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La aldea a la mano (Holguín, Cuba)

23 de octubre de 2014

"La primera tierra que se ve cuando se toma SSO a partir de las Islas de Arenas es la Silla de Gibara"

Por Cosme Casals Corella
 
Como se sabe, aun está en discusión sí Guanahaní es el lugar de desembarco de Colón en las Bahamas. De aquí que la identidad de las restantes islas también esté en dudas, excepto la Islas de Arena, identificadas con las actuales Ragged Islands.  

Colón estuvo frente a esas islas, exactamente en el lugar que actualmente es conocido como Banco de Colón y el día 27 de octubre de 1492 decidió el Almirante partir de allí a encontrarse con la isla de Cuba. 

El Almirante arribó a nuestras costas la noche de ese mismo día 27 pero esperó a la mañana siguiente para desembarcar.

Se supone que el Almirante ancló el 27 de octubre en la noche a unas 20 millas náuticas de las costas de Cuba, pero... ¿en cuál punto de la costa de Cuba?. 

Si mantuvieron el rumbo Sursuroeste, como indica el Diario, entonces, al amanecer del día 28 de Octubre de 1492 el cerro amesetado del que dijo el Almirante que veía claramente es el que conocemos como Silla de Gibara. Y si ese cerro fue la Silla, entonces el espacio visual que el Almirante tenía delante de sí es el que está entre la bahía de Gibara y la de Naranjo.

Aceptando como cierta la anterior suposición (y no hay nada que haga pensar que fue diferente), entonces suponemos que desde el lugar que estaba el Almirante, al dirigirse a la tierra más cercana, el rumbo más probable fue el que lo llevó hacia la bahía de Bariay. Sin embargo a lo largo de la historia diversos autores han elucubrados tesis diferentes variando los lugares de desembarco desde Puerto Padre al Oeste, hasta la Bahía de Nipe al Este. 

Ver o Descargar video: Viaje al Plus Ultra
(Se trata de un video en el que se recorre Bariay a la vez que se leen fragmentos del "Diario de Nacegación de Cristóbal Colón)

No obstante el lugar exacto depende de si Almirante vadeó el Banco de Colón por su beril Occidental o por el Oriental. Para comprobar lo anterior el colombista cubano Dr. Armando Álvarez Pedroso, mediante un cuidadoso análisis de las medidas itinerarias y los rumbos del diario de Colón, hizo mediciones que lo llevaron, finalmente, a la identidad de San Salvador, que fue como el Almirante renombró al puerto adonde llegó en Cuba, como Bariay. Los resultados de su utilísima investigación los publicó en su libro de 1944: “Cristóbal Colón: Biografía del Descubridor”.

“Si se sigue el rumbo SSO, que Colón llevaba, la tierra de Cuba más cercana es el tramo de costa que corresponde a los alrededores de Gibara. La primera tierra que se ve cuando se toma el rumbo SSO a partir de las Islas de Arenas es la silla de Gibara, pero enfilando esta altura se llega al puerto de Bariay y no al de Gibara, según han comprobado repitiendo este recorrido varios colombistas en los últimos años”. (Pichardo, 1978:68-69).[1]


Es reconocido el conocimiento práctico de los indios (tainos) en la navegación, y por ese conocimiento que tenían, Colón los tomas como guías para navegar por las Bahamas, Cuba y la Española. La sabiduría marítima de los aborigen queda probada en los datos que recoge el Almirante y que son ellos quienes se lo informan: los rumbos, las corrientes, los vientos y las distancias más cortas. 

Precisamente el rumbo SSO recomendado por los indios que Colón lleva en su nao, es el tramo más corto para llegar a la costa cubana partiendo de la Isla de Arena. Y para navegar por dicho rumbo se tiene como guía a la Silla de Gibara, que es la mayor alturas del grupo orográfico de Maniabón. Debió ser esa montaña la que sirvió al Almirante como orientación para su enfilación y llegada a la costa, precisamente entre los puertos de Gibara y Sama. 


En 1952, por iniciativa del Grupo Humboldt y el aporte de los dueños del central azucarero "Santa Lucía, S.A.", se construyó en la costa Este de la bahía de Bariay,  muy cercano a  playa Blanca, un obelisco  que dice: "Bariay, 28 de octubre de 1492. Lugar del primer desembarco de Colón en Cuba. Este lugar señalado en virtud de los trabajos de investigación realizadas por los señores J. Van de Gucht, S.M. Pajarón. Acuerdo del Segundo Congreso Nacional de Historia, Samuel E. Morison y el Grupo Humboldt de la Sociedad de Geografía e Historia de Oriente. El monumento que se debe a la iniciativa de la marca indicada Santa Lucía Company, S.A. Año 1952."

Entre 1969 y 1979, el destacado geógrafo cubano Antonio Núñez Jiménez, realizó varias expediciones que le permitieron completar el bojeo a Cuba. Los resultados de sus investigaciones fueron publicados en el segundo volumen titulado Bojeo”, de su enciclopedia Cuba: “La Naturaleza y el Hombre” en 1984.

En el mes de Octubre de 1974 Núñez Jiménez recorrió el tramo costero de Gibara a Baracoa, continuando en Septiembre de 1976 por el tramo de Baracoa hasta Punta de Maisí. Durante el recorrido el geógrafo prestó singular interés a la geografía colombina, utilizando el método de la reconstrucción crítica para identificar los lugares descritos por el Almirante en su Diario. (Anteriormente ya se había usado este método por Vander Gucht y Parajón, Morison, Álvarez Pedroso entre otros). Por cierto, todos los que habían usado el método habían llegado a la conclusión de que Bariay era el lugar de arribo de Colón en Cuba.

Pero aunque, como dice el mismo Núñez Jiménez, si bien tales distancias y rumbos dados por Colón “ayudan a dilucidar la ruta descubridora, no es menos cierto que puede conducirnos a no pocos errores, ya que no se sabe el valor exacto dado por Colón a las leguas y milla que utiliza. Igual puede decirse de los rumbos observados por el Almirante con su primitiva brújula, pues la declinación magnética pudo haber cambiado algo con los últimos 500 años y, por lo tanto, había que hacer pequeños ajustes a los rumbos señalados". [Núñez, 1994:86].[2]

El resultado de las investigaciones sobre el recorrido de Colón en Cuba, Núñez Jiménez las publica en su obra El Almirante en la Tierra Más Hermosa” de 1985 y reeditada en 1994 con el título Cristóbal Colón en Cuba”.

Si como todo hace creer fue Bariay el lugar de arribo, todavía hay algo que no conocemos: el lugar exacto donde Colón fondeó sus naves adentro de la Bahía de Bariay y desde donde, posteriormente, llegó a tierra. Núñez Jiménez (1985, 1994a), consideró que al entrar a la bahía de Bariay, Colón se dirigió a la costa oriental, exactamente al lugar denominado como Playa Blanca, donde actualmente aun existe el monumento alegórico al desembarco erigido por el Grupo Humboldt en el año 1952. (Del tema abundaremos en este escrito, pero más adelante).

En 1973 el ruso B. Lukin visitó a la bahía de Bariay tomando varias fotos del lugar y luego publicó un artículo en la revista América Latina titulado “Huella de Colón en Cuba”. En él, el científico dice que “En Cuba esta reconocido oficialmente que el 28 de octubre de 1492 Colón condujo sus naves a la bahía de Bariay.” Entre las fotos contenidas en su trabajo se destaca la tarja erigida por el Grupo Humboldt en 1952.  [Lukin.1973:1].[3]


El 23 de junio de 1978  el Dr. Antonio Núñez Jiménez viaja a España donde visita la Peña de los Enamorados y estudia su morfología. Después de su regreso a la Habana Núñez Jiménez viaja a Holguín y visita a Bariay para comparar la Peña con la Mezquita de Colón, entonces dijo que “no había dudas, que ambas montañas eran exactamente parecidas”


Luego, tras volar todo el Grupo Orográfico de Maniabón desde puerto Padre hasta Banes, por toda la costa, el geógrafo no encontró ninguna otra elevación con semejante morfología como no fuera la Mezquita de Colón. (Comunicación personal Hiram Pérez Concepción).


El 28 de febrero de 1983, el Consejo de Ministros de la República de Cuba promulgó el decreto número 112[4], firmado por Fidel Castro Ruz, que crea la Comisión Nacional Conmemorativa del medio Milenio del Descubrimiento Mutuo de las Culturas del Viejo y el Nuevo Mundo. Se nombra como presidente al Dr. Antonio Núñez Jiménez.

En sus primeros por cuanto el Decreto reconoce a la Bahía de Bariay como el lugar de llegada de Cristóbal Colón a Cuba y determina que debe erigirse un monumento conmemorativo en dicho lugar que represente el acontecimiento histórico-universal. Para seleccionar la obra, dice, debe efectuarse un concurso nacional y, asimismo, deben celebrarse festividades y determinar definitivamente el lugar de la llegada de los españoles a América latina, además de estudiar las consecuencias históricas de dicho suceso.

La Comisión Nacional de Monumentos el 18 de Marzo de 1983 analizó y valoró la bahía de Bariay y su entorno geográfico como el sitio histórico y el paisaje natural que fue el escenario del arribo a nuestra isla del Almirante Cristóbal Colón, el 28 de octubre de 1492. Por lo que en resolución # 68 aprobó declarar Monumento Nacional a la Bahía de Bariay y su entorno natural en la provincia de Holguín.

Y la Comisión Nacional Conmemorativa del Medio Milenio del Descubrimiento Mutuo de las Culturas del Viejo y Nuevo Mundo, encargo a la sección de investigaciones históricas del Comité Provincial del Partido Comunista de Cuba (PCC) en Holguín la misión de crear un grupo multidisciplinario con especialista de instituciones científicas nacionales y del territorio para estudiar y presentar el 16 de enero de 1984 los proyectos del Parque Monumento Nacional Bariay. En estos trabajos se confirma una vez más a Bariay como el primer lugar de recalada de Colón en Cuba.

Parque Monumento Nacional Bariay

Por otra parte durante la segunda reunión de las Comisiones Nacionales del V Centenario del Descubrimiento de América celebrada en julio de 1984 en Santo Domingo, el Dr. Antonio Núñez Jiménez en su condición de presidente comunica que:

“La comisión cubana centra su atención en el establecimiento de un Parque Nacional en la zona de la bahía Bariay, el primer lugar que viera Colón; se estipula llevar a cabo trabajos cartográficos, geográficos y arqueológicos, así como investigaciones históricas (concernientes, en particular, a las culturas indígenas), e impulsar la restauración de monumentos culturales y la publicación de documentos, realizar certámenes, elaborar programas especiales de estudios, etc”. [Zemskov.1985:68].[5]

El profesor Alexei Serbarinov, doctor en ciencias geólogo-mineralógicas y geográficas, público en 1988 en la revista de Historia de Holguín su trabajo investigativo Tres días en la vida de Colón” que escribió tras explorar la bahía de Bariay y su entorno y realizar una reconstrucción paleogeografía de la misma: “Los datos que hemos expuestos vienen a confirmar las conclusiones a las que arribo el Dr. Antonio Núñez Jiménez y el acta que aprobó el primer Congreso Nacional de Geógrafos acerca de aceptar la bahía de Bariay como el lugar adonde arribo por vez primera Cristóbal Colón en Cuba”. [Serbarinov, 1988:69].[6]
 


En mayo de 1991 el Dr. Francisco Pérez Guzmán, investigador del Instituto de Historia de Cuba, recorrió los lugares colombinos desde Puerto de Padre hasta Baracoa con el propósito de hacer una investigación que luego se convirtió en el libro “La Aventura Cubana de Cristóbal Colón”[7]. En él se confirma que por sus características Bariay cumple con la descripción dada en el  Diario de Colón al que él llamó puerto y río de San Salvador.

Asimismo a raíz del 500 Aniversario del Encuentro de las dos Culturas en 1992 y luego de varios años de investigaciones, en 1991 el Departamento Centro Oriental de Arqueología bajo la dirección del Dr. José Manuel Guarch encontró lo que el notable arqueólogo llamó “la última pieza del rompecabezas”. 


Museo de Sitio de los restos de la aldea aborigen encontrada
Replica de la Aldea Aborígen de Bariay

Luego de extensas excavaciones arqueológicas Guarch apareció la aldea aborigen de pescadores descrita por Colón en el Diario. Estaba aquella diametralmente opuesta a donde se encuentra el monumento en Playa Blanca, exactamente ubicada al SurOeste de la bahía, en el lugar conocido como Punta del Gato. 

Este último es un detalle interesante que hasta 1991 no se había dilucidado: el lugar exacto donde Colón fondeó sus naves y desde donde, posteriormente, llegó a tierra dentro de la Bahía de Bariay. Por un tiempo se consideró que al entrar a la bahía de Bariay, Colón se dirigió a la costa oriental, al lugar denominado Playa Blanca, donde actualmente aun existe el monumento alegórico al desembarco, pero cuando se encontró la aldea ubicada al SurOeste de la bahía ello permitió determinar aproximadamente dicho lugar.

Boya en Bariay que señala el supuesto lugar donde fondearon las naves de Cristóbal Colón

Ya que se conocía las profundidades y el ancho de la bahía,  la zona del fondeadero se ubico unos 500 metros después de la entrada y a profundidades de unos 20 metros, lo que se corresponde con la descripción dada por Colón en su Diario de Navegación, “(…) tenia la boca del río doce brazos y es bien ancha para barloventear; surgió dentro, diz que a tiro de lombarda (…). El sitio donde debieron echar sus anclas al mar las tres naves del Almirante Cristóbal Colón actualmente esta señalizado con una Boya amarilla en la bahía de Bariay. Corona la boya las banderas que traía la Santa María, que era la nao capitana, y eran esas, las banderas de Castilla y León, esto es, la de Fernando y la de Isabel y también la bandera del Almirante Cristóbal Colón.







[1] Pichardo. Hortensia. (1978): Capitulaciones de Santa Fe y Relación del Primer Viaje de Cristóbal Colón. Editorial de Ciencias Sociales. Colección Nuestra Historia. Ciudad de La Habana. Pág.87.

[2] Antonio Núñez Jiménez. (1994): Cristóbal Colón en Cuba. Edición del Instituto de Cultura de Tabasco. México.

[3] B. Lukin  “Huella de Colón en Cuba” revista América Latina revista América latina. No 2. 1973.

[4] Gaceta Oficial correspondiente al 30 de marzo de 1983.

[5] Zemskov, Valeri, (1985): Al encuentro de la histórica fecha: ¿Celebrar o conmemorar? Revista América Latina. No.8. Editorial Progreso. Moscú. USSR. P. 58,59, 68.

[6] Serbarinov,  Alexei (1988). Tres días en la vida de Colón. Revista de Historia de Holguín. Enero-Marzo 1988. Editada por la sección de investigaciones históricas del Comité Provincial del PCC en Holguín.


[7] Este libro se publicó con motivo del Quinto Centenario del Encuentro entre las dos Culturas, por la Editorial de Ciencias Sociales, la Habana, 1992.

Los mil y un lugares por donde desembarcó Cristóbal Colón en Cuba.

Por Cosme Casals Corella.

El debate sobre el lugar de desembarco de Colón en Cuba comenzó en 1825 con la aparición del Diario del Almirante en la edición preparada por Martín Fernández de Navarrete, “Colección de los viajes y descubrimientos que hicieron por mar los españoles desde fines del siglo XV”. Es este autor  identifica el San Salvador del que habla Colón como lugar de su llegada a Cuba con la Bahía de Nipe. Posteriormente la opinión de Fernández de Navarrete es compartida por otros autores como Jerónimo Becker Muñoz en 1856, Glenn Steward en 1930 y A. B. Becher y Guiteras.

Por su parte Fray Bartolomé de Las Casas, a quien se le debe haber transcripto el Diario de Navegación del Gran Almirante, al referirse al lugar de llegada de Colón a Cuba en su obra “Historia de Las Indias” publicada entre 1552 y 1564,  escribió: “Este puerto creo yo que fue el de Baracoa, al que puso nombre Diego Velázquez, el primero que fue con gente española a poblar la dicha isla de Cuba al puerto de la Asunción.”[Las Casas, 1827.vol.1].[1]

Posteriormente el historiador local de Baracoa, Sr. Ernesto de las Cuevas Morillo, en su obra titulada “Baracoa fue el primer lugar de Cuba descubierto por Colón”, publicada en 1936, afirma que fue aquel (Baracoa), el primer puerto visitado por el Almirante en la Isla, y que a su llegada Colón bautizó a Baracoa como como Porto Santo. [García, 2008.Pág.36].[2]

La investigadora norteamericana Irene A. Wright en 1921 encontró un documento en el Archivo general de Indias fechado de 1607, donde hay una faja que dice: “Indias General. Borrador con notas para la historia general, descubrimiento y conquista de las Indias por los españoles. Del Cosmógrafo García Céspedes: descubrieron la isla que llaman los indios guanahaní de la parte del Norte, esta es una de las que se disón de los lucayos y allí el Almirante y los que con él yvan tunierón noticia de la isla de Cuba, e como aparecieron luego muchas isletas que están en tornó de Guanahaní las llamaron las princesas y de allí fue a la isla de Cuba, al puerto de Baracoa que es de la vanda del Norte”.[Castro,1977.Pág.63].[3]

La tesis de Baracoa como lugar del desembarco de Colón en Cuba también fue aprobada por Herrera y por el pedagogo e historiador Miguel Jaume, pero con el paso tiempo esta se olvidó, sobre todo porque entonces existían argumentos geográficos que demostraban su invalidez.
En 1995 el historiador baracoense Alejandro Hartmann Matos en una obra suya que titula “Los días de Colón en Baracoa”, recuerda la tesis pero la desecha y recuerda que los días de Colón en Baracoa comenzaron el 27 de noviembre de 1492 cuando arriban a la muy pronto Ciudad primada de Cuba dos de sus navíos, La Niña y la Santa María. [Hartmann, 1995.Pág.3].[4]

José García de Arboleya, en su “Manual de la Isla de Cuba. Compendio de su historia, geografía, estadística y administración” de 1825, analiza el recorrido de Colón a lo largo de las costas de Cuba y asegura que fue el lugar de arribo la Bahía de Samá, mientras que el escritor Canario José Ignacio de Armas en 1889 se inclina por la Bahía de Naranjo como lugar de la primera recalada de Colón en Cuba.

G.V. Fox presentó su tesis en 1851. Fue precisamente este autor el primero en decir que Colón pisó tierra cubana por Puerto Padre. Esta tesis es seguida posteriormente por R. Cronau, José Silverio Jorrin y Francisco R. Pueyo.
La Tesis de Puerto Padre increíblemente fue mantenido por algunos autores contemporáneos como Arnaldo A, Rueda Quintana, Armando Martínez Rueda, Orlando Martínez Rueda, Tomás N Martínez Rueda todos de la provincia Las Tunas. Ellos en 1992 publicaron a través de la Editorial tunera San Lope el folleto: “Portus Patris: La llegada de Colón en Cuba”. Y en ese mismo año la revista cultural del periódico Ahora de Holguín publica una sonada respuesta al folleto de los tuneros que firmaron los historiadores holguineros Víctor Orlando Bellido Aguilera y Alfredo Álvarez Almaguer titulada: “Acerca de San Salvador Patris”.

En el anteriormente citado trabajo se exponen sólidos argumento e información geográfica que dejaron invalidada la  tesis de Portus Patris como lugar del desembarco, quedando Bariay como el lugar de la primera recalada de Colón en Cuba.

No obstante en 1994 y esta vez de forma solitaria Arnaldo A  Rueda Quintana publica otro folleto con ediciones Publicigraf-Editorial San Lope, Colección Cucalambé de Las Tunas, titulado este: “Portus Patris, el desembarco de Colón”. En él insiste que fue Puerto Padre el lugar de desembarco, pero sin  analizar la enorme cantidad de trabajos que han refutado esta teoría. Como se expondrá más adelante en el presente bosquejo historiográfico, la tesis de Puerto Padre quedó invalidada en el evento EL V CENTENARIO VISTO DESDE CUBA, realizado en octubre de 1992 en la ciudad de Holguín.

Washington Irving, en su obra Life and voyages of Christopher Columbus” editada en 1858, considera que el verdadero lugar del desembarco de Colón en Cuba fue en un hermoso río ubicado al Oeste de Nuevitas del Príncipe, nombrado Boca de Carabelas en la bahía de Sabinal. Esa tesis la sigue posteriormente Alejandro de Humboldt y con él numerosos geógrafos e historiadores cubanos, entre los que figuran Carlos de la Torre, José María de la Torre y Vidal Morales.

Por su parte fue el investigador chileno F.A.Vernhagen el que en su trabajo “Descripción de las rutas del descubridor Cristóbal Colón” publicada en 1864, el que primero dijo primero que el lugar al que Colón nombró San Salvador, y que fue el lugar por donde arribó a Cuba, fue Gibara. (Posterior a él otros muchos historiadores repitieron esa tesis). En 1889 el chileno reiteró su tesis en el texto,  “Investigaciones históricas y geográficas. Rutas del Almirante Cristóbal Colón en costa de Cuba”.

Tres años después de las publicaciones del chileno Vernhagen vieron la luz trabajos del investigador gibareño Herminio C. Leyva y Aguilera nombrados: “Derrotero de Cristóbal Colón por las Bahamas y costas de Cuba” y “Primer viaje de Colón. Estudio acercas del primer puerto visitado en la isla”. En ellos se incluye la obra del almirante español don Patricio Montojo, “Las primeras tierras descubiertas por Colón” escritas con motivo del IV Centenario del Descubrimiento en 1892. Tanto Herminio C. Leyva como Patricio Montojo reafirmaron la tesis de que fue por Gibara por donde Colón llegó a Cuba por primera vez. (Tesis que Herminio Leyva volvió a argumentar en 1888 y que fue apoyada por la Sociedad Geográfica de Cuba y por Luis Morales Pedroso).

En 1922 la Sociedad Geográfica de Cuba designó una Comisión especial para validar la tesis de Gibara como lugar del desembarco. Los notables pensadores que la integraron, que fueron Alberto de Carricarte, José Carlos Millás, Juan M. Lagomasino, José I. del Corral, Enrique J. Montoulieu, Francisco J. Dumois y Miguel Villa. Todos ellos se pronunciaron a favor de Gibara. A ellos se sumó el historiador Gerardo Castellanos, por lo que la opinión nacida en la década del 60 del siglo XIX de que fue Gibara el lugar del desembarco, ahora recibía un fuerte espaldarazo.
A la anteriormente dicha tesis debe sumársele otra obra, la del canario Antonio Maria Manrique Santiago de 1890 que se titula: “Guahananí. Investigaciones histórico - geográficas sobre el derrotero de Cristóbal Colón por las Bahamas y costa de Cuba que comprenden la situación exacta de la primera tierra descubierta del Nuevo Mundo”.

A pesar de que la teoría de Gibara había sido ampliamente aceptada a partir de 1922, en 1936 la Sociedad Colombista y el Lyceum de la Habana convocaron a un concursos para determinar la ruta exacta seguida por el Almirante a lo largo de la costa de Cuba durante su primer viaje.

En 1937 el Concurso declaró que no había “certidumbre histórica” para determinar con precisión el lugar exacto del desembarco, pero que existía una zona probable en la que se encontraban los puertos de Gibara, Jururú, Bariay, Vita, Naranjo y Samá, teniendo Bariay las mayores posibilidades y premió al ex Capitán de la Marina Mercante José M. Van del Gucht y al Ingeniero Saturnino M. Parajón, por el trabajo titulado Bariay fue el primer puerto por donde Colón desembarcó en Cuba”, dicho trabajo apareció publicado ese mismo año en la Revista Selecta en la Habana, y en 1943 salió como libro bajo el título Ruta de Cristóbal Colón por la costa Norte de Cuba, en el viaje del descubrimiento de América, 28 de Octubre al 5 de diciembre de 1492” (Van de Gucht y Parajón, 1943). 

Otro concursante, el Dr. Carlos Iñiguez, llegó a la misma conclusión de Van del Gucht y Parajón, mediante la filmación de una película cinematográfica de los lugares del litoral cubano descritos por Colón en el Diario.


Entrada a la Bahía de Bariay

“El puerto de Bariay. Desde la tercera década de este siglo ha sido visitado este puerto por varios geógrafos y todos están de acuerdo en cuanto a que la descripción que el Almirante da con respecto a la anchura, fondo, aspecto, situación geográfica y exactitud de las medidas en relación con los otros lugares inmediatos mencionados por el descubridor, corresponden exactamente al puerto de Bariay. Las aguas allí son tranquilas tal como describe el Almirante las de San Salvador: La mar parecía que nunca se había de alzar porque la yerba de la playa llegaba hasta cuasi al agua, la cual no suele llegar donde la mar es brava. En Bariay las aguas son tranquilas debido a que el puerto tiene un saliente, punta de Mulas, con algunas elevaciones que se oponen al libre paso de los vientos, dando por resultados una tranquilidad en las aguas de la bahía que se ajusta o coincide con la descripción del Almirante.” [Iñiguez]. [Pichardo, 1978:69].[5]

Punta de Gato, en la Bahía de Bariay

Durante el verano de 1940, el profesor de Historia de la Universidad de Harvard Dr. Samuel Elliot Morison, en compañía de William O. Stevens, ambos a bordo de la nave Mary Otis, hicieron el recorrido desde San Salvador en las Bahamas hasta Cuba, y luego recorrieron toda la ruta colombina al norte de la antigua provincia de Oriente hasta Cabo Maisí, ello gracias a un proyecto auspiciado por la Universidad de Harvard.

Terminado el viaje de estudio y comprobación de la ruta de Colón, el 10 de julio de 1940 el Dr Morrison pronunció una conferencia por invitación de la Sociedad Geográfica de Cuba. En ella el estudioso corroboró las observaciones y deducciones de los señores Van der Gucht y Parajón, llegando también a la conclusión de que Bariay había sido el primer puerto de desembarco de Colón en Cuba. Dos años después, (1942) publica los resultados del recorrido en su obra “Admiral of the Ocean Sea”, en la cual confirman la identificación de Bariay como el San Salvador de Colón.

En su libro el profesor norteamericano expone minuciosamente su recorrido a la vez que discute y aclara muchos de los puntos de controversia acerca de los viajes colombinos de los que dice que en el número de la Revista CARTELES de octubre 27 de 1940, Van der Gucht y  Parajón publicaron un admirable texto que es resumen de sus estudios y observaciones a la vez que acompañaron el texto de varios gráficos y de una foto del "mogote en forma de mezquita que Colón describe en su Diario”.

En 1941 el Grupo Humboldt, de la Sociedad de Geografía e Historia de Oriente, organizó una expedición para recorrer la zona de la posible recalada de Colón. Por el análisis de las distancias recorridas, rumbos, sondeos de los puertos y señas del litoral se confirmó que se trataba sin dudas de Bariay.


En 1944 aparece uno de los trabajos analíticos más completos sobre este tema, realizado por Armando Álvarez Pedroso, que lleva por título: Cristóbal Colón. Biografía del Descubridor”. Allí el autor expone el origen y fundamentos del plan que elaboró el Almirante para llegar a las Indias por la vía del Oeste, ofreciendo el esquema completo del sistema científico en que se basó su viaje trasatlántico y asimismo hace un análisis exhaustivo de las distancias relativas entre los puertos de la costa norte oriental y los rumbos seguidos por el Almirante, para concluir que el San Salvador del que habla Colón tiene que corresponderse necesariamente con Bariay.

Según ha comentado Antonio Núñez Jiménez, durante el Primer Congreso de Geografía, celebrado en La Habana en 1942, con la aprobación de Morales Coello, que era el Presidente de la Sociedad de Geografía de Cuba,  Carlos García Robiou levantó un acta donde hacía constar que Luis C. Guillén exponía que un maestro de Banes de apellido Campañat, hacía muchos años señalaba a Bariay como el lugar del desembarco de Colón. En el acto dice que Pedro Cañas Abril aseguró que esta primera identificación de San Salvador con Bariay, la había hecho pública el maestro de escuela Campañat en el discurso de apertura de un curso escolar en Gibara, durante los primeros años del siglo XIX.





[1] Casas, Fray Bartolomé de Las: Historia de la Indias. Madrid, 1827. 3 volúmenes.

[2] García Álvarez. Alejandro, (2008): La costa cubana del guineo. Una historia bananera. Editorial Ciencias Sociales, La Habana.

[3] Castro Lores. José Ignacio, (1977): Baracoa, apuntes para su Historia. Editorial Arte y Literatura. La Habana.

[4] Hartmann Matos. Alejandro, (1995): Los días de Colón en Baracoa. Publicado por la Diputación Provincial Costa del Azahar. España.
 
[5] Pichardo. Hortensia. (1978): Capitulaciones de Santa Fe y Relación del Primer Viaje de Cristóbal Colón. Editorial de Ciencias Sociales. Colección Nuestra Historia. Ciudad de La Habana. Pág.87.


20 de octubre de 2014

La historia del soldado holguinero desconocido. (De uno de ellos, como es obvio entender).



En la ciudad de Holguín, durante la ocupación militar norteamericana y cuando la comarca tenía título de Distrito, a 16 de julio de 1901, comparece ante el notario Emiliano Espinosa la señora Francisca Castellanos y Fuentes, viuda muchos años ha y con 68 de edad, acompañada de sus legítimos hijos Francisco y Esteban González Castellanos, el segundo de 39 años casado y ocupado en las labores del campo, el otro de 34 años, casado y Guardia Rural, vecino éste de San Manuel en Puerto Padre y todos los restantes en la ciudad de Holguín. El fin es vender una finca rústica sin casas, cercas ni labranzas, establecida en dos caballerías que están ubicadas en los terrenos Ejidos (por la zona donde luego se fundó el reparto Pueblo Nuevo),  donde tienen un tejar nombrado El Fortín. Linderos: Norte: tejar de los herederos del Sr. Francisco Rondán, Sur, propiedad del Sr Pedro Sondón que antes fue del Sr. Agustín Pujol y donde estaba la tenería de la Sra. Rita González, Este, el tejar del Sr. Agustín Ochoa y Ochoa, que antes fue del Sr. Wadislao Curbelo, y, Oeste, el río Charco del Tejar.

Declaran, Primero, que la propiedad le pertenecía mitad y mitad a la Sra. Doña Francisca Castellanos y Fuentes y a su esposo Francisco González y Pupo, pero que difunto aquel su mitad pasaba por herencia a sus seis hijos a razón de una sexta parte a cada uno, pero, declaran, Segundo, que en virtud de que dos de los hijos también habían muerto sin dejar descendencia la madre los heredaba y que asimismo ella representaba en concepto de su apoderada a su hija Cándida, residente en España y, declaran, Tercero, que seguidamente presentaría los documentos necesarios de los cuáles la Aldea sacará información de dos mártires independentistas absolutamente olvidados, pero antes los datos del comprador.

Era el comprador José Grave de Peralta y Cardet, de 39 años, Capitán de la Guardia Rural en Holguín, casado en segundas nupcias con María Santiésteban y Aguilera y en primera con la difunta Natalia Angecira y Toledo, no precisando el comprador las fechas y periodos de duración de sus matrimonios por no recordarlo en el momento en que hace la declaración.

Entre los documentos presentados por la Sra doña Francisca Castellanos está la protocolización del expediente sobre declaratoria de heredero abintestato (o sea, sin testar), del Sr. Rafael González y Castellanos a favor de su legítima madre, hechos a petición de ella el 13 de junio de 1901, escritura No. 146, Tomo 2 de la escribanía de Emiliano Espinosa. (Y entonces fue que tuvimos información del desconocido héroe).

Dice el documento, que la Sra. Doña Francisca, entonces de 67 años, viuda y natural de esta ciudad de Holguín, presentó ante la vista del notario una certificación expedida por el párroco de San Isidoro que da cuentas de que en el Libro 6to de matrimonio de blancos, folio 26 dice que en 29 de abril de 1861 se produjo el casamiento con don Francisco González, (hijo legítimo de Don Francisco González y Vallejo y Doña Belén Pupo) con Doña Francisca Salomé Castellanos, (hija legítima de Don Esteban Castellanos y Doña Cándida de Fuentes).

Otro documento presentado por la Sra. Doña Francisca dice textualmente que “en la Prefectura de Cascorro, subprefectura de Monte Oscuro, en julio 5 de 1871, certifico que yo, el Ciudadano Presbítero Braulio Oro, cura párroco de San Miguel de Manatí, bauticé solemnemente, puse óleo y crisma y por nombre Rafael de la Caridad a un niño que nació el día 4 de diciembre de 1869 (en plena guerra de independencia), que es hijo legítimo de los Ciudadanos Francisco González y Francisca Castellanos (…)”.

Acto seguido la Sra. Doña Francisca presenta un tercer documento que es copia y que dice: “En Colón, a 28 de julio de 1896 (durante otra guerra independentista, esta la que inició en 1895), el Sr. Don Donato Blanco y Fernández, Juez Municipal, ante Don Juan García Rey, secretario, dijo que recibió un oficio que dice: Habiendo recaído sentencia firme en el juicio sumarísimo que se instruyó al prisionero de guerra Don Rafael González Castellanos de ser pasado por las armas y habiendo tenido cumplimiento ésta a las siete de la mañana de hoy, he de merecer de V.I (Vuestra Ilustrísima) se sirva remitirme la oportuna orden para el enterramiento del cadáver así como la oportuna copia o certificado de su inscripción en el Registro Civil para unir a los Autos. Debiendo significar a V.I que dicho reo dice ser natural de Holguín, provincia de Santiago de Cuba, de 26 años de edad, con instrucción y de oficio labrador”.

Vistos y protocolizados los anteriores documentos el notario también copia  la siguiente acta para la declaratoria de herederos del abintestato Sr. Rafael González Castellanos hecha ante el Sr. Juez.
“En la Ciudad de Holguín a los cuatro días del mes de marzo de 1901.

“(…)

“Dice la madre que ella y su consorte tuvieron entre otros legítimos hijos al Sr. Rafael González Castellanos y que éste falleció en la villa de Colón, provincia de Matanzas en (…)

“Que el expresado, su hijo Sr Rafael González Castellanos falleció sin disposición testamentaria y sin sucesión, dejando a la exponente por única y universal heredera de bienes que su valor no excede de 2 500.00 pesos.

“Y dice que su esposo murió en Victoria de Las Tunas a consecuencias del movimiento insurreccional de esta Isla de 1868 a 1878, que la muerte se produjo a fines de 1872 o principios de 1873, sin que a su cadáver se le diera sepultura por los desordenes consiguientes de la guerra y por eso no puede mostrar el documento del fallecimiento pero ella presenta testigos del hecho.

“El Sr. Juez considerando que según el Articulo 935 del Código Civil los ascendientes del difunto lo heredan con exclusión de los colaterales a falta de hijos y descendientes legítimos, y que según el párrafo 2do del Artículo 936 del citado Código Civil, existiendo uno solo de los padres éste heredará al hijo en todas sus herencias, declara a la madre heredera universal”.

Asimismo el notario lee y copia la escritura mediante la que la Sra. Doña Cándida González Castellanos da poder a su madre para que la representey que dice en uno de sus párrafos que dicho poder fue otorgado ante notario en San Clemente, España, en 28 de marzo de 1884 para que la madre represente a la hija en acciones y deudas, para que administre los bienes que posee, para que adquiera otras en lo sucesivo, para que mande en sus cuentas y productos y practique las demás gestiones de un celoso administrador. Y, dice el notario Espinosa que doña Cándida González Castellanos tenía 36 años, casada con el Sr. Don Santiago Escribano y Ruiz, natural de la Villa de San Clemente en España y que era Capitán retirado del Ejército español pero que por esos días ambos esposos estaban accidentalmente en Holguín.

Finalmente se produce la venta por la que el comprador pagó cincuenta pesos moneda americana.


El Hato de García Holguín



En 1545 comienza la experiencia hatera en la comarca con el que fue propiedad de García Holguín, desde antes encomendero. Míticamente los holguineros repiten y hasta celebran el 4 de abril como fecha de la fundación, porque, dicen, García Holguín era devoto de San Isidoro, lo que es imposible, porque Isidoro de  Sevilla fue canonizado en 1598. Lo muy cierto es que la fundación del hato estabilizó la colonización del territorio y que por muchos años actuó como centro del camino histórico local.

No se conserva la documentación original de la merced y tampoco sobre la composición del hato, excepto las referencias  que hizo el agrimensor José Joaquín Vidaburú el 18 de diciembre de 1769 sobre la documentación del año 1600, cuando las nietas de Holguín solicitaron al Cabildo de Bayamo el amojonamiento o delimitación de la posesión.



Trabajando críticamente sobre la exposición hecha por Diego de Ávila y Delmonte en el siglo XIX, el Dr. García Castañeda organizó una visión sobre la génesis del acontecer local entre 1545 y el año 1700, (en 1949) que posteriormente ha sido repetida por la mayoría de los historiadores, sin embargo, aunque duele saberlo, todavía no es posible decir con certeza la extensión y sus linderos originales, aunque es de suponer que se extendiera inicialmente , de acuerdo a la costumbre, por una superficie máxima de hasta seis leguas.

En el deslinde de 1769, siguiendo los documentos de los años 1600 y 1710, al Hato de Holguín se le reconocieron 581 812 ½ cordeles planos, excediéndose en 68 955 ½ cordeles de las medidas estipuladas. Esa área sobrante fue considerada estéril y sin aguadas.

A falta de documentos sobre la célula primaria a partir de la que comenzó la conquista de la región, la arqueología ha hecho varios descubrimientos, entre ellos el lugar exacto donde estuvo El Yayal, lugar de habitación de los indios encomendados a García Holguín y a Diego de Lorenzana. Igual, esta fuente certificó que la comunidad de El Yayal se mantuvo viva hasta después de 1580 y recientemente concluyeron excavaciones bajo la guía de Juan Jardines y Ángela Peña en la Casa del Teniente Gobernador, que es la más antigua casa de Holguín, ubicada en el bramadero o lugar donde se daba de beber a la reses del Hato, que han arrojado nueva información.

La Encomienda.



Se ha debatido sobre la semejanza o no entre la Encomienda y el repartimiento de tierras, aunque a esta altura ya es claro que fueron líneas diferentes, solo que la Encomienda, al referirse a pueblos de indios, llevaba implícita en sí la utilización de la tierra de aquellos.

Los repartos de tierra[1] a los vecinos se realizaron mediante las estancias[2], que se medían en peonías o caballerías[3], y los solares[4].

El agotamiento de las vetas superficiales del oro, el paso de la colonización al territorio continental, la despoblación aborigen por la vía del etnocidio y las repercusiones de la gran insurrección aborigen entre 1520 y 1540, echaron por tierra la primera colonización hispana, poniendo en ruda crisis las villas y estancias. Reflejando el caos de aquellos años el Obispo Diego Sarmiento informaba al Rey desde Bayamo, el 20 de abril de 1556: “y aún lo que la tierra produce es muy caro. (…) Los indios se van acabando y no se multiplican”[5].

La falta de mano de obra aborigen y el fin de la minería la suplieron la tierra dada en usufructo[6] y la importación de esclavos. Ahora que los conquistadores comenzaron a tener la tierra estos echaron mano a la experiencia  agropecuaria que se había acumulado durante las estancias, lo que contribuyó a la solución del problema, pero, asimismo fue decisiva en momento tan crucial la rápida aclimatación del ganado vacuno y de cerda.

Las primeras mercedes de tierra fueron las sabanas donde pastaban los hatos, cuadrillas o manadas de reses[7]. Con la práctica  y el paso del tiempo el vocablo “hato” se convirtió en la denominación de la posesión ganadera y el usufructo en propiedad de facto. Desde entonces las haciendas se llamaron hatos o corrales, (y se dedicaron a la explotación del ganado mayor o menor), mientras que las estancias eran los conucos o sitios de labor (estas eran de mediana o pequeña extensión).

Al estabilizar sus medidas a fines del siglo XVI, un hato contenía 16 leguas cuadradas, equivalentes a 22 606 hectáreas y el corral, 5 650 hectáreas. Técnicamente Pichardo lo definió como un polígono regular inscripto en un círculo de 72 ó 74 lados, aunque aclaró que en Sancti Spíritus y Puerto Príncipe (Camagüey), sabía de casos donde se han medido de 120 lados[8]. Pero en la práctica los hatos y corrales con forma poligonal fueron los del oriente de Cuba, mientras que en el occidente eran circulares[9].

La base jurídica para el tema de la propiedad agraria en Cuba lo fueron, por muchos años, las Ordenanzas de Alonso de Cáceres, firmadas en 1573, o sea, posteriores al inicio de las mercedaciones. Las de Cáceres se complementaron por la Real Orden de 1 de noviembre de 1591, definidora de las vías de la confirmación y la composición, caminos estos para acceder al disfrute posesionario de la tierra[10].






[1] El repartimiento de la tierra implicaba la obligación de hacerla cultivar según plazo establecido de antemano por la ley.

[2] El desarrollo de las estancias se realizó estrechamente unido a la práctica agrícola aborigen, utilizando sus cultivos, técnicas y suelo.

[3] La caballería partió de una condición honorífica que ya para la fecha equivalía a una extensión física de terrenos. En el ambiente colonizador cubano aquella se aplatanó asumiendo la equivalencia a un cuadro de 200 000 montones de yuca. Aproximadamente su medida actual es de 13,4 hectáreas.

[4] En general el repartimiento de la tierra entre los conquistadores partía de las categorías: solares, tierras comunales (dehesa y ejido), tierras de propios y las mercedes. Julio le Riverend señala la existencia de haciendas en Cuba antes de 1520.

[5] Colección de documentos inéditos relativos al descubrimiento, conquista y colonización de las posesiones españolas en América y Oceanía, sacados en su mayor parte del Real Archivo de Indias, bajo la dirección de los Sres. S.J.F. Pacheco, F. de Cárdenas y L. de Mendoza, tomo V, pp. 553-554.

[6] Fue hacia la década de 1530 cuando los cabildos cubanos iniciaron la mercedación de tierras a los colonizadores tomando en cuenta su rango social y aprestos.

[7] Un informe de 1611, referido al oriente cubano, cuenta sobre “hatos de ganado vacuno” conteniendo desde 2 000 y hasta 6 000 cabezas en sabanas de dos a seis leguas. (Archivo Nacional de Cuba. Fondo Academia de la Historia, Caja 604, Número 13).

[8] Pichardo, Esteban: Diccionario provincial casi razonado de vozes y frases cubanas, p. 324.

[9] De una u otra forma, predominó la costumbre de adjudicar posesiones de tierra a la redonda, midiendo a partir de un punto central.


[10] El reparto de las tierras y la definición legal de las mismas (S. XVI), estructuró la clase terrateniente; oligarquía esta que expresaba sus aspiraciones y políticas a través de los cabildos.

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