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8 de diciembre de 2017

Joel Rodríguez Milord



Pianista, arreglista, profesor, compositor y director de orquesta. (Holguín, 24 de mayo de 1948). Realizó estudios en el Conservatorio José María Ochoa, la Escuela Nacional de Arte y el Centro de Superación Ignacio Cervantes. Debutó como pianista en el grupo Los Cankas en 1968, luego integró otras agrupaciones como Arará y Salsa Latina, (de ambas fue director y con ellas recorrió Cuba y países de Europa).
A partir de 1992 labora como pianista-solista en centros nocturnos de la provincia. Ha acompañado a destacados instrumentistas y vocalistas del territorio y de otras partes del país, como Orlando Fierro, Ela Calvo, Julio Avilés Rojas, María Fernandina Aldana Popa, Lucrecia Marín, Alfredo Morales Miranda. También destaca como intérprete de jazz, arreglista fructífero y vocero de la cultura holguinera a través de la creación y preservación de eventos como el Festival de la canción Infantil, la Noche Infantil Martiana, el Festival del creador musical, y las Galas Vocales de invierno y  verano.

Grupo Arará. Agrupación musical que desde sus inicios ha ocupado un lugar destacado en la música de la región oriental del país, cultivando la música cubana y otros géneros internacionales.
Fundación. Agrupación fundada el 2 de diciembre de 1978 por el tecladista José Ángel Labañino y varios músicos de la orquesta Chicos de Cuba. Tomó su denominación de una serie de tambores unimembranófonos y abiertos de procedencia africana (Dahomey) que han sido conservados en el rito del culto del mismo nombre.
Repertorio. En 1980, al asumir la dirección Joel Rodríguez Milord, dicha agrupación privilegió en su repertorio la ejecución del jazz, por lo que sobresalió durante toda esa década y en varias ocasiones participó en el Festival Internacional Jazz Plaza y en otros importantes eventos relacionados con ese género, como el de La Fiesta del Caribe.
En 1985 realizó una gira por países de Europa; en 1987 grabó el disco de larga duración Son con sol. En 1989 llevó a cabo una gira internacional denominada Tres mujeres del Caribe, acompañando a la dominicana Sonia Silvestre, a la puertorriqueña Lucecita Benítez y a la cubana Sara González. Posteriormente, en la década del 90, pasó a ser dirigido por el guitarrista Enrique Santana.
Fuentes
Hernández Pavón, Zenovio. La música en Holguín. Ediciones Holguín, Premio de la Ciudad, 1998.
Giro, Radamés. Diccionario Enciclopédico de la Música en Cuba.
 

Por Enrique Tirse
Cuando escuche la noticia del fallecimiento de la cantante Dominicana Sonia Silvestre, me vino como un relámpago aquel encuentro que tuve con ella en Santiago de Cuba, en 1988, cuando cubría, por la emisora Radio 26, de Matanzas, la Fiesta del Caribe o Fiesta del fuego.
Allí estaba la Silvestre junto a la puertorriqueña Lucecita Benítez y la ya desaparecida Sara González, voz imprescindible de la nueva trova cubana. En ese momento las artistas iniciaban una gira por toda Cuba, periplo que tuvo por nombre Tres mujeres del Caribe.
Como periodista el acontecimiento tenía toda la connotación que se le quisiera dar, eran tres grandes voces, tres caribeñas, tres mujeres reconocidas internacionalmente, y por más, estarían presentándose en Matanzas, provincia por la que yo estaba allí. Así que de entrevistarlas sería, como solemos decir en el gremio, un palo periodístico.
Ni corto ni perezoso me dirigí hacia donde estaban hospedadas; la suerte quiso que la primera en encontrar fuera  Sara. Le conté sobre mi interés de conversar con las tres, le dije que era de Matanzas y que esto sería una promoción más para su presencia en esta ciudad. Sara sin el menor obstáculo aceptó y me liberó de la tensión que llevaba.
A partir de ahí tuve que avanzar solo al encuentro de las Dos restantes, precisamente fue Sonia la próxima en contactar, ella estaba muy atareada con un pomo de leche en la mano para alimentar  a su hijo pequeño, ese niño en el tiempo que estuve allí pasó de mano en mano y con todos se adaptaba.  En el momento que entendí más apropiado le manifesté mi objetivo y me dijo: “Deja ver como resuelvo esto y enseguida te atiendo”.
Creo que le entregó el bebé a su esposo y de inmediato se dispuso a dar la ansiada entrevista. La conversación fluyó de lo mejor, fue muy explícita, habló sobre la gira los objetivos y propósitos y además exhortó a los matanceros a que las recibieran en el centenario estadio Palmar de Junco, escenario de la presentación, en la ciudad de Matanzas.
De ahí fui a la búsqueda de Lucecita, aquí se complicó un poco el asunto, No por ella, sino por la barrera que interpuso su representante. En un descuido de esa señora hablé directamente con la cantante y accedió. También fue una buena conversación, llena de matices.
LO BUENO VIENE AHORA
Quiero esclarecer que la grabadora que teníamos en esa época difiere mucho, pero mucho, de las pequeñas y eficientes que tenemos ahora, aquella era de fabricación húngara, quizá los periodistas viejos no me dejarán mentir, era una cosa inmensa que pesaba como un matrimonio mal llevado y consumía una cantidad de batería, así que teníamos que estar dispuesto a cargar varios módulos de repuesto.
Ya con el trofeo en la mano (grabaciones) y lleno de alegría salí del hotel. Allí mismo escuche las grabaciones, todas estaban perfectas, esto me alegró mucho más. Tomé uno de los taxis que estaban a disposición del Festival y fui para mi hotel. De inmediato saqué el casete y lo coloqué junto a un televisor Krim 218, de fabricación soviética.
Al otro día cuando me dispuse elaborar la información y enviarla por teléfono para la emisora, cuál no sería mi sorpresa al verificar que solo está grabada la primera de las entrevistas, o sea la de Sara.
Confieso que se me unió el cielo con la tierra, no puedo describir lo que viví en unos pocos minutos; cuantas ilusiones desvanecidas y cuantos pensamientos negativos. Pero como un halo me dije, vuelve a la carga. Diles algo de verdad y algo de mentira. Creo que no es necesario decir que eso es antiprofesional, pero no podía dejar perder esa oportunidad.
De regreso al hotel la primera que vi fue a Sonia, le conté mi historia y parece que vio mi cara de sufrimiento, y sin obstáculo alguno repitió la entrevista. Con Lucecita no fue igual. Nuevamente la representante colocando una barricada para que no se diera la nueva entrevista; casi siempre ocurre así, son más difíciles los subalternos que las figuras principales.
Hoy no recuerdo si fue Sara o Sonia la que me ayudó a que Lucecita repitiera la entrevista, pero al fin se logró y las pude radiar desde Santiago para Radio 26.
Desde ese momento conservé una admiración muy especial por Sonia Silvestre, porque con toda su popularidad, su fama y su posición de figura central, fue humilde y diáfana ante el reclamo de un simple periodista de provincia. 
QUE PASÓ CON LA GRABACIÓN.
Hoy a casi un cuarto de siglo de ese acontecimiento para mí no se ha despejado la incógnita, aunque algunos especialistas me afirman que el casete se desmagnetizó, otros que el campo magnético del televisor fue el que borró las grabaciones que estaban más expuestas. Si usted sabe que fue lo que sucedió me lo hace saber.

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