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La aldea a la mano (Holguín, Cuba)

29 de agosto de 2016

La escultura religiosa en Holguín, antecedentes



Es casi seguro que hubo en Holguín imágenes escultóricas de santos católicos desde mucho antes, solo que la primera referencia documental que se tiene es el acta de visita realizada a esta comarca por el notario Pedro Jiménez y por el sacerdote de la Catedral de Santiago de Cuba Francisco Antonio Pérez, el 6 de marzo de 1765.

Dice esa referida acta que: “(...) La iglesia es de teja con las paredes de tierra y maderas de cedro labrada y tiene treinta varas y medias, y de ancho dieciséis varas. La sacristía tiene de largo cuatro varas y de ancho once varas y tres cuartos (…) El altar mayor es de madera pintado con un nicho del mismo material embutido en el medio donde está la imagen de San Isidoro de bulto como de vara y media de alto con una pluma de plata en la mano y una cruz en el cuello que es de nácar con las costaneras de oro. Tiene dicho altar otros dos nichos de la misma materia uno al lado del evangelio con la imagen del Señor San José y otro al lado con la imagen de San Antonio. Una y otra imagen son de bulto de una vara de alto. También al lado del evangelio está otro altar de Nuestra Señora del Rosario con un niño en los brazos, dicha imagen tiene corona de plata, dos rosarios engastados en oro, dos zarcillos de oro con perlas, una cruz de esmeraldas engastadas en oro, seis flores de oro, el vestido de tafetán carmesí con punta de plata por debajo, y el manto de plata azul y el niño tiene tres potencias de oro. En el mismo altar, al lado del evangelio, está la imagen de San Antonio de retablo y también Santa Bárbara de lo mismo. Se halla en dicho altar un Santo Cristo de bulto. También en el lado de la epístola del citado altar mayor está otro altar de Jesús Nazareno como de dos varas de alto, con tres potencias de plata y dicho altar es de madera pintado. También al lado de la epístola del citado altar mayor está otro altar de Jesús Nazareno como de dos varas de alto con tres potencias de plata  y dicho altar es de madera pintado. También al lado de la epístola está una imagen de San Felipe Neri de bulto como de una vara de alto. También otro altar de Nuestra Señora de las Mercedes(...) y un nicho donde está dicha señora que es de bulto  y una vara y poco más de alto con su corona de plata y el vestido de seda. También se halla en dicha iglesia un nicho donde está Nuestra Señora de la Concepción que será como de tres cuartos”.

La inmaculada concepción de la Virgen María/Talla en madera policromada. 1866
Obviamente que eran las imágenes de los patronos de la ciudad las más ricas.

La de San Isidoro se describe en el acta con un rico atuendo, pero no precisa el material con que fue hecha ni de donde  procedía. Lo más probable es que la hayan traído de España y que estuviera hecha en madera, y así se supone porque fue ese país un gran foco emisor de escultura “imaginera” tallada en madera policromada durante los siglos XVII y XVIII.

La de la Virgen del Rosario se describe de bulto y muy ricamente ataviada. Por que se habla de lo valioso de las telas, se infiere que era esa una imagen vestidera.

Hoy se desconoce el destino de esas lujosas esculturas y tampoco de las otras que se mencionan. Se cree que pudieron ser robadas, protegidas o salvadas en casa de algún fiel cristiano o donadas a otro lugar a cumplir su propósito. (Es una lástima que en la actualidad no existan ninguna de esas imágenes, pues, seguramente, eran producto genuino del arte español del período).

San Antonio de Padua. Talla en madera policromada. Se trajo de Bayamo en 1869
Por otro lado y de acuerdo con lo que se dice en el “Libro de Costumbres de La Iglesia Mayor de San Isidoro de Holguín[1] y asimismo por información obtenida en entrevistas realizadas[2], durante la segunda mitad del siglo XIX había otras esculturas que pasamos a relacionar a continuación:

1- Sagrado Corazón de Jesús.
2- San Rafael.
3- Niño de Praga.
4- Dos imágenes de San Antonio de Padua.
5- Cristo Yacente.
6- Un Nazareno.
7- Virgen de los Dolores.
8- Cristo Resucitado.
9- Virgen vestida de blanco.
10-  San Juan Nepomuceno.
11-  Virgen de la Caridad.
12-  Una Virgen Dolorosa.
13-  Inmaculada Concepción.

Lo que continúa es toda la información que se posee sobre estas viejas imágenes. De ellas, cinco estaban en el antiguo retablo construido en la nueva parroquia de 1815; las cinco fueron desmontadas en 1963. Esas eran las siguientes: El Sagrado Corazón de Jesús que se ubicaba abajo y a la izquierda del retablo, (esa imagen no existe en la actualidad); al lado derecho, La Inmaculada, que es una talla en madera policromada que sobrepasa el metro de altura, hoy en la capilla del Santísimo. (Por los “Libros de Mayordomía de la Catedral de San Isidoro”[3] se sabe que esa imagen fue comprada en Santiago de Cuba en 1866. En una inscripción que posee dice: “F. Vila, ARCHS. Barcelona, España”).

Encima de la Inmaculada estaba la imagen vestidera del “’Médico Divino”, más conocido por San Rafael, de pequeño formato. Esa ya  era antigua en la iglesia en 1877 y es posible afirmarlo porque entre las ofrendas donadas había un pececillo de plata ofrecido por la familia de uno de sus fieles cuando aquel contaba un año de edad. Al localizar la pila bautismal del niño se comprueba que había nacido en ese año (1877). (Esta imagen de San Rafael permanece guardada en la planta superior de la sacristía debido a que necesita ser restaurada).

En la parte superior izquierda estaba la imagen dedicada a San Juan Nepomuceno vestido de tela negra; esa, construida de madera, se destruyó a mediados de la primera mitad de siglo XX.
     
La Dolorosa. Escultura de vestidera.187?
Las imágenes del Niño de Praga y San Antonio de Padua fueron llevadas  a la parroquia holguinera en 1866 junto a la de la Inmaculada. El conjunto tuvo un costo de 213 pesos. En la actualidad no existe ese  San Antonio de Padua. El San Antonio que sí existe fue traído desde Bayamo en 1869, después que sus vecinos incendiaron la ciudad[4]. La memoria popular recuerda que inmediatamente después de aquel suceso se trajo a Holguín una carreta cargada con las tablas del antiguo altar del Rosario y en el cargamento vino la escultura que hasta el principio del siglo XX estuvo en el altar mayor y que hoy está en el retablo de la capilla del Santísimo, antiguamente llamada Capilla de Nuestra señora del Rosario.

El Cristo Yacente fue una antiquísima pieza de madera traída desde España, pero que fue destruida después que el Concilio Vaticano II acordó eliminar algunas imágenes y volver a la austeridad de los inicios del cristianismo. Igual destino tuvo la escultura vestida del Nazareno, llegada al templo católico holguinero en 1866. De ella se sabe que era  de un tamaño aproximado de 1.60 cm, que se solía vestir con un traje de terciopelo violeta y lentejuelas y que era usado en la procesión del Santo Entierro. Aquella salía por la calle San Isidoro, actualmente Rafael Manduley, pero que la holguinera costumbre llama Libertad y avanzaba por donde en nuestro presente están los estudios de Tele Cristal hasta la esquina de Maceo. Por su parte y a la misma vez salía la procesión de la Virgen Dolorosa subía por la calle San Diego (actual Miró), doblaba por la calle del Rosario (actual Frexes) y bajaba por Maceo. El Santo Encuentro de la Virgen con su hijo se producía en la esquina que forman las calles San Miguel (Maceo) y San Idelfonso (Aricochea). Juntas ambas imágenes seguían por Aricochea hasta llegar a Mártires. Cuando pasaban por el frente de la Cárcel Municipal (hoy Arena deportiva Henry García), los presos les tiraban flores. Luego llegaban a la esquina siguiente y por la actual Luz y Caballero regresaban a la iglesia. Esta Dolorosa es una de las imágenes del templo San José mejor conservada hasta hoy. Es de vestidera con traje negro de terciopelo y lentejuelas. No se sabe el año en que ingresó al templo pero los informantes afirman que es de la segunda mitad del siglo XIX y se distingue por la expresiva carga dramática reflejada en su rostro. Por sus grandes valores es una obra que  permanece guardada la mayor parte del tiempo; sólo se exhibe en Semana Santa.
     
También se conserva en buen estado y en una urna de cristal la imagen de la Virgen de la Caridad, situada en la capilla que lleva su nombre en el lateral del templo que da a la calle Luz Caballero. Es esa una imagen vestidera, elaborada en madera y de pequeñas dimensiones, unos 60 cm., aproximadamente. Se trata de una réplica de proporciones menores a la Virgen de la Caridad que se encuentra en el santuario del Cobre. Por documentos antes mencionados se pudo comprobar que “la imagen de la Doña Virgen de la Caridad fue comprada en Cuba (Santiago de Cuba), en 1866 a un costo de 42.50 pesos”[5]. Por ser de la Patrona de Cuba esa es una de las imágenes más veneradas en el templo, aunque las ofrendas se restringen a ser flores y velas. Asimismo un grupo de señoras devotas llamadas “Camareras de la Virgen” se encargan de vestir y desvestir la imagen. Ellas han trasmitidos esas funciones de madres a hijas, (la virgen tiene su ropero propio).

De las esculturas del XIX que estaban en la Iglesia San Isidoro, (actualmente Catedral) únicamente están expuestas La Virgen de la Caridad, San Antonio de Padua y eventualmente La Dolorosa. La imagen de San Rafael está deteriorada y por eso no se expone. Las otras no llegaron hasta nuestros días.




[1] Colección Juan Albanés.  Archivos de la Parroquial Mayor. Costumbres de la Iglesia Mayor de San Isidoro, T VI. Año 1862, p.136. 

[2] Francisco Expósito (sacerdote). Entrevista día 30 de abril, 1998. Catedral de San Isidoro y Reinaldo Peña (diácono). Entrevista, día 15 de mayo, 1998. Obispado de Holguín.

[3] Libro de Mayordomía No II, Catedral de San Isidoro.

[4] La ciudad de Bayamo fue tomada por las bisoñas tropas independentistas cubanas en 1868. En enero del año siguiente, y en vistas de que las fuerzas españolas eran superiores, los vecinos de Bayamo decidieron quemar la ciudad.

[5] Libro de Mayordomía No II, Catedral de San Isidoro.

8 de junio de 2016

General Angel Guerra Porro, biografía


Nació el 27 de enero de 1842 en la ciudad de Holguín. Sus padres mulatos se dedicaban a la labor artesanal. Siendo apenas un adolescente comenzó a trabajar como tabaquero.
El 14 de octubre de 1868 se alzó en armas junto a Julio Grave de Peralta y el 16 participó en el primer combate librado en Cayos de Papayal. Al tomar Julio Grave de Peralta el mando de la brigada occidental de Holguín, tuvo en cuenta los méritos alcanzados en las acciones y le entregó a Ángel Guerra el mando de una pequeña compañía.
Posteriormente Ángel Guerra pasó a combatir en las tropas mandadas por Belisario Grave de Peralta, destacándose en las acciones libradas en  territorio holguinero. Por ese mismo tiempo estuvo subordinado a los mayores generales Máximo Gómez y Calixto García que mandaron en esta jurisdicción. El 29 de junio de 1872 fue herido en el combate de Rejondón de Báguano, peleando bajo las órdenes del entonces coronel Antonio Maceo.
Siendo jefe del batallón de Mayarí, Guerra sobresalió en el combate de Santa María de Ocujal, que la historia reconoce con el nombre de El Copo del Chato, librado el 26 de septiembre de 1873 bajo las órdenes de Calixto García.
Otros muchos fueron los combates en que demostró su valentía. Sin embargo en abril de 1875 se involucró en la sedición de Lagunas de Varona. El 14 de septiembre de ese año asaltó el campamento español de Junucún  y a comienzos de 1878 apoyó la creación del Cantón Independiente de Holguín. Posteriormente se acogió a la Paz del Zanjón y se traslado al poblado de Velasco donde continuó laborando a favor de la independencia de Cuba. 

Ponemos a disposición del lector de La Aldea un capítulo del folleto titulado: “Ángel Guerra o el último capitulado cubano. Episodio Histórico”, escrito en Cayo Hueso, en diciembre 1892 por Juan A. Calderón. El texto fue publicado en Gibara en 1899 en el establecimiento tipográfico El Progreso y n. Narra la participación del patriota Ángel Guerra Porro en la llamada Guerra Chiquita que se desarrolló entre 1879 y 1880.
Al terminar la guerra grande por la independencia de Cuba de 1868 a 1878, Guerra se unió a la conspiración que dio inicio a la Guerra Chiquita.
En agosto de 1879 el Coronel Belisario Grave de Peralta, también miembro del complot, decidió alzarse en armas. Ángel Guerra trató de convencerlo de que no se pronunciara por su cuenta, pero no lo consiguió. Belisario se levantó en armas en las márgenes del río La Rioja en 24 de agosto.
Ángel Guerra consideraba que sin armas y con los principales líderes en el exterior, la guerra estaba llamada al fracaso, por lo que decidió permanecer en su casa en la ciudad de Holguín. Pero las autoridades españolas, sabiendo que Guerra era un mambí y que no se había alzado por asuntos tácticos y que tarde o temprano lo haría, decidieron detenerlo. A continuación la trascripción textual sobre la aventura urbana de este mambí que se vio perseguido por sus irreconciliables enemigos que se narra en el folleto Ángel Guerra o el último capitulado cubano:
Capitulo II
Una captura inútil
Apercibidas temprano las autoridades de Holguín de lo que estaba ocurriendo en el río de la Rioja, juzgaron que aun cuando la Guerra no se había movido de la ciudad, convenía inutilizarle, por si acaso.
Aquella noche, á las doce, la Policía y la Guardia Civil llegaron á la vez por las dos calles á que hacía esquina su casa, con la entrada principal por la de San Isidoro, (1) y derribando á golpes la puerta de la otra calle, penetraron al patio y de seguida á las habitaciones por otra puerta que no tuvieron necesidad de forzar. Ya el pájaro había volado por ella advertido del peligro por el estruendo de los golpes y el ruido de las armas, aunque sin tiempo más que para ocultarse entre una mata de jazmín inmediata, con la que rozaron los soldados al penetrar en su busca.
Al desaparecer el último, trepó, rápido como un tigre, sobre una alta pared de mampostería coronada de vidrios rotos, que separaba su patio del de doña Panchita Castellanos. Allí, con las manos, los brazos, el pecho y las piernas cortadas por los vidrios, y colgado largo ratos de éstos hacia ese otro patio mientras con luces registraron el suyo, permaneció en semejante suplicio hasta asegurarse de que no había quedado por su casa ni un esbirro. Saltando entonces á otros patios divididos por tablas ó janes, reconoció sigilosamente sus dos calles, descubriendo que los cuatro ángulos de la cuadra habían quedado ocupados por cuatro parejas de la Guardia Civil.
Juzgose irremisiblemente perdido. No se atrevía á llamar á ninguna casa por temor á ser oído de los centinelas ó mal recibido por la desnudez en que salió para aminorar las probabilidades de ser visto. Sus perseguidores, que habían hallado el lecho y sus ropas interiores calientes, estaban seguros de que no había tenido lugar de salir de la cuadra. Juzgaron con razón que había quedado encerrado dentro de la ratonera.
Tras largo tiempo de angustia la frescura del aire le recordó la proximidad del día. Horrorizole la idea de que la luz de la mañana le sorprendiera en aquella situación y tomó la resolución de evitarlo á todo trance. Se fue acercando lo más que pudo entre los patios á una de las esquinas de la cuadra, sacó silenciosamente dos janes que daban á la calle; saliendo á ella por el hueco abierto así, se aproximó rastreando como una culebra á la pareja que se había sentado en la acera, y lanzándose de pronto á la carrera en dirección á ella, cuando los Guardias pudieron darle el alto ya los había dejado detrás. Aunque le hicieron varios disparos, logró alcanzar sin novedad la casa de un amigo, que le proporcionó ropa y machete; más al volver á la calle el cielo ostentaba ya los dorados y purpúreos matices de la Aurora y la atmósfera era suficientemente clara para denunciar su presencia. Sin embargo pudo, sin ser visto, sacar de un patio frente al Hospital de Caridad (2) el caballo de su amigo Carlos Téllez, del Guiral, y montado en él en pelo salió á la carrera por el camino de Cuba. (3)
Pero no había llegado el momento verdaderamente crítico para él. Los fuertes que rodean la población habían sido avisados durante la noche, y al pié de ellos, en las puertas de salida, estaba preparada de antemano su persecución. Un grupo de caballería se lanzó tras él á galope tendido, los soldados bien montados en briosos caballos y él sin más aparejo que la jáquima en una cabalgadura flaca y estenuada. Por instantes se le aproximaban sus perseguidores. Ya en el Tejar de Mayabe (4) se extendían en ala para rodearle, cuando el fujitivo se dejó caer al suelo, abandonándoles el noble bruto que había dejado de necesitar y tomando á pié la manigua allí bien espesa.
Los soldados que le habían visto al caer, pero no levantarse, aseguraron al Gobernador de la Plaza, al hacerle entrega del caballo capturado, que al parecer el jinete había sido tragado por la tierra ó se había desvanecido en el aire antes de llegar al suelo.
Ángel salió ileso de aquella persecución y se unió a las fuerzas insurrectas. Se convirtió en uno de los líderes de los independentistas en la región. Se presentó en diciembre de 1879. En 1890 fue expulsado de Cuba por sus acciones conspirativas. Figuraba entre los tripulantes del bote que condujo a José Martí y Máximo Gómez a Cuba, en abril de 1895.
Integró la columna invasora y combatió en el occidente del país. Murió en combate el ocho de marzo de 1896, en Santa Rita de Baró, Matanzas. Tenía el grado de general de brigada del Ejército Libertador Cubano.
El singular relato sobre la fuga de Ángel Guerra es uno de los pocos sobre lo que hoy consideraríamos una acción del clandestinaje mambí, en un centro urbano del Oriente del archipiélago. Es la fuga de un combatiente clandestino, pues Ángel Guerra aunque estaba comprometido con la insurrección no se había levantado en armas.
Citas:
(1) Actual calle Manduley conocida por Libertad
(2) Asilo de ancianos Jesús Menéndez
(3) El camino a Santiago de Cuba.
 (4) En los alrededores de la ciudad de Holguín habían varios tejares. Se le   designaba según el dueño y el lugar donde estuvieran.

El 27 de agosto de 1879 regresa a la manigua a pelear en la que se conoce como la Guerra Chiquita. Con el grado de coronel y acompañando a Luis de Feria Garayalde, atacó el poblado de Mayarí. También participó en la acción de Lagunas Negras y posteriormente, a la entrada de la ciudad de Holguín, aniquiló a una sección de la caballería española. Depuso las armas el 23 de diciembre de ese mismo año en el Potrero de San Joaquín de Cabezuela, cerca de Holguín.
A finales de 1880 tomó parte en la conspiración conocida como La Paz del Manganeso y al ser descubierta fue detenido y expulsado de Cuba.

Inicialmente se radicó en Honduras y más tarde en Santo Domingo, donde se puso en contacto con Máximo Gómez. En gestiones de la nueva guerra que se preparaba viajó a los Estados Unidos.
Volvió a Cuba acompañando a Máximo Gómez y José Martí con los que desembarcó el 11 de abril de 1895 por Playitas de Cajobabo, en Baracoa. El 8 de mayo, por recomendación del general Máximo Gómez, se trasladó a la zona de Holguín con los grados de brigadier y se hizo cargo de las fuerzas insurrectas. Con estas combatió en San Fernando bajo las órdenes de Antonio Maceo el 25 de septiembre de 1895, luego se incorporó a la Columna Invasora que partió de Baraguá el 22 de octubre.
Participó en las acciones de El Quiro, Boca del Toro y Siguanea. Sobresalió en el combate de Mal Tiempo (15-12-1895). Dos días después Maceo dispuso que se hiciera cargo provisionalmente de la 2da. División del 4to. Cuerpo de Las Villas y, con ellas, por orden de Gómez atacó el día 21 el fuerte de Antilla (Las Villas).
Acompañó a Maceo hasta la provincia de La Habana, donde el 6 de enero de 1896,  al frente de la caballería invasora villaclareña, quedó  incorporado a la columna que mandaba Gómez. Participó en la Campaña de La Lanzadera.
El primero de febrero, Gómez le dio la misión de reagrupar y conducir a occidente la infantería oriental, que bajo el mando del general de brigada Quintín Bandera había quedado rezagada en la región de Trinidad.
El 8 de marzo se reencontró con el General en Jefe Máximo Gómez. Juntos trazaron la estrategia para la marcha, pero al día siguiente (9-3-1896) se vieron precisados a combatir en las ruinas del ingenio Santa Rita de Baró, en Matanzas. En ese combate el general de brigada Ángel Guerra Porro cayó abatido por el fuego enemigo.

30 de mayo de 2016

COLON Y GIBARA



Desmesura gigantesca, (y sin anestesia para que el dolor fuera insoportable), debió ser para los aruacos residentes en la costa de Cuba la llegada del Gran Almirante, con sus vestimentas de metal y las naos tan soberbias por su tamaño delante de las veloces piraguas. En mi siempre frustrado ímpetu de poner música a cada momento, creo que en el justo instante del encuentro debió escucharse música de trompetas, pero los “indios”, (se sabe!) nada más hubieran podido sonar los caracoles de voz tan bronca, si no es que se quedaron sin palabras.

CIUDAD AUN VACÍA



Por costumbre, el español de Europa y aprendido de aquel, también el del nuevo Mundo, dejaron siempre un espacio vacío de concurrencia, en torno al cual edificó sus ciudades. 

Es Holguín el mejor ejemplo de tal tradición, lástima que a las plazas de esta comarca no le hicieron las típicas fuentes que en otros lugares, a cuya pila de agua se acercan los gorriones y en torno a la cual juegan los chicuelos.

Pero la historia no es lo que pudo haber ocurrido sino lo que aconteció, ¿o también? Hasta ahora se han publicado muchos libros que dan cuenta de la comarca, algunos que intentan pruebas exhaustivas y que a lo único que llegan es a provocar un aburrimiento olímpico porque en ellos no hablan los miles de difuntos que “asoman su corona” en los mares de documentos que se atesoran aquí; documentos que dan cuenta de los interminables parentescos o lo que es igual, de las dinastías de primos. A esos los historiadores científicos cuentan y acomodan en tablas trabajadas en Excel, y todos pierden el rostro cuando se convierten en demografía: ¡No hay programa para computadora que sea fiel a la justa forma de lo impreciso! 

ABELARDO RODRIGUEZ: ASESINO DE CANARIOS EN CUBA



Por: José Abreu Cardet

Es la de Abelardo Rodríguez una historia inacabada, inacabable o imposible de contar, pues cuando el narrador cree que consiguió apresarla definitivamente la imaginación popular quita o agrega pedazos y entonces hay que volver a redactarla.

Se dice que fueron los maltratos a los que sometió el canario emigrado a Cuba y segundo marido de la madre de Abelardo, lo que despertó el odio a muerte por los isleños que Abelardo Rodríguez sintió desde niño.

LA TEMIBLE HISTORIA DEL CANARIO JUAN MONZÓN



Por: José Abreu Cardet 


Dispersos y pocos son los datos que han quedado del canario Juan Monzón: que años antes del inicio de la guerra de 1868 emigró a Cuba y que se estableció en la parte sur del oriente de la isla.

VIAJE AL PLUS ULTRA: Emigración de canarios a la Sierra de Candelaria, Gibara, Holguín, Cuba


                   

Luego de arribar por la bahía de Bariay[1] en el norte del oriente de Cuba, la flotilla del Almirante Cristóbal Colon continuó por la costa de la isla  hasta llegar al día siguiente, 29 de octubre de 1492, a la cercana  bahía de Gibara, lugar este donde permaneció más tiempo en su primer viaje[2]. El almirante bautizó al lugar como Río  de Mares y el  5  de  noviembre de 1492 dijo que si de las tierras descubiertas salía algo rico y cosa grande, "estarían allí los mercaderes seguros de cualquiera otras naciones..."

Obsesionado por demostrar(le) a sus Majestades Católicas que estas que había encontrado eran tierras pertenecientes al Asia riquísima de especias, el Almirante que era bueno en la navegación, mintió soberanamente a sus soberanos al afirmar que “...Puerto de Mares, es de los mejores del mundo”[3], y siguió en su mentidero cuando (re)afirmó que aquel era un “buen puerto”[4].   De las bahías situadas en la costa norte del oriente de Cuba, Gibara es una de las pocas que no reúne los requisitos mínimos  para el establecimiento de un puerto. Es abierta y muy poco protegida de los vientos y el oleaje[5]. Por demás, dos ríos desembocan en ella provocando con sus arrastres la disminución paulatina de su poco calado[6].

Sin embargo lo anterior, poco más de tres siglos después hubo una explosión de riquezas y se reunieron en estas aguas los marinos y comerciantes “de  cualquiera  otras naciones”, muchos emigrantes canarios entre ellos.  Solo que antes transcurrieron muchos otros acontecimientos.



[1] El lugar de la llegada de Colon a las costas cubanas ha sido tema de discusión.  Se Ha afirmado  en diferentes momentos que ese acontecimiento se produjo por Nuevitas, Baracoa, Gibara, Tánamo, Puerto Padre, Manatí. En estos momentos se considera que el desembarco se produjo por Bariay donde se levanta un monumento, aunque un grupo de estudiosos del tema, vecinos de Puerto Padre, todavía sostienen que fue por su bahía y han publicado un libro titulado Portus Patris con el objetivo de defender su afirmación.  El único documento que describe el arribo de Colón a Cuba es la copia que hizo el padre Bartolomé de las Casas del  diario del Almirante y en el mismo no existen descripciones pormenorizadas del sitio de llegada por lo que es de esperar que estas controversias continúen.  (Al parecer Fray Bartolomé de Las Casas hizo una copia resumida del Diario de Colón, en la que muy posiblemente omitió datos que hoy resultarían de gran interés)
[2] Esta larga estadía del Almirante en las costas de la actual bahía de  Gibara despertó la imaginación de los historiadores. El geógrafo e historiador cubano  Antonio Núñez Jiménez  convierte a Colon en una especie de visionero al  decirnos que en su diario anoto  el lugar donde  325 años más tarde   se construyó una  fortificación. Por su parte el  historiador Francisco Pérez Guzmán sugiere la posibilidad de que fue allí donde el Almirante sostuvo su primera relación sexual con una aborigen. Los escritores también han sido atraídos por estos días gibareños del Almirante: En su libro de cuentos “Carta al Rey”, Pedro Ortiz hace una interesante recreación de la estancia en la bahía.
VER: Núñez Jiménez, Antonio: El Almirante  en la tierra más hermosa. Los viajes de Colón a Cuba. Diputación Provincial de Cádiz, Jerez de la Frontera, España, 1985.
Pérez Guzmán, Francisco: La Aventura cubana de Cristóbal Colón.
Ortiz Domínguez, Pedro: Carta al Rey . Ediciones Holguín 1989 
[3] Pichardo, Hortensia. Capitulaciones de Santa Fe. Relación del primer viaje de Colón. Compilación p.  28
[4] Idem, p. 57
[5] En la década de los sesenta del siglo XX  se estableció una flota pesquera con barcos capaces de ir  hasta las Bahamas.  Pronto los pescadores se vieron envueltos en titánicas luchas contra el viento que, cuando es muy fuerte, arrastra las embarcaciones hasta el fondo de la bahía. Hoy se pueden contemplar los mástiles que sobresalen en el mar de algunas de aquellas embarcaciones que no pudieron ser rescatadas. Lo muy abierto de la bahía es la causa fundamental de estos naufragios.
[6] Insiste La Aldea en que Colón, excelente marino, debió comprender esta realidad, pero su interés de atraer la atención de los reyes y comerciantes españoles hacia la tierra a donde habían llegado influyó en estas, sus erráticas  valoraciones.

MARINERIA DE CABOTAJE EN CUBA (SIGLO XIX)



En el siglo XIX existía en Cuba una eficiente marina de cabotaje que enlazaba los diferentes puertos de la isla con la capital. Como es las de Cuba una Isla larga y estrecha se abrieron dos itinerarios que favorecieron a los pasajeros. Uno se iniciaba en Batabanó, adonde llegaban los pasajeros por tren procedente de La Habana, y seguía a lo largo del sur de la Isla, llegando a los diversos puertos hasta su destino en Santiago de Cuba para nuevamente hacer el trayecto en sentido contrario El otro itinerario seguía la costa norte, saliendo del puerto habanero y haciendo escalas en Nuevitas, Puerto Padre, Gibara, Baracoa, Caimanera  y, bordeando el Paso de los Vientos, llegaba a Santiago de Cuba. Algunos de estos barcos continuaban hasta la República Dominicana y Puerto Rico.

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