Por:
José Abreu Cardet
Entrevista
a Yadira Rojas Espinosa (Holguín, agosto
de 1985). Graduada en Historia por la Universidad de Holguín. Trabaja en la
Oficina de Monumentos y Sitios Históricos. Colaboradora del Departamento Centro
Oriental de Arqueología en el estudio de numerosos sitios arqueológicos
-¿Cómo se ha
desarrollado la arqueología histórica en Holguín?
En
la ciudad de Holguín encontramos nuestro primer estudio de arqueología
histórica, documentado bibliográficamente, en el año 1974, realizado por la
especialista Ángela Peña Obregón en el proceso de restauración en la Casa Natal
de Calixto García; allí se abrieron calas en paredes y muros y se rescataron
elementos que se habían perdido. En el año 1986 como parte de una restauración
en el Museo Provincial La Periquera se hicieron excavaciones en el patio y el
sótano, de donde se extrajo material arqueológico que hoy se encuentra expuesto
en el propio museo. La Iglesia Parroquial San Isidoro conoció de los quehaceres
de los arqueólogos entre los años 1994 y 1996. En el año 2009 se intervinieron
al menos tres viviendas como parte del proyecto “Acercamiento a la historia
temprana de Holguín”, a través de la investigación arqueohistórica de la Casa
del Teniente Gobernador y otros inmuebles de los siglos XVIII y XIX de la
ciudad.
-¿En qué circunstancias
se desarrolla la investigación arqueológica en la ciudad?
El
proceso de intervención en inmuebles se ve afectado por factores subordinados a
la disponibilidad de recursos, la planificación y la interdisciplinariedad. Los
proyectos de rehabilitación urbanística en la ciudad no contemplan dentro de su
plan de acción la actuación arqueológica, lo que permite de cierta manera tan
solo el rescate o salvamento de material arqueológico, que queda en gabinete para
un posterior estudio. Atendiendo a la importancia de la arqueología como vía
para obtener conocimiento de los procesos socioculturales ocurridos, el trabajo
debería hacerse de modo controlado y planificado. Es decir, realizando primero
una debida revisión y selección de fuentes documentales que nos hable de los
momentos de habitación del inmueble, sus propietarios, o sea, tener una
información base para saber el tipo de evidencia que pueda aparecer en los
distintos contextos. Luego se realizaría la prospección y levantamiento
topográfico del sitio y la excavación como tal. Estos procesos, muy básicos, se
ven lamentablemente afectados por una planificación restauradora a nivel
gubernamental que no toma en consideración los criterios de especialistas en temas
patrimoniales ni de los arqueólogos.
-¿Qué tipo de materiales
arqueológicos se han obtenido en el área fundacional del pueblo de Holguín?
Son muy diversos. Por ejemplo, los trabajos de salvamento de
material arqueológico en la casa de Miró 203-205 comenzaron a partir del 11 de
septiembre de 2014, después del reporte de materiales antiguos en la
intervención arquitectónica que se realizaba en el inmueble, y considerando la
ubicación del mismo dentro de la Plaza Parroquial, sitio fundacional. Sus elementos
arquitectónicos representativos han sido tapiados con madera (arcos de medio
punto y vanos), otros han sido añadidos. Aún conserva la carpintería original
de maderas preciosas, con tirantes pareados y lacerías de influencia rococó, el
diseño de fachada original está protegido por un alero de tornapunta. Para el
año 1833, como parte de un testamento, es mencionada la casa, propiedad de un
miembro de la familia Íñiguez. Juan Antonio Íñiguez expone que por motivos de
enfermedad y no tener sucesión la deja a su madre Ana Luisa León.
Aunque el contexto en que se trabajó estaba totalmente alterado,
se rescató la mayor cantidad de material posible, se contabilizaron 1 982
piezas arqueológicas procedentes del patio y del interior de la vivienda; en el
patio se descubrieron varios niveles de piso y al menos dos letrinas. Las
piezas rescatadas estaban deterioradas y fragmentadas, pero fue posible
reconocer una tecnología de confección similar a los ceramios encontrados
anteriormente en los inmuebles cercanos: superficies alisadas, piezas de color oscuro por el hollín, tamaños que van desde
pequeños a medianos, con espaldares curvos y rectos, bordes circulares y
semicirculares, fragmentos de vasijas cerradas y globulares, pasta granulosa y
que muestran buen acabado. Ciertos elementos nos hacen pensar, con
atrevimiento, en la existencia de una industria alfarera con un sello
distintivo. Esta colección aparece junto a material europeo en el que se
destacan las mayólicas españolas tempranas, mayólicas mexicanas, cerámica
ordinaria bruñida pintada o con engobe México pintado, material lítico con
elaboración secundaria a partir de tecnologías aborígenes y una boca de jarra
de aceite con características del estilo temprano. La continua aparición de
este tipo de material en el centro histórico de la ciudad nos obliga a ver el
fenómeno en su conjunto, pensando en la posibilidad de que en la comarca
estuviese sucediendo un proceso histórico y cultural formativo desde el siglo XVII.
-¿Qué investigaciones se
están llevando a cabo actualmente?
A partir del año 2013 la Oficina de Monumentos y Sitios Históricos
de Holguín comienza un proyecto investigativo nombrado “Hatos Fundadores: un
estudio desde la historia y la arqueología”, con el objetivo de determinar la
contribución cultural de los primeros hatos en la región nororiental holguinera
entre 1545 y 1700. La novedad científica fue utilizar la arqueología para
tratar de ubicar geográficamente los centros de estos primeros hatos,
analizando el contexto arqueológico de dichos lugares. Los sitios propuestos
para explorar serían El Yayal, Las Guasumas, Managuaco, Uñas, Cacocum y Holguín.
Es notable la curiosidad que manifiesta el hombre por conocer
lugares que desempeñaron un papel específico en la fundación de un pueblo o
ciudad. En la década de los 80 del siglo pasado se realizó una expedición
cubano-soviética para tratar de ubicar y legitimar la ubicación de la
encomienda perteneciente al padre Las Casas cerca del río Arimao en la zona de
Jagua, desde entonces el arqueólogo cienfueguero Marcos Evelio Rodríguez
Matamoros ha tratado de caracterizar el temprano contacto indoeuropeo. Asimismo
ha ocurrido con Pueblo Viejo, en Camagüey, donde un equipo con el investigador
Iosvani Hernández al frente exploró y estudió profundamente un yacimiento
cercano a la bahía de Nuevitas para confirmar o descartar la primera
localización de la villa Santa María del Puerto del Príncipe. En estos momentos
investigadores habaneros están tratando de encontrar el sitio de fundación de
la villa San Cristóbal de La Habana en la costa sur del territorio.
En
el caso holguinero en mayo del 2013 la Oficina de Monumentos y el Departamento
Centro Oriental de Arqueología exploraron el sitio El Yayal y se comprobó la
existencia de material en superficie en una locación que se creía estéril.
Apoyados en la memoria histórica popular los arqueólogos e historiadores
localizaron en un sitio nombrado La Escondida del Naranjo evidencias del siglo
XVIII en superficie, que por la ubicación cercana al río las Guasumas, características
naturales y semejanza con la descripción que ofrece el obispo Morel de Santa
Cruz, se piensa estén relacionados con el sitio Las Guasumas. En julio de 2014
se exploró y excavó el área de Managuaco por un equipo de especialistas
liderados por el doctor Roberto Valcárcel Rojas,
arqueólogo del Departamento Centro Oriental de Arqueología. Esta institución
desarrolla el proyecto Cultura Material
en entornos de interacción indohispana, dirigido por Valcárcel, que también
nos está acercando a detalles importantes de este asunto.
La
historiografía alega la existencia de primitivos asentamientos, encomiendas o
haciendas que posteriormente darían lugar a extensos hatos de explotación
ganadera. El temprano repartimiento de las tierras al norte de la jurisdicción
bayamesa denuncia una apertura y afianzamiento de la experiencia hatera. Se
conoce que en 1527 Diego de Ávila tenía una naboría en Banes y que otra
naboría, primeramente de Alonso de Mendoza y Juan Mosquera, era poseída al 50%
por Manuel de Rojas. Para 1538 existía una encomienda en Alcalá, propiedad de
Lope Hurtado, funcionario de la ciudad de Santiago de Cuba. La arqueología ha
demostrado con evidencias materiales un temprano contacto indohispano en el
sitio El Yayal. Creo que este sitio fue sede de la encomienda de Bartolomé de
Bastidas para luego pasar a manos de García Holguín y Diego de Lorenzana. El
centro del hato de Holguín pasa en 1545 para el paraje de Cayo Llano, donde hoy
se encuentra la ciudad. En 1598 el capitán Lizana Luyando solicita al cabildo
santiaguero el amojonamiento de sus hatos de Barajagua, merced que se le había
otorgado a los originarios pobladores de Cuba, según el texto de Ángela Peña
sobre la Virgen de la Caridad. La merced del hato de Cacocum en 1599 cerraría
la distribución de las tierras de la extensa área al norte de la villa
bayamesa. Para valorar estos acontecimientos claves en la historia holguinera,
sin dudas hay que conectar la historia con la arqueología.
-¿Cómo han contribuido
los resultados obtenidos hasta el momento a la interpretación de la historia
temprana de la ciudad?
En
algo más de una década han sido recurrentes los hallazgos, principalmente en el
centro histórico de la ciudad de Holguín, de una cerámica de barro oscura con
muestras de haber sido confeccionadas con técnicas aborígenes, asociada a
materiales europeos y mexicanos de los siglos XVI,
XVII y XVIII, conocida como cerámica de tradición aborigen. La sistematicidad
que se ha logrado en los proyectos investigativos, donde se dan la mano
especialistas del Departamento
Centro Oriental de Arqueología del Ministerio de
Ciencia y tecnología y los de la Oficina de Monumentos y Sitios Históricos, ha
demostrado la supervivencia del indio y su adaptación a una sociedad en
evolución, viviendo a su ritmo social, apegado a las manifestaciones de una
cultura material propia, en la medida en que la dinámica colonial se lo
permitía.
Es
clave la abundancia de material arqueológico, que tiene mucho que decir en
cuanto al desarrollo económico y social de nuestra ciudad. Este nos acerca a
una presencia poblacional, si no a principios del siglo XVII, sí en la segunda
mitad del propio siglo. Las fuentes primarias de los siglos XVI y XVII son
pocas, por tal razón la arqueología es tan necesaria. Esta ha brindado datos que describen una sociedad criolla con patrones
culturales en pleno desarrollo, donde conviven el blanco, en muchos casos
perteneciente a la clase hacendístico-ganadera, el indio y sus mestizos, que al
parecer logran conservar elementos de su cultura material, pardos y morenos
libres, y el negro esclavo.
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