En los tiempos remotos las culturas ancestrales
fabricaban sus pueblos alrededor de una plaza. Y aunque en tiempos de la
conquista hispana de América esa tradición no se cumplía al dedillo en Europa,
en el nuevo mundo sí que hubo que asumirla porque así lo determinaron los Reyes
españoles por medio de las Leyes de Indias[1].
En fiel cumplimiento de las Leyes de Indias, la ciudad de Holguín surgió
alrededor de dos Plazas (Parques le comenzaron a decir después del fin de la
colonia por influencia del idioma inglés traído por los estadounidenses)
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En Holguín, ciudad mediterránea, (de tierra adentro),
fueron trazadas desde un primer momento dos plazas, jerarquizada una de ellas
por la presencia del templo católico, y la otra, la de Armas, (hoy Parque
Calixto García). Esa segunda plaza y también por disposición de las Leyes de
Indias, era el espacio destinado a funciones públicas y militares y debía
servir como mercado; sin embargo en ciudades de cierto desarrollo urbano,
pasado el primer momento fundacional, el mercado tuvo su propio espacio en las
llamadas Plazas del Mercado. (Pero Holguín no fue así exactamente y no se
construye Plaza para el mercado hasta los años finales de la década del 40 del
siglo XIX, por lo que la de Armas también fue mercado durante un siglo).
La primera tienda o comercio que hubo en Holguín estuvo en la esquina que
conforman al cruzarse las actuales calles Frexes y Libertad.
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Disponían las Leyes de Indias (Ordenanza 9, Título 6,
Libro 4to) y las cumplieron los holguineros, que en la Plaza de Armas debía
construirse la Tienda de Ordenanzas para que el Estado garantizara a los
pobladores la carne y el café. Así el primer comercio de la ciudad, que además
era carnicería estuvo en una esquina del actual Parque Calixto García,
exactamente en la que formaban al cruzarse las calles San Isidoro y Rosario
(Libertad y Frexes)
Con un círculo verde azul se señala en este, el primer mapa conocido de Holguín, el lugar donde estuvo la Tienda de Ordenanzas |
Por su ubicación, en el mismísimo centro urbano de la
ciudad, podría pensarse que era la Tienda de Ordenanzas y un edificio sólido,
pero no fue así, primero porque en la fecha en que se construyó no era ese
lugar el centro de Holguín y porque no tenían otra posibilidad los fundadores
del pueblo como no fuera el de construir un bohío con cubierta de guano sobre
horcones, quizás con las paredes de embarrado, como lo eran las primeras
viviendas de la ciudad y con portal al frente. Portal porque la misma
legislación regulaba que “(…) todo el contorno y las cuatro calles que [de la
Plaza de Armas] salen tengan portales para la comodidad de los tratantes (…)”.
(García Castañeda 1949: 179) O sea, que eran esos portales para que en ellos se
guarecieran los vendedores en días de sol y lluvia. Precisamente por cumplir
con esa disposición es por lo que todas las construcciones que bordean las
plazas principales de la ciudad tienen portales (que en Holguín todo el mundo
llama corredores).
Asimismo, como todo el modo de vida de la colonia, la
Tienda de Ordenanza, primer comercio que hubo en Holguín, estaría regulado por
las Ordenanzas de Cáceres[2]. Determinaban esas que los abastecimientos de
dicha tienda era responsabilidad del Cabildo y también el manejo de los mismos
y que uno de los Regidores por rueda (turno) tenía la obligación de visitar la carnicería, la pescadería y hacer
las posturas del vino y otros mantenimientos y requerir los pesos y lo demás.
(Marrero 1974: 432)
Pero la aplicación y el cumplimiento de las ordenanzas
estaban en dependencia del desarrollo económico-social del territorio, y
en Holguín este fue limitado o mejor,
limitadísimo. Por lo tanto poco pudieron a pesar del interés del Cabildo de
mejorar las condiciones de vida de los vecinos, e, incluso, en ocasiones los
propios tenientes gobernadores de la ciudad de su peculio costearon muchas de
las necesidades de la población.
Para mejorar las condiciones de vida de los vecinos fue
para lo que en 1839 el Síndico Procurador, Licenciado Rafael Ignacio Curbelo, presentó
una moción a esa instancia en que expresaba el mal estado de la Plaza de Armas,
llamada entonces de Isabel II, la que, dice, no poseía la prestancia e higiene
que correspondía “con el estado de
civilización y de hermosura á q’ marcha agigantadamente Holguín y exige q’ se
nivele á los otros Pueblos de esta siempre fiel Ysla”. (Archivo Provincial
de Historia. Exp. H-39 F
3 vt.)
En ese año uno de los problemas
que más afectaba a dicha plaza, ya corazón de la vida citadina, era mantener la
higiene y eso a pesar de que los tratantes pagaban al ayuntamiento medio real
de impuesto para la limpieza de la misma cada sábados en la noche. Y asimismo
era otro grave problema que no se habían construido todos los portales donde se
tenían que ubicar los vendedores:
“[por lo que] siendo en la calle el lugar donde se
acomodan las benteras y benteros presiso
es q’ [las ventas] fallen en la
primavera porque no es posible que en los pocos portales q’ hay puedan
acomodarse los bendedores y de aquí resulta un perjuicio de no poca
consideración á los leales vecino” (Sic) (Archivo Provincial de Historia Exp. 39 F 3 vt.)
En
los alrededores de la Plaza de Armas surgen los primeros comercios de Holguín
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A pesar de la falta de portales alrededor de la Plaza
de Armas, dando el frente a ella y mezclados con las viviendas de la clase
pudiente y el mercado de abastos, fueron surgiendo los comercios holguineros[3]. Esos,
en un primer momento se vieron afectados por la competencia que le hacían los
comerciantes ambulantes que venía desde Bayamo y proponía y vendía sus
productos más baratos, especialmente zapatos, a lo que se unió también las
ventas de joyas de plata, lo que obligó a los todavía pocos comerciantes de
Holguín a protestar y pedir el apoyo del Cabildo local.
A partir de 1730 en toda Cuba se
hacen comunes las bodegas o tiendas para la venta de comestibles.
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El establecimiento de pulperías[4] y tiendas de comestibles se iban haciendo común; en 1730 se concedía por Real Cédula establecer una pulpería en cada ciudad, fuera de La Habana y Santiago. (Venegas 1977: 62)
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[1]
Las Leyes de Indias (1525) fueron implantadas en 1647 y reformadas en 1680.
[2] Dictadas por el Oidor
de la Audiencia de Santo Domingo Alonso de Cáceres, Visitador y Juez de
Residencia de la Isla de Cuba, aplicadas a todo el país a partir de 1574.
[3] El comercio y la
agricultura, en la medida en que se convierten en hábito diario hacen de la
ciudad un centro de estos nuevos servicios, pues estabilizan su organización,
haciendo más complejas sus estructuras sociales y económicas. (Venegas 1977:
62)
[4] Tienda de comestibles, drogas y
otros géneros, en América. Diccionario Ilustrado Aristos de la Lengua Española, Edición Cubana
(1980), Editorial Científico-Técnica, La Habana, P. 515.