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La aldea a la mano (Holguín, Cuba)

10 de octubre de 2017

Intérpretes holguineros que triunfaron entre 1940-1950

Por: Zenovio Hernández Pavón y Ana Luisa Tamayo

Como mismo otras regiones de Cuba, Holguín aporta de talentos a agrupaciones nacionales. Específicamente entre los años que van de 1940 a 1959, período de extraordinario auge y proyección internacional de la cancionística criolla, un grupo de voces oriundas o procedentes de esta región se ubicaron entre los más reconocidos intérpretes de la Isla.

En 1940 Tito Álvarez va a la radioemisora CMQ y se convierte en una celebridad, después se convierte en uno de los fotografos cubanos más prominentes. 


 

Al año siguiente Fernando Albuerne consigue un éxito extraordinario a través de Radio Suaritos.



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Fernando Albuerne en Youtube
 
Para oir 20 GRANDES EXITOS DE FERNANDO ALBUERNE haga clic aquí


El trío Hermanos Rigual también consigue un éxito retumbante a través de la CMQ. 

Los hermanos Rigual viajaron desde su ciudad natal a la capital, La Habana, en 1943, para probar fortuna como cantantes y guitarristas. Finalizada la Segunda Guerra Mundial, en 1947, emigraron a México donde debido al éxito obtenido, decidieron radicarse. Mantuvieron sin embargo contacto con su país de origen, donde regresaron en 1950 para recibir su primer disco de oro.
En México compusieron sus más famosas canciones, desde Corazón de melón, a La del vestido rojo y México, hasta que en 1961 llegó el éxito más conocido: Cuando calienta el sol, compuesto por Carlos y Mario Rigual con Carlos Alberto Martinoli y Rafael Gastón Pérez.
Inmediatamente esta canción fue interpretada por varios vocalistas, entre ellos Javier Solis, Vikki Carr, Anacani, Luis Miguel, el cantante belga Helmut Lotti, y Trini Lopez, lo que permitió al trío afianzarse en el mercado discográfico europeo, especialmente en Portugal, España e Italia.
En España en particular, el tema fue recibido con gran fervor y posicionado rápidamente al tope de ventas como canción de la temporada.


Polémica

La historia de Cuando calienta el sol encierra una vieja polémica sobre su autoría, ya que según diversas fuentes, especialmente nicaragüenses, el título original era «Cuando calienta el sol en Masachapa», compuesto en realidad por Rafael Gastón Pérez, y vendidos sus derechos por muy poco dinero a los hermanos Rigual.
En 1963 el trío intentó repetir el éxito con Cuando brilla la luna, que no alcanzó el nivel de aceptación de la anterior.
En México el trío fue contratado para interpretar películas musicales como Cucurrucucú, paloma 1964, y Despedida de casada 1966. Al mismo tiempo continuaron realizando presentaciones y giras junto a otros artistas y conjuntos orquestales, entre ellos Chico O'Farril, Mario Bauzá, Chucho Zarzos y Ennio Morricone. Con el virtuoso del piano y organista Avelino Muñoz produjeron la clásica La Guayabita.
La actividad artística los llevó en giras mundiales que incluyeron Argentina, Estados Unidos, Canadá e Italia.​ En este último país participaron del Festival de San Remo en 1964.

Por su parte y el igual periodo Georgina Du Bouchet integró el aplaudido dúo Primavera con María Ciérvide. Poco después llegó a La Habana Wilfredo Fernández, uno de los cancioneros que llevó el bolero cubano por todo el continente. 

 

Después fueron Doris de Goya, Carlos Quintana, Juan Cajigal, Raúl Ferrero y el cuarteto Hermanas Valdivia, entre otros.

6 de octubre de 2017

Holguín es tierra de intérpretes más que de compositores. El caso singular de Juanito Márquez

Por: Zenovio Hernández Pavón y Ana Luisa Tamayo

Según afirmó el musicólogo Ezequiel Rodríguez: “los trovadores se clasifican en dos grupos: los que en su condición de cantadores interpretaban un llamado repertorio tradicional y típico, cayendo en lo creativo no de modo sistemático, y otros que enriquecieron el cancionero cubano con sus páginas creadas enteramente por ellos”[1].
En Holguín, la inmensa mayoría de los músicos populares que formaron parte de la Generación Intermedia de la Trova forman parte del primer grupo, o sea, que eran creadores (compositores) esporádicos o mejor, interpretes más que  compositores y así es igual en las demás expresiones musicales practicadas por artistas de la localidad. Tanto que Edgardo Martín en su ensayo “Panorama histórico de la música cubana”, valora cómo varios pueblos y ciudades más pequeñas que Holguín han aportado mayor cantidad de compositores notables.
Para reafirmar el anterior criterio veamos otras modalidades o etapas de la cancionística cubana. En el filin, por ejemplo, no hubo ni siquiera un creador de trascendencia que fuera holguinero, aunque los recursos, conquistas armónicas y literarias de este movimiento influyeron en creadores como Juanito Márquez y Pepé Delgado.
Pepé Delgado
Pepé, uno de los más grandes compositores del bolero a nivel internacional nació en Las Tunas pero residió en Holguín durante un segmento de tiempo que no hemos podido precisar y en esta última ciudad creó gran parte de su obra inicial, que coincidió con ese significativo periodo de la cancionística cubana que va de 1940 a 1945 durante el que el bolero cubano recobró la supremacía sobre el mexicano gracias a los pianistas-compositores principalmente.
César Morales
Otros pianistas holguineros de calidad y de la  misma generación de Pepé, fueron César Morales, René Urbino y Enrique Avilés; ellos junto a otras figuras locales muy valiosas como el pianista, compositor y destacadísimo promotor de la música Manuel de J. de Góngora, mantuvieran programas en la radio y emprendieran iniciativas como show en teatros con cantantes holguineros y un “Festival de la Canción” que se celebró en 13 de marzo de 1942 en el teatro Infante con grande impacto y que estimuló significativamente la cancionística en el territorio. Entre las canciones interpretadas en el citado Festival estuvieron “Olvídate de mí”, de René Urbino; “Tú sólo tú”  y “Página final”, de Leonel Guitián; “Las horas pasan”, de César Morales; “En el madrigal de tu belleza”, de Enrique Avilés, y otras con la firma de Pepé Delgado, Mérido Gutiérrez y Cristina y Manuel de J. Góngora


Cesar Morales
Obituario
El gran pianista cubano Cesar Morales, falleció el 13 de mayo de 2006. Los servicios fueron llevados a cabo en la funeraria de Westchester el 14 de mayo de 2006. Nació en Holguín Cuba el 4/2/1919 le sobrevivió su esposa Silvia Morales y su hijo César A. Morales; sus dos nietos, Cesar A., ​​Javier; y la nieta, Larissa.
César fue considerado el mejor intérprete de la música de Lecuona, interpretada en la Sociedad Pro-Arte de La Habana, Radio Rumbo en Venezuela y la Orquesta Sinfónica Venezolana. Se mudó a los Estados Unidos en 1961 donde grabó varios discos y tocó en varios lugares.  
Publicado en el Miami Herald el 6 de junio de 2006
Lamentablemente estos pianistas mencionados, que incluso llegaron a realizar una notable labor musical con agrupaciones locales, nacionales e internacionales a la altura de la Orquesta Hermanos Avilés, Eliseo Grenet, Xavier Cugat, Luís Alfonso Larraín, Rodrigo Prats y la Sinfónica de Caracas, dejaron una mínima producción de canciones de las que no podemos emitir juicio alguno, porque cuando ellos se marcharon a otros lugares en busca de mejores posibilidades para desarrollar su arte, se llevaron sus composiciones y aunque algunas pocas fueron editadas, hoy no sabemos que rumbo tomaron la mayoría.
A propósito, en este momento sería oportuno detenernos en el constante éxodo de músicos y artistas que desde Holguín y otros lugares de la Cuba profunda fueron a La Habana, principalmente desde finales de 1937 que es cuando surgió el programa competitivo “La Corte Suprema del Arte” en la radioemisora CMQ; e igualmente otros programas similares de la radio y luego de la televisión que se dedicaron a promover a nuevas figuras que procedían del mundo de los aficionados.
Desde antes, exactamente desde mediados de los años 1920, con el auge del son y unos años después con la aparición del danzonete, comienzan a abrirse muchas posibilidades en la capital para cantantes y músicos de todo el país. Es  ese el inicio de una singular etapa de esplendor de la música popular cubana que alcanza proyección universal con el son, la guaracha, el mambo, el cha cha chá y otras modalidades de la cancionística como el bolero y el filin; estas dos últimas en el universo hispano parlante sobre todo. Esto es trascendente porque si bien el son y los otros géneros bailables influyeron soberanamente en la cancionística que hizo la trova intermedia, también los géneros melódicos, (especialmente el bolero y sus variantes o intergéneros como el bolero-son o bolero-chá), ganaron una alta presencia que perdura hasta hoy en los más disímiles formatos: orquestas charangas, jazz band, septetos, conjuntos o combos.
Es ese el motivo de que entonces fuera común que las agrupaciones tuvieran un intérprete para los boleros y otro para los géneros más rítmicos, aunque algunos vocalistas excepcionales y versátiles se movían con soltura en todas las modalidades; Tito Gómez, por ejemplo.
Tito conoció y popularizó obras valiosas de la cancionística holguinera, sobre todo de la autoría de Pedro Justiz (“Peruchín”) y Juanito Márquez quienes, además, hicieron arreglos especialmente para sus posibilidades vocales.
 

Juanito fue uno de los pocos músicos que viviendo lejos de la capital alcanzó un vasto reconocimiento. Y si verdad es que residió en La Habana por breves períodos desde el inicio de los años 60, también es verdad que este holguinero excepcional compuso la mayor parte de su obra en su ciudad natal, Holguín.
Para él, el reconocimiento comienza a llegar desde 1950 cuando envía una pieza a Bebo Valdés, “La Feria de los siglos”, y el notabilisimo y popular músico la graba. Desde entonces directores de agrupaciones de la música popular y cantantes comenzaron a solicitarle composiciones, arreglos y asimismo lo llaman para que interprete la guitarra en diversas grabaciones. Hoy boleros de Juanito cuentan con infinitas versiones y se siguen grabando: Alma con Alma, Como un milagro, Esos tiernos ojos y Es tu nombre, etc.


Ya conocido, Juanito ayuda a otros destacados y todavía desconocidos compositores y arreglistas del oriente cubano. Muchos de esos consiguieron llegar al mundo del disco: Kico Cruz, Antonio Coré, Rudel Zaldívar, Ulises Meléndez, Amable Martínez y Alfredo Varona.


[1] Citado por Lino Betancourt. “Origen del bolero”, en el Folleto “Cuba: canciones y emociones”, pág 2.

Los primeros trovadores holguineros que pasaron a la posteridad

Por: Zenovio Hernández Pavón y Ana Luisa Tamayo

Al iniciarse los años de la década de 1930 la canción trovadoresca, indudablemente la más arraigada entre las capas humildes del pueblo cubano, no sólo tenía la rivalidad de la canción lírica sino también de la avalancha que sobre la Isla caía de ritmos extranjeros de América y Europa: el tango, jazz, pasodobles, cuplés… y asimismo la fuerza avasalladora del son saturaba la vida musical, preferentemente a través de la radio que lo expandía a los cuatro vientos. 

LA GENERACIÓN INTERMEDIA DE TROVADORES 

Es en esos años cuando irrumpe una nueva generación de trovadores a la que se le conoce como la intermedia entre los viejos y los de la Nueva trova.  Entre ellos hubo figuras tan emblemáticas como Miguel Matamoros, Ñico Saquito, Lorenzo Hierrezuelo y María Teresa Vera.  Con ellos, dijeron las musicólogas Victoria Eli Rodríguez y Zoila Gómez “la frontera entre trovador y sonero no quedaba bien delimitada”[1].


Intérprete: Conjunto Casino:  

Es a partir de ese periodo que la obra de los trovadores holguineros, afincados en su región natal o establecidos en Santiago, La Habana u otros lugares, inicia una etapa de particular brillo y esplendor de la mano de Faustino Oramas: “El Guayabero”, Ángel Alberto Caissés: “El Cojo Caissés”, Guillermo RodríguezFiffe, Guillermo Sánchez, Octavio Sánchez: Cotán, Mérido Gutiérrez, entre otros compositores y guitarristas.

 

A excepción de Rodríguez Fiffe que muy pequeño se estableció en Santiago y en 1936 fue a La Habana, donde popularizó sus canciones y guarachas, entre ellas la antológica titulada “Bilongo o La negra Tomasa”, este selecto grupo de trovadores fundaron en Holguín tríos, conjuntos u otras agrupaciones que se hicieron muy populares a partir de descargas, serenatas, espectáculos  teatrales, bailes y sobretodo  a través de la radio.

En 1930 llega la radio a Holguín cuando en 1ro de septiembre sale al aire la CMKF “La Voz del Norte de Oriente”, primera emisora de la ciudad, y en 1936 sale una segunda radioemisora, la CMKO de Manuel Angulo. Ambas les brindaron espacios a los trovadores más destacados que fueron a sus estudios conformando tríos, conjuntos, orquestas. Se estrenan y se hacen populares piezas como la guaracha “La media naranja” del Cojo Caissés; los boleros “Así es Bayamo” y “Amor lejano”; la guajira-son “Los cuatro paisajes” y el afro “Bongó de Santa Bárbara” de Guillermo Sánchez. 

Guillermo impartió clases y lecciones de guitarra a un grupo de jóvenes interesados en el legado trovadoresco, entre ellos Mérido Gutiérrez quien se destacó años después en la fundación de tríos y en la composición de boleros y canciones como “No, corazón”, “La copa de cristal” y “Mona Lisa”; de esa vendió su derecho de autor en tiempos en que era un emigrante en Nueva York. Posteriormente, bajo la firma de Livington y Evans se convirtió en un hit universal.

 

Y así igual la labor de Guillermo Sánchez fue meritoria por mantener vivos los códigos de la trova tradicional, nucleando a su alrededor a varios músicos en ese empeño. Muestra es su producción, que, aunque escasa, no se aparta de los patrones trovadorescos más primigenios, como puede percibirse en  “Holguín y su comarca”, (guajira-son) y “Saludando a la trova”, (bolero-son). Estas obras, aún escuchadas en las voces de su hija Adolfinita, Oneida Parra y en grabaciones de Barbarito Diez,  son fácilmente asequibles por sus convencionales melodías, acompañamiento armónico funcional, sin rebuscamientos ni efectismos, y textos coherentes. 

Cotán por su parte, uno de los más portentosos guitarristas de la trova cubana, luego de transitar por tríos y conjuntos, abandonó la región y se fue a La Habana donde conquistó reconocimiento por su labor de acompañante e integrando junto a su hermano Mayito el grupo “Los Trovadores Cubanos”, que dirigía Adriano Rodríguez. 

FAUSTINO ORAMA, EL GUAYABERO 

Sin menospreciar a los anteriores, es el de Faustino el nombre imprescindible de la trova holguinera. Como otros muchos trova-soneros por su labor en agrupaciones bailables, El Guayabero es uno de los más grandes y singulares exponentes de la trova intermedia siendo llamado por algunos “el último juglar de la tradición cubana”

Y en efecto, en muchos pueblos de la Isla todavía se le recuerda con su tres en un parque, un café u otro sitio descargando su repertorio de sones desbordantes de gracia y humor criollo.

La creación de Faustino encierra una dicotomía visible, pues, aunque su música pudiera inscribirse en la creación folclórica, en tanto está arraigada en las viejas tradiciones, es al mismo tiempo una música que puede calificarse como  popular, ya que no es anónima, (mientras que la folclórica si); y gusta a un vasto grupo de personas, a diferencia de la folclórica que sólo se escucha en determinados sectores sociales.

Pero a pesar de lo anterior, su creación puede considerarse folclórica, pues sus textos, por ejemplo, se relacionan con danzas bailables del siglo XlX cubano como la sirivinga, el cotunto, la rumbita, la dancita, el nengón, y el chivo capó, entre otras denominaciones de acuerdo al lugar de la Isla donde se cultivaran. Las mismas, poseen letras con doble sentido, otras son auténticamente picarescas o de un desparpajo manifiesto, por eso a Faustino se le conoce como “El rey del doble sentido”.

Y además de lo dicho, la forma original que tenía Faustino de interpretar su música, lo sitúa como trovador, en tanto está presente el inseparable binomio hombre-guitarra, (en su caso el tres), que interpreta sus propias creaciones; y por otro puede considerársele hacedor de un son primigenio de coplas (generalmente cuartetas) y estribillo, con melodías reiterativas, de frases cortas, sin grandes saltos o dificultades; y el uso de una  armonía básica, sustentada en los grados fundamentales de cualquier tonalidad. Por lo anterior se le puede insertar dentro de los primeros soneros holguineros de esa etapa, y aún en nuestros días porque su son es escuchado, bailado y recreado por varios intérpretes y bailadores.






[1] Victoria Eli Rodríguez y Zoila Gómez, “Haciendo música cubana”, pág 108

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