Era el poblado de mayor número de habitantes en el momento inicial de la Guerra de los Diez Años. Tenía una posición estratégica ventajosa por ser equidistante a la ciudad de Holguín y al puerto de Gibara y estar situado sobre el camino carretero que unía ambas poblaciones. Distaba también casi lo mismo de Fray Benito y Velasco, poblaciones menores situadas al este y oeste de Auras respectivamente. Era el corazón de una rica zona agrícola.
Aunque el poblado de Auras fue ocupado por los mambises desde los primeros momentos de la insurrección, el 5 de enero de 1869 una poderosa columna provista de artillería desalojó del lugar a las tropas de Julio Grave de Peralta y restableció allí el dominio hispano (1). A partir de ese momento el mando español situó en Auras un centro de operaciones con el concurso de un número considerable de soldados que patrullaban distintas áreas y servían de apoyo a poblados, caseríos y puntos estratégicos que pidieran auxilio.
Los orígenes de la población se encuentran relacionados con el hato de San Marcos de Auras, mercedado en 1703. Su territorio comprendía las haciendas de Jesús del Monte, nombre que lleva su parroquia inaugurada en 1872, y San Marcos. Estas pertenecían a las familias Leyte Rodríguez y Pupo primeras en establecerse en dicha zona.
En 1804 el territorio quedó constituido en sede de una Capitanía Pedánea con el objetivo de proteger el litoral norte de los corsarios y piratas y evitar el comercio de contrabando. Su población era de origen hispano, entre ellos un nutrido grupo de canarios. Para 1862 ascendía a 915 personas de las cuales 75 eran esclavos.
En 1856 pasó a formar parte del Partido de Gibara por tener este la mayor cantidad de habitantes y la jerarquía económica que había adquirido tras la apertura del puerto. Para 1877 el censo de población relaciona 1092 habitantes, de ellos 17 esclavos, lo que muestra su importancia como centro rural y de operaciones del Ejército Español. Esto propició que fuera una atracción de importancia para las fuerzas cubanas, que la atacaron en varios ocasiones durante las guerras.
En 1888, el ferrocarril iniciado en Gibara llegó hasta Auras, que desde 1870 estaba conectado por telégrafo eléctrico con Gibara y Holguín y en la guerra de 1895 dispuso de teléfonos con igual fin. A pocos kilómetros de distancia de sus principales accesos se habían construido fortificaciones (Loma de Hierro, Yabazón, Pedregoso y La Jandinga)
En 1872 cuando Calixto García atacó a Holguín, simultáneamente fueron hostigados varios fortines de Auras y algunos cercanos a ésta.
En la madrugada del 10 de abril de 1873 Calixto García atacó y tomo Auras. Se aprovisionó de un rico botín de guerra en sus comercios y finalmente ordenó incendiar las bodegas, almacenes e iglesia. En la casa de Manuel Suárez de Argudín, Jefe del Cuerpo de Voluntarios, se quemaron varias personas que prefirieron morir antes que rendirse. A las cuatro de la mañana dejaron Auras y se retiraron a Cazallas quemando todas las casas a ambos lados del camino.
El 20 de agosto de 1896 Auras fue atacada por el coronel Fernando Cutiño Zamora, mientras el general Calixto García cañoneaba al fuerte de San Marcos en Loma de Hierro. En noviembre de ese año fue tiroteado el poblado por fuerzas del general Mariano Torres con el objetivo de extraer un lote de ganado de La Jandinga. El 25 de julio de 1898 Auras fue desalojado por la guarnición española que se retiró a Holguín y ocupado inmediatamente por tropas del general Luís de Feria Garayalde, pero 22 días más tarde, el 16 de agosto, los españoles regresaron con una poderosa columna de infantería y artillería para recuperar el poblado desalojando a los cubanos, en lo que constituyó el último combate de la guerra de 1895.
No obstante este poblado fue el más fortificado con casi igual número de defensas que la ciudad de Holguín. La tradición oral recoge el número de 12 fortines rodeando la población de Auras, enlazados por alambradas y trincheras, además un centinela de cada una de las guarniciones que la custodiaba estaba encargado de mantener en alerta el estado defensivo.
Según el señor Ricardo Ajo (2) , quien fuera alcalde de Auras en la época del machadato, cada media hora se escuchaban las voces de los centinelas que gritaban..."Alerta al uno", y el del uno, repetía "Alerta el dos"... y así hasta el doce. Por su parte, Gerardo Castellanos en el libro Hacia Gibara escribió:
“Entradas y salidas estaban severamente atrincheradas y alambradas. El predio de Auras estaba abrazado por una cadena de fortines. Cada uno mantenía nutrida guarnición. Hacían el servicio tropa de línea, voluntarios y guerrilleros. El vecindario se distinguía por un reconocido españolismo, pues eran españoles los más acaudalados moradores. Este era el poblado mayor fortificado de la línea. Con comercio rico dedicado a la exportación agrícola, pecuaria y al tabaco de mayor calidad” (3)
En la actualidad se ha ido localizando la ubicación de algunos de estos fortines de los cuales se conservan tres y de ellos dos en ruinas. Existe también en el poblado una casa aspillerada y huellas de aspilleras en la iglesia que por estar enclavada en una pequeña altura fue utilizada con fines defensivos también. En sus laterales se construyeron fuertes de madera de los cuales aún pueden apreciarse las bases.
De los fortines conservados se encuentra el conocido como “Lucumí” nombre que tomó por haber vivido en él un negro de esa etnia. Es de planta rectangular de 5.20 por 6.20 metros con las esquinas ochavadas –0.60 m-. Fue proyectado en tres niveles con sus correspondientes plataformas interiores. El tercer nivel termina en prismas que sostenían el techo. Los cuerpos están dispuestos de mayor a menor, de forma piramidal, observándose la sección escalonada.
La estructura y aspilleras se construyeron con ladrillos y los muros de mampuesto recubiertos con mortero de cal. La puerta está dirigida al camino de Holguín y ubicada en el segundo nivel. Se caracteriza además por presentar dos hiladas de aspilleras, en número de tres por lienzos de paredes, y una en las esquinas superiores, mientras que en el primer nivel posee dos. El primer cuerpo mide 3.20 m de alto, el segundo 2.10 m y la azotea formada por el murete liso o prisma 1.35 m. La altura total es de 6.65 metros.
Otro de los fuertes que se conservan en Auras es el que se encuentra en el camino de Tierra Blanca. Es de planta cuadrada, de 5 metros de ancho sus lienzos de paredes, dos cuerpos, el primero es más ancho que el segundo. El sistema constructivo y materiales son idénticos al Lucumí, la puerta se presenta, como los demás en el segundo nivel. Se infiere haya tenido azotea, conserva una altura total de 4.60 m, de ellos 2.80 m en el primer cuerpo y 1.80 m en el segundo. Se conserva en regular estado.
El tercero de los fortines que se conservan es el conocido como Argudín, nombre que tomó por estar cercano a la casa del comerciante peninsular Manuel Suárez de Argudín y Guardado, quien ocupó cargos en el Cuerpo de Voluntarios con el grado de Comandante. Según el vecino que habita la casa en cuyo patio se conserva el fortín, lo conoció “... con techo y pisos de madera, tenía seis lados y dos plantas con azotea, la cubierta era de tejas”
En la actualidad presenta un estado ruinoso. De su planta hexagonal se conservan dos paredes de 3.50 m cada una, y una altura total de 6.10 m; distribuidos en 2.80 m el primero y 2.20 m el segundo. El pretil corrido es de 1.10 m. Los lienzos de paredes que conserva tienen la peculiaridad de poseer ventanas en ambos niveles, así como un zócalo pintado de azul en el segundo. La estructura es igual a los otros dos, de ladrillos con arquitrabes de madera. Los dos cuerpos están aspillerados, 18 aspilleras en cada uno, y la puerta en el segundo nivel.
Además de los dos fuertes localizados en los laterales de la iglesia, se encontró la ruina de otro, a unos 300 m del que se conserva en el camino de Tierra Blanca, y otro al norte, a unos 350 m aproximadamente de la iglesia.
Notas: