Conocedor
de que timoratos, beatas y otros absurdos ponían barreras a la gracia y doble
sentido de sus piezas, Faustino no las cantaba cuando se presentaba en la radio
o en sitios de la burguesía para los que era contratado con su conjunto; para
esos casos tenía un repertorio más convencional que no iba más allá de las
guarachas de Ñico Saquito.
Pero
cuando las presentaciones era en los predios de la gente humilde y por tanto
libre de prejuicios, máscaras y formalidades, su ingenio y sentido del humor se
desbordaba. El premio era la risa, alegría y unas pesetas que le dejaban caer
en su sombrero cuando él pasaba el cepillo, aconsejando a todos que “cooperaran
con el artista cubano”.
“En Guayabero mamá, me
quieren dar”
Pero
a veces ocurría que por sus descargas sabrosas nada más conseguía un plato de
comida, unos tragos o un lugar donde pernoctar.
Por cierto, en uno de esos, sus comunes recorridos del año 1955, llegó al caserío Guayabero, cercano al central santiaguero Miranda (hoy Julio Antonio Mella) y allí vivió una peligrosa aventura que le inspiró la pieza que le dio definitiva identidad artística.
Ocurrió
que en la rústica cantina el juglar, acompañado de varios músicos de su
conjunto, se divertía de lo lindo cantando sus simpáticas composiciones, mientras
los parroquianos se reían a carcajadas. Una trigueña hermosa le servía tragos
de vez en cuando… y en eso llegó el jefe del puesto de la Guardia Rural, quien
era el esposo de la muchacha y, celoso, armó la bronca. Mientras Faustino corría
por entre los verdes cañaverales nació la inspiración.
En Guayabero (Son)
Letra y música: Faustino
Orama Osorio
Trigueñita del alma
no me niegues tu amor
trigueñita del alma
dame tu corazón
nunca pienses amor mío
que yo pueda olvidarte,
nunca pienses amor mío
que yo puedo olvidarte
Montuno: En Guayabero, mamá, me
quieren dar.
Me case con una enana
Coro: Guayabero
Para el colmo del reír
Coro: Guayabero
Le puse la cama en alto
Coro: Guayabero
Y no se pudo subir
Montuno: En Guayabero, mamá, me
quieren dar.
No vayan a San Andrés
Coro: Guayabero
Allí fueron mis dos hijas
y de dos vinieron cuatro.
Montuno: En Guayabero, mamá, me
quieren dar.
Un guajiro el otro día
Coro: Guayabero
Llegó a una fonda apurado
Coro: Guayabero
y pidió para almorzar
Coro: Guayabero
seis platos de bacalao
Coro: Guayabero
se comió un lechón asado
Coro: Guayabero
con treinta bolas de queso
Coro: Guayabero
Montuno: En Guayabero, mamá, me
quieren dar.
Cuando estuvo satisfecho
Coro: Guayabero
En un jardín se agachó
Coro: Guayabero
y cuando se levantó
Coro: Guayabero
la tonga valía mil pesos
Guía: En Guayabero, mamá, me
quieren dar.
Con
“En Guayabero”, el músico trasnochador, amante del son y las mujeres comenzó perdió
su nombre y ganó el sobrenombre que lo inmortalizó.
Pasado
el tiempo el son se convirtió en tema obligado en cualquier sitio al que arrimó
su guitarra o su tres y, más importante aún, devino especie de carta blanca que
desarmó a no pocas gentes de rostro adusto que no transigían ante sus canciones
«irrespetuosas», pues ante tal expresión de autochoteo o de burlador burlado,
sus canciones terminaron tomando un matiz festivo e indefenso.
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