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La aldea a la mano (Holguín, Cuba)

5 de julio de 2010

Gibara, de los símbolos locales



El nombre de esta villa, según la teoría más aceptada, procede de las voces indígenas Jiba-Jibara, que sirven para denominar un arbusto silvestre que abunda en las orillas de los ríos, lagunas y tierras anegadas así como en los terrenos pedregosos y rocas marinas, según se manifiestan las distintas clases de arbustos dentro de la misma familia.

Nombre popular: Jibá
Nombre científico: Erythoxylon havanense.
Familia: Eritroxiláceas.

La planta es además muy popular en la medicina verde por sus propiedades hemostáticas.

Tanto por las razones históricas antes mencionadas como por sus cualidades curativas el Jibá se ha considerado como árbol representativo de nuestra flora y símbolo local.

Dentro de la fauna, el ejemplar que más caracteriza al territorio es el cangrejo blanco, crustáceo que pertenece a una familia de hábitos cosmopolitas, cuyo nombre científico es Cardiosoma guanhumz y habita en los fondos de piedras y arenas. Su vida se desarrolla en las cercanías de las costas y en parajes de manglares y bosques donde prima la humedad.

Otro crustáceo característico de Gibara es el llamado cangrejo colorado (Gecarcinus ruricola), que habita en las zonas del litoral.

En la época de desove estos animales invadían la ciudad en su tránsito hacia las costas –lo que aún ocurre, pero en menor medida- y podía vérseles caminar por calles y aceras,peculiaridad que dio a Gibara el sobrenombre de la “Villa Blanca de los Cangrejos”.

EL ESCUDO DE GIBARA.



Fue confeccionado por Luís Sánchez Hernández y aprobado en sesión del Ayuntamiento del día 24 de diciembre de 1938 y dado a la publicidad para conocimiento de todos los moradores de la Villa en tres números diferentes del periódico EL TRIUNFO, órgano oficial de la municipalidad. El ejemplar del 16 de enero de 1939 ofreció la descripción del escudo:

El campo del escudo está limitado por un óvalo perfecto con lo que se recuerda el blasón de la provincia oriental. El escudo es barrado. En el cantón siniestro un sol de oro domina el amanecer de Gibara a la libertad política desde el punto de vista de la dominación española. El sol aparece semicircuido por la siguiente inscripción: 25 de julio de 1898, fecha de la entrada de las primeras tropas libertadoras en Gibara. El mar, sobre él riela la luminaria del día presenta algunos arrecifes que representan los innumerables del litoral gibareño y que aparecen salpicados de espuma. En este primer término el paraje marino es síntesis de imponderable belleza de nuestras costas. En el cantón diestro aparece La Silla de Gibara, eminencia célebre por su forma peculiar entre los grupos montañosos de Cuba y por ser punto de orientación en muchos casos para los navíos que se acercan al puerto. En la parte inferior de este cantón apuntan unas palmas de yarey, abundantísima vegetación en la época del descubrimiento a la que le debió el nombre por muchos años la península en que hoy se encuentra enclavada la población.

La barra que atraviesa el escudo es de campo de plata, sobre dicho campo lucen las tres carabelas colombinas, vehículos gloriosos y harto simbólico del descubrimiento de la isla.

El óvalo del escudo esta circuido del laurel por ser límite externo, el laurel es por las glorias pretéritas de Gibara, por los triunfos pasados de sus hijos y por aquellos que puedan estos legarles a la posteridad.

Una cinta o divisa esmaltada en azul tenue que recuerda el de nuestro cielo, enlaza las ramas del laurel con un estrecho nudo al centro.

A la izquierda de la divisa la fecha de 1492 es la del descubrimiento de la isla y la de 1817 es la de fundación de Gibara”.

HIMNO DE GIBARA

Se considera como Himno de Gibara una canción originalmente conocida como “La que sube”, pero que se ha popularizado con el nombre de “Viva Gibara”. Es una habanera, cuya letra escribió el poeta gibareño Fernando Cuesta Mora y fue musicalizada por Cándido de Ávila. La canción surgió a raíz de los juegos de pelota que se efectuaban entre las novenas de Gibara y Holguín y la inspiró un pelotero local nombrado Armelio Acosta Cabrera que lanzaba la llamada bola “submarina” (de ahí, el titulo de “La que sube”).

Ni la música ni la letra de esta composición se corresponden con las características de un himno, tampoco ha sido oficializado como tal, sin embargo, la tradición popular la convirtió en símbolo de la localidad. En la actualidad músicos contemporáneos la han enriquecido con arreglos que adicionan al sonido de las guitarras el sonido de otros instrumentos:

Seremos dueños, únicos dueños
Del campeonato que se discute
Porque tenemos en nuestras filas
Al invencible de la que sube
¡Viva Gibara, viva Gibara
La Villa Blanca de los cangrejos
La perla hermosa, de nuestro Oriente
La soberana, la soberana, de los ensueños!
No nos asustan los rompecercas,
Ni los campeones, ni los trabucos
Porque en las filas del Club Gibara
Decoro y honra se encuentran juntos.
(Se repite la estrofa entre signos)

Todas las cañas y marañones,
Nuestros cangrejos van a exprimir
Y llenaremos con todo el zumo
La vieja chomba que tiene Holguín.
(Se repite la estrofa entre signos dos veces)

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Gibara, Centro Urbano. Naturaleza




Es algo cotidiano que los viajeros que llegan a nuestro terruño queden deslumbrados por la armónica belleza de la ciudad colonial y la naturaleza circundante, simbiosis muy difícil de encontrar y que constituye un atractivo para propios y extraños.

El visitante no tiene que caminar mucho para comenzar a ver cosas interesantes: al extremo noroeste de la ciudad se localiza una estructura de roca caliza de forma volada de unos 70 m de extensión conocida como Los Colgadizos (Voladizos de marea), mudos testigos de los tiempos en que el mar estaba en un nivel diferente del actual.

Otro de los atractivos es el relieve costero, con pequeñas y pintorescas playas, guardadas por barreras coralinas muy atractivas, como las de Caletones al oeste y Playa Blanca y Los Bajos al este.

Existen otras playas aún más pequeñas dentro del propio perímetro de la ciudad; como El Boquerón, la de El Faro, La Playita del Vallado, etc.

Al oeste de la villa entre terrazas marinas y elevaciones, se ubica una de las unidades cársicas mejor conservadas del país, donde existen multitud de cuevas y ceñotes, destacándose el sistema cavernario de la Polja del Cementerio, con más de once kilómetros de galerías explorados, la Sima de la Amistad, con 90 metros de profundidad verticalmente medida, que ostenta el record de la provincia Holguín en este parámetro, y el Tanque Azul, que con sus 3335 metros de galerías inundadas explorados, constituye la mayor caverna de este tipo de nuestro país detectada hasta el momento.


La vegetación se desarrolla sobre suelos tipo rendzina roja esqueléticos, variando desde la costa hacia el interior. La misma está formada principalmente por un matorral xeromórfico costero que transita hacia el matorral arbustivo de variadas especies y el bosque semidesnudo que aparece en las partes más elevadas de la llanura.

La llanura costera recientemente emergida atesora un corredor de aves migratorias de los más importantes de la Cuba Oriental, y posee además alto endemismo en sus especies de flora y fauna.

El marco que brinda la diversidad de suelos, paisajes, ríos y montañas sirve para resaltar la belleza y la riqueza arquitectónica de la ciudad.

Gibara, siglo XX



El siglo XX trajo cambios notables para el territorio gibareño. En su primer cuarto el puerto mantuvo aún cierta importancia que paulatinamente fue perdiendo y de igual forma ocurrió con el ferrocarril. En este primer cuarto del siglo aún se realizan construcciones marcadas por el eclecticismo, que enriquecen el acervo arquitectónico de la ciudad. Pero la situación económica y social de la población pronto comienza a empeorar. Los males inherentes a los gobiernos establecidos durante la seudorrepública encontraron respuesta en huelgas obreras en el área urbana y en luchas campesinas contra los abusos de los terratenientes. Un manto de pobreza fue cubriendo a la que había sido relativamente floreciente villa.

La lucha contra el dictador Gerardo Machado Morales encontró amplio eco en Gibara cuando el 17 de agosto de 1931 una tropa de revolucionarios encabezados por Emilio Laurent desembarcó en la ciudad y la tomó. Un nutrido grupo de gibareños se sumó a Laurent y contra ellos el gobierno machadista empleó todos sus recursos, atacando simultáneamente a la población por aire, mar y tierra hasta ahogar en sangre esta acción revolucionaria. Estos sucesos confirieron a Gibara la triste primacía de ser la primera población de Cuba que fue atacada simultáneamente por efectivos del Ejercito de tierra, de la Aviación y de la Marina de Guerra.

La situación económica y social del municipio continúo empeorando en años sucesivos, viéndose obligados muchos gibareños a marchar hacia otros lugares del país en busca de trabajo.

En 1947 una huelga estudiantil cobró fuerza suficiente para lograr que toda la población se solidarizara con sus justas demandas: el establecimiento de una escuela superior y la construcción de una carretera que uniera a Gibara con Holguín.

Para la década de 1950 la situación se había hecho casi insostenible. Una encuesta desarrollada por la Iglesia Católica en el segundo lustro de esta década dejaba ver el lúgubre panorama de pobreza y desempleo reinante en el territorio gibareño.

Pero en esta década surgirían nuevas esperanzas: el 4 de diciembre de 1955 se fundó en la ciudad una célula del Movimiento 26 de Julio para encauzar la lucha contra la tiranía de Batista. En abril de 1956 Frank País visitó Gibara en labores conspirativas, diseñándose en esta oportunidad los brazaletes distintivos del Movimiento. En 1957 los primeros escopeteros comenzaron a actuar en la Sierra de Candelaria y en octubre de 1958 se estableció en la misma una capitanía del IV Frente Oriental Simón Bolívar, cuyos integrantes mantuvieron en jaque a las fuerzas de la tiranía en todo el municipio, llegando a atacar a la propia ciudad de Gibara el 29 de diciembre de 1958, poco antes de la alborada del Primero de Enero que marcaría profundos cambios para la vida de los gibareños y del pueblo cubano en general.

En el caso especifico de Gibara esto se traduciría en la creación urgente de centros de trabajo, entre los que destacan el Astillero “Alcides Pino” y la Hilandería “Inejiro Asanuma”, los cuales tuvieron como principal impulsor al Comandante Ernesto che Guevara. La pavimentación de las calles, la notable mejora de las redes del acueducto y de los servicios de educación y de salud, la constitución de la Cooperativa Pesquera, la construcción de decenas de edificios dedicados a viviendas y múltiples y notables mejoras en todos los aspectos de la vida material, espiritual y social de los pobladores del municipio, que son fieles exponentes de la obra desarrollada por la Revolución en el territorio.

Gibara durante la Tregua Fecunda, la Guerra del 95 y el fin del siglo XIX.


Tan pronto como se acallaron los disparos de la Guerra Chiquita, toda la zona comprendida entre Gibara y Holguín volvió a sus habituales labores de tiempos de paz. Vegas y sembradíos, que no habían dejado de existir aún en los tiempos difíciles de la Guerra Grande se multiplicaron por toda la región. Los ingenios continuaron sus molidas; aunque el costo cada vez mayor de las necesarias mejoras tecnológicas y el paulatino cambio en la composición de la fuerza de trabajo, que al desaparecer la esclavitud transitando por la institución del patronato, dejó de ser esclava, para convertirse asalariada; determinaron la quiebra de los más pequeños en la década de los ochenta; fenómeno enmarcado en el avance del proceso de centralización de la producción azucarera.

El tabaco sigue siendo el principal producto agrícola de la región; seguido de la caña de azúcar; pero también comenzó a ser importante la producción de plátano fruta con destino al mercado norteamericano y de maíz y de plátano vianda para el mercado de La Habana.

La ganadería inició una recuperación acelerada con la introducción por el puerto de Gibara de miles de cabezas de ganado procedentes de Puerto Rico.

En esta etapa se hacían cada vez más necesarios los buenos caminos en la jurisdicción para transportar los productos locales con destino al puerto y para llevar a la ciudad de Holguín y otras poblaciones las mercancías que entraban por los muelles de Gibara; por eso holguineros y gibareños aunaron esfuerzos para construir conjuntamente una vía férrea que comunicara a ambas poblaciones y que permitiera de una forma rápida, eficaz y segura el transporte de pasajeros y mercancías y diera salida a la vasta producción agrícola que llegó a lograrse en los campos de la jurisdicción: el ferrocarril de Gibara y Holguín, inaugurado el 4 de abril de 1893.

Durante esta etapa la población del distrito gibareño siguió creciendo notablemente, hasta llegar a una media de 81 habitantes por kilómetro cuadrado, la más alta de la región oriental, incluida el distrito de Santiago de Cuba.

En el aspecto político, durante la Tregua Fecunda, merecen ser resaltados la visita de Antonio Maceo a bordo del barco Manuelita, realizada con fines conspirativos y el alzamiento de los hermanos Sartorio en Purnio, los que fueron acompañados por numerosos vecinos de Velasco y otras zonas cercanas.

Iniciada la guerra de 1895, muchos gibareños respondieron al llamado de la patria, demostrado con ello que no era del todo justo el calificativo de España Chiquita que había sido dado a la comarca. Desde Gibara salió durante algún tiempo el papel que se utilizó en la manigua para imprimir el periódico “El Cubano Libre” y los campos de la jurisdicción fueron recorridos nuevamente por connotados jefes mambises como Máximo Gómez, Antonio Maceo y Calixto García, pudiendo destacarse en esta ocasión la toma de caseríos como Yabazón ejecutada por tropas de Antonio Maceo y los incendios de Velasco y Candelaria por las fuerzas de Calixto García , así como la acción de Loma de Hierro, lugar donde tronó por primera vez con éxito el cañón mambí en esta contienda.

El 25 de julio de 1898 se produjo la entrada triunfal de los mambises en la villa de Gibara, y durante los días 16, 17 y 18 de agosto, en los alrededores de Auras, se desarrollaron los últimos combates contra el dominio español en Cuba y en América.

Durante la guerra de 1895 se dieron, aunque en menor escala algunas de las circunstancias que habían caracterizado la contienda anterior, al convertirse nuevamente la villa de Gibara en lugar de refugio para los comerciantes españoles de la jurisdicción. Durante la guerra llegó a la villa la electricidad mediante el montaje de una planta que abastecía el poblado. También durante la guerra se establecieron las comunicaciones telefónicas, por lo que pudo contarse Gibara entre las primeras poblaciones de nuestro país que disfrutaron de estos beneficios de la vida moderna.

Al realizarse el censo de 1899 la población urbana de la ciudad de Gibara superaba en varios centenares de habitantes a la ciudad de Holguín.

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Gibara, desarrollo de la población posterior a la creación del primer Ayuntamiento y hasta la Guerra Chiquita


El desarrollo creciente de las actividades marítimo naval fue un factor de extraordinaria importancia en el crecimiento del núcleo urbano de Gibara.

El movimiento comercial del puerto, habilitado en 1822, totalizaba en 1828 la cantidad de 102 071 pesos en mercancías que fueron transportadas en 23 barcos, mientras que treinta años más tarde, o sea, en 1858, los muelles fueron visitados por 74 barcos que movieron 666 040 pesos en mercancías.

Cierto número de comerciantes, sobre todo españoles, construyeron almacenes y sólidas residencias en la población. En 1853 fue inaugurada la Iglesia Parroquial de San Fulgencio, lo que fija, según criterios de algunos entendidos, un hito en los estilos arquitectónicos predominantes en Gibara hasta ese momento.

En 1862 Gibara era una población cosmopolita, habitada por gran número de canarios, de españoles, por otros europeos y por personas procedentes de distintos países de América y tierras de África. Su partido pedáneo era el más rico y próspero de la jurisdicción holguinera y la importancia del puerto iba en ascenso, simultáneamente con la riqueza agrícola de las tierras cercanas. El censo de ese año refleja la existencia de 1754 habitantes. Desde 1856 Gibara había absorbido al antiguo partido pedáneo de Auras.
Para esta fecha se habían establecido en el hinterland (alrededores del puerto) más de media docena de ingenios de azúcar que molían utilizando máquina de vapor y que contaban con dotaciones de esclavos relativamente numerosas para el lugar y la época.


El 28 de julio de 1868 Manuel Sartorio, capitán de Partido certificaba que:

“La población de Gibara tiene 17 calles, 9 de norte a sur y 8 de este a oeste, 2 escuelas costeadas por el municipio, iglesia parroquial y un cuartel con local para dos compañías de infantería. Su puerto está habilitado a la travesía, mantiene Colecturía marítima con sus empleados correspondientes, un capitán de puerto y ayudante de matrícula; una administración de correos, una escritura de número y otra de hipotecas. Se calcula como término medio y aproximado que entran en su puerto anualmente 129 buques de alto porte y 165 de cabotaje, sin contar los vapores que en sus viajes a La Habana y de regreso hacen escala en Gibara.”

Este informe se incluyó en el “Expediente Instruido por varios vecinos de Gibara, jurisdicción de Holguín solicitando que se le conceda a su población el título de Villa y la creación de un Ayuntamiento”. En el referido Expediente se expresa además que la población de Gibara:


“(...) consta de 370 casas, en su mayor parte de tejas, madera y mampostería, y con setenta y cinco aljibes o cisternas que venden diez y siete mil pipas de agua que abastecen al vecindario, con una iglesia y un cuartel del mismo material que fueron costeadas por los vecinos, como así mismo un cementerio, un reloj público; un casino denominado Príncipe Alfonso, (…) y su alumbrado público….”

Iniciada la guerra de 1868 muchos elementos afines a España de la vasta región holguinera se mudaron para Gibara buscando el amparo del sistema defensivo creado por los españoles en esta población, que fue protegida por una muralla y un rosario de fortines. El 1 de enero de 1870, en plena contienda fue inaugurado el servicio de telegrafía eléctrica, uniendo la villa con Holguín y otras poblaciones del país. El número de habitantes y la riqueza arquitectónica de Gibara crecieron notablemente durante la guerra, logrando en esta etapa la secesión de Holguín con la creación de un Ayuntamiento propio.

El crecimiento del núcleo urbano gibareño y sus alrededores inmediatos (Cupeycillos, Los Hoyos, Los Altos y Las Aguadas) fue tan notable, que al realizarse el censo de 1877 ya alcanzaban la cifra de 7599 habitantes, triplicando con creces la población que existía a inicios de la guerra.

Los comerciantes establecidos en La Villa vieron prosperar sus negocios a pesar de la contienda. Barcos de diversas banderas arribaron al puerto para traer víveres, tejidos, muebles, mármoles, cristalería, herramientas y otras mercancías; desde España y de Gran Bretaña, desde Francia, Holanda, Dinamarca, o los Estados Unidos y en contrapartida por el puerto gibareño salían hacia estos u otros destinos, cargamentos de tabaco, azúcar mascabado, aguardientes, cera de abejas y maderas preciosas, pues las acciones bélicas, aunque entorpecieron la producción en el partido de Gibara, no llegaron a impedirlas totalmente.

Los barcos traían también su carga de soldados, y navieros y comerciantes hacían su negocio con la guerra.

Si bien la villa de Gibara fue un baluarte inexpugnable del poderío hispano durante esta contienda, no ocurrió lo mismo con los campos cercanos, que fueron escenarios de múltiples acciones bélicas en las que participaron entre otros, Julio Grave de Peralta, Calixto García, Antonio Maceo, Vicente García. Las tomas de Auras y de Candelaria, de Uñas y Velasco y la Batalla de Yabazón, fueron hechos heroicos desarrollados en tierras gibareñas durante la Guerra Grande y a pesar de la fuerte influencia hispana, muchos pobladores del terruño dieron su aporte a la causa de la libertad; actitud que repitieron durante la Guerra Chiquita que tuvo incidencia en la zona con las acciones de La Naza y Candelaria Moro entre otras.

Gibara, el primer Ayuntamiento



El 16 de enero de 1823, convocada la Junta Parroquial en Gibara, fue electo el primer Ayuntamiento de la población, al amparo de la constitución de 1812, puesta nuevamente en vigor en España. Fue electo como alcalde Don Juan Zaldivar; se eligieron además los regidores correspondientes y el Síndico Procurador. Francisco de Zayas y Armijo, proclamó el nuevo Ayuntamiento, cuyos integrantes prestaron el juramento de rigor y entraron de inmediato en funciones.

Batería Fernando VII: Esta fue la primera construcción en lo que sería posteriormente el pueblo de Gibara, a cuyo alrededor nació.

Este primer Ayuntamiento se preocupó entre otras cosas por la creación de una escuela de primeras letras y por solicitar terrenos aptos para el cultivo con el fin de atraer nuevos vecinos que se dedicaran a la agricultura en los mismos e incrementar así la población del lugar. Poco después de la creación de este ayuntamiento y a solicitud del mismo, fue suprimida la capitanía de Partido de Auras y su territorio anexado a Gibara.

En diciembre de 1823 se efectuaron las elecciones previstas para la renovación de cargos en el Ayuntamiento; pero los electos para la nueva etapa (año 1824) no entraron en funciones, porque el mismo día de su elección se hicieron públicas en La Habana las noticias de la caída del gobierno liberal en España y la abolición de la constitución hasta ese momento vigente. Como medida inmediata el gobierno español determinó que todas las cosas administrativas volviesen al estado en que se encontraban en marzo de 1820, con lo que quedó suprimido el primer Ayuntamiento gibareño y restablecido el partido pedáneo de Auras, aunque Gibara conservó su independencia con respecto a este; y su jurisdicción fue ampliada al incluírsele el cuartón de Arroyo Blanco.

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4 de julio de 2010

Gibara, génesis del pueblo


Luego de las visitas de Cristóbal Colón, Cuba permaneció aparentemente olvidada durante varios años, hasta que Diego Velásquez se interesó por ésta y organizó la expedición de conquista.

Las tierras gibareñas, habitadas por una población aborigen relativamente numerosa, fueron casi totalmente despobladas en los inicios de la conquista, aunque esto no significó que perdidos en la noche de los tiempos dejaran de producirse en ellas contactos de relativa duración entre aborígenes e hispanos. Evidencias arqueológicas demostrativas de esos contactos y de la transculturación inherente a los mismos han sido halladas en distintos residuarios existentes en el territorio municipal.


Iniciada la dominación española, la bahía de Gibara y sus alrededores quedaron bajo al jurisdicción de la villa de Bayamo. El lento repoblamiento de la gigantesca jurisdicción bayamesa comenzó de sur a norte, en un proceso que duró varios siglos. Los primeros que habitaron este lugar que con el tiempo sería el pueblo de Gibara fueron, claro, vecinos de la Villa de Bayamo.

En 1752 se crea la jurisdicción de Holguín secesionando de Bayamo un gigantesco territorio que incluía toda la comarca gibareña.

La bahía y el río Cacoyuguín fueron utilizados desde épocas tempranas para el comercio, primero de contrabando, luego con autorizaciones ocasionales, pero siempre bajo la amenaza de corsarios y piratas. Por cierto, estos feroces lobos de mar fueron heroicamente rechazados en dos oportunidades (1739 y 1745), cuando intentaron saquear la hacienda de Auras, génesis de la jurisdicción gibareña.

Desde el lejano 1783 el cabildo holguinero luchó por la construcción de una fortificación junto a la bahía de Gibara para proteger a las embarcaciones que arribaran a la misma. Pero sin conseguirlo todavía, en 1804, con el objetivo fundamental de organizar la defensa de las costas contra las incursiones de aventureros del mar, se crearon capitanías pedáneas en la vasta jurisdicción holguinera, quedando el territorio de Gibara comprendido dentro de la capitanía de Auras.

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Gibara, presencia del Almirante Cristóbal Colón durante la primera quincena de noviembre de 1492


El sábado 27 de octubre de 1492, el Gran Almirante de la Mar Océana, Cristóbal Colón, avistó por primera vez tierra de Cuba, al observar –según estudiosos de los viajes de descubrimiento- la cima de la montaña hoy conocida como Silla de Gibara.

En la mañana del 28 Colón llegó a la bahía de Bariay, lugar donde pisó por primera vez tierras de la Isla, y allí permaneció durante ese día, sin lograr establecer contacto directo con los aborígenes, porque estos huyeron al ver las naves de los españoles. Y el lunes 29 dió órdenes el Almirante de que alzaran anclas y navegó rumbo al poniente, hasta llegar a la bahía de Gibara, a la que llamó Río de Mares.

El Padre de Las Casas, al copiar el Diario de Navegación de Cristóbal Colón anotó refiriéndose a este hecho:
“Vido otro río muy mas grande que los otros, y así se lo dijeron por señas los indios, y cerca de él vido buenas poblaciones de casas: llamó al río el río de Mares.
Envió dos barcas a una población por haber lengua, y a una de ellas un indio que traía porque ya los entendía algo y mostraban estar contentos con los cristianos, de los cuales todos los hombres mujeres y criaturas huyeron desamparado las casas con todo lo que tenían y mandó el Almirante que no se tocase en cosa.”
El jueves 1 de noviembre, desde sus naves ancladas en la bahía de Gibara, envió Cristóbal Colón las barcas a tierra con el propósito de establecer contacto con los aborígenes, cosa que logró con la ayuda de uno de los nativos de Guanahaní que lo acompañaba. Se produjo ese día, por primera vez en tierra cubana, el contacto personal directo entre europeos y aborígenes. Lo que en Bariay fue vista a distancia, observación llena de precauciones, como es lógico, en Gibara se transformó en el primer intercambio amplio, y en esta ocasión amistoso, entre hombres de diferentes culturas: fue el encuentro entre dos mundos muy diferentes, cuyas consecuencias no podían prever quienes lo protagonizaron.

En el diario de navegación Colón recogió impresiones de su estancia en Gibara. Por él sabemos que llegaron hasta las naves ancladas en la bahía más de 16 canoas conducidas por los aborígenes llevando algodón “y otras cosillas suyas”, y que durante todo el día fueron los europeos a tierra y los aborígenes hasta las embarcaciones con mucha seguridad.

El día 2 de noviembre anotó que hubo de enviar a tierra a dos de sus hombres –Rodrigo de Jerez y Luís de Torres- acompañados de un aborigen de Gibara y uno de Guanahaní, a explorar el interior de la comarca con instrucciones precisas sobre el comportamiento a seguir.

El sabado día 3 el propio Colón subió a una barca y remontó el río hasta llegar al agua dulce navegando, según dijo, cerca de dos leguas. En ese día vinieron hasta las naves muchos aborígenes en sus canoas a cambiar objetos de algodón hilado, sobre todo, hamacas.

El domingo 4 bajó de nuevo el Almirante a tierra para ir a cazar y observó algunos de los cultivos de los aborígenes.

El 5 de noviembre refirió que “mandó a poner las naos a monte”, o sea, dio orden de sacar las naves del agua para limpiar sus fondos y carenarlas, siendo esta la primera ocasión en que la historia del continente americano registra una operación naval de este tipo. Colón tuvo la precaución de que esto se hiciera dejando siempre dos de las naves a flote, aunque él mismo explicó que sin temor se pudieran sacar las tres juntas, porque “aquellas gentes son muy seguras”.

Entusiasmado con la bahía de Gibara dijo el Almirante:
“que aquel puerto de Mares es de los mejores del mundo, y mejores aires y mas mansa gente, y porque tiene un cabo de peña altillo se puede hacer en él una fortaleza, para si aquello saliese rico y cosa grande, estarían allí los mercaderes seguros de cualquiera otras naciones” .
Al final de las notas del martes 6 dice que “tiró la nao de monta” o sea, que la echó de nuevo al agua, y que se preparaba para salir el jueves, pero que un tiempo adverso se lo impidió.

En los 5 días siguientes no aparecen anotaciones en el Diario. El día 12 vuelve a escribir. Refiere entonces que el día anterior había ordenado tomar por la fuerza a un grupo de aborígenes de Gibara, “para llevar a los Reyes porque aprendieran nuestra lengua para saber lo que hay en la tierra, y porque volviendo sean lenguas de los cristianos….” Aprovechó para tomar prisioneros, dice, el que se acercara a las naves una almadía con varias jóvenes aborígenes. Ya apresados estos envió a tierra, a una de las casas, a buscar varias mujeres que también llevó como prisioneras.

Por la noche vino a bordo en una almadía el marido de una de las mujeres que llevaba cautivas, padre de tres de los niños que también llevaba, pidiéndole que le permitiera embarcarse con los suyos, lo que aceptó Colón con agrado.

El día 12 Colón levó anclas continuando su recorrido por las costas de Cuba. En las anotaciones correspondientes al sábado 17 de noviembre acotó que de los aborígenes que llevaba cautivos desde Gibara, dos habían huido.
En la noche del lunes, tal como lo recoge en su Diario el Almirante, regresaron los marineros que había enviado tierra adentro, los que informaron haber andado unas doce leguas y haber visitado una población de unas 50 casas donde vivían mas de mil vecinos. En esta dicha nota, del 6 de noviembre de 1492, habla el marino por primera vez sobre el uso que daban los aborígenes al tabaco. Y lo hace refiriendo lo que a él le habían dicho que vieron  Rodrigo de Jerez y Luís de Torres. Textualmente lo que sigue es lo que escribe Colón: “Hallaron los dos cristianos por el camino mucha gente que atravesaba a sus pueblos, mujeres y hombres con un tizón en la mano, yerbas para tomar sus sahumerios que acostumbran”. El 30 de octubre el Almirante abandonó la bahía de Gibara rumbo al noroeste explorando la costa. El miércoles 31, ante evidentes señales del deterioro del estado del tiempo, decidió regresar a puerto seguro en Río de Mares.
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Gibara, potencial arqueológico


Los estudios realizados para conformar el censo arqueológico el territorio (Valcárcel y Corella, 1989), han permitido definir tres áreas que concentran la mayoría de los sitios localizados:

La primera se extiende desde la propia ciudad hasta los límites con la provincia de Las Tunas (Punta Piedra de Mangle). Es un área protegida caracterizada como una llanura costera recientemente emergida con la cota de 2 a 10 metros sobre el nivel del mar.

La segunda está concentrada en áreas cercanas a los ríos, unas veces en la zona de terrazas aluviales y otras sobre elevaciones muy cerca de los mismos.

La tercera está formada por las alturas premontañosas con cotas entre 80 y 150 metros sobre el nivel del mar, situada al oeste sur oeste de la ciudad de Gibara, y zonas aledañas de terrazas pluvio-abrasivas-acumulativas con cotas entre 40 y 50 metros de altura geodésica.

Por su importancia merecen una mención especial los sitios de el Catuco, (donde se produjo el primer contacto indo-hispánico), La Cueva de la Masanga (sitio parador de los cazadores, así como el lugar donde se encuentra por primera vez en un contexto no alterado huellas de la convivencia del Megalocnus Rodens con los aborígenes cazadores.), Cueva de la Curva, (lugar que atesora la única pictografía encontrada en el territorio hasta el momento), Macio del El Jobal, (donde existe un entierro de los antiguos cazadores recolectores, Grupo Guacanayabo) y el sitio Cacoyuguín II (uno de los de fechados más antiguos para el protoagrícola en Cuba).

Caracterización geográfica de la localidad de Gibara



Gibara, situada en el noroeste holguinero, posee una privilegiada ubicación: la ciudad fue construida sobre una superposición de terrazas abrasivo-acumulativas que se extienden desde una cota de 4m sobre el nivel medio del mar hasta 45 m sobre el mismo, que es la altura máxima alcanzada en la loma de La Vigía. Estas terrazas constituyen excelentes miradores de gran atractivo paisajístico. Sin embargo el territorio municipal es fundamentalmente llano excepto en su porción noroccidental, donde aparecen las elevación del macizo de Los Cupeycillos-La Candelaria, que se extiende por unos 80 kilómetros cuadrados. La mayor altura del territorio es la loma de Abelardo con 244 m sobre el nivel del mar.

Los ríos más importantes son el Cacoyuguín y el Gibara. Existen además multitud de arroyos menores como el Almirante, que corren sólo en épocas de lluvias.

Desde el punto de vista geológico es el territorio de Gibara de los de mayor complejidad de la provincia. Entre las rocas más importantes tenemos la formación Gibara, del cretácico, así como la formación Júcaro del Mioceno y la Jaimanitas del cuaternario.

Hacia el sur se localizan rocas de origen volcánico, como las formaciones La Morena y Tinajitas, del cretaceo medio al superior y por último de las formaciones Jutía y río Macío en el área de la cuenca de los ríos.
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3 de julio de 2010

Descripción de doña Lucía Iñiguez Landín, madre de Calixto García

Los Pases de Tránsito eran expedidos por el Teniente Gobernador de cada localidad. Sin él, cualquiera que estuviera de viaje, podía ser detenido.

En ellos se daban varias señas particulares que pudieran servir para comprobar que quien llevaba el Pase era en realidad quien decía ser. Para cualquier curioso son interesantes estos documentos, sobre todo porque entonces no había fotografía o era este un invento incipiente. Hoy nos quedan estos documentos para mirarle el rostro a los vecinos de entonces.

Tomado de un Pase de Tránsito expedido el 27 de abril de 1855 por Don Ramón Ballagas a petición de doña Lucía Iñiguez Landín, madre del Mayor General Calixto García Iñiguez, para trasladarse a sus propiedades de Jiguaní en unión de sus pequeños hijos Nicolás, Miguel y Leonor y una esclava nombrada Balvina.

Estatura: regular
Edad: 25 años
Color: bueno
Pelo: castaño.
Cejas: castañas
Frente: regular
Ojos: verdes
Naríz: regular
Boca: grande
Señas particulares: no se notan.

                                      (El pase está firmado por doña Lucía)

Desesperada carta que envía el reo Diego Garayalde al Teniente Gobernador (1859)


Por César Hidalgo Torres

No hay información sobre Diego Garayalde Rodríguez. De él, escueto sin que fuera esa su costumbre, el historiador Pepito García Castañeda, anota detrás de la carta original: "Para mí era un asesino".


Esta que seguidamente se transcribe es una carta de Diego Garayalde al Teniente Gobernador:

Veso como humilde haijado
los pies ami padrrino,
que la suerte me previno
para ser consolado.
Espero ser aliviado
de mis penas tan crecidas.
Dios le de mil años de vida
para que haga mucho favor;
todos decimos a un tenor,
Viva nuestro Governador. Viva.

Más, como el exponente es sabedor que el corazón de Vuestra Señoría es magnánimo, que se duele de los males y penas de los desgraciados que como el que habla, yacen en una aflictiva prición, es la razón porque (ILEGIBLE) asu autoridad estas líneas suplicatorias que se digne disponer se le quiten las prisiones que motivan la incomodidad que da, no tan solo porque se alibie de tal pena sino por evitar la grande aflición que cauza a su señor padre y familia cuando bienen a visitarlo, como es consecuente en todo padre que profeza un verdadero amor a sus hijos y por esta circunstancia,
A Vuestra Señoría impetra tenga a bien aceder alo que solicito favor que espero merecer de su acrecentado corazón cuya vida guarde el cielo muchos años para bien delos desgraciados que están bajo el amparo dela recta justicia que tan saviamente admnistra en esta ciudad de Holguín a cuatro de mallo de 1859

Diego Garallalde Rodríguez. (sic)

Testamento de una ex-esclava que pudo obtener solvencia económica

Por César Hidalgo Torres

Tal como consta en la escritura hecha por don Salvador Jesús de Fuentes, el 10 de mayo de 1809 comparece ante él Paula María de la Soledad de la Cruz, vecina de esta ciudad e hija natural de la morena libre Úrsula de la Cruz y dijo que "estando sana, en pie y creyendo como firme y verdaderamente creo en el Misterio Altísimo de la Santísima Trinidad (...) y en un solo Dios verdadero y en todos los demás Misterios... Y Declara: "...que es casada y velada con el pardo José Casimiro Acosta", y que "contragimos (sic) nuestro matrimonio cuando éramos esclavos y por lo tanto no aportamos a él bienes alguno"

(...)
"Declaro que conseguí mi libertad muchos años antes que él, mi referido marido y que este no aportó nada para pagar lo que por mi trabajo conseguí. Que esos dineros los ahorré trabajando alquilada en los laberintos de grangerías y en todos los oficios domésticos...(1)

"...y después que logré mi ahorrío continué trabajando desvelada solo en el afán de mantenerme y también a una hija que antes de mi matrimonio tuve, nombrada Petrona...

"Mi marido, por estar siempre al servicio de su amo, estaba separado de mí...

Y  aclara Paula María de la Soledad que por el poco caso que hacía ella al estado de su matrimonio y sociedad fue lo que le permitió "acentar (sic) una compañía (negocio quiere decir), con el clérigo Don José Gabriel González...

Tratábase esta de una tienda de composición, dice ella, al partido de sus ganancias, que abrieron desde 1798 y que subsistió hasta 1805. La parda administraba el negocio personalmente y la fomentó, lo jura: "con el desvelo de mi grangería (sic)"

Cuando clérigo y morena decidieron cerrar la sociedad, "me cupo a mi (a ella ha de entenderse) la parte que consta en documento auténtico que al efecto se me otorgó".

Y mientras el marido de Paula María de la Soledad siguió ausente por esclavo y bribón que era como se verá más adelante, mientras ella prosperó "con el esfuerzo de mi trabajo y sin que de éste jamás huviese (sic) tenido la menor ayuda y así lo declaro para que conste...

"Y declaro que después de haber sido vendido el citado mi marido fuera de esta jurisdicción, sin regresar ni un minuto nunca antes, un día se apareció con licencia de su amo que lo era el Capitán don Francisco de Estrada y se fue por ahí por las esquinas pidiendo a otros señores acaudalados que lo compraran para él servirlos en las fáciles tareas domésticas porque trabajar en el campo como lo tenía el Estrada no lo quería soportar más...

Entonces, dice, el señor cura don Gabriel González, deseoso de distraer al marido de aquella vida sedentaria que tenía, porque era mentira que lo hicieran trabajar duro, sino que lo que el negro quería era volver a vivir en la ciudad para irse detrás de las meretrices, pero, creyendo que lo iba a conseguir, esa alma generosa que es don Gabriel González, como ahorita iba a decir antes de la disgragación, con el ánimo "de reunirlo a nuestro matrimonio le dio el dinero a mi marido para que pagara la carta de libertad, no sin antes jurarle él al cura que le pagaría la deuda con su personal trabajo en mi compañía".

Y  apenas se vio con carta de libertad en sus manos José Casimiro Acosta se fugó "yendose (sic) sin saberse hasta esta fecha de su paradero", dice la testante. Y no sabe nada de él a pesar, dice, "de las vivas y certificadas diligencias que he hecho por saber su destino".

Por todo lo anteriormente dicho, ella considera que el ausente, su marido, no "debe ser considerado acreedor a parte alguna de los bienes que he adquirido" Y nombra a su hija Petrona "para que lo goze (sic) y herede con la Bendición de Dios y la mía", de todos sus bienes, menos de un tercio que quiere pase a ser propiedad de su "nietecita" Josefa Liberata del Tránsito. Y este gesto lo tiene, dice la testante, "a razón de remunerar a la niña por el mucho amor que le tengo"

Pero, porque los hombres son unos burros gastadores, es la última voluntad de Paula María de la Soledad de la Cruz, que su hija Petrona guarde el dinero de la nieta sin poder usarlo para nada y tampoco el marido de ella (de Petrona), puede tener la menor intervención en eso.

Firma el testamento como testigo el abogado don José Rafael Saco, quien era sobrino del notabilísimo José Antonio Saco.

NOTAS:
1. Los amos acostumbraban a alquilar los esclavos a otro que los requiriera. En ese caso el amo obtenía el dinero que por el trabajo le pagaban al esclavo, dejándole a este un mínimo por ciento.

30 de junio de 2010

Marilola X (Memorias)

(...)
Se corrió como una epidemia de palabras absurdas y estúpidamente elaboradas por mentes reducidas a lo doméstico y turbio, que yo estaba “loca” por haberle dado vida a la tierra donde vivía el hermoso algarrobo (...) loca por extasiarme con la contemplación de las nubes (...) loca por cargar agua para regar clavelones proletarios o simples yerbas sin nombre, (...) loca porque sentaba a mis hijos todos los atardeceres a despedir el sol tras el cañaveral (...) Eso era la verdadera vida para mí. Y así lo declaré a todos. Les dije (...) que todo merecía respeto, tanto la hierba como el árbol, el pájaro (...) porque todo tenía vida y la vida merecía respeto y culto. Unos contestaron con un silencio seco, sin una frase, otros se mostraron taciturnos, hostiles, sordos y mudos, pero yo me quedé. No escapé cobardemente. (...)

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Sola por un anchuroso sendero de la vida.


El negocio familiar fracasó. Enrique decide que la familia debe ir al campo y todos se van a un lugar lejano e inhóspito llamado Arroyo Blanco. Allí nacen los dos hijos pequeños. María Dolore sientese Robinsón Crusoe y llama el lugar donde viven “La jungla”. Solo la imaginación ayuda a la sobrevivencia y ella se lo comunica a sus pequeños. El padre está tan distante aunque está presente que los niños solo son hijos de ella y se guarecen en su mundo interior. La casa se convierte en zoológico: dos pericos, dos sinsontes, un conejo. Cada animal tiene su nombre y se convierte en compañero querido. La comunicación de los muchachos con la madre se hace más intensa. El algarrobo del patio se convierte en imprescindible amigo de la familia y a él le dan una parte de la escasa agua de que disponían.

(...) Se corrió como una epidemia de palabras absurdas y estúpidamente elaboradas por mentes reducidas a lo doméstico y turbio, que yo estaba “loca” por haberle dado vida a la tierra donde vivía el hermoso algarrobo (...)
Para leer fragmentos de las Memorias de la Autora hacer clic aquí

Pasean los cuatro uno de sus paseos cotidianos. Vuela una mariposa que ella dijo que era dorada y se desata el huracán. María Dolores duerme a los niños y escribe por primera vez lo que se había acumulado en su alma. Ese fue el tema de su primer texto publicado: el vuelo de una mariposa dorada.

Y desde entonces nada puede hacer la poeta por detenerse si fuera que quisiera detenerse: escribe lo que piensa tal como lo piensa y siente. Es un compromiso que asume consigo misma, con la tradición familiar, con la vida. Y envía los textos al periódico holguinero El Heraldo de Holguín que dirigía Julio Albanés.

Para que sus escritos llegaran al destino debía ir al correo más cercano, que estaba en Cuatro Caminos. Utiliza diferentes nombres para firmar lo que sabe que la atormentará a ella y a sus mayores: Lourdes, Desirré, Madame X... hasta que surge Marilola X. Sin embargo cuando al fin la poeta enseñe su verdadero rostro todavía seguirá firmando Marilola X y así hasta el final de su vida.

La prensa local no conoce a la desconocida pero la publica. Cuando viaja a la ciudad llama al periódico y pregunta en nombre de “una amiga de la escritora”. Siempre tenían encargos para la desconocida: paquetes que contenían tarjetas, cartas y algunos regalos. Dinero casi nunca.

Sus amigas comentaban lo publicado por la misteriosa Marilola X, ella confesaba no haber leído nada. Como de piedra el rostro y ella oyendo las conjeturas de los demás: Marilola X debía vivir en La Habana porque nadie sensato de estos contornos escribiría así. El misterio ayuda y las comadres murmuran hasta hacer un escándalo por la sinceridad de la poeta. Revistas y diarios de otras regiones la publican también. Y felizmente la inspiración no cesa. La poeta descubre el sentido de la belleza en lo que la rodea: la luz, una música lejana que hacen unos muy pobres haitianos inmigrantes. “La jungla” le aporta la materia prima que necesita.

Al periódico llegan mensajes para la escritora misteriosa pero nadie la descubre, ni siquiera su esposo, que también publicaba allí unos artículos firmados con los nombres “El Caballero del Río” o “Fabian Conde”. Hasta el cura del pueblo maldijo las obscenidades de aquella “perdida” poeta incógnita. Incluso algunos dijeron que solo un hombre era quien se podía esconder bajo aquel nombre provocador, o por lo menos solo un hombre era quien podía saber lo que era el deseo carnal y el amor.

Marilola se convierte en la más exitosa de las mujeres y mientras tanto María Dolores sigue en “La jungla”, incomprendida por su esposo y en medio de innumerables privaciones. Entonces comiénzale a María Dolores un celo irresistible por Marilola X hasta que toma la decisión que ella misma quería prohibirse. Viste a los niños con la mejor ropa y sale al camino rumbo a Holguín. Viene a la casa de su madre donde siempre tuvo cobijo, protección y amor. Tenía menos de 25 años y jamás volvió a casarse.

(...) Cuando el yugo de un matrimonio prematuro me hostigó, rompí con él, en una época en que una mujer joven, con tres hijos, con mente y cuerpo sanos afrontaba un serio conflicto con la sociedad. (...)
De las Memorias de Marilola X

Es entonces cuando dice a todos que ella es Marilola X y a la familia le avisa que será una divorciada que escribirá versos. Los hermanos y la madre le hacen ver que es mejor que se haga modista pero ella solo tiene fuerzas para ser poeta y para hacer de sus hijos hombres bien formados.

Cuando todavía no había publicado su primer volumen, Marilola ya era conocida en un ámbito que rebasaba los límites de la ciudad. A la ciudad llegan los epítetos con que sus lectores la individualizan: “culta escritora”, “amada de los poetas”, “juglareña romántica”, “alondra holguinera”. Mientras, ella, que sigue escribiendo, se dedica a realizar actividades que contribuían a estimular la vida literaria de la ciudad: coordina homenajes a artistas de la localidad y a visitantes, promueve la presencia en Holguín de importantes personalidades de la época, organiza veladas en el Café Venus, la Colonia Española, el Hotel Majestic.

Todavía es recordado el homenaje que en Holguín preparó Marilola al cronista del diario El País, Pablo Álvarez de Cañas, (posteriormente esposo  de la célebre Dulce María Loynaz) o las acogidas por ella preparadas a Alicia Alonso, y a las declamadoras Berta y Paulina Singerman.




Formada en un hogar de firmes valores patrióticos, la escritora no permanece indiferente al acontecer social del país, que cada vez se torna más sombrío bajo la tiranía de Machado. En sus memorias dice: “Heredé de mis padres la dignididad y el respeto a todo, pero más que nada la pasión por mi patria”. Por esa época puede vérsele vinculada a grupos opuestos a las injusticias que comúnmente se cometían. Los combatientes la llamaban “la novia de la Revolución”. Al verla llegar le daban el mejor asiento: “ella no trae armas, trae versos”, decían

Grandes de la cultura cubana, entre ellos el ilustrísimo Enrique José Varona, reconocieron su actitud de cubana digna. Larga fue la correspondencia que sostuvieron. Hablando de política y de actitudes, dísele Varona: "(...) mientras se encuentren sentimientos como los de Ud., hay esperanzas para Cuba”. “Me doy cuenta de lo que sufre su alma de cubana con los peligros que parecen cernirse sobre la patria”.

El 16 de agosto de 1931, junto a Marta García Ochoa, Marilola funda y dirige la revista Nosotras. Era una revista dedicada a la mujer, una de las primeras de su tipo en Cuba.

Y mientras intercambia correspondencia con altas voces femeninas de Latinoamérica, Gabriela Mistral y con Alfonsina Storni, a quien llama “hermana”. Varios poemas escribe Marilola por la muerte de la Storni y en ella quedan las huellas que aquellos contactos le dejan, no solo en lo literario, sino en la mirada  para ver la vida mucho más amplia que la que le permitía el ambiente provinciano en el que desarrolla su existencia. Es desde entonces el de Marilola X un marcado acento feminista que ella convierte en razón literaria. 

Hasta donde se ha podido conocer, cuando Marilola publica sus primeros textos (década de 1920) y hasta que da a la luz su primer libro (1934), el énfasis en la pasión amorosa expresada con sinceridad y alejada de los tabúes de la época, aún no habían aparecido los poemarios de las poetisas que se reconocerán como representativas de las letras cubanas de la época.

27 de junio de 2010

Fernando Cabrejas

Fernando Cabrejas
CD: "Cuando todo coincida"

Alta Marea
   (Descarga gratis)

Autorretrato
   (Descarga gratis)

Canción al desaliento
   (Descarga gratis)

Marcha de la vida esdrújula
   (Descarga gratis)


CD. Como una luna en pie
        (Grabado en vivo Centro Pablo de la Torriente Brau)

Mi fortuna (Fernando Cabrejas e Ivett Rodríguez)
   (Descarga gratis)

Lluvia (Guitarra: Fernando Cabrejas. Voz: Edelis Loyola)
   (Descarga gratis)

*autor de todas las canciones: Fernando Cabrejas

Apuntes para un autorretrato a cuatro manos de Fernando Cabrejas

Palabras de presentación del Concierto en el Centro Pablo de la Torriente Brau
Por: José Luis Serrano Serrano.

Yo soy puro accidente del destino,/ un peregrino, como el amor./ Me paso todo el tiempo revisando/ cada cuartilla del corazón.

Un trovador es una bestia metafísica. No podemos a ciencia cierta calificarlo ni como músico ni como poeta, aunque ambos misterios delimiten su inquietante y hasta peligrosa indumentaria.

Un tanto irreverente abrazo el mundo,/ a veces fundo, a veces no./ Parece que no encuentro nunca nada/ pero renazco en cada dolor.

El poeta asegura que los versos del trovador son piltrafa sin el acompañamiento de su guitarra. El músico reconoce a duras penas que algo habrá de armonioso en la tonadilla musitada por el trovador.

De pez a pescador sólo imagino/ un breve filo, punta de arpón./ Como todo mortal me contradigo/ pero exigiendo la salvación.

Poeta y músico están en lo cierto. Ambos añoran secretamente convertirse en bestias metafísicas. Fernando Cabreja es uno de esos contados monstruos capaces de conmover y exultar a un mismo tiempo. La extraordinaria desnudez con que Fernando arropa sus esperanzas y zozobras hace que sus canciones lleguen a la médula.

Canta desde tu ventana/ sueña al lado de tus hijos,/ cuando todo coincida, ay/ cuando lo malo coincida.

“Cantor de la familia” le llamó Silvio Rodríguez. Así lo dejó escrito el autor de Unicornio sobre aquella desvencijada guitarra con que Fernando, en el año 1989, cantaba:

“Lluvia, qué nube te parió esa madrugada/ que me encontraste sólo con mi amada/ tendido en una hoja/ como cama.”

Fernando Cabreja es, no quepa la menor duda, el autor de algunas de las mejores canciones de la Trova, así con inicial mayúscula. Raro privilegio para unos pocos elegidos que hemos tenido el venturoso albur de conocerle y escucharle.


Para descargar libro de poemas de José Luis Serrano hacer clic aquí
Para descargar canciones de Fernando Cabrejas hacer clic aquí

Fernando Cabrejas, "el cacique de la trova holguinera" en el Centro Pablo.

Por: María Fernanda Ferrer
Fotos: Alain Gutiérrez
(Tomado de La Jiribilla, síntesis)

Si a tu casa asoma su perfil la duda
Comienza a cantar canciones y tendrás fortuna
Para el mal humor
Toma este buen consejo
Respira profundo
Y mira el sol que es viejo
Escucha las tonadas de tu hija
Si la desesperanza te cobija
Olvida los rencores al momento
Que el amor puede mas que el desaliento
Y si te cae el peso de la soledad
Dale un paseo tranquilo a tu ciudad
Y si te cae el peso de la soledad
Dale un paseo tranquilo a tu ciudad.
 
Para descargar CANCION DEL DESALIENTO haga clic aquí

El último sábado del mes de abril (2007), el pasado 28, trajo para los que gustamos de la canción trovadoresca dos buenas noticias: la realización del concierto Como una luna en pie, del trovador holguinero Fernando Cabrejas.

Víctor Casaus, director del Centro Pablo, resaltó que este concierto A guitarra limpia constituye, también, una continuidad y una alegría en la medida en que trovadores de muchas de las regiones del país encuentren en este pequeño patio de la Calle Muralla en La Habana Vieja, “un lugar de expresión y de confrontación con su público”. Y recordó que estos conciertos A guitarra limpia se convierten, posteriormente, en discos que “sirven para promocionar la obra de los trovadores y las trovadoras cubanas de todas las tendencias y generaciones”, quienes encuentran en la institución “un espacio imprescindible de expresión, difusión y debate”.


En el caso de Cabreja —subrayó— era un compromiso y una deuda con este creador quien ganó el pasado año uno de los premios del Concurso Una canción para Pablo auspiciado por la institución para recordar el Aniversario 70 de la caída de Pablo de la Torriente en Majadahonda. “En aquel momento fue una alegría que su obra llegara desde los lejanos territorios holguineros a La Habana, hoy es una felicidad completa”, enfatizó.

Como una luna en pie fue, porque así se lo propuso Cabreja, un extenso recorrido por toda su obra, (contó con 22 temas) e incluyó canciones de corte intimista y otras concebidas para “mover criterios e ideas”, según dijo el trovador en un momento del concierto.

El recital se estructuró a partir de tres grandes bloques. El primero fue un “solo” de Cabreja que se inició con “Canción del desaliento”, “Autorretrato”, “Pequeña tonada”, “Volviste a mí”, “Extraño tu café”, “Turbonadas”, “Muchacha en la ciudad” y “Cuando todo coincida”.

Cabreja y Edelis Loyola

Siguió el segmento dedicado a los invitados, los que interpretaron temas el trovador holguinero como “Quemar las naves” (Pável Poveda y Tamara Castillo), “Mi fortuna” (Ivette Rodríguez), “Cuando un día no estés” (Kiko Figueredo y Edelis Rodríguez), “Remembranza”, “Lluvia” (Edelis Loyola y Fernando Cabreja, exclusivamente, en las cuerdas).

En el tercer bloque volvió Cabreja a asumir el mando y regaló “Marcha de la vida esdrújula”, “Retrato de un hombre distinto”, “A solas con el sol”, “Mira qué sencillo es todo”, “Alta marea”, “Soñar de nuevo” y “Como una luna en pie”.

Finalmente todos —y de conjunto— entonaron “Canción del desaliento”; una forma muy inusual de concluir un recital, es decir, volviendo a interpretar la misma canción con que se inició el concierto.

Esto se debió, según dijo alguien, a que “Cabreja es el cacique de la trova holguinera”, es decir, un creador que no solamente se limita a componer y cantar sino que dedica gran parte de su tiempo a desarrollar proyectos culturales —ya sea a través de peñas, evento teóricos o de La voz del Níquel, emisora que transmite desde Moa, en el oriente cubano.

Y eso, con justeza, hay que aplaudirlo: cacique no implica, solamente, ser líder sino ser capaz de crear un compromiso, en este caso, con la trova.

Si a tu casa asoma su perfil la duda
Comienza a cantar canciones y tendrás fortuna
Para el mal humor
Toma este buen consejo
Respira profundo
Y mira el sol que es viejo
Escucha las tonadas de tu hija
Si la desesperanza te cobija
Olvida los rencores al momento
Que el amor puede mas que el desaliento
Y si te cae el peso de la soledad
Dale un paseo tranquilo a tu ciudad
Y si te cae el peso de la soledad
Dale un paseo tranquilo a tu ciudad.

Para descargar gratis canciones de Fernando Cabrejas, hacer clic aquí
Para leer las palabras de presentación del concierto en el Centro Pablo, hacer clic aquí



Harmony

Harmony
(Leer más)

Título: Déjala que siga andando
Autor: Héctor Lavoe.
           (Descarga gratis)

Título: El Bodeguero.
Autor: Enrique Jorrín
           (Descarga gratis)

La armonía de Harmony

Por: Joaquín Fernández Moreno
Foto: William Rojas


Hacer música vocal es el empeño del quinteto vocal femenino Harmony, agrupación fundada en el año 2003, y que desde hace 24 meses mantienen en la Casa de Iberoamérica, en la provincia de Holguín, la peña denominada Isla de Mujeres.

Con un suave empaste de voces, alcanzado a fuerza de profesionalidad y entrega, el exquisito repertorio que las noches de los viernes ofrecen en la mencionada institución cultural, recorre realizaciones de diferente complejidad, desde la composición Amigas, hasta temas cubanos ya clásicos y solicitados en sus presentaciones, tales como Ésas no son cubanas, Mona Lisa, Los tamalitos de Olga, El Bodeguero, Déjala que siga andando y el Yerbero. En cada uno de ellos las vocalistas ofrecen al público una depurada muestra de virtuosismo.



INTEGRANTES DE HARMONY:
Dianisbel Cabello, directora.
Anabel Bandera, mezo-soprano.
Alicia Jardines, contralto primo.
Irina González, soprano.
Yamilka Garcell, contralto-bajo.

Para descargar música de Harmony hacer clic aquí.

Tomado de http://www.baibrama.cu/

Jackeline Vel CD "Mírame"



Interprete: Jackeline Vel
CD. "Mírame" (Biss Music, 2009)
        (Leer información)

Título: Hoy quiero hacer el amor pero no contigo.
Autor: Osmany Espinosa
           (Descarga)

Título: Quién dice no.
Autor: Marcos Alonso.
           (Descarga)

Título: Nada.
Autor: Bismarck Estupiñán.
          (Descarga)

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