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La aldea a la mano (Holguín, Cuba)

13 de enero de 2015

La autobiografía que escribió el Mayor General Calixto García



Firma del mayor General Calixto García
Calixto García Iñiguez. Nació en  Holguín, el cuatro de Agosto de 1839[1].

Hijo legitimo de Ramón García[2] y Lucía  Iñiguez[3]. Permaneció en ese pueblo. 

Hasta el año de [18]53, desde cuya época y hasta el 59 recorrió varios pueblos de la Isla dedicado al comercio[4].

En el 59 fijó su residencia en Jiguaní donde vivía su padre, ocupándose de administrar lo bienes de este[5] y los que había heredado de su abuela materna.

Contrajo matrimonio[6] en 1852 con Isabel Vélez Cabrera[7]. En ése pueblo [Jiguaní] ejerció varios cargos públicos entre ellos el de Alférez Comandante de la Sección de Voluntarios de Cataluña del Ojo de Agua, Vocal de las Juntas de Agricultura, Industria y Comercio, de la de Instrucción Pública, Sanidad y otras, habiendo sido electo Regidor, cuyo empleo ejercía cuando estalló la revolución[8].

Invitado en 1867 por el Ciudadano Mariano Acosta para tomar parte en la asociación formada en Bayamo para preparar la revolución, ingresó en ella desempeñando algunas comisiones. En una de ellas se hallaba en Holguín el once de Octubre[9] en la noche cuando le avisó el  Licenciado Castellanos[10] haberse sublevado en Yara, Carlos Manuel de Céspedes. La misma noche habló con el Licenciado Belisario Álvarez[11], jefe del Club[12] de Holguín que le ofreció que secundaría el levantamiento de Yara si algún otro pueblo lo apoyaba y con este objeto salió para Jiguaní a cuyo lugar llegó el 12, pronunciándose el trece con el
General Donato Mármol[13].

Tomado el pueblo [de Jiguaní]y su  jurisdicción [Calixto García] fue nombrado gobernador ocupándose en los pocos días que desempeñó este puesto, en armar y organizar más de mil hombres con los cuales marchó el 18 para Bayamo llamado por Céspedes[14] y de cuyo lugar marchó al camino de Manzanillo con objeto de impedir pudiera entrar a reforzar la guarnición de Bayamo la columna que, con ese objeto, venía de Manzanillo. Batida esta por el General Díaz recibió orden el 19 de marchar a  Jiguaní para cuyo lugar marchaba desde [Santiago de] Cuba el Coronel Quirós con 800 hombres, habiendo ya rechazado las fuerzas cubanas que ocupaban las Ventas de Casanovas.

Mayor General Calixto García Iñiguez
[Después] Marchó para ese lugar y avanzó sobre las Ventas, pero el enemigo contramarchó y ocupó a Baire el 21. Llamado por el General Mármol a Jiguaní salió con éste para sitiar a Baire habiéndosele encargado ocupara el camino real de Baire a Jiguaní, mientras el General Mármol y Gómez ocupaban el de El Cobre y elGeneral Luis Marcano[15], Jefe de todas las Fuerzas, situaba su cuartel general en La Rinconada. Al marchar los Generales Gómez y Mármol a ocupar la posición indicada encontraron al enemigo, trabándose  en la tarde del 25 la memorable acción del Pino en que batidas las tropas españolas tuvieron que encontrarse acobardadas en el pueblo[16].

Al oír los primeros fuegos marchó García sobre Baire llegando hasta las primeras casas del pueblo donde recibió orden del General Marcano de volver a ocupar su puesto la cual cumplió no sin haberle hecho presente a ese jefe lo conveniente que  seria atacar el pueblo aprovechando la salida de los españoles que en su mayor parte estaban batiéndose en el Pino; pero reiterada la orden obedeció volviendo a ocupar su puesto. El 27 abandonó el enemigo el pueblo y se pronunció en retirada para [Santiago de] Cuba habiéndolo perseguido con su fuerza y a las órdenes del General Gómez hasta Palma Soriano, habiéndolo batido en El Sitio, Fray Juan y la Palma. Nombrado en este punto Coronel[17] Jefe del Estado Mayor del General Gómez marchó con éste a sitiar a [Santiago de] Cuba, ocupando el 7 de noviembre el Puerto de Bayamo. El 21 marchó a atacar El Cobre y habiéndose dispuesto el asalto al Santuario[18], lugar donde se habían hecho fuertes los españoles después de abandonar las trincheras que tenían en la plaza del pueblo, marchó con el General Gómez apoderándose de las casas del frente del Santuario donde permaneció desde las ocho de la mañana hasta las once batiendo al enemigo, cuya posición  abandonó por haber llegado refuerzos de [Santiago de] Cuba al enemigo. El 24 de noviembre recibió orden del General Gómez para marchar al Cobre cuyo punto encontró abandonado por el enemigo, ocupándolo entonces y nombrando en él Autoridades Cubanas, encargando de la guarnición al entonces Coronel Félix Figueredo, según orden de Gómez e incorporándose con  este en el Puerto[19] de Bayamo. En este lugar permaneció hasta el 2 de enero de 1869 tomando parte en todas las operaciones llevadas a cabo para formalizar el asedio de [Santiago de] Cuba y ese día salió para Jiguaní a recoger fuerzas para agregar a las, qué llevara al General Mármol para Bayamo que iba a oponerse al Conde de Balmaceda que, desde las  Tunas, avanzaba sobre esa población. Hizo entrega de esa fuerza al Teniente Coronel Rodríguez  Tamayo, y por orden superior volvió a  incorporarse al General Gómez con el que se reunió en  San José. En este lugar se sostuvo [un enfrentamiento] contra una gran columna enemiga que avanzaba para apoyar a Valmaseda, la cual no pudo lograr su objeto habiéndola batido y rechazado el 14 de Enero. El 17 marchó a Jiguaní, cuyo pueblo encontró abandonado a consecuencia de la entrada de Valmaseda en Bayamo e incorporándose al General Marmol volvió con él a reunirse a Gómez lo que efectuó en el ingenio Caney[20]. En éste punto recibió su nombramiento de General de Brigada poniéndose al frente de una [tropa] y marchando por los ingenios del Valle de Sabanilla [en Santiago de Cuba] con las Divisiones que mandaba el General Mármol, apoderándose de varios ingenios que fueron destruidos. En la Chiva tuvo un encuentro con los españoles haciéndoles dos prisioneros, continuando después para la jurisdicción de Holguín por cuyo lugar se esperaba a la Mary Lovell[21], a cuyo efecto acampó en el paso de Lucrecia[22]. Habiéndose sabido la pérdida de esta recibió orden de marchar á Jiguaní[23] cuyo lugar fue atacado por nuestras fuerzas  el 19 de Febrero de 1869 y en él cual tomó parte habiendo avanzado varias veces sobre la población en los diferentes asaltos que se intentaron en los dos primeros días del ataque. El 21 salió para el camino de Bayamo a esperar una fuerza enemiga que venía para Jiguaní con la que tuvo un encuentro en Arroyo Hondo.

Incorporado al General Gómez marchó a Guisa a prestar ayuda al General Díaz[24] batiéndose el 1 de Marzo en la Loma de Piedras. Llamado a Valenzuela el 7 del mismo mes sostuvo varios fuegos con una gran columna enemiga, la que retrocedió a Bayamo. Acampado en Charco Redondo ocupó esta posición a las órdenes del General Gómez hasta el mes de Mayo, a pesar de haber sido atacado doce veces por el enemigo.

En 20 de Mayo marchó a Holguín a recibir armas de la expedición Perrit[25] en cuyo lugar permaneció a las ordenes del General Jordán[26] marchando con este jefe a [Santiago de] Cuba y tomando parte en al ataque de la Aurora y en el de San Jorge[27] en el mes de Julio. En Septiembre marchó a Holguín con el Mayor General Gómez donde fue atacado diversas veces en campamento teniendo encuentros  en los Haticos, Alcalá, Santa Cruz, El Sitio, Realengo y Palmarito.

A consecuencia de un gran número de tropas que el 20 de Enero de 1870 invadieron el distrito de Holguín recibió orden de concentrar sus fuerzas, lo que  verificó en el Rejondón de Báguano donde fue atacado varias veces sin poder el enemigo desalojarlo de sus posiciones y atacando además al enemigo con buen éxito en Camazán, Doña Juana, Tacámara y Guiral.

El 24 de Febrero recibió orden[28] de marchar a las Tunas y ponerse a las del General Vicente García en cuyo lugar rechazó al enemigo por tres ocasiones en la Luisa, batiéndolo además en el Palenque, por cuatro veces en San Agustín y Herradura. Habiendo sido destinado a las órdenes del General Gómez para tomar parte en la invasión de Bayamo[29] que preparaba el General Díaz, tomó parte en ella haciendo su entrada por Altagracia de Cuba donde rechazó dos grandes columnas enemigas en los días 21 y 23  de Abril y rechazando también las salidas que hizo el enemigo del campamento de la Caridad en Fray Juan y el Caimito tomándoles algunas armas. El  24 asaltó el caserío de Baire Abajo apoderándose de algunas armas y agregándose a sus fuerzas más de cien hombres útiles que el enemigo tenía en aquel lugar.

El 30 de Abril atacó las trincheras de Santa Rita apoderándose de ellas y del poblado y siguiendo al enemigo que los abandonó después de una hora de fuego haciéndoles doce muertos y catorce prisioneros y apoderándose de 24 peabody[30] y 20 carabinas, cartuchos, etc. Acampado a dos leguas de Jiguaní tuvo varios encuentros con el enemigo habiendo recibido un balazo en el brazo izquierdo en el  que sostuvo en la Cruz de Piedra el 31 de Mayo 1870.

En Junio fue nómbralo 2o. Jefe de Holguín cuyo destino no llegó a desempeñar a consecuencia de su herida y de una grave enfermedad que padeció[31].

En Diciembre marchó con el General Gómez a la Socapa habiendo tomado parte en la derrota que sufrió el enemigo en la Loma del Gato[32], de cuyo punto tuvo que  hacer entrega de su fuerza al Teniente Coronel Hernández por encontrarse enfermo y no poder continuar para la Socapa[33]. Tomado este pueblo y muerto ese jefe en el ataque [Calixto García]volvió a encargarse del mando marchando a Baire, donde perseguido por grandes fuerzas enemigas tuvo varios encuentros en la Loma de Gloria, el 20 al 27 de Enero de 1871.

Nombrado 2o. Jefe del  distrito de Cuba en 2 de Febrero de 1871 pasó a ese distrito y se batió en Vuelta Grande, Monreal, Barrancas, etc. En el mes de
Julio, habiendo marchado el Mayor General Gómez a Guantánamo, quedó encargado de las fuerzas que operaban sobre Cuba y Jiguaní[34], dirigiendo el ataque de Yarayabo de 10 de septiembre. El 17 marchó a Jiguaní atacando en la madrugada del 18 y apoderándose de la población, de uno de los cuarteles enemigos, y haciéndoles más de 200 bajas y tomándoles cuarenta armas y retirándose el mismo día después de saqueada e incendiada la población. En la tarde del mismo día acampado en Palmarito, a cuatro leguas de  Jiguaní atacó el enemigo y después de un rudo combate de tres horas se hizo de noche y aprovechando ésta se retiraron los  godos. Desplegadas sus fuerzas en los meses de Octubre, Noviembre y Diciembre en guerrillas tuvo muchos encuentros con el enemigo en diversos puntos con buen éxito.

El 28 de Diciembre [de 1871], reunidas sus fuerzas, marchó al pueblo de Guisa el cual atacó el 4 de Enero de 1872 con el mejor éxito, habiendo reconcentrado al enemigo a sus trincheras y apoderándose del poblado, el cual incendió y saqueó tomando armas y haciéndoles como cien bajas e incorporándosele como treinta voluntarios del poblado[35].

Acampado en la Aplastada, a cuatro leguas de Guisa, esperó los días 5, 6 y 7 al enemigo y no atreviéndose este a atacarlo volvió para la jurisdicción de [Santiago de] Cuba[36]. Al llegar a ella encontró orden del gobierno para marchar a Holguín, nombrado Jefe de Operaciones de aquel punto[37].

Encargado del mando se situó en Tacajó y viendo que el enemigo no lo atacaba avanzó a Alcalá donde acampó el 1 de Abril de 1872. El 5 a las doce del día atacó el enemigo sus avanzadas no atreviéndose a marchar sobre el campamento hasta las 12 de la noche, a cuya hora se trabó  el combate que duró hasta las 3 de la madrugada en que agotadas las municiones pudo el  enemigo ocupar la posición. En la mañana siguiente, pertrechada la fuerza, avanzaron algunas guerrillas y bajo los fuegos de [las fuerzas cubanas] estas [las guerrillas] emprendieron su retirada para Holguín conduciendo muchas camillas y dejando varios cadáveres. Ocupada otra ves la misma posición, volvió a atacarla el enemigo y al mismo tiempo otra fuerza avanzaba por Tacajó el 11 de Abril. En los días 11, 12 y 13 batió el enemigo en ambos puntos y el destacó, dos guerrillas sobre la zona enemiga las  cuales quemaron dos  ingenios alrededor de Gibara, lo que obligó al enemigo a abandonar sus ataques y marchar a los puntos amenazados. El 28 del mismo mes dispersó una columna como de doscientos hombres por Báguano, quitándole veinte armas, todo el convoy y dejándole veinte y tres muertes en el campo. El primero de Mayo fue ascendido a Mayor General[38].

El 6 del mismo mes atacó una fuerza enemiga que acampó en los Berros. El 27 al llegar al cuartel general de los Pasos supo que había sido atacado por una fuerza enemiga el 26, quienes después de tres horas de combate se apoderó de la posición por lo que destacó al Teniente coronel José María de Peña[39] a que ocupara el camino de Banes.

El 21, 29 y 31 de Mayo sostuvo varios combates con la misma columna quitándole algunas armas y obligándola a retirarse a sus campamentos. El 6 de Junio ordenó al Teniente Coronel Peralta[40] que invadiera la zona enemiga e incendiara algunos poblados, lo que verificó esta. [Peralta] destruyó los [poblados] de Corralillo, San Carlos, Guabineyón y Cuabitas, mientras el Teniente Coronel José María Peña destruía el caserío de San Gregorio, en Mayari. El 25 de Junio ordenó al Brigadier Calvar y al Coronel Maceo[41] que ocuparan el camino de Holguín a Barajagua, donde debía de incorporársele el 29. El 28 estos jefes derrotaron completamente en Báguano una fuerza española de 300 hombres, dejando [los españoles] en el campo 115 muertos y 146 remingtons y considerable numero de cápsulas[42].

El 6 de Julio atacó el caserío de Sama, destruyéndolo completamente y apoderándose de muchas armas. El 7 batió en Cupey a una fuerza enemiga como de 550 hombres, habiéndole muerto al Jefe de ella, Coronel Huerta[43] y haciéndola retroceder a Sama[44].

En el mes de Junio fue nombrado Jefe de Operaciones del Departamento de Oriente que comprende los Distritos de Holguín y Cuba[45], cuyo mando desempeña hoy 2 de Agosto 1872[46].


[1] La casa Natal de Calixto García estaba situada en la calle San Diego según el nombre de las calles en la época de su nacimiento Actualmente la  dirección es Calle Frexes esquina a Miro. La casa es un museo y tiene una biblioteca especializada en las guerras de independencia.
[2] Ramón García González nació en Venezuela en 1812, hijo del castellano Calixto García de Luna Hernández y de la venezolana Maria de los Ángeles Gonzáles del Rey. De este matrimonio nacieron 6 hijos. Al concluir el dominio español en Venezuela el abuelo del futuro general se traslado con los tres hijos varones a Santiago de Cuba y luego se estableció en Holguín, dedicándose al comercio. Apoyó activamente al general Lorenzo en 1836 en el establecimiento de la constitución de 1812 por lo que sufrió prisión en La Habana. Su hijo Ramón se caso el 2 de mayo de 1835 con la holguinera Lucia Iñiguez Landín. Del matrimonio nacieron 6 hijos. El segundo de ellos era Calixto. Ramón se estableció posteriormente en Jiguaní. Se fue a la guerra con su hijo. Fue hecho prisionero en 1870. En 1875 se encontraba en Madrid. Falleció en La Habana el 3 de septiembre de 1884. Había cumplido 72 años de su edad.
[3] Lucia Iñiguez Landín nació en Holguín el 8 de diciembre de 1819 y falleció en el mismo lugar el 7 de mayo de 1906. Era hija del holguinero Miguel Iñiguez León y la dominicana Maria Mercedes Landín Guerrero. Apoyó a su hijo en  sus proyectos independentista. Ella misma tomo parte en la lucha contra España marchando a los campos insurrectos donde fue hecha prisionera y deportada a La Habana. Acompañó a su hijo a España en los años durante los años que este sufrió prisión. Patriota intransigente, doña Lucía ocupa un lugar importante en el panteón de los héroes como una de las mujeres símbolos del independentismo.
[4] De esos años comprendidos entre 1853 a 1859 en los que Calixto afirma que se dedico a recorrer la isla, solo conocemos que trabajó junto con su tío paterno, Santiago García González, en un establecimiento comercial que este tenía en Bayamo.
[5] En Jiguaní el padre de Calixto tenia un comercio situado en la calle Cuba.
[6] El padre de Calixto se opuso a este matrimonio por lo que Calixto elevó una petición al Capitán
General pidiendo que lo autorizaran a casarse. Las autoridades españolas de Jiguaní le hicieron un
expediente donde recogieron información interesante sobre el litigio. El padre de él acabó retractándose. Sin embargo, Calixto esperó su mayoría de edad para celebrar la unión. Es posible que la causa de la oposición fuera los escasos recursos económicos de Isabel y su familia.
[7] Isabel Vélez Cabrera nació en Jiguaní. Tenia 17 años y Calixto 22 cuando iniciaron su relación
de amorosa. Se casaron el 11 de agosto de 1862. Tuvieron 3 hijos en Jiguaní (Leonor, Calixto y
Carlos) y uno en la manigua insurrecta (Justo). Otro niño les nació en New York (Mario) y dos hijas durante el destierro en España (Mercedes y Herminia). Fue el de ellos un amor trágico desde el inicio. Separados en 1870 por la guerra, no se reencontraron hasta finales de 1878 en el exilio. Se separaron de nuevo en 1880 para volver a unirse en 1882 en el destierro español: Ella viajó a España y se establecieron en Madrid. Una nueva separación ocurrió en 1895 con el inicio de la última guerra de independencia. No se verían mas hasta el frío inverno de 1898 cuando Calixto llegó a los Estados Unidos donde se encontraba Isabel con los niños más pequeños. El general encabezaba una delegación que gestionaba el reconocimiento del movimiento independentista de Cuba. Enfrascados en sus gestiones viajo desde la capital estadounidense a New York donde residía su esposa. Este fue un encuentro doloroso: Mercedes, una de las hijas  nacidas en Madrid, estaba enferma de tuberculosis. Calixto dejó una vez más su familia en medio de un drama terrible. En Washington Calixto enfermó de pulmonía y murió el 11 de diciembre de 1898. Poco después fallecía Mercedita. Isabel no pudo asistir al sepelio del esposo atareada en la atención a la niña. El 9 de agosto de 1916 ella murió en La Habana, olvidada por todos. Hoy la sufrida y tenaz Isabel continúa en el anonimato. Para tener más información lea en este blog: Isabel y Calixto.
[8] Varios miembros de los cabildos se incorporaron a la revolución. Los casos mas relevantes son los de Vicente y Calixto García.
[9] En sus notas sobre los primeros días del alzamiento, Calixto se refiere a que el 10 de octubre se enteró en Holguín del alzamiento de Céspedes mientras en esta autobiografía afirma que fue el
11. Parece mas lógico esta ultima, al analizar el espacio y el tiempo.
[10] Joaquín Castellano: uno de los miembros de la junta revolucionaria de Holguín antes del estallido de la guerra.
[11] Belisario Álvarez y Céspedes era primo de Carlos Manuel de Céspedes. Al estallar la guerra se unió a los integristas y tomo parte en la defensa de Holguín cuando el ataque mambí en 1868. Pese a esto fue detenido y enviado a La Habana. Francisco de Camps y Feliú antiguo teniente gobernador de Holguín logró que fuera liberado. Falleció en Holguín a principios del siglo XX. Escribió un libro sobre las haciendas comuneras.
[12]  Es interesante que Calixto se refiere al club como la organización que llevaba a cabo la conspiración. Por primera vez uno de los conspiradores usa ese término.
[13] Donato Mármol Tamayo nació en Santiago de Cuba el14 de febrero de 1843. Líder del movimiento conspirativo en Jiguaní donde se alzó. Fue jefe de la división de Santiago de Cuba. Falleció en junio de 1870 en el campo insurrecto producto de una enfermedad. Calixto García se alzó y combatió bajo sus órdenes en los primeros meses de la guerra. Un tío de Calixto se caso con una prima de Donato Mármol. Tales relaciones hoy poco dicen pero en la época podían tener un significado.
[14] Carlos Manuel de Céspedes inició la revolución del 68.
[15] Luis Marcano Álvarez, oficial del ejercito dominicano que se incorporó al español al producirse la ocupación de esa república por España. Del lado de la Metrópoli participo en la guerra de Restauración. Al concluir esta se trasladó a Cuba donde desempeño un importante papel en la organización de las fuerzas revolucionarias. Murió ultimado por un traidor en marzo de 1870 cuando era jefe de los mambises en Manzanillo.
[16] Se considera esta la primera carga al machete efectuada por los cubanos en la guerra de 1868. Fue dirigida por Máximo Gómez.
[17] Fue política de Céspedes la de promover el ascenso a altos grados y cargos militares de los lideres regionales como Calixto García. Estos ascensos eran  independientes de la capacidad militar, y más bien por la relevancia social del patriota. Este es un ejemplo típico de esta política. La guerra iría decantando las filas libertadoras.
[18] Se refiere al templo católico que guarda la imagen de la Virgen de la Caridad del Cobre.
[19] Puerto de Bayamo: situado en el territorio de Santiago de Cuba. No era un puerto marítimo. Al parecer se le daba esa definición de puertos a los lugares situados en las zonas montañosas que permitiera el paso con cierta facilidad.
[20] Ingenio El Caney, situado en la jurisdicción de Santiago de Cuba. Allí se concentraron gran cantidad de tropas mambisas dirigidas por Donato y Eduardo Mármol hasta que ante la presión española se retiraron.
[21] Expedición organizada por la inmigración revolucionaria en el exterior que debía de traer armas y parque a Cuba pero no llego a las costas cubanas.
[22] Faro situado en el norte de oriente, territorio de la jurisdicción de Holguín, inaugurado el 10 de octubre de 1868.
[23] Mientras se esperaba la llegada de la expedición se desarrolló el llamado movimiento de Tacajo, por el que Donato Mármol pretendía hacerse dictador en el sentido romano del termino y sustituir a Céspedes. El motín termino en un acuerdo entre Mármol, Céspedes y otros líderes. Calixto no hace ninguna referencia a este acontecimiento pese a que es de suponer que tubo alguna participación o por lo menos fue bien informado.
[24] Se refiere al general Modesto Díaz.
[25] Perrit. Expedición revolucionaria que desembarcó una gran cantidad de equipos bélicos en la península del Ramón el 11 de mayo de 1869. El jefe militar era el general estadounidense Thomás Jordán y el de mar Francisco Javier Cisneros.
[26] Thomas Jordán. Nació en el estado de Virginia Estados Unidos en 1819. Oficial del ejercito de su país participó en la guerra alcanzando el grado de general de brigada. En mayo de 1869 desembarcó en Cuba al frente de la  expedición del Perrit. Ascendido a mayor general del ejército cubano fue jefe del departamento oriental y jefe del Estado Mayor del Ejército. Combatió en Camagüey. En febrero de 1870 renunció a su cargo y en el mes siguiente abandonó la isla. Jordán no pudo adaptarse al tipo de guerra irregular que se desarrollaba en Cuba y los jefes cubanos no comprendieron la importancia de sus planes de establecer una disciplina militar. En la inmigración continuó ayudando a la causa cubana. Murió en 1895 en su país. Aunque sus relaciones con Calixto fueron breves no podemos descartar que debió de impresionar al joven general cubano con sus intentos de establecer una rígida disciplina militar, así como sus intentos de utilizar la artillería. 
[27] Estos eran cafetales muy bien defendidos. Los insurrectos tuvieron poco éxitos en estas acciones.
[28] Estas órdenes las recibió como subordinado de Máximo Gómez
[29] Las fuerzas insurrectas fueron desalojadas en 1869 de las jurisdicciones de Bayamo y Jiguaní a principios de 1870. Las de Bayamo se refugiaron en Tunas y las de Jiguaní en Holguín bajo las ordenes de Gómez. Contando con los recursos traídos en el buque Anna, que desembarcó por las costas de Tunas, se decidió que retornaran a esos lugares.
[30] Peabody: marca de fusil fabricado en los Estados Unidos y utilizado durante la guerra de 1868
[31] El jefe de la división de Holguín era el mayor general Julio Grave de Peralta.
[32] Este combate se desarrollo el 14 de diciembre de 1870. El jefe enemigo era el coronel Daza. Las fuerzas hispanas fueron rechazadas.
[33] La Socapa, lugar situado a la entrada de la bahía de Santiago de cuba frente al castillo del Morro. Fue atacado por las tropas de Máximo Gómez el 18 de diciembre de 1870
[34] Máximo Gómez había marchado a realizar la invasión a Guantánamo.
[35] Estos voluntarios eran cubanos obligados a prestar servicio militar en los poblados donde residían. Por esto era frecuente que se unieran a los mambises, en especial en los momentos de auge de la insurrección.
[36] Era asunto tan seguro que luego del ataque a un poblado los hispanos organizaran una incursión contra los insurrectos que en este caso Calixto decidió aprovechar esta costumbre para emboscarlo.
[37] El jefe de Holguín entonces era el general mexicano José Inclán Riasco. Pero este había sido acusado de elaborar un complot para entregar las fuerzas del territorio al enemigo. Destituido fue juzgado y condenado a abandonar la comarca. En esencia no le pudieron comprobar su culpabilidad ni la existencia de ese plan. Inclán continuó combatiendo por Cuba Libre hasta su muerte a manos de los españoles.
[38] Mayor General era el grado militar de mas jerarquía del ejercito libertador cubano en la guerra de 1868
[39] José María de Peña. Oficial de la división de Holguín. Participó en diversos combates y se convirtió en uno de los hombres de confianza de Calixto durante su mando en Holguín. A él le asignó importantes misiones. Murió el 19 de diciembre de 1872 en el ataque a Holguín.
[40] Belisario Grave de Peralta y Zayas. Nació en Holguín en 1841. Se destacó como uno de los lideres regionales de esa localidad. Bajo las ordenes de Calixto tomo parte en varios combates. Se sumó a la Protesta de Baraguá y participó en la Guerra Chiquita. Sufrió prisión en España, al concluir esta y murió en Centroamérica antes del inicio de la guerra de 1895.
[41] Se refiere a Antonio Maceo y Grajales. Al hacerse  cargo de Holguín, Calixto García fue acompañado por un destacamento de la división de Santiago de Cuba. De esa forma se iniciaba una estrecha cooperación entre las fuerzas insurrectas de ambas regiones que se mantendría durante toda la guerra.
[42] El combate de Rejondones de Báguano podemos considerarlo como un momento de inicio en los cambios de la correlación de fuerzas a favor de la revolución en el oriente de Cuba.
[43] Juan Huerta y Sostre fue un eficiente y cruel jefe hispano. Hombre inteligente e intrépido fue teniente gobernador de Holguín antes del estallido  de la guerra. Su cadáver fue enterrado en el cementerio de Gibara donde todavía se encuentra su tumba.
[44] Estas operaciones realizadas por Calixto desde el primero de abril a la fecha se realizaron en el territorio de los actuales municipios Báguano, Urbano Noris,  Antillas, Rafael Freyre, Mayarí y Banes. Era un territorio enmarcado en la brigada oriental de Holguín.
[45] Además de Holguín y Santiago de Cuba al que hace mención Calixto, el departamento oriental estaba integrado por Jiguaní y Guantánamo.
[46] Oriente estaba estructurado en dos departamentos  el oriental que lo conformaban Holguín Jiguaní, Guantánamo y Santiago de Cuba y el provisional del Cauto por Manzanillo, Bayamo y Tunas.

Primer encuentro

      Por Pedro Ortiz.
      (Donde se narra cómo supone el escritor que fue de drámatico el primer encuentro entre aborigenes y conquistadores españoles)

Pedro Ortiz
Vi muchas cosas, sí, señoría, pero a mi lo que más se me quedó en el seso de mis andanzas por las tierras nuevas que descubrió para nuestras serenísimas majestades el señor Almirante don Cristóbal Colón, fueron sus naturales llenos de inocencia, sin maldad, como pequeñuelos a quienes había que conducir de la mano; las arboledas y verduras como en el Paraíso antes del pecado original y los perros que nunca ladraron. Fui de marino y lengua en la nao capitana desde que salimos de Palos en el viaje hacia lo desconocido. En la primera isla vista, cuando ya nos creíamos perdidos, no bajé ni en otras más pequeñas que topamos porque no me tentó la curiosidad, sino en la de Cuba. Allí, entre un río y la playa, en la tierra fertilísima que se levanta desde la misma orilla de la mar, ordenó el Almirante extirpar la hierba y talar los árboles, plantó la Santa Cruz y también las horcas y el pendón de Castilla y Aragón, y encomendándose a Dios la bautizó con el nombre de Juana, y tomó posesión de ella para nuestros Reyes Católicos.



Días después, estando surtos en una abrigada bahía, torné a bajar por indicación del Almirante. Fuimos Rodrigo Jerez de Ayamonte y yo, Luis Torres de Murcia, judío converso porque mi padre así lo prefirió cuando el edicto de expulsión, para no dejar la tierra donde nuestra generación se había asentado desde hacia siglos. Salimos de la carabela al alborear, con otras dos lenguas indias, y yo preparado, pues sé hebraico, caldeo y aun algo de arábigo, además de la lengua castellana que es la de mi niñez.



Seguimos primero el curso del río que en aquella ensenada desaguaba, que los naturales llamaban Gibara. Caminamos por la margen izquierda hasta un cerro largo y de poca altura a cuya vera surgía un manantial hediondo de aguas clarísimas donde había muchos indios, así hombres como mujeres, mancebos y rapazuelos, todos los cuales se embadurnaban los cuerpos con el lodo ceniciento de aquel charco que por su olor a azufre me pareció a ni ser la morada del de las pezuñas de cabra y alas de murciélago. Ellos se fregaban con él pechos y espaldas, brazos y piernas y tragaba buches de agua, creo que para medicinarse. Los miembros no tenían ni blancos ni negros, ni loros, sino como atiriciados o membrillos cochos. Luego se lanzaban al río limpio como una fuente de montaña para enjuagarse. Nos hicieron reverencias y siguieron en su juego y otro de ellos nos llevó en su barquichuela al lado derecho.



Tomamos un sendero ancho y de tierra dura, como muy frecuentado, guardado por árboles muy frondosos, con una sombra y un fresco pastoriles, y el cielo azulísimo y despejado y el sol, que casi no se veía por el follaje como tejido. D estos algunos árboles con frutos, de ellos otros en flor, así que todo era verde. Vimos otros muchos indios con sus artes de pesca al hombro, hachas y cuchillos que eran hechos de piedras filosas con mangos, tan gentiles y bien labradas, señor, que era maravilla ver cómo sin hierro las podían hacer y en qué tiempo. Les dábamos de las cuentecillas que nos entregara el Almirante para rescate y ellos de sus vituallas para confortarnos y agua para beber, que no tenían otra cosa, y de los idolillos que traían colgados en collares, y pedazos de oro que se ponían en las narices y orejas.



Anduvimos en la jornada unas doce leguas hasta una población de cincuenta o sesenta casas amplias y de gran cantidad de vecinos. Estaba, como todos sus pueblos que vi, en la corona de un cerro de mediana altura, quizás cuidándose de los diluvios que por esas islas llueven, de cara al valle de muchos ríos y arroyos. Fue de maravilla ver la fiesta que formaron y oír las gritas y placeres que hacían, y los principales nos cargaron y llevaron a una de sus enormes cabañas y nos dieron asientos hechos de un solo tronco, como animalejos infernales de cuatro patas, labrados y pulidos. Vinieron primero los hombres a vernos y a conversar en su lengua con los de Guanahaní que llevábamos, asombrados, y después entraron las mujeres y sonreían y nos tocaban para ver si éramos como ellas, de carne y huesos, y nos besaban, y el Rodrigo les palpaba las tetas paradas y las naturas de pelillos bien dispuestos, renegridos y brillantes como frotados con algún ungüento oloroso, porque en su mayoría andaban desnudas como las parieron sus madres, y eran muy galanas, y el cuerpo de fina hechura, de bellísimas piernas, piel dura y desbarrigadas, al igual que los hombres. No había sin pelos en la cabeza, aunque sí eran desbarbados los hombres, todos con los dientes completos, blancos, parejos. Las mujeres, vuesa merced, aún me estremezco, si las hubiese visto entonces lo creería, de senos duros y redondos, muy bien hechos, y aún las recién paridas los tenían tiesos y el vientre sin arrugas, que yo las vi con estos ojos que se ha de comer la tierra. Y todos con las orejas y el tabique de la nariz horadados, como ya le conté a vuesa señoría, de los que pendían figuras de animales, caratonas y de hombres en cuclillas, que era la manera que tenían de acomodarse para hablar largo entre ellos, y también de mujeres con la fruta abultada, que debían ser amuletos para que parieran mucho, como los que venden las encantadoras, que Dios condene, en Castilla y en Guinea. De hueso y conchas eran aquellas diabluras, y de piedras negras y verdes bien pulidas, de las mismas con que hacían sus herramientas, y pedazos de oro que creo sólo tenían por cosa gentil, no de riqueza, sino por buen parecer, porque se los pedíamos y nos lo daban de grado y por las contezuelas que nos dio el Almirante para comprar comida, que nunca nos la cobraron, y así pudimos sisar para nosotros algunos trozos del dorado.



Salimos de la casa de noche, y a la luz de la luna y de sus candelas, nos sentamos en la plazuela que era de arcilla bien apisonada y barrida, con las moradas alrededor formando un círculo. Nos dieron de unas raíces grandes y blanquísimas, cocidas unas y otras hechas a manera de pan liso y sabroso, y pescados asados y aves con guisos agradables, y al final los hombres sacaron unas yerbas secas envueltas en otras hojas secas que dijeron tabacos en su lengua, como mosquetes de los que hacen los muchachos la Pascua del Espíritu Santo, y encendido por una parte de él, por la otra chupaban, sorbían o recibían con el resuello para adentro su humo. No sé qué dicha o provecho sacaban de ello. Yo no quise probar, pero el Rodrigo sí, y dijo que se le adormecieron las carnes y casi se emborrachó como si se hubiera empinado una bota entera y le entraron bascas, y tambaleándose, fue motivo de gran regocijo para los del pueblo que lo vieron regurgitar los manjares que había tragado.



Otros días, que estuvimos cuatro con tres noches allí en Mayabe, que era el nombre que le daban a su caserío, rescatamos oro, y nos regalaron y descansamos en sus camas colgantes. Vimos y probamos otros ricos frutos del país y animaluchos que comían y perros que criaban, creo que para comer también, que no ladraban, señoría, aunque los azuzaran, muy dóciles, como sus dueños, la hechura como unos gozques, pero más grandecillos, meneaban lindo sus rabos y yo les abría la boca para ver si les cortaban la lengua, pero las tenían. Cogíamos sus lanzas, azagayas y largas y agudas flechas de madera, con las puntas tostadas al fuego, muy endurecidas, como hierros, y les mostrábamos nuestras espadas, hachas y lanzas y los inocentes las agarraban por el filo tajándose las manos. Vimos también la manera en que sembraban sus nabos y otros frutos, pues eran labriegos muy diestros, aunque solo removían la tierra con sus palos y hacían unos montículos en los cuales plantaban.



Por el Rodrigo, al cuarto día, fuimos a una casa que señalaron y dijeron bahareque, algo apartada del pueblo, pero en el mismo promontorio, con sus maderos apoyados en la tierra y el techo cobijado de las hojas de sus altas palmeras. Creo que lo tenían como lugar de adoración o santuario para reverenciar a sus dioses, porque estaba llena de imágenes feas y ojudas hechas de troncos de árboles o en bloques de piedra que sahumaban con grandes hojas que por su fuerte olor debían ser las mismas con que hacían sus dichos tabacos. Estaba allí una mujer muy hermosa que seguro era la ensalmadora que atendía el templete y que nos recibió como lo hacían todos los indios.



Atabeira, diosa madre en el panteón de los aborigenes del Caribe

Nada más mirarla el Rodrigo Jerez de Ayamonte y empieza a murmurarme, con los ojos encendidos, que desde que salimos de las islas no veía mujer y que se le habían abierto las ganas de holgar con ella, de verle la cara a Dios o de afilar la espada, como dicen los de baja condición en su germanía. Yo, que la última vez lo había hechos con una mozalbilla andaluza allá en Palos, no quise de principio por respeto a las órdenes del señor Almirante que eran las de no tomarle nada por fuerza ni de enfurecerlos ocupándonos de sus mujeres. Pero él respondió que éramos dos y podíamos domeñarla fácil y así seríamos los primeros de la marinería en probar aquellas hembras semejantes a las canarias, porque de seguro ya los señores lo habían hecho y que cuando empezaran a tomarlas nos dejarían a las más ancianas, sin dientes y arrugadas. Yo no quería, al Altísimo pongo de testigo de mis palabras y arrepentimiento, pero la serpiente de la tentación trabó mi lengua.



Ella estaba confiada y a su lado tenía un perro de aquellos mudos que el Rodrigo, por maldad y amedrentarla, decapitó de un tajo sin un gemido de la bestezuela, y luego empujó a la mujer al interior de la choza y la tiró en el piso, y yo le sujeté los brazos y él le rasgó la fina telilla que la cubría del vientre a las rodillas, y le abrió las piernas y se le tiró encima. Arriba de ella le mordió las tetas paraditas y yo la solté porque no hacía falta ninguna, porque no hacía resistencia. Estaba quieta, igual que un animalito casero, indefensa como una ovejilla enferma, nada más con ronquidos, como si la aquejara una enorme pena, y no cerraba sus grandes ojos negros que se le saltaban de las cuencas.



Cuando él terminó me dijo que ahora tú y se apartó y yo me subí en ella y ella siguió sin moverse. Tenía la güeba cubierta de un velloncito áspero como crines de yegua y el coño estrecho, apretado, como de virgen recién rehecha por alguna diestra alcahueta cosedora de virgos y no hubiera soportado un momento antes la verga del Rodrigo, larga como de un codo y gruesa, y que para diversión de la marinería usaba a veces en la nao para redoblar en un tambor.



Yo, señor, que el Supremo juzgue y perdone mis pecados, por lástima a la pobrecilla, le tocaba suave la cara y olía su olor a yerbas aromáticas de la tierra, mezclado a los hedores terribles del Rodrigo y a los de mi propio cuerpo, pero me refocilé con su angostura caliente que me entibiaba el miembro y todo el cuerpo hasta que con el movimiento de un enfermo del mal de San Vito la regué con mi semilla.



El me apartó embrujado y se encaramó de nuevo, como un loco, y le clavaba las uñas en la espala y se convulsionaba poseso, y de sendas mordidas le arrancó los pezones y se bañó el rostro con su sangre y luego le empezó a apretar el pescuezo. Buscando el alma que se le escapaba, ¿la tendrían los indios en realidad, señor, o como no estaban bautizados en la verdadera fe carecerían de ella?, en su pataleo agónico la maga derribó uno de aquellos grandes bloques de piedra de figura horrible que le cayó por la parte del rostro en el tobillo derecho al Rodrigo, en el mismo momento en que él se vaciaba y la hechicera daba su última boqueada. Su bramido de angustia y despedida fue parejo al ronco alarido, casi relincho de placer y de dolor que dijo él bajo el pesado pedrusco, y yo se lo quité de encima y lo puse en pie, tambaleante, como un borracho.



Huimos de allí por temor a lo que nos pudieran hacer los indios, dejando a nuestras dos lenguas. El camino de vuelta lo hicimos temerosos de los ruidos y de que sus perros mudos nos olieran y encontraran. Nos escondíamos entre las arboledas, lejos de los senderos, yo con el Rodrigo y todas las armas a cuestas, porque él no podía apoyar el pie herido. Perdidos de día y por las noches mirando por la estrella para tornar a los bajeles. Me preguntaba el Rodrigo por qué los perros no ladraban si eran iguales a los de Castilla. Yo le contestaba que porque sus amos no tenían riquezas que guardar ni había fieras en el país de las cuales proteger o prevenir al pueblo ni otras gentes que ambicionaran convertirse en dueños de las cosas porque me pareció que todo era de todos y lo usaban y repartían en buena voluntad, como en la edad dorada, que ninguna persona sabía decir esto es mío. Por eso, pensaba yo, no habían sido enseñados a ladrar. Pero el Rodrigo blasfemaba y decía que mis razones eran imaginarias de cantador de romances y escribidor de novelas de caballería.



Por el río, junto al manantial fétido, el Rodrigo tomó de la lama verdiblanca que cubría el agua y se la puso como compresa en la herida y en la pierna y decía que la humedad de aquella manteca lo refrescaba, que ardía como si el verdugo lo tostase a fuego lento en una parrilla. Escapamos de la ira de los naturales a uña de buen caballo y, con el favor de Dios, después de muchas fatigas y desvelos regresamos salvos y encontramos a todos los nuestros que tenían un gran temor por nosotros, pensando que habíamos muerto.



A bordo lo tentó al Rodrigo el cirujano de la armada y lo sangró, dijo que para extraerle los malos humores. Cuando lo punzó en la oreja izquierda, para hacerle la sangría, el Rodrigo protestó porque dijo que de ahí lo dejaba sin fuerza en su natura y lo iba a agujerar, y es cierto, según lo cuenta el sabio Galeno, que a los naturales de Scythia para curarlos e la cojedad por andar siempre a caballo, sángranlos de ambas dos venas detrás de las orejas. Sucédeles flaqueza y cuando quieren tener secreta conversación con sus mujeres, se hallan estériles. Inhábiles para ser casados toman hábitos de mujer, así en hablas como en obras, y hacen los femeniles oficios, no por el vicio nefando, sino d honestidad. Pero en el Rodrigo era de ver cómo su natural lascivo y desenfrenado se imponía a su cuerpo maltrecho y doliente, todavía en su lamentable estado, abrumado de desdichas. Luego de sangrarlo, le echó el físico vinagre y sal en la herida y se la cubrió con un unto más pestilente que el lodo del charco de Satanás y mandó a guardarlo bien arropado porque dijo que las enfermedades se agravaban con el aire.



Yo, como buen cristiano nuevo, celoso observador de mis deberes y mandamientos de la Santa Madre Iglesia, al otro día fui a confesarme con fray Jerónimo Monso de Cieza, nuestro padre, y le conté lo de la india. Dijo él que habíamos tenido comercio carnal con un súcubo, el Maligno bajo presencia de hembra. Yo callé contrito y él me dio la absolución y mandóme decenas de rosarios como penitencia, pero a ellos los había oído hablar mientras tomaban vino y decían al Almirante que las indias en el hecho parecían amaestradas en la mejor de las escuelas para rameras de Nápoles. Aunque el Almirante era piadosísimo y cumplidor de todos los católicos preceptos, un ajustado varón de virtudes, y de él no se podía decir nada más que nunca había nacido hombre tan magnánimo e inteligente en cuanto a navegación, ya que tan solo al ver una nube o una estrella o mirando el vuelo de las aves, como los augures de la antigüedad, sabía lo que debía seguir o si debía de haber mal tiempo; él mismo daba órdenes y estaba al timón, y tan pronto pasaba la tempestad, él izaba las velas y los demás dormían. Tuvimos la vida en sus manos y él nos la conservó, y no le quedaban horas sino para aquellos negocios y no para refocilarse con aquellas idólatras. Puedo decirle que a pesar del temor de todo nosotros y de las bravatas de los deslenguados marineros cántabros que se amotinaron en la Santa María, alarmados y clamando por el retorno, poniendo en peligro el descubrimiento él condujo la armadilla a las Indias con una seguridad tal que nos pareció que antes había hecho el mismo viaje o tuviese el derrotero a seguir pintado con ate en sus cartas de marear. Don Martín Alonso Pinzón lo ayudó mucho en aquel trance y le gritaba desde su barca que colgase del palo mayor a tres o cuatro de los más alborotadores. Le dieron tres días de prórroga para hallar sus islas y él solo necesitó dos, pues el doce de octubre avistábamos la primera tierra y de rodillas, llenos de lágrimas de agradecimiento, cantamos a coro en las tres barcas gloria in excelsis Deo.



Decía el cojuelo Rodrigo que aquel demontre de la casucha lo perseguía acompañado del perro que no ladraba y él degolló, que le enseñaba los dientes albos y no lo dejaba ni de día ni de noche, y que el luzbel le abría su horrenda boca de piedra y le pedía el alma, que él no se la había vendido, y lo amenazaba con masticarlo igual que si hubiera sido cecina. Fray Jerónimo, que fue exorcista de la Suprema en Toledo, lo rociaba con agua bendita cuando él comenzaba a blasfemar, rezaba y gritaba más que el Rodrigo para obligar al del horrible nombre, al Mono de Dios, a que abandonara el cuerpo de aquel cristiano viejo que se mofaba sacrílegamente del servicio divino, escupía la Santa Cruz y la pisoteaba. Aunque yo sigo creyendo, aún ahora, vuesa merced, y Dios quiera que la Hermandad no lo tome a mal, que no era el demonio, sino el lodo apestoso que le emponzoñó la herida, que la tenía bermeja, y la pierna hinchada , ajamonada y hedionda como pescado podrido, y se le iba subiendo la color, y todo su cuerpo ardía no con el fuego del de los cuernos y el rabo largos, sino por las fiebres que lo abrasaban y lo iban sacando de sus cabales.



Me interrogó el buen padre y me preguntaba que si el Rodrigo había manifestado que el Gran Velludo le había pedido que le besase el culo, que según él es la forma en que sellan los pactos los hechiceros cuando le entregan su alma a Lucifer. El sí besó aquí, allá y acullá, pero a la india, no al lascivo y feo, al astuto y cruel, al despiadado. Quiso el fraile hacer un auto de fe y el Almirante lo autorizó porque decía que si declaraban al Rodrigo hereje impenitente lo esperarían la excomunión y la hoguera en aquellas tierras que se recuperaran para el Señor, porque él era el representante de la Santa Inquisición y quería ser un bálsamo contra las lacras espirituales, la voz que salvaba y reconquistaba, no la que perseguía, vengaba y castigaba, sino curaba las almas atrapadas por el de los ojos de brasa, para volver a los posesos a su cordura, a la sumisión, a la gratitud y obediencia a la iglesia.



Una mañana, con el Rodrigo vestido con un sambenito de estrecho atado al palo mayor de la Santa María, con la pierna destilando humor y el mal que se le había corrido ya para la pierna izquierda, el padre Jerónimo, delante de las tripulaciones de las tres carabelas, dio un sermón y gritó en romance el exorcismo para expulsar al Demonio.



¡Vete, decía, espíritu malo, lleno de falacia y desafueros; vete, engendro de la mentira, proscrito por los ángeles; vete, serpiente, encarnación de la astucia y la rebeldía; vete, expulsado del paraíso, indigno de la gracia divina; vete, hijo de las tinieblas y del fuego subterráneo que jamás se apaga; vete, lobo rapaz y supino, colmado de ignorancia; vete, demonio negro; vete, espíritu de herejía, aborto del infierno, condenado al fuego eterno; vete, animal ruín, el peor de todos los existentes; vete, ladrón y rapiñador, rebosante de voluptuosidad y codicia; vete, jabalí salvaje, espíritu malo, condenado al suplicio sin fin; vete, sucio seductor y borracho; vete, origen de todos los males y crímenes; vete, monstruo del género humano!.



Pero terminó y no surtió efecto el exorcismo y el padre Jerónimo, furioso, con el crucifijo en alto, le gritó que Dios se apiadara de él porque Satanás había poseído su alma en la tierra como la poseería cuando muriese. Con esa fuerza extraordinaria de los endemoniados, partió una mediodía los cabos que lo ligaban el Rodrigo y se lanzó a la mar lleno de tiburones que lo sumieron en las profundidades e hicieron festín de su cuerpo infecto, de sus piernas podridas hasta la ingle, y no se vio más ni un hueso ni uno solo de sus cabellos, para consternación del fraile que no le pudo arrancar su arrepentimiento.



No, no señor. Gente que tenía un solo ojos en la frente y hocico de perro, que se decía habitaban por esas islas y tierra firme no los vi yo, ni tampoco los puercos del Darién, que tienen el ombligo en el espinazos y por allí mean, que oí decir al piadosísimo don fray Bartolomé de las Casas, sí, el que defendía sin disimulo a los indios y hartos enemigos tuvo por esa razón. Sí vi a otros que llamaban caníbales y caribes y eran los más feroces de dichos indios, y asaltaban las islas en sus canoas, y se llevaban cautivos y a los hombres los castraban, que yo los vi sin sus naturas y las heridas aún verdes, para engordarlos y después comérselos en sus convites. Por esa gran herejía teníamos licencia para capturarlos o matarlos si se resistían. Los herrábamos en la frente y los traíamos a España para venderlos como esclavos, aunque no servían para trabajos pesados, y cuando entrábamos en las aguas éstas, el frío los empezaba a matar y muchos cadáveres que lanzamos al mar.



Gracias vuesa merced por el vino. Sí, di varios viajes y estuve de nuevo en Cuba, en La Española y en México con Garcí Dolguín cuando enviaron por el señor Cortés, pero envejecido y perdido en los dados hasta el último maravedí de los muchos castellanos de oro que me correspondieron en los repartos, me vine definitivamente para la tierra. Aquí los que no me conocen y que oyeren estas cosas, me tendrán por prolijo y por hombre que he alargado algo, pero a Dios pongo por testigo que no he traspasado una jota los términos de la verdad de lo ocurrido del primero al seis de noviembre del año del Señor de 1492 en mi primer encuentro con los naturales y en las jornadas siguientes. Aunque a veces no sé si es por el vino o porque la sangre se me ha enfriado en este cuerpo viejo, que me parece que yo soy yo y también soy el Rodrigo, y que un perro me muerde la ingle en silencio, mientras una caratona abre sus fauces de piedra y amenaza con triturarme los huesos. 

Raúl Castro visita Cayo Bariay

Mapa arqueológico de Cayo Bariay

El 21 de marzo de 1997 el  General de Ejército y Ministro de la Fuerzas Armadas Revolucionarias, (FAR), Raúl Castro Ruz visitó al  Grupo de Turismo Gaviota S.A. en Holguín, realizando un recorrido por Cayo Bariay  (Monumento Nacional). Después de observar el paisaje colombino y de comprobar las explicaciones que el Dr. Núñez Jiménez le había dado anteriormente, Raúl Castro dijo que no le  cabía la menor duda que era éste el escenario de la llegada de Colón a Cuba, por lo que se aprobaba el proyecto de crear un parque temático turístico en el Cayo operado por las distintas instituciones del sector del territorio.

Posteriormente Raúl Castro visitó el monumento conmemorativo del desembarco de Colón, construidos en 1992. Allí leyó los fragmentos del Diario de Colón referido al día del desembarco, del 28 de octubre de 1492. Luego Raúl Castro recomendó realizar una edición nueva del diario y sugirió que había que realizar un evento para que el mundo conociera lo que en materia de protección y rescate de la naturaleza, historia y cultura, se estaba construyendo en el polo turístico de Holguín.

El 15 de septiembre de 1997 se entrega al Grupo de Turismo Gaviota S.A. en Holguín la carpeta “Estudio para el desarrollo del producto turístico Parque Monumento Nacional Bariay”, confeccionado por el Dr. José Manuel Guarch Delmonte y un colectivo de autores. Desde la introducción dicha carpeta puntualiza: “El reconocimiento de la bahía de Bariay como el primer punto en que desembarca en nuestra costa y por lo tanto en las Antillas, el Almirante Cristóbal Colón, concretándose de hecho el descubrimiento para Europa,  convertida a partir de entonces en Viejo Mundo, de un continente nuevo, por lo que esa bahía fue lugar cimero del acontecimiento más relevante de nuestra Era…”

La creación del Parque Cristóbal Colón el 17 de septiembre de 1998 a propuesta de la máxima dirección del país en el escenario del encuentro de las dos culturas en 1492, permitió desarrollar en esta región una infraestructura turística dirigida a explotar un turismo de naturaleza, historia, cultura, sol y playa, convirtiendo el lugar rápidamente en el tercer polo turístico de Cuba.

Y durante la celebración del II Evento Internacional Biodiversidad y Turismo (BIOTUR) en Octubre del 2000, el Dr. Keith Pickering, destacado investigador de los viajes colombinos, presentó un trabajo en el que confirmó a Bariay como el lugar del desembarco (Pickering, 2000). En este mismo contexto se realizo una expedición en la cual participaron junto a Keith Pickering y a Thomas Tirado, el Dr. José Manuel Guarch del Monte, la Dra. María Dolores Ortiz, el Ing. Cosme Casals Corella y el Dr. Miguel Esquivel Pérez, entre otros varios colaboradores. 
 
Dr. Miguel Esquivel Pérez (a la izquierda) y el Ing. Cosme Casals Corella autores de todo lo que ahora publica Aldea Cotidiana durante el trabajo de campo

Primeramente se fueron mar afuera, hasta una distancia aproximadamente igual a la distancia que Colón se detuvo la noche del 27 de octubre de 1492 frente a la costa cubana, luego siguieron hasta las proximidades de la costa y recorrieron el tramo de la bahía de Vita a la de Gibara. Además de observar los accidentes geográficos que se citan en el Diario, se utilizaron equipos como el GPS y el Sonar, que  permitieron medir con precisión las profundidades y distancias relativas entre la bahías de Vita, Bariay y Jururú. De esta manera se confirmo una vez más que Bariay fue el lugar de recalada de Colón en Holguín y en Cuba en su primer viaje en 1492.

El 4 de septiembre de 2002 el  General de Ejército y Ministro de la FAR Raúl Castro Ruz visitó al  Grupo de Turismo Gaviota S.A. Oriente, acompañado por los Comandantes de la Revolución Juan Almeida, Ramiro Valdés, Guillermo García Frías y por otros dirigentes de la revolución. Todos realizaron  un recorrido por el ya terminado producto turístico Parque Monumento Nacional Bariay y llegaron, lógicamente, al museo de sitio y réplica de la aldea taina visitada por Colón en aquella mañana del 28 de octubre de 1492. En el libro de visitantes escribieron: “¡Magnifico! es lo que han hecho en Bariay. Estamos seguros del éxito que tendrán.”

Entre los firmantes están los Comandantes de la Revolución Raúl Castro y Ramiro Valdés Menéndez

El 24 de Octubre del 2002 llega a Bariay la Expedición Internacional Columbus Quest “Una odisea educativa”, auspiciada por el canal The Quest Channel y Classroom Connect, Inc. EE.UU. Venían de hacer el recorrido desde la Isla de Guanahaní por la ruta colombina. Esta expedición estuvo integrada por el Dr. John Fox director de la misma y, además, Nick Emily Sohn, Tom Adair, David MCClain, Bernardette Pampuch, Jerome Thelia, Natalia de Cuba. Por la parte cubana participaron el Ing. Cosme Casals Corella (autor de este trabajo) y el Dr. Miguel Esquivel Pérez.

Con fecha del  27 al 30 de Octubre de 2002 en el hotel Río de Oro, se produjo el III Evento Internacional Biodiversidad y Turismo (Biotur 2002). En el evento el arqueólogo Dr. John Fox no solo expuso los objetivos alcanzados por la Expedición  Columbus Quest “Una odisea educativa”, sino que además dijo que tras haber navegado por la ruta colombina llegaron directamente a Bariay y que esta bahía era el San Salvador, ya que la misma y su entorno cumplían con la descripción realizada en el diario por el Almirante.

Luego y tras varios años de investigación por el escenario colombino de la costa norte de cuba los investigadores Dr. Miguel Esquivel Pérez y el ing. Cosme Casals Corella, lograron  confirmar nuevamente que Bariay es el San Salvador, de Colón del 28 de octubre de 1492. Los resultados de sus investigaciones fueron presentados en el II y III evento evento internacional Biodiversidad y Turismo (BIOTUR) de Octubre del 2000 y 2002. Asimismo dichos resultados fueron recogidos en varios libros que se relacionan a continuación: “Cristóbal Colón 1492”, Ediciones Cuadernos de Papiro. “Serie Documentos Colombinos”. Holguín. 2002, y “El primer viaje de Cristóbal Colón a Cuba”. Editado por Casa Editora Abril y Ediciones Boloña de la Oficina del Historiador de la Ciudad de La Habana. Ambas ediciones tienen prólogo del Dr. Eusebio Leal Spengler. “Derrotero de Cristóbal Colón por la Costa de Holguín”, Ediciones Holguín. Colección Comunidad-2006. Prologo de Lic. Hiran Pérez Concepción. Presidente  de la Comisión Provincial de Monumentos de Holguín.

El 21 de enero del 2003, en el discurso pronunciado por el presidente Fidel Castro Ruz, en la inauguración del hotel cinco estrellas Playa Pesquero y del polo turístico de Holguín, dijo:

“(…) Toda la zona del litoral y sus inmediaciones, a partir de sus riquezas naturales, históricas y arqueológicas, poseen una de las mayores potencialidades turísticas del país, con 41 playas de 58,5 kilómetros de longitud, 22 bahías, 21 cuevas, 6 yacimientos de fango y aguas minero-medicinales, 12 áreas hoy protegidas y 5 zonas de bellos paisajes submarinos y barcos españoles hundidos. Por allí precisamente había arribado Cristóbal Colón el domingo 28 de octubre de 1492”.

El parque Cristóbal Colón: ubicado en la costa norte de la provincia de Holguín, se extiende desde la bahía de Gibara hasta Maíta y tiene como objetivo la creación y comercialización de productos turísticos extra hoteleros sobre la base de la conservación, recuperación, enriquecimiento y uso sostenible de los recursos naturales, históricos y socioculturales como complemento a los hoteles todo-incluido.

Se concibieron 101 kilómetros cuadrados cercados, con el fin de conservar el entorno y establecer un manejo especial de los ecosistemas que permita tener en estado de libertad especies de animales. Y en el Parque Natural Bahía de Naranjo hay espectáculo con delfines y leones marinos, baño con delfines, actividades náuticas y comida marinera. Mientras que el sendero Eco-Arqueológico Las Guanas, que ocupa un área de 16 hectáreas, es un sendero auto guiado de 1 060 metros, con un sistema de carteles fijos y móviles que ofrecen la información necesaria para interpretar el entorno.

Y en el Parque Monumento Nacional Bariay se rescató un fortín español del siglo 19, se reconstruyó la aldea que existía allí a la llegada del Almirante, que es ahora un museo de sitio, a la vez que se reconstruye el ecosistema precolombino, a partir de las 70 especies de la flora existentes al arribo de Cristóbal Colón.

La Marina Internacional de Puerto de Vita cuenta con 38 atraques, servicio de combustible, alimentos, lavandería, baños y actividades náuticas como buceo, pesca y otros.

El Museo de sitio Chorro de Maita se convirtió en un museo de sitio que muestra el cementerio indígena más grande del Caribe y la reproducción de una aldea taína…. 




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