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La aldea a la mano (Holguín, Cuba)

24 de abril de 2017

Biografía de Julio Grave de Peralta (con datos sobre sus padres), publicado en el periódico El Heraldo de Holguín a propósito de la inauguración en Holguín, el 16 de abril de 1916 de una estatua del héroe



Nació Julio Grave de Peralta en esta ciudad de Holguín, siendo de los primeros que abandonándolo todo, fortuna y familia corrió presuroso al campo de la revolución en el año 1868. le siguieron también sus amantes padres, don José y doña Rafaela, sus hermanos don Liberato, don Pedro, don Belisario, que fue uno de los más aguerridos generales de aquella colosal epopeya, don Francisco y don Manuel, que llegaron a coroneles, éste último de los mencionado, el primer coronel de artillería, que cuando el sitio de Holguín por su hermano Julio, con dos cañones hizo fuego sobre La Periquera desde su casa particular, que destruida desde aquel entonces, aún no ha podido reedificar, y en la que único sobreviviente de sus hermanos, aún habita con 90 años de edad, triste y decepcionado de la República cuyos cimientos contribuyó a edificar.
(Ironías del destino: acaba de firmar el alto Tribunal de Justicia (deteriorado) sentencia a favor de una Compañía extranjera despojándolo a él y a los herederos de su hermano Julio del resto de sus propiedades y fortuna).
A la atrayente y simpática figura de nuestro biografiado hubieron de seguirle a la guerra un contingente respetable de cubanos y no pocos españoles, entre los que figuró como Capitán de su Estado Mayor, el hoy Excelentísimo Señor don Julián García, respetable personalidad de la Colonia Española de esta Ciudad que fue hecho prisionero, como lo fueron también la mayor parte de los familiares de Grave de Peralta, entre ellos sus padres don José y doña Rafaela.
Por cierto que cuando sorprendieron a éstos en un rústico bohío del monte estaba el aludido señor padre escribiéndole una carta a Julio en la que le reprendía por su demasiado buen corazón en la guerra al haber perdonado a unos soldados españoles cogidos con las armas en la mano y haciéndole un nutrido fuego a los cubanos. Le recomendaba el padre a Julio que en lo sucesivo fuera más enérgico con los tiranos y enemigos de la Patria. Esta carta, sin estar concluida todavía, cayó en manos de los españoles; con ella como prueba le formaron Consejo de Guerra a don José.
El Presidente del Tribunal, hombre bueno y caballeroso, queriendo salvarle la vida dado su avanzada edad, pues contaba entonces con 84 años, hubo de preguntarle:
-Diga usted señor, ¿no es verdad que esta carta la escribió en jarana y nunca la habría firmado?
-Es verdad, tiene usted la razón –contestó el anciano-, falta la firma y también que pudiera llegar a su destino, porque sé cuanto me respeta mi hijo Julio, por lo que de recibirla seguro que seguiría mis consejos.
Al virar la cara casualmente, don José vio cuando su esposa, para salvarlo, le hacía señas al Tribunal dando a entender que su esposo estaba loco. Poco menos que enfurecido y dirigiéndose a ella, dijo don José:
-¿Es posible Rafaela que quieras deshonrar mis cabellos después de viejo?
Y volviéndose al Tribunal agregó:
-No señores del Tribunal, no estoy loco, estoy en mi sano juicio. Quiero morir por la Patria. Mis hijos me vengarán.
A pesar de esas manifestaciones suyas, el Tribunal no condenó a don José, pero el noble anciano se negó a probar bocado alguno y murió de inanición.
Entre los familiares de Julio había un niño, de grande muy conocido en los círculos políticos y sociales de Cuba entera, cuyo plumaje era de los que como dijo el poeta, pasan el pantano de la vida sin mancharse: fue ese niño don Perfecto Lacoste y Grave de Peralta, el primer Alcalde que tuvo La Habana después que la Patria fue redimida.
La estancia del niño en los campos de la Revolución era para Julio Grave de Peralta un constante temor y una gran zozobra, pues los peligros se hacían mayores cada día en aquella terrible y encarnizada guerra. Por lo que el tío resolvió llevarlo con él a los Estados Unidos cuando lo comisionó el Gobierno en Armas para salir a buscar una expedición.
En frágil canoa, hecha de una Ceiba del monte, Julio sacó a Prefecto Lacaste y Grave de Peralta y lo llevó con él primero a Jamaica y después de Filadelfia en donde lo entregó a su desconsolada madre, doña Rafaela Grave de Peralta, quien antes, habiendo sido prisionera de los españoles, fue desterrada a dicho lugar. Ella, por patriotismo y en recompensa por llevarle el hijito, contribuyó a pagar junto a Morales Lemus y con el dinero y prendas de toda la familia que Julio había llevado, la expedición que vino a Cuba.
Habiendo llegado y viendo la expedición perdida, después de pelear heroicamente para defenderla, Julio se levantó la tapa de los sesos con su propio revólver después de escribir con lápiz azul en una tabla arrancada a una caja de capsulas: “Viajero, id a decir a Esparta que aquí muere el último de sus hijos defendiendo sus santas leyes”.
Y sin embargo, ¡triste es tener que confesarlo!, a heroísmo tanto y tan admirable, se pretende oscurecer para la historia con una alegoría que aparece debajo de la estatua en la que se figura que el héroe murió fusilado.
No, eso no puede quedar ahí, Julio Grave de Peralta no fue fusilado, ni lo hubiera sido jamás, porque él siempre lo dijo: “antes de caer prisionero me levantaré la tapa de los sesos”. Y así lo cumplió. Justo es, pues, que se cambie esa alegoría por nuestro Escudo Nacional, símbolo de la Libertad de la República.

Belisario Grave de Peralta y el fin de la guerra de 1868 en Cuba



José Abreu Cardet 
Belisario Grave de Peralta y Zayas nació en Holguín  el 16 de abril de 1841 en el seno de una antigua familia de terratenientes. En octubre de 1868 bajo las órdenes de su hermano Julio, se unió al ejército mambí. Hombre de arraigo en la jurisdicción de Holguín en 1877 había alcanzado el grado de coronel. 
A finales de 1877 en el campo de la revolución reinaban las sediciones, regionalismo, contradicciones políticas y ambiciones personales. En el bando español se habían concentrado una gran cantidad de tropas bajo el mando del general Arsenio Martínez Campo. Este dirigía una poderosa ofensiva político militar- Al mismo tiempo que lanzaba a operar decenas de columnas trataba de ganarse a los mambises. Había anulado la guerra a muerte y tomo otras muchas medidas para en lo militar debilitar la resistencia mambisa.
En el campo de la insurrección  surgen con más fuerza cada día los que pretenden acabar la guerra lo más rápidamente posible, e ir a un acuerdo con España. En Camagüey, el mal germinó incontenible. Los miembros de la cámara, que radica en esos territorios influyeron decididamente en los jefes y oficiales para llegar al colapso final de la guerra.
En diciembre de 1877, en Camagüey, se pidió una tregua, el pretexto era reorganizar el gobierno. Martínez Campo, encantado, accede de inmediato. Se siguió adelante. La cámara se auto disolvió y se formó un llamado comité del centro. Los acontecimientos se precipitaron vertiginosamente, de las conver­saciones, treguas y amigos de traición se pasaron a los hechos. El 10 de febrero se firmó el pacto del Zanjón en Camagüey. La guerra llegaba a su fin en el heroico territorio agramontino.
En esos mismos días que entre saraos y alegrías se festejaba la paz indigna, en Oriente, Maceo batió al batallón San Quintín, una de las mejores unidades de combate española. Enterado con sorpresa de la falsa paz del Zanjón, Maceo pide una reunión en Baraguá de los principales, jefes de la revolución. Holguín no está escaso de pacificadores y traidores. El 8 de marzo Belisario informa­ba a Vicente García:
El presidente de la junta local de Holguín Dr. Collado se había entendido con los españoles en negociamientos de no se que género y arrastró algunos jefes y oficiales y tro­pas presentándose al enemigo...
En estos tiempos difíciles Peralta está en la nómina de la vanguardia. Maceo, quien lo ha combatido por su regionalismo y sediciones lo tiene en cuenta en los momentos de mayor peli­gro para la revolución. Le envía una comunicación dónde le expresa:
En breve Oriente habrá decidido su suerte, si se inclina a la paz puede obtenerla hon­rosamente y provechosa: y si no estará en estado de continuar una lucha en la que fa­vorecidos por mil circunstancias puede, o alcanzar el triunfo, o hacerla intermina­ble...
Otros jefes como Vicente García, Modesto Díaz, Francisco Javier de Céspedes, Luis Figueredo, reciben similares comunicaciones, citándolos para una reunión que se efectuaría en Baraguá.
El 8 de marzo le expresaba Belisario a Vicente García: “...Yo me encuentro en este campamento del general Maceo en Baraguá en espera de una conferencia que debe celebrar con Martínez Campo”  Allí se le unen al Titán de Bronce y otros jefes de Oriente. Maceo les informa de su decisión de continuar la lucha y que efectuaría el 15 de marzo una conferencia con Martínez Campo en Baraguá.
El 15 de marzo la mayoría de los jefes y oficiales orientales están física o moralmente representados por la decisión férrea de Antonio Mace. Aquel día los cubanos, en la palabra de Maceo, hablaron en un solo idioma: La independencia.
Se llegó a un acuerdo con Martínez Campo, se romperían las hostilidades.
Los cubanos crearon un gobierno presidido por Manuel Calvar y se dispusieron a combatir. Ante de que termine el plazo de la tregua, ya Vicente García tenía listas sus tropas para volver a la pelea. El 22 de marzo escribió en su diario:
Organicé una columna de infantería y la puse a las órdenes del coronel Peralta para que marchando sobre la parte norte de Las Tunas se emboscasen en el camino de Maniabón.
Al día siguiente una confiada columna enemiga avanza por el camino que están acostumbrado a pasear su prepotencia por aquellos terrenos, otrora campos de batallas y hoy testigos de una insurrección que se deshace. Pero lo que desconocía el jefe de aquella fuerza enemiga es que con la Protesta de Baraguá: “Renació la disciplina, el ejemplo insuperable de orden, de sentido del deber, de humildad, de acatamiento a la ley, de las instituciones de la república...”
Esto quedó en evidencia cuando el coronel holguinero carga contra el enemigo, matando e hiriendo con los mismos bríos de otros tiempos. Los españoles sorprendidos, se reorganizan contraatacan y logran recuperar sus muertos. Belisario volviendo a la socorrida táctica guerrillera, se retiró con dos heridos. (106) El 25 volvió a batir una columna en Maniabón. El 30 envió una pequeña guerrilla para hostigar al enemigo que se encontraba en Paso de Arroyo Boniato. El 2 de abril recibió una comunicación del General García que le pedía que se reuniera con él. Ese mismo día le escribió:
Enterado por mis espías de la presencia del enemigo en gran cantidad de las dos armas custodiando un convoy me dispuse a batirlo pero lo escabroso del camino en la parte del ajizal me hizo cruzar al lado opuesto y ante de que se percatasen del rastro mande romper fuego ocasionándole cuatro muertos vistos y varios heridos. Por nuestra parte hubo dos heridos del regimiento Jiguaní...
El 5 de abril se reunió en Murcielaguito, con el jefe tunero que se siente satisfecho de las operaciones realizadas por el holguinero. Pero no sólo tiene que combatir contra los españoles, los capitulados, los arrepentidos tratan de ganárselo. Su propio hermano Francisco, que se ha entregado al enemigo, le escribió en tres ocasiones para atraerlo a la traición. La última carta del 8 de abril, después de detallarle la precaria situación de la revolución, expresaba: “No te sacrifiques sin resultado, los españoles tienen hoy de sobra con que atender y destruir a Maceo y sus consejeros, esos grupos diseminados de insignificantes valimiento no cuentan con ninguna simpatía...”
Pero Belisario desoyendo el llamado de amigos y enemigos continuó en los campos con sus  hombres. La situación del ejército Libertador es cada vez más crítica. A las operaciones militares se unen la política, tanto de los españoles como de los presentados, que tratan de atraerse a la paz bochornosa a los intransigentes. Abundan las deserciones, las presentaciones. Las noticias que llegan de la emigración son desalentadoras, Maceo que cumpliendo una misión del gobierno cubano se trasladó a Jamaica para pulsar el ánimo de los emigrados, informó del desconcierto que reina entre esos patriotas, por lo menos en Jamaica que fue con los que tuvo contacto.
Entre mayo y junio la mayoría de las fuerzas insurrectas deponen las armas. Vicente García encargó a Belisario que efectuara la firma del fin de las hostilidades de las tropas holguineras y tuneras, lo que se realizó el 24 de mayo de 1878:
Reunidos en virtud de órdenes de sus respectivos superiores, los coroneles cubanos y españoles Belisario Grave de Peralta y Don Alejandro Morales, en representación de la: fuerzas de ambos ejércitos que operan en la jurisdicción de las Tunas, hemos estipulado en uso de las facultades que se les han otorgado... para la capitulación militar...
Aunque ese día se firma de hecho la capitulación, Peralta esperará hasta el 6 de junio para hacerla efectiva, ¿Por qué tanto tiempo? ¿Quizás confiaba en un renacer de la lucha? ¿Trámites para reunir todas las fuerzas? La pregunta no tiene respuesta todavía.
La tropa bajo su mando estaba integrada por "un Brigadier, doce jefes, 31 capitanes y oficiales, 73 sargentos, 350 individuos de tropa y 218 hombres más... Belisario dirigio una de las ultimas fuerzas mambisas que depusieron las armas en el norte del oriente de Cuba en 1878.

Fuentes consultadas.
José Luciano Franco: Antonio Maceo, Apuntes para una historia de su vida. Editorial de Ciencias Sociales, La Habana, 1975, t. I, p. 132.
Archivo particular de Juan Andrés Cué Badá, Santiago de Cuba.
Archivo Nacional de Cuba, Donativos y Remisiones, Legajo, 466, signatura 7.
Sergio Aguirre: Raíces y Significación de la protesta de Baraguá, Editorial Político, La Habana, 1978.
Beatríz Suárez: El Cantón Independiente de Holguín, (Inédito).
Archivo Nacional, Donativos y Remisiones, caja 474, no. 23.
Constantino Pupo Aguilera, Patriotas Holguineros, Holguín, 1956,  p. 109.

22 de abril de 2017

La estatua de Julio Grave de Peralta en Holguín



En 16 de abril de 1916 se levantó la estatua de Julio Grave de Peralta que sigue en el Parque de frente a la iglesia. El entonces Presidente de la República de Cuba, Mayor General mambí Mario García Menocal, comisionó como representante suyo al doctor Alfredo Zayas para que éste pronunciara unas palabras de recordación durante la ceremonia de desvelamiento.
Ese día dijo el orador: “Cubanos, no dejéis que caiga el ideal de vuestros antepasados. La redención de esta tierra costó mares de sangre. Haced en vuestra patria innumerables estatuas para demostrar al extranjero la grandeza de nuestros mártires y de nuestros héroes. Y si un día faltáramos al imperioso deber y el interés supremo de conservar la grandeza vivida, estas mudas estatuas serán nuestros más elocuentes acusadores”.
 
En el parque que los holguineros también llaman de las flores, erguido, heroico, hermoso, se levanta la imagen con que los holguineros de todas las generaciones honran al hombre que en estas tierras encabezó a los holguineros para ir, por primera vez a la manigua independentista. Por eso es que dolió tanto a La Aldea que gente inculta, que ni siquiera puede suponer la gloria que mereció y que merece siempre el General Peralta, hayan arrancado de su mano de mármol el machete con el que el  peleó por Cuba. Obviamente la estatua se arregló y otra vez los holguineros pusimos en su mano firme el machete robado. Hoy cada holguinero digno debe enfrentar cualquier afrenta al Céspedes holguinero y todos debemos cuidar que el General se mantenga presente en la ciudad por la que dio su vida y por la que la dieron tantos de su heroica familia: los Grave de Peralta y Zayas.

21 de abril de 2017

¿Cómo murió Julio Grave de Peralta?



Carta de Nicasio Vidal Pita

Holguín, agosto 18 de 1916.
Sr. Arturo Alsina,
Madrid
Sr.

En el pasado mes de abril se ha inaugurado en esta ciudad un monumento a la memoria del patriota cubano don Julio Grave de Peralta.

En el pedestal de la estatua figuran dos placas de bronce, donde, en relieve se representa, en uno la detención de dicho patriota, y en la otra su fusilamiento por un piquete de soldados.

Dichas placas han sido objeto de comentarios y de discusiones, pues mientras unas personas niegan el fusilamiento, otras lo afirman, y no faltan quienes sostengan que se suicidó.

En mi carácter de periodista interesado en aclarar este hecho de nuestra historia le quedaría altamente reconocido si usted puede y quiere ayudarme al esclarecimiento de la verdad.

Soy de usted con el mayor respeto,
Atto.s.s.n

VIDAL PITA


 

RESPUESTA

MADRID, 30 de septiembre de 1916

Sr. Don N. Vidal Pita
Director de “Heraldo de Holguín”:

Muy señor mio y de mi mayor consideración.

Leído su atento e interesante escrito de fecha 18 del mes anterior, solicitando a título de periodista que le informe acerca del caudillo cubano General Don Julio Grave de Peralta, desembarcado en las costas de sagua de Tánamo con la expedición del vapor Fanny, en la campaña de 1868, cúmpleme hacerle el siguiente relato del suceso, para mi tan memorable.

Siendo Teniente del 2do Batallón del regimiento de Infantería de León, en 1872, advertido por la superioridad que se esperaba la arribada en aquellas costas del vapor Fanny, conduciendo armas y pertrechos para als fuerzas cubanas, sitúeme al atardecer del día 23 de junio en el lugar denominado “La Herradura”, divisando entre los mangles de la costa humos delatores de la presencia de un buque, observando que en la piedra de la pequeña rada “la Cebolla” se encontraba varado un vapor que inútilmente trataba de ponerse a flote.

Puseme en acecho, deteniendo mi marcha y presenciando la actividad con que los tripulantes y expedicionarios se forzaban por alijar el cargamento.

Antes del amanecer, el día 24, la embarcación fue pasto de las llamas, poniéndose los expedicionarios en marcha hacia el interior con manifiesta vacilación de su ruta, llegando a un río de ancho cauce y acantilados márgenes, situando yo entonces mis escasos hombres en el lugar que dominaba el vado, rompiendo el fuego que produjo bajas y la consiguiente dispersión de unas y otras fueras, por la persecución de los que intentaban internarse en el próximo y espeso bosque.

Seguido del sargento, penetré en la manigua, encontrándome bien pronto aislado y viendo a uno de los contrarios cerca de mi, me dirigí hacia él, siguiéndole durante largo rato, hasta que encontrándonos ambos jadeantes, dado lo intrincado y feraz del monte, se detuvo mi adversario y echándome el “¿Quién va?”, se aprestó a la defensa montando su arma.

Dada por mi la voz de “España”, me disparó dos veces, sonando al poco rato otro tiro del sargento, cayendo sin vida el perseguido.

Por los documentos que encima tenía el cadáver descubrí al Jefe de la expedición, al general cubano Julio Grave de Peralta, y tras breve oración consagrada a aquel héroe cuya juventud y distinción captaron mis simpatías, híceme cargo de la tercerola que empuñaba su crispada diestra, regresando, ya de noche y penosamente, a la costa, encontrándola ocupada por las tropas del General don José Varela, a quien di debida cuenta de lo ocurrido, otorgandome esta autoridad la posesión de la tercerola sistema “Winchester” del malogrado peralta, hermosa arma de rica madera y sobredorados metales, siendo de fina piel la cartuchera que lleva encima una C (Cuba), efectos para mi muy estimados, y que ostento en la panoplia de mi despacho hace cerca de medio siglo, habiendo sido incrustada en la caja (“culata”), una chapa de plata con la siguiente inscripción:

RECUERDO DE LA CAMPAÑA DE CUBA, 1872, RIFLE DEL GENERAL DON JULIO GRAVE DE PERALTA, MUERTO EN LA ACCIÓN DE “LA CEBOLLA, EL DÍA 24 DE JUNIO.

Queda usted complacido Sr. Director, pudiendo afirmar esto por mi expuesto ante la prensa periódicoa de esa inolvidable Isla, y de la Junta Directiva del Monumento erigido con tanta justicia a la memoria de tan heroico caudillo cubano, procede la sustitución del actual bajo relieve que representa el fusilamiento, por otro en que se le vea solo, rodeado del espeso y virgen bosque junto a una gigantesca Seiba (Sic) y en actitud erguida, cual la adoptada al dar un extentóreo  (Sic) “quién va?”, mientras montaba su rifle.

Terminaré mi distinguido Director, expresándole que todo cuanto ha de pasar a la Historia debe revestir la más acrisolada verdad, expuesta en sencilla narración, desprovista de todo asomo de apasionamiento que, velando lo nitidez de los hechos, desvirtuan en ocasiones la propia magnitud del heroísmo que se trata de proclamar.

El malogrado caudillo Grave de Peralta, impulsado por el santo amor a la independencia de su país, dirigiose resuelto desde el extranjero a las costas cubanas, lleno de fe y confianza en su empresa; y una vez puesto el pie en la amada tierra que pretendía emancipar, halló bien pronto la ocasión de conquistar la gloria soñada, toda vez que como dijo el poeta “Dulce et decarum est pro Patria mori”, sacrificando su vida en holocausto de la independencia de su país.

Ante ese merecido monumento con que hoy se enorgullece Holguín, rindo leal, justo y merecido homenaje a la memoria del heroico cubano y leal adversario, anhelando que sangre tan generosa fructifique, dando a ese continente descubierto por España, una invicta Nación Cubana, próspera y floreciente, sin que olvide nunca a su amorosa madre.

No podría usted satisfacer mis deseos de poseer una fotografía del monumento?

Se complace en ofrecer a Ud sus mayores afectos,

Su atto s.s.q.s.m.b. Arturo Alsina,
Madrid, 7 de enero de 1917.


En la fecha de la carta Alsina era General de División.


TERCER DOCUMENTO

BATALLÓN PENINSULAR DE LEON No. 38

Enterado por la Superior Comunicación de Ud, fecha 20 del mes pasado, en la cual se sirve ordenarme que como Jefe que mandaba en Sagua de Tánamo la columna que operó en la aprehensión del vapor filibustero “Fanny”, informe a Ud el mérito, trabajos y hechos del Teniente don Arturo Alsina Netto, en contestación debo manifestar que el Teniente don Arturo Alsina, desde el momento que se encontró al enemigo demostró su arrojo al batirlo en el primer encuentro que tuvimos hasta su dispersión y habiéndole ordenado que con treinta hombres lo persiguiese por el flanco derecho, le dio alcance cuando estaba reuniéndose el titulado General peralta, y por más esfuerzos que hizo este cabecilla para resistir el segundo ataque que el referido Teniente Alsina le presentó con sus treinta hombres, no pudo contener a la suyos que huyeron en dispersión, quedando solo Peralta parapetado detrás de un árbol, tuvo necesidad de tirotearse muy de cerca con el mencionado teniente, el primero con un rifle y el segundo con su revólver, hasta que apercibido de ello, el sargento Bernabé Peña tuvo la suerte de darle un balazo en la cabeza a Peralta, dejándole muerto en el acto.

También, en reconocimiento que practicó a la mañana siguiente, contribuyó a la captura de un titulado Capitán y un teniente.

Es cuanto en honor a la verdad puedo informar a Ud., para su cocimiento y demás fines.

Puerto príncipe, 2 de febrero de 1873
MARCELINO LARGADA
Sr. Comandante
Jefe representante del Batallón.


Estos documentos son tomados del citado trabajo del periodista Nicasio Vidal Pita. La carta del General Alsina se entregó a la Academia de la Historia en 30 de Noviembre de 1916, por mediación del General José Miró Argenter.

El escrito lo hace Pepito García Castañeda en septiembre de 1944, pidiéndole al Alcalde que retire la Placa. Yo alcancé a verla todavía puesta en la década de 1980

Actual placa en la base de la estatua del General Peralta en Holguín

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