Pianista, arreglista, profesor,
compositor y director de orquesta. (Holguín, 24 de mayo de 1948). Realizó
estudios en el Conservatorio José María Ochoa, la Escuela Nacional
de Arte y el Centro de Superación Ignacio Cervantes. Debutó como
pianista en el grupo Los Cankas en 1968, luego integró otras
agrupaciones como Arará y Salsa Latina, (de ambas fue director y
con ellas recorrió Cuba y países de Europa).
A
partir de 1992 labora como pianista-solista en centros nocturnos de la
provincia. Ha acompañado a destacados instrumentistas y vocalistas del
territorio y de otras partes del país, como Orlando Fierro, Ela Calvo,
Julio Avilés Rojas, María Fernandina Aldana Popa, Lucrecia
Marín, Alfredo Morales Miranda. También destaca como intérprete de
jazz, arreglista fructífero y vocero de la cultura holguinera a través de la
creación y preservación de eventos como el Festival de la canción Infantil,
la Noche Infantil
Martiana, el Festival del creador musical, y las Galas Vocales
de invierno y verano.
Grupo
Arará. Agrupación musical que desde sus inicios ha ocupado un lugar destacado
en la música de la región oriental del país, cultivando la música cubana y
otros géneros internacionales.
Fundación. Agrupación fundada el 2 de
diciembre de 1978 por el tecladista José Ángel Labañino y varios músicos de
la orquesta Chicos de Cuba. Tomó su denominación de una serie de tambores
unimembranófonos y abiertos de procedencia africana (Dahomey) que han sido conservados
en el rito del culto del mismo nombre.
Repertorio. En 1980, al asumir la dirección
Joel Rodríguez Milord, dicha agrupación privilegió en su repertorio la
ejecución del jazz, por lo que sobresalió durante toda esa década y en varias
ocasiones participó en el Festival Internacional Jazz Plaza y en otros
importantes eventos relacionados con ese género, como el de La Fiesta del
Caribe.
En
1985 realizó una gira por países de Europa; en 1987 grabó el disco de larga
duración Son con sol. En 1989 llevó a cabo una gira internacional denominada
Tres mujeres del Caribe, acompañando a la dominicana Sonia Silvestre, a la
puertorriqueña Lucecita Benítez y a la cubana Sara González. Posteriormente,
en la década del 90, pasó a ser dirigido por el guitarrista Enrique Santana.
Fuentes
Hernández
Pavón, Zenovio. La música en Holguín. Ediciones Holguín, Premio de la Ciudad,
1998.
Giro,
Radamés. Diccionario Enciclopédico de la Música en Cuba.
|
Por
Enrique Tirse
Cuando
escuche la noticia del fallecimiento de la cantante Dominicana Sonia
Silvestre, me vino como un relámpago aquel encuentro que tuve con ella en
Santiago de Cuba, en 1988, cuando cubría, por la emisora Radio 26, de
Matanzas, la Fiesta del Caribe o Fiesta del fuego.
Allí
estaba la Silvestre junto a la puertorriqueña Lucecita Benítez y la ya
desaparecida Sara González, voz imprescindible de la nueva trova cubana. En
ese momento las artistas iniciaban una gira por toda Cuba, periplo que tuvo
por nombre Tres mujeres del Caribe.
Como
periodista el acontecimiento tenía toda la connotación que se le quisiera
dar, eran tres grandes voces, tres caribeñas, tres mujeres reconocidas
internacionalmente, y por más, estarían presentándose en Matanzas, provincia
por la que yo estaba allí. Así que de entrevistarlas sería, como solemos
decir en el gremio, un palo periodístico.
Ni
corto ni perezoso me dirigí hacia donde estaban hospedadas; la suerte quiso
que la primera en encontrar fuera
Sara. Le conté sobre mi interés de conversar con las tres, le dije que
era de Matanzas y que esto sería una promoción más para su presencia en esta
ciudad. Sara sin el menor obstáculo aceptó y me liberó de la tensión que
llevaba.
A
partir de ahí tuve que avanzar solo al encuentro de las Dos restantes,
precisamente fue Sonia la próxima en contactar, ella estaba muy atareada con
un pomo de leche en la mano para alimentar
a su hijo pequeño, ese niño en el tiempo que estuve allí pasó de mano
en mano y con todos se adaptaba. En el
momento que entendí más apropiado le manifesté mi objetivo y me dijo: “Deja
ver como resuelvo esto y enseguida te atiendo”.
Creo
que le entregó el bebé a su esposo y de inmediato se dispuso a dar la ansiada
entrevista. La conversación fluyó de lo mejor, fue muy explícita, habló sobre
la gira los objetivos y propósitos y además exhortó a los matanceros a que
las recibieran en el centenario estadio Palmar de Junco, escenario de la
presentación, en la ciudad de Matanzas.
De
ahí fui a la búsqueda de Lucecita, aquí se complicó un poco el asunto, No por
ella, sino por la barrera que interpuso su representante. En un descuido de
esa señora hablé directamente con la cantante y accedió. También fue una
buena conversación, llena de matices.
LO
BUENO VIENE AHORA
Quiero
esclarecer que la grabadora que teníamos en esa época difiere mucho, pero
mucho, de las pequeñas y eficientes que tenemos ahora, aquella era de
fabricación húngara, quizá los periodistas viejos no me dejarán mentir, era
una cosa inmensa que pesaba como un matrimonio mal llevado y consumía una
cantidad de batería, así que teníamos que estar dispuesto a cargar varios
módulos de repuesto.
Ya
con el trofeo en la mano (grabaciones) y lleno de alegría salí del hotel.
Allí mismo escuche las grabaciones, todas estaban perfectas, esto me alegró
mucho más. Tomé uno de los taxis que estaban a disposición del Festival y fui
para mi hotel. De inmediato saqué el casete y lo coloqué junto a un televisor
Krim 218, de fabricación soviética.
Al
otro día cuando me dispuse elaborar la información y enviarla por teléfono
para la emisora, cuál no sería mi sorpresa al verificar que solo está grabada
la primera de las entrevistas, o sea la de Sara.
Confieso
que se me unió el cielo con la tierra, no puedo describir lo que viví en unos
pocos minutos; cuantas ilusiones desvanecidas y cuantos pensamientos
negativos. Pero como un halo me dije, vuelve a la carga. Diles algo de verdad
y algo de mentira. Creo que no es necesario decir que eso es antiprofesional,
pero no podía dejar perder esa oportunidad.
De
regreso al hotel la primera que vi fue a Sonia, le conté mi historia y parece
que vio mi cara de sufrimiento, y sin obstáculo alguno repitió la entrevista.
Con Lucecita no fue igual. Nuevamente la representante colocando una
barricada para que no se diera la nueva entrevista; casi siempre ocurre así,
son más difíciles los subalternos que las figuras principales.
Hoy
no recuerdo si fue Sara o Sonia la que me ayudó a que Lucecita repitiera la
entrevista, pero al fin se logró y las pude radiar desde Santiago para Radio
26.
Desde
ese momento conservé una admiración muy especial por Sonia Silvestre, porque
con toda su popularidad, su fama y su posición de figura central, fue humilde
y diáfana ante el reclamo de un simple periodista de provincia.
QUE
PASÓ CON LA GRABACIÓN.
Hoy
a casi un cuarto de siglo de ese acontecimiento para mí no se ha despejado la
incógnita, aunque algunos especialistas me afirman que el casete se
desmagnetizó, otros que el campo magnético del televisor fue el que borró las
grabaciones que estaban más expuestas. Si usted sabe que fue lo que sucedió
me lo hace saber.
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