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La aldea a la mano (Holguín, Cuba)

30 de mayo de 2016

Puerto de Gibara (COLONIA)



Recién abierto, en el puerto de Gibara se construyeron cuatro muelles, uno estatal y cuatro particulares, de estos últimos, uno propiedad del canario José Romero y Medina[1]. Ellos aportan la riqueza que fomentó a la Villa y por la que se incrementó la población. En 1858 residían en la capitanía pedánea de Gibara 6,707 habitantes, en 1862 ya eran  8,469.[2]

Este rápido desarrollo demográfico trajo consecuencia para la división política administrativa. En los primeros años del siglo XIX Gibara estaba bajo la jurisdicción  de la capitanía pedánea de Auras, que a su vez formaba parte de la jurisdicción de Holguín[3].  Pero el desarrollo del puerto cambió aquella estructura y en 1823 se creó la capitanía de Gibara. La de Auras se mantuvo hasta 1856, en que fue anexada a Gibara.

Así como quedó narrado fue como se formó aquella villa que desde las playas de la bahía trepa por una colina cercana, imprimiéndole un rojo oscuro al paisaje mediterráneo con sus casas de techos de tejas. Todavía hoy, al caminar por sus calles, se siente la brusca transportación a un  pasado que por las puertas abiertas de las casas deja escapar los recuerdos del predominio de una muy rica vida material.





[1] José Romero y Medina era natural de Teide, en Canarias. Pero no es él, el típico canario que llegó a Gibara en el siglo XIX y que se estableció en Candelaria. Todo parece indicar que este hombre ya poseía una sólida fortuna cuando se asienta en Gibara pues, además del muelle, era dueño de varias fincas, casas en las ciudades de Holguín y Gibara, comercios y almacenes. Se casó con Victoriana de Ávila, joven que pertenecía a una antigua familia de terratenientes holguineros. Ambos hicieron numerosas obras de caridad, pero estas fueron más cuando, viuda, doña Victoriana dedicó casi toda la fortuna a ellas. Desde entonces se le conoce como la Benefactora de Holguín y Gibara.


[2] Vega Aguilera, Kethy. “Análisis de los Censos de Población realizados en Gibara”. Inédito.


[3] La isla de Cuba formaba una capitanía general constituida por departamentos y estos por jurisdicciones. Las últimas se subdividían capitanías pedáneas y estas en cuartones.

PUERTO DE GIBARA DURANTE LA COLONIA (INMIGRACIÓN)



Como todo puerto, el de Gibara tenía un carácter cosmopolita.



Tanto en la ciudad como en sus alrededores se establecieron una gran cantidad de individuos de diferente procedencia. En 1858 del total de 5 273 vecinos blancos de la capitanía pedánea de Gibara, unos 887 habían  nacido en España, lo que representa el 16.8 por ciento. Mientras que otros 56 vecinos habían llegado desde países como Portugal, Inglaterra,  Francia, Alemania, Italia, Uruguay,  Venezuela,  Curazao, Puerto Rico, Santo Domingo, Providencia, Estados Unidos y otros.

26 de mayo de 2016

LAS RAZONES DE LA CANDELARIA EN CANDELARIA, GIBARA, HOLGUIN, CUBA.



Agotado de subir cerros y andar sobre caminos rocosos llega don Manuel a la casa de algunos de los vecinos que habitan un humilde bohío, a la vera del camino que desde Gibara lleva a Holguín atravesando la sierra de Gibara.  Es la hora del almuerzo y lo invitan a que espere que la mujer de la casa termine los cosidos. Mientras fuma uno de los tabacos por él mismo torcido, el propietario del sitio le va contando la singular historia de aquel contorno. El nombre del barrio le es muy cercano al canario, le rememora su virgen de Candelaria patrona de las islas de donde viene.


11 de mayo de 2016

LOS CANARIOS EN GIBARA Y SUS ALREDEDORES. APROPIACIÓN DE LA TIERRA



Aunque no es común que los censos y padrones hechos durante la colonia expresen el origen de los vecinos, es una excepción el de 1864 en el que dice que entonces en Candelaria vivían 126 canarios, de ellos 70 varones y 56 hembras de una población de  944 habitantes[1].



LOS CANARIOS QUE LLEGARON A CANDELARIA, GIBARA, SE ENCONTRARON CON UNA ZONA DE OCUPACION ANGLOSAJONA



A principios del siglo XIX en la zona llana próxima a Candelaria se produjo un importante poblamiento de origen anglosajón llegados, sobre todo, procedentes de las Bahamas y de los Estados Unidos.
Su importancia no radicó en el número, solamente eran cuatro familias inglesas: los Chapman, los Weathom y los estadounidenses Clark, Noris y los Driggs a quienes acompañaron la familia austriaca de los Eyssing de Seasure y las familias de italianos Calvi y Moro.

9 de mayo de 2016

LOS CANARIOS DE CANDELARIA, GIBARA, SE CASABAN ENTRE ELLOS



A diferencia de los demás españoles que llegaban a Cuba, los canarios casi nunca tenían parientes ricos ni a un funcionario colonial que los ayudaran. Para obtener alguna propiedad tan solo contaban con sus brazos para trabajar. Ahorrar a veces hasta la exageración era, generalmente, la única forma de hacerse de dinero. A lo que debe sumarse que ellos provenían de una región árida, pobre y olvidada por el imperio español. O eran frugales o nunca levantarían cabeza.

Igual, al llegar a Cuba, en lo espiritual se emparentaba con los peninsulares que era el grupo de control, pero la verdad es que ellos eran tan hijos del coloniaje como los mismos cubanos. Los españoles de Cuba colonial no los veían como sus iguales. En los libros de bautizos, matrimonios y defunciones, se les señala por su lugar de procedencia. Y  durante los primeros años del siglo XX en el Registro de Comerciantes e Industria de la ciudad de Holguín, por ejemplo, se aclaraba que eran canarios, mientras a los demás españoles se les señala, simplemente, como de España, sin especificar la región. (Desde 1910 está practica va desapareciendo).

6 de mayo de 2016

PLATANO Y MAIZ EN LA SIERRA DE CANDELARIA, GIBARA, HOLGUIN, CUBA



Los canarios que llegaban por el puerto de Gibara generalmente arrendaban o compraban tierras en la Sierrita cercana, sin embargo aquellas no son apropiadas para obtener productos en abundancia para el comercio; lo más que podían conseguir era la subsistencia diaria: quizás unos plátanos y otras viandas, maíz probablemente y a la crianza de unos pocos animales. Cuando la suerte los acompañaba vendían algo en el puerto cercano[1].

La villa de Gibara también les ofrecía trabajo en los muelles, los almacenes, las construcciones y en el mantenimiento del camino que unía a Gibara con Holguín. Pero estos últimos no eran como para dedicarse a ellos toda la vida, sobre todo porque generalmente eran ocupaciones circunstanciales. De ahí que la Sierrita de Gibara fuera un refugio más seguro y por eso se fue poblando de canarios.

EL MAIZ



El maíz, específicamente, era un producto esencial en la dieta canaria. Allá lo llevaron luego de la conquista de América y por influencia de la lengua portuguesa lo llamaron “millo”. Tan común era el maíz en canarias que sabemos de una familia que al venir trajo un molino para hacerlo harina.Este grano fue básico en la dieta de Candelaria y todavía hoy tiene gran importancia, tanto que es parte de mitología de la gente común: Las personas de edad avanzada para medir la experiencia en cualquier asunto, dicen que han comido mucha harina (de maíz), para que vengan a enseñarle tal cosa. Eso significa que haber comido mucha harina es sinónimo de haber vivido muchos años.

EL MOLINO O "MAQUINILLA"



El molino (o maquinilla) para granos no fue introducido en la región por los canarios, pero para ellos tenía una gran importancia, al punto que algunas al venir los traían de su lugar de procedencia. Y otros que no tuvieron dineros suficientes para comprarlos, los construyeron: eran esos, dos piedras redondeadas que se movían una sobre la otra.



Tan frecuente fue el uso que todas las ferreterías cubanas terminaron vendiéndolos, de ellos, fueron los de fabricación alemana los que alcanzaron mayor prestigio. Era ese un molino de  tamaño mediano que tenía una manivela, o manigueta, como también se le dice también en Cuba. Era de acero pero se podía graduar. En el siglo XIX  nada más lo tenían las familias mas  acomodadas. Se utilizaba tanto para moler la comida de los animales como la de las personas.


LOS POBRES USUREROS CANARIOS (EN GIBARA)



Aunque existen evidencias de que algunos canarios que vivían en las inmediaciones de Gibara (siglo XIX), poseían algunos recurso, esos eran los menos. Los otros, que eran más, eran los pobres. Ellos se establecieron en los cerros, y cuando lograban reunir recursos, aunque solamente fueran unas pocas monedas, lo utilizaban para adquirir tierras en la zona llana. Otros muchos, para conseguir el mismo fin,  pedían dinero prestado e hipotecaban la finca recién adquirida. Así el curioso encuentra en los protocolos notariales un canario compraba una finca y ese mismo día la hipotecaba. 

Veamos un caso específico: el canario Juan Ortega Hernández compró en 50 pesos oro a Juan Gualberto Martínez, tres cuartos de caballería en Los Altos, que era un barrio situado en la Sierra de Candelaria. (Lástima que las escrituras no especifican las dimensiones de la finca)[1]

Generalmente los linderos o límites de estas fincas que se vendían e hipotecaban eran bastantes peculiares, así, por ejemplo, en una transacción que hace el canario Rafael Hidalgo y Mariño con Felipe Munilla en el acta de venta para fijar los límites de la finca se especifica que aquel era:

“(…) el punto nombrado La Casimba, donde existe una mata de caña bambú y donde, además, está clavado un horcón de lechero cuyas señales son conocidas por José Rafael Hidalgo. Más adelante hay otro horcón, éste de madera de Cuyá que se halla en la cerca que existe a orilla del caserío de Las Bocas. Estas señales permanecerán fijas sin que  puedan ser removidas”[2].

LOS CAMINOS DEL ARADO: EL TABACO EN GIBARA



Era el tabaco uno de los cultivos que hacían los canarios asentados en el hinterland del puerto de Gibara. Precisamente había sido en la zona donde los europeos habían visto aquella planta por primera vez. El suceso debió ocurrir cuando el Almirante Cristóbal Colón, anclado en la bahía, mandó una avanzadilla de dos marinos al interior. Al regresar aquellos dijeron haber observado a varios humanos expulsando humos que tenían un olor desabrido[1]. Hoy el hecho es asunto que cuentan una y otra vez los guías de turismo, mientras que la historiografía encargada del tabaco concentra sus intereses en las ricas vegas de Vuelta Abajo, sin embargo, el tema del tabaco en el oriente de la Isla no es nada despreciable: En este territorio también se desarrollo su cultivo en cantidades respetables hasta el siglo XIX. Gibara fue ejemplo muy elocuente de la importancia del cultivo del tabaco aunque hoy a los historiadores se les haya olvidado. Las casas lujosas que hubo en la Villa, las murallas que se levantaron para protegerla de los independentistas cubanos, los muelles del puerto y la locería fina esparcida por en interior de las residencias de los burgueses locales, estaba sustentada en las muy endebles hojas de tabaco, riqueza mayor de la región.

El mercado de Europa del Norte fue elemento decisivo en la producción tabacalera gibareña, luego fue Alemania.

Los primeros que en el hinterland del puerto cultivaron la preciada hoja del tabaco fueron los vecinos con larga tradición de cultivo de tabaco que llegaron hasta Gibara atraídos por la inauguración del puerto, procedentes de diversas partes de la jurisdicción de Holguín.

Fue posteriormente que llegaron los inmigrantes canarios. Ellos no tenían tradición tabacalera, sin embargo muy pronto se relacionaron con la hoja y aprendieron los secretos de su cultivo, hasta el extremo de que muy pronto decir canarios en aquella zona era decir grandes cosecheros del producto.

Hoy no tenemos elementos suficientes para responder la pregunta qué llevó a los canarios a la vega, solo algunas pocas y no muy sólidas hipótesis, entre ellas, las sabidas condiciones del terreno de la zona de Candelaria y otras inmediatas, tan propicias para el cultivo, la cercanía del puerto y las facilidades del transporte. Por demás el tabaco era el producto que de una manera relativamente rápida les permitía obtener capital para pagar la tierra que, en ocasiones, obtenían por medio de préstamos.

Lo anterior debió colaborar para que el tabaco entrara en la psicología de aquellos inmigrantes que, no olvidarlo, llegaron de Islas muy visitadas por comerciantes o viajeros en tránsito a América que necesitan vituallas para el trayecto. Precisamente eso dicho ahora mismo había hecho del canario un emprendedor hombre del comercio. Entonces se entiende que el tabaco era la planta ideal para entrar en el comercio internacional desde su modesta posición.

Pero como todo cultivo comercial, el tabaco necesitaba un capital que sustentara los muchos y obligatorios gastos, cuando se piensa en sembrar grandes cantidades. Fueron los comerciantes establecidos en el puerto de Gibara quienes aportaron el dinero, entre ellos destacan un reducido grupo proveniente de Cataluña y las Baleares.

En los Protocolos Notariales de Gibara, que se inician en el año 1841, se comprueba que desde entonces los prestamos que se hacían se saldaban  en tabaco.

Un ejemplo  de este tipo de transacción se produjo el  4 de febrero de 1847. La cantidad prestada ascendió a 1 550.00 pesos a pagar en 155 quintales de tabaco. Igualmente en ese año se efectúan otras seis transacciones a saldar en tabaco; tres de los que reciben los préstamos son canarios, dos de eran vecinos de Candelaria.

En esas mismas escrituras, pero del año 1848, aparecen un total de ocho préstamos, de ellos cinco a pagar en efectivo y tres en tabaco. De los que debían saldarse en tabaco hay dos que son hechos por la Sociedad Comercial dirigida por el portugués José Leal.  Dos de estos dichos préstamos tienen como fecha de vencimiento el mismo año 1848 y el  tercero debió ser una cifra considerable que no se especifica en la escritura, valorada en 575 quintales de tabaco. Cuatro de los individuos que reciben en ese año son canarios, uno de ellos reside en Candelaria.

Diez años después la situación es muy diferente respecto a los préstamos y en especial a los que se debían pagar en tabaco. Es que para entonces la producción de la hoja había dado un salto significativo. Incluso, hasta la forma de redactar los documentos respecto a los debitos había variado. A diferencia de los años 1847 y 1848, ahora se ofrece mayor claridad y precisión en la información: siempre se expresa la cantidad prestada y lo que se espera obtener en tabaco y, también, se da más información sobre deudores y acreedores.

Quien revisa los documentos gibareños encuentra en esos años más de  mas de 50 transacciones, 28 de ellas debían ser saldadas con tabaco. Por demás 19 de los que reciben los créditos son canarios y de los que se comprometían a pagar la deuda con tabaco, 11 son canarios. (Para entonces eran los grandes prestamistas un grupo de catalanes, santanderinos y vascos). 

A la vez ha ocurrido que la vieja sociedad local, típicamente patriarcal, se va transformando lentamente. Un periodista escribió sobre la concluida década de los años sesenta en estos términos:

“Las familias de los campos, sencillas e inocentes, vivían felices en sus propiedades y abandonaban su campestre morada tres veces al año; por Semana Santa, por Santiago y por Pascua de Navidad: la ciudad ofrecía en esas épocas un aspecto de animación y vida que regocijaba.

“Pero mas tarde el tendero del cuartón, capitalista de doce pesos, comen­zó por llamar la música al cuartón, por llevar a la tienda botitos, vestidos costosos, sillones, manteletas, chals y demás adminículos que antes eran innecesarios en los campos. A las primeras funciones iban montadas las hijas de los hacendados en los sillones que guardaban enfundados para los viajes a la ciudad y las de los labriegos, hacían uso de enjalmas ó lomillos, que era la montura mas usual en el país.

“Repitióse la fiesta otro día y ya todas las muchachas montaban sillones que el tendero fiaba a los padres, a pagar con la cosecha; el listado fue reemplazado con la falsa muselina, los zapatos de dril cuyo :corte era de tres reales, fueron sustituidos con el botito de tres duros, el   pañuelo tan propio de la guajira era inconveniente al lado del chal y la manteleta, el collar de colores era inadmisible al lado de las cuentas azules  y coloradas de la industria francesa, y como el tendero esplotaba(sic) en  terreno virgen aconsejaba en nombre de la decencia semejantes gastos, se hacía la persona mas importante y entendida del Cuartón, fiaba á pagar con la cosecha, y como un esceso(sic) trae otros, mientras las muchachas  bailaban ó eran bailadas al aire libre ó bajo una enramada, los hombres hacían honor á Baco en la bodega (siendo este uno de los graves males de las tiendas de campo)[2] cuando no estaban recreándose mas ó menos  ocultos, con la baraja ó los dados.

“El caso es que llega el primer año de cosecha, y aunque esta bastase á  cada uno de los campesinos para satisfacer la deuda al tendero, se le entrega toda, pero siempre necesita cada cual un pico para este o el otro  asunto, conviene el tendero en anticipar la cantidad que será pagada en tabaco el año siguiente, solo que en vez de dos quintales le pone cuatro y  además el rédito consiguiente al dinero que anticipa[3].

“Si es sabido aquel refrán que dice: labrador empeñado, es hombre arruinado, ¿qué porvenir le aguardará al pobre labriego que embalsado  entre las manos del tendero le queda siempre la tienda abierta para que  el esclavo tenga donde ir a vender lo que roba, para que el hijo frecuente  lascuela de Baco y él mismo para que tenga donde gastar en sardinas, salchichones, galletas y otras baratijas que antes le eran innecesarias?

“Y todavía es nada eso; un campesino va al pueblo y en casa de su antiguo y formalote marchante, que siempre le pesaba bien, compra una arroba de sal, media de café, una cuarta de arroz y una libra de cebollas; llega a su casa arregla su romana de palo y ella le dice que el tendero del campo le cercena mucho de lo que compra pesado, pero vive distante y vale más el viaje que lo que quiere reclamar. Desiste de ello y, con repugnancia al principio y por hábito después, si el tendero engaña al labriego, este le engaña a su vez en la calidad, clase y hasta en la cantidad  de lo que le entrega.

“Por supuesto, a los tres o cuatro años la deuda del labrador es enorme pero el tendero no quiere el perjuicio del labrador, no le quita bueyes ni caballos, sino que se contenta conque le, hipoteque el sitio, porque como somos mortales, prevé la eventualidad de una desgracia mortuoria, y se asegura de ese modo. Por su parte el campesino agradece que no lo lleven á los tribunales y él mismo se pone el dogal al cuello”[4].
Antes de iniciarse la guerra de 1868 el comercio de tabaco era uno de los rubros más importante entre los varios que se desarrollaron en Gibara,  hasta muchos países lejanos llegaban las hojas de tabaco cosechadas en esta zona y eso sirvió para que muchos comerciante se enriquecieran. Muchos emigrantes amasaran fortunas que salieron de las vegas de otros emigrantes más pobres: los canarios.


CANDELARIA, CONSTRUCCIONES



Al llegar a Candelaria los canarios se encontraban con una zona donde no existía una población con casas que pudieran alquilar o comprar sino que generalmente había una casa (bohío) en cada finca, pero los canarios no siempre compraban fincas como tales sino fragmentos de fincas. Por lo tanto ellos canarios tuvieron que fabricar sus casas, que eran al rústico estilo de la que habían vivido los aborígenes.

Muy pronto aprendieron, y algunos quedaron en la memoria colectiva por la agilidad que alcanzaron en construir este tipo de vivienda. Una de las ventajas de los bohíos era el poco gasto que representaban; los materiales los regalaba la naturaleza cubana.

Se dice que llegaron a construir casas muy grandes en las que no utilizaron ni clavos ni alambre, solamente bejucos. En la zona crece un tipo de bejucos popularmente llamados “uví” y asimismo otros que son capaces de soportar grandes pesos y que son resistentes al deterioro que impone el tiempo, la humedad y el calor.

A las piezas de madera grandes le hacían moscas o ranuras para “embonar”, es decir que coincidieran con el horcón donde se insertaban.

Las construcciones de bohíos hicieron aparecer diferentes instrumentos de metal necesarios para aquella labor, entre ellos la aguja de cocer yagua. (Generalmente esta la fabricaba el herrero del barrio[1]. No se fabrica industrialmente). Es la aguja una pieza en forma de cuchillo sin filo en los bordes y con una punta afilada para perforar la yagua. En la parte posterior tiene un orificio u ojo, que es como se le conoce, por donde se pasa una fibra de yarey.


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