Por: Evelyn Hernández Cobas.
Nacida el 9 de diciembre de 1819, el 19 de diciembre de 1819 fue bautizada
en la Parroquial Mayor de San Isidro de Holguín, María de la Concepción Lucía, hija legítima del holguinero don Miguel José Íñiguez León y la dominicana doña María Mercedes Landín Moreno.
Lucía
Íñiguez Landín,
nombre muy conocido en la historia de Cuba, fue la
primogénita de un matrimonio de comerciantes. Hasta hace muy poco se desconocía la existencia de un hermano llamado
José Martín, nacido en 1821, y
sin otra información al
respecto[1].
La descripción física
de Lucía, que nos llegó de los documentos de su época, es como sigue: piel blanca, pelo
castaño al igual que sus cejas, ojos de color verde, nariz de tamaño regular,
boca preferiblemente grande, de labios finos, frente de espacio regular al
igual que su estatura[2].
La notable mujer desarrolló
su niñez, adolescencia y juventud en un medio marcadamente influenciado por la
actividad comercial: negocios de tabaco,compra-venta de esclavos y de
inmuebles, esto es colgadizos, solares, tejares, haciendas, etc., y eso la
influyó de manera decisiva y formó su personalidad y
temperamento.
En San
Isidoro de Holguín durante la
década de 1830 las familias García
González e Íñiguez
Landín, se
distinguían por la actividad económica que desarrollaban y la posición social que habían alcanzado.
Los mayores de esas dichas familias decidieron en 1835
fusionar sus apellidos a
través del matrimonio de Lucía
y Ramón, ella con apenas 16
años y él con 23. Concertada
la unión se celebraron los
esponsales en la Parroquia de San Isidoro
de Holguín, el día 2 de Mayo del dicho año[3].
Yo, el Presbítero D. Manuel
Calderín, Cura de esta Iglesia Mayor, habiéndosele dispensado las tres
proclamas dispuestas por el Santo Concilio General de Trento por su Excia.
Ilma. y constándome el consentimiento de las partes y allanadas las licencias
necesarias, confesados y comulgados, en presencia de testigos que fueron D.
Francisco Arias y D. José Sánchez, casé y velé in facie recae a Ramón, hijo
legítimo de Calixto García, natural de Soria en Castilla la Vieja y de Dñ.
María de los Ángeles González, natural de Valencia [Venezuela]; con Lucía
Iñiguez Landín de ésta naturaleza, sirvió como padrino el Sr. Teniente
Gobernador D. Francisco Urribarri y Dñ. Engracia Rosario Ceneva.
Y para que conste lo firmo.
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MAYOR GENERAL Y LUGARTENIENTE GENERAL DEL EJERCITO LIBERTADOR CUBANO Calixto García Íñiguez, hijo de doña Lucía y don Ramón
Para leer la biografía detallada de Calixto García, haga clic aquí
Ramón García González
(Padre
del Mayor General Calixto García Iñiguez)
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Nacimiento
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Fecha
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Lugar
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1812
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Venezuela
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Matrimonio
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Lucía Iñiguez Landín
2 de Mayo de 1835
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Holguín, Cuba
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Muerte
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4 de Septiembre de 1884
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Holguín, Cuba
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Lucía Iñiguez Landín
(Madre
del Mayor General Calixto García Iñiguez)
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Nacimiento
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Fecha
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Lugar
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9 de diciembre de 1819
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Holguín
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Matrimonio
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Ramón García
2 de Mayo de 1835
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Holguín, Cuba
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Muerte
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7 de mayo de 1906
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Holguín, Cuba
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El obsequio de bodas que les hizo el padre de ella fue
una casa ubicada en la calle
Santiago esquina a la del Rosario, actualmente Morales Lemus y Frexes[4].
Hasta el
presente no se ha esclarecido la
razón por lo que doña Lucía solamente aportó al matrimonio sus ropas de uso y
ninguna otra dote, a pesar de que sus padres tenían muchos bienes. Ramón García
por su parte aportó 3 500.00 pesos en efectivo. ¿Fue intencional la actitud de ella y de
sus padres?, ¿sería que el matrimonio se concertó con separación de bienes?,
pero es que eso no era usual en aquellos momentos.
Lo que sí era usual en la época es la concertación de
matrimonios, como mismo un “buen negocio”, sin que los “contrayentes” se amaran
y a veces sin que entre ellos mediara sentimiento ninguno. Y no es que La Aldea esté levantando una calumnia
histórica, nada más alejado de nuestro deseo, pero, por el derecho a especular
que tenemos y ante los acontecimientos reales que ocurrieron que podemos y
vamos a demostrar, la unión de doña Lucía y don Ramón no tuvo los serenos paradigmas
de una unión amorosa y mucho menos feliz. El de ellos fue un típico matrimonio
concertado, pero con una gran diferencia: ella no siguió los patrones de
sumisión al marido que aconsejaban los convencionalismos de su época y el
resultado es que en pleno
siglo XIX Lucía se comportó tremendamente temperamental. Así acató y antes, quizásfue
ella quien propuso la separación marital, enfrentando o
capitaneando su propia vida y la de su prole con una perspicacia y una destreza
poco común en los asuntos mercantiles y financieros. Incluso en uno de sus
testamentos reafirmó que era una mujer separada de su marido “por motivos que
me reservo”, dijo[5].
En fin... Narremos los acontecimientos.
Nada más llevaban dieciséis meses de casados, ya les había
nacido la primera hija, Concepción (1837-1900), y entonces ocurre la primera
separación de Lucía y Ramón, esa por un periodo aproximado de diez meses. Él fue
con su padre a La Habana donde don
Calixto García de Luna Izquierdo cumplió una condena de privación de
libertad por asuntos políticos. ¿Fue ese el punto de partida de la futura
inestabilidad matrimonial de la pareja?
Después le vinieron otros hijos, unos llevándose muy poco
tiempo, otros después de larguísimos años: Leonor (1842-1941), Rosario
(1845-1938), Mercedes (¿?- 1892), Calixto Ramón (1839 - 1898), Nicolás
(1855-1871), (Es curioso que entre Calixto y Nicolás hayan dieciséis años, por
cierto Nicolás era “idiota”, según dijo Juan Cassasús, biógrafo del general
Calixto García) y finalmente nacieron Miguel y Juan. El último vino al mundo
tan delicado de salud que lo bautizaron dos días después del nacimiento. Todo
parece indicar que tanto Miguel como Juan no sobrevivieron por largo tiempo[6].
Proveniente doña Lucía de una familia dedicada al comercio, ella
se vinculó estrechamente a esa actividad. En el año de 1836 asu padre, don Miguel
Íñiguez, le propusieron ir a la Villa de Jiguaní, Oriente, Cuba, a ejercer como
Escribano Público; y él aceptó viendo en aquella la oportunidad de incrementar sus
propiedades y asimismo otros diversos negocios. Y con el padre fue la hija
recién casada y su esposo.
En el nuevo lugar de residencia don Ramón y doña Lucía instalaron
un comercio situado frente a la plaza principal con frente al norte, y al fondo
patio y traspatio. Lindaba la propiedad por el sur con la casa de don Jaime
Maine y don Leandro Llambí, por el costado del este con la casa de vivienda de
la sucesión de don Joaquín Terrón y por el oeste con la casa también de
vivienda de don Joaquín Ramos[7]. Todo lo anterior permite
asegurar que la posición de los recién llegados era ideal para el tipo de
negocio que se proponían.
El joven matrimonio se movía indistintamente entre la villa
de Jiguaní y la ciudad de Holguín porque en ambos lugares tenían propiedades
que atender y negocios que concertar.
La suerte les sonreía, pero en documento de Lucía ella
asegura que estaban separados desde 1842[8], desconociéndose las
causas. No obstante hubo breves periodos de reconciliación entre ellos; en ese
mismo año les nació su hija Leonor, en 1845 vino Rosario y dieciséis años
después, Nicolás. Y todavía después les llegaron dos hijos más.
En Junio de 1847 en Jiguaní falleció el padre de Lucía, dejando
sin testar un capital ascendente a 21187.00 y otras muchas propiedades.
Entonces comenzó un período de discordias entre doña Lucía y su madre doña
María Mercedes por la herencia que se debía repartir entre hija y madre. La
hija consideraba que la compartimentación no era justa y por ello hizo varias
demandas y reclamaciones notariales que no terminó hasta siete años después (1854).
En una fecha sin precisar, que debe estar entre 1855 y 1856,
murió la madre de Lucía quedando ella como única y universal heredera del padre
y de la madre; e incluso, heredó los bienes que su madre había heredado de la
suya, doña Gertrudis Moreno.
Entonces, y sin importar que tenía tres hijos pequeños, se
le veía a Lucía junto a una esclava, viajando constantemente entre Jiguaní y
Holguín, seguramente que a resolver asuntos de negocios donde su comparecencia
era necesaria[9].
Sin importar lo tanto que la ocupaban las labores
comerciales, ella aceptaba cada vez que la llamaban para que bautizara uno u
otro recién nacido. Ejemplo de lo dicho es que el 21 de febrero de 1861, junto
a Santiago Dellundé, bautizó al pardo, (mulato), Manuel de Jesús Candelario
Avilés y Lozano. Este ahijado de Lucía, al correr de los años fundó la célebre
y hoy centenaria Orquesta Hermanos Avilés y asimismo, fue quien cumplió el último
deseo de la doña[10].
A lo largo de todos estos años anteriores a 1868, doña
Lucía compró y vendió varias propiedades rústicas y urbanas.
Por ejemplo, el 30 de julio de 1866 le dio poder a su
hijo Calixto García para que vendiera el sitio Sao del Maíz y cinco caballerías
de tierras, en la jurisdicción de Jiguaní; que lindaba por el norte con la
sabana de San Antonio, por el sur con un pequeño sitio y potrero de Vicente
Reyes y al oeste con el potrero de la sucesión de don Santiago Dellundé[11].
Y en 8 de enero de 1867 volvió a dar Poder Legal a su
hijo Calixto para que a nombre de ella le reclamara a don Ramón García, el
esposo del que Lucía estaba separada (aunque no divorciada legalmente), los
bienes que eran de su propiedad, dándole potestad al hijo, además, para que en
caso de que algunos de esos, sus bienes, estuvieran embargados por cobranza de
alguna deuda, estableciera pleitos si era necesario y que no desmayara hasta la
devolución de los mismos[12].
Con recio y firme carácter doña Lucía mantuvo
"mano dura" en el manejo de los negocios. En ese mismo año, (1867), otorgó
poder a don Andrés Casino Mora para que administrara y dirigiera sus bienes en
la jurisdicción de Holguín, con autorización para que "(...) despojen a los inquilinos y colonos cuando lo crea
conveniente a sus intereses. También para que cobre cuantas cantidades
correspondan a la compareciente ya sea en metálico, frutos u otros efectos de
la deuda pública (...)[13]"
De manera violenta, las actividades comerciales de doña
Lucía se vieron interrumpidas por el inicio de la Guerra de Independencia. Su
hijo Calixto se incorporó al campo insurrecto y la madre con todos los otros de
la familia, incluyendo a don Ramón García, se fueron a la manigua abandonando
las comodidades hogareñas y sus propiedades. Pero desde antes del estallido y
por la astucia de ella, muchas de sus propiedades y bienes fueron puestos a
nombre de otras personas, intuyendo quizás que el Gobierno de España enCuba se
las embargaría, de esa forma puso a salvo gran parte de su patrimonio.
E incluso, existen documentos que prueban que desde
febrero hasta abril de 1870, estando en medio de la manigua rebelde doña Lucía
firmó vales para pagar carne y huevos. No hay constancia de a quienes destinaba
esos productos ni a qué lugar los enviaban, pero se cree que eran para el
consumo de ella y su familia. De abril en lo adelante cesaron las compras, y
ello se debió, seguramente, a que los civiles en la manigua, entre ellos Lucía
y su familia, estaban sometidos a una implacable persecución de las tropas
españolas, y tanto así que en agosto de ese año todos los García Iñiguez, con
la excepción de Calixto, fueron hechos prisioneros y deportados a La Habana. Es
necesario conocer que junto a ellos iban la esposa de Calixto, Isabel Vélez
Cabrera, la madre de ella, Ana Cabrera y las hermanas de Isabel, Caridad y
Candelaria.
Una vez en La Habana, los prisioneros fueron encerrados
en una Casa de Recogidas, obligándolos a convivir con meretrices y ladrones, y a
dormir en camastros sucios o en el piso, mal alimentados y sin ningún tipo de
higiene.
Gracias a las relaciones de doña Lucía con esposas de
altos oficiales españoles, logró obtener la libertad condicional y también la
de sus familiares. Se instalaron en la casa habanera de doña Lorenza del
Mármol, esposa de un hermano de don Ramón, José Agustín García.
Sin embargo la hospitalidad de la concuña de Lucía,
eran once personas en total, incluyendo niños pequeños. Entonces la doña escribió
al Gobernador español pidiéndole que la autorizara a alquilar una casa para
ella y los suyos. Autorizada, se conoce que los García Iñiguez y los Vélez
Cabrera se establecieron en la calle Moreno No. 23 del barrio de Guanabacoa.
En el septiembre 5 del año 1874 Calixto García intentó
suicidarse antes que caer en poder del enemigo. Gravemente herido el ya General
independentista cubano fue trasladado por los españoles en condición de
prisionero de guerra a Manzanillo, donde le practicaron las primeras curas,
luego fue enviado al Hospital Militar de Santiago de Cuba "Príncipe
Alfonso". Al enterarse, doña Lucía comenzó gestiones. El 12 de ese mes envió
un telegrama al Ministro de Ultramar pidiéndole indulto para su hijo y acto
seguido marchó a Santiago de Cuba, presentándose ante el Brigadier Comandante
de la Plaza, al que le solicitó permiso para visitar al hijo. Concedida la
solicitud de la madre, doña Lucía acompañó al herido durante el tiempo que
estuvo en Santiago y luego en La Habana, hasta que se produjo su deportación a
España.
Ido el hijo a España, doña Lucía continuó haciendo
gestiones para obtener documentos y dinero, dispuesta a ir detrás.
El 12 de mayo obtuvo pasaporte con permiso del Gobierno
General de la Isla de Cuba y por término de un mes a partir del cual, de no
viajar, se le vencería y a la vez estaba obligada a pagar una multa de 20
escudos. Lucía, con el reloj en su contra, continuó gestionándose el dinero
necesario y el día 14 se embarcó, llegando al puerto de Santander, desde donde
emprendió viaje hacia Madrid.
Allí entró en contacto con cubanos residentes y ayudó
al hijo prisionero en lo que sus posibilidades le permitieron. Mientras Calixto
concibió un plan de fuga que fue descubierto. Lo trasladaron a una cárcel en
Pamplona y hasta allá le siguió Lucía desafiando las inclemencias del clima y
las condicione adversas que se le presentaron. Su único objeto era tratar de
llevarle algún alimento y ver al hijo de vez en vez.
En mayo de 1876 regresó la madre a Madrid, a solicitar mejores
condiciones carcelarias para su hijo. Nada le importaba a ella los sufrimientos
y maltratos que sufría en carne propia. "Estoy
hecha un mar de dolores, hasta sabañones en los pies me han salido..."[14],y se refería a la inflamación con
ulceración de la piel que aparece asociado con prurito, causada
fundamentalmente por el exceso de frío.
Trasladado Calixto a la cárcel de Alicante, Lucía se
vio en la necesidad de acudir hasta el Secretario Particular de la Princesa de
Asturias para interceder por él. Pero muy poco, casi nada fue lo que pudo conseguir.
En febrero de 1878 en Cuba se firma el Pacto del
Zanjón, que puso fin a la guerra. Entre los acuerdos tomados estaba que los
prisioneros cubanos confinados durante la contienda fueran puestos en libertad.
El 8 de junio Calixto fue liberado. De inmediato el hijo hizo gestiones y logró
embarcar a doña Lucía hacia Cuba.
Todo parece indicar que a su regreso de España, doña Lucía se estableció en La Habana. A La
Habana le envió el hijo un telegrama en agosto de 1880 informándole que estaba
nuevamente preso de los españoles en Bayamo, después de deponer las armas
durante la guerra chiquita.
En 1882 Lucía había vuelto al Oriente de la isla de
Cuba. En esa fecha y a través de su apoderado, don José Joaquín Castellanos,
solicitó el amillaramiento de sus propiedades en Bayamo[15].En
la misma fecha solicitó que el Ayuntamiento de Jiguaní le entregara constancia
de sus propiedades en esa villa, enviando ella la siguiente relación:
- Hacienda de crianza Santa Gertrudis del Pozo Viejo, con una extensión de 100 caballerías y un valor de 3000 pesos oro , situada en el partido de Santa Rita, Cuartón del Pozo con frente al Cañadón y camino de Holguín; que linda al norte con terrenos de la hacienda Lindero y el pequeño sitio de José Benítez, al sur con la que fue tenería de don Juan Rabazas y al este con la otra hacienda de Pozo Viejo y terrenos o cortes de madera de Victoriano Fuentes que paso a Santos Mora y al oeste con la hacienda Lindero[16].
- Hacienda de crianza Sao Salado, con 60 caballerías con un valor de 1000 pesos oro[17].
- Hacienda de crianza "El Lindero" con una extensión de 80 caballerías, cuyo valor era de 1000 pesos[18].
- Potrero Santa Lucía, con una extensión de 10 caballerías y un valor de 600 pesos[19].
- Casa de mampostería en la villa de Jiguaní con un valor de 1500 pesos[20].
- Casa en la Villa de Jiguaní, en la calle Cuba, que ocupó la Administración Militar con el almacén de provisiones[21].
- Finca Lindero de 80 caballerías de tierra; que limita por el norte con Santa Cruz y la laguna de Cauto, por el sur con la Hacienda San Antonio y Hato Nuevo, al este con Sao Maíz y al oeste con la Concepción.
·
Tejar
destruido en Arroyo Blanco, que se conoce como Arroyo Hondo, que linda al norte
con tenencia de Don A. Rondón y la otra de Ignacio Casas; al sur con el camino
real de Bayamo y al este-oeste con los Ejidos propios de este Municipio. Este
tejar fue administrado por Calixto García antes de incorporarse a la guerra[22].
La cifra total de
caballerías ascendía a 230, lo que permite considerar a doña Lucía una
propietaria con extensa riqueza agraria.
Sin embargo, hasta el presente no ha sido posible
establecer la cifra exacta de sus propiedades, sobre todo porque muchos
propietarios no declaraban la totalidad de sus bienes con el objetivo de evadir
impuestos. Quizás este también pudiera ser el caso de doña Lucía.
Difícil y engorrosa ha sido la búsqueda de información
acerca de la madre del General Calixto García durante el período comprendido
entre 1885-1895.
Esos años de tregua entre el fin de la última guerra de
independencia y el inicio de la definitiva de 1895, fueron años duros tanto para
los cubanos residentes en la Isla como para los que tuvieron que irse al exilio.
No es ajeno a los estudiosos que tanto fuera como
dentro de la Isla se conspiraba, se recaudaba dinero; definitivamente se
preparaba una nueva etapa, se organizaba la lucha. Para ello el Partido
Revolucionario Cubano creó clubes encargados de ayudar en recaudar dinero para
comprar las armas y pagar las expediciones. La residencia en la Isla de los
familiares de revolucionarios vinculados a la organización de la lucha o a
personajes importantes en las guerras anteriores se convirtió, cada vez más en
insoportable. Y no fue diferente con la madre y las hermanas de Calixto García
que estaban en Cuba.
Arruinadas por las guerras anteriores, doña Lucía
vendió entre 1886 y 1888 importantes propiedades rústicas que poseía en la zona
de Jiguaní, quizás apremiada por dinero en efectivo.
Esta que sigue es la información al respecto que La
Aldea ha podido localizar.
En el año de 1886 vendió a don Ignacio Casas y Saumel
el“(…) potrero "El Tejar" o
"San Miguel", compuesto por 6 caballerías, que lindaba por el norte
con terrenos de don Benjamín Pérez y don Ignacio Casas y Saumel, por el
este-oeste con terrenos del citado Casas y por el oeste con los de Juan Anit
Hidalgo, en un precio de 400 pesos oro (…)[23]”
Y en el año 1888 realizó tres escrituras de venta:
“La del Potrero "La Loma"
o "Tejar Viejo" situado en el cuartón de Jiguaní abajo, barrio de
Santa Rita, que linda por el norte con el potrero de la sucesión de don
Santiago Dellundé, por el sur con la villa de Jiguaní, por el este con terrenos
de los herederos de don Felipe González y por el oeste con los que
pertenecieron a la sucesión de don Juan Rabaza y el camino de Jiguaní Abajo, de
30 caballerías, que vendió a don Mariano Robiera en 200 pesos oro”[24]
“La hacienda de crianza Sao Salado
que poseía una extensión de 60 caballerías, en 200 pesos”[25]
“La hacienda el Lindero que tenía 53 hectáreas de
tierras que vendió por un precio de 200 pesos”[26]
Estas
dos últimas propiedades fueron adquiridas por don Ramón Rosales.
El 17 de mayo de 1890 doña Lucía:
“(:...)
otorgó poder al Licenciado en Jurisprudencia, don Pedro Becerra para que
gestionara con la Intendencia Militar el cobro de los alquileres que le
adeudaban de la casa de su propiedad, situada en la calle Cuba en la villa de
Jiguaní junto con el almacén de provisiones, el que fue embargado por
considerarse que pertenecía a su hijo don Calixto García quien estaba procesado
por delito de infidencia”[27]
En el mismo año doña Lucía hizo otras ventas: el día 13 de marzoa don
Juan Gómez Muga en 200 pesos oro,el paraje de Yaguabo, en la hacienda comunera
de Cacocum, que lindaba por el norte con la Guanaiba, por el sur con el Cauto,
por el este con Guairajal y por el oeste con Arroyo Blanco del sur[28].
Y vendió, igualmente, un colgadizo de madera y paredes de tapia y tierra
situado en la calle Concordia, antes San Pedro, en la jurisdicción de Holguín
que medía 21 metros de frente por 30 de fondo, que lindaba por la derecha con la
fábrica de doña Florentina Céspedes, por la izquierda con la propiedad de don
Marcos Lozano y por la espalda con la de doña Esperanza Escalona. Fueron las
compradoras doña Francisca y doña Cristina González y el precio: 93 pesos oro[29].
Las últimas ventas efectuadas por doña Lucía antes del estallido de la
guerra de 1895 fueron, el 21 de febrero de 1894 a su hija Leonor:
“(…)una
casa de tejas, madera y paredes de ladrillo, en la villa de San Isidoro de
Holguín, situada en la calle de Industria antes Santiago en solar propio,
número 63 que tenía una superficie de 278 metros, 65
decímetros, 28
centímetrosy que lindaba por la derecha con la calle de
Mercaderes, antes del Rosario, haciendo esquina, por la izquierda con fábrica
de doña Elvira Gutiérrez y por la espalda con la de doña MalvinaCardet, por un
precio de 300 pesos oro”[30].
Y a su
hija Rosario vendió:
“(…) un
colgadizo de teja, madera y paredes de ladrillo, situado en la calle Concordia,
antes San Pedro, que lindaba por la derecha con fábrica de don José Julián
Gorjas, por la izquierda con la de doña MalvinaCardet, poseía dicho colgadizo
un solar que medía 3820
metros, 59
cm y 2 m,
en un valor de 300 pesos oro”[31].
Al producirse el estallido
revolucionario de 1895, doña Lucía se vio obligada a emigrar hacia los Estados
Unidos, donde se radicó, moviéndose indistintamente entre New York y Key West. Sin
embargo no ha sido posible precisar la fecha exacta en que Lucía abandonó Cuba.
Se sabe, eso sí, que en abril de 1896 estaba radicada en Key West, y lo que
prueba esa información es una carta de su nieto Carlos García Vélez con fecha
15 dirigida a Isabel Vélez, en la que le dice que está muy alegre de saber que
la abuela está fuera de Cuba.
Pero, parece, la estancia de
Lucía en Key Westno se prolongó por mucho tiempo. En carta de Tomás Estrada
Palma a José Dolores Poyo, de 6 de junio le comunica la llamada de auxilio que
había recibido de Lucía desde Nueva York, careciendo aquella de medios
económicos porque el Comité Auxiliador de las familias de los patriotas que
estaban en la guerra no le había abonado los seis pesos que estaba acordado. En
la carta, dice Estrada Palma que le había dicho Lucía que ese dinero le era muy
necesario porque tenía ella a su cargo dos de sus hijas y una nieta. Por la
misma carta sabemos que esa situación fue resuelta y que, además, se tuvo en
cuenta la cantidad de personas a cargo de Lucía, haciéndole un aumento de doce
pesos semanales[32].
Independientemente de la
ayuda económica que recibía de los exiliados cubanos,se comprobó que a doña
Lucía le llegaban dinerosque en Cuba le producían sus posesiones. Su apoderado Alberteris(sin saber sus
apellidos), era el encargado de hacer la recaudación y enviarle el dinero a Lucía
a través de una señora conocida por "Chucha", con la cual el envío le
salía libre de intereses. Según las propias palabras de Lucía en carta dirigida
a Juan Gómez en Holguín del 13 de junio de 1896, “(...) Ud. verá que en cambios y giros se le va a una todo (...)”[33],
lo que demuestra, además, que la doña estaba muy al tanto de las tasas de
interés que se aplicaban y los cambios monetarios de aquel entonces.
Igual hay información que
atestigua que en los lugares de los Estados Unidos donde vivió exiliada, Lucía se
relacionó e integró a las actividades que realizaban los Clubes Revolucionarios
Cubanos.
Se cree, asimismo, que Lucía
simultaneaba su estancia entre New York y Key West, porque en carta de ella del
de 6 de octubre de 1897, fechada en Key West y dirigida a José Ramón Manduley, le
dice que se siente cansada y enferma, y, según sus propias palabras, lo peor es
“este reuma del corazón”[34].
A lo que se refiere, probablemente, es a dolencias artríticas o reumatoides
propias de la edad y quien sabe si a alguna que otra hipertensión arterial
asociada con una insuficiencia cardíaca producto a su longevidad y la situación
familiar y económica difícilmente. Las anteriores hipótesis están basadas en
que ella le dice a Manduley que las buenas amistades de su terruño no le
escriben nunca, seguro que por temor a mezclarse en asuntos políticos. Es obvio
que la doña estaba padeciendo de una cruda nostalgia por la patria distante.
En la misma carta llama
“hijo” al viejo amigo y coterráneo y le dice: "Solo por ti sé de mi pueblo
tan querido pues aunque me criaron fuera de él es pasión lo que siento por esa
patria querida y por los hijos de él que tanto quiero”[35]
Sin fecha exacta del arribo
de Lucía a La Habana inmediatamente después que termina la guerra, se supone
que fue entre agosto y octubre de 1898.
Dña Isabel Velez Cabrera |
En carta de Isabel Vélez a
su hijo Carlos dice la nuera de la suegra: "Allá [en La Habana] está la
vieja Cía[era así como la llamaban sus más cercanos] con sus hijos y sirvientes
(...)" Carlos a su vez le contesta la carta a la madre y le asegura que
para el General Calixto García le resultaría muy grato llegar a la casa de
Lucía y abrazarla[36].
Felizmente el deseo del
General se pudo cumplir. Él y Lucía se reencontraron después de más de quince
años de distancias insalvables, pero muy pronto se separan nuevamente, y esa
vez fue definitiva. El General viajó a los Estados Unidos presidiendo una
Comisión de cubanos que debían entrevistarse con el presidente de aquel país, y
en 11 de noviembre murió en Washington.
Es imposible narrar aunque
sea pálidamente el dolor de Lucía al saber la muerte del hijo. En carta de
Alfredo Arango a Carlos García Vélez, fechada en La Habana el 1º de enero de
1899, le dice que había ido a visitar a Cía que se encontraba desconsolada, y que
le entregó cartas, periódicos y fotos relacionados con la muerte del General
Calixto García llevados desde Holguín[37].
El periódico "El
Yara", desde La Habana y bajo la dirección de su fundador José Dolores
Poyo, comentaba entre otras noticias que el Secretario de Industria, Comercio y
Obras Públicas, General Pedro Sáenz Yañes como merecimiento a la labor
desplegada por el General Calixto García Íñiguez había propuesto el
nombramiento para la Señora Lucía Íñiguez del cargo de Oficial de Tercera de
dicha Secretaría con un haber anual de 1 000.00 pesos, pero como por la
avanzada edad de Lucía ella no podría trabajar, el mismísimo Secretario (o
Ministro), haría la labor que le correspondía a ella.
Doña Lucía, al conocer la
noticia escribió inmediatamente a Sáenz Yañez haciendo renuncia del puesto que
le otorgaba y sugiriéndole que se lo concediera a la Sra. Leonor Pérez madre de
José Martí, ya que ésta carecía de medios de vida, dijo Lucía.
Estas palabras suyas, además
de mostrarla compasiva con la pobreza de los otros, responden muchas
interrogantes y niegan un poco lo que ha dicho la Historiografía sobre Lucía:
que murió pobre, aniquilada y sin apenas qué ponerse en su peregrinar por las calles
holguineras. Cuando la doña da un "NO" rotundo a la ayuda que le
ofrecen es porque tiene todavía medios de sostenimiento sin tener que acudir al
triste recurso de cobrar sin trabajar.
Queda por precisar la fecha
exacta en que Lucía dejó La Habana y fue definitivamente a Holguín, aunque se
puede suponer que la mudanza se produjo entre junio y julio de 1901, pues para
el 17 de mayo todavía estaba en La Habana enfrascada en asuntos de su
testamentaría.
Finalmente en Holguín doña
Lucía no anduvo por las calles sin ropa que ponerse, como han dicho los
cronistas.
Primero, la familia y sobre
todo ella, poseía una clara solvencia económica desde el mismo día de su
nacimiento. Y al paso de los años la doña se encargó de multiplicar sus
propiedades, por lo que en la vejez era dueña de un patrimonio muy valioso.
Verdad es que se produjeron cambios producto a la guerra y su acción
devastadora; al respecto dijo su nieto Carlos García Vélez:
"(...)
Debo advertir que las grandes propiedades de las dos ramas de mi familia
sufrieron paulatina disminución en los treinta años de guerra y emigración. Se
puede afirmar que mi abuela pudo vivir malvendiendo casas y propiedades
rústicas. Todavía no había enajenado las tierras de Jiguaní, cuando falleció.
Estas eran explotadas por arrendatarios morosos; después de la muerte de Cía
mis tías Leonor y Rosario apremiadas de dinero como estaban, las vendieron
(...)"[38]
Demuestra el anterior
escrito que hasta el fin de sus días, doña Lucía poseyó las tierras de Jiguaní,
que estaban en manos de arrendatarios morosos, cierto, pero que le aportaban
algún beneficio. Y por demás, ella vendió otras varias propiedades que le
permitieron obtener dineros.
Su nieto Carlos García Vélez
dijo en su Diario que una vez muerta su abuela y antes de la venta de las
tierras, él estuvo negando las guías forestales que autorizaba el corte de la
madera que ellas crecía y que en cierta ocasión se enteró y pudo comprobar que
la Cuban Company había extraído unas 60 000 losas de madera dura para la vía
férrea del Central, talándolas sin permiso y sin que se llegara a acuerdo
ningún sobre el precio. Lamentablemente no se tomó medida ninguna contra los
contratistas de dicha compañía.
Leonor García Iñiguez |
Rosario García Iñiguez fue la hija de doña Lucía y don Ramón que sobrevivió a toda la familia, en la fotografía de abajo se le ve con 99 años de su edad |
Cuando en 1920 Leonor y
Rosario vendieron, ciertamente en un precio inferior al que tenían las tierras,
las compró Aníbal Escalante Beaton, compañero de Calixto durante la guerra de
1895 y uno de sus biógrafos. Las dos mujeres, muy mayores ambas y sin que ninguna
se hubiera casado jamás, usaron el dinero para comprarse una casa en la calle
Concordia de La Habana.
Interesados como estábamos
por saber cuál era su verdadera posición económica, La Aldea buscó sin descanso
los testamentos de la doña, encontrando dos.
El primero redactado en la
ciudad de San Isidoro de Holguín el 14 de febrero de 1854, ante el Escribano
Benjamín de Zayas y los testigos don Antonio Mederos, don José María Escalona y
don Juan Alfonso. En él Lucía dejó por escrito que era su último deseo que al
producirse su fallecimiento el cadáver fuera amortajado y sepultado en el
cementerio de la ciudad en que nació con la pompa y lujo que a bien tuviesen
sus Albaceas, así mismo solicitaba se le aplicaran las tres misas por su alma. (Señalemos
que este tipo de ceremonia era característico de las personas de abolengo, de
poder económico y posición social definida).
En el documento manifestó
estar casada con don Ramón García González con el que había dejado de hacer
vida marital desde 1842 por motivos que se reservaba y que no deseaba repetir.
Así mismo aseguró no haber
hecho aporte alguno al matrimonio, al que sólo llevó sus ropas de uso, en
cambio su consorte dio una dote de 3500.00 pesos en efectivo.
Declaró además no ser
deudora ni a ella se las tengan. Nombró como su Albacea de primera instancia a
don Ramón García González y a su legitima madre doña Mercedes Landín como de
segunda instancia. Nombró como únicos y universales herederos a sus hijos doña
María Concepción, don Calixto (que eran los que entonces les habían nacido), y
doña Leonor García e Íñiguez.
Cuarenta y siete años
después de ese primero, doña Lucía dictó un segundo testamento que se redactó
en La Habana ante el notario Sr. Juan Antonio Guiteras y Saquez, comparecieron
como testigos don Jesús Rodríguez y Aguilera, don José Abelino y Carril y don
José Ramón Mesa y Reyada. Entonces contaba Lucía con 81 años de edad.
Declara que estaba en La
Habana de forma accidental y que con el nuevo documento quedaba abolido lo que
había testado en el anterior. Además que sus bienes estaban centrados en
Holguín y en Jiguaní y su jurisdicción, aclarando que esos dichos bienes eran,
sobre todo y particularmente, tierras.
Hizo donación del quinto de
sus bienes a sus bisnietos Calixto y Camela, hijos de su nieto difunto Calixto
y la esposa de aquel doña Josefa Becerra, difunta también. Manifestó que esta
distinción con los bisnietos mencionados no la hacía porque los quería más que
a los otros, sino por su condición de huérfanos de padre y madre. Nombró como
tutor y protutor para que administraran la herencia que dejaba a sus bisnietos
a los tíos de ellos, el General Carlos García Vélez y el Comandante Justo de
iguales apellidos.
Como primera Albacea de sus
bienes nombró a su hijas doña Leonor y como segunda Albacea a su hija doña
María del Rosario García e Íñiguez. A ellas encargó de sus funerales, pidiendo
en este segundo testamento, a diferencia del primero, que fueran sus últimos
momentos en la tierra muy modestos y que el entierro de su cuerpo lo hicieran en
el suelo y sin bóveda.
Finalmente la doña designó
como sus únicos y universales herederos a sus hijos doña Leonor y doña María
del Rosario y en representación de su hijo Mayor General Calixto García, a sus
hijos los señores Carlos, Leonor, Justo y Mario y a sus nietos Herminia,
Calixto y Carmen.
El Hospital Clínico Quirúrgico de Holguín lleva el nombre de doña Lucía Iñiguez Landín |
Según el relato que dejó manuscrito su nieto Carlos García Vélez, en los primeros días de mayo de 1906 se encontraba él en la casa de la calle Morales Lemus esquina a Frexesde Holguín, acompañando a su abuela que se encontraba en muy mal estado de salud, pero se vio en la necesidad de abandonar la ciudad por la noticia que su esposa Amalia estaba de parto de su hijo Carlos, y como ella era diabética se temía una complicación, eso lo obligó a regresar a La Habana.
Menos de tres días después
que se hubo marchado Carlos García Vélez su abuela doña Lucía Íñiguez murió en
Holguín. Fue el 7 de mayo de 1906, cerca de las ocho de la noche; la causa de
la muerte,un fibroma quistoso de útero, tal como consta en la certificación de
defunción firmada por el Dr. Manduley.
Al morir la doña había
cumplido 87 años de su edad.
Para leer lo que publicó la prensa de Holguín sobre el sepelio de doña Lucía Íñiguez Landín, haga clic aquí
Al correrse la noticia por
el pueblo, comenzaron a desfilar tantas personas por la casa que apenas se
podía transitar por las calles cercanas. Al ver el empuje popular ante tan
sentida pérdida, el Ayuntamiento de la ciudad tomó la decisión de organizar los
funerales, para lo que se creó una Comisión de Concejales que llevó a vías de
hecho lo acordado.
Según el periódico local
"El Eco de Holguín" del 12 de mayo de 1906, el cadáver de Lucía se
veló en su casa de la calle Morales Lemus esquina a la de Frexes, como era
costumbre de la época; el día 8 cerca de las 4:30 pm llegaron las Comisiones que
representaban al Ayuntamiento, Sociedades, Prensa, Veteranos de la
Independencia, etc., que procedentes de Gibara venían a rendirle póstumo
homenaje a la gran matrona.
Antes de las cinco de la
tarde el Párroco Fernández Lestón le dio la ansiada misa. Terminada aquella el
féretro fue suspendido en hombros por familiares y amigos que lo llevaron en
recorrido por las calles Frexes, Libertad, Aricochea, Maceo y Luz Caballero,
realizando una especie de semicírculo, frente a la Parroquial Mayor y alrededor
de la Plaza.
Acompañó la procesión
mortuoria la orquesta que dirigía el ahijado de doña Lucía, el Sr. Manuel
Avilés, interpretando la marcha a Frexes que a ella tanto le habían gustado cuando
la escuchó en la Procesión del Viernes Santos, dos días antes.
La prensa de entonces
comentó que “el lujosos féretro” iba acompañado de lindísimas coronas entre las
que se encontraban la del Ayuntamiento de Holguín confeccionada de biscuit, la
del General Pedro Vázquez y su esposa también de biscuit, la de las Escuelas 2
y 3 y que sus alumnas había hecho guardia de honor durante el velatorio, la del
Sr. Pedro Rodríguez e hijos, la de la Sociedad de Artesanos, la de la Junta de
Educación, la del periódico "El Eco de Holguín", la del General Mario
Menocal y familia, la de Esther Manduley Sánchez, la del Unión Club de Gibara
hecha en cruz con flores naturales, la de Batista, la de Rosa García también de
biscuit, la de Teresa y Rafael, la de Rosarito, la de Aurora Santiesteban, la
de Adela Sánchez y familia, la de Amanda Cardet, la de su prima Carmen Angulo igualmente
de biscuit, la de los Veteranos, la de Joaquín Maga, la de Juan Antonio
Manduley y familia, la de sus ahijados Pedro y Blanca, de la Viuda de Roca e
hijos, la de Antonio Aguilera, la del Ayuntamiento de Gibara con flores
naturales, la de Calixto Manduley hecha en cruz de biscuit, la de Alcibíades y
Aniceta, de biscuittambién y la de Sánchez y hermanos.
La esquela mortuoria la presidían
los nombres de sus hijas, hija política, nietos y bisnietos.
Hasta que la doña llegó a su
última morada, el pueblo de Holguín al que ella llamó “su terruño”, supo
reconocer cuanto honor encerraba aquella grandiosa mujer.
Los Íñiguez Landín tuvieron
magníficas habilidades para el comercio y su respectiva ganancia, pero no fue
igual entre los descendientes y herederos de Lucía. Carlos García Vélez dijo en
su diario: “Ningún descendiente de las cuatro ramas ha heredado el talento de
ganar fortuna. Oportunidades hemos tenido, pero no lo supimos aprovechar”[39].
En línea recta y al final del Mausoleo al Mayor General Calixto garcía, se encuentra el de su madre, doña Lucía |
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En 1980 los holguineros
construyeron un hermoso Mausoleo a Calixto y sus restos fueron traslados a él
desde La Habana. Desde ese momento el periodista de la radio local, Nicolás de
la Peña Rubio comenzó una campaña para que los restos de Lucía fueran a
descansar cerca de los hijos. Finalmente lo consiguió.
La década de 1980 significó cambios intensos en el
escenario de la escultura cubana; uno de los hechos que más repercutió en ello
fue la fundación del CODEMA (Consejo para el Desarrollo de la Escultura Monumentaria
y Ambiental), en el año 1980.
CODEMA es un proyecto de carácter empresarial en
cuyos propósitos está velar porque las obras escultóricas que se realizaran
tuvieran buena calidad en su forma y
contenido.
El proyecto intentó, en primer lugar, la conquista
de espacios públicos; y en segundo lugar, la participación interdisciplinaria
de los escultores, arquitectos y diseñadores en la realización de las obras.
El Consejo para el Desarrollo de la Escultura Monumentaria
y Ambiental surgió en Holguín, el 22 de diciembre de 1982. Fueron sus
fundadores Argelio Cobiellas Cadenas, Lauro Hechavarría Osorio, Fausto Cristo
Campos, y Wilfredo Martínez, (este último lo dirigió desde sus inicios hasta
noviembre de 1988). Lo integraron además, Caridad Ramos, quien sucedería a
Wilfredo en la presidencia, José Macías y Cosme Proenza. También estuvieron
presentes arquitectos, inversionistas e ingenieros.
La primera obra realizada bajo la dirección del CODEMA fue el monumento a “Lucía Iñiguez” ubicada en el “Bosque de los Héroes”. Aledaño a la Plaza de la Revolución, el monumento fue creado en 1983 cuando fueron trasladados los restos de la madre de Calixto para que reposaran cerca de los de su hijo. Sus autores fueron Fausto Cristo y José Montero, el cual ya había regresado de la URRS, graduado de Escultura Monumentaria y Técnicas de Forja.
A pesar de los avatares a los que se tuvieron que
enfrentar sus autores por problemas materiales y de tiempo se puede considerar
como una de las obras holguineras más acertadas. Su forma rompe con la imagen
de las anteriores esculturas monumentarias de Holguín y plantea una solución
distinta que le proporciona valores plásticos.
Ubicado a 100 metros en línea recta del mausoleo de
Calixto García, consiste en una gran bandera cubana, situada verticalmente, fundida
en hormigón (12m de alto x 2.50
m de ancho y 70 cms de espesor). La bandera tiene las
franjas en blanco y en gris, al igual que el triángulo y la estrella.
A dos metros de la base aparece el rostro de Lucía
hecho en relieve repujado en cobre, envuelto en el velo que la caracterizaba,
prolongado para formar el mapa de la provincia. Debajo del relieve e incrustado
en la base de la bandera está situado el nicho mortuorio y a su lado una inscripción
con las fechas de nacimiento y muerte de la insigne patriota. Debajo del rostro
hay una flor hecha en bronce con un fusil. Estos dos detalles están en una
placa fundida que a la vez sirve de tapa para el nicho que guarda los restos.
A la derecha
de este monumento hay una palma real y un sistema de iluminación que se emplaza
alrededor en forma circular. Para llegar desde el lugar donde reposan los restos
de doña Lucía hasta el mausoleo a Calixto hay un pasillo o vía adoquinada, y a
su alrededor se sembraron plantas disímiles a manera de jardín, lo que crea un
ambiente de bello colorido.
[1]Libro de
Bautizos de Blancos, Iglesia San Isidoro de Holguín. 1821
[2]Centro de
Información Museo casa Natal de Calixto García. Fondo Lucía Íñiguez,
documento 263.
[3]Casasús,
Juan,“Calixto
García, el estratega”.
LaHabana, 1962. Oficina
del Historiador de la Ciudad.
[4]Museo
Municipal
de Jiguaní,
Actas Capitulares.
Año 1884, Folios 469
y 469vuelta.
[5]Centro de
Información Museo casa Natal de Calixto García. Fondo Lucía Íñiguez.
[6]Museo ProvincialLa Periquera, Holguín. Fondo
Calixto García, Legajo 97, Folio 394.
[7]Museo Municipal
de Jiguaní, Fondo Lucía Iñiguez, Documento 267.
[8]Centro de
Información Museo casa Natal de Calixto García. Fondo Lucía Íñiguez, documento
267.
[9] Museo
Provincial La Periquera, Holguín. Fondo Calixto García. Legajo 9, Folio 394.
[10]Idem
[11]Archivo
Provincial de Historia, Holguín. Protocolos Notariales. Año 1866.
[12]Archivo
Provincial de Historia, Holguín. Protocolos Notariales. Año 1867. Tomo 1.
Folios 480-482.
[13] Centro
de Información Museo casa Natal de Calixto García. Fondo Lucía Iñiguez,
documento 200.
[14] Carta
de Lucía Íñiguez, Museo Municipal de Jiguaní. Documento 21. Año de confección:
1884.
[15]Museo Municipal
de Jiguaní, Fondo Lucía Iñiguez, Documento 469. (Año de confección: 1884)
[16]Museo Municipal
de Jiguaní, Fondo Lucía Iñiguez, Documento 469. (Año de confección: 1884)
[17] Centro
de Información Museo casa Natal de Calixto García. Fondo Lucía Iñiguez,
documento 28-29.
[18]Idem
[19]Idem
[20]Idem
[21]Museo Municipal
de Jiguaní, Fondo Lucía Iñiguez, Documento 469. (Año de confección: 1884)
[22]Archivo
Provincial de Historia, Holguín. Protocolos Notariales. Año 1867. Tomo 1. Folio
608
[23]Archivo
Provincial de Historia, Holguín. Protocolos Notariales. Año 1886. Tomo 1. Folio
608
[24] Centro
de Información Museo casa Natal de Calixto García. Fondo Lucía Iñiguez,
documento 28-7
[25]Idem
[26]Archivo
Provincial de Historia, Holguín. Protocolos Notariales. Año 1890. Tomo 1. Folio
190
[27]Archivo
Provincial de Historia, Holguín. Protocolos Notariales. Año 1890. Tomo 1. Folio
190
[28]Registro
de la Propiedad de Holguín, Tomo 9, Folio 118 (Esa hacienda la había adquirido
doña Lucía por influencias de su señora madre)
[29]
Registro de la Propiedad de Holguín, Tomo 8, Folio 608
[30] Archivo
Provincial de Historia, Holguín. Protocolos Notariales. Año 1890. Tomo 1. Folio
55
[31] Archivo Provincial de Historia, Holguín. Protocolos
Notariales. Año 1890. Tomo 1. Folio 56 (Esa propiedad la había adquirido por
herencia de su madre el 11 de noviembre de 1887)
[32] Centro
de Información Museo casa Natal de Calixto García. Fondo Lucía Iñiguez,
documento 1-36
[33] Centro
de Información Museo casa Natal de Calixto García. Fondo Lucía Iñiguez,
documento 28-3
[34] Ídem
[35] Centro
de Información Museo casa Natal de Calixto García. Fondo Lucía Iñiguez,
documento 200
[36] Centro
de Información Museo casa Natal de Calixto García. Diario de Carlos García
Vélez.
[37]Ídem
[38]Ídem
[39] Centro
de Información Museo casa Natal de Calixto García. Fondo Calixto García,
documento 200