Por: Mireya Durán
A la edad de 24 años la ilustre señorita doña Victoriana de Avila y González de Rivera fue casada con el canario José Romero de Medina y así consta en el libro tercero de matrimonio de blancos, folio 105, de la Iglesia de San Isidoro, escrito de puó y letra del sacristán mayor, presbítero Manuel Calderín quien, además, avisa que el casamiento se produjo el 24 de enero de 1798. El esposo aportó al matrimonio cinco mil pesos.
De la unión no hubo descendientes, pero si una gran comprensión por parte de su marido, que complacía a doña Victoriana en cuanta cosa ella le pedía.
Sobrinos de los que la tía fue madre, tuvo muchos y también doña Victoriana fue madre de tres de sus hermanas que permanecieron solteras siempre y muy apegadas a su hermana mayor. Se llamaban estas: Leona, Juana y Antonia. La última en morir, incluso, después que doña Victoriana, fue Juana que dejó todos sus bienes y los que había heredado de sus otras hermanas a sus 10 sobrinos.
Era el esposo de doña Victoriana, don José Romero, uno de los más entusiastas fundadores de Gibara y poseedor allí de una gran fortuna, por lo que los jóvenes recién casados van a vivir allí donde eran dueños de uno de los muelles donde se hacía la carga y descarga de los efectos que se exportaban o importaban; y, también, poseían almacenes, una tienda de relojería y mercería, y una hacienda en el cercano Arroyo Blanco, con sus casas, corrales, frutos y demás anexos, una vega en la boca de los ríos Gibara y Yabazón con sus casas y labranzas, 33 esclavos entre hembras y varones; una posesión en Candelaria y en este mismo lugar un ingenio con trapiche para moler cañas y fabricar azúcar y aguardiente, casa de purga, 6 yuntas de bueyes, un cafetal con 20 000 matas de café, bestias caballares y mulares y ganado mayor y menor.
En la ciudad de Holguín el matrimonio poseían una casa de tejas y mampostería situada en la calle San Isidoro, frente a la Plaza Real. Y en dicha casa una tienda de mercería (dicha vivienda es la actual Casa Azul, en el Parque Calixto García).
José Romero fue el primer Juez pedáneo que tuvo Gibara, funciones en las que se mantuvo hasta el año 1823. Por lo que era de su incumbencia atender (y dicen que con mucho celo), las necesidades formuladas por la población del circuito de la bahía y vegas de los ríos Gibara y Yabazón entre 1820 y 1823.
Anteriormente, en 1808, 1812 y 1814 había sido elegido Alcalde Ordinario del Ayuntamiento de Holguín y en 1810 Mayordomo de Fábrica de la Parroquial Mayor; en 1835 fue subdelegado de la Real Hacienda en Gibara.
En 1846 muere Romero y declarado en testamento deja todos sus bienes a Victoriana.
UN MUY BREVE APARTE PARA SABER LA HISTORIA DE LA FAMILIA DE LA JOVEN VIUDA:
Victoriana de Ávila y González de Rivera nació en esta, la ciudad de Holguín, el 22 de marzo de 1774. Era la recien nacidita hija del Regidor y Alcalde Mayor Don Diego Ramón de Ávila y Norata y de Doña Catalina González de Rivera y la Cruz. La bautizaron en la Iglesia Parroquial y fueron sus padrinos Don José Ochoa y Doña Rosalía de Ávila, tía esta por la parte paterna.
Descendiente de una muy poderosa familia, los González de Rivera. (Victoriana era bisnieta del fundador de los González de Rivera en Holguín: Juan Francisco González de Rivera de Obeda y Mancera). Y asimismo era la hija de dos biznietos de García Holguín: Rodrigo de Ávila López de Mejía y Maria del Rosario Batista Bello. Él venía de dona Elvira del Rosario y ella de Juana Antonia. Doña Victoriana de Avila y González de Rivera es parte de la quinta generación de García Holguín.
Por Real cédula del 25 de diciembre de 1756, Diego de Ávila de La Torre, abuelo de Victoriana, ocupó el cargo de Regidor Provincial, función que desempeñó hasta el 2 de noviembre de 1773, fecha en que, por estar enfermo renuncia a favor de su hijo Diego Ramón de Ávila, padre de Victoriana, quien, dicen las viejas crónicas, era persona de buena conducta, habilidad y suficiencia para ocupar dicho oficio. Diego Ramón se desempeñó como regidor hasta 1805, año de su fallecimiento.
En 1807 entró a ocupar el cargo de Regidor y Alcalde Mayor Provincial José Rosalía de Ávila González de Rivera, hermano de doña Victoriana quien, además, ocupó otros cargos en este mismo cuerpo, entre ellos, Secretario Interventor de Ventas Reales en 1806, Secretario de la Junta de Vacuna creada en 1825; de la Diputación Económica en 1830 y la Secretaría de la Junta de Sanidad en 1832. José Rosalía murió en 1860 testando a favor de su hijo su hijo mayor, Don Manuel Maria Guadalupe de Ávila y del Monte, sobrino de Victoriana y hermano del primer historiador holguinero, Diego de Ávila y del Monte. Los redactores de la ALDEA hemos leído el documento que da fe de la toma de posesión de aquel en el oficio de Regidor y Alcalde Mayor Provincial de la Santa Hermandad, fechado el 22 de junio de 1863.
OBRAS DE CARIDAD DE LA VIUDA:
El ayudar a la Iglesia era algo que le venía de herencia de sus antepasados. Su bisabuelo Don Juan González de Rivera construyó la primera ermita que hubo en la comarca en Managuaco en 1692. Más tarde la ermita fue trasladada a Las Cuevas por su bisabuela paterna Maria de las Nieves Leyte Rodríguez. Y fue su abuelo, Diego de Ávila y de la Torre quien ornamentó la primitiva iglesia de San Isidoro de Holguín.
Además de costear su edificación de la iglesia San Fulgencio en Gibara, doña Victoriana se dedicó a su ornamentación, dotó de alhajas sus altares, regaló un criado para el cuidado y aseo del templo y costeaba los gastos de la luz.
Iglesia San Fulgencio, Gibara
Los bienes que poseía el matrimonio, ahora propiedad de la viuda, le permitieron a Victoriana comprar distintas prendas para donarlas a favor de construcciones que servirían a la caridad pública. Entre ellos donó un palio y un guión al Hospital de la Caridad de Holguín, construido con su dinero y primer hospital de la ciudad de Holguín. El palio, dicen, bordado en oro con un costo de dos mil novecientos pesos y treinta y cuatro centavos, el guión con un valor de cinco mil pesos con diecisiete centavos.
Estos objetos fueron rifados en billetes y su resultado líquido fue utilizado en ese centro beneficiario.
Hospital de la Caridad, actualmente Hogar de Ancianos Jesús Menéndez, Holguín
El terreno que fue destinado para la construcción del hospital fue regalado por doña Victoriana. En la actualidad se conserva parte de la edificación original destacándose la fachada y laterales. Radica allí un hogar de ancianos.
En la parte del fondo se erigió una plaza que que llevaba el nombre de Victoriana de Ávila en agradecimiento de la población por los muchos beneficios que prestó esta holguinera a sus coterráneos. (Desde la segunda década del siglo pasado los holguineros nombraron la plaza con el nombre de José Martí).
José Rosalía de Avila, único hermano varón de doña Victoriana, tuvo una destacada participación en la construcción del hospital. Por elección del Ayuntamiento, el 6 de diciembre de 1835 fue comisionado para atender su construcción. José Rosalía era entonces Regidor y Alcalde Mayor Provincial.
El hospital se fue haciendo por partes, primero se hizo el cuerpo principal compuesto de cuarenta varas de largo con sus correspondientes departamentos. El 19 de mayo de 1849 quedó concluido y abrió sus puertas al público con un total de 12 camas disponibles.
La instalación estaba dividida en dos departamentos, uno ocupado por varones y otro por mujeres. Y entre ambos departamentos había un saloncito que servía de capilla. Asimismo tenía habitaciones separadas en la dependencia del hospital y otros dos departamentos más pequeños, de los cuales uno servía de enfermería a los presos de la cárcel y otro para deposito de cadáveres. El cuerpo de guardia estaba al norte y a continuación se localizaba el almacén de ropas y utensilios.
El interés de la familia por esta hermosa y noble tarea de curar a todas aquellas personas que necesitaran de la caridad pública fue continuado por su sobrino Diego Antonio de Ávila y del Monte, quien en 1882, ya fallecida su tía, se dedicó con mucho amor a las tareas de este centro, llegando a ocupar la responsabilidad de director del mismo.
ULTIMOS AÑOS DE LA BENEFACTORA:
Doña Victoriana vivió en condiciones económicas desahogadas, rodeada del cariño que le profesaban su familia, amistades y vecinos. Al morir su esposo quedó al frente de todos sus bienes, los que administró de manera satisfactoria hasta muy avanzada edad. Con 90 años murió la benefactora, el 13 de enero de 1864. Fueron sepultados sus restos en el cementerio de Gibara, junto a los de su esposo, Don José Romero.