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La aldea a la mano (Holguín, Cuba)

7 de enero de 2017

Centro Comercial de Holguín - EVOLUCION HISTÓRICO-ARQUITECTÓNICA DEL CENTRO COMERCIAL TRADICIONAL DE HOLGUÍN. (IV PARTE)


Partiendo de las cuatro calles que rodean la Plaza de Armas se formó el actual Centro Comercial de Holguín.


Desde tiempos de la colonia la ciudad de Holguín se caracterizó porque en las casas esquineras se construían accesorias que sirvieran para comercios o para prestar otros servicios y en las del centro de las cuadras igualmente se levantaban comercios o bodeguitas del medio ya fuera para alquilar o para uso particular de su propietario. Pero eran los que se ubicaban en los alrededores de la plaza de Armas los que tuvieron mayor éxito.
Y a finales del siglo XIX los que se abrieron en las cuadras cercanas a dicha plaza llegando a convertir a las dos calles principales de la ciudad, la Mayor o de San Isidoro (actual Libertad) y la del Rosario (actual Frexes), sobre todo en el espacio de ellas cercanos a la Plaza de Armas, en importantes vías comerciales. Por esa razón esas dichas calles fueron renombradas hacía 1800 como calle del Comercio, la primera, y calle de Mercaderes, la segunda. Fue así como al paso del tiempo se formó el actual Centro Comercial Tradicional de Holguín.
De las cuadras cercanas a la Plaza en un primer momento se destacaron por la existencia de comercios en ellas, la que unía a la de  Armas con la de la iglesia San Isidoro y la que la unía con la de la Iglesia San José. Esta última por cierto, se convirtió en otro punto de interés comercial cuando en 1839 trasladan hacia allí el mercado de abastos. Cuando eso ocurrió en el ángulo noroeste de San José ya existía la taberna  de Félix San Juan.
Luego, después de recuperar el terreno donde había una laguna (más bien ciénaga), conocida como Lugones, se construye en dicho  espacio en 1848 el Mercado de Abasto con dos callejuelas interiores que permitieron la construcción de otros varios edificios dándole el frente; (La actividad comercial en este mercado estaba centralizada por el Ayuntamiento).

El nuevo Mercado de Abasto de Holguín se terminó de construir el lunes 24 de Enero de 1848. El de Mayo de ese mismo año se nombró O´Donell en homenaje al Capitán General de la Isla, pero los holguineros nunca le llamaron así, sino Plaza de La Marqueta. El edificio que se ve en el grabado fue demolido en 1912 y en su lugar se construyó otro para el mismo uso.

Como mismo ocurrió antes con la Plaza de Armas, La Marqueta se convirtió en otro gran foco comercial de la Ciudad y rebasó sus límites esparciendo comercios y servicios en las cuadras cercanas de las aledañas calles Martí, Máximo Gómez  y Luz y Caballero que entonces se llamaban San Pedro, San Pablo y María Magdalena.


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Centro Comercial de Holguín - EVOLUCION HISTÓRICO-ARQUITECTÓNICA DEL CENTRO COMERCIAL TRADICIONAL DE HOLGUÍN. (III PARTE)


Los primeros comercios de Holguín eran mixtos, o sea, que vendían productos alimenticios e industriales.


Según la Guía de Forasteros del año 1847 fueron los primeros comercios de Holguín el de José Plácido Fernández que en 1759 inició una tienda pública  “y bende en ella todas las frutas de la tierra, caldos y ropas de buena entrada”. (ANC Guía de Forasteros 1759: F 6) A esa le continuó, en 1766 la de Juan Felipe Hostos.
A comienzos del siglo siguiente en la misma fuente los comercios ya aparecen por especialidades; así, entre otras, en 1806, había una tienda de platería de Manuel Trinidad Guillén. Y en 1820 don José Canciell abrió la primera fonda hospedaje o mesón, (Albanés Martínez: 1947: 41) que se localizaba en la cuadra sur de la Plaza de Armas.
Para 1847 se encontraban entre los principales comerciantes de la ciudad: José Leal, Agapito García, Calixto García, José Agustín García, Felix San Juan, Francisco San Juan, Pablo Coll, José María Cubero, Francisco Maristang, Santiago García, Francisco Toralbas, Manuel Inza, José Sampera y Francisco Rondán. Entre 1834 y 1840 Juan Cruz o de la Cruz estableció en la calle San Pedro (Martí) el primer almacén de ropas y quincallería, llamado “La Montañesa”. (Albanés Martínez 1947: 48) La primera botica la abrió en 1803 don Nazario de Mendoza. (Albanés Martínez 1947: 37)
Para 1827 se reportaban una botica y 10 pulperías.
El Cuadro Estadístico de 1846 designó en este vecindario 14 establecimientos de instrucción pública, 28 pulperías, 14 tiendas de ropa, 2 cafés y billares, 13 zapaterías, 4 talabarterías, 5 sastrerías, 3 herrerías, 2 platerías, 5 panaderías, una hojalatería, una armería, 5 carpinterías, 11 baratillos, 2 boticas, 2 barberías, 5 talabarterías, una relojería, 268 casas de mampostería, 29 de madera y 443 de embarrado y guano. Reducía su población á 3,065 habitantes. (Pezuela 1863: 410)
Catorce años más tarde (1862) una tabla de Distribución de los principales tipos de establecimientos de comercio al detal nos permite apreciar comparativamente a Holguín respecto a las otras ciudades orientales.
Jurisdicciones
Tiendas Mixtas
Bodegas
Bodegones
Baratillos
Tiendas de ropas
Total

S de Cuba
335


3
33
371
Bayamo
148



16
164
Holguín
74
210


3
287
Manzanillo
118



2
120
Jiguaní
74
50


3
127
Tunas
54



6
60
Guantánamo
38



3
41
Baracoa
33




33
Oriente
874
260
0
3
66
1203
País
3725
1481
21
68
627
5922
(Marrero 1974: Tomo XII, 214)
Según la misma fuente, con la excepción de La Habana y Santa Clara,  Oriente tiene más establecimientos comerciales que el resto del país (Camagüey por ejemplo, reporta 421).

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Centro Comercial de Holguín - EVOLUCION HISTÓRICO-ARQUITECTÓNICA DEL CENTRO COMERCIAL TRADICIONAL DE HOLGUÍN. (II PARTE)




La apertura del puerto de Gibara fue esencial para el desarrollo del comercio en la ciudad de Holguín. Las grandes casonas de las familias de mayor solvencia, con frente a la Plaza de Armas, se convirtieron en las tiendas principales de la ciudad.

Desde mucho antes de la fundación del pueblo de Holguín llegaban a la bahía de Gibara goletas y otras embarcaciones que trasladaban algunos productos, pero hasta 1777 que fue cuando se aprobó la Subdelegación de Marina, todo trueque comercial que allí se hiciera  era ilegal. Desde 1777 y hasta la apertura oficial del puerto en esa bahía en el año 1822, los capitanes de buques que arribaban a Gibara tenían que trasladarse hasta a Holguín a proponer y gestionar la venta y compra de mercancías.

Así de malo era el camino de Gibara a Holguín a pesar de que la fotografía es de 1915
 
Ya 1822 en lo adelante los comerciantes iban hasta Gibara y se las agenciaban para trasladar las mercancías a la ciudad a pesar de las malas condiciones del camino y la casonas ubicadas en las inmediaciones de la Plaza de Armas comenzaron a convertirse en grandes tiendas.

Las casonas señoriales que rodeaban la Plaza de Armas se convirtieron en los más grandes comercios de Holguín

Sucedió desde la fundación de la ciudad de Holguín que la mayoría de las familias pasaban la mayor parte del año en sus haciendas, tanto que el Obispo Morell de Santa Cruz, quien llegó a la ciudad en 1756, dejó escrito que los vecinos venían por pocos días a la ciudad y que esta, regularmente, se mantenía con muy contadas familias, (Morell de Santa Cruz 1985: 88) Esa costumbre se mantuvo por mucho tiempo porque la vida urbana era muy limitada, permaneciendo vacía la vivienda familiar casi todo el año; de ahí que no fue difícil a los comerciantes alquilar las grandes casonas.

La familia Zaldívar le llamaba a su vivienda, situada en la esquina de las ahora nombradas calles de Luz Caballero y Morales Lemus, “la casa de invierno”. Solamente venían a ella desde su propiedad en Las Parras, para la Navidad, y así fue hasta que casada una de sus hijas con el tipógrafo y periodista José María Heredia Almaguer convirtieron la accesoria en la imprenta El Arte, cuna de importantes periódicos. Heredia Almaguer fue el jefe de los talleres del Cubano  Libre en la Guerra del 95. (Albanés Martínez, inédito) después, cuando la imprenta pasó a los nietos se renombró Imprenta Legrá. Esa fue intervenida en la década de los 60, siglo XX, pasó al Partido Comunista.

Por ser la Plaza de Armas uno de los lugares en el que habitualmente se concentraba la mayor aglomeración de personas, fueron las grandes casonas que la rodeaban las preferidas de los comerciantes para alquilarlas y en ellas abrir sus negocios. Igual esas ocupaban tan espaciosas parcelas que su fondo daba a las calles paralelas, por lo que generalmente sus dueños alquilaron el frente y quedaron viviendo en la parte trasera. Aunque podía ocurrir al revés como fue  la tienda de mercería[1]  de doña Victoriana de Ávila (actual comercio La Casa Azul, en la calle Libertad entre Martí y Frexes), el frente de la casa daba a la Plaza y la tienda a la calle de atrás, entonces San Diego, hoy Miró.
Cuando los dueños de las casonas comprobaron que el alquiler le producía grandes rentas arrendaron toda la propiedad a un mismo comerciante y este utilizó el fondo para almacén o habitaciones. También ocurrió que alquilaron el fondo a otro comerciante para que allí pusiera su negocio.
Luego, en octubre de 1868, se produjo el ataque mambí a Holguín. Las familias pudientes se fueron a Gibara, que era una villa amurallada y por tanto mucho más segura para proteger los bienes patrimoniales de sus habitantes y entonces sí que la casi totalidad de las casas del centro de la ciudad fueron abandonadas y alquiladas a los comerciantes.
Fue el establecimiento comercial y el que lo explotaba el que hacía popular al inmueble. De ahí que en la última década de la Republica burguesa, cuando la ciudad había alcanzado un alto auge comercial, muy pocos conocían quién era, verdaderamente, el dueño de la propiedad.

 

La popularidad del establecimiento se lo daba su nombre atractivo: El Brillante, El Louvre, La Francesa, La Gran Señora, esos escogidos en alusión a los productos que vendían, joyas, grandes vestidos, sombreros, adornos, mobiliario de estilo, etc., otros se nombraban con el nombre del propietario o sociedad, así por ejemplo: La Casa Verde de Camps y Cia, situado en Frexes y Maceo (que luego fue El Sportman, Luanda y que es actualmente el Atelier Infantil).

 

El nombre del comercio se pintaba horizontalmente, en la parte superior del muro de la fachada, mientras que en los machones entre los vanos se rotulaban los productos que se ofertaban (locería, cristalería, sedería, etc.). También dentro del inmueble se repetían los carteles, en distintos espacios, incluyendo hasta las vigas del techo. En ocasiones llegaban a pintar alguna escena alusiva al tema que lo distinguía. En otros casos también se aprovechaba el pretil de las fachadas, y en los casos que los tenían curvo al centro, con un mortero de albañilería inscribían el nombre del propietario y la fecha de construcción del inmueble.
En las noches, cuando los comercios cerraban, las calles morían y solo quedaba el colorido de sus fachadas.


[1] Tienda de mercería: comercio de cosas menudas y de poco valor como cintas, botones, etc.  Diccionario Ilustrado Aristos de la Lengua Española, Edición Cubana (1980), Editorial Científico-Técnica, La Habana, P.418.

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