En 1976 apareció en el Museo Provincial de Camaguey una proclama suscrita por el brigadier del Ejército Libertador Ángel Guerra y dirigida a Los Cubanos de Holguín, que fue redactada por José Martí, como lo prueban los rasgos caligráficos, el estilo y el pensamiento político del héroe de Dos Ríos.
La autentificación la hizo el doctor Juan Marinello Vidaurreta, reconocida autoridad sobre la obra martiana, a la que hizo notables aportes.
LA HISTORIA DE LA PROCLAMA
Días mambises han transcurrido para los expedicionarios de Playitas de Cajobabo desde su encuentro con la guerrilla baracoana del comandante Félix Ruenes en Vega Batea.
Tramontando lomas empinadas y ásperas, río arriba y río abajo, con el enemigo al rastro y el tiro mordiéndoles, entran en la jurisdicción de Guantánamo, rumbo a la inaplazable entrevista con el general Antonio Maceo.
El 5 de mayo almuerzan en La Mejorana. Se discuten planes de guerra, perspectivas para las operaciones militares y también sobre la organización del poder político de la Revolución y de las instituciones republicanas en campaña.
Máximo Gómez apuntó en su Diario que esa noche pernoctaron en Jagua y al día siguiente, (7 de mayo), en Hato del Medio. Pero miremos un poco más de ese día. Gómez con Martí y su pequeña y bisoña tropa son recibidos en el campamento del general Quintín Bandera bajo copioso aguacero y a los toques de corneta.
Seguidamente dice Gómez: “El mismo día salió Ángel Guerra para Holguín, como Jefe nombrado para aquella comarca”.
Los motivos para la designación del brigadier Guerra como jefe de operaciones en Holguín las da José Martí en anotaciones que hace en el diario en días sucesivos.
Miró es hombre de ideas más que de guerra. En Holguín creó el periódico “La Doctrina”, que fue centro de los conspiradores. Y cuando comienza la guerra es Miró quien encabeza a los holguineros, sin embargo, dice Martí, Miró “ha paseado, sin mucha pelea, su caballería de buena gente por la comarca”.
Lo que necesita la Revolución en Holguín es levantar los ánimos, atraer partidarios y soldados a la Revolución y eso solo lo puede lograr un jefe veterano, de arraigo y prestigio; un jefe conocido, respetado, preferiblemente oriundo de la comarca. Y ese jefe, probado en durante la primera campaña, la del 68, luego en la emigración, era Ángel Guerra. (Guerra fue de los fundadores del Partido Revolucionario Cubano, aunque también fue opositor y a veces adversario de Martí en los años de la organización de la guerra, como se puede leer dando click aquí)…
En fin, que era Ángel Guerra un peregrino incansable entre una y otra Antilla, conspirador habilísimo, que ha evadido el espionaje español una y otra vez y burlado sus precauciones en toda el área caribeña y en los Estados Unidos, (lo que es misión harto peligrosa), y también era hombre de toda confianza del General Máximo Gómez y por tano, de la confianza absoluta de la Revolución cubana. Esas son las causas por las que se nombra a Ángel Guerra, Jefe de Operaciones en Holguín.
Con Guerra manda Martí carta a Miró. El objeto de ella, dice, es: “con el fin de que, sin desnudarle el pensamiento, vea la conveniencia y justicia de aceptar y ayudar a Guerra. Miró hace de árbitro de la comarca como coronel, Guerra sirvió en la anterior de los diez años y no le obedecería. (También Martí manda) Cartas a prominentes(1) de Holguín y circulares…”
En la dicha carta a Miró, Martí se lamenta que no ha podido saludarlo personalmente y le reconoce su valor personal y su actitud en la participación de una lucha que no es por su tierra, España(2), sino por Cuba.
Tan pronto recibe la carta y toda vez en ella dice Martí que no se podrán ver en esa ocasión, pues se aleja de las tierras holguineras, Miró decidió salir a su encuentro y delante envió a Pancho Díaz, para que lo alcanzara en el camino hacia Altagracia y le avisara de su próxima llegada.
En su Diario Martí nos describe y da sus impresiones de la llegada de los holguineros que han ido a alcanzarlos y sobre Miró:
“Miró llega, cortes en su buen caballo: le veo el cariño cuando me saluda: él tiene fuerte habla catalana; tipo fino, barba en punta y calva; ojos vivaces. Dio a Guerra su gente, y con su escolta de mocetones subió a encontrarnos (…) Miró, a gesto animado y verba bullente; alude a su campaña de 7 años en La Doctrina de Holguín, y luego en El Liberal de Manzanillo (…) donde les sacó las raíces a los “cuadrilongos”, a los “astures”, a la “malla integrista”. Dejó hija y mujer y ha paseado, sin mucha pelea, su caballería de buena gente por la comarca”.
Y más adelante dice que “Aún vienen Miró y (Rafael) Manduley henchidos de su política local”.
El 11 de mayo en el lugar conocido por La Travesía, se separa Miró de Martí y se pone a disposición de Maceo.
En el Diario dice Martí: “Miró vuelve a Holguín, de coronel; no se opondrá a (Ángel) Guerra, lo acatará. Hablamos de la necesidad de una persecución activa, de sacar al enemigo de las ciudades, de picarlo por el campo, de cortarles todas las proveedurías, de seguirle los convoyes… (Rafael) Manduley vuelve también, no muy a gusto, a influir en la comarca que lo conoce, a ponérsele a Guerra de buen consejero, a amalgamar las fuerzas de Holguín e impedir sus choques, a mantener el acuerdo de Guerra, Miró y Feria”.
ÁNGEL GUERRA HACIA SU DESTINO
El 6 de mayo, esto es, cinco días antes del encuentro de Martí con Miró, parte Ángel Guerra a hacerse cargo de su destino en su tierra natal. Es soldado, hombre de espada, no de pluma, como nos dice en su diario el mismísimo brigadier. Lo que significa que su mano es poco hábil en el manejo de las letras.
Esa anterior realidad es prueba inobjetable que no fue él quien escribió la proclama manuscrita a dos caras, encontrada en el Museo Ignacio Agramonte de Camagüey, para llamar a sus coterráneos al cambo de combate.
El documento original tiene la caligrafía particular de Martí y rebosa de su pensamiento. Escrito de prisa, con pasión febril, se corresponde con el acento apasionado y enérgico del pensamiento martiano.
Sobre la fecha en que fue escrita. Es posible ubicarla en la noche del 6 de mayo, que fue cuando pernoctaron en Jagua de Bocuey, “en un rancho fangoso, abierto al ataque”.
Al día siguiente marchan por las sabanas mojadas de Hato del Medio. El único que no va es Ángel Guerra, quien de Jagua, enrumbó a Holguín.
Pero la prueba completa del día y lugar en que se redacta la proclama nos la da una carta inédita que Máximo Gómez dirigió a Ángel Guerra, comunicándole su nombramiento y la consiguiente orden de marcha inmediata. Dice:
Cuartel General del Ejército Libertador.
Jagua de Bocuey.
6 de mayo de 1895
Al Ciudadano Brigadier Ángel Guerra.
Ciudadano Brigadier:
"Además de las órdenes e instrucciones que ha recibido ya del Cuartel General del Primer Cuerpo de Ejército, esta jefatura general ordena a Ud., en el acto, que Ud., entre en la comarca de Holguín y proceda a la organización formal de dos brigadas, colocando en primer término, al frente de ellas, a los principales jefes y oficiales que se encuentren en el campo, para lo cual autorizo a Ud., a darle el destino o el grado inmediato a aquel con el que han vuelto a empuñar las armas. Además, puede también y queda autorizado, a proponer grados y recompensas según servicios y méritos contraídos.
“Es de sino interés para los intereses de la Revolución y de provecho para la campaña que vamos a emprender, que no solamente tenga Ud., al corriente al Cuartel General del cuerpo al que Ud., pertenece, de todo lo que puede y deba interesarle saber, sino que debe hacerlo también con esta jefatura general.
“Para ayudar a Ud., en la colocación en las fuerzas que Ud., debe organizar, va a continuación una nota de jefes, que aquí puedo recordar y que son, a mi juicio, salvo la situación, bien a propósito para cubrir los destinos más importantes.
“Esa jefatura queda confiada en que desempeñará sin pérdida de tiempo y con buen tino el importante cargo confiado a su pericia y buen tacto. En la esperanza y aún diré de esta jefatura, de que el nombre de Ud., le llegará pronto al pie de partes de operaciones militares que den fama y renombre al destino que Ud., va a desempeñar y con la guerra enérgica en esa región, contribuya Ud., a convencer al país y al enemigo de que la Revolución se ha levantado en el concepto y las fuerzas necesarias para vencer y que no aceptará más transacción y fin que la independencia absoluta de la Patria. De esta determinación revolucionaria ha de dar Ud., conocimiento continuo en todos sus actos y palabras desde el instante de su llegada a la región. Y el mejor modo de notificar esta resolución invencible será la rapidez de sus movimientos, la frecuencia de sus ataques y el eco de sus victorias.
“Patria y Libertad
“El General en Jefe. Máximo Gómez”
Hay una nota de posdata escrita de mano del propio Gómez que relaciona los jefes militares que están en Holguín, según sus informes.
Tenientes Coroneles, Remigio Marrero y Luis de Feria Garayalde.
Comandantes, Irene Muñoz y Ricardo Sartorio, que, dice Gómez, se encuentran dentro y pueden salir con derecho a grados conforme a los hombres y elementos que arrastren a la Revolución.
Luego añade los nombres de Cornelio Rojas, Octavio Silva y Rafael Manduley.
(Esta carta se encuentra en el Archivo del Museo Provincial Ignacio Agramonte de la ciudad de Camagüey, junto a un conjunto de documentos de Ángel Guerra)
A LOS CUBANOS DE HOLGUÍN.
A continuación reproducimos íntegramente la proclama.
“La Revolución ordenada y potente que otra vez ha estallado en Cuba para no acabar más que con la Independencia absoluta de nuestro país, me manda venir a servirla a esta comarca llena de glorias. Vengo de ver los campos de Oriente, en todas partes victoriosos. Vengo de pasear en seguridad, con las fuerzas libertadoras, las entradas mismas de las sociedades orientales, que han mandado su juventud mejor a los combates. Vengo de asistir al triunfo de nuestras armas, a la confianza y amor de nuestros pueblos, al desorden y aislamiento de nuestros enemigos, y a la unanimidad del pueblo cubano, que adentro peleará hasta vencer, y afuera nos auxiliará hasta que triunfemos. No hay derrota para esta revolución. Los sentimos así todos en nuestras entrañas. Es la voz del pueblo. Los caminos están llenos de hombres que se nos unen, con fe y alegría, de mujeres que nos alientan y bendicen y dan a la patria sus maridos y sus hijos.
“Los hombres de pensamiento comprenden que un enemigo desorganizado, empobrecido, que pelea sin fe y sin voluntad, será impotente contra la revolución bien pensada y bien dirigida, con un ejército de pelea adentro y otro de auxilio afuera; en que se alza, determinada a no rendirse, la dignidad cansada de un pueblo de veteranos, que al morir legan, sonriendo, su bandera a los hijos que combaten a su pié.
“Para la paz hacemos esta guerra, que será a la vez enérgica y generosa. Para asegurar un país libre al mérito cubano, a la industria legítima de todos los habitantes de Cuba, cubanos y españoles. Para salvar a Cuba del abuso y de la corrupción, y para abrir a Cuba al mundo. Yo, por mi parte, no quiero saber de descanso. Mi deber es vencer todos los días, hasta que hayamos conquistado el honor. Ya está armado, y en gran parte con las armas tomadas al enemigo, el Ejército Libertador. Ya tiene a su cabeza al general amado, a Máximo Gómez. Ya las fuerzas de los Maceo triunfan por todo Oriente. Ya está encendida la Isla y se junta en nuestras filas el joven poderoso de la ciudad al hermano de los campos, y el abogado brillante al jornalero. Ya se nos muestra respeto y admiración en los primeros pueblos del mundo. ¡Hombres del Consejo, ayudadme sin timidez a que se entienda y se ame la Revolución! ¡Hombres de corazón, venid todos, pronto, a que Holguín pelee como se pelea en todas partes, y renueve sus glorias! Por la guerra, a la honra. Os espera en el campo el brigadier Ángel Guerra”.
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(1) Los holguineros siempre han esperado encontrar esas cartas “a prominentes de Holguín”, sin que hoy se tenga ninguna noticia de a quiénes se refiere Martí.
(2) José Miró Argenter era catalán.
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