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La aldea a la mano (Holguín, Cuba)

10 de julio de 2010

En Holguín dibujantes e informáticos participan en el proyecto ANIMA


Una irrefrenable pasión por los dibujos animados une al colectivo de jóvenes dibujantes e informáticos holguineros enrolados en este proyecto del ICAIC

Por: Héctor Carballo Hechavarría

HOLGUÍN.— «¡Mamá, mamá, quiero ver los muñes!», le suplicó el chico a la madre en plena calle, tirándole del vestido.

—Por favooor, espera a que lleguemos a la casa —le respondió ella en su «despiste», mientras aguzaba la vista en espera de la próxima guagua.

—Después no, ahora —replicó bien plantado el muchacho y le indicó con insistencia el «origen» de tanto reclamo.

No sale de su asombro la joven madre. La imagen de la vetusta tintorería que esperaba ver, al tornar la vista, de pronto se ha esfumado. En su lugar descubre un establecimiento cuyas paredes están ataviadas por un colorido mural con escenas de dibujos animados del cine y la televisión.

Un vistoso anuncio pende sobre la puerta principal y le saca de dudas: ANIMA, Estudios de Animación del ICAIC en Holguín. Pero ya para ese instante la curiosidad de JR es también poderosa.

—¿¡Hummmh!? ¿Producción de dibujos animados fuera de la capital?

Sin embargo, tras franquear la puerta de cristales no se ve un muñequito por lugar alguno, al menos a simple vista. Por el contrario, lo que se advierte es a un grupo de jóvenes con rostros tan serios y ensimismados frente a los ordenadores que tal parecieran estar resolviendo complicados cálculos de astronomía.

Algunos de ellos garabatean trazos sin cesar sobre unas blancas cartulinas colocadas a trasluz. Son dibujantes. Se «palpan» los movimientos de sus propias manos, de los dedos, del rostro, y recomienzan el borroneo. Otros parecen hacer lo mismo, pero mediante la magia de los clicks y los teclados.

En la pantalla de uno de los monitores se ve entonces desfilar una larga fila de carritos locos. Poseen ojos chispeantes, brazos en forma de ruedas y mueven los «labios» cual si conversaran. Aún les falta el sonido.

Se trata del mundo real del cual brotan los muñes, esas figurillas que, incluso desde antes de que se inventaran el cine y la televisión no han dejado de encandilar por igual tanto a chicos como a «grandecitos».

Pasión de cuna

Adrián López Morín es uno de los responsables de que este ensueño se haya hecho realidad. «Son muchas las millas que hemos “nadado” hasta llegar hasta aquí», dice.

«Todo comenzó hace unos cuatro años con un proyecto para la promoción de dibujos animados, alrededor del cual se fue articulando un pequeño grupo de entusiastas. Su mayor capital no eran precisamente los recursos. Lo único verdaderamente en abundancia desde entonces ha sido el gran amor que sentimos por lo que hacemos», comenta el joven diseñador.

Ahora, al hacer un poco de historia, más que mencionar a quienes llegaron a tildarles de «chiflados», lo mejor es recordar a todos aquellos que compartieron la locura. Durante más de un año el castillo fue la casa de Adrián. El motor fue su vieja computadora. Luego «vivirían» una nueva temporada en una de las oficinas del cine teatro Ismaelillo, de la Ciudad de los Parques.

«En esas condiciones logramos realizar algunos spots promocionales, sobre todo de educación para la salud. Más tarde hicimos un videoclip basado en la canción El tren de la vida, de Faustino Oramas, el Guayabero. Este videoclip resultó premiado en una edición de los Lucas.

«Quienes no dejaron de confiar nunca en nosotros fueron los compañeros de la Dirección Provincial de Cultura. De hecho somos fruto de un convenio firmado entre el Ministerio de Cultura y el Instituto Cubano del Arte y la Industria Cinematográficas (ICAIC)», acota Adrián, al frente de los estudios ANIMA en Holguín.


De manera callada y sin que se les subiera la fama llegaron a producir una segunda parte dedicada a las melodías del inolvidable juglar holguinero.

Conjuntamente con los Estudios de Animación del ICAIC de la capital, el colectivo se encuentra enfrascado en estos momentos en la creación de un DVD de animados con alrededor de diez temas musicales concursantes en los festivales pioneriles Cantándole al Sol, de la región oriental.

Conocidas particularmente por los más pequeños de casa, entre sus producciones televisadas pueden citarse Mi familia percusión, Dónde está la magia, Mi amigo ki ki ri ki y Mis carritos.

Como uno de sus más ambiciosos proyectos tienen situada sobre la mesa del taller la producción de un corto basado en la emblemática obra Abdala, de nuestro Héroe Nacional José Martí, lo cual les ha obligado a emprender un acucioso estudio sobre la cultura maya.

Los modestos pero elocuentes resultados del equipo le ganaron además el reconocimiento de las autoridades políticas y gubernamentales del territorio. El proyecto cultural se incluyó entonces como parte del plan especial de inversiones en la conocida Plaza de la Marqueta, en pleno corazón de la ciudad de Holguín

Infantilmente serio

Marcel Carralero es graduado de la Escuela Profesional de Artes Plásticas de Holguín, El Alba. Tiene 25 años de edad, pero las historietas y los dibujos animados le siguen fascinando como el primer día.

«Llegué aquí atraído por los talleres impartidos por Adrián en las aulas. En aquellos momentos no habíamos pensado en trabajar en un estudio como este. Pero era algo que iba a buscar y hacer de todas maneras. Ahora resulta que dicen que soy un fundador», expresa con orgullo Marcel.

A su lado se encuentra Ariel Deyá, graduado de la misma institución y quien desde el segundo año de la carrera se imbricó en una historia similar.

La de Alejandro Reyes nos sorprende. Posee apenas 17 años de edad y es graduado del Instituto Politécnico de Informática Calixto García.

«Me enteré del proyecto por un amigo. Me presenté más que por mis conocimientos de Informática, porque me gusta dibujar desde pequeño. Pasé la prueba y me aceptaron. Esto puede parecer una diversión, pero realmente es una gran responsabilidad, un compromiso, porque de pronto descubres que trabajas especialmente para los niños», asevera Alejandro.

Adrián López se nos acerca nuevamente para precisarnos algunos puntos que, según él, no deberían quedar fuera.

«Somos como un rayito de esperanza para todas aquellas personas que en cualquier parte de nuestro país gustan de los animados experimentales. A todos ellos deseamos ratificarles desde Holguín que nuestras puertas se encuentran abiertas. Sabemos que en los Joven Club de Computación y Electrónica contamos con un gran potencial», reflexiona.

Finalmente solicita a nuestro diario publicar la dirección de correo por la cual los interesados pueden entablar comunicación con el colectivo: anima@animados.icaic.cu.

«Somos un estudio modesto, pero con unas alas enormes. Nos encontramos en franca maduración. Entre nuestros objetivos está todavía llegar a dominar las amplias posibilidades que ofrecen las nuevas tecnologías, los programas de animación digital y sobre todo continuar conformando el equipo.

«¿Hasta dónde queremos llegar? Te respondo como dice un personaje de un gustado filme de animados: al infinito y más allá», afirma sonriente Adrián.



La verdadera historia que dio nacimiento a "La Copa del Amor", el monumento funerario más popular de Gibara

Por Angel Quintana. Tomado de: http://www.aldía.cu/

"¿Milagro tú no has escrito sobre la historia del joven marinero que mandó a levantar un impresionante sepulcro en Gibara para perpetuar la memoria de su novia muerta?"


Fue en el área del Carnaval Holguinero de 1983, que atendía el municipio de Gibara en la capital de la provincia, donde por primera vez escuché ese conmovedor relato de boca de un gibareño de apellido Andrés, quien disfrutaba de esos festejos junto con varios coterráneos.

En la siguiente visita que hice a la Villa Blanca me personé en el domicilio de Antonio Lemus Nicolaou, por entonces historiador de la ciudad balneario, y de inmediato comenzamos a rastrear la historia de la que ambos conocíamos bien poco.

En la otrora vivienda de la malograda muchacha quedamos gratamente sorprendidos. Allí, entre las valiosas antigüedades que esbozaban la historia, se encontraba colgado un cuadro con el proyecto original del panteón donde aparecía sembrado un Sauce Llorón, cuyo follaje fue confeccionado con los propios cabellos de la difunta.

Luego, cuando cámara en ristre cruzamos bajo el viejo pórtico del cementerio local, con rumbo al referido mausoleo, nos dijo un joven sepulturero que se encontraba en la entrada: "Ya sé a lo que vienen: A retratar la copa de Ygnacia".

Atraídos ante la extraña belleza del proyecto, el enigmático simbolismo de su copa cubierta con un manto y por la historia que encierra, no vacilamos en atrapar con el lente de nuestra cámara, la imagen del sepulcro, donde se puede leer en el mármol: ÚLTIMO RECUERDO/DE MI YGNACIA/MAYO23 DE 1872/ADOLFO

No quisimos abandonar el lugar sin antes preguntarle al enterrador lo qué sabía acerca de Ygnacia Nates Mastrapa y Adolfo Ferrín, y su relato coincidió con lo escuchado aquella noche de jolgorio carnavalesco: "Ygnacia y Adolfo eran novios. Próximo a casarse, el barco donde trabajaba el joven naufragó. Ygnacia, creyéndole muerto se vistió de luto. Un día tocaron a la puerta de su casa; ella fue a ver quién era y en el umbral apareció su amado, fue tanta la emoción que la chica cayó fulminada por un infarto".


En esta historia, que pasó de una generación a otra de gibareño, era completamente falso lo del naufragio. Descorrer el velo para mirar más de un siglo atrás parecía imposible, mas no lo fue. La tenacidad combinada con un golpe de suerte fue la llave de lo maravillosamente real.


Por sugerencia de familiares lejanos de Ygnacia que residían en la vieja casona, nos trasladamos hasta el número 36 de la calle Martí, en la misma ciudad de Gibara. Allí nos recibió Caridad Vives Pi, quien según su cuñado Ernesto, era la que más conoce del asunto porque convivió muchos años con la ancianas hermanitas de Ygnacia.

Caridad, locuaz y entusiasta llevaba entonces varios días, lupa en mano, transcribiendo del original, la carta que enviara Adolfo a Baldomera, tía de Ygnacia, y en la que pormenoriza todo lo relacionado con el sepulcro que había encargado a Italia.

"La gente ha distorsionado la historia. Casi todo lo que se ha dicho es falso, pues Adolfo era una especie de notario y también trabajaba como contador de los Longoria. El jamás fue marinero e Ygnacia murió a consecuencia de lo que antes se conocía como congestión. No fue más que un derrame cerebral", enfatizó Cachita.

(En septiembre de 1984, un mes después que publicamos esta historia, se expuso en el Primer Salón Provincial de Curiosidades, celebrado en Holguín, un protocolo notarial firmado por Adolfo Ferrín, lo cual probaba el oficio del joven).

Con lujos de detalle la interlocutora, visiblemente emocionada, nos habló de la extraordinaria belleza de Ygnacia y el gran amor que se profesaban. Y agrega Caridad más adelante:

"Esa misma mañana, cuando Ygnacia atendía a su padre, Ángel Nates Bolívar, quien padecía de asma, se sintió indispuesta. Por la noche vino Adolfo a visitarla y habló con la joven. Por la madrugada empeoró y mandó a que buscaran a su Adolfo para entregarle el anillo de compromiso y despedirse para siempre, pues falleció horas más tarde. Era el jueves 23 de mayo de 1872...

"La vistieron con un traje de encaje blanco y botas de igual color. Su entierro fue una sentida manifestación de duelo popular en la que, junto a sus adoloridos deudos, resaltaba el atormentado joven".

Nuestra anfitriona hace una pausa para buscar sus espejuelos, luego comienza a leer algunos párrafos extraídos de la susodicha carta:

"...Como aquí no hubieran hecho a mi gusto el mausoleo o monumento que he mandado a levantar en su sepulcro, lo he pedido ya a Italia. Es precioso como ahí y en muchas partes de la Isla no hay ninguno. Es de cerca de cuatro metros de altura, todo de mármol blanco y macizo... La figura o plano de este mismo sepulcro es la que ya he mandado a hacer con sus cabellos; quedara un cuadro hermosísimo, que siento no estará concluido para el 24 que voy para esa, por ser mucho el trabajo que tiene..."

Un gran vacío nos dejó Ygnacia en su casona de Ronda de la Marina. Ya jamás se escucharía allí el piano ejecutado por ella con singular maestría, ni sus padres, Ángel y doña Cristina, invitarían a los marinos amigos de la casa, a las tertulias nocturnas que amenizaba Ygnacia; tampoco su novio Adolfo, celoso al ver que los marineros se extasiaban con la belleza de la muchacha, le sugeriría que se atara un pañuelo en la mano para que fingiera estar herida y no tocara el teclado en muchos días. Todo había terminado dolorosa y repentinamente.

Llegar a la verdad no llevó mucho tiempo, lo que hizo factible que, el domingo 25 de septiembre de 1983, viera la luz, en el periódico provincial AHORA, el resultado de nuestras indagaciones, de las cuales se hicieron eco otros medios impresos y radioeléctricos de la provincia y el país.

Así muchos turistas nacionales y extranjeros no han querido abandonar a Gibara sin antes visitar la tumba de Ygnacia, símbolo de la historia que devino en una gustada golosina par algunos redactores de guías turísticas y folletines radiales y de televisión.

8 de julio de 2010

Gibara: significación y pontencialidades de su patrimonio

Autor: Alberto Mora Reynaldo

1. Síntesis de la evolución del Centro Histórico urbano
        Gibara, caracterización geográfica
        Gibara, potencial arqueológico
        Gibara, presencia del Almirante Cristóbal Colón durante la primera quincena de noviembre de 1492 
2. Evolución del Centro Histórico urbano
        Gibara, génesis del pueblo
        Gibara, el primer Ayuntamiento
3. Desarrollo posterior de la población

        Gibara, desarrollo de la población posterior a la creación del primer Ayuntamiento y hasta la...          
4. La tregua fecunda, la Guerra del 95 y el fin del siglo.
5. Siglo XX
6. Caracterización actual del Centro Histórico urbano
       Gibara, Correos y telégrafos       
       Gibara, Música
       Gibara, Artesanía
       Gibara, Pintura
       Gibara, Imprentas y periódicos
       Gibara, Literatura
       Gibara, Teatro
      Gibara, Escultura
       Gibara, Cultura alimenticia
       Gibara, Muebles
       Gibara, Fiestas tradicionales
       Gibara, de los símbolos locales
       Gibara, Centro Urbano, naturaleza 
7. Centro Histórico actual
      Gibara, Construcciones domésticas (algunos ejemplo...)

      Gibara, Sistema de plazas
      Gibara, Sistema morfológico actual.
      Gibara, Caracterización morfológica actual

5 de julio de 2010

Gibara, Construcciones domésticas (algunos ejemplos)



Se caracterizan por presentar cubiertas a dos y cuatro aguas terminadas en tejas criollas, alfarjes sencillos sin decoraciones en su gran mayoría; sólo separada de la saleta por arcadas, corredor en L que da al patio interior, en algunos casos con arcadas de medio punto, donde se localizan aljibes ornamentados en hierro que no alteran la sencillez del espacio y que da respuesta a la necesidad de agua de los habitantes de la villa; en edificios importantes encontramos valiosas fuentes y esculturas fundamentalmente de terracota y cuadros de mosaicos valencianos.

Fachadas de alto puntal y comuneras con grandes vanos protegidos por balaustres de madera o hierro y el empleo de rejas con ornamentación sencilla, se utilizan profusamente las jambas de albañilería, la carpintería a la española o clavadiza, de cuarterones con o sin postigos, aleros de tornapunta, tejaroz y sardinel. Por muy sencillo que sea el inmueble presenta lucetas de cristales de colores, así como hermosos vitrales en los de mayor prestancia.

Los pretiles son generalmente lisos con diferentes balaustradas, algunos con piñas de remate. En interiores y en algunas fachadas encontramos zócalos de mosaicos y azulejos siguiendo la costumbre mudéjar, decorados con motivos naturalistas, coloreados y esmaltados.



Los muros de mampuestos y de ladrillos de gran espesor o de madera, son usuales, también aparecen combinados los tres elementos. Para la terminación de los pisos se utilizó gran variedad de materiales, diseños y colores, la losa cerámica, la losa isleña, tanto en corredores exteriores como en las galerías de los patios interiores El tabloncillo y el mármol, formaron parte de los materiales utilizados, los entrepisos fueron construidos con tabloncillos y losa por tabla.




En las construcciones domésticas se utilizó la madera abundantemente. Poseen las mismas, en su mayoría, alto puntal, sus muros compuestos por piezas de tabloncillos, generalmente de 0.10 metros machihembrados, grandes vanos en su fachada así como la presencia de guardamalleta como remate de alero en algunos casos.

Dentro de este repertorio temático se inscribe el inmueble de alto valor ocupado actualmente por el Museo de Arte y el de Historia Municipal.

Este edificio responde a la estructura de casa-almacén; el primer nivel destinado a almacenes y el segundo a la vivienda, con la particularidad de constituir una casa gemela con igual comportamiento formal y espacial. Construido aproximadamente en la década del 60-70 del siglo XIX su estilo es básicamente neoclásico. La fachada presenta un alto puntal, cuatro puertas, tres de ellas clavadizas o a la española y la otra, la de acceso al nivel superior, hecha de cuarterones; zócalos de azulejos decorados, pilastras corridas, jambas de albañilerías, balcón corrido, pretil liso, uso de la herrería fundida y forjada en los pasamanos de escalera y barandas de balcones interiores y exteriores. En su interior y segunda planta aparecen lucernarias de gran valor, sus vitrales son los de mayor dimensión de la villa y clasifican entre los mayores de la isla, además de tener bellas mamparas.

La Casa Da’Silva es una de las construcciones domésticas más interesantes de la villa. Esta edificación fue construida en el sitio donde se presupone existió la primera construcción oficial gibareña. Es un ejemplo único por su rara estructura dual. Tiene techo de cuatro faldones de tejas españolas sobre entablado ancho, alfarje escuadrado y tirantes dobles con motivos decorativos. Posee portal en colgadizo al frente y lateral izquierdo, polícromos pisos y zócalos, pies derechos de madera y barandas de madera trabajada.

La carpintería es de ensambladura con postigos y balaustradas de madera torneada. Interiormente tiene arcos de madera de medio punto y posee lucetas rectangulares de vivos colores, los cuales suponemos que fueron ejecutados en 1906 cuando la casa fue ampliada pero conservando las características originales.

En esta edificación hay un alto predominio interior del uso de la madera y en las paredes de la galería del fondo tiene tres cuadros de mosaicos valencianos de alto valor ornamental; sus patios interiores protegidos del fuerte aire marino sugieren calma y sosiego. En ella vivió el Vicecónsul de Portugal, aunque en remodelaciones posteriores se incorporó en su interior el arco y vitral, característicos en Gibara en la segunda mitad del siglo XIX, no se transformó en una construcción del neoclásico cubano.

Como un ejemplo curioso de eclecticismo colonial, en este inmueble se mezclan los más diversos motivos decorativos, sin embargo, da una imagen homogénea de conjunto que lo convierte en una joya arquitectónica.

Una edificación de dos plantas que desde el punto de vista arquitectónico e histórico tiene gran valor en nuestra villa, es el ubicado en J.Peralta esquina a Independencia. Se terminó de construir en 1902. Aunque aparecen en él códigos del estilo neoclásico, en los interiores hay una marcada influencia morisca, especialmente en los arcos trilobulados que aparecen al fondo, así como muestra otros elementos de la arquitectura ecléctica, que denotan que fue con este edificio con el que se introdujo ese movimiento arquitectónico en Gibara. Posee además una valiosa vidriaría en los arcos ojivales, así como bellos mosaicos que aún conserva en su planta alta, paisajes trabajados posiblemente con losas valencianas.

En la fachada presenta combinación de balconaje corrido y aislado, con bello trabajo de herrería que se evidencia tanto en los balcones como en las rejas del primer nivel. Las ventanas de cuarterones se combinan con persianería francesa y lucetas de cristal.

En este inmueble, en su segundo nivel, funcionó la Escuela Pública y el 12 de mayo de 1947 se desarrolló una huelga que alcanzó repercusión nacional, iniciada por sus estudiantes.

Junto a edificios con códigos coloniales situados en la Plaza Mayor, aparece un majestuoso edificio de dos plantas terminado en 1925 y que se inscribe dentro de los códigos eclécticos (Actual Biblioteca Municipal). Su función original fue vivienda. Espacialmente está compuesto en la primera planta por sala, saleta, habitaciones y un patio y en la segunda por habitaciones y una terraza que tuvo una pérgola en su época. La cubierta es de tejas francesas de cuatro faldones, falso techo de yeso con decoración simple. La carpintería es de cristal rematada en un arco de medio punto con vitrales. Interiormente tiene columnas de orden clásico específicamente Corintio. En la fachada tiene un portal que da a la plaza con una arcada de medio punto, rematada en un pretil con balaustrada. El recubrimiento exterior está trabajado con un almohadillado sencillo.

En la actualidad en este edificio está la Biblioteca Pública Municipal “Armando Leyva” y en el piso del portal se conserva grabado y sólo visible desde algunos ángulos, una hoz y un martillo al parecer hechos durante la construcción de la residencia y que sugiere la filiación política del constructor o constructores, por lo que el inmueble tiene un valor histórico agregado.

Construcciones civiles, (ejemplo importante).
En la calle Ricardo Sartorio, esquina a Luz y Caballero, se encuentra el Teatro Casino Español, hoy en proceso de restauración. Es una construcción de tres niveles, con predominio del estilo neoclásico, culminada el 13 de septiembre de 1890. Su interior está formado por la clásica herradura italiana destinada a palco, platea y paraíso en sus tres plantas.

Sus muros de mampuestos tienen 0.40 metros de espesor; en su fachada aparecen pilastras corridas y el típico frontón rectilíneo, la cubierta es de tejas criollas. En su escenario actuaron importantes figuras del arte nacional e internacional.


En la época republicana el nombre del teatro “Casino Español” fue sustituido por el “Unión Club”.

Arquitectura religiosa, (ejemplos importantes).

De la primera Iglesia con que contó la villa, nos llegó la información a través de la descripción que de ella hace Herminio Leyva:

“Contaba dicho templo de un solo cuerpo, de tablas y tejas del país, groseramente construida. Tenía aproximadamente de 7 a 8 metros de frente y como 14 á 16 de fondo, con la fachada principal mirando a la calle de San Fulgencio. Al fondo en su ángulo S.0 salía fuera del cuerpo principal un pequeño rectángulo como de 4 metros de lado, también de tablas y tejas, que servía de sacristía. Frente á esta como á distancia de unos 2 metros, y en dirección á la calle de la Fortaleza, se eleva el campanario montado sobre 4 pies derechos en forma de palomar.


Todo el ornamento de aquel modesto templo consagrado al culto católico se componía de un altar y púlpito, ambos de madera de pino, pintado de blanco con filetes dorados, un tanto destruido el oro por la acción del tiempo, pues así el altar como el púlpito eran despojos de la parroquia de San Isidoro de Holguín [……] Había también en la Ermita de Gibara algunos bancos pintados de oscuro, todo de muy pobre aspecto.

Se hallaba situada dicha ermita en el centro próximamente del espacio que media entre la calle de la Fortaleza y la Iglesia actual, más cerca á la calle de San Fulgencio que á la de los Felices.

A los 20 años dicha ermita estaba tan deteriorada que fue necesario trasladar el culto á una casa de madera de Don Antonio Casacó y Medrano, sito en la calle de los Felices á medianía entre la Fortaleza y Dolores.

Se repara la Ermita y presta servicios hasta el año 1853, cuando se construye la parroquial, con donación de Doña Victoriana de Ávila”.

Iglesia Parroquial.


Fue proyectada y dirigida por el arquitecto catalán Don Juan Pons, quien esculpió la mayor parte de las imágenes que figuran en sus altares. Su construcción se inició el 13 de septiembre de 1850 y fue bendecida el 11 de junio de 1853.

Este templo se levanta en una planta rectangular de 18 metros de frente por 33 metros de fondo, cuyos muros de mampuesto poseen un espesor de 0.58 metros aproximadamente. Este rectángulo se divide en tres naves: la central, donde se haya el coro, mide 8.36 metros de ancho. Sobre ella se levanta una hermosa cúpula construida primero en madera y yeso la cual fue reparada en 1867, al sufrir deterioro dichos materiales, siendo sustituida por ladrillos. Esta cúpula deja pasar a través de sus ventanas de vidrios de colores, la luz que ilumina hermosas pinturas murales de los cuatro evangelistas que aparecen en sus pechinas.

Al fondo del presbiterio se encuentra la sacristía. Sobre las naves laterales y justo en su fachada principal se levantan dos torres.

En sus fachadas aparecen pilastras corridas, resguardando tres portones en la entrada principal y dos por los laterales, además aparecen los típicos elementos decorativos de frontones rectilíneos.

Iglesia “Los Amigos”.
Perteneciente a la rama protestante fue fundada el 14 de noviembre de 1900. Sus miembros también se denominan “Cuáqueros”. Tuvieron su origen en Inglaterra e iniciaron su movimiento a principios del siglo XVII, llegando a Cuba procedente de los Estados Unidos.

Para su fundación se alquiló una casa en la Plaza de la Fortaleza, luego se trasladan hacia otro punto en la calle J. Agüero, frente a la Logia “Unión Fraternal”, y posteriormente, entre 1901 y 1902 compran un terreno en esta misma calle donde se construye la Iglesia, el colegio y la casa pastoral.

La edificación presenta una cubierta de cuatro faldones de techos de tejas francesas, la fachada al estilo neoclásico con pretil liso, la carpintería es de cuarterones, el campanario está erigido sobre un pórtico con columnas del orden toscazo y sufrió una modificación sustituyéndose el original en forma de pináculo por el que posee actualmente.

Arquitectura militar, (ejemplos importantes).
La triste experiencia producida en América por las repetidas guerras con la nación inglesa, cuyas expediciones encuentran indefensas las costas cubanas dada la escasez de fortificaciones militares; la preocupación del gobierno español sobre la posible influencia en Cuba de las luchas de los territorios hispanoamericanos por mantener su independencia recién conquistada; la afluencia de corsarios sobre nuestras costas, motivan la necesidad de fortificar los puertos. Bajo estas circunstancias, el 16 de enero de 1817 se coloca la primera piedra de la Batería que llevaría el nombre de “Fernando VII” y que terminaría de construirse el 2 de junio de 1818, con un costo inicial de 10 073 pesos y 4 reales.


Esta fortaleza se construyó insinuándose al mar, franqueando la boca de la bahía de donde se podía hacer fuego a las embarcaciones desde que éstas se encontraban mar afuera, en una zona de la costa donde se hacía difícil el desembarco por ser muy abrupta y batir el mar con gran fuerza.

La Batería “Fernando VII” se encuentra separada de la tierra por un foso y el acceso es a través de un puente de madera. La construcción se pronuncia hacia el mar protegida por un parapeto circular formada por dos muros de mampuesto de 0.50 metros cada uno, separados entre sí por un relleno de 0.80 metros de tierra y piedra.

Los muros de mampuesto de las naves que forman dicha construcción tienen 0.50 metros de espesor. Sus techos son en colgadizos, con alfardas de madera, encima presenta un entablamento, terminando el mismo en tejas criollas. Sus puertas y ventanas son a la española, estas últimas están protegidas por rejas de hierro.

En ella se emplearon tres cañones de hierro calibre 24.2, con proyectiles de a 8 y uno del calibre 4, los que miraban hacia el mar, además de poseer un cañón calibre 12, que estaba dirigido hacia la tierra. Este armamento no llegó hasta nuestros días.

En 1988, esta construcción militar se restauró, eliminándose las variaciones que a través de más de cien años se le hicieron y otorgándosele su aspecto original. Un nuevo proceso restaurativo se le practicó en el inicio del siglo XXI, donde se le incorporó portal a las dos naves interiores producto de la investigación y hallazgo del proyecto original, encontrado en el Museo Militar de la Coruña, en España.

Los Cuarteles.

Desde que se establecieron por primera vez los destacamentos gibareños, con tropas de línea, el de artillería en 1820 y el de infantería en 1824, como consecuencia del desarrollo que va adquiriendo el poblado y en sustitución de las milicias del país que cubrían el servicio de la plaza, estas tropas se alojaban en casas particulares alquiladas por el estado, generalmente en la casa de madera situada en Buena Vista (hoy Avenida Rabí), esquina a Dolores (actualmente calle Ricardo Sartorio), que no se conservó para la posteridad.

En 1854, los vecinos más acaudalados de la villa se reunieron para cubrir el presupuesto con vistas a la construcción de un Cuartel donde se alojara el destacamento de infantería y posibilitar así la permanencia de una compañía armada en el pueblo. Ese cuartel se empezó a construir en las alturas de La Vigía, pero al verlo el entonces Capitán General de la Isla (1855) Don José Gutiérrez de la Concha, consideró que la altura de la loma donde se había ubicado el Cuartel resultaba perjudicial para la salud de los soldados, por las fatigas que ocasionaba el ascenso y en consecuencia, ordenó la suspensión de la construcción. Hasta hoy nos han llegado sus ruinas. Consta de un bloque principal de planta rectangular y un martillo lateral, sus muros son de mampuesto; el ladrillo se utilizó como elemento estructural en arcos, columnas y huecos de ventanas, todo a vista. Su acceso principal está conformado por tres vanos en arcos de medio punto.

Esta construcción, aunque inconclusa, es la mayor de carácter militar colonial de nuestra villa. Su ubicación en lo alto de la elevación le confiere un gran valor paisajístico y constituye un punto mirador desde el cual se observa gran parte de nuestra ciudad.

La Muralla y sus respectivos fortines.


La construcción de la muralla de la ciudad de Gibara y sus respectivos fortines obedeció a razones políticas y económicas. La necesidad que tenían los vecinos de la villa de proteger sus bienes e impedir la entrada de los mambises en la llamada “España Chiquita”, fueron argumentos decisivos.


La construcción se inició en los primeros años de la década de 1870 y fue concluida alrededor de 1875.

La muralla comenzaba desde la orilla del mar en la parte norte del litoral, lugar que aún se conoce como Punta de Muralla; continuaba subiendo por delante de los Colgadizos hasta la Vigía (parte más alta del pueblo), pasaba por detrás del cementerio hasta terminar pegada a la costa por el otro lado, donde se encontraba la antigua estación del ferrocarril Gibara-Holguín.

El muro construido tenía más de 2 000 metros de longitud, dos metros de altura y 61 centímetros aproximadamente de espesor. De tramo en tramo estaba reforzado por pilares interiores en sus ángulos salientes.

Los muros y pilares interiores, así como los fortines se construyeron con sillarejo y los techos y pisos de los últimos eran de madera, usando además tejas en las cubiertas.

Inicialmente, la muralla contaba con 5 fortines y dos tambores de defensa. Entre 1875 y 1895 se le construyen dos nuevos fortines.

De esta manera lograron los vecinos de Gibara ponerse a cubierto de cualquier sorpresa, pues se hacía guardia permanente, tanto en los tambores de defensa como en los fortines, por soldados de la propia guarnición de éstos y con ayuda de los voluntarios.

Aunque hasta nuestros días no han llegado documentos que lo confirmen, la información oral transmitida de generación en generación afirma que a las seis de la tarde se disparaba un cañonazo que indicaba el cierre de las puertas de la ciudad.

Debe decirse que este tipo de fortificación está dentro de la tipología militar usada en nuestro país a partir de la segunda mitad del siglo XIX y que obedece a los cambios ocurridos en la poliorcética. Gibara fue una de las dos ciudades amuralladas de Cuba (la otra fue la capital del país).

Durante el gobierno del General Ricardo Sartorio Leal, (primer alcalde que tuvo la villa en el período republicano) se ordenó demoler la muralla para el relleno de las calles y ensanchamiento de la ciudad. Aún quedan los restos como testigo de una época.

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Casa de Gibara, Patio Interior




Gibara, Morfología arquitectónica



El desarrollo arquitectónico en Gibara desde su fundación y hasta los primeros años del siglo XX, en que comienza a decaer el esplendor económico alcanzado por la villa, está caracterizado por tres períodos bien definidos que comprenden desde 1817 a 1850, de 1850 a 1902 y de este a 1930 aproximadamente.


A partir de 1817 y hasta mediados del propio siglo XIX, en correspondencia con el incipiente nivel económico, se desarrollaron los códigos arquitectónicos que se aplicaban desde hacía tiempo en el país con la influencia mudéjar fundamentalmente, cubriendo un repertorio temático amplio. Dentro de las técnicas constructivas se usó el muro de mampuesto o ladrillo, las cubiertas se realizaban con armaduras de madera cubierta de tejas criollas, el esquema en planta que prevalece responde al de la casa con patio central rodeada de galerías o colgadizos en dos, tres o cuatro de sus lados en dependencia de la forma de L, U, C o anular alrededor de todo el patio central, el puntal era pequeño. Se utilizó profusamente la madera tanto en interiores como en exteriores.

Desde la década de 1850 y hasta 1902 aproximadamente, irrumpen con fuerzas los códigos arquitectónicos del estilo neoclásico. Sin embargo, mientras la clase pudiente desarrolla obras importantes en la trama urbana dentro de este estilo, que la hacen predominante, los sectores populares seguirán realizando una arquitectura similar al período anterior.


La aplicación en la segunda etapa mencionada de los códigos neoclásicos estuvo diferenciada, ya que se construyeron nuevas obras que respondían a dichos códigos, como la Iglesia, el Teatro, el actual Museo de Arte e Historia, etc, pero en otras intervenciones se usaron elementos formales del neoclásico en obras ya construidas con anterioridad o sencillamente se sustituía la fachada y otros detalles decorativos y componentes, fundamentalmente en viviendas, donde se integraron los códigos formales del neoclásico con la arquitectura tradicional anterior, manteniendo la forma de la planta, los techos de tejas, asimilando sólo algunos elementos del nuevo estilo.


Por corresponderse esta segunda etapa con la mayor prosperidad económica de la villa, las construcciones se caracterizaron por la majestuosidad y sencillez de la forma, permitiendo la continuidad y homogeneidad a lo largo de las calles. El uso de pórticos columnares-arquitrabados en las plazas y litoral, balconajes, molduras que separan los niveles, acentuaron la horizontalidad. Predominan las edificaciones de una sola planta con alto puntal, aunque existen construcciones de dos niveles muy importantes. Los portales y corredores que aparecen alrededor de las tres plazas y a todo lo largo de la calle Ronda La Marina enriquecen la expresión formal de las edificaciones y su entorno. La mayoría presenta techos planos (por tablas) y en algunos es interesante la presencia de pies derecho de madera de gran puntal con capitel también de madera con reminiscencias del arte jónico.


En el último período mencionado (1902-1930 aproximadamente) se aprecian algunos ejemplos significativos dentro del estilo ecléctico como la hoy Biblioteca Municipal, el Hotel Ordoño, etc, y en menor medida manifestaciones del Artdecó (Sectorial de Cultura actual), integrándose en un diálogo armonioso a través de similares expresiones compositivas, al mantener parámetros como: altura de vanos, puntales, pretiles, etc. En la inserción de esta parte de la arquitectura moderna ocurre algo semejante a lo sucedido con la entrada del neoclásico en Gibara, es decir que paralelamente a la construcción de obras se trasformaron algunas de las existentes, fundamentalmente a nivel de fachada y elementos componentes.

A partir de 1930 y hasta 1959 debido al colapso económico que sufrió la villa, se interrumpió el desarrollo constructivo que había alcanzado la misma, no hubo prácticamente nuevas intervenciones en este sentido, y la ciudad pudo preservar ese encanto colonial que la caracterizó.

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Gibara, Sistema de plazas



Plaza de la Fortaleza:

Debe su nombre a la Batería de Fernando VII. Surgió en 1817 cuando comienza la construcción de dicha Batería y quedó conformada en los primeros años de desarrollo de la villa.


Se caracteriza por ser una plaza cerrada tomando la forma que le imponen las irregularidades del litoral. A ella llegan varias calles importantes de la ciudad.

En sus inicios fue una plaza seca pero en la época republicana se le incorpora un parque con vegetación, bancos y una estatua que simboliza el amor maternal.

El marco escenográfico de la misma está compuesto por edificios de valor arquitectónico y urbano, como la Casa Da’Silva, muchos de ellos con portales de diferentes estilos y características constructivas.

En la época de su surgimiento concentró un núcleo poblacional importante, así como sirvió de espacio al desarrollo de funciones fundamentales como las generadas por la primera casa de gobierno en ella ubicada.

En la actualidad se insertan actividades de servicios, administrativas, turísticas, recreativas, políticas y astronómicas. Existe en ella un área de almacén, aunque predomina el sector residencial.


Plaza Mayor o de Armas


Quedó estructurada al concluirse la Iglesia Católica en el año 1853. Es una plaza con abundante vegetación. Su estructura es cerrada por cuatro calles importantes.

La rodean una serie de edificios con diversos niveles de realización, de alto puntal, en su mayoría con diferentes estilos y aún cuando se insertan algunos inmuebles que por su forma no armonizan con el entorno, en la generalidad se integran, para conformar un perfil bastante homogéneo y prevalecen los de altos valores arquitectónicos y urbanos.


Como elemento jerarquizador encontramos la Iglesia Parroquial y una Estatua de la Libertad.

Esta Plaza asimiló desde sus inicios actividades esenciales tanto en el orden cívico, religioso como recreativo, comercial y de hospedaje, así como en ella se construyó la Segunda Casa de Gobierno, las sedes del Casino Español y del Teatro.


Actualmente la plaza lleva el nombre de Parque Calixto García y aún cuando se desarrollan actividades que les fueron propias desde sus inicios: administrativas (está la sede del Poder Popular), religiosas (Iglesia Parroquial), culturales y recreativas (teatro, cine, biblioteca, museo), disminuyen la actividad comercial y desaparece la de hospedaje.

Plaza del Cementerio o Colón
Con el desarrollo de la trama urbana se hizo necesario trasladar el cementerio que existía en 1846. En el lugar que éste ocupaba surgió la Plaza, destinada a constituir en su día la Plaza del Mercado por su estratégica y céntrica posición respecto a la ciudad, pero nunca se logró.

Sus características responden a una plaza verde, cerrada, difiere de la anterior en que interrumpe el trazado de una de las calles que a ella llegan. Está rodeada de edificaciones de altos valores con portalería, como el ocupado por la Casa de la Cultura.

En su centro se ubicó un obelisco en homenaje a José Martí en diciembre de 1949.

Inicialmente se dotó de viviendas y más tarde se le incorporaron actividades comerciales y recreativas como el edificio que ocupaba la Sociedad Española. En la actualidad lleva el nombre de Plaza de la Cultura y en ella se encuentra ubicada la Casa de Cultura “Raúl Gómez García” (antiguo edificio de la Sociedad Española), el Instituto de belleza “Marbella”, la sede de la Cruz Roja, el Palacio de Pioneros y el Palacio de la Artesanía de la Asociación Cubana de Artesanos Artistas (ACAA).

Las otras dos plazas que quedaron conformadas en el siglo XIX no tuvieron mayor repercusión en la villa, por lo que no llegaron hasta nuestros días. Ellas fueron:

Plaza del Desengaño 
Ubicada en la zona oeste, donde se encontraba la entrada principal de la villa, enmarcada por las calles Leyva, Independencia y Narciso López.


Plaza del Príncipe Alfonso
Ubicada en la zona norte, delimitada por las calles Calixto García, J. Agüero, Mariana Grajales y Jesús Del Sol.
Las ordenanzas de población disponían, tomando la antigua experiencia medieval, que la plaza y no sólo ella, sino también sus cuatro calles debían tener portales para mayor comodidad de las personas que a ellas concurrían. Esto fue aplicado parcialmente a la villa, ya que alrededor de las tres plazas principales (Plaza de la Fortaleza, Plaza Mayor o de Armas y Plaza de Colón) se construyeron portales, no así en las calles que de ellas parten. No obstante, también se construyeron portales a todo lo largo de la calle Ronda La Marina.


Cementerio

Siguiendo las costumbres de nuestro país hasta el siglo XIX de efectuar los enterramientos bien dentro de la Iglesia o en sus inmediaciones, el primer cementerio de Gibara estuvo localizado al lado de la primitiva Ermita en la Plaza Mayor. Las necesidades de la higiene, el mejoramiento de las costumbres y sobre todo, el desarrollo urbano, debido a la prosperidad económica, obligaron a que el mismo fuera ubicado en la que luego seria la Plaza de Colón. Allí permaneció hasta 1846, en que el incontenible crecimiento espacial de la ciudad demandó trasladarlo al lugar que ocupa en la actualidad.

Este cementerio posee gran valor histórico, pues guarda los restos de destacadas personalidades de la villa, como los del General Ricardo Sartorio Leal, General de la Guerra de Independencia, además de conservar panteones con esculturas de gran significación artística, en su mayoría de creadores italianos. Entre ellas está la Copa del Amor que une a sus relevantes valores estéticos, el de perpetuar una leyenda que forma parte de la literatura de trasmisión oral de la población gibareña.

Gibara, Sistema morfológico actual.



El “Modelo de Ciudad” seguido para conformar la estructura urbana de la villa parece haberse regido por las Ordenanzas de las Leyes de Indias: la lotificación de los terrenos, ubicación de plazas, ancho y posición de las calles en dependencia del clima, situación de las edificaciones alrededor de las plazas en función de las actividades que se desarrollaban en las mismas y de la posición económica de los habitantes en las construcciones domésticas.

Fortificado el puerto con la construcción de la Batería de Fernando VII comienza un despunte del hasta entonces incipiente poblado como centro urbano, debido fundamentalmente al capital español que se asentó en el lugar.

La ciudad establece una agradable relación entre ambiente colonial urbano y naturaleza circundante.

Su trazado se desarrolla a partir de una cuadrícula bastante regular, que creció de este a oeste definiendo en ese sentido tres plazas y un eje (Calle Independencia), que las vincula, conservándose el criterio de ubicar los edificios importantes alrededor de ejes y plazas principales creando de esta forma una zona central que sintetiza los mejores exponentes de la topología arquitectónica que caracteriza a la ciudad. La trama urbana continuó su crecimiento desde esta zona hacia el norte y el sur.

En Gibara, hay manzanas casi rectangulares. Sus calles son relativamente estrechas (oscilan entre 5,50 y 6 metros), excepto Ronda la Marina, la que presenta en su mayor parte un ancho de siete metros.

El crecimiento urbano durante todo el siglo XIX y principios del XX estuvo limitado por la muralla. Desde la cota más alta los techos de tejas sugieren un movimiento y un ritmo que unido a su color característico en contraste con la vegetación de los patios interiores, le imprimen un sello peculiar y la ciudad ofrece una lectura diferente a la que se nos presenta a través del recorrido peatonal por sus calles.

Es de destacar que, como sucede en la plaza andaluza, la de mayor contacto promocional con América, el centro no es la plaza, sino la calle comercial. La calle Independencia, que constituye la arteria principal de la villa, es donde tradicionalmente se ha desarrollado la vida comercial, sirviendo de lazo y formando un sistema de plazas.

Gibara, Caracterización morfológica actual


En la actualidad Gibara, como ciudad cabecera del municipio del mismo nombre, tiene una población de más de 17 000 habitantes distribuidos en dos Consejos Populares.


La creación del Astillero “Alcides Pino”, la Cooperativa Pesquera “Luis Hernández, la Hilandera “Inejiro Asanuma”, las fábricas de tabaco (consumo nacional y de exportación) y diferentes industrias locales han diversificado la producción industrial de la villa, tanto para satisfacer necesidades de su población como de otros lugares del país, además de constituir fuentes de trabajo para sus habitantes.

Su economía, sin embargo, esta servida fundamentalmente del sector agrícola, diseminado por todo el municipio y desarrollada a través de cooperativas de producción agropecuaria y de créditos y servicios, de un fuerte movimiento anapista y de la labor de entidades creadas por la Revolución como la Granja de Cultivos Varios, la Empresa Pecuaria “Hermanos Sartorio”, la Finca de Producción de Semillas, la Estación Experimental de Café y Cacao, centro de acopios y otras unidades, en las que no ha faltado la aplicación de los adelantos de la ciencia y la técnica.

En la esfera de la salud, está en servicio un hospital con más de 100 camas, un hospital psiquiátrico que asimila pacientes de toda la provincia (140 camas), un policlínico, una clínica estomatológica, un hogar materno, uno de ancianos, una unidad de Higiene y Epidemiología y 40 Consultorios del Medico de la Familia.

En la educación existe un Círculo Infantil, un Seminternado, cuatro centros escolares primarios, una Secundaria Básica, una Escuela de Oficio, una Facultad para la Educación de Adultos, un politécnico de la Salud, un Escuela Especializada para estudiantes con retraso escolar y mental. A ello debe agregarse que con los nuevos programas, trabaja una escuela destinada a impartir el Curso Integral para Jóvenes y existen cuatro Sedes Universitarias Municipales (del MES, Pedagógica, de Cultura Física y de Ciencias Médicas).

En el ámbito de la Cultura Gibara posee tres museos especializados (Historia Natural; Historia y Arte) que atienden a la población y al turismo nacional y extranjero. Posee además una Casa de Cultura, Cine, Sala de Video, una Biblioteca Publica (que es la más antigua de la provincia de Holguín), librerías, dos galerías de arte, una de ellas del pintor Cosme Proenza, una personalidad de las artes plásticas cubanas contemporáneas.

Gibara es además sede de importantes eventos culturales cada año. Junto a la Semana de Cultura, se realiza el Festival Internacional de Cine Pobre “Humberto Solás”, con la participación de importantes cineastas de todo el mundo.

Gibara, Correos y telégrafos.


Teniendo en cuenta la necesidad del establecimiento de una administración de correos que garantizara el servicio de la correspondencia pública y de oficio, el 7 de junio de 1834, una representación del pueblo se presentó al gobierno solicitando la construcción de un hijuelero de correos entre Gibara y Holguín.

El 9 de noviembre de ese mismo año, acudiendo a la referida petición, se creó una oficina con la denominación de Administración de Correos de Tercera Clase, que realizó su labor por tierra a través del viaje diario a Holguín para unir allí la correspondencia con la que partía diariamente también de Santiago de Cuba para La Habana, en combinación con los demás pueblos de la Isla. Las noticias de la capital del país se recibían así con ocho días de retraso.

Este servicio de Correos perduró hasta el estallido de la insurrección de Yara, que interrumpió en el país las comunicaciones por tierra hasta aún después de haber terminado la guerra en 1878. La correspondencia pública y de oficio se debió enviar durante este tiempo en los vapores costeros que recorrían la parte norte de nuestro país.

El telégrafo se estableció el día primero de enero de 1870.

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Gibara, Escultura


La Copa del Amor.

Esta escultura es la más popular de cuantas existen en la Villa, debido a que sobre la misma se han tejido varias leyendas que atraen el interés de los habitantes y de personas llegadas a la ciudad.

Ella se llamó Ygnacia Nates Mastrapa, el, Adolfo Ferrín. Dicen los gibareños que aquellos dos, sintieron uno por el otro, "un amor como no hay otro igual". En cierta ocasión, en fecha próxima al casamiento, Adolfo salió de viaje al exterior para cumplir con tareas de su trabajo. Poco después llegó la infausta noticia: el barco naufragó, el novio murió.  Ygnacia se vistió de luto riguroso. Pero un día tocaron a la puerta de su casa; ella fue a ver quién era y en el umbral apareció su amado. Fue tanta la emoción que la chica cayó fulminada por un infarto.
La verdad era que la noticia del naufragio era falsa, pero la muerte de Ygnacia fue real. Entonces él mandó a construir un Monumento funerario, el que en Gibara se conoce como La Copa del Amor.

A la nada romántica Real Realidad poco le importa que habría sido hermoso que la anterior historia fuera verdad, pero aunque en el Cementerio de Gibara esté la escultura, aunque sea posible probar la existencia de Ygnacia y Adolfo, la verdad es otra, modesta como es siempre la verdad, hermosa y fugaz, pero otra.



Monumento de las madres.
Es una escultura de bulto redondo y gran formato realizada por el escultor Carlos Era Barceló utilizando para ello piedra de jaimanitas en todo el conjunto.


El grupo escultórico está formado por dos figuras humanas: la madre que aparece sentada y su hija, de pie en la parte derecha; donde a través del uso de elementos artísticos y formales sutilmente ejecutados por el creador, se develan al paso de nuestra mirada los valores estéticos y sentimentales recogidos en la obra, a lo que contribuye también la relación con el entorno, para que tengamos el privilegio de recordar la fecha en toda su dimensión, con la sencillez y la alegría de saber que cada día puede existir un motivo para rendir un homenaje a las madres.

Estatua de la Libertad.


Se encuentra en La Plaza Mayor o de Armas (hoy Parque Calixto García). Su ejecución fue encomendada a una reputada casa Piedra Santa, Italia, propiedad de un marmolista de apellido Luisi, quien utilizó como modelo el retrato de una gibareña llamada Aurora Pérez Desdín. Está trabajada en mármol de carrara y tiene una tarja donde se inscribe: “A los libertadores de la patria” y en el pergamino que porta en la mano la figura aparece la fecha del 25 de julio de 1898, día en que entraron los mambises a Gibara.


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Gibara, Música


La ceremonia de fundación de Gibara en 1817 estuvo amenizada por los acordes de una orquesta y la misa solemne que se celebró en ese día contó con un coro que ejecutó música religiosa, marcando de esta manera el nacimiento de la población. Orquesta y coro, por supuesto, vinieron desde otro lugar, pues el poblado comenzaba a formarse a partir de ese mismo momento.

En la década de los años treinta del siglo XIX existen referencias sobre música religiosa y también profana interpretada en Gibara durante la celebración de las fiestas de altares de la cruz.

Hacia 1840 la Iglesia Parroquial contaba con un coro dirigido por el pardo bayamés Rafael Mesa, quien fungía como sacristán de la misma. Por esta época se iniciaron también las tertulias familiares en las que muchas veces se ejecutó música vocal e instrumental.

Además en esa etapa fueron utilizados ocasionalmente los almacenes del comerciante extremeño Don Álvaro Prieto para desarrollar bailes amenizados por agrupaciones musicales.

A partir de 1860, un mayor desarrollo socioeconómico del poblado gibareño, estrechamente relacionado con la continua entrada de embarcaciones en el puerto, abrió nuevos horizontes a las manifestaciones musicales. En esta década surgió una banda civil en la población dirigida por Don Miguel Pascual y Ferrer.

Al iniciarse la guerra de 1868 existía ya un casino, el “Príncipe Alfonso”, que desarrollaba bailes y conciertos.

Durante la guerra la población de gibareños se triplicó y la vida social, aunque esto sea paradójico, se intensificó, como consecuencia de la llegada de numerosas familias de españoles y de elementos afines a España, que abandonando sus residencias en la vasta jurisdicción holguinera se mudaron a Gibara en busca de la seguridad que les ofrecía el puerto y el sistema de fortificaciones; esas familias poseían en su inmensa mayoría cierto poder económico y traían a sus hijos e hijas jóvenes, ansiosos de diversiones, los que coincidieron en el pueblo con la tropa, pero sobre todo con la oficialidad de los regimientos españoles destacados en la Villa y de las tripulaciones de los barcos de guerra que muy frecuentemente arribaban al puerto. Tanto los regimientos del ejército regular como la marina poseían bandas de música, las actividades sociales se multiplicaron, desarrollándose bailes y retretas que fueron conformando el gusto musical de los vecinos de Gibara.

Por estos tiempos se mencionan especialmente la banda del Cuerpo de Bomberos y la del Batallón de Cazadores de Santander, destacado en Gibara. Al finalizar la guerra existían en las casas de la villa más de 30 pianos.

En ocasiones se carece de información para poder seguir la secuencia del desarrollo de la música local, no obstante, se conoce que en la década de los 80 del siglo XIX surgió una de las mejores orquestas típicas que tuvo la villa dirigida por Juan Miguel Gómez, que ofrecía conciertos y amenizaba bailes, e incluía en su repertorio valses, sones y guarachas.

Durante esta década y la siguiente se sigue entonando música en las tertulias familiares, son frecuentes los bailes en las instituciones de recreo, las retretas en la plaza pública y la visita de bandas, sobre todo de la Marina. En 1890, con la inauguración del Teatro del Casino Español, se cuenta con un magnífico local para el desarrollo de actividades que incluyan música.

A partir de 1902 cobran auge las manifestaciones musicales entre los alumnos de las escuelas públicas y privadas.

Entre los gibareños que adquieren fama en el ámbito musical nacional e internacional en las primeras décadas republicanas se cuentan el violinista Fermín Cardona Urgellés, el guitarrista José Rey de la Torre y el compositor Rafael Vega Caso.

En 1925 surgió el primer trío de reconocido prestigio en la Villa: el de José Romero Yero, pero fue durante la década de los años treinta cuando se inició un despegue de agrupaciones musicales en la localidad. En 1938 debutó la orquesta tipo jazz-band “Villa Blanca” dirigida por Víctor Roberto Cruz Velasco (Rubén), que coincidió en tiempo durante los años cuarenta con las orquestas “Gómez-Suárez” (conocida también como “Sonora Cristal”), con las “Hermanos Angulo” y “Hermanos Gómez” y con los conjuntos: “Los Amigos”, dirigido por Ángel Perez (El Pombo), el de Carlos Bruceta y el de la familia Hernández-Mayo. Estas agrupaciones estuvieron casi totalmente formados por músicos empíricos, o “de oído” y surgieron y se desarrollaron en un momento en que Gibara era la estación veraniega de Holguín, visitada por centenares de personas ansiosas de diversión, lo que permitía dar contenido de trabajo a estas y otras orquestas que amenizaban las fiestas desarrolladas en muchas ocasiones de forma simultánea en tres balnearios y además en otros locales sociales. Los músicos gibareños encontraron una fuente de trabajo relativamente bien remunerada en una época difícil para muchas personas en esta población. Quizás fue esta una de las causas del desarrollo de las agrupaciones musicales locales.

Este auge inició una curva de descenso a partir de mediados de la década de los años cincuenta al irse trasladando cada vez más la afluencia de veraneantes holguineros hacia la playa de Guardalavaca y también como consecuencia de la crítica situación social en que se sumió el país durante el gobierno de Fulgencio Batista. Luego del triunfo revolucionario, en 1960, surgió la orquesta “Siboney”, dirigida por Juanito Angulo, y en 1969, “La Tropimar”, dirigida por Rubén Cruz Cuesta (Purro).

Para leer: Manuel Galván en la cima del Buena Vista Social Club, hacer clic aquí

En esta etapa surge un poderoso movimiento de aficionados, en el que se destacan grupos musicales como: el conjunto “Los Amigos” que luego toma el nombre de “Conjunto Típico Unión Gibara”, el grupo “Melodías Fértiles”, de la Fábrica de Hilazas de Algodón “Inejiro Asanuma”, el “Trío Villa Blanca”, la orquesta típica “Ídolos del Ritmo”, el coro de la Milicias Nacionales Revolucionarias dirigido por Antonio Lemus Nicolaus, el cuarteto “Los Zafiritos”, los grupos “CH4”, grupo “Los Caminantes”,de Floro Pérez, el trío “Los Duques”, la brigada infantil “Víctor Jara`, el Coro Infantil “Los Amiguitos de la Cultura” y otras agrupaciones más, entre ellas el grupo femenino “Bahía” y el trío de “Los Hermanos Galván”, y en los momentos actuales el Grupo “Aguapé”, el trío “Galace”, el cuarteto “Ópalo”, algunos tríos y numerosos solistas, algunos trovadores, que conforman el movimiento de artistas aficionados con resultados relevantes en eventos nacionales e internacionales, aún cuando en estos momentos se carece en la localidad de agrupaciones profesionales.

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Gibara, Artesanía


La artesanía tradicional gibareña es muy conocida, desde el siglo XIX, con los avios de pesca como los jamos, redes, atarrayas y los trabajos que se hacían de conchas, reconociéndose entre estos el tradicional collar de coquinas.

El tejido a crochet y frivolité y el bordado a mano llegó con los inmigrantes del área hispana, el cual se fue trasmitiendo de generación en generación, pues las jóvenes casaderas debían confeccionar el ajuar con sus propias manos.

También cabe destacar el trabajo con fibras y la muñequería que se generalizó en la etapa del capitalismo entre las capas sociales más pobres de la localidad.

Actualmente se cuenta con un amplio, movimiento artesanal, integrantes de la Asociación Cubana de Artesanos y Artistas.

El número de técnicas y la variedad de productos, se ha incrementado, destacándose la talla en madura, hueso y tarro, el variado trabajo de muñequería, tejidos, bordados, deshilados y la misceláneas. Los artesanos han participado en múltiples eventos en todo el país y su obra posee gran calidad artística reconocida por entendidos en la materia.

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Gibara, Imprentas y periódicos


Numerosas imprentas y periódicos existieron entre finales del siglo XIX y los primeros 60 años del siglo XX en Gibara.

En 1873 fue adquirida por Don Gregorio Fernández de la Vega la primera imprenta que se estableció en la localidad, utilizada sólo para anuncios mercantiles, tarjetas de felicitación y trabajos similares. Poco tiempo más tarde el propio Fernández de la Vega adquirió otra imprenta donde se editaría el periódico EL PORVENIR, primer periódico que tuvo Gibara, cuyo número inicial salió el 4 de marzo de 1875.

La imprenta EL PORVENIR fue vendida, primero llegó a manos de Don Ezequiel Ruiz del Valle y luego a Rafael Cuesta López y a Martín Bim Canta. En ella se editaron además, en la época colonial el periódico semanal LA MUJER (1882) y el semanario informativo LA LINTERNA (1894).

En el siglo XIX aparecen dos imprentas más: LA CONSTITUCIÓN, propiedad de Don Juan Calderón y Rodríguez y el establecimiento tipográfico de Martín Bim Canta, introducida por éste alrededor de 1886. La primera de ella publicó el periódico LA CONSTITUCIÓN ESPAÑOLA (1884) y la segunda, EL FERROCARRIL (1891) y EL TRIUNFO (1898).

EL BUENDESEO, órgano de la raza de color, LA LEGALIDAD, GRITO DE YARA y EL PROGRESO, fueron los nombres de otros periódicos que vieron la luz en Gibara en los últimos años del siglo XIX.

Debe significarse que de las imprentas mencionadas sólo la de Martín Bim publicó libros como: COLECCIÓN DE POESIAS INÉDITAS DE JUAN CRISTÓBAL NÁPOLES FAJARDO; El Cucalambé (1886); MACEO, poesía de Fernando García y Grave de Peralta (1899) y GIBARA Y SU JURISDICCIÓN, de Herminio Leyva.

En la época republicana, el establecimiento tipográfico de Bim Canta se convirtió en la imprenta Bim y Prades y aparecieron otras como “El Comercio” (alrededor de 1915), de Atanagildo Cajigal; “El Gibareño”, de Faustino Ramos y “Antorcha” de los hermanos Friman Expósito, entre otras.

En ellas aparecieron periódicos como El Semanario LA VERDAD (1900); PRO PATRIA (1914); EL COMERCIO (1915); TRIBUNA LIBRE (1923); EL GIBAREÑO (1932); LIBORIO (1940); ANTORCHA AUTÉNTICA (1945), por mencionar sólo algunas. También se publicaron las revistas GIBARA ILUSTRADA (1914), TRADICIONES GIBARAREÑAS (195?), CLUB-200 y PERSONALIDAD, de la década de 1950.

En ediciones de libros, a la labor que había hecho en este sentido la imprenta de Bim Canta en el siglo anterior se unió también la de Atanagildo Cajigal y de estos establecimientos salieron publicados los títulos: ODISEA DEL GENERAL JOSÉ MACEO, de Máximo Gómez (1905); SOUVENIR: JUEGOS FLORALES (1923); ESTAMPAS DEL REGRESO, de Armando Leyva (1923); AQUÍ (1956), poemas y cuentos de Alberto Ríos.

Algunas de estas imprentas y periódicos llegaron y existieron luego del triunfo Revolucionario. Después de 1959 fueron publicados en la década de 1960 los periódicos VENCEREMOS y BAHÍA, los que no perduraron por mucho tiempo.

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