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La aldea a la mano (Holguín, Cuba)

20 de febrero de 2020

Los mil y un lugares por donde Colón desembarcó en Cuba.



Por César Hidalgo Torres
El debate sobre el lugar de desembarco de Colón en Cuba comenzó en 1825 con la aparición del Diario en la edición preparada por Martín Fernández de Navarrete, “Colección de los viajes y descubrimientos que hicieron por mar los españoles desde fines del siglo XV”. Este autor dice que el lugar del arribo fue la Bahía de Nipe y posteriormente su opinión es compartida por otros varios autores.
Por su parte Fray Bartolomé de Las Casas, a quien se le debe haber transcripto el Diario de Navegación del Gran Almirante,  al referirse al lugar en su obra “Historia de Las Indias” publicada entre 1552 y 1564, escribió: “Este puerto creo yo que fue el de Baracoa, al que puso nombre Diego Velázquez, el primero que fue con gente española a poblar la dicha isla de Cuba al puerto de la Asunción.”[Las Casas, 1827.vol.1].[1]
En 1936 el historiador local de Baracoa, Sr. Ernesto de las Cuevas Morillo, en su obra titulada “Baracoa fue el primer lugar de Cuba descubierto por Colón”, afirmó lo dicho por el padre Las Casas.
La investigadora norteamericana Irene A. Wright en 1921 encontró un documento en el Archivo general de Indias fechado de 1607, donde hay una faja que dice: “Indias General. Borrador con notas para la historia general, descubrimiento y conquista de las Indias por los españoles. Del Cosmógrafo García Céspedes: descubrieron la isla que llaman los indios guanahaní de la parte del Norte, esta es una de las que se disón de los lucayos y allí el Almirante y los que con él yvan huvierón noticia de la isla de Cuba, e como aparecieron luego muchas isletas que están en tornó de Guanahaní las llamaron las princesas y de allí fue a la isla de Cuba, al puerto de Baracoa que es de la vanda del Norte”.[2]
La tesis de Baracoa también fue aprobada por Herrera y por el pedagogo e historiador Miguel Jaume, pero con el tiempo esta se olvidó, sobre todo porque entonces existían argumentos geográficos que demostraban su invalidez. No obstante en 1995 el historiador baracoense Alejandro Hartmann en una obra suya que titula “Los días de Colón en Baracoa”, recuerda la tesis pero la desecha y luego pasa a recordar que los días de Colón en Baracoa comenzaron el 27 de noviembre de 1492 cuando arriban a la muy pronto Ciudad primada de Cuba dos de sus navíos, La Niña y la Santa María.[3]
José García de Arboleya, en su “Manual de la Isla de Cuba. Compendio de su historia, geografía, estadística y administración” de 1825, analiza el recorrido de Colón a lo largo de las costas de Cuba y asegura que el lugar de arribo fue la Bahía de Samá; mientras que el escritor Canario José Ignacio de Armas en 1889 se inclina por la Bahía de Naranjo.
En 1851 G.V. Fox aseguró que Colón pisó tierra cubana por  Puerto Padre. Su tesis fue seguida posteriormente por R. Cronau, José Silverio Jorrin y Francisco R. Pueyo. Hasta el presente, increíblemente, la dicha tesis la sostienen Arnaldo A, Rueda Quintana, Armando Martínez Rueda, Orlando Martínez Rueda, Tomás N Martínez Rueda, todos de la provincia Las Tunas. En 1992 los citados autores publicaron en la tunera Editorial San Lope el folleto: “Portus Patris: La llegada de Colón en Cuba”. En ese mismo año la revista cultural del periódico Ahora de Holguín publica una sonada respuesta por parte de los historiadores Víctor Orlando Bellido Aguilera y Alfredo Álvarez Almaguer titulada: “Acerca de San Salvador Patris”. (A este asunto dedicaremos una nueva entrada en el blog).
Washington Irving, en su obra Life and voyages of Christopher Columbus” editada en 1858, considera que el verdadero lugar del desembarco de Colón en Cuba fue un hermoso río ubicado al Oeste de Nuevitas del Príncipe, nombrado Boca de Carabelas en la bahía de Sabinal. Esa tesis la sigue posteriormente Alejandro de Humboldt y con él numerosos geógrafos e historiadores cubanos, entre los que figuran Carlos de la Torre, José María de la Torre y Vidal Morales.
Por su parte fue el investigador chileno F.A.Vernhagen el que en su trabajo “Descripción de las rutas del descubridor Cristóbal Colón” publicada en 1864, dijo primero que todos los otros que lo repitieron, que el lugar al que Colón nombró San Salvador y que fue por donde arribó a Cuba fue Gibara. Luego el chileno reitera su tesis en el texto de 1889,  “Investigaciones históricas y geográficas. Rutas del Almirante Cristóbal Colón en costa de Cuba”.
Tres años después de las publicaciones de Vernhagen vieron la luz trabajos del investigador gibareño Herminio C. Leyva y Aguilera nombrados: “Derrotero de Cristóbal Colón por las Bahamas y costas de Cuba” y “Primer viaje de Colón. Estudio acercas del primer puerto visitado en la isla”. En ellos se incluye la obra del almirante español don Patricio Montojo, “Las primeras tierras descubiertas por Colón” escritas con motivo del IV Centenario del Descubrimiento en 1892. Estos dos autores también reafirman la tesis de que fue por Gibara. Y que Herminio Leyva volvió a argumentar en 1888, entonces apoyado por la Sociedad Geográfica de Cuba.
En 1922 la dicha Sociedad designó una Comisión especial para validar la tesis de Gibara como lugar del desembarco. Los notables pensadores que la integraron, que fueron Alberto de Carricarte, José Carlos Millás, Juan M. Lagomasino, José I. del Corral, Enrique J. Montoulieu, Francisco J. Dumois y Miguel Villa, se pronunciaron en favor de la tesis. A ellos se sumó el historiador Gerardo Castellanos, por lo la opinión nacida en la década del 60 del siglo XIX recibió un fuerte espaldarazo. A dicha tesis debe sumársele otra obra, la del canario Antonio Maria Manrique Santiago de 1890 que se titula: “Guahananí. Investigaciones históricas - geográficas sobre el derrotero de Cristóbal Colón por las Bahamas y costa de Cuba que comprenden la situación exacta de la primera tierra descubierta del Nuevo Mundo”.
A pesar de que la teoría de Gibara había sido ampliamente aceptada, en 1936 la Sociedad Colombista y el Lyceum de la Habana convocaron a un concursos para determinar la ruta exacta seguida por el Almirante a lo largo de la costa de Cuba durante su primer viaje.
En 1937 el Concurso declaró que no había “certidumbre histórica” para determinar con precisión el tal lugar exacto del desembarco, pero que existía una zona probable en la que se encontraban los puertos de Gibara, Jururú, Bariay, Vita, Naranjo y Samá, teniendo Bariay las mayores posibilidades y asimismo premió al ex Capitán de la Marina Mercante José M. Van del Gucht y al Ingeniero Saturnino M. Parajón, por el trabajo titulado Bariay fue el primer puerto por donde Colón desembarcó en Cuba”, dicho trabajo apareció publicado ese mismo año en la Revista Selecta en la Habana, y en 1943 sale como libro bajo el título Ruta de Cristóbal Colón por la costa Norte de Cuba, en el viaje del descubrimiento de América, 28 de Octubre al 5 de diciembre de 1492” (Van de Gucht y Parajón, 1943). Otro concursante, el Dr. Carlos Iñiguez, llegó a la misma conclusión de Van del Gucht y Parajón, mediante la filmación de una película cinematográfica de los lugares del litoral cubano descritos por Colón en el Diario.


[1] Casas, Fray Bartolomé de Las: Historia de la Indias. Madrid, 1827. 3 volúmenes.

[2] Fragmento citado por Castro Lores. José Ignacio, (1977): Baracoa, apuntes para su Historia. Editorial Arte y Literatura. La Habana.


[3] Hartmann Matos. Alejandro, (1995): Los días de Colón en Baracoa. Publicado por la Diputación Provincial Costa del Azahar. España.

Un lugar como nunca se ha visto otro más hermoso.



Por César Hidalgo Torres
Cayo Bariay, Holguín, Cuba
Bariay, que es vocablo de claras resonancias aruacas[1], es el primer nombre en la historia de Cuba (y de Iberoamérica).
Dice el Almirante que el sábado 27 de octubre, apenas hubo salido el Sol levantó anclas de aquellas islas en las que estaba y que él las llamó de Arenas por el poco fondo que tenían en su parte Sur (identificadas con las actuales Ragged Islands) y avanzó al Sudeste. Antes de caer la noche, que fue lluviosa, vieron tierra, pero quedaron a la espera de mañana para desembarcar.
Los más profundas investigaciones geográficas coinciden en asegurar que en la tarde del 27 de octubre el Almirante debió anclar a unas veinte millas náuticas de las costas de Cuba y que si, como dice en el Diario, al siguiente amanecer siguió rumbo al sursuroeste, entonces su faro más probable era el cerro amesetado de la Silla de Gibara y por tanto su triángulo visual debió encontrarse entre la bahía de Gibara y la de Naranjo. Quien esté en esa posición, quien se dirija a la tierra más cercana llega a la bahía de Bariay.
Dice en las notas del diario hechas por el célebre padre Las Casas, que dijo el Almirante que nunca tan hermosa cosa “vido”, cercado todo el río “hermoso” de árboles. (El Almirante recién llegado de Europa donde corren ríos enormes, consideró que era río la estrecha bahía de Bariay, y ríos les dice a las siguientes bahías que tuvo a su vista, llamándolas con el nombre de los días de la semana que transcurrían cuando las conoció: así la de Gibara fue Río de Martes, que fue un martes cuando llegó Colón a la dicha bahía. Pero otra vez la traducción nos jugó una mala pasada, y en la actualidad casi todo el mundo asegura que el Almirante llamó a aquel lugar: Río de Mares).
Toda vez que las pequeñas islas lucayas[2] visitadas por el Almirante antes de llegar a Bariay muy pronto pasaron a propiedad de Gran Bretaña, entonces debe considerarse el lugar de arribo a Cuba como el espacio donde nació Iberoamérica. 

Leer además: Los mil y un lugares por donde Cristobal Colón desembarcó en Cuba (dosier)


[1] Se supone que el primer humano llegó a la isla de Cuba hace ochenta siglos sin embargo nada más contamos con los documentos escritos que nos legaron los conquistadores europeos desde su llegada, hace quinientos años. En ellos nada más se da cuenta de los aborígenes que nos habitaban a la llegada ibérica, y más que de los otros, de los aruacos, a quienes los españoles llamaban Taínos por un error de traducción.   
[2] Islas lucayas o lugar donde vivían los lucayos, era como llamaban los aruacos a las pequeñas islas que hoy nombramos: Bahamas. En idioma aruaco existe la palabra  “lukku” que significa “persona, ser humano”. Por tanto, para los aruacos ellos mismos eran lukku, o sea, seres humanos de la familia Arauca. Y también eran lukku los aborígenes que vivían en las Bahamas, solo que lo hacían en islas tan pequeñas que no merecían otro nombre como no fuera cayos. Por tanto esos eran lukku de los cayos, o lucayos.

19 de junio de 2019

El primer suceso relacionado con la aviación ocurrido en Holguín, Cuba.


A partir de la información ofrecida por Yudenis Jiménez Peña

Después del raid Cayo Hueso-La Habana (año 1913), en Cuba se organizaron excursiones a varios sitios para  que el ganador hiciera vuelos de exhibición, así el domingo 19 de julio de 1914 voló por primera vez un avión sobre la ciudad de Holguín; la nave, que despegó desde la explanada que es hoy el parque infantil Rubén Bravo, la pilotaba el célebre Domingo Rosillo.
Desafortunadamente no se posee información del programa de los festejos organizados por ese vuelo, por lo menos no como la que se tiene de su exhibición en Santiago de Cuba. La de este último lugar la reproducimos seguidamente confiando que en Holguín debió suceder algo semejante.
El piloto prometió vuelos los días 24, 25 y 26 de julio con motivo de las festividades de Santiago Apóstol, patrono de la ciudad. El punto de despegue y aterrizaje fue el tejar “Santa Cruz”, situado en los terrenos de Vista Alegre. La hora de inicio sería a las cuatro de la tarde, después que los tranvías dejaron a quienes quisieron participar en el lugar de los hechos.
Rosillo estableció los precios siguientes:
·         Palcos con cuatro sillas y cuatro entradas……………… $ 5.00
·         Entrada al Gran Stand…………………………………..…………..$ 1.00
·         Entrada popular………………………………………………..………..$ 0.75
·         Entrada de niños menores de ocho años……….………..$ 0.50
·         Asientos……………………………………..……………………………….$ 0.25
Precios por pasajeros:
Caballeros
·         Un vuelo sobre el campo de aviación y Vista Alegre…$ 30.00
·         Un vuelo sobre la ciudad y la bahía…………………………..$ 75.00
Damas
·         Un vuelo sobre el campo de aviación y Vista Alegre…$ 20.00
·      Un vuelo sobre la ciudad y la bahía…………………………..$ 30.00
Después de la exhibición de Rosillo, en Holguín no se produjo ningún otro hecho de aviación hasta dieciséis años después.

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Pioneros de la aviación en Cuba



A partir de la informacion ofrecida por Yudenis Jiménez Peña
Agustín Parlá
El principal impulsor del interés cubano por la aviación fueron las exhibiciones aéreas realizadas en La Habana de 1911 por los equipos Curtiss, de Estados Unidos y Moissant, de Francia, que estaban deseosos de ganar los premios que auspiciaba el Ayuntamiento de esa ciudad.
Ya en 1913 dos cubanos entran en la historia de los vuelos aéreos: Agustín Parlá y Orduña[1] y Domingo Rosillo del Toro[2], cuando intentaron ganar (y ganaron) los premios de diez mil y cinco mil pesos que ofrecía el Ayuntamiento de La Habana a quien volara desde Cayo Hueso, EE.UU hasta la capital cubana. Rosillo piloteó su monoplano Morane y Parlá su hidroavión biplano.
Domingo Rosillo
Rosillo sí despegó en la fecha señalada y logró llegar al Cuartel General del Ejército cubano, Columbia, dos horas después del despegue. Parlá no pudo partir hasta el día siguiente por problemas con el motor de avión y asimismo se desvió de la ruta en 50 kilómetros, llegando al puerto del Mariel cuando ya se suponía perdido en el océano. (Días más tarde completó el vuelo hasta el lugar señalado para el aterrizaje, ganando el segundo premio).
Posterior a ese hecho narrado, otro piloto cubano, el cienfueguero Jaime González Grocier[3], realizó en mayo de 1914 uno de los vuelos más largos de su época: desde Cienfuegos hasta La Habana. Y al año siguiente (mayo de 1915), hace el primer viaje desde Santiago de Cuba hasta La Habana con escalas. El tiempo de duración de la travesía fue de siete horas.


[1]Agustín Parlá y Orduña, nació en Cayo Hueso, EE.UU. el 11 de octubre de 1887. Su padre, don Agustín Parlá fue uno de los emigrados cubanos que más activamente colaboró con José Martí en la recaudación de fondos para hacer la guerra por la independencia de Cuba. La afición del piloto estuvo marcada por dos hechos significativos: las exhibiciones de Bellot y las realizadas por los Circuitos Curtiss y Moissant en La Habana. Gracias a su amistad con algunos de los principales pilotos del Circuito Curtiss, entre ellos Charles F. Walsh y Mc Curdy, a los que había conocido cuando se desempeñaba como traductor del inglés al español en el hotel “Perla de Cuba”, le fue posible ingresar en la escuela de aviación Curtiss, en Miami.  Walsh, después de llevarlo como pasajero en vuelo sobre La Habana (2 de enero de 1912), hizo declaraciones acerca de Parlá, destacando, sobre todo, que poseía excelentes condiciones y valor para llegar a convertirse en el primer aviador cubano. Curdy por su parte se ofreció a contribuir con el dinero que necesitaba Parlá para cursar la escuela de aviadores en la que ingresó. En 20 de abril de 1912, Parlá obtuvo el título de piloto aéreo. A su regreso a Cuba se alistó para participar en el vuelo La Habana-Cayo Hueso, siendo esa su primera aventura e inicio de una carrera que duró más de 30 años. Fue el primer director de la Compañía Aérea Cubana, primer propulsor en Cuba del transporte aéreo de mercancías y de la aviación en todos sus aspectos. Gestionó en 1913 la creación de un Cuerpo de Aviación para el Ejército Nacional de Cuba; cooperó en la organización del primer Tren Aéreo Internacional; fue nombradoprimer Inspector General de Aeropuertos de Cuba, cargo que ejerció hasta los primeros meses de 1946 cuando fue violentamente fue despedido. Pocos meses después, (31 de julio de 1946), se quita la vida con sus propias manos. (A. Terry. El correo Aéreo en Cuba. Instituto Cubano del Libro, Ediciones Organismos, La Habana, 1971, pp. 185-189)

[2]Domingo Rosillo del Toro, otro de los tres grandes precursores de la aviación cubana. Nacido en Orán, Argelia, el 28 de diciembre de 1878, hijo de padres españoles. Desde muy joven fue a residir en La Habana donde su padre trabajaba al frente de un tren de coches tirados por caballos. A la llegada de los primeros aviadores a Cuba, Rosillo se aficiona al novedoso invento. Gracias a la ayuda de varios de sus amigos pudo viajar a Francia y matricular, primero, en la escuela de aviadores Bleriot y más tarde en la Morane Saulnier de donde se graduó con todos los honores en 22 de octubre de 1912, (el hecho ocurrió seis meses después del primer cubano con título de piloto, Agustín Parlá y Orduña. Ver nota anterior). Su celebridad comenzó al hacer el primer vuelo La Habana-Cayo Hueso. A partir de ese hecho protagonizó otros que le proporcionaron honores, fama y dinero: junto a Parlá realizó un recorrido por toda Cuba mostrando la aviación y sus bondades en veinte ciudades, incluida Holguín. Fue uno de los concursantes en el certamen del Ayuntamiento de La Habana que prometió entregar $ 3 000.00 al aviador que realizara un vuelo continuo de 200 millas. Lo consiguió viajando desde Pinar del Río hasta el cuartel general del Ejército cubano en Columbia, pero no recibió el dinero por haberlo hecho en otra fecha diferente a la señalada en las bases del certamen. Posteriormente el piloto se marchó de Cuba y estuvo veinte años ausente, trabajando como profesor y luego como director de la Escuela de Aviación de Barcelona y piloto de prueba de la fábrica de aviones Hereter. Regresó definitivamente a la Isla a raíz del inicio de la guerra civil en España. Con motivo de la conmemoración de su vuelo La Habana-Cayo Hueso se emitió un sello postal con su rostro y se le permitió rememorar el acontecimiento, ahora en un cuatrimotor y cuando lo hubo logrado nuevamente se le concedieron todos los honores, pero aún así su situación económica era muy precaria. Posteriormente se le nombra Capitán en Jefe del entonces inexistente Cuerpo de Aviación de la Cruz Roja Nacional; el modesto salario que devengaba le servía para cubrir sus necesidades más perentorias. En 1945 se inaugura un aeródromo en Colón, Matanzas, al que le pusieron su nombre. Con una muy avanzada edad se le veía por las calles de La Habana vendiendo el sello postal con su rostro para poder subsistir. Falleció el 28 de octubre de 1958. (A. Terry. El correo Aéreo en Cuba. Instituto Cubano del Libro, Ediciones Organismos, La Habana, 1971, pp. 19-194)


[3]Jaime González Grocier. Nació en Cienfuegos, Cuba, en 13 de febrero de 1892 ó 1894. Desde niño demostró pasión por la aviación, al punto de que a los quince años construyó un artefacto que pudo elevar por medio de cables tirados por un automóvil. Posteriormente pudo acompañar al aviador norteamericano Walsh en varios de sus vuelos. De ahí que sus amigos y vecinos hicieran una colecta para que pudiera pagar el pasaje y estadía en la escuela para pilotos Bleriot de Chateaufort, en París, realizando entrenamiento con el mismísimo Louis Bleriot. Por su talento pudo hacer el primer vuelo llamado Looping the Loop o “vuelo invertido”. Graduado con excelentes calificaciones y todos los honores en diciembre de 1913, sus coterráneos y varias personalidades cubanas influyentes consiguieron que pudiera comprarse un monoplano Morane Soulnier. En 1915 pudo realizar el vuelo Cienfuegos-La Habana y a partir de ese triunfo pudo establecer un servicio postal aéreo en toda la Isla. Asimismo hizo el primer vuelo Santiago de Cuba-La Habana. Pretendía ampliar sus recorridos desde La Habana hasta California y Panamá, pero razones financieras se lo impidieron. Incursionó en la aviación militar en los años 1917-1918, pero su verdadera vocación era la aviación civil, particularmente el Correos Aéreo. Murió el 4 de julio de 1920 cuando su aparto vino a tierra desde una altura de 15 metros, después de despegar en la finca La Bien Aparecida, Luyanó, La Habana. (A. Terry. El correo Aéreo en Cuba. Instituto Cubano del Libro, Ediciones Organismos, La Habana, 1971, pp. 194-199)

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