LO ÚLTIMO

La aldea a la mano (Holguín, Cuba)

29 de agosto de 2016

La escultura religiosa en la iglesia de San Isidoro de Holguín en el siglo XX


        
En la primera mitad del siglo XX aparecen en San Isidoro un grupo de esculturas debido a donaciones de fieles al catolicismo que pertenecían a familias acaudaladas de la época, otras fueron adquiridas por la administración de la iglesia en la tienda de efectos religiosos La Bón Marché o  enviadas desde España.

Imagenes de San Isidoro y Nuestra señora del Rosario, patronos de Holguín, traídas a Holguín en 1922
      
Entre ellas las de los patronos de la ciudad San Isidoro y la Virgen del Rosario; esas fueron traídas desde España en el año 1922. Ambas esculturas sobrepasan el metro de altura y están expuestas en el altar mayor, talladas en madera con partes en yeso, son hermosas por el exquisito dominio que tuvo el artista del encarnado y el estofado, por el dominio de las proporciones y por la carga naturalista que transpiran, aunque no tienen la antigüedad de las anteriores.

        
     De la década del 40 es la imagen de madera policromada del Sagrado Corazón de Jesús, ubicado en el altar del Santísimo, esta imagen también fue comprada en la Bón Marché. Allí mismo y por esa época se compró otra escultura de madera policromada que aproximadamente mide 115 cm. de altura que representa a San Juan Bosco, protector de los jóvenes y fundador de la congregación de los Salesianos. Actualmente se encuentra en el presbiterio junto a la puerta que da acceso a la Sacristía y deberá ser restaurada por presentar roturas en los dedos de las manos y pérdida de la intensidad del color.  
            

        
En la pared de la nave lateral izquierda, al final, está la imagen de Santa Bárbara Católica; adquisición de no más de cincuenta años, comprada en la Bón Marché y donada al templo por Miguel Velázquez, antiguo dueño de la funeraria Velásquez, que estaba situada en la calle Maceo y Luz Caballero en Holguín. En los primeros meses del año 2000 a esa imagen le fue robada la copa de metal, arrancándole con ella la mano. Poco después del vandálico acto se le restauró y colocó provisionalmente una copa plástica.

         Otras imágenes adquiridas en la década del cuarenta en la Bón Marché son la Virgen Milagrosa, hoy en manos particulares después de escapar de la destrucción de imágenes auspiciadas por el Concilio Vaticano II; y la otra del Niño de Praga comprada por la Archicofradía de la orden del Carmen que se encuentra guardado en el recinto religioso sin ser expuesto. La pieza es de madera y estuvo expuesta al público en el altar del Carmen.

Del único artista local que creó obras para San Isidoro en la primera mitad del siglo XX es Rafael Melanio Aguilera (1903-1974).  Autodidacta de oficio ebanista, no solo destacó como escultor sino también como grabador y pintor. Entre su basta y extensa producción escultórica  está el conjunto denominado el “Misterio del Calvario” encargadas por la iglesia al artista, hoy expuestas en el lateral izquierdo de la misma, está formado por el Cristo de las Agonías de Limpias (1944), San Juan Evangelista (1954) y la Magdalena (1955) todos tallados en caoba. Destacan estas creaciones por un correcto estudio de la anatomía humana, el dominio del volumen, de las líneas, así como del canon de proporciones que hacen que transpiren la fortaleza de un neoclasicismo escultórico. Al “Misterio del Calvario” no le fue concluida por completo la imagen de la Dolorosa la cual se encuentra en casa de los hijos del autor.

Entre las imágenes de la catedral San Isidoro de Holguín destaca el “Cristo Yacente” que actualmente se exhibe con la Dolorosa en la Semana Santa. Tallada en madera, la obra fue traída a Holguín en algún momento cercano a la mitad del siglo desde la iglesia de Sagua de Tánamo. De su anónimo escultor se sabe que era oriundo de La Habana y que la ejecutó por encargo del padre villaclareño, José Lorenzo Rodicio. Esta obra permaneció diez años en Santa Clara, pero al estar en desuso pasó al templo de Sagua de Tánamo y después a San Isidoro en Holguín

A partir de los años 60 hubo múltiples causas que influyeron en la escasa presencia de nueva imaginería religiosa en Holguín y también  la dispersión de algunas esculturas antiguas de real valor patrimonial y artístico. La primera de dichas causas fue que con el Concilio Vaticano II, efectuado en 1962, se promulgó una reforma para la liturgia en la Iglesia Católica que pretendió volver a la simplicidad en el culto de los viejos tiempos del Paleocristianismo; además de promoverse la separación del retablo del altar también se estipuló que debía rechazarse todo lo que no estuviese de acuerdo con la mentalidad moderna de la iglesia, de esta forma se debían venerar imágenes que tuvieran una vida o una biografía más histórica que la de otros santos cuya vida estuviese llena de adornos y leyendas. Otra fue la idea de centrar el culto en el hijo de Dios, por el deseo de acercarse más a los protestantes.

San Idelfonso. Madera policromada. Isidro Ricardo Quevedo, 2001
Lógicamente el templo San Isidoro de Holguín no escapó a la reforma y por eso sus imágenes sufrieron la depredación, muchas se perdieron y otras fueron a parar a la casa de algunos fieles. Por otra parte, fue ese el momento de la nacionalización de los colegios privados donde había imágenes que fueron destruidas o que se perdieron al trasladarlas de un lugar a otro. Además fue esa una época de profundas transformaciones sociales y políticas con una nueva percepción materialista del mundo, sustentada en un sistema de instrucción laica en la escuela cubana.

Demoró hasta finales de la década del 90 para que se produjera un renacer en la creación de imágenes. La primera de ellas fue el ”Cristo Resucitado”, obra del joven egresado de la Escuela Profesional de Artes Plásticas Isidro Ricardo[1], por encargo del obispo Héctor Luís Peña. También Nicomedes Díaz Gijón es otro artista finisecular que ha demostrado su maestría en una talla encargada por el obispo Héctor Luís Peña en el año 1998, se trata de una escultura vestidera que representa la figura de “San Lázaro Obispo”, de una altura de 98 cm. desde su base y que hoy se encuentra al finalizar la nave lateral derecha.

Junto a las que se confeccionaban en Holguín, se trajeron a San Isidoro en julio de 1999 dos altos relieves de busto de las figuras de “San Pedro y San Pablo”, de las que no poseemos más información.

Tallas en cedro del escultor Rubén Rivero Gorgas

Otro artista local que trabaja para San Isidoro es el joven Rubén Rivero  Gorga (Holguín, 1975), egresado de la Escuela Profesional de Artes Plásticas. Este recreó decorados en relieve sobre los muebles de la sacristía y de las naves para los fieles, consiguiendo un ambiente idílico y  a la vez selvático por el empleo de diseños fitomorfos en una gama monocroma homogénea color caoba barnizada. Posteriormente el Obispo le encargó tallar tres relieves en cedro para ser colocados en la parte inferior del retablo de la capilla del Santísimo. El primero, colocado en el centro de la franja inferior del retablo, es La Última Cena. El artista tomó como punto de referencia la conocida obra de Leonardo Da Vinci, pero haciéndole a aquella algunas recreaciones, por ejemplo, que la figura de Cristo no está al centro de la composición sino que fue desplazada por la de Pedro que ocupa ese espacio, asimismo en el centro superior de la composición coloca una nube que sugiere la presencia divina y una paloma en representación del Espíritu Santo.

Los otros dos relieves que acompañan a la Última Cena, colocados a su lado, son el Descendimiento de la Cruz (a la derecha) y la Resurrección (a la izquierda).

Antonio María Claret. Madera policromada. Isidro Ricardo Quevedo, 2001
Juan Pablo II. Ferrocemento/pátina bronceada. Henry Albuerne 2005

 

[1] Isidro Ricardo no sólo ha realizado obras por encargo o restauraciones para el templo de San Isidoro, sino que por su propia motivación e intereses personales como creador ha incursionado en el tema de la imaginería religiosa  y ha expuesto en el Convento de San Francisco de Asís, en ciudad de La Habana. Este artista, junto a su equipo de trabajo, crea figuras que imitan la imaginería española , con un dominio excelente del policromado sobre la madera  a través del uso del encarnado y el estofado, que le trasmiten a sus obras un realismo inusitado.  

La escultura religiosa en Holguín, antecedentes



Es casi seguro que hubo en Holguín imágenes escultóricas de santos católicos desde mucho antes, solo que la primera referencia documental que se tiene es el acta de visita realizada a esta comarca por el notario Pedro Jiménez y por el sacerdote de la Catedral de Santiago de Cuba Francisco Antonio Pérez, el 6 de marzo de 1765.

Dice esa referida acta que: “(...) La iglesia es de teja con las paredes de tierra y maderas de cedro labrada y tiene treinta varas y medias, y de ancho dieciséis varas. La sacristía tiene de largo cuatro varas y de ancho once varas y tres cuartos (…) El altar mayor es de madera pintado con un nicho del mismo material embutido en el medio donde está la imagen de San Isidoro de bulto como de vara y media de alto con una pluma de plata en la mano y una cruz en el cuello que es de nácar con las costaneras de oro. Tiene dicho altar otros dos nichos de la misma materia uno al lado del evangelio con la imagen del Señor San José y otro al lado con la imagen de San Antonio. Una y otra imagen son de bulto de una vara de alto. También al lado del evangelio está otro altar de Nuestra Señora del Rosario con un niño en los brazos, dicha imagen tiene corona de plata, dos rosarios engastados en oro, dos zarcillos de oro con perlas, una cruz de esmeraldas engastadas en oro, seis flores de oro, el vestido de tafetán carmesí con punta de plata por debajo, y el manto de plata azul y el niño tiene tres potencias de oro. En el mismo altar, al lado del evangelio, está la imagen de San Antonio de retablo y también Santa Bárbara de lo mismo. Se halla en dicho altar un Santo Cristo de bulto. También en el lado de la epístola del citado altar mayor está otro altar de Jesús Nazareno como de dos varas de alto, con tres potencias de plata y dicho altar es de madera pintado. También al lado de la epístola del citado altar mayor está otro altar de Jesús Nazareno como de dos varas de alto con tres potencias de plata  y dicho altar es de madera pintado. También al lado de la epístola está una imagen de San Felipe Neri de bulto como de una vara de alto. También otro altar de Nuestra Señora de las Mercedes(...) y un nicho donde está dicha señora que es de bulto  y una vara y poco más de alto con su corona de plata y el vestido de seda. También se halla en dicha iglesia un nicho donde está Nuestra Señora de la Concepción que será como de tres cuartos”.

La inmaculada concepción de la Virgen María/Talla en madera policromada. 1866
Obviamente que eran las imágenes de los patronos de la ciudad las más ricas.

La de San Isidoro se describe en el acta con un rico atuendo, pero no precisa el material con que fue hecha ni de donde  procedía. Lo más probable es que la hayan traído de España y que estuviera hecha en madera, y así se supone porque fue ese país un gran foco emisor de escultura “imaginera” tallada en madera policromada durante los siglos XVII y XVIII.

La de la Virgen del Rosario se describe de bulto y muy ricamente ataviada. Por que se habla de lo valioso de las telas, se infiere que era esa una imagen vestidera.

Hoy se desconoce el destino de esas lujosas esculturas y tampoco de las otras que se mencionan. Se cree que pudieron ser robadas, protegidas o salvadas en casa de algún fiel cristiano o donadas a otro lugar a cumplir su propósito. (Es una lástima que en la actualidad no existan ninguna de esas imágenes, pues, seguramente, eran producto genuino del arte español del período).

San Antonio de Padua. Talla en madera policromada. Se trajo de Bayamo en 1869
Por otro lado y de acuerdo con lo que se dice en el “Libro de Costumbres de La Iglesia Mayor de San Isidoro de Holguín[1] y asimismo por información obtenida en entrevistas realizadas[2], durante la segunda mitad del siglo XIX había otras esculturas que pasamos a relacionar a continuación:

1- Sagrado Corazón de Jesús.
2- San Rafael.
3- Niño de Praga.
4- Dos imágenes de San Antonio de Padua.
5- Cristo Yacente.
6- Un Nazareno.
7- Virgen de los Dolores.
8- Cristo Resucitado.
9- Virgen vestida de blanco.
10-  San Juan Nepomuceno.
11-  Virgen de la Caridad.
12-  Una Virgen Dolorosa.
13-  Inmaculada Concepción.

Lo que continúa es toda la información que se posee sobre estas viejas imágenes. De ellas, cinco estaban en el antiguo retablo construido en la nueva parroquia de 1815; las cinco fueron desmontadas en 1963. Esas eran las siguientes: El Sagrado Corazón de Jesús que se ubicaba abajo y a la izquierda del retablo, (esa imagen no existe en la actualidad); al lado derecho, La Inmaculada, que es una talla en madera policromada que sobrepasa el metro de altura, hoy en la capilla del Santísimo. (Por los “Libros de Mayordomía de la Catedral de San Isidoro”[3] se sabe que esa imagen fue comprada en Santiago de Cuba en 1866. En una inscripción que posee dice: “F. Vila, ARCHS. Barcelona, España”).

Encima de la Inmaculada estaba la imagen vestidera del “’Médico Divino”, más conocido por San Rafael, de pequeño formato. Esa ya  era antigua en la iglesia en 1877 y es posible afirmarlo porque entre las ofrendas donadas había un pececillo de plata ofrecido por la familia de uno de sus fieles cuando aquel contaba un año de edad. Al localizar la pila bautismal del niño se comprueba que había nacido en ese año (1877). (Esta imagen de San Rafael permanece guardada en la planta superior de la sacristía debido a que necesita ser restaurada).

En la parte superior izquierda estaba la imagen dedicada a San Juan Nepomuceno vestido de tela negra; esa, construida de madera, se destruyó a mediados de la primera mitad de siglo XX.
     
La Dolorosa. Escultura de vestidera.187?
Las imágenes del Niño de Praga y San Antonio de Padua fueron llevadas  a la parroquia holguinera en 1866 junto a la de la Inmaculada. El conjunto tuvo un costo de 213 pesos. En la actualidad no existe ese  San Antonio de Padua. El San Antonio que sí existe fue traído desde Bayamo en 1869, después que sus vecinos incendiaron la ciudad[4]. La memoria popular recuerda que inmediatamente después de aquel suceso se trajo a Holguín una carreta cargada con las tablas del antiguo altar del Rosario y en el cargamento vino la escultura que hasta el principio del siglo XX estuvo en el altar mayor y que hoy está en el retablo de la capilla del Santísimo, antiguamente llamada Capilla de Nuestra señora del Rosario.

El Cristo Yacente fue una antiquísima pieza de madera traída desde España, pero que fue destruida después que el Concilio Vaticano II acordó eliminar algunas imágenes y volver a la austeridad de los inicios del cristianismo. Igual destino tuvo la escultura vestida del Nazareno, llegada al templo católico holguinero en 1866. De ella se sabe que era  de un tamaño aproximado de 1.60 cm, que se solía vestir con un traje de terciopelo violeta y lentejuelas y que era usado en la procesión del Santo Entierro. Aquella salía por la calle San Isidoro, actualmente Rafael Manduley, pero que la holguinera costumbre llama Libertad y avanzaba por donde en nuestro presente están los estudios de Tele Cristal hasta la esquina de Maceo. Por su parte y a la misma vez salía la procesión de la Virgen Dolorosa subía por la calle San Diego (actual Miró), doblaba por la calle del Rosario (actual Frexes) y bajaba por Maceo. El Santo Encuentro de la Virgen con su hijo se producía en la esquina que forman las calles San Miguel (Maceo) y San Idelfonso (Aricochea). Juntas ambas imágenes seguían por Aricochea hasta llegar a Mártires. Cuando pasaban por el frente de la Cárcel Municipal (hoy Arena deportiva Henry García), los presos les tiraban flores. Luego llegaban a la esquina siguiente y por la actual Luz y Caballero regresaban a la iglesia. Esta Dolorosa es una de las imágenes del templo San José mejor conservada hasta hoy. Es de vestidera con traje negro de terciopelo y lentejuelas. No se sabe el año en que ingresó al templo pero los informantes afirman que es de la segunda mitad del siglo XIX y se distingue por la expresiva carga dramática reflejada en su rostro. Por sus grandes valores es una obra que  permanece guardada la mayor parte del tiempo; sólo se exhibe en Semana Santa.
     
También se conserva en buen estado y en una urna de cristal la imagen de la Virgen de la Caridad, situada en la capilla que lleva su nombre en el lateral del templo que da a la calle Luz Caballero. Es esa una imagen vestidera, elaborada en madera y de pequeñas dimensiones, unos 60 cm., aproximadamente. Se trata de una réplica de proporciones menores a la Virgen de la Caridad que se encuentra en el santuario del Cobre. Por documentos antes mencionados se pudo comprobar que “la imagen de la Doña Virgen de la Caridad fue comprada en Cuba (Santiago de Cuba), en 1866 a un costo de 42.50 pesos”[5]. Por ser de la Patrona de Cuba esa es una de las imágenes más veneradas en el templo, aunque las ofrendas se restringen a ser flores y velas. Asimismo un grupo de señoras devotas llamadas “Camareras de la Virgen” se encargan de vestir y desvestir la imagen. Ellas han trasmitidos esas funciones de madres a hijas, (la virgen tiene su ropero propio).

De las esculturas del XIX que estaban en la Iglesia San Isidoro, (actualmente Catedral) únicamente están expuestas La Virgen de la Caridad, San Antonio de Padua y eventualmente La Dolorosa. La imagen de San Rafael está deteriorada y por eso no se expone. Las otras no llegaron hasta nuestros días.




[1] Colección Juan Albanés.  Archivos de la Parroquial Mayor. Costumbres de la Iglesia Mayor de San Isidoro, T VI. Año 1862, p.136. 

[2] Francisco Expósito (sacerdote). Entrevista día 30 de abril, 1998. Catedral de San Isidoro y Reinaldo Peña (diácono). Entrevista, día 15 de mayo, 1998. Obispado de Holguín.

[3] Libro de Mayordomía No II, Catedral de San Isidoro.

[4] La ciudad de Bayamo fue tomada por las bisoñas tropas independentistas cubanas en 1868. En enero del año siguiente, y en vistas de que las fuerzas españolas eran superiores, los vecinos de Bayamo decidieron quemar la ciudad.

[5] Libro de Mayordomía No II, Catedral de San Isidoro.

8 de junio de 2016

General Angel Guerra Porro, biografía


Nació el 27 de enero de 1842 en la ciudad de Holguín. Sus padres mulatos se dedicaban a la labor artesanal. Siendo apenas un adolescente comenzó a trabajar como tabaquero.
El 14 de octubre de 1868 se alzó en armas junto a Julio Grave de Peralta y el 16 participó en el primer combate librado en Cayos de Papayal. Al tomar Julio Grave de Peralta el mando de la brigada occidental de Holguín, tuvo en cuenta los méritos alcanzados en las acciones y le entregó a Ángel Guerra el mando de una pequeña compañía.
Posteriormente Ángel Guerra pasó a combatir en las tropas mandadas por Belisario Grave de Peralta, destacándose en las acciones libradas en  territorio holguinero. Por ese mismo tiempo estuvo subordinado a los mayores generales Máximo Gómez y Calixto García que mandaron en esta jurisdicción. El 29 de junio de 1872 fue herido en el combate de Rejondón de Báguano, peleando bajo las órdenes del entonces coronel Antonio Maceo.
Siendo jefe del batallón de Mayarí, Guerra sobresalió en el combate de Santa María de Ocujal, que la historia reconoce con el nombre de El Copo del Chato, librado el 26 de septiembre de 1873 bajo las órdenes de Calixto García.
Otros muchos fueron los combates en que demostró su valentía. Sin embargo en abril de 1875 se involucró en la sedición de Lagunas de Varona. El 14 de septiembre de ese año asaltó el campamento español de Junucún  y a comienzos de 1878 apoyó la creación del Cantón Independiente de Holguín. Posteriormente se acogió a la Paz del Zanjón y se traslado al poblado de Velasco donde continuó laborando a favor de la independencia de Cuba. 

Ponemos a disposición del lector de La Aldea un capítulo del folleto titulado: “Ángel Guerra o el último capitulado cubano. Episodio Histórico”, escrito en Cayo Hueso, en diciembre 1892 por Juan A. Calderón. El texto fue publicado en Gibara en 1899 en el establecimiento tipográfico El Progreso y n. Narra la participación del patriota Ángel Guerra Porro en la llamada Guerra Chiquita que se desarrolló entre 1879 y 1880.
Al terminar la guerra grande por la independencia de Cuba de 1868 a 1878, Guerra se unió a la conspiración que dio inicio a la Guerra Chiquita.
En agosto de 1879 el Coronel Belisario Grave de Peralta, también miembro del complot, decidió alzarse en armas. Ángel Guerra trató de convencerlo de que no se pronunciara por su cuenta, pero no lo consiguió. Belisario se levantó en armas en las márgenes del río La Rioja en 24 de agosto.
Ángel Guerra consideraba que sin armas y con los principales líderes en el exterior, la guerra estaba llamada al fracaso, por lo que decidió permanecer en su casa en la ciudad de Holguín. Pero las autoridades españolas, sabiendo que Guerra era un mambí y que no se había alzado por asuntos tácticos y que tarde o temprano lo haría, decidieron detenerlo. A continuación la trascripción textual sobre la aventura urbana de este mambí que se vio perseguido por sus irreconciliables enemigos que se narra en el folleto Ángel Guerra o el último capitulado cubano:
Capitulo II
Una captura inútil
Apercibidas temprano las autoridades de Holguín de lo que estaba ocurriendo en el río de la Rioja, juzgaron que aun cuando la Guerra no se había movido de la ciudad, convenía inutilizarle, por si acaso.
Aquella noche, á las doce, la Policía y la Guardia Civil llegaron á la vez por las dos calles á que hacía esquina su casa, con la entrada principal por la de San Isidoro, (1) y derribando á golpes la puerta de la otra calle, penetraron al patio y de seguida á las habitaciones por otra puerta que no tuvieron necesidad de forzar. Ya el pájaro había volado por ella advertido del peligro por el estruendo de los golpes y el ruido de las armas, aunque sin tiempo más que para ocultarse entre una mata de jazmín inmediata, con la que rozaron los soldados al penetrar en su busca.
Al desaparecer el último, trepó, rápido como un tigre, sobre una alta pared de mampostería coronada de vidrios rotos, que separaba su patio del de doña Panchita Castellanos. Allí, con las manos, los brazos, el pecho y las piernas cortadas por los vidrios, y colgado largo ratos de éstos hacia ese otro patio mientras con luces registraron el suyo, permaneció en semejante suplicio hasta asegurarse de que no había quedado por su casa ni un esbirro. Saltando entonces á otros patios divididos por tablas ó janes, reconoció sigilosamente sus dos calles, descubriendo que los cuatro ángulos de la cuadra habían quedado ocupados por cuatro parejas de la Guardia Civil.
Juzgose irremisiblemente perdido. No se atrevía á llamar á ninguna casa por temor á ser oído de los centinelas ó mal recibido por la desnudez en que salió para aminorar las probabilidades de ser visto. Sus perseguidores, que habían hallado el lecho y sus ropas interiores calientes, estaban seguros de que no había tenido lugar de salir de la cuadra. Juzgaron con razón que había quedado encerrado dentro de la ratonera.
Tras largo tiempo de angustia la frescura del aire le recordó la proximidad del día. Horrorizole la idea de que la luz de la mañana le sorprendiera en aquella situación y tomó la resolución de evitarlo á todo trance. Se fue acercando lo más que pudo entre los patios á una de las esquinas de la cuadra, sacó silenciosamente dos janes que daban á la calle; saliendo á ella por el hueco abierto así, se aproximó rastreando como una culebra á la pareja que se había sentado en la acera, y lanzándose de pronto á la carrera en dirección á ella, cuando los Guardias pudieron darle el alto ya los había dejado detrás. Aunque le hicieron varios disparos, logró alcanzar sin novedad la casa de un amigo, que le proporcionó ropa y machete; más al volver á la calle el cielo ostentaba ya los dorados y purpúreos matices de la Aurora y la atmósfera era suficientemente clara para denunciar su presencia. Sin embargo pudo, sin ser visto, sacar de un patio frente al Hospital de Caridad (2) el caballo de su amigo Carlos Téllez, del Guiral, y montado en él en pelo salió á la carrera por el camino de Cuba. (3)
Pero no había llegado el momento verdaderamente crítico para él. Los fuertes que rodean la población habían sido avisados durante la noche, y al pié de ellos, en las puertas de salida, estaba preparada de antemano su persecución. Un grupo de caballería se lanzó tras él á galope tendido, los soldados bien montados en briosos caballos y él sin más aparejo que la jáquima en una cabalgadura flaca y estenuada. Por instantes se le aproximaban sus perseguidores. Ya en el Tejar de Mayabe (4) se extendían en ala para rodearle, cuando el fujitivo se dejó caer al suelo, abandonándoles el noble bruto que había dejado de necesitar y tomando á pié la manigua allí bien espesa.
Los soldados que le habían visto al caer, pero no levantarse, aseguraron al Gobernador de la Plaza, al hacerle entrega del caballo capturado, que al parecer el jinete había sido tragado por la tierra ó se había desvanecido en el aire antes de llegar al suelo.
Ángel salió ileso de aquella persecución y se unió a las fuerzas insurrectas. Se convirtió en uno de los líderes de los independentistas en la región. Se presentó en diciembre de 1879. En 1890 fue expulsado de Cuba por sus acciones conspirativas. Figuraba entre los tripulantes del bote que condujo a José Martí y Máximo Gómez a Cuba, en abril de 1895.
Integró la columna invasora y combatió en el occidente del país. Murió en combate el ocho de marzo de 1896, en Santa Rita de Baró, Matanzas. Tenía el grado de general de brigada del Ejército Libertador Cubano.
El singular relato sobre la fuga de Ángel Guerra es uno de los pocos sobre lo que hoy consideraríamos una acción del clandestinaje mambí, en un centro urbano del Oriente del archipiélago. Es la fuga de un combatiente clandestino, pues Ángel Guerra aunque estaba comprometido con la insurrección no se había levantado en armas.
Citas:
(1) Actual calle Manduley conocida por Libertad
(2) Asilo de ancianos Jesús Menéndez
(3) El camino a Santiago de Cuba.
 (4) En los alrededores de la ciudad de Holguín habían varios tejares. Se le   designaba según el dueño y el lugar donde estuvieran.

El 27 de agosto de 1879 regresa a la manigua a pelear en la que se conoce como la Guerra Chiquita. Con el grado de coronel y acompañando a Luis de Feria Garayalde, atacó el poblado de Mayarí. También participó en la acción de Lagunas Negras y posteriormente, a la entrada de la ciudad de Holguín, aniquiló a una sección de la caballería española. Depuso las armas el 23 de diciembre de ese mismo año en el Potrero de San Joaquín de Cabezuela, cerca de Holguín.
A finales de 1880 tomó parte en la conspiración conocida como La Paz del Manganeso y al ser descubierta fue detenido y expulsado de Cuba.

Inicialmente se radicó en Honduras y más tarde en Santo Domingo, donde se puso en contacto con Máximo Gómez. En gestiones de la nueva guerra que se preparaba viajó a los Estados Unidos.
Volvió a Cuba acompañando a Máximo Gómez y José Martí con los que desembarcó el 11 de abril de 1895 por Playitas de Cajobabo, en Baracoa. El 8 de mayo, por recomendación del general Máximo Gómez, se trasladó a la zona de Holguín con los grados de brigadier y se hizo cargo de las fuerzas insurrectas. Con estas combatió en San Fernando bajo las órdenes de Antonio Maceo el 25 de septiembre de 1895, luego se incorporó a la Columna Invasora que partió de Baraguá el 22 de octubre.
Participó en las acciones de El Quiro, Boca del Toro y Siguanea. Sobresalió en el combate de Mal Tiempo (15-12-1895). Dos días después Maceo dispuso que se hiciera cargo provisionalmente de la 2da. División del 4to. Cuerpo de Las Villas y, con ellas, por orden de Gómez atacó el día 21 el fuerte de Antilla (Las Villas).
Acompañó a Maceo hasta la provincia de La Habana, donde el 6 de enero de 1896,  al frente de la caballería invasora villaclareña, quedó  incorporado a la columna que mandaba Gómez. Participó en la Campaña de La Lanzadera.
El primero de febrero, Gómez le dio la misión de reagrupar y conducir a occidente la infantería oriental, que bajo el mando del general de brigada Quintín Bandera había quedado rezagada en la región de Trinidad.
El 8 de marzo se reencontró con el General en Jefe Máximo Gómez. Juntos trazaron la estrategia para la marcha, pero al día siguiente (9-3-1896) se vieron precisados a combatir en las ruinas del ingenio Santa Rita de Baró, en Matanzas. En ese combate el general de brigada Ángel Guerra Porro cayó abatido por el fuego enemigo.

LO MAS POPULAR DE LA ALDEA