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La aldea a la mano (Holguín, Cuba)

1 de febrero de 2017

Calixto García. Biografía. 43


1875, Junio 12
Doña Lucía en España
Doña Lucía Iñiguez llega al puerto de Santander desde donde se dirigió de inmediato a Madrid[1].
Paula Ruiz tiene relaciones carnales con Calixto, quien tiene que aprender a hablar
El régimen carcelario en San Francisco era mucho más benévolo que en la fría Santoña. En San Francisco le permitían al preso recibir la visita de su madre y también de los jóvenes estudiantes cubanos, de un profesor de francés que lo inició en ese idioma, e incluso de una  joven española, Paula Ruiz, quien subyugada por el legendario mambí, tuvo relaciones carnales con el preso.
Calixto tiene que aprender nuevamente a hablar, pero nunca más recuperó el tono de su voz.
Doña Isabel Vélez, esposa de Calixto se traslada con sus hijos a Nueva York
Siempre con la ayuda de la emigración, Isabel Vélez, la esposa del General, logra trasladarse con sus hijos a Nueva York dónde continuó cosiendo para quien tiene dinero y quiere pagarle.
Rosa de Aldama costeó los estudios de Carlos García Vélez
En Nueva York, Isabel también contó con el apoyo de los emigrados y de un español de apellido Inzúa, que simpatizaba con la Revolución y además de doña Rosa de Aldama, quien costeó la entrada de Carlos como interno en el colegio New York Foundling Asylum de la orden religiosa Hermanas de San Vicente Paul.
Rememorando los años que vivió en ese centro, Carlos escribió:
“En realidad fui un asilado más entre centenares de huérfanos abandonados. En los seis años que estuve asilado un religioso [un sacerdote] y una hermana [una monja] fueron las únicas almas caritativas que conocimos los asilados. Mi Madre o Hermana Superior, muy anciana también, me llevaba a un cuarto al lado del suyo cuando enfermaba pues Rosita y Leonor de Aldama visitaban el asilo los días de rigor y pedían verme. En esos casos me vestían de nuevo (con ropas muevas) y me llevaban a ver a estas buenas cubanas, previniéndome que no me quejara a ellas de los castigos corporales que me daban, supongo que con razón, pues yo nunca pude conformarme con estar confundido entre huérfanos de padre y madre y alardeaba de tenerlos.
“Pase en el asilo todas las enfermedades eruptivas, además de la Tiña epidémica y la ceguera también epidémica. Creo que me trasladaron al campo [la granja del asilo] para que mi madre y mi protectora no se enteraran”.
Eusebio Hernández, Antonio Rojas y otros jóvenes cubanos estudiantes de medicina en Madrid



Calixto sigue recibiendo a doña Lucía en la prisión y a los estudiantes cubanos que viven en Madrid, y quienes que ven en el caudillo la personificación de la rebeldía mambisa. Entre dichos estudiantes resalta Eusebio Hernández, que cursa medicina y el remediano Antonio Rojas, quien vivió hasta avanzada edad y dio a los historiadores testimonios inestimables de aquellos días y asimismo donó a la historia de Cuba una valiosa colección de cartas, todas inéditas, en las que Calixto le pide libros, revistas, ejemplares del “Petit Journal”, y otras cartas más, éstas de doña Lucía, que lo llama “hijo de mi alma y de mi corazón”, enviadas posteriormente cuando Calixto fue trasladado a la cruel cárcel de Pamplona.
La madre del Coronel español Fernando Andrillón visita a Calixto en la cárcel
Otra visita que comúnmente recibe Calixto en la cárcel es la de la madre de Fernando Andrillón, hermano masón de Calixto y coronel del ejército de España. (Este hombre será esencial cuando al fracasar la guerra chiquita, el General vuelva a caer en manos españolas).
En la prisión el General toma lecciones de idioma francés y luego de inglés
Igual, en la cárcel de Madrid se le ve en compañía de Rojas Oria, tomando lecciones de idioma francés con el maestro M. Barrillier, cuyo curso no pudieron recibir completo, por el traslado de Calixto. (Posteriormente desde la nueva prisión, escribe Calixto a Rojas Oria, y le dice: “A M. Barrillier que deseo volver a esa para continuar las lecciones, pues si no todo lo olvidaré. Lo único que hago es traducir”. Y por eso mismo pide a Rojas Oria, Rojitas, como le dice el General, que le envíe “una historia general de Francia, escrita en francés; pero que esté bien escrita y que sea extensa”).
En la prisión el general aprende, además, idioma inglés. (Precisamente enseñando inglés es como Calixto sostiene a su familia en Madrid varios años después).



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[1]  En esos años en Madrid había una pequeña colonia de jóvenes estudiantes cubanos con ideas independentistas que se nuclearon de inmediato alrededor de Calixto y Lucía.

Calixto García. Biografía. 41


1874, Septiembre 12
Telegrama del Gobernador español de Cuba al Ministro de Ultramar
Con esa fecha el Gobernador español en Cuba envió un telegrama al Ministro de Ultramar en el que le dice: “Doña Lucía Iñiguez, madre de Calixto García, solicita del Presidente del Poder Ejecutivo indulto de su hijo, que dice salvó la vida a varios oficiales y soldados del ejército. Sírvase Ud., informar si se puede acceder a petición de una madre”.
El ministro español, con indudable extrañeza, telegrafió a La Habana indagando por el motivo de tan inusual petición. Entonces el gobernador español, en una extensa carta, le informa de las verdaderas causas de su supuesta bondad:      
“Gobierno General de la Isla de Cuba
Secretaria.
Reservado.
Exmo Sr.
“Desde el momento que fue hecho prisionero Calixto García, que con el carácter de General venía mandando a los insurrectos del Departamento Oriental, me propuse perdonarle la vida, y autoricé a su madre para que  pusiese un despacho al Presidente del Poder Ejecutivo pidiéndole indulto de la pena capital, sobre el cual Vd. se sirvió pedirme informe por despacho telegráfico.
“El hecho solo de no haber dispuesto pasar por las armas a Calixto García después de su aprehensión, y la autorización concedida a su madre para trasmitir aquel despacho telegráfico, probarán a Vd. que en mi opinión no era conveniente de ninguna manera aquella disposición que podía tomar en arreglo a los bandos vigentes.
“En el estado en que se encuentra la guerra y la insurrección, después de seis años, no he creído de ninguna manera conveniente ensangrentar aquella, y he podido seguir mis propios sentimientos de humanidad evitando un fusilamiento que no deba producir otro resultado, escitando (Sic) las pasiones y haciendo más difícil la terminación de esta guerra.
“Como he dicho a Ud repetidas veces, esta guerra no ha de acabarse por el esterminio (Sic) de los insurrectos: se le podrá batir y reducirlos en número, pero esterminarlos, (Sic) es muy difícil, sino imposible. Es preciso pues batirlos, es preciso perseguirlos activamente por todas partes, y esto será mi primera atención tan pronto como reciba y organice los esfuerzos con que he de emprender la campaña en el centro donde la insurrección tiene alguna, importancia militar. Pero para concluir con esta guerra se necesita que los insurrectos después de eso, crean en la posibilidad de un perdón y de un olvido, y en la seguridad de sus personas. Esa confianza y esa seguridad contribuirá mucho a darla, el ver perdonada la vida de Calixto García, que por otra parte no se ha señalado por su inhumanidad con nuestros prisioneros, cuando ese perdón ha podido ser concebido por la autoridad superior de la isla, sin que sobre ella haya ejercido presión alguna, la opinión de los muchos que tan equivocadamente creen que la energía de una autoridad está en las ejecuciones de la pena capital, y que miran en todos los casos esa política que llaman enérgica, como la única para acabar con esta insurrección.
“Al verse prisionero Calixto García trato de suicidarse, pero su herida en la garganta y boca no ofrece ya cuidado”.
1874, Octubre 2



Doña Lucía viaja a Santiago de Cuba y se reúne con su hijo


Mientras se espera la respuesta desde España, doña Lucía viaja a Santiago de Cuba, adonde ya está en 2 de octubre, que es la fecha en que se presenta al Brigadier Comandante de la Plaza, Sabas Marín, solicitándole un permiso para visitar al hijo en el hospital.
El militar español accedió y dio esta carta a doña Lucía: “El oficial de la guardia del Hospital Militar de esta plaza permitirá la entrada en dicho establecimiento, con objeto de ver al prisionero de guerra Calixto García, a la Sra. Da Lucía Iñiguez, previa la presentación de esta orden que le devolverá.
Firmado: El Brig. Comandante Gral. Marín”.
A su llegada doña Lucía descubre que Calixto está viviendo un romance con una de las enfermeras
A su llegada doña Lucía descubre que Calixto está viviendo un romance con una de las enfermeras. Por tal motivo le reprende, haciéndole ver su condición de prisionero de guerra. Debió ser entonces cuando Calixto le habló por primera vez de Leonela Enamorado[1], la muchacha que había dejado en la manigua próxima a parir.

¿Sería aconsejado por su madre que Calixto tramó el plan que más adelante vamos a relatar?
1874, Noviembre 13

Respuesta de las autoridades coloniales desde Madrid a la petición de perdonarle la vida a Calixto
En esta fecha las autoridades coloniales en Cuba recibieron respuesta de sus superiores en la península:
“Enterado el Presidente del Poder Ejecutivo de la República de la carta oficial, reservada, de VE., de 15 de octubre último, relativo a la captura del titulado general insurrecto Calixto García. La decisión de VE., de perdonarle la vida, ha tenido a bien aprobar en todas sus partes la conducta de VE., en este asunto por los motivos que VE., expresa en su citada carta oficial”.



Plan de Calixto para escapar de las manos españolas
Y mientras las autoridades centrales de Madrid y las coloniales en Cuba se intercambiaban comunicaciones, Calixto García, convaleciente en el hospital santiaguero, hizo una proposición a los españoles, según consta en documentos de aquellos: “En un principio agradecido a la conducta con el observada, y declarando que sintió el mal que había hecho a su país con la guerra, se mostró dispuesto a trabajar por la paz”.
En verdad era esa una extraña actitud de un revolucionario que prefirió el suicidio antes que rendirse. ¿Que había detrás de esa proposición? La realidad debemos buscarla en un fragmento de la carta con que el jefe español informaba a sus superiores de la supuesta disposición de Calixto de ayudar a los colonialistas. Dice que Calixto expresó “…un manifiesto deseo de salir al campo con nuestras columnas, para tener conferencias con los insurrectos”.
¿Eran las verdaderas intenciones del General aprovechar cualquier circunstancia para escapar? Parece que quien comprendió muy bien el sentido de la propuesta de Calixto fue el Gobernador español y por eso dice a sus superiores que “me he opuesto a esto, haciéndole entender que no consentiré en ningún acto en que aparezcan tratos y convenios con los insurrectos”.
Asimismo dice el General Concha a sus superiores, aclarando con ello la situación legal de Calixto respecto a la justicia colonial: “He añadido al Brigadier Marín para que así se lo manifieste a Calixto García, que si se le ha perdonado la vida sin indultarle de la pena capital (…) por un sentimiento de humanidad y alta política, sin que sea mi (ilegible ) tenerlo como rehén para cualquier represalia, como no puede nunca ser considerado como prisionero de guerra, si esta continuase por algún tiempo, seria  enviado a Ceuta ó a las islas Marianas”.

Posteriormente Calixto García fue trasladado a La Habana, guardando breve prisión en el Castillo del Morro. En el vapor correo “Méndez Núñez” lo trasladaron a la península.



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[1]  Leonela Enamorado era hija del Coronel Don Benjamín Enamorado, quien por un tiempo había mandado la columna de Jiguaní bajo las órdenes de Calixto. (Don Benjamín también era hijo ilegítimo)

Calixto García. Biografía. 40


En La Habana















“Ese es mi hijo Calixto”
Doña Lucía Iñiguez vive en El Cerro, en la calle Moreno No. 23.
A su casa llega un emisario del General Concha, Capitán General de la isla. Le lleva la noticia de la captura de su hijo por el ejército español, que lo retiene en calidad de prisionero.
Lucía: “Perdone el General que yo no le de valor alguno a esa noticia, pues son ya muchas las ocasiones en que lo han dado por muerto y otras por prisionero”.
Emisario: Yo le aseguro a Usted, bajo mi palabra de honor, que el cabecilla insurrecto Calixto García se halla en poder de nuestras tropas”.
Lucía: “No es que dude de usted, General, es que yo tengo forjada en mi mente la idea de que mi hijo ni ha caído ni caerá jamás en poder de las tropas españolas. Calixto es mi hijo y, por lo tanto, no debe rendirse…”
Emisario: “Mire usted señora”, (El jefe español le muestra un papel), “vea el cablegrama del General Sabas Marín donde dice que ese jefe rebelde, antes de caer en poder de nuestros hombres, prefirió el suicidio, disparándose una bala de su revólver por debajo de la barba…”
Lucía: “!Ah… entonces ese es mi hijo Calixto. Muerto antes que rendido”.
Cuando vuelve a la vida Calixto desdeña, enardecido, el cubano al servicio de España que le han puesto a cuidarle y acepta a un soldado de línea
Nada odiaba más el General García que a los hombres que servían a cambio de paga, y en esa categoría tenía a los guerrilleros, cubanos que estaban al servicio de España por dinero. Por eso, cuando vuelve a la vida y descubre que le habían puesto un guerrillero para cuidarle y auxiliarle, desdeña el auxilio y protesta enardecido. Entonces sustituyen al guerrillero por un soldado de línea: Cesáreo Barcala, quien vivió en La Habana hasta el día de su muerte.
1874, Septiembre 6
Parte español avisa que han apresado a Calixto García
Parte español:
Santiago de Cuba. El señor Coronel jefe de la tercera brigada, en telegrama de las 4 y 50 p.m., dice: “El teniente Ariza, en telegrama desde Veguitas dice: Acabo de llegar a este punto. Enemigo derrotado en número de 800, le hice 36 muertos y 4 prisioneros, uno de ellos es el mayor general Calixto García Iñiguez. Por nuestra parte ni un contuso”.
El General español Sabas Marín escribe al Capitán General pidiendo que se devolviera a Calixto al campo de la Revolución porque cuando los sucesos aquel iba a entrevistarse con el fiscal para tratar asuntos de paz
Sabas Marín, que bien sabía que el general García había perdonado a los oficiales prisioneros en el copo del Chato, escribe un telegrama al Capitán General Concha en el que le dice que el honor español no estaría a salvo si no se devolvía al general García al campo de la Revolución, porque éste se dirigía a la conferencia con el fiscal para tratar asuntos de la paz[1].
Concha, aprovechando la oportunidad y en plan pacificador, mandó a dar buen trato al prisionero ilustre e imprimió múltiples proclamas en las que a nombre de Calixto García, llamaba a los insurrectos a la cordialidad.
1874, Septiembre 8
Los oficiales españoles asedian al prisionero con proposiciones de toda índole. Calixto, que no puede hablar a causas del tiro, se ve obligado a contestar por escrito. El 8 de septiembre les dice: “No crea usted que yo quiero comprar mi vida con una villanía, hoy aprecio tan poco la vida que mi mayor felicidad sería perderla”. Y acto seguido, recordando a su madre, escribe: “Como he de escribir a mi madre, desearía saber si voy a permanecer algunos días aquí o si salgo pronto para otro lugar”.
Calixto protesta al leer las proclamas que a su nombre está haciendo públicas el mando español.
Pide escribir al oficial mambí más cercano y lo autorizan.
Cuando Calixto lee las proclamas de Concha a su nombre, protesta enardecido. Pide escribir al oficial mambí más cercano del lugar donde lo tienen, (ese es el General Barreto), lo autorizan.
Carta de Calixto a Barreto: “Sabrá usted que en la tarde del cinco caí en poder de los españoles. Yo pretendí quitarme la vida para no pasar por la vergüenza de ser prisionero de nuestro enemigo. Le aconsejo a usted que no desista en la prosecución del plan sobre el cual me habló, pues el logro de su terminación redundará en la felicidad de la causa que venimos defendiendo”[2].
Esteban de Varona, el viejo agente mambí que se conocía con el nombre de Marqueta, llevó la carta de Calixto al General Barreto y se incorporó al campo mambí[3].



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[1] Este telegrama, al que quizás debió su vida el general, es el comienzo de una serie de mentiras, según las cuales aparece el prócer en actitud conciliadora con el enemigo.

[2] Fernando Figueredo afirma que el plan a que se refería Calixto era el de obtener parque de Jamaica. Sin embargo, el historiador español Pirala dice que en carta de Calixto de 8 de octubre de 1874 a Silverio del Prado, de cuya autenticidad hoy se sigue dudando, escribió el general: “Debo hacerle algunas reflexiones que me sugieren lo que he visto desde mi prisión. Hace seis años, amigo mío que nos empeñamos en una guerra terrible que se ha llevado a cabo con sin igual empeño y sin cejar ninguna de las dos partes. En estos seis años los Departamentos Central y Oriental se han convertido en escombros; pero nosotros no hemos podido adelantar gran cosa en nuestra empresa. Es verdad que hoy somos más aguerridos, que tenemos armas y fabricamos parque; pero, amigo mío, los hombres que caen no se reponen y poco a poco irán cayendo todos los que no perezcan por las enfermedades. Poco hay que esperar de la reacción. Los cubanos, en vez de acudir a ayudarnos, han tomado las armas y están al lado de los españoles, que puede decirse que componen casi la mitad del ejército. Ahora bien, amigo mío: ¿Cree usted que no teniendo esperanzas de triunfo debe permitirse en una guerra que durará más o menos tiempo, pero que no dará el resultado que se espera? Lo creo a usted hombre de juicio recto y por eso me dirijo a usted para decirle que el brigadier Marín está dispuesto a conceder perdón a todos los que quieran venirse, como también conceder pasaporte para el extranjero a los que no quieran permanecer en Cuba. Piense, amigo, en lo que le aconsejo y crea que sólo lo hago llevado del deseo de serle útil a usted.

[3] La conducta de Varona siempre fue dudosa. Cuando llegó al campamento del general camagüeyano Goyo Benítez con proposiciones de paz a nombre de Martínez Campos, fue presentado ante un Consejo de Guerra. Condenado a muerte, fue ejecutado en los campos de Cuba en Armas el 8 de octubre de 1877.

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