LO ÚLTIMO

La aldea a la mano (Holguín, Cuba)

7 de diciembre de 2016

Camayd - Alberto Velázquez



Alberto Velázquez (Locutor y periodista radial).

Camayd con un grupo de sus amigos. Año 1959

No me referiré al cantante de extraordinarias cualidades vocales, ni al capacitado director del Teatro Lírico Rodrigo Prats, su obra más amada, ni a su importancia en la vida artística de nuestro país. De quien hablo ahora es del Raúl que simpatizaba con la pelota (béisbol), siempre interesado por conocer los resultados de los juegos de la noche anterior, que él casi nunca podía oír o ir a ver en el estadio porque tenía ensayos o presentaciones.
Hablo del Raúl laborioso para que su programa de radio “Domingo Lírico”, a través de la CMKO, saliera con la mayor cuota de exquisitez posible, y a la vez su modestia cuando estaba grabando. Parecía que se olvidaba de sus grandes conocimientos y se acercaba al grabador de turno como si fuera un principiante para preguntarle si creía apropiado la inclusión de un determinado número.
Raúl no es uno solo, porque no fue en un solo universo donde se manifestó. Que cada quien recuerde el que más cerca tuvo. Yo tuve al realizador de la radio y porque lo conocí cuando era un joven, prácticamente un adolescente, recordaré siempre a la figura sonriente de entonces, optimista siempre, caminador empedernido de nuestras calles, conversador con todos de cualquier cosa, incluyendo lo cotidiano y lo divino. Desde entonces supimos que era un humilde mortal.

Raúl Camayd - Zoyla Salomón (Viuda de Gonzalo Roig)


Zoyla Salomón (Viuda de Gonzalo Roig)


Cada vez que Raúl iba a La Habana llegaba a ver “al Viejo”, como él le decía a Gonzalo. Gonzalo le preguntaba: “¿Vino a cantar?” Y él: “Sí, Maestro, mire… Y si tenía algún problema de trabajo se lo decía, pero siempre en segundo término. Los dos hacían una liga tremenda porque eran muy conversadores; se morían de risa haciéndose cuentos verdes; Raúl siempre le traía a Gonzalo el último cuento que andaba por el ambiente. A Gonzalo le encantaba que él fuera a verlo porque además e estimarlo como el gran artista que era, lo quería mucho como ser humano. Siempre me decía “ese muchacho sí vale, Zoyla, es un caballero, muy respetuoso para ser tan joven, y es fantástica la labor que ha hecho en Holguín”.
Yo pienso que Gonzalo siempre lo tenía presente. Y por eso me conmoví tanto cuando en el homenaje “Roig In Memoriam”, en 1990, Camayd inició la actividad. En ese homenaje me sentí muy halagada como esposa de Roig, como libanesa que soy, igual que Raúl, y como cubana.
Tuve la suerte de ver a Raúl como quince días antes de su muerte, en la Unión Arabe de Cuba, pues él, como se sabe, es de origen libanés. Y lo vi tan pálido, con dificultades para sentarse y me impresionó mucho; lo acompañaba su cuñada Consuelo Esteva, a quien conozco también desde hace años. Ella y yo nos cruzamos una mirada y las dos teníamos los ojos aguados. Consuelo me contó que él acababa de llegar de los Estados Unidos donde le habían hecho un chequeo riguroso y yo decía: “¡Ay Dios mío, que se cure!”. Almorzamos juntos aquel día, y fue la última vez que lo vi.

Camayd - Olga Bosque



Olga Bosque (Viuda de Rodrigo Prats)
Yo lo conocí hace 25 años, cuando se fundó el grupo lírico de Holguín que lleva el nombre de mi esposo, el maestro Rodrigo Prats, y aprendí a quererlo como a un hijo.

María la O. dirige Rodrigo Prats

La primera vez que Rodrigo vino a Holguín fue a hacer un festival grande. Nos hospedamos en el Hotel Praga y ahí comenzaron las primeras relaciones con Holguín y con Camayd. Después volvimos para hacer “María la O”… Camayd siempre lograba que nos dieran la misma habitación del Hotel Praga porque esa tenía una ventana que daba para un patio de gallinas y a Rodrigo le encantaba despertarse con el cantío de los gallos. No se me olvida que mi esposo instrumentó de nuevo toda la obra sentado en la cama de esa habitación.
Desde entonces nuestros viajes a Holguín se hicieron frecuentes. Nunca perdimos aquella relación que fue creciendo y creciendo con los años. Siempre íbamos a Velasco a ver a Félix Varona y Raúl con nosotros para todas partes. Era muy preocupado y se nos aparecía en todos los momentos para saber si necesitábamos algo y, siempre a la hora de comer, él estaba allí para comprobar qué nos iban a servir. Y cuando demoraba una hora sin venir ya Rodrigo estaba preocupado preguntando que dónde estaría el alcalde de Holguín, el cacique… Es que Rodrigo lo quería con locura, que digo locura, lo que sentía por él era delirio. Le encantaba que trabajaran juntos. Juntos trabajaron en Holguín, en santiago, en La Habana.
Cuando Raúl visitaba La Habana enseguida iba a casa a beber café, él era un cafetero empedernido. Y cuando nosotros íbamos a Holguín siempre nos regalaba un cartucho de café puro. Me acuerdo que en uno de los últimos viajes estuvo tan ocupado que no le dio tiempo salir a conseguir el café para nosotros y un minuto antes de salir va a su casa y nos regala todo el café que había y Náyade le dice: “Raúl, que ese es todo…”, y él: “no importa, Dios repone”. Así era Raúl. 
Raúl Camayd con el maestro Rodrigo Prats

En el siguiente enlace puede oir la pieza que escribió el maestro Rodrigo Prats, especialmente, para la voz de Raúl Camayd

 

En el año 1979, cuando se reestrenó la “Amalia Batista” en el Gran Teatro de La Habana estaban de invitados Raúl, Náyade Proenza y María Luisa Clark. Un día Raúl va a casa a ensayar y le dice a mi esposo: “Rodrigo, ¿cómo es que me haces venir a La Habana a cantar un solo numero?” Entonces Rodrigo le responde: “espérate un minuto, y se sentó al piano y compuso para él “Recordar es volver a vivir”, incluso, a ese número y a otros que le adicionó a la “Amalia Batista”, le adicionó letra, y eso que Rodrigo no hacía las letras. Raúl estrenó esa pieza en el Lorca con un éxito tremendo. Fue un año antes de su muerte. Fue una temporada maravillosa que siempre recordaré como mismo recordaré a mi esposo, que se molestaba tanto con las trabas de los burócratas y siempre me decía muy serio: “me voy pa´Holguín a trabajar con Camayd, aunque sea de repertorista”.
Me recuerdo que hablábamos mucho por teléfono cuando él estaba en el hospital. Cuando le avisaban de mi llamada le decían: “es la viuda de Rodrigo”, y él iba hasta teléfono enseguida y conversábamos y conversábamos. También yo estaba recién operada y tres días antes del desenlace horrible le digo que iba a ir a verlo y él me responde que no, que era él quien vendría a verme a mí.
Ahora me da miedo llegar al aeropuerto de esta Ciudad (Holguín) y no encontrar a Raúl esperándonos, como siempre. Yo perdí a Rodrigo, que lo adoraba, y ahora pierdo a Raúl, un hijo. Por eso es que no quería hablar con ustedes, discúlpenme, pero es que me emociono mucho y me pongo triste.

Camayd - María Luisa Clark



Soprano. Primera figura del Teatro Lírico Rodrigo Prats.

Raúl con María Luisa Clark en “La Viuda Alegre”



Yo estudiaba en la secundaria, tendría 14 ó 15 años, cuando tuve la suerte de conocer a Raúl Camayd. Tey Aguilera, que estaba en el Teatro Lírico desde que Raúl lo fundó, me oyó cantar en una misa (yo cantaba en el coro de la Iglesia San Isidoro), y va y le habla a Raúl de mi. Y él, sin más ni más se aparece en mi casa, me acuerdo que lo acompañaba Sergio Ochoa. Raúl me miró un poco incrédulo, yo era una niña y muy delgada, y por fin se decidió a probarme la voz en el Teatro.

Después que me oyó decía: ¿Cómo esta niña con esa figurita va a cantar así? Y Martín Arrans, que estaba allí, en un gozo tremendo, le decía: “Esa es solista, Raúl, ésa esa solista”.

Pero mi padre, que él mismo se decía “ratón de camerino”, porque era un apasionado al teatro, no me dejó entrar al Lírico… es que él era así de cascarrabia y Raúl se reía mucho de esa contradicción. Años después me casé y finalmente pde entrar al Teatro, pero las dificultades para mi eran las giras. Yo no participaba en las giras porque quería estar en la casa con mi esposo, que claro, ejercía su presión para que no fuera. Pero Raúl, lógicamente, aspiraba a que yo fuera en las giras y parece que pensó que la única solución era que Pavón, mi esposo, trabajara en el Lírico. Y cuando a Raúl se le metía una cosa en la cabeza siempre la lograba y por eso en todas partes hablaba maravillas de mi esposo: “que Pavón es buena gente… que es gente valiosa… que es esto y lo otro”. Pero mi esposo trabajaba en Educación y no le convenía el traslado y Raúl no lograba convencerlo, hasta que un día viene a casa y trae un telegrama que había recibido des la dirección provincial de Cultura, que en aquel momento radicaba en Santiago de Cuba, donde le ofrecían al Lírico una plaza para un curso sobre diseño de luces en Alemania. “Si Pavón estaba de acuerdo podía trasladarse al Lírico y recibir la beca de estudios en el extranjero”, dijo. Aquello nos extrañó un poco, me pero mi esposo se entusiasmó, dejó su trabajo y pasó al Teatro. El curso jamás llegó y cada vez que nos acordábamos queríamos matar a Raúl, pero es que él era como un muchacho, siempre haciendo maldades.

Con mi esposo participando en ellas, yo pude participar en las giras.

Me acuerdo que cuando estábamos en esos hoteles de por ahí, Raúl, imitando la voz de una mujer, llamaba a los compañeros por teléfono y hacía citas amorosas, diciéndole que “ella” iba a ir vestida de tal forma. Y entonces le avisaba a los demás de la broma, y todo el mundo iba a vigilar al que caía en la trampa, riéndose de cómo esperaba…

Pero eso sí, Raúl tenía una capacidad de trabajo increíble y una inteligencia genial. Nunca he conocido a otra persona igual. Para él no había problema sin solución.

Yo nunca creí que era una gran cantante, bueno a veces ni creía que fuera cantante y por eso Raúl siempre andaba detrás de mi diciéndome: “María Luisa si malo es creerse mejor de lo que uno es, peor es subestimarse”, pero es que ese siempre ha sido mi carácter…

Él se preocupaba por todo el mundo, no solo por mí. Y les decía las cosas que les tuviera que decir, pero siempre muy respetuoso, claro, porque él era muy respetuoso. Te lo digo yo que durante años hicimos giras y estuvimos solos en muchísimos lugares y siempre se comportó como lo que era: un caballero elegante y respetuoso.

Cierto es que él era un galán, que tenía una suerte loca con las mujeres, pero eso de que para entrar al Lírico había que acostarse con él es un comentario falso y mal intencionado, una calumnia. Y te lo digo yo que conozco cada una de las interioridades del Teatro Lírico. Raúl no tenía necesidad de eso. Te repito que tenía una suerte tremenda con las mujeres por su carácter, porque siempre tenía una expresión bonita, porque era generoso y hacía buenos regalos. Pero los hacía para darse el gusto de hacerlos, nunca con segunda intensiones. Y por otra parte te digo que era una persona amantísima de su casa, quería y respetaba mucho a su familia.

Yo recuerdo sus últimos días en el Hospital Hermanos Ameijeiras; hablamos tanto y de tantas cosas, incluyendo cuestiones personales. Por esos días Raúl se había acercado nuevamente a la religión católica de la que había estado separado, a pesar de que se había formado en esa fe desde niño. Por aquellos días usaba un crucifijo y yo, con satisfacción, percibía en él un reencuentro con Dios.

Estaba muy enfermo, pero sin nada de pesimismo. Ni hablaba ni esperaba la muerte. De lo que hablaba siempre era del futuro en el que tenía una gran seguridad.

Entre nosotros existió una gran afinidad. Y ahora que no lo tenemos es que una se percata de la falta que nos hace, de lo que tanto que él significaba para nosotros. Era un guía en todo, incluso, hasta en el repertorio personal. Cuando nos oía ensayando si lo consideraba venía y te decía: “Ese número no te ayuda”, y él mismo te buscaba otras obras y hasta te las copiaba; yo tengo mucha música copiada por él. Esas piezas las guardo como una reliquia.

Hablar de él me pone triste y muy nerviosa. Ni se como pude hacer el primer concierto después de su muerte. Ese día canté un dúo con Nelson Martínez, alumno suyo y también barítono. En el escenario yo cerraba sus ojos y volvía a escuchar su voz de oro, su timbre bello, su buen gusto interpretativo. Yo cerraba mis ojos y allí estaba él, a mi lado, cantando como siempre.

3 de diciembre de 2016

Municipalidad Holguinera 1898 - 1954 (Holguineros famosos en otras geografías)




 

Enrique Gay Calbó nació en Holguín;
El holguinero José A. Sera Serrano es Embajador de Cuba en Washington;
El holguinero Alfredo Marrero es Alcalde del Bayamo;

 

El holguinero Enrique Orlando Lacalle es historiador e inspirado escritor residente en el Bayamo;
La holguinera Heradia Pijuán es Dama en el Reinado del Mar de Gibara;


 

El holguinero José Castañeda Mayasén se enroló en la marina argentina y fallece en China desempeñándose como hombre de negocios;
El holguinero Sergio Urbino representa a Holguín en La Habana.

LO MAS POPULAR DE LA ALDEA