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La aldea a la mano (Holguín, Cuba)

8 de diciembre de 2016

Camayd - Esther Borjas



(Esther Borja. Cantante cubana)

Yo tuve el honor de presentarlo varias veces en mi programa Álbum de Cuba, siempre con la seguridad de que le estaba presentando a mis televidentes una figura de gran importancia, alguien que ahora ocupa un lugar cimero en la historia de la música cubana, como artista brillante que fue. 

Raúl en TV acompañado por Zenaida Romeu

Camayd - Martín Arranz



(Martín Arranz. Fundador y Subdirector del Teatro Lírico)
Raúl en el Parque Calixto García, frente al teatro. El de la izquierda, a quien Camayd estaba mirando en el momento de la fotografía, es su entrañable amigo y mano derecha en el Lírico, Martín Arranz

Hijo menor de una familia numerosa y acomodada era, sin embargo, hombre de una sencillez extrema y pródiga generosidad. De carácter alegre y jovial, enamorado, de bromas permanentes y bien intencionadas, no parecía, por momentos, nuestro director ni una gran personalidad del mundo artístico.
Nunca olvidaré que en una movilización agrícola, ante un esfuerzo físico al que no estábamos acostumbrados, le dije “No te preocupes, Raúl, que siempre salimos bien”. Aquella expresión provocó su risa franca y sincera y después la usó en todo momento para darme ánimo ante cualquier problema.
Ya enfermo, en La Habana grabó un cassette que nos mandó, como si estuviera presidiendo una reunión. Al final de la grabación me dice a mi: “No te preocupes Martín, que siempre salimos bien

Camayd - Raúl Rabert



(Raúl Rabert. Primer director artistico del Lírico)

“Vengo a verte para que tu hagas la dirección artística de Los gavilanes” Primero lo miré de arriba abajo y después me quedé así… yo había dirigido teatro dramático como aficionado, pero no tenía ninguna experiencia en el teatro musical. “No”, le dije categóricamente, “no me atrevo y no conozco el género”. Entonces él me llevó para la casa de su madre Argelia, a oír discos. Y al otro vuelve Camayd: “Oye, dale, que Argelia te está esperando para almorzar”
En esos días oímos millones de discos de zarzuela, operetas, óperas; nunca se me olvida que Camayd iba traduciendo las obras del italiano y las tarareaba. Y así me fue embullando, porque él contagiaba a la gente con su entusiasmo y bueno, lo hicimos.

Sergio Ochoa (21 Noviembre de 1997)

Me acuerdo que a la vez que ensayábamos me decía “ve pensando en el vestuario, que lo vamos a diseñar también”: ¡Cosas así del carajo!!!! Hicimos el diseño y el vestuario con la ayuda de Zenayda Cardet que es una institución, y de Sergio Ochoa. La escenografía la hizo Argelio Cobiellas, el pintor, una gran “ferma” pesadísima que Raúl y yo cargamos desde la casa de Cobiellas hasta el Teatro Infante.

Los gavilanes

Hacíamos teatro y a la vez todos trabajábamos en otras cosas. Yo era dependiente de una tienda de ropas, “El 20 de Mayo”. Eran muchas las dificultades que teníamos que sortear, pero el era mayor el amor por lo que estábamos haciendo.

Raúl Camayd en La salida de Juan, de "Los Gavilanes"
 
Yo lo conocía desde muchacho y también a Yoyita Herce; ellos ya tenían un nombre. Estábamos acostumbrados a oírlos cantar en las veladas de las escuelas. Pero mi primer intercambio con Raúl fue en una emisora de radio de Holguín que precisamente se llamaba Radio Holguín. Raúl trabajaba con nosotros como actor en algunas de las obras que ponía el Cuadro de Comedias de la emisora, en el que también estaban González Valero, Yolanda Guillot, Vilma Pérez… Como actor hizo varias cosas, porque él era así, metía la cuchareta en todo, pero era muy inteligente y capaz.
Una vez, en el Lírico, estábamos montando “Molinos de viento”  y él me dice que hiciera el trabajo con Juan José Ricardo, otro barítono, porque él no iba a actuar en aquella obra. Pero poco antes del estreno se embulla y viene a ensayar. La parte musical se la sabía a la perfección, pero en las letras y los diálogos se equivocaba mucho y yo me pongo cabrón y le pregunto: “¿Usted se sabe el diálogo o no se lo sabe?” y me responde: “No me lo sé hoy, pero mañana me lo voy a saber”. Y así fue, al otro día se sabía los textos de arriba abajo, como si llevara un mes ensayando.
La última vez que lo vi estaba presidiendo una reunión en el Teatro Lírico, en Holguín. Era una reunión importante, con mucha gente y yo llego y me quedo afuera, esperando. Entonces Martín Arranz va y le dice: “Moro, ¿tú sabes quién está ahí? Tu tocayo Rabert”. Raúl paró la reunión ahí mismo y salió a abrazarme. Yo, francamente, lo encontré muy bien y poco después me entero de su recaída hasta que un día oigo por la radio la noticia de su muerte. Pero cuando por la radio y la televisión dan esas noticias uno no se entera de lo más importante, yo creí que había muerto en Holguín y no, fue en La Habana y su cadáver estuvo tendido a unas pocas cuadras de mi casa, en la funeraria de Calzada y K, y yo no fui a acompañarlo.

Camayd - Gloria (Yoyita) Herce



(Gloria Herce. Soprano. Fundadora del Teatro Lírico)

Gloria (Yoyita) Herce

Casi desde niños estábamos unidos en el arte. Puedo recordar que cantábamos juntos en la mayoría de las actividades de la ciudad, pero en los años cincuenta yo dejé de cantar y así estuve hasta 1962. un día Raúl y Silvio Grave de Peralta me fueron a ver nada más y anda menos que para que fundáramos un teatro lírico. Al principio le dije que no, pero él insistía, me invitaba a ver los ensayos que empezaban de “Los gavilanes2 y así logró despertar el bichito que yo llevaba dentro.

Gloria Herce “Yoyita” y Románico “Papi” Leyva.

A Raúl lo veía como amigo, como artista y como trabajador. Como amigo siempre estaba dispuesto a ayudarte en todo; como artista siempre lo daba todo, pero a nosotros nos daba más, porque Raúl fue nuestro compañero en el arte, fue nuestro guía, fue nuestro maestro, el que nos formó en una exigente disciplina. Como trabajador, incansable; no era el director del Teatro Lírico, ni el cantante, él era lo que más falta hiciera en ese momento: si había que clavar una tabla allí estaba él, si había que bajar un telón allí estaba él, si había que cambiar el mobiliario, él era el primero en hacerlo. La primera noche, inclusive, yo pensé que no iba a poder cantar porque él y Raúl Rabert habían cargado una pesada escenografía por toda la calle Aricochea. Pero a los quince minutos ya estaba listo, preocupándose por nosotros, preguntándonos si nos sentíamos bien. Ese era Raúl Camayd. Por eso todo el mundo lo quería y un ejemplo vivo de ese sentimiento fue su entierro. Era querido por todo el mundo, dentro y fuera del teatro.

Camayd - Zenayda Cardet



(Zenayda Cardet. Vestuarista del Teatro Lírico)

Cuando íbamos de gira, la primera puerta que él tocaba en las mañanas era la mía. Yo en todas las giras llevaba una cafetera y un reverbero y bien temprano colaba café, y Raúl, que era tan cafetero, apenas se levantaba me tocaba en la puerta, y si me demoraba me daba voces: “!Cardet!!!”, porque era desespera´o. Y las hermanas Aguilera, que son como son, me decían: “Ahí está tu marido”. Fueron veinte y siete años trabajando juntos, sin un sí ni un no. 
Raúl y María Luisa Clark, “La viuda alegre”.

Yo vivía detrás del telón, para resolver lo que se necesitara. Una vez, durante una presentación de “La viuda alegre”, a María Luisa Clark le pisotearon el vestido, un vestido largo que llegó en un grupo de vestidos que nos mandaron desde La Habana, pero que todos estaban pasaditos, como todo lo que nos mandaban de allá, y el vestido se le rajó, entonces ella se lo recogió con la mano en la cintura y con una gracia liadísima y resolvió el problema, pero cuando salió de escena ya yo estaba detrás del telón con hilo y aguja en la mano. Eso lo aprendí de Raúl, que estaba al tanto de todo. Yo creo que director como ese va a ser difícil encontrarlo.

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