a su hija ingrata, que era como le decía, nada más
alcanzó para comprar unas tierras en Cacocum.
CACOCUM
Imagen satelital del actual Cacocum |
Según
el historiador José Abreu Cardet, experto conocedor de la región holguinera
durante los años anteriores al inicio de la guerra grande de los Diez Años,
existían dos Holguín. Uno estaba constituido por el puerto de Gibara y sus
alrededores ricos, prospero por el comercio abundante; el otro era el resto de
la jurisdicción donde la situación económica y social era diferente. En esta
zona la principal actividad era la ganadería y la agricultura de subsistencia.
Por tanto ahí se fue conformando una cultura terrateniente-campesina con
fuertes rasgos de relaciones patriarcales entre los propietarios, los
campesinos y los peones agrícolas. Debe entenderse que los terratenientes eran
considerados los líderes principales de la región a quienes se les consultaba
su opinión sobre cada conflicto o preocupación de los vecinos; su criterio se
convertía en ley.
Asimismo
este otro Holguín estaba poblado de gente de origen criollo, a diferencia del
otro, poblado por emigrantes, a los que no les interesaba vivir en la zona
pobre de la jurisdicción.
Fue
en el Holguín pobre, específicamente en Cacocum, donde nacieron y crecieron los
Grave de Peralta y Zayas. Eran ellos los hijos de un terrateniente y al crecer
ellos mismo fueron terratenientes. Por lo que es lógico que los esclavos y
campesinos de la zona vieran en dos de ellos, Julio y Belisario, a líderes a
quienes seguir en la manigua. Pero esa parte de la historia deberá esperar un
poco más, antes tendremos que contar la historia de la familia.
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