Por: Enrique Doimeadios
Don José Homobono Beola y Valenzuela fue un personaje al que se habrá de tener en cuenta cada vez que se narre la historia de la Villa Blanca durante el último cuarto del siglo XIX y los siete primeros lustros del siglo XX.
El 19 de Febrero de 1883 José Homobono Beola contrajo matrimonio eclesiástico en la parroquia de San Fulgencio con Doña Cecilia Tauler y Benítez, vecina de Gibara. Él aportó bienes al matrimonio por valor de 15 000 pesos; mientras que su cónyuge no hizo aporte alguno. Para esta época Beola era condueño de la casa comercial denominada Beola y Compañía.
Leer además: Restauran Museo de Arte colonial de Gibara. (Esta bella casona gibareña fue la vivienda principal de José H. Beola)
Hombre muy bien relacionado; trataba con casas comerciales de Alemania y de los Estados Unidos, además de realizar negocios con firmas españolas y miembro prominente del Casino Español de la Villa.
Fue en el local social de su negocio donde tuvo lugar la reunión preparatoria para el inicio de las gestiones de construcción del Ferrocarril de Gibara y Holguín, proyecto que fue Beola uno de los que soñó y que viabilizó después con su enorme sentido práctico para ejecutar empresas y, asimismo, Beola llegó a monopolizar el ferrocarril hasta tener en sus propiedades el 80,9% de las acciones. Y como si no fuera suficiente, Beola copó totalmente la Junta Directiva ferrocarriles hasta que esta quedó en manos de sus familiares.
Gibareño de pura cepa, en los distintos testamentos que dictó dejó aclarado que todos y cada uno de sus hijos nacieron en la Villa y fueron bautizados en la Iglesia de San Fulgencio de Gibara. A todos los envió a escuelas de Alemania y de los Estados Unidos.
Preocupado siempre por el brillo social de la Villa, es posible seguir su trayectoria a través de las actividades del Casino Español y sus esfuerzos para lograr que Gibara contara con un teatro digno de una pequeña ciudad. Por otra parte en la hermosisima casa particular de Beola se hicieron las reuniones que hicieron época en la sociedad gibareña de aquel tiempo, (sociedad de corte hispano, con rasgos de cosmopolitismo gracias a su entonces favorecido puerto). Beola llegó a ser nombrado cónsul de los Estados Unidos en Gibara. Por tal motivo cuando en 1898 Estados Unidos interviene en la Guerra por la independencia de Cuba y declara la guerra a España, Beola se vio en una situación embarazosa, pues era él, también, uno de los jefes del cuerpo de voluntarios de la Villa.
Su primera reacción fue ponerse al lado de España, y cuando pasa una tropa de voluntarios marchando frente al edificio del consulado, arrió la bandera norteamericana y la lanzó al suelo para que los voluntarios la pisotearan. Unos pocos años después, cuando ya Gibara había sido ocupada por las tropas y estando el buque de guerra norteamericano Nashville anclado en la bahía, Beola volvió a izar la misma bandera norteamericana en el consulado. El comandante Maynard, capitán del buque, enterado de lo ocurrido le ordenó que arriara inmediatamente la bandera referida y Beola lo hizo, pero tan pronto el Nashville abandonó las aguas de la bahía Beola izó la bandera una vez más y siguió desempeñándose como cónsul de los Estados Unidos.
Asimismo Beola supo aprovechar al máximo las oportunidades que brindaba la guerra por la independencia de Cuba en un lugar como Gibara, y más para lo que en verdad era él, un capitalista emprendedor: Gracias a una serie de préstamos hipotecarios que concedió sobre propiedades inmuebles logró convertirse en el dueño de las mejores fincas del territorio, tanto que tras complicados manejos obtuvo el ingenio "La Victoria" de los herederos de Atanasio Calderón y los ingenios "Santa María" y "El Vapor" de la Sucesión Chapman.
Tan pronto se restableció la paz Beola también aprovechó al máximo las posibilidades que la nueva calma le brindaba. Otra vez estuvo en la lista de vecinos importantes, tanto que fue un telegrama suyo desde los Estados Unidos el que confirmó al alcalde de Gibara la llegada al país por ese puerto del primer presidente de la República recién electo, don Tomás Estrada Palma. (este suceso ocurrió en abril de 1902). Y como mismo Estrada Palma, otros presidentes y muchas personalidades influyentes fueron sus huéspedes en la Villa durante la republica.
Los protocolos de la notaría pública de Gibara durante el primer lustro del siglo XX están llenos de compras hechas por él de los derechos de pensión de los veteranos de la independencia. Este turbio negocio le permitió sin duda alguna aumentar considerablemente su capital
Amigo de los dueños del Ingenio Santa Lucía, Beola fue durante muchos años su representante en Gibara. También estrechamente relacionado con la familia Dumois, adquirió junto a ellos propiedades territoriales en Banes e hizo inversiones en el central Tacajó. Sus relaciones con la empresa norteamericana United Fruit Company también le resultaron provechosas para el aumento de su fortuna personal.
Por otra parte adquirió muchas acciones en la hacienda comunera de San Felipe de Uñas, de ahí su interés en el deslinde de la misma, pero esta operación que no llegó a ejecutarse entonces por la férrea y valiente oposición de los campesinos que vivían en el lugar.
En la década de los años treinta del siglo XX Beola vivía prácticamente casi todo el tiempo en La Habana, lugar donde le alcanzó la muerte el 3 de diciembre de 1934, en su casa de la calle San Lázaro entre Genios y Cárcel. Sus restos descansan hoy lejos de la villa en la que hizo su fortuna; lejos del terruño que a pesar de todo, siempre amó.
No queda dudas que fue Beola un hombre extremadamente pragmático y afortunado en los negocios, sin embargo no tuvo igual suerte en la vida familiar: Seis de sus nueve hijos fallecieron antes que él y sus hijos varones no dejaron descendencia que le permitiera la continuidad del apellido.
En el enlace se puede oír al historiador de Gibara Enrique Doimeadios narrando la historia de don Pepe Beola
Don José Homobono Beola y Valenzuela fue un personaje al que se habrá de tener en cuenta cada vez que se narre la historia de la Villa Blanca durante el último cuarto del siglo XIX y los siete primeros lustros del siglo XX.
Nacido en Gibara, según su propia confesión
el 13 de noviembre de 1850; fue bautizado
en la Iglesia Parroquial de San Fulgencio de esta villa. Era hijo natural de Don José Ignacio de Beola y Ustoa, nacido en Coro, Venezuela, de padres españoles establecidos en aquel lugar. Y de la gibareña Doña Cecilia Valenzuela de Banegas y Díaz. (Esta mujer nunca supo quiénes fueron sus padres; recién nacida dejaron la niña en el portón de entrada de la casa de la familia Valenzuela en Gibara. Estas personas la acogieron, criaron y dieron apellido pero consignando siempre
que había sido una niña expósita).
Pocos meses después del nacimiento de José
Homobono sus padres contrajeron formal matrimonio eclesiástico y legitimaron al hijo que ya tenían.
El padre de Beola se dedicó durante mucho tiempo al comercio, y al morir de cistitis catarral crónica cuando había cumplido 60 años de su edad, el 16 de febrero
de 1876, sólo dejó como bienes una casa gravada
en hipoteca que fue valorada en 6000 pesos. De acuerdo con sus
hermanos Don José Homobono se encargo
de redimir la hipoteca y conservar la casa familiar.
El 19 de Febrero de 1883 José Homobono Beola contrajo matrimonio eclesiástico en la parroquia de San Fulgencio con Doña Cecilia Tauler y Benítez, vecina de Gibara. Él aportó bienes al matrimonio por valor de 15 000 pesos; mientras que su cónyuge no hizo aporte alguno. Para esta época Beola era condueño de la casa comercial denominada Beola y Compañía.
Leer además: Restauran Museo de Arte colonial de Gibara. (Esta bella casona gibareña fue la vivienda principal de José H. Beola)
Hombre muy bien relacionado; trataba con casas comerciales de Alemania y de los Estados Unidos, además de realizar negocios con firmas españolas y miembro prominente del Casino Español de la Villa.
Fue en el local social de su negocio donde tuvo lugar la reunión preparatoria para el inicio de las gestiones de construcción del Ferrocarril de Gibara y Holguín, proyecto que fue Beola uno de los que soñó y que viabilizó después con su enorme sentido práctico para ejecutar empresas y, asimismo, Beola llegó a monopolizar el ferrocarril hasta tener en sus propiedades el 80,9% de las acciones. Y como si no fuera suficiente, Beola copó totalmente la Junta Directiva ferrocarriles hasta que esta quedó en manos de sus familiares.
Locomotora de Vapor del ferrocarril de Gibara y Holguín |
Gibareño de pura cepa, en los distintos testamentos que dictó dejó aclarado que todos y cada uno de sus hijos nacieron en la Villa y fueron bautizados en la Iglesia de San Fulgencio de Gibara. A todos los envió a escuelas de Alemania y de los Estados Unidos.
Preocupado siempre por el brillo social de la Villa, es posible seguir su trayectoria a través de las actividades del Casino Español y sus esfuerzos para lograr que Gibara contara con un teatro digno de una pequeña ciudad. Por otra parte en la hermosisima casa particular de Beola se hicieron las reuniones que hicieron época en la sociedad gibareña de aquel tiempo, (sociedad de corte hispano, con rasgos de cosmopolitismo gracias a su entonces favorecido puerto). Beola llegó a ser nombrado cónsul de los Estados Unidos en Gibara. Por tal motivo cuando en 1898 Estados Unidos interviene en la Guerra por la independencia de Cuba y declara la guerra a España, Beola se vio en una situación embarazosa, pues era él, también, uno de los jefes del cuerpo de voluntarios de la Villa.
Su primera reacción fue ponerse al lado de España, y cuando pasa una tropa de voluntarios marchando frente al edificio del consulado, arrió la bandera norteamericana y la lanzó al suelo para que los voluntarios la pisotearan. Unos pocos años después, cuando ya Gibara había sido ocupada por las tropas y estando el buque de guerra norteamericano Nashville anclado en la bahía, Beola volvió a izar la misma bandera norteamericana en el consulado. El comandante Maynard, capitán del buque, enterado de lo ocurrido le ordenó que arriara inmediatamente la bandera referida y Beola lo hizo, pero tan pronto el Nashville abandonó las aguas de la bahía Beola izó la bandera una vez más y siguió desempeñándose como cónsul de los Estados Unidos.
Asimismo Beola supo aprovechar al máximo las oportunidades que brindaba la guerra por la independencia de Cuba en un lugar como Gibara, y más para lo que en verdad era él, un capitalista emprendedor: Gracias a una serie de préstamos hipotecarios que concedió sobre propiedades inmuebles logró convertirse en el dueño de las mejores fincas del territorio, tanto que tras complicados manejos obtuvo el ingenio "La Victoria" de los herederos de Atanasio Calderón y los ingenios "Santa María" y "El Vapor" de la Sucesión Chapman.
Leer además: La casona señorial del ingenio Santa María, fantasma del siglo XIX que toma el sol a la entrada de Gibara
Tan pronto se restableció la paz Beola también aprovechó al máximo las posibilidades que la nueva calma le brindaba. Otra vez estuvo en la lista de vecinos importantes, tanto que fue un telegrama suyo desde los Estados Unidos el que confirmó al alcalde de Gibara la llegada al país por ese puerto del primer presidente de la República recién electo, don Tomás Estrada Palma. (este suceso ocurrió en abril de 1902). Y como mismo Estrada Palma, otros presidentes y muchas personalidades influyentes fueron sus huéspedes en la Villa durante la republica.
Los protocolos de la notaría pública de Gibara durante el primer lustro del siglo XX están llenos de compras hechas por él de los derechos de pensión de los veteranos de la independencia. Este turbio negocio le permitió sin duda alguna aumentar considerablemente su capital
Amigo de los dueños del Ingenio Santa Lucía, Beola fue durante muchos años su representante en Gibara. También estrechamente relacionado con la familia Dumois, adquirió junto a ellos propiedades territoriales en Banes e hizo inversiones en el central Tacajó. Sus relaciones con la empresa norteamericana United Fruit Company también le resultaron provechosas para el aumento de su fortuna personal.
Por otra parte adquirió muchas acciones en la hacienda comunera de San Felipe de Uñas, de ahí su interés en el deslinde de la misma, pero esta operación que no llegó a ejecutarse entonces por la férrea y valiente oposición de los campesinos que vivían en el lugar.
En la década de los años treinta del siglo XX Beola vivía prácticamente casi todo el tiempo en La Habana, lugar donde le alcanzó la muerte el 3 de diciembre de 1934, en su casa de la calle San Lázaro entre Genios y Cárcel. Sus restos descansan hoy lejos de la villa en la que hizo su fortuna; lejos del terruño que a pesar de todo, siempre amó.
No queda dudas que fue Beola un hombre extremadamente pragmático y afortunado en los negocios, sin embargo no tuvo igual suerte en la vida familiar: Seis de sus nueve hijos fallecieron antes que él y sus hijos varones no dejaron descendencia que le permitiera la continuidad del apellido.
FUENTES:
ARCHIVO DEL MUSEO MUNICIPAL DE GIBARA:
Protocolos de la Notaría Pública de la
Villa.
Libros de Actas del Casino Español.
ARCHIVO PROVINCIALDEHOLGUIN
Libro de Registro de Ferrocarriles.
ARCHIVO DE LA IGLESIA DE SAN FULGENCIO
DE GIBARA:
Libros de Bautismos.
Libros de Matrimonios.
LEMUS NICOLAU, ANTONIO: "Crónicas Gibareñas:
El Teatro Colonial"
LEYVA AGUILERA, HERMINIO; "Gibara y
su Jurisdicción"