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La aldea a la mano (Holguín, Cuba)

3 de abril de 2019

Cuando Colón nombró Juana a la isla de Cuba



Por: José Juan Arrom
 
¿Juana?

Pasan días, semanas. [Colón] sigue explorando las costas de la isla [de Cuba], sigue deleitándose en redactar líricas descripciones de su sorprendente belleza y sigue llamándola como de costumbre: Cuba. Pero el 5 de diciembre, listo a partir en busca de otras tierras, de pronto anota: “De esta gente diz que los de Cuba o Juana, y de todas esas otras islas, tienen gran miedo”. Y pocos renglones más abajo: “Así que [...] determinó de dejar a Cuba o Juana”.

Juan de Aragón (príncipe de Asturias)
Juana la llamó por el príncipe don Juan, hijo y heredero de los Reyes Católicos. Y una vez yuxtapuesto el término castellano al nombre indígena, comienza el forcejeo entre los dos topónimos. 
Al siguiente día, 6 dediciembre, Colón se olvida de la anotación anterior y simplemente escribe: “Los puertos de Cuba”. Pero pronto vuelve a las andadas. El 11 de diciembre anota: “La Juana, a que llaman Cuba”. El día 12: “La isla Juana de Cuba”; el 21, prescindiendo ya del nombre aborigen: “En las otras tierras de la Juana”. El 24: “La tierra de la Juana, a que ellos llaman Cuba”. Y el 6 de enero: “La isla Juana”. 
Diez días después, el Almirante pone proa rumbo a Europa. En alta mar, cerca de las Azores, redacta la carta más importante de cuantas se han escrito sobre América, pues con esa entra el Nuevo Mundo en la historia de Occidente. Pero en ella para nada menciona ya la palabra Cuba. Al hacer relación de las islas que acaba de descubrir dice:

A la primera que yo hallé puse nombre San Salvador, a conmemoración de su Alta Majestad, el cual maravillosamente todo esto ha dado: los indios la llaman Guanahaní. A la segunda puse nombre la isla de Santa María de Concepción; a la tercera Fernandina; a la cuarta Isabela; a la quinta isla Juana y así a cada una nombre nuevo [...]”[1].

Y en el resto de la carta [Cuba] es siempre Juana:

Cuando yo llegué a la Juana [...] así como de la Juana [...] por la isla Juana [...]” 

El proceso de sustitución había llegado a su fin. Ahora bien,el propósito del Almirante resultó fallido. Los españoles que vinieron tras él, cediendo ante el misterioso atractivo de la voz indígena, pronto olvidaron lo de Juana.

Próximo texto: Cuando a Cuba la llamaron Isabela
 


[1] En la edición de Julio F. Guillén: “El primer viaje de Cristóbal Colón”, Madrid, Instituto Histórico de Marina,1943, pp. 67 y ss.

Trayectoria del nombre de Cuba



Por: José Juan Arrom

El primero en registrar el nombre de Cuba, y también el primero en tratar de sustituirlo, fue Colón. El 21 de octubre de 1492 lo asienta por primera vez en su Diario de viaje. Parece que no lo había escuchado bien, y por eso escribe: “Otra isla grande mucho, que creo que debe ser Cipango, según las señas que me dan estos indios que yo traigo, a la cual ellos llaman Colba”.

Dos días después, habiendo afinado mejor el oído a los sonidos de la lengua taína, apunta: “Quisiera hoy partir para la isla de Cuba, que creo que debe ser Cipango, según las señas que dan esta gente de la grandeza de ella y riqueza.” 
Al día siguiente escribe el Almirante: “Esta noche, a media noche, levanté las anclas [...] para ir a la isla de Cuba, adonde oí de esta gente que era muy grande y de gran trato, y había en ella oro, y especerías, y naos grandes, y mercaderes”. 
Y el 26 de octubre: “Dijeron los indios que llevaba que había de ellas a Cuba andadura de día y medio con sus almadías [...]”. Partió de allí para Cuba, porque por las señas que los indios le daban de la grandeza y del oro y las perlas de ella, pensaba que era ella, conviene a saber: “Cipango”.

El domingo 28 de octubre arriba a la soñada Cipango. La suavidad del clima, la belleza y verdor de los árboles, la abundancia de flores y las muchas aves y pájaros que cantaban dulcemente lo llenan de admiración y de júbilo. Vierte la euforia del descubrimiento en renglones descriptivos que cobran tensión de prosa poética. Y en ese primer elogio de Cuba en lengua española nos deja una frase inolvidable: “Es aquella isla la más hermosa que ojos hayan visto”.


El nombre de Cuba: sus vicisitudesy su primitivo significado.




(Discurso del sabio holguinero universal, José Juan Arrom, quien fuera profesor de la Universidad de Yale, por muchos años, al ingresar a la Academia Cubana de la Lengua, leído el 23 de abril de 1964, Día del Idioma y publicado por la Academia Cubana de la Lengua, La Habana, 1964, y como un capítulo de Estudios de lexicología antillana, Casa de las Américas, La Habana, 1980, y en la 2da.edición, corregida y aumentada de ese mismo libro, San Juan, Editorial de la Universidad dePuerto Rico, 2000, pp. 5-18). 


Señor director,
señores académicos,
señoras y señores:

Los que nos dedicamos al estudio de la literatura, tarde o temprano hemos de ocuparnos también de la materia con que se forja la literatura, es decir, de las palabras en que ésta cobra forma. Y por eso, al recibir la honrosa distinción, que profundamente agradezco, de haber sido elegido miembro correspondiente de la Academia Cubana de la Lengua, he creído que mi deber —por académico y por cubano— es comenzar mi tarea en el seno de esta docta corporación poniendo en orden las notas que por largo tiempo he ido reuniendo sobre las vicisitudes y el primitivo significado de una palabra que a todos nos une: el nombre de nuestra patria. 

La palabra Cuba ha tenido, en verdad, una curiosísima historia en los casi cinco siglos de vida que lleva en nuestra lengua. Desde el principio fueron numerosos los intentos por eliminarla como nombre de la mayorde las Antillas, y no menos numerosos han sido luego los esfuerzos por descubrir su significado original. Pero todo ha resultado en vano. Cuba ha seguido llamándose Cuba, y su etimología sigue siendo el inviolado secreto de un pueblo desaparecido.




De la palabra al proceso mental con que los aborigenes taínos captaban, describían y ordenaban la flora y la fauna. (II PARTE)



Conferencia pronunciada por el sabio holguinero José Juan Arrom el día 7 de junio de 1973 en el Salón de Actos de la Asociación de Industrias de la República Dominicana, con motivo de la inauguración de la Sala de Arte Prehispánico de la Fundación García Arévalo, Inc.
Destaquemos, para terminar, algunos ejemplos de zoonimia esto es, palabras con que se nombran animales, según la lógica de pensamiento de los aborigenes taínos de las Antillas.

Manjúas, Manjuarí.



Con el mismo morfema “man”, que significa “todo, totalidad” que vimos en la palabramaíz, se forman varias palabras taínas para nombrar animales.

Así están “manxua” y “manxúa-ken” que significa “mucho” y “muchísimo”. Pues bien, hay unos diminutos pececitos, que se congregan en bandadas muy numerosas, a los cuales en Cuba se les llama, con voz indígenamuy apropiada, “manjúas”.

Y de “manjúa” en el sentido de “mucho” y “arí” que es “diente”, se forma el nombre de otro pez que maravilla a los ictiólogos porque es un eslabón entre el pez y el reptil, que respira por branquias y también por pulmones. Pero no fue eso lo que impresionó especialmente al taíno, sino que el pez citado está dotado de una doble hilera de dientes agudos y fuertes, por consiguiente lo llamó “manjuarí”, esto es: “muchos-dientes”, o como diría nuestro pueblo, con expresivo neologismo, “dientuso”.

Tocororo




Pasando del pez al ave, hay un pájaro de preciososcolores al cual en Cuba se le llama tocororo o tocoloro.
Como se vio en otros textos, en las lenguas arauacas“flor” es “tocororo” o “totocolo”. De ahí que al nombrarlo se consigue una exquisita imagen poética: la de un ave que hiende el aire como unrelámpago multicolor, una flor, y se posa en una rama y florece en pétalos de unverde brillante, azul metálico, suaves grises y rojo bermellón.




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