En los albores del siglo XX y como parte de la
construcción del Ferrocarril Central, surgió el pueblo de Antilla al lado de
ese singular nudo de comunicaciones y puerto de vital importancia económica
para toda la región nororiental de Cuba que hubo en la bella y extensa bahía de
Nipe.
Desde antes de constituirse en municipio, en 1925, en el pueblo se fueron fomentando una amplia red de instituciones, entre ellas Sociedades de Instrucción y Recreo, cines y hoteles.
Hotel Antilla, 1910 |
Banco de Canadá, filial en Antilla, Holguín, Cuba. 1915 |
Café El Boulevard, Antilla, Holguín, Cuba, 1916 |
Consulado de los Estados Unidos, Antilla, 1917 |
El permanente comercio con Estados Unidos influyó intensamente en la vida sociocultural del pueblo. Muestra de ello es la fundación el 11 de diciembre de 1934 del segundo club de Rotarios que hubo en la región holguinera.
El 25 de mayo de 1935 se realizó la constitución oficial del Club
Rotario de Antilla. El hecho se constituyó en gran acontecimiento para el
pueblo. La prensa local y de otros lugares de la provincia de Oriente lo
divulgó ampliamente. Específicamente el periódico “La Defensa” de 1ro de junio
hizo una amplia reseña en su portada:
”(…) en el hotel Antilla se realizó la
sesión-banquete, colocándose las mesas formando cuadro que remataban en la
presidencial, la cual lucía tachonada de muchas flores. A la espalda la bandera
cubana y una inmensa rueda dentada primorosamente confeccionada en Preston por
el miembro del Club de Antilla Mr G. H. Kolwey”[1].
Para la ocasión contrataron
en Santiago de Cuba al Trío Oriental de Maximiliano Sánchez (Bimbi), que amenizó
con canciones cubanas las actividades a las que asistieron representantes de diversos
clubes del país, principalmente de Holguín, cuyo club fungió de padrino. Desde
Cienfuegos viajó el doctor Felipe Silva, Gobernador del Distrito 25 quien
entregó la carta constitutiva y el decálogo del Rotarismo al novel presidente
Manuel Guarch Fernández, mientras que el
doctor Teodorero Gutiérrez, Presidente del Club holguinero entregó la bandera
de la organización. Varias destacadas personalidades realizaron discursos, y
luego el doctor Diego M. Yebra obsequió a los asistentes hermosas conchas marinas
con paisajes pintados por el artista Heredia. Posteriormente en la principal
sociedad de Instrucción y recreo del pueblo, el Unión Club, se celebró un baile
que se prolongó hasta la madrugada.
Durante la década de
1930 el Club realizó sus sesiones de cada viernes en el hotel Antilla. El doctor
Julio Esperón que fue el Presidente durante varios mandatos organizó conferencias
y actos patrióticos en fechas significativas como el 10 de octubre, inicio de
las guerras independentistas cubanas, el 28 de enero, natalicio de José Martí y
el 7 de diciembre, aniversario de la caída en combate del Mayor General Antonio
Maceo. En cada una de ellas intervenían profesores, periodistas e intelectuales
como Ambrosio Ledesma y Joaquín Navarro Palomares. Esperón y rotarios antillanos
tuvieron el privilegio de ser uno de los pocos orientales cubanos que sirvieron
de anfitriones a un presidente de Rotary Internacional; este acontecimiento
ocurrió durante la escala de una nave de la Pan American Airways
en la que viajaba Mr. Walter D. Head. Y obviamente que el hecho que fue
reflejado por el periódico local “El Sol” en su edición del 16 de enero de
1940.
En la década de 1940 se
amplió el rotarismo antillano con la fundación de las Damas Rotarias. Ellas,
cada 28 de enero entregaban una canastilla martiana a un niño nacido ese día y
el 6 de enero repartían juguetes y atendían a los niños enfermos haciéndose
acompañar por el médico Dr. Yebra, (1899-1952)
El Dr. Yebra se
convirtió en símbolo del Rotarismo local y fue encarnación perfecta del trabajador
por la salud de su comunidad. Todo ello lo hizo acreedor del cariño eterno de
todos los habitantes del pueblo. Prueba es que tras el fallecimiento del médico
todos los antillanos dieron dinero para erigir un busto con su efigie en la
avenida principal en abril de 1956, obra del escultor Fernando Boada. Desde
entonces esa calle recibió del médico[2].
A lo largo de su
historia el club vivió momentos buenos y malos, uno de los peores ocurrió en los
meses iniciales de 1946. Por esa fecha realizó su última visita como
Gobernador, el Dr Echemendía y no se llevó la mejor impresión, por lo que en su
informe a la organización internacional señaló deficiencias. Al asumir la gobernatura
nacional el holguinero Paco Frexes, este recibe de Chicago una comunicación en
la que señalan al club “algo desalentado y que requiere atención especial”[3].
El inquieto Paco pronto levantó los
ánimos de los antillanos con el apoyo entusiasta de todos, especialmente de
Antenor de Feria, el nuevo presidente del club local.
Ya a mediados de
diciembre de ese mismo año, llegó al club una carta enviada por Juan M. Roger,
Jefe del Departamento Iberoamericano de la organización con sede en Chicago, en
la que se felicitaba al club por los resultados positivos obtenidos durante la
visita oficial anual del Gobernador del Distrito y, resalta, que “la gran
inspiración rotaria que existe en el seno del club se debe seguramente a la
magnífica orientación de la Directiva”[4].
Y no se equivocaba el alto funcionario, pues
el Dr. Feria Santiésteban estaba llamado a convertirse en un nombre
insoslayable en la historia de esa institución Antilla.
Fue aquel un hombre de
recia personalidad y que entre sus antepasados tenía libertadores de Cuba. Por
sus méritos presidió el club durante dos
mandatos consecutivos, entre 1946 y 1948. En ese período impulsó sólidamente el
quehacer rotario local hasta ubicarlo entre los primeros internacionalmente que
sus 24 miembros donaran los diez pesos per cápita para la fundación del
Instituto de Comprensión Internacional, última voluntad de Paul Harris, el
artífice de la organización quien al morir en 1947 pidió que no lo despidieran
con flores, sino que donaran esa cifra en la creación de un Instituto dentro
del Rotarismo para defender la paz, la amistad y la cooperación entre los
pueblos víctimas de dos las guerras mundiales y otras criminales acciones
bélicas.
Como la anterior, otras
múltiples iniciativas de Antenor fueron de importancia para el Club y de
calurosa acogida popular. Una de ellas fue la compra, en 1947, de un poderoso
aparato extintor de incendios con una
bomba Allis que impulsaba quinientos galones de agua de la bahía a 276 pies de elevación por
minuto. Desde entonces muchos en el pueblo durmieron tranquilos, porque Antilla
había estado a punto de desaparecer en más de una oportunidad a causa de la
acción voraz del fuego.
Otras ideas llevadas a cabo bajo su guía fueron la creación de la Revista Rotaria de
Antilla y la gestación de la
Comisión de Acción Cívica. En esta última, Manuel Guarch y
otros rotarios se distinguieron gestionando en las altas esferas del gobierno
la realización de obras públicas para ese municipio, entre ellas el Dispensario
y la Casa de
Socorros. Por su parte la
Revista, dirigida durante varios años por José Conde, reflejó en sus páginas el quehacer del club y
de la organización en general. En ella colaboraron eficientes periodistas como
Joaquín Navarro Palomares, director del periódico local “La Defensa”, que además era un rotario devoto de la
obra de José Martí y también de la de todo cubano que enalteciera los valores
de la patria, principio este que aprendió de su madre, la capitana mambisa,
(independentista), Doña Luz Palomares.
Fueron los rotarios junto al club de leones del pueblo quienes más y mejor apoyaron
la propuesta de la entrega a la gran capitana mambisa de la Cruz de la Orden Carlos Manuel
de Céspedes. Finalmente la condecoración le fue concedida en 1948 por el presidente del país Carlos Prío
Socarrás.
Asimismo, como lo hacía el
Club de Leones, cada 24 de octubre, Día del Periodista, los rotarios antillanos
homenajeaban a Navarro Palomares, y a José Conde, Enrique Causarás Abella y los otros profesionales de la información
que hicieron de esa villa portuaria, una de las poblaciones más relevantes en la
historia del periodismo regional.
En la década de 1950 los
rotarios antillanos siguieron laborando intensamente en bien de su comunidad. Históricas
fueron sus gestiones ante senadores y Representantes a la Cámara y ante el mismísimo
dictador Fulgencio Batista, reclamando la construcción del acueducto y un
hospital, el dragado del puerto y otras obras de beneficio colectivo. Entre
estas últimas estuvo la denuncia que hicieron de la contaminación del medio
ambiente[5]
y la creación de una beca al mejor expediente de sexto grado para que el
ganador continuara sus estudios en un colegio privado de la localidad[6].
En 1957 el usurpador del
poder en Cuba, Fulgencio Batista, visitó el pueblo y con su acostumbrada
demagogia prometió obras que nunca se realizaron[7].
Seguramente que entonces el dictador no se imaginó que tres años después
comenzaría otra historia para Antilla y todo el pueblo cubano.
[1] Periódico “La Defensa”. Antilla. Un
acontecimiento social y fraternal resultó la inauguración del Club Rotario de
nuestra villa. 1 de junio de 1935. P. 1.
[2] Periódico “Norte”. Holguín. Emotivos
actos en honor de Diego Yebra en Antilla.17 de abril de 1956. P.1
[3] Archivo Provincial de Historia de
Holguín. ). Fondo Movimiento Rotario Legajo 1 Expediente 2 Folio 62 Carta de
José .M. Abraira del Departamento Iberoamericano de Rotary International,
fechada el 14 de agosto de 1946 en la que le informa al Dr Francisco Frexes sobre las deficiencias
señaladas por el anterior Gobernador en sus últimas visitas a los clubes de la
isla.
[4] Archivo Provincial de Historia de
Holguín (APH). Fondo Movimiento Rotario Legajo 1 Expediente 2 Folio 38 Carta de
Juan M. Roger al Dr. Antenor de Feria
Santiésteban, Presidente del Club de Antilla fechada en Chicago el 1 de
diciembre de 1946.
[5] Periódico “Norte”. Holguín. Mostos provocan
gran mortandad de peces en la bahía de
Nipe. 6 de junio de 1956. P.1.
[6] Periódico “Norte”. Holguín. De Antilla.
12 de octubre de 1956. P.3.
[7] Periódico “Norte. Holguín. Entusiasta
recibimiento tributó Antilla al Presidente Batista. 11 de septiembre de 1956.
P.1 y 3.