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La aldea a la mano (Holguín, Cuba)

11 de junio de 2010

El hijo de Marilola X

Por: Sandra Guerra Rodriguez .

Henry García originalmente era un muchacho endeble, nadie sospechaba potencial en él, de hecho empezó a pelear para poder defenderse y sentirse menos expuesto ante su relación con el mundo. Luego comenzó a ganar y a ganar, a gozarse como púgil y llegó a representar a Cuba en un campeonato internacional.

En algún momento -pudo haber sido antes o después- comenzó a hacer poesía. Su muerte, un 25 de abril de 1958, se vincula con sus acciones como conspirador contra la tiranía de Fulgencio Batista. El cadáver se encontró, entre moscas, en las afueras de la base naval de Guantánamo.

Lo vi pelear contra Castellanos, Lilo Sera, y otros boxeadores de aquí. Era limpio, nunca daba golpes bajos o de remate, tenía un estilo bastante preciso, sin faltas, por eso quizá le decían el caballero del ring. A su madre la conocí en casa de unas amistades, hable con ella sin saber que era poeta, ni que era Marilola X. Cuando él ganó algún renombre fue que supe que los dos tenían un vínculo de sangre.

Los testimonios fragmentados del maestro Flor Silvestre, interesaron al poeta Luis Delfín, que no estaba de tan buen humor como en otros días, de un mutismo sombrío pasó a una iluminación: ¡Henry, de pronto, era un hombre de carne y hueso!


Todos los años en la casa de la Cultura Manuel Dositeo Aguilera se recuerda el 14 de Mayo, día del nacimiento de Henry García, el boxeador poeta hijo de la también poeta María Dolores Suárez, Marilola X.

La madre del púgil ideó una manera de recordarlo que ha llegado hasta estos días. Hasta su muerte con 85 años, no dejó de ir al hospital de maternidad cada 14 de mayo, donde donaba una canastilla a un bebé de padres insolventes.

Incluso cuando se mudó a la Ciudad de la Habana no dejó de viajar a Holguín. Los ropones, jabones, gorritos, eran comprados, reunidos o elaborados por ella durante doce meses, y el destino final era un chico que no conocía pero que debería llamarse Henry, esa era su única condición.

Marilola X publicaba poemas de amor y de diversos temas en los periódicos locales. Sostuvo correspondencia con Gabriela Mistral, Nicolás Guillén, y Alfonsina Storni. Con tres hijos decidió romper su matrimonio, dejarlo caer como un búcaro, y ponerse a escribir. El asesinato de su hijo, según dijo en algunos poemas la dejaron “muerta en vida”.

Aunque la muerte de la poeta fue en agosto de 1990, el último paquete elaborado por ella llegó hasta un chico al que nombraron Henry.

Según los instructores de literatura de la Casa de la cultura, en el 2006 lograron reunir a unos 15 niños beneficiados por la escritora. Pero hay más. Según la cuenta, desde 1958 al 1990, hay 34 mayos.
 
La última canastilla se entregó en el 2005 gracias a la voluntad de los miembros del taller literario Marilola X.

La leyenda de Marilola X (Mi canto)

Mi Canto

Cada etapa de mi vida ha sido un fruto jugoso
que yo he disfrutado con avidez.

No lamento nada. Todo lo que otros dicen "que podían haber hecho" lo hice yo, con todo el valor de mis convicciones.

No guardé nada en la despensa de la vida para
asegurar el mañana. Fui cigarra siempre. Canté
una ilusión un sueño o una realidad, pero canté siempre.

He pensado que en la vida abundan las hormigas previsoras y que todas ellas pasan la vida absorbidas por el afán de andar sin sueños.

La única solución es que estoy llegando al invierno con una frescura interior que me envuelve como una brisa perfumada…

No importa que mis cabellos dejaran su oro prendido en la garra egoísta del tiempo, que siempre cobra su interés, ni importa que el cuerpo pierda su armonía ni la piel su fragancia..

Seré cigarra siempre. Y cuando abra la despensa encontraré dentro de ella mí canto.. mí canto..

! mi canto!

Epitafio de Henry García escrito por su madre, Marilola X






Entre los más desgarradores epitafios de Holguín está el dedicado por la poetisa Marilola X a su hijo Henry García:

“A mi Henry

Desde su partida,
muerta estoy en vida
soledad, frío ¡y dolor!.
No sé cómo puede un ser humano
existir como existo
¡muerta estoy!

Mamá."

La leyenda de Marilola X





Marilola X es el nombre artístico con que se dio a conocer una singular poeta de esta ciudad. Hija de un coronel independentista, esposa de un célebre periodista holguinero del que ella se divorció, Marilola X fue amada y aplaudida por altos cerebros de la intelectualidad cubana… hoy pocos la recuerdan y si por casualidad la leen la confunden con Carilda Oliver. Sin embargo todos los holguineros alguna vez hemos oído el nombre de uno de sus hijos, Henry, a quien con la fuerza de la pasión que siempre tuvo, la madre lo convirtió en un héroe después que el muchacho murió en una escaramuza nunca esclarecida en la Base Naval Norteamericana en Guantánamo. (Haga clic aquí para leer el epitafio escrito por Marilola para la tumba de su hijo Henry García).


Esta es la historia de la más sensual y polémica firma de las letras escritas en Holguín.

La hija del coronel
Un pájaro ansioso de lejanías al que habían atado las alas
Sola por un anchuroso sendero de la vida.
Cubro mis silencios escribiendo un mundo que quisiera legítimo
 ...vida y amor, emoción y sugerencia.
 Como una catarata de fuego se vació mi vientre
 Solamente una mujer anciana
 Por favor, un asiento para una vieja (Fragmentos de las memorias de la poeta)
 SELECCION DE FRAGMENTOS DE CRITICAS SOBRE LA OBRA DE MARILOLA



10 de junio de 2010

Holguín, una fundación tardía realizada por criollos (El rastro de los fundadores)




Un estudio abarcador de los testamentos conservados en la notaría holguinera entre 1746 y 1800, permitió determinar la supremacía criolla en la población, en particular entre los blancos. Se hace imprescindible un profundo análisis cuantitativo para demostrar tal afirmación. Del total de los testadores, 301 (40,03%) habían nacido en la jurisdicción holguinera; lo que evidencia un proceso formativo en el que los nacidos en Holguín aún no superan el 50% de la población. Se destacan los criollos inmigrantes de las jurisdicciones vecinas, integrados en primer lugar por los bayameses, 270 (35,90%); en segundo lugar, santiagueros, 78 (10,37%) y por último, los originarios de Puerto Príncipe, 60 (7,98%). Otras regiones y jurisdicciones están menos representadas.

Este proceso colonizador interior fue un fenómeno esencialmente criollo y se realizó con inmigrantes endógenos; no de Jamaica como afirman los historiadores José R. de Ávila y Juan Pérez de la Riva, al expresar el primero: “La población de Holguín es toda blanca (...) Es la descendencia de la colonia de Jamaica (...)” [ Ávila y González de Ribera, José Rosalía de. Memorias de la Sociedad Patriótica de La Habana , p. 9]. Y señala Pérez de la Riva: Holguín es un asentamiento de colonos de Jamaica (...)” [ Pérez de la Riva, Juan. La Conquista del espacio cubano, p. 124]. Aseveración retomada por Joel James al plantear: “Holguín, cuyo enclave primero se crea de manera voluntariosa e interesada, a finales del siglo XVII, con los inmigrantes provenientes de Jamaica (…)” [James, Joel: Alcance de la cubanía, p. 31-32] .

No se descarta la entrada de jamaicanos en Holguín, pero fue muy limitada. En los protocolos notariales se ha encontrado registrado un solo caso y está relacionado con el proceso investigativo realizado a Pedro Jorge Moreno, quien acompañado de cinco negros esclavos había llegado a esta ciudad procedente de Jamaica, el 8 de marzo de 1756. Al ser interrogado por las autoridades del cabildo sobre las causa de su arribo, alegó lo siguiente: “(...) para los efectos que puedan combenirme que el presente esno me de testimonio autentico (...) sobre la exportación que hize de la Isla de Jamaica a esta con Cinco negros de mí propiedad en solicitud de la religión Cristiana (...)” [Archivo Histórico Provincial de Holguín. Protocolos notariales, 1756, escribanía de Lorenzo Castellano, p] .

Interpelados sus esclavos, todos coincidieron en afirmar que el verdadero motivo del traslado de su amo era la profesión del catolicismo y ser contrarios a las costumbres anglicanas.

Al continuar con la clasificación étnica de los testadores, se constató que el 86,25% eran criollos blancos y el 0,69% criollos “de color”, para una representatividad del 86.94%. El 11,0 %, españoles; de ellos, un 7,56% peninsulares y el 3,44% canarios.

Las etnias españolas más representativas en los años estudiados de la segunda mitad del siglo XVIII, son en primer lugar, los canarios con 12 individuos; los castellanos, 10; los mallorquines, 7; los andaluces 5 y para el resto, las cifras oscilan entre 1 y 3. Se infiere que los canarios eran los más numerosos, pero se encontraban bastante cerca de los castellanos y mallorquines; esta última etnia pobremente representada en el resto de la Isla.
 
Conforme a estos documentos, la mayoría de los testadores contaban con más de 50 años, por lo que debieron nacer en las primeras décadas del siglo XVIII e incluso algunos, a fines del siglo XVII. A juzgar por estos datos, los progenitores de los testadores nacieron, en su mayoría en el siglo XVII y la casi totalidad era natural de la región oriental.
Entre las madres de los testadores solo tres no nacieron en Cuba, una originaria de la capitanía general de Venezuela y dos de España. Esta exigua cifra testifica el indiscutible papel desempeñado por las progenitoras criollas en la conformación de la sociedad holguinera.
 
De acuerdo con la naturaleza regional de los padres de los testadores, se evidencia que la costa norte del Cabildo Bayamés fue sometida a un proceso de colonización reiniciado en el siglo XVII; que se hace más notable a principio del XVIII y se intensifica a lo largo de este último siglo. Según los datos proporcionados por los testamentos se deduce que la mayoría de las familias acomodadas se asentaron en la región, antes de mediados del siglo XVIII, así se constituyó la oligarquía local que apoyó la separación de Bayamo y que controló el Cabildo Holguinero en la segunda mitad de este siglo.
 
Los documentos notariales permiten, además, conocer el predominio criollo entre la denominada población de color. El análisis de las ventas de esclavos entre 1746 y 1800 arroja la constatación de 519 ventas; de ellas 333 corresponden a criollos, 64,04%; los africanos fueron solo 187, 35,96%. Un numeroso grupo de los esclavos criollos vendidos, 114 eran denominados mulatos; que constituían el 21,92% de la población esclava y el 34,23% de los esclavos criollos.
 
Entre los mulatos existía el subgrupo especial de los “chinos” o cuarterones, hijos de mulatas esclavas con blancos. Se detectaron 9 ventas de dichos “chinos”, individuos casi blancos, que representaban el 2,7% entre los esclavos criollos. Estas cifras permiten aseverar que la mayoría de los esclavos holguineros en el siglo XVIII eran criollos.
 
Hasta alrededor de 1780 la documentación precisaba en buena medida, la procedencia étnica de los esclavos africanos, pero luego de estos años aparece cada vez más el término genérico de bozal; en la década de los 90 se hace prácticamente general, problemática correspondida con el incremento de esclavos en la postrimería del siglo XVIII.
 
De 187 africanos vendidos como esclavos, solo en 96 casos aparecen señalados los pueblos de procedencia. Entre ellos el grupo más numeroso es el de los congos con 52 (54.16%), seguido de los carabalíes con 24 (25%), y por último, con cifras, oscilantes entre 1 y 5 se encuentran las etnias bibí, mandinga, mina, arará, lucumí, viafara y gangá [Ortiz, Fernando. Los Negros esclavos, p. 20-39] . Se deduce que el mayor aporte africano en la jurisdicción holguinera estuvo dado por los congos y los carabalíes. El legado de las restantes etnias es prácticamente insignificante. El porcentaje hace que para Holguín se cumpla, por lo menos entre la población que presenta rasgos somáticos africanos o algún nivel de mestizaje, el refrán: “El que no tiene de congo tiene de carabalí”.

El análisis de una muestra de 36 testamentos, que dan fe de la presencia de esclavos como parte de las propiedades, a lo largo de un período que transita de 1746 a 1800, no solo reiteró lo ya revelado respecto del predominio criollo entre los esclavos, sino que muestra un mayor porcentaje de naturales del país entre los esclavos.
En estos documentos, la cifra de africanos es de 27 (18,12%), de un total de 149 esclavos. La cifra de los criollos, de 122, (81,88%). Otro dato significativo es que el 50,82% de los criollos es clasificado de mulato. Los testamentos reflejan que las casas patriarcales holguineras eran verdaderas “fábricas de mulatos”: De 44 menores esclavizados, aludidos en los documentos, 33 eran mulatos, el 75% del total.
 
La diferencia entre la presencia de los criollos y en particular referente a los mulatos entre documentos de venta y testamentaria, debió estar dada por el carácter patriarcal de la esclavitud. Los esclavos “nacidos en casa” eran considerados como “miembros secundarios” de la familia y, aún más, los mulatos, de los que podía haber sospecha sobre la existencia de vínculos de consanguinidad. De esta forma las familias patriarcales solo vendían criollos en circunstancias muy especiales.
Otro elemento valioso es el por ciento de masculinidad entre la población esclava. Según los testamentos, la carencia de mujeres esclavas no afectaba a la jurisdicción holguinera, aspecto que confirma el carácter patriarcal de su economía. De un total de 149 esclavos incluidos en los 36 testamentos, 77 corresponden al sexo femenino, 51,68%.
En cuanto al resumen de las ventas, de un monto de 519 esclavos, 224 pertenecían al denominado sexo “débil”, 43,15%, cifra indicadora de la tendencia a vender menos los esclavos domésticos, de los cuales las mujeres formaban el grupo mayoritario. De todas formas, el índice de masculinidad entre los esclavos africanos solo era de 60,96%.
 

En el caso particular de Holguín, el problema de la falta de mujeres entre los esclavos se debía, no a una desproporción significativa entre los sexos, sino a que los blancos y hasta los individuos “de color” libres, arrebataban las mujeres a los esclavos; o estas, por razones de conveniencia, preferían a los blancos. De otra forma no se podría explicar el predominio de mulatos entre los infantes.
 
La afirmación anterior se sustenta en el análisis de las cartas de horros, donde padres morenos y pardos, libres, compran sus hijos; y muchos blancos, sospechosamente le dan la libertad, por el “mucho amor que les tienen” a los mulaticos nacidos en sus casas, quienes bien podían haber sido hijos o nietos suyos.
 
El párroco Cristóbal Rodríguez, en 1758 y 1761 concede la libertad a dos mulaticos nacidos en su casa, hijos de su esclava Margarita. En ambos documentos se señala: “(...) por el mucho amor que le tengo desde su nacimiento y por lo mucho que le plugue a Dios ver libre a los pobres esclavos (...)” [AHPH: Protocolos notariales, 1756, escribanía de Lorenzo Castellano, p. 35 - 37.].
 
En este caso los documentos hacen reflexionar que los infantes fueran hijos del presbítero, de origen santiaguero, que unía a su labor religiosa la de propietario de tierras y ganado. De todas formas, se resalta que dicho personaje es uno de los que más cartas de horros concedió, pues para cumplir el testamento de su madre tuvo que localizar y comprar, para darles la libertad, hijos de antiguas esclavas de su progenitora que habían pasado a otros propietarios.
 
El estudio de las cartas de horros, 91 en total, correspondientes a los años de 1746 a 1800, permitió determinar que el 56% de los beneficiados pertenecían al sexo femenino, por lo que la dimensión de libertos favorecía a las mujeres. Al abordar la relación africano-criollo se deduce que, a los primeros les correspondía el 19,78%; y a los segundos, el 80,22%. La proporción de libertos entre negros y mulatos criollos era semejante.
 
Alrededor del 32% de la población holguinera en el siglo XVIII estaba conformada por negros y mulatos. La esclavitud patriarcal y el alto número de mestizos condujeron a que los aportes culturales africanos no fueran numerosos.

Las formas de obtener la condición de horros o libertos eran muy variadas:

En primer lugar, la que se producía cuando el individuo entregaba al amo el dinero del valor en que estaba tasado; esto se corresponde con el 39,09% de los casos estudiados. Generalmente, los liberados eran personas que habían reunido el dinero durante varios años, e incluso haciendo entregas parciales al amo; en este caso recibían el nombre de coartados.

La segunda manera de obtener la libertad era por donación. Los documentos de donación aclaran los motivos por los que se otorga la libertad, entre ellos se encuentran la crianza en la casa del amo y el amor profesado hacia ellos, hasta considerarlos como hijos y los buenos servicios prestados: 
“Sepase p. estta carta como Yo Dn Franco Moreno Presbitero Vicc. Juez en estte Pueblo de Holguín y su Juridicción y Domisiliario destte Obispado, Otorgo que quanto tengo una Esclava nombrada Rosaría de treinta a mas o menos, que me pertenese, (...) y assi mismo un negricco nombrado Rudesindo mi Esclavo de Dies año de edad hijo de la otra negra Rossaria y Q. Causas Justtas que me movieron a ello le he prometido Librar de la sujecion y Cauttiberio en que estta (...) el mucho q. le tengo (...) y al otro su hijo (...) el partticular amor q. le tengo de haverse Criado en Casa (...) Testtifico y firmo (...) en dose de Noviembre de mill Setescento quarenta y Siete años // (...)”[ AHPH: Protocolos notariales, escribanía de Lorenzo Castellano, 1758 - 1761.] .
Referente al buen servicio prestado, este tipo de libertad es común en algunos documentos. El testamento del castellano Manuel González Ramos lo ejemplifica: “(...) de mi servidumbre (...) un negro (...) Pedro Ladino que por sus servicios y fidelidad con que me ha servido es mi voluntad que después de mi fallecimiento quede enteramente libre pa que la gose su libertad (...)” [ AHPH: Protocolos notariales, escribanía de Rodrigo González de Rivera, 1747. ]

También podía darse en vida del testador, como lo revela el documento expuesto a continuación:

“Sepase por esta Carta de (...), y livertad como yo Dn José Antonio Saco Abogado de la Ra Auda del districto Cura (...) Beneficiado por S.M. dela Iga Parroq. De esta Cid de San Isidoro de Holguin digo que quanto e mi los bienes que poseo tengo por mi esclava, una mulata nombrada Antonia Ramos natural del Pueblo de Santiago del Prado Ra de Minas del Cobre como de edad de treinta y ocho (...), y en atencion a que por los buenos Servicios y Fidelidad con que hasta ahora se ha portado la expresada mulata, le tengo ofresido la carta desu livertad, para que no este sugeta al pesado Yugo del Cautiverio; (...)”. [AHPH: Protocolos notariales, escribanía de Lorenzo Castellano, 1755.]
Este párroco parece ser el tío del prócer José Antonio Saco, dada la costumbre de la época de asignar a los infantes el nombre del tío sacerdote y la prosapia bayamesa del apellido.
 
Otro proceder para obtener la libertad era la compra del esclavo por persona interesadas en él, generalmente el padre o la madre de un infante, que en ocasiones lo hacían antes de nacer el niño. Un ejemplo es el siguiente:
“Sépase como yo Dn Juan Igno Aguilera vecino de esta ciudad de Holgn que doy livertad, (...), aun mulatico, mi Esclavo nombrado Pedro hijo (...) Anta mi Esclava por haver recibido e Fraco Paula Herrera marido e esta y Padre e aquel la cantidad e sesenta pesos en que fue apreciado cuyo mulatico es libre (...)”. [ Ibid, 1755. ]
Una forma más de adquirir la libertad era por arrendamiento:

“En la ciudad de San Isisdoro de Holguìn en doce de Dic.e demil ocho cientos años ante mi el Escro Publico y Testigos parecio la morena libre Juana Teodora Espinosa vecina de ella a quien doy fee que conosco y dijo que D. Toribio Fernández tambien vecino le ha prestado la cantidad de ciento ocho ps para que libertase a su hijo Miguel con la condición de satisfacerle con el trabajo del citado Negrito dondoselo en arrendamiento (...) que ha de dar en cada un año dos mudas de ropa y en el primero año que es la entrada de una novilla (... )”. [AHPH: Protocolos notariales, escribanía de Jesús de Fuentes, 1800.]


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Holguín, una fundación tardía realizada por criollos (El Pueblo)



En la segunda mitad del siglo XVII, en las Tierras Altas del Norte de Bayamo o Tierras Altas de Maniabón, se presenta una lenta pero sostenida colonización, incrementada en el XVIII, con predominio de la inmigración criolla; a la vez que se manifiesta tímidamente la inmigración hispánica y no es notoria la inmigración forzada africana.

El poblado de San Isidoro de Holguín constituido oficialmente en el 4 de abril de 1720, tenía en 1726 unas sesenta casas que debieron aposentar unas 300 personas [García Castañeda, José A. La Municipalidad Holguinera, p. 51]. Es de destacar que reunía las principales familias hateras.

Cuando se crea la jurisdicción en 1752, de acuerdo con informes suministrados por el historiador Diego de Ávila y Del Monte, la población era de 1 426 personas; de ellas 135 esclavos, lo que representa un 9,47% de las almas que poblaban la villa [Ávila y del Monte, Diego de. Memorias del hato de San Isidoro de Holguín, p. 34].

Holguín, grabado antiguo

Según el obispo Pedro A. Morell de Santa Cruz, en 1756, Holguín albergaba un total de 1 751 habitantes [García del Pino, César. Pedro Agustín Morell de Santa Cruz, p. 87]. El censo de 1774 le atribuye a esta jurisdicción una población de 2 446 [Comité Estatal de Estadística: El Primer Censo de Población de Cuba Colonial, La Habana , 1990, p. 41], mientras que en 1792 residían 5 837 personas, con un incremento en dieciocho años de 3 391 habitantes [García Castañeda, José A. La Municipalidad Holguinera, p. 203]. La esclavitud no fue la causa fundamental de este crecimiento poblacional, pues nunca superó en el siglo XVIII el 10 %.
 
Los vecinos de Bayamo tuvieron un rol protagónico en dicho proceso; aunque con el paso del tiempo, la nueva aristocracia hatera empezó a desarrollar intereses propios. El informe de la visita eclesiástica realizada por el obispo Morell de Santa Cruz, confirma la raíz bayamesa del holguinero: “(...) siete de junio (1756) después de caminadas sesenta y quatro leguas arrivé a la Ciudad de Holguín. Esta debe sus principios a algunos Vezinos del Bayamo, que tenian sus Haziendas en aquel Partido (...)” [César García del Pino, César. Pedro Agustín Morell de Santa Cruz, p. 85.].
 
Los documentos del siglo XVIII, clasifican los habitantes de la Isla en blancos españoles, libres de color, esclavos y extranjeros. Esta situación presente en los censos de la época impide conocer el por ciento de criollos, pues se encuentran confundidos entre las cifras de blancos españoles, libres de color y esclavos.
 
En búsqueda de una solución al complicado problema del origen étnico de la población holguinera en el siglo XVIII, se procedió a analizar los testamentos, porque señalan el lugar de nacimiento del testador, e incluso de sus padres. Como es lógico, los testadores eran propietarios, pertenecientes en su mayoría a la población blanca; esto obligó a encontrar otras soluciones para los clasificados como “de color”. Los propios testamentos, que recogían a los esclavos entre los bienes del testador y señalaban casi siempre si eran criollos o africanos, también muchas veces la etnia del africano, contribuyeron a la solución del problema.
 
Otra vía fueron las ventas de esclavos, que contemplaban con frecuencia si el vendido era criollo o africano; de ser criollo, si era mulato o negro, y en el caso de los africanos, muchas veces, el origen étnico. La posibilidad de conocer la composición étnica de los libres “de color” fue menor. Solo se contó con una vía: las cartas de horros o cartas de libertad, que indican el porcentaje de criollos que obtenían la libertad.
 
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Holguín, una fundación tardía realizada por criollos (Introducción)



Uno de los fenómenos históricos más apasionantes ocurrido en América, después de la conquista, lo constituye el surgimiento del criollo, a partir de un original proceso pluriétnico y multilingüe.

El criollo es el resultado del transcurrir histórico de la sociedad en las colonias españolas y portuguesa en los tres primeros siglos coloniales y se formó producto de un profundo sincretismo cultural, que superó los límites raciales y los estamentos sociales.

El criollo en Cuba inicia su formación en los centros de formación temprana, las siete primeras villas fundadas en la segunda década del siglo XVI, a las que se agrega Remedios erigida poco después. La población indígena se redujo drásticamente en las primeras décadas de la colonización, a la vez que muchos de los primeros pobladores hispánicos abandonaron la Isla y se dirigieron a las ricas colonias establecidas en Tierra Firme. Al respecto Pérez de la Riva señala: “El nadir de la población cubana – menos de 5000 habitantes -, fue alcanzado hacia 1555 (…)” [Pérez de la Riva , Juan. La Conquista del espacio cubano, p. 76. ].

Según el informe del Obispo Fray Diego Sarmiento en 1544 existían: en Bayamo 30 vecinos (alrededor de 150 personas), 400 indios y 200 negros; en Puerto Príncipe, 14 vecinos (70), 235 indios y 160 negros e indios de Yucatán esclavos; Trinidad estaba despoblada; Remedios, 10 españoles y 200 negros esclavos; en Sancti Spíritus, 18 vecinos (90), 58 indios, 14 negros y 50 indios esclavos; La Habana, con 40 vecinos (200), 120 indios y 200 negros e indios esclavos [Hortensia Pichardo: Documentos para la Historia de Cuba, La Habana , 1977, p. 99 - 101. t I.].

A mediados del siglo XVI se inicia el lento y sostenido crecimiento de la población, con un fuerte componente de criollos. Setenta y seis años después del informe de Sarmiento, en 1620, el Obispo Fray Alonso Enríquez de Armendáriz en su informe al Rey señala que Baracoa tenía 30 habitantes, Santiago de Cuba 250, Bayamo 1500, Puerto Príncipe 300, Sancti Spíritus 200, Remedios 50, Trinidad 150, Guanabacoa 170 y La Habana 7000 [Ibíd, p. 567- 568].

El factor demográfico ocupó un papel determinante en el desarrollo de la sociedad criolla durante los siglos XVI y XVII. La formación de una cultura criolla estuvo estrechamente relacionada con el proceso demográfico. Datos de Pérez de la Riva, refieren que Cuba cerró el siglo XVI con alrededor de 10 000 habitantes, el XVII con unos 50 000 y en 1795 ya contaba con 360 000 [Pérez de la Riva , Juan. La Conquista del espacio cubano, p. 87-101].

En la porción oriental de la Isla se levantaron tres de las primeras villas: Baracoa, Bayamo y Santiago de Cuba. El proceso de colonización interna, originado por el aumento relativo de la población iniciado en la segunda mitad del siglo XVII, produjo la fundación de los llamados centros de formación tardía. En el oriente del país solo aparece uno de ellos, Holguín.




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Holguín, una fundación tardía realizada por criollos

Por:
DrC. Carlos Córdova Martínez ccordova@fh.uho.edu.cu
DrC. Laureano Calzadilla Anido lcalzadilla@fh.uho.edu.cu

En el siguiente estudio se aborda el proceso de colonización de las “Tierras Altas de Maniabón” que originó en el siglo XVIII la jurisdicción holguinera. Ese proceso se hace significativo a mediados del siglo XVII, tomó fuerza con la fundación del poblado en 1720 y se aceleró a partir del otorgamiento al pueblo de San Isidoro de Holguín del título de ciudad, convirtiéndose en centro de una extensa jurisdicción en 1752. Todo lo anterior hace de Holguín una fundación tardía realizada, fundamentalmente, por criollos*.



Mapa del pueblo primigenio
*Los autores realizan un intenso estudio en los Testamentos del XVII y XVIII buscando el lugar de    nacimiento de los principales hijos de la comarca.

8 de junio de 2010

MUY ESPECIALES

La Piel en la Memoria, memorias del escritor banense René Dayre Abella


En esa piel de la memoria Banes está grabado indeleblemente como el mágico Jedefriff maletiano. Es un recóndito espacio donde me interno muy a menudo a reflexionar sobre tantas cosas y son tantos los recuerdos que me asaltan que me obligan a escribir las más deshilvanadas líneas como ejercicio catársico y al final saco fuerzas de mi interior y vuelvo a la realidad un poco más equilibrado.

Mis primeros recuerdos de ese paradisíaco y mágico lugar es que siempre llovía. Sobre todo en las tardes o a las primeras horas de la noche.

Lo paradójico era que aunque lloviese en las tardecitas o a las primeras horas de la noche, los mediodías eran brillantemente soleados. Mi percepción de Banes es totalmente subjetiva y en el presente relato me propongo, tal vez sin lograrlo plenamente, una descripción del entorno físico y emocional que me vio crecer “entre patos y gallinas”. (Leer más)

"La Piel en la Memoria", memorias del escritor banense René Dayre Abella


Después de varios días esperando en mi blog por un lector, el escritor holguinero RENÉ DAYRE ABELLA me dejó un primer mensaje:

20 jun 09, 22:38

René Dayre: César, acabo de entrar atu blog. Por razones de tiempo no pude hacerlo antes. de qué cosas tan interesantes me he perdido. Tu crónica sobre Banes ha sido aguda y brillante como todo lo que escribes.

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Abella Hernández, René Dayre (Banes, 1945). Poeta y narrador. Reside en Estados Unidos. Cursó sus primeros estudios en su localidad. Estudió dos años de la carrera de magisterio en el antiguo Instituto Pedagógico Manuel Ascunce Domenech, en Topes de Collantes, Sancti Spiritus. Integró la CJEAO. Desde 1980 reside en Chula Vista, California, Estados Unidos. Aparece en la Muestra del siglo XXI de la Asociación Prometeo de Poesía (España). Ha colaborado en La Peregrina Magazine. Tiene inédito el poemario Poesía repartida, y actualmente trabaja en el libro de memorias La piel de la memoria.

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Y después fue un relampagueante intercambio:

22 jun 09, 11:35

Cesar: Gracias René. Te pido permiso para publicar fragmentos de tus memorias sobre Banes. ¿Sí?. Un abrazo.

22 jun 09, 13:22

René Dayre: Por supuesto que puedes publicar esos fragmentos. De verdad me sentiría muy honrado. Desde la lejanía recibe mi saludo y un abrazo.

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He aquí, la piel de la memoria de René Dayre, para bien de los banenses y holguineros y para mi felicidad:
En esa piel de la memoria Banes está grabado indeleblemente como el mágico Jedefriff maletiano. Es un recóndito espacio donde me interno muy a menudo a reflexionar sobre tantas cosas y son tantos los recuerdos que me asaltan que me obligan a escribir las más deshilvanadas líneas como ejercicio catársico y al final saco fuerzas de mi interior y vuelvo a la realidad un poco más equilibrado.

Mis primeros recuerdos de ese paradisíaco y mágico lugar es que siempre llovía. Sobre todo en las tardes o a las primeras horas de la noche.


Lo paradójico era que aunque lloviese en las tardecitas o a las primeras horas de la noche, los mediodías eran brillantemente soleados. Mi percepción de Banes es totalmente subjetiva y en el presente relato me propongo, tal vez sin lograrlo plenamente, una descripción del entorno físico y emocional que me vio crecer “entre patos y gallinas”

"La Piel y la Memoria". Primera parte:

"La Piel y la Memoria". Segunda parte:

La Piel y la Memoria". Tercera parte:

"La Piel y la Memoria". Cuarta parte:

"La Piel y la Memoria". Quinta parte:

"La Piel y la Memoria". Sexta parte:









7 de junio de 2010

Como miembro de la Sociedad Económica Amigos del País, don Francisco de Zayas escribió una historia de la jurisdicción (que nunca he podido localizar), y dibujó un mapa de la ciudad.

(para ver imagen ampliada hacer clic sobre ella)

 

6 de junio de 2010

Donde se da cuenta de la leyenda que dice que don Paco murió por la acción de un bilongo que los esclavos pusieron a su bienamada esposa


Reescrito por César Hidalgo Torres a partir del texto La furia de los nietos, del historiador José Abreu Cardet. (Y que conste que la semejanza de su apellido con los personajes de esta crónica no es pura coincidencia)


BILONGO, BILONGO MATO A MERCÉ

A la muerte de don Paco de Zayas se tejió una leyenda que, leyenda al fin y al cabo, jamás se demostró o se comprobó que era falsa. El Teniente Gobernador, dicen era benovolente con sus esclavos, al extremo que uno de ellos, Juan Nepomuceno, encabezó y participó en una revuelta y su dueño se enteró cuando lo fueron a buscar para ahorcarlo en la Plaza Principal del pueblo.* Pero La Pepa… ella, dicen, era en extremo cruel con sus siervos. Proverbial es la anécdota que la muestra agarrando a los negritos pequeños por la bemba y suspendiéndolos para cobrarles alguna falta.

Por ende no es extraño que los esclavos odiaran a la doña hasta el extremo de preparar un plan para eliminarla físicamente. Y en esto consistió la conjura: buscaron los esclavos un brujo africano que preparó un mortífero bilongo. Según la norma de la primitiva religión, una vez que Josefa se pusiera en contacto con el preparado, los espíritus justicieros acabarían con su vida. Pero, oh Lucifer trastocador de sucesos!, fue don Paco quién lo tocó, enfermando de inmediato enfermó y muriendo poco después.(1)

Quizás donde dice bilongo debía escribirse veneno. De todas formas no sería fácil para la muerte vencer a la Pepa que poseía una vitalidad inclaudicable al extremo de ser un huracán, (así de implacable) y a la vez una montaña de ternura. Todo en dependencia del rumbo de sus pasiones. Hasta sus propios hijos comprobaron esa forma de actuar.

Una de las afectaciones mayores que sufrían los capitales acumulados por las familias criollas era su fragmentación entre los hijos. Las familias eran numerosas y los imperios se dividían hasta cero infinito. Tanto que la tradición oral puso a flote un refrán: Padre millonario, hijo rico, nieto pobre. La Pepa Cardet no estaba dispuesta a que sus recursos sufrieran tal suerte. A la muerte de su esposo no dudó en quedarse con lo más importante del capital, entregando a los hijos una parte mínima. Y después se buscó un marido nuevo. Nuevo significa que el galán era más joven que los hijos de la gata en celo que fue la Pepa después de muerto don Paco de Zayas.

*Juan Nepomuceno es considerado el primer martir holguinero por la emancipación.
NOTA:

1. Testimonio ofrecido al autor por Margarita Méndez Carballo y Encarnación Cardet Méndez.

5 de junio de 2010

Donde se dan noticias de los amores a prueba de cualquier incidente de don Paco y la Pepa, la elevación de él a la más alta dignidad militar y política para concluir como en una telenovela sin relevar un secreto

Reescrito por César Hidalgo Torres a partir del texto "La furia de los nietos", del historiador José Abreu Cardet. (Y que conste que la semejanza de su apellido con los personajes de esta crónica no es pura coincidencia)

A Karín, que los ama y defiende junto conmigo.

UN TENIENTE DE PROVINCIA OLVIDADO

No nos quedó constancia del rostro de don Paco, hoy casi ningún holguinero menciona su nombre y a él le debemos la ciudad


En la burocracia militar española Francisco de Zayas era un caso corriente. Frisaba los cuarenta años y tan solo había llegado a Teniente Agregado de la plaza de Santiago de Cuba, donde nació. Pero otra cosa no podía. Luego de la toma de La Habana por los ingleses la historia militar de la isla se presenta sin oportunidades de combate donde probar las cualidades de un militar de carrera. Y peor resultaba el asunto si, como Zayas, el aspirate era criollo, gente considerada en la nómina social española como de segunda categoría. Sin embargo, ojo, no se trataba de alguien más. El santiaguero de cuna de quien hablo poseía cualidades singulares que sólo esperaban por una oportunidad para mostrarse.

Y si las condiciones no se crean, hombres como don Francisco, o mejor, don Paco, que era como lo llamaban sus cercanos, contribuye a generarlas. Año 1812: lo designan Comandante de las Milicias de Holguín. A primera vista el cargo no parecía nada halagüeño. Holguín era a los ojos de los funcionarios españoles una pobre comarca perdida en la costa norte del oriente de Cuba con un presupuesto reducido. Y, por demás, era el vecindario tan mediocre en lo económico que ninguna era la perspectiva para enriquecerse con el latrocinio público, (y esa era la práctica común en los funcionarios hispanos en el Nuevo Mundo). Pero algo es más que nada y don Paco tenía anhelos... vino sin saber que aquí le esperaba un destino intenso, aunque, (es solo una de las tantas intuciones que este ser me preovoca), don Paco lo esperaba. Más para iniciar su rumbo tenía que conocer a la Pepa Cardet y ella demoró un poco. Mientras don Paco se vio en la necesidad de establecer una fábrica de carruajes para solventar sus necesidades económicas y las de su hijo. Porque es hora de decirlo: la esposa de don Paco se quedó en Santiago y él trajo al muchacho. Suposiciones sí, pero dicen los historiadores más habladores que, parece, ella le puso los cuernos y, para alejarse del "lugar de los hechos" don Paco aceptó el entierro en vida que era para los de su especie venir a esta polvorienta ciudad.

Ah, como me hubiera gustado mirar aquellos ojos de hombre llegado a la media rueda, sin curriculum ninguno y  sin oportuidades ahora que, naufrago, estaba absolutamente alejado de todos los centros de poder. En Holguín, Santiago de Cuba, donde radicaban las autoridades superiores del departamento oriental, era como una especie de neblina mañanera siempre lejana e inalcanzable. El colmo holguinero era que no había, siquiera, un puerto que permitiera un tráfico regular de cabotaje. Ir a Santiago, con luna o sin ella, era más trabajoso que cargar cruces: el camino real era una verguenza que lo llamaran así.

Don Paco era un burócrata, fuerza ya que lo digamos, y para un burócrata de carrera acostumbrado a guiarse por las órdenes de sus superiores la distancia insalvable a la que se había autocondenado provoca ansiedades y para colmo la Pepa Cardet demoraba en encontrarse con él en una cayejuela cualquiera...

Pero, el destino y la enclenque geografía de Holguín ya trabajaban. Los dos estaban citados en cualquier lugar de la jurisdicción y ninguno lo sabía, aunque, sí, sí, sí, no lo nieguen aunque no haya documento que lo atestigue: los dos se esperaban y se presentía. Y sucedió. Ella y él estuvieron frente a frente y se enamoraron tempestuosamente. Aquella vez. él tenía usaba una mirada torva, la Pepa se vistió con sus 18 años.

Ella era una criolla impresionante, dicen. Y además cargaba con más de cinco kilogramos de apellidos ilustres y poderosos. El, lo adivinó ella, era el hombre con quien soñaba. La Pepa, lo adivino, no aspiraba príncipes y otras blandenguerías: a un hombre, eso sí, que tuviera la fuerza y la inteligencia de hacer suyas las cartas de navegación que ella previó durante el sueño y la fiebre. Ahora que se encontraron bien valía caminar por caminos poco transitados. Ella presentó el pecho al primer gran combate y aceptó ser la amante de un hombre casado. Decidida y fogosa, una ceja levantada como señal que a todo el opositor lo iba a enfrenar, ella estuvo despierta hasta las madrugadas, la ventana sin cerrar. El tampoco dormía. A la sequía peremne achacó el malestar. Y cuando al fin consiguió desamarrar todos sus tabúes fue y la raptó. Dice la tradición o las leyendas urbanas que fue un viernes santo.

Un anónimo enviado a las autoridades superiores refería, con todo el peso de la grosería de una aldea, que Francisco de Zayas destrozó la ventana de su cuarto y le rompió la virginidad a Josefa.(1) Fue alguna comadre quien lo escribió. Esta, como todas las aldeas, está(ba) poblada de deseos reprimidos y eso obliga a reprimir a los demás. No era la Pepa una campesina de pobre e incierto futuro, decía y era una verdad sólida; por tanto no tenía necesidad de terminar como concubina de un hombre importante. (Ah machista cegatos, era don Paco quien necesitaba terminar como concubino de una mujer importante). Pero todavía ella no era importante, para serlo lo necesitaba a él. Por eso, ahora que lo encontró la Pepa mandó al carajo a cuanto párroco encontró a su pasó y esos acostumbran a maldecir a los prójimos así.

El mejor espectáculo público es el rictus bajo el que se esconde un defensor de la moral ajena cuando el juez al que apelan responde dándole una dolorosa patada por el culo. Y esa fue la respuesta del Gobernador de Santiago de Cuba a los holguinenes que le escribieron. Después, para cortar el mal por la raíz, el Gobernador escribió a sus superiores e hizo constar las muchas cualidades de Zayas.(2)

Victorias como la anteriormente narrada hay que disfrutarla porque no son comunes. Permítanme amables lectores: cada vez que lo recuerdo no puedo impedir el impulso de cerrar los ojos y reírme. Por aquellos dos, vencedores, y por mí y por tí, pobres víctimas de las comadres, me río y después vuelvo.

(...)

(...)

(...)

La iglesia San José es una de las deudas que tenemos con don Paco. La torre aún es la original.

Es indudable que don Paco era miembro de una familia de mucha valía en Santiago de Cuba, aunque venida a menos cuando se les acabó el dinero. Y a gente así siempre le queda alguien que les debe favores: A Don Paco, o sea, don Francisco de Zayas de los Reyes y Armijo lo designaron en 1816 teniente gobernador de Holguín, que era en esta época, cuando la isla de Cuba formaba una capitanía general y a su vez se estructurada en departamentos y jurisdicciones, el cargo de más relevancia. Por tanto el críticado ahora gozaba de un poder casi absoluto. La Pepa no se extrañó cuando lo supo, ella adivinó que así sería tres años antes.
Nombrados al compás de las ambiciones de la burocracia colonial, sin tener en cuenta cualidades y capacidades, era frecuente que prevaleciera la mediocridad entre los Tenientes Gobernadores. Pero don Francisco estaba formado de una madera muy diferente a las de los tradicionales funcionarios españoles en las colonias. El, que además fue el primer criollo en obstentar tan alto rango en Holguín, supo pulsar el sentir de los nacidos en la comarca, en especial de los terratenientes locales. Tras aquella aparente modorra pueblerina el nuevo Teniente Gobernador descubrió fuerzas e intereses capaces de producir grandes cambios. O a lo mejor fue la Pepa quien se lo dijo... don Francisco decidió canalizarlos.

Realizó importantes obras como la construcción de un edificio de dos plantas donde se instalaron la cárcel y la casa de gobierno. Estableció el primer alumbrado público de la ciudad, obligando a sus vecinos a colocar un farol frente a sus casas. Construyó o mejoró caminos importantes. Creo una filial de la Sociedad Económica de Amigos del País. Publicó y en la revista de esa asociación publicó una compilación de documentos sobre la fundación del cabildo holguinero, convirtiéndose en el primer historiador local. Introdujo el cultivo del café en la jurisdicción. Incrementó el de la caña de azúcar. Y para esto aceleró la introducción de esclavos africanos.(3)


Es indiscutible que don Paco era un hombre progresista y así lo vieron los terratenientes holguineros que de contrarios pasaron a amigos y socios. Lógicamente, los esclavos tenían otros criterios sobre el Teniente Gobernador, pero nadie los tomó en cuenta.
No obstante, la gran obra de Francisco de Zayas, la que lo inmortalizó, fue la construcción del primer puerto de la jurisdicción. Para hacerlo seleccionó la rivera de más fácil acceso desde Holguín: Gibara. Situada a unos 30 kilómetros de la capital de la jurisdicción Gibara posee una bahía de bolsa nada recomendable para la navegación por su poco calado. Poco calado que cada vez es menor por los dos ríos que alivian sus aguas en ella. Más pese a aquellos inconvenientes Gibara fue puerto por la voluntad y el empeño de don Paco de Zayas.

La idea de hacer el puerto encontró absoluta acogida en el cabildo y en los terratenientes locales en general. Ya el comercio de contrabando no satisfacía las necesidades de los vecinos. Y si conseguían el incremento de la producción que al calor de don Paco esperaban, era necesario crear nuevas estructuras económicas que le dieran salida al comercio internacional a los productos locales. Se se iniciaron las obras de la superestructura del puerto con la construcción de un fortín, un muelle y las primeras casas del futuro poblado. Y luego hicieron todo lo demás en un proceso complejo y largo. La construcción del puerto de Gibara fue en esencia la gran hazaña de la élite criolla holguinera antes del inicio de la guerra de 1868.  
Gibara, la gran obra de don paco

 Y mientras tal proeza hacía don Paco, la Pepa Cardet se convertió para su varón en algo más que la simple concubina que casi por tradición tenía cada hombre de alguna importancia en la comarca. Entre ellos se fueron creando lazos cada vez más estrechos. Lazos que iban más allá de los cinco hijos fruto de la relación. La Pepa acabó subordinando todo a su relación con Francisco y su éxito en la sociedad holguinera, incluso su amor maternal. A familias conocidas para que se encargaran de su crianza entregó cada uno de los muchachos, porque estos le estorbaban en sus otras labores, o sea, apoyar a su amante e incrementar el peculio personal. Llegó a poseer varias propiedades importantes, entre ellas un establecimiento azucarero de relevancia. 

Vean las noticia que da el historiador Herminio Leyva sobre las principales industrias azucareras de Holguín en 1837: Don Manuel Trinidad Ochoa, natural de Cuba (Santiago de Cuba), era propietario de un ingenio con 80 esclavos, José Ramón Zayas, (natural de Cuba e hijo de don Paco con su ¿infiel? Primer esposa), era dueño de un ingenio con 42 esclavos, Tomás Ramón Ochoa, cubano, era dueño de un ingenio con 35 esclavos; Agustín Ochoa, cubano, poseyó un ingenio con 20 esclavos, Santiago Patterson, escocés, dueño de un ingenio con 91 esclavos, Samuell Chapman, inglés, un ingenio con 47 esclavos, doña Rita Ballerby, inglesa, un ingenio con 84 esclavos; María Josefa Cardet, un trapiche con 26 esclavos y Mister Warren Gookin, angloamericano, un ingenio con 22 esclavos.(4)

La Pepa era la única mujer criolla holguinense propietaria de ese tipo de instalación productiva. Era así, porque ella era la amante del Teniente Gobernador y por eso lo necesitaba y lo complacía a Francisco, al extremo que inició un largo, complicado y costoso proceso de divorcio que le devolviera a la soltería para entonces legalizar sus relaciones.(5)

Parque Calixto García (Libertad, esquina Frexes), al fondo, de color verde, la tienda La Moda Cubana, que es el edificio que ahora está donde fue la casa de don Paco y La Pepa. Todavía se conservan los arcos interiores originales.


Aproximadamente así debió ser la vista que se tenía del parque en los tiempos que don Paco y La Pepa vivían en una de sus esquinas.


Dicen, aunque no está probada su veracidad (ni tampoco que sea incierto), que los poderosos don Paco y La Pepa se comunicaron con la Reina y que le dieron tanto dinero que Su Majestad intercedió por ellos ante el Papa y que Su Santidad los divorció. Otros, más terrenales, dicen que la primer esposa de don Paco murió y que por eso se pudieron casar. Para entonces ya él había construido una nueva iglesia en la ciudad.

Casados él reconoció oficialmente a los cinco hijos que había tenido con La Pepa y por tanto los muchachos llevaron su apellido. En 1833 don Francisco solicita lo liberen de su cargo; tiene 61 años de su edad. Desde la Capitanía General de la Isla le insisten para que continúe, pero él responde diciendo que su esposa está enferma y quieren ir a vivir al campo. Don Paco fue el Teniente Gobernador de Holguín que más tiempo ostentó el cargo, 17 años. El 11 de mayo de 1837 falleció en la ciudad de Holguín. Sobre su muerte se tejió una extraña leyenda… que contaremos en otra entrega de estas crónicas. 
 


NOTAS
1. PEDRO MONTALVÁN: El Origen de la familia Cardet. (Inédito).
2. Archivo Particular de Luis Orlando La Calle. Bayamo.
3. Ídem.
4. HERMINIO LEYVA: Gibara y su jurisdicción. Apuntes históricos y estadísticos, p. 219.


4 de junio de 2010

Donde asoma la cabeza la Pepa Cardet, personaje esencial en esta crónica


Reescrito por César Hidalgo Torres a partir del texto La furia de los nietos, del historiador José Abreu Cardet. (Y que conste que la semejanza de su apellido con los personajes de esta crónica no es pura coincidencia)


LA PEPA CARDET


María Josefa Cardet y Cruz, la Pepa Cardet sobrevivió a las epidemias e infecciones de todo tipo que diezmaban a los niños de su época. Felizmente la niña poseía una absoluta fortaleza física y biológica. A lo que se une, en su caso particular, una forma de actuar singularísima. Muy diferente a las mujeres de su tiempo, la Pepa llegó a la juventud con un carácter independiente y una libertad interior que la llevaron a romper todos los convencionalismos de la aldea.

Como hija de una familia importante de la comarca debía de formar parte de algún pacto matrimonial de conveniencia o por lo menos de un matrimonio bendecido por los párrocos y las comadres, pero las ideas de la Pepa eran muy diferentes sobre ese asunto.

En objeción a la mayoría de las mujeres, y sobre todo de los hombres de su tiempo machista la Pepa se forjó un destino inesperado. Desde temprana la niña asumió plenamente la responsabilidad de su vida y, muy pronto, tuvo oportunidad de poner a prueba su carácter y convicciones. No, seguro que ella no se percató de la llegada a la ciudad del teniente de milicias Francisco de Zayas. Y eso que él tendría un papel trascendente en su vida.



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